Con todo, tanto la
Iglesia Católica Ortodoxa como la
Iglesia Católica Romana, que así se denominan a sí mismas, reivindican también la exclusividad de la fórmula: "Una, Santa, Católica y Apostólica" implicándose cada una como la única heredera legítima de la Iglesia primitiva o universal y atribuyendo a la otra el haber "abandonado la iglesia verdadera" durante el Gran Cisma. No obstante estas consideraciones, tras el
Concilio Vaticano II (1962), la Iglesia Católica Romana inició una serie de iniciativas que han contribuido al acercamiento entre ambas iglesias, y así el Papa
Pablo VI y el Patriarca Ecuménico
Atenágoras I decidieron, en una declaración conjunta, el 7 de diciembre de 1965, «
cancelar de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada»
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