CONFERENCIA "ENTRE JARCHAS Y CANTIGAS".
El 30 de agosto del 2014, en la sede de la Asociación de Jóvenes Españoles del Perú, en el Centro Español de Lima, junto al excelente músico Marcos Díaz, tuve la oportunidad de presentar esta anunciada conferencia que, según me dicen, no estuvo nada pero que nada mal. Nuestros buenos amigos nos han propuesto que el tema no se quede aquí, y que ampliemos, en base a este molde cultural, nuestro repertorio. Todo se andará, mas de momento, no adelantemos acontecimientos.
La verdad es que me sentí muy cómodo con semejante artistazo al lado. Próximamente iremos poniendo imágenes en la página Antonio Moreno Ruiz | Facebook; por lo pronto, os exponemos algunas y por supuesto el material para que pasen, vean y juzguen.
En el futuro, esperamos poder exponer el vídeo.
Muchas gracias a todos por el apoyo y la asistencia. Ahí va:
ENTRE JARCHAS Y CANTIGAS
Recorrido poético-musical desde Andalucía a Galicia
Por Antonio Moreno Ruiz
Con la inestimable colaboración de Marcos Díaz (Fabeiro)
Señor presidente de la Asociación de Jóvenes Españoles del Perú, a quien este caso hay que saludar más efusivamente de la cuenta debido al protagonismo de su sangre; estimados asistentes, amigos todos, muchas gracias por venir a compartir este buen ratito que vamos a echar en este entrañable trozo de España en Lima.
La primera pregunta que le podrá venir a muchos a la mente es que cómo un andaluz se interesa por lo gallego… Y bueno, como llevamos ya no sé cuántos años de absurdos enfrentamientos entre españoles, parece raro o extravagante que un andaluz pueda interesarse por el folclore gallego y viceversa. Así las cosas, hemos olvidado las muchas interacciones que se dan entre los pueblos de las Españas. Por ejemplo, entre el castellano y el euskera, el cual se hablaba a las puertas de Burgos. En el monasterio de San Millán de La Cogolla, aparecen las primeras palabras escritas en castellano y al lado, también en euskera, el cual imprimió influencia al castellano, tal como el sonido de la “rr”, la sustitución de la “h” a la “f” original en muchas palabras latinas (de “ferrum” a “hierro”, por ejemplo), o palabras como “boina”, “zamarra”, “chabola”, “izquierda”, “pizarra”… En resumidas cuentas: El castellano no se entiende sin una fuerte impronta vasca.
Siguiendo las rutas hispánicas, nos remitimos a las coincidencias métricas y estilísticas entre la jarcha mozárabe y la lírica galaico-portuguesa (“mozárabe” es una palabra que viene del árabe “mustaarab”, esto es, “el que se arabiza”. Así eran conocidos los cristianos que vivían bajo el dominio musulmán).
Y así como amamos las riquezas y diversidades regionales, también reconocemos los puntos que nos unen. Por eso, es perfectamente compatible ir de lo andaluz a lo gallego y viceversa, como es compatible que uno de los mayores estudiosos del flamenco hoy en día sea el musicólogo gallego Faustino Núñez, como de orígenes gallegos era Demófilo, el padre de los hermanos Machado.
Y creo que en la emigración, estas cosas se van percibiendo más claras, Y no en vano muchos hispanoamericanos ven en los españoles rasgos muy comunes. Sobre todo nuestras parejas, que son las que nos sufren… Como un poema de la emigración pensé, evocando la amargura que sintió el poeta sevillano Luis Cernuda al estar lejos de su tierra, estos versos que compuse no hace mucho, y que están dedicados a mi amigo gallego Hugo Cremona:
DOS ESPAÑOLES HABLAN DE SU TIERRA
Dos españoles hablan de su tierra,
estando en la otra punta del mundo.
uno habla de Galicia, otro de Andalucía,
pareciendo fundir sus terruños.
Qué lejos está la patria,
ante la duradera emigración.
la morriña hierve la sangre,
con dentelladas de nerviosa emoción.
Aquí no hay orujo ni jamón ibérico,
pero hay cebiche y pisco,
son más valorados que allá,
es contradictorio su destino.
Dos españoles hablan de su tierra,
el regreso no se asoma,
si no es exilio, se parece,
cada vez se ven más compatriotas.
Hablábamos de los mozárabes, y tenemos que irnos a la jarcha, composición poética de la primera lengua romance de la Península (con romance nos referimos a derivada del latín), del cual conserva muy fielmente su estructura gramatical, pero con un vocabulario muy teñido de árabe.
