Enseñanzas de todo eso:
Primera:
que lo que durante el Vaticano II (1962-65) parecía escandaloso en los medios de comunicación solo parecía una cuestión interna eclesiástica de papas, cardenales y obispos (de los que siempre se opinaba con veneración y respeto) fue en los años posteriores cuando se comprobaron los desastrosos resultados. Se pensaba entonces que la sangre no llegaría al río.
Segunda:
que una vez comprobados los calamitosos resultados ya era demasiado tarde para rectificar nada: el papa y todos los obispos eran prisioneros de la aprobación que habían dado al monstruo conciliar que habían contribuido a crear (de mayor o menor grado, para el caso daba lo mismo).
Tercera:
a pesar de todo, seguían confiados los obispos y curas en que todo pasó así porque Dios (“el Espíritu Santo”¿¿??) así lo quiso... por lo cual pasaba como en el “cuento del emperador que iba desnudo”: que ninguna jerarquía se atrevía a contradecir al resto por temor de ser considerado hereje (al cuestionar la teoría sobre la infalibilidad de los concilios ecuménicos)... agravando así el efecto de bola de nieve, que se acumulaba año tras año: que las contradicciones los defectos eran solo aparentes; se empezaba a distinguir entre la excelencia del Vaticano II y su “mala aplicación”, causa del caos que los ojos veían entonces (y siguen viendo ahora).
Cuarta: Sería digna de estudio una contradicción palmaria y sobre la que nadie hace hincapié:
No olvidemos que el Vaticano II se convocó por Juan XXIII, en 1959, con el único fin de explicar la Fe católica al hombre moderno.
Posteriormente sin embargo, una vez reunidos los obispos todos sabemos que el fin no fue ese en absoluto sino reformar la Iglesia para dejarla al gusto del hombre moderno (y total para nada, porque al “hombre moderno” la Iglesia ni le importaba entonces, ni le importa ahora ni le importará lo más mínimo) .
¿Qué tendría que ver "la explicación de los dogmas en un lenguaje claro" (1959)... con poner las bases para dar la vuelta a la Iglesia como un calcetín, que fue para lo que en realidad sirvió el Vaticano II (años 1962-65)?
¿por qué nadie denuncia eso?
Quinta:
La clave está en el “golpe de estado” del grupo de los obispos “del Rhin” nada más abrirse el Concilio en 1962. A partir de ahí el Concilio mutó de fines, y se transfornó en un “monstruo de Frankenstein” al servicio de los obispos heréticos modernistas franco-alemanes.
Es de suponer el espanto y el horror de los obispos italianos, españoles y sudamericanos en las primeras semanas de Concilio. Pero, asimilado el trago, de vuelta a sus diócesis y de cara a los fieles todo sonrisas y maravillas sobre el Concilio y la puesta al día...
Semejantes fenómenos de simulación, mutación y traición se pueden ver hoy día cuando antiguos obispos tradicionalistas se pasan al Novus Ordo: el entusiasmo la furia y el ímpetu con que concelebran: se “dan la paz”, “presiden”, aclaman y son aclamados (...gestos del vudú...), se creen protagonistas de algo importante.. y acaban más “conciliares” que los de toda la vida (hay está el caso del brasileño ex-tradicionalista Rifán), venerando, en fin (lo sepan o no) al “cristo cósmico” de los satanistas, ese personaje horripilante a la vista que aparece siempre en las paredes de los templos del Novus Ordo.
Marcadores