La Biblia Regia o por qué España tiene una imprenta en Amberes (Patrimonio de la Humanidad)

Si algún día vais al Museo Plantín-Moretus de Amberes tal vez queráis decirle a quien tengáis cerca que ese museo lo financiamos los españoles. Y visto el resultado de la inversión, muy gustosamente, porque el dinero se aprovechó bien. Claro que si nos pregunta ¿Y por qué lo pagasteis los españoles? Igual nos pone en un aprieto, así que os vamos a dar algunas claves para salir airosos del envite. Para ello nos tenemos que situar hacia 1560 ...


Cierto era que Plantín (oriundo de los Países Bajos Españoles) era un mago de la imprenta. Eso nadie lo pone en duda: Hábil, con gusto y trabajador incansable, rápidamente se hizo un hueco en la ciudad de la imprenta por excelencia: Amberes (también Países Bajos Españoles...). Fue allí donde abrió su "Officina Plantiniana".

En unos pocos años había superado a su competencia por la perfección, belleza y número de sus publicaciones. Su imprenta, no obstante era una más, de excelente calidad sí, tal vez la mejor, pero una más de las muchas que había en Amberes a mediados del Siglo XVI. Seguramente no hubiera tenido mayor transcendencia si no hubiera sido porque su buen hacer llegó a oídos de Felipe II.

Pero antes dejadme que os presente a Arias Montano. Un crack. Ahora sería de los que acumularían Nobeles y darían clases en el MIT y en Harvard ... pero él era un tío modesto, así que nació en Fregenal de la Sierra, un precioso pueblo de Badajoz (Extremadura) (y que animo a que visitéis). Estudió en Alcalá, hablaba 10 lenguas entre modernas y antiguas, participó activamente en el Concilio de Trento y gozó del favor de Felipe II que gustaba rodearse y dejarse aconsejar de los mejores en todas las materias.



Fue seguramente Arias Montano quien hiciera ver al rey la excelente acogida que tendría reeditar una Biblia como la del Cardenal Cisneros (La Políglota complutense, que era ya casi imposible de encontrar si bien sólo hacía unas pocas décadas desde su publicación):

--- Su Majestad la financia y yo podría reescribir la Biblia, con precisión, en hebreo, griego, arameo y latín ... y lo que haga falta. Estoy seguro de esta Biblia será base de todas las publicaciones futuras sobre ella, Señor.
--- Dudo ... querido Arias, dudo ... A Cisneros le costó una fortuna, no será menos en esta ocasión..., dijo Felipe.
--- El trabajo será ingente, Majestad, igual que la inversión. Pero merecerá la pena ... argumentó Arias
--- El dinero no es infinito bien lo sabes. ¿Dejo de pagar a mis imprescindibles Tercios?, ¿no armamos la flota contra el Turco?, ... meditaba en voz alta Felipe
--- Lo se Majestad, tenéis razón. Pero la guerra no alimenta el alma de vuestros súbditos . Qué queréis que se recuerde de vos cuando pasen los siglos... Dejó pasar unos instantes y añadió ... La llamaremos "Biblia Regia" en vuestro honor. El silencio invadió la sala.
--- Bien, querido Arias, haremos como dices ... aceptó Felipe al que, en el fondo, el proyecto le hacía una tremenda ilusión. De sus labios emanó una casi imperceptible sonrisa...
Así que se pusieron a buscar a un impresor... Al mejor impresor del Imperio donde no se ponía el sol. Ahí es donde entra Plantín.



Resumiendo... la Biblia Regia (1578-1562) fue un éxito de crítica y público. Un trabajo sublime tanto por el texto en sí como por la tipografía utilizada y que sólo el monarca español era capaz de costear (y aún con problemas...). El renombre que le proporciona a Plantín este trabajo no tiene paragón: A partir de ahí le llueven los contratos a la Imprenta (libros, láminas, mapas, ...)



Además el tal Plantín, repetimos, con su excelente arte, consigue nuevos contratos con la corona española para imprimir libros religiosos para TODOS los territorios de España. Bufff... ¡menudo espaldarazo para el negocio! La demanda no deja de crecer y la imprenta crece en proporción... como los beneficios. Se adquieren nuevas máquinas y se contrata personal para dar salida a tanta demanda... Plantín está en la cresta de la ola. Y la ola es grande, grande. Pero espera, espera ... que hay más.
Plantín, con el paso de los años, se hace mayor y deja el negocio en manos de su yerno (Moretus) y éste, que lo cultiva y lo hace crecer, lo deja en las de uno de sus hijos ... Baltasar Moretus (nieto de Plantin) consigue otro contrato con la corona española para imprimir los libros religiosos de España EN EXCLUSIVA, que era una manera muy habitual de trabajar pero en el caso de España (repartida en cuatro continentes) era como, que os diría yo ... como ser hoy en día, proveedor exclusivo de los teléfonos móviles de todos los chinos ... ¡¡Menudo negocio!!
Pero sigamos ... que ahora sí que viene lo bueno. De Baltasar Moretus el negocio pasa a su hijo ... y así hasta que se cruza de nuevo en la vida la "Officina Plantiniana" otro monarca español. Y dice aquello tan nuestro de "se acabó lo que se daba".
Carlos III, ya en la dinastía de los Borbones, retiró el 3 de junio 1764 (RO. 28 de Abril y cédula de la Cámara de 3 de Junio de 1764) todos los privilegios de imprenta que poseían impresores extranjeros para fomentar así la imprenta en suelo patrio (por entonces los Países Bajos ya no eran españoles sino austríacos).
Así, España, los españoles, durante doscientos años, 8 reyes y dos dinastías, pagamos (bueno ... pagaron) los impuestos para que una parte de éstos se fueran hacia Amberes para abonar los libros que se imprimían en esta imprenta. Cerrado el grifo del mayor cliente de la firma e incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos, a la pocas décadas cerraba sus puerta la "Officina Plantiniana", vendiéndola los Moretus, herederos del gran Plantín, a la ciudad de Amberes.
De tan insigne edificio, de imprentas con tanta historia y de libros tan exquisitos se hizo un museo que es donde estáis tú y el que te ha preguntado que por qué ese museo lo financiamos los españoles...

El Camino Español

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