Con los siglos, el castellano, gracias a la imprenta y a factores políticos, será la lengua romance que mayormente absorba a otras minoritarias como el bable astur-leonés o las fablas navarro-aragonesas. Ya hablamos de la impronta vasca en esta nuestra lengua universal, y también tenemos que referir las muchas palabras de origen catalán que incorpora, tales como “capicúa”, “papel”, “faena”, “albergue”, “bacín”, “peseta”, “frazada”, etcétera. Y es que el idioma del Quijote, hablado por casi quinientos millones de personas, amén de tener aportaciones de toda la Península, también se llenó de americanismos en el contacto con las lenguas indígenas del Nuevo Mundo; por eso tenemos palabras como “tiburón”, “huracán”, “tomate”, “barbacoa”, “canoa”, “cacao”, “coyote”… Y eso sí: El español que se habla en América no procede de Castilla; sino que viene mayormente de Extremadura y Andalucía y luego filtrado en Canarias.
Otrosí, del lemosín de Francia derivarán los sistemas lingüísticos del Levante; y en el noroeste, se conforma la lengua galaico-portuguesa, que a posteriori engendrará a los actuales gallego y portugués, que si bien no iguales, mantienen su parecido y de hecho proceden de un innegable tronco común.
Y es que fue Ramón Menéndez Pidal, gallego, uno de los mayores sabios de la España del siglo XX, quien a base de concienzudos estudios, llegó a la conclusión de que en la época de la Hispania Visigoda, esto es, de los siglos V al VII, el latín comenzó a evolucionar de una forma muy parecida en la mayor parte de la Península, siendo que a posteriori, la invasión musulmana y la división peninsular en fronteras políticas fue determinando las diversas evoluciones lingüísticas. De hecho, la separación política de Portugal determinó con el tiempo su diferenciación con respecto a su matriz galaica.
Hablando de fronteras, las mismas que fueron configurando las coronas de Castilla y Aragón, así como el reino de Navarra; bueno, pues esa cultura de frontera será también llevada a América, y es lo que engendrará al charro, al gaucho, al llanero y al chalán, siendo que el cowboy norteamericano es también de origen hispano. Y al final va todo relacionado, porque si bien según la Real Academia, “charro” derivaría del vascuence “txar”, que en verdad significa “débil”, “defectuoso”; y no parece corresponderse… En cambio en mozárabe tenemos la palabra “chauch”, empleada para designar al pastor o al caballista, y que nos recuerda a la palabra “gaucho”, aunque por otro lado, hay quien la entronca con una lengua amerindia. Asimismo, la lingüista peruana Martha Hildebrandt sostiene que, ante el controversial origen de la palabra “cebiche” (comida que me tiene enamorado), estamos ante “iche”, que es un sufijo mozárabe.
Empero, con esto que decía Menéndez Pidal, observemos lo siguiente: Comienza una jarcha mozárabe: “Non me mordas ya habibi, non quero daniyoso”. Quítenle ustedes el arabismo “ya habibi” (“habibi” es “amado”, “querido”) y a ver quién dice que eso no es galaico-portugués… De hecho, topónimos de la Alpujarra granadina como Pampaneira, Alpandeire o Capileira que se creían traídos por los repobladores gallegos y asturianos, sin embargo, también vienen de la lengua mozárabe, cuyos dialectos se extendieron desde el sur hasta el levante de la Península.
Con todo, las coincidencias en esta cultura románica que va de las jarchas mozárabes a las cantigas galaico-portuguesas, cuna de nuestro importantísimo patrimonio literario, vendrían a ser, grosso modo, las siguientes:
• Provienen de una reelaboración culta de una lírica popular anterior.
• Son composiciones breves y sencillas, de tono intimista.
• Abordan la temática amorosa, en forma de lamentación por la ausencia del amado o bien alegría por su encuentro con él.
En métrica y musicalidad, asimismo, se parecen también a los villancicos castellanos. La diferenciación de las cantigas galaico-portuguesas radica en la abundancia de las referencias al ambiente marino y al paisaje gallego en general.
Yendo a lo práctico, vamos a recitar una jarcha. Dice así:
Jarcha en mozárabe:
Garīdboš, ay yermanēllaš
kóm kontenērhé mew mālē,
sīn al-ḥabībnon bibrē´yo:
¿ad ob l'iréy demandāre?
bay-še mio qorason de mib
Yā rabbī ši še tornarad
țanmal mio doler al-habīb
Enfermo Ϋed quan šanarad
¿Qué faré mamma?
Mio al-habib eštad yana.
Traducción al castellano:
Decidme, ay hermanitas,
¿cómo contener mi mal?
Sin el amado no viviré:
¿adónde iré a buscarlo?
Mi corazón se me va de mí.
Oh Dios, ¿acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?
¿Qué haré, madre?
Mi amado está a la puerta
Y ahora, una cantiga de amigo galaico-portuguesa
Mandad'ei comigo
Mandad'ei comigo,
ca ven meu amigo.
E irei, madr' a Vigo
Comigo'ei mandado,
ca ven meu amado.
E irei, madr' a Vigo
Ca ven meu amigo
e ven san' e vivo.
E irei, madr' a Vigo
Ca ven meu amado
e ven viv' e sano.
E irei, madr' a Vigo
Ca ven san' e vivo
e d'el rei amigo
E irei, madr' a Vigo
Ca ven viv' e sano
e d'el rei privado.
E irei, madr' a Vigo
Traducción:
Un mensaje he recibido,
que viene mi amigo.
E iré, madre, a Vigo
Conmigo tengo un mensaje,
que viene mi amado.
E iré, madre, a Vigo
Que viene mi amigo
y viene sano y vivo.
E iré, madre, a Vigo
Que viene mi amado
y viene vivo y sano.
E iré, madre, a Vigo
Que viene sano y vivo
y del rey amigo.
E iré, madre, a Vigo
Que viene vivo y sano
y del rey favorito.
E iré, madre, a Vigo
Por otra parte, he aquí un dato que agradezco a mi amigo, el profesor jiennense Manuel Fernández Espinosa: Pascual Madoz, en su monumental Diccionario Geográfico-estadístico-histórico (1845-1850) describe a las gentes Jaén, esto es, el oriente andaluz, del siguiente tenor: "sus naturales participan de la honradez y formalidad castellanas, sin carecer de la gracia e imaginación propia de los andaluces. Dícese generalmente que la provincia de Jaén es la Galicia de las Andalucías, y así en efecto bajo el aspecto general, mercantil, político e industrial."
El problema muchas veces para ubicar la realidad de la identidad andaluza son los tópicos y las deformaciones. Durante muchos años, unos decían que en Andalucía lo que pasa es que se habla un mal castellano, y otros que todo se debe a exotismos orientalistas. Y en verdad no es ni una cosa ni otra. La aparición de las jarchas y los consiguientes estudios sobre la lengua mozárabe determinan que nueve siglos de fecunda cultura hispanorromana no desaparecieron de un día para otro; si bien se fueron mezclando paulatinamente con determinados arabismos. Asimismo, Andalucía, al convertirse conforme avanzaba el Medievo en una especie de Far West ibérico, fue solar de repobladores de muy distintas procedencias, y algunos no hablaban un “castellano ortodoxo” por así decirlo. Por ejemplo en mi pueblo, así como en otras zonas rurales de Badajoz, Sevilla y Huelva, los viejos tenían mucha tendencia a alargar la “o” final, o hasta pronunciarla en “u”. Por ejemplo: “Burricu”; lo cual se da en el bable astur-leonés. Hay palabras como “chiquinino”, y ese diminutivo “ino”, tan típico de lo astur-leonés, se da todavía más en Extremadura. En bable astur leonés la “ct” se pronuncia como “r”: Por ejemplo, “intarto”, en lugar de “intacto”. Tanto en bable como en castellano antiguo se tendía a confundir la “h” con la “j”; por ejemplo “jierro” o “jierru” por “hierro”, “jacer” por “hacer”… ¡Como en mi pueblo! Y hasta ahora, casi nadie ha reparado en estas cosas. Como nadie ha reparado que usemos galleguimos que ya no se usan en Galicia, como “rasquiña” y “piquiña”, palabras que por Andalucía pasaron a diversos puntos de Hispanoamérica.
No digo que lo que hablemos allá sea una derivación del bable ni del gallego ni nada de eso: Lo que estoy diciendo es que en mi terruño, la influencia de los repobladores del noroeste fue notoria, así como por ejemplo en Jaén, todavía se nota mucho la impronta de vascos y castellanos. Y no es cosa baladí que, asimismo, en Andalucía se conserven más arcaísmos castellanos que en la propia Castilla. Al final, en la antropología cotidiana, esas cosas salen, como acabó saliendo el legado cristiano mozárabe.
Y siguiendo con Menéndez Pidal, fue el mismo que descubrió que en la región portuguesa de Tras-os-Montes pervivía el mirandés, un dialecto del tronco lingüístico astur-leonés, que hace poco fue reconocido por el país luso.
En fin: Continuando de lo andaluz a lo gallego y viceversa, hemos de citar a Federico García Lorca, quien dejó dicho que era un español integral y que defendía que el español que no ha estado en América no sabe qué es España. La vasta cultura del gran poeta granadino abarcó desde las más novedosas vanguardias a las más antiguas tradiciones, que conocía y cultivaba con maestría. Así, este genial sureño se fijó en Galicia para embellecer su producción. Estamos hablando de los Seis poemas galegos. Galicia, su cultura y sus paisajes, entraron a formar parte de la vida y los recuerdos de Lorca desde su primera visita en 1916. En 1917 escribió en un artículo: «Se comprende, viendo el paisaje de Galicia, el carácter triste de sus habitantes y su música, que dice de penas, de amores, de imposibles». Al repertorio de canciones que tocaba y cantaba en los conciertos íntimos que ofrecía a sus amigos, pues entre muchas de sus cualidades está la de ser un gran pianista, se incorporaron cántigas, romances y canciones del folclore galaico-portugués. Era admirador de la obra de Rosalía de Castro, y conocía bien la de Valle-Inclán. En su conferencia sobre Góngora en 1926 demostraba tener conocimiento de los tres cancioneros que recogen casi la totalidad de la producción lírica galaicoportuguesa entre los siglos XII y XIV. En 1928, en su conferencia «Las nanas infantiles», aparece de nuevo su interés por las canciones populares de Galicia y se refiere a una cuestión que le llama la atención: la presencia de numerosas canciones de procedencia gallega y asturiana en Granada, fruto de la repoblación de la Alpujarra al final de la Reconquista, tema sobre el que volvió a incidir en distintas ocasiones.
Valga, pues, esa búsqueda en lo gallego de García Lorca a través de su poema “Chove en Santiago”, musicalizado por el grupo Luar na Lubre, al que acompaña en esta ocasión el cantautor Ismael Serrano:
Lorca era un apasionando del flamenco, y en el flamenco también podemos encontrar otra aproximación de lo andaluz a lo gallego, concretamente a través de la farruca. Como “farrucos” se conocía en el sur a los gallegos emigrados, los que como, refería el mentado Luis Cernuda, trabajaban en los puertos, cargando cosas de los comercios, o también en la hostelería. Concretando en el palo flamenco, los elementos musicales que constituyen la farruca pertenecen al complejo genérico de los tangos, que como tuvimos ocasión de expresar en nuestra conferencia “La influencia hispanoamericana en el flamenco”, procede del tronco hispanoamericano negroide. Eso sí, en la farruca se puede establecer relación con lo gallego a partir de la melodía descendente que se realiza sobre la vocal "a" al final de cada copla y para cerrar el cante, que de cierta manera tiende a imitar una característica netamente galaica. Asimismo, la farruca flamenca utiliza el acompañamiento del "tran - tran - tran - tran - treiro", sonido típico del folclore gallego que también ha empleado la malagueña Diana Navarro. Veamos primero una muestra de la farruca flamenca:
Y ahora una del tema “Romeiro ao Lonxe”, con “Luar na lubre” y Diana Navarro:
Y visto lo visto, poco más tiene que añadir un servidor. Hasta que el cuerpo aguante, seguiremos difundiendo y defendiendo nuestras tradiciones, que ahora, de una manera u otra, se ponen de relieve en este continente y, seguramente, al igual que pasó con la música andaluza, se acriollarán y formarán un mundo aparte dentro del arte. Cerramos con unos versos que escribí hace tiempo inspirándome en un poema de Ventura Ruiz Aguilera, un gran poeta natural de Salamanca que tan acertadamente cantó a la gaita gallega:
LA GAITA GALLEGA
La gaita gallega,
es el eco nacional,
de la España que siente,
sin dejarse matar.
Su hermosa melodía,
antigua y quejumbrosa,
mi corazón sacude,
no sé si canta o llora.
Va de la península al emigrante,
va de las zarzas al mar,
universalmente hispánica,
nuestro eco nacional.
Tan popular como culta,
tan alegre como saudosa,
tan atlántica como suave,
tan dulce como lluviosa.
No sé si canta o llora,
¿se puede cantar y llorar?
Muchas veces lo creo,
me da mucho que pensar.
Posee Galicia así,
la flor de la llave lírica,
y a través de su atinado acorde,
se recoge el alma íntima.
Mas intuyo que la gaita gallega,
sumergida en la tristeza anda,
y es que razón tiene para llorar,
para llorar por toda España...
Muchas gracias y hasta la próxima.
ANTONIO MORENO RUIZ
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