Los Murillo del Louvre que el mariscal Soult robó a Sevilla

Escrito por Pepe Barahona




Sevilla perdió con la invasión napoleónica mucho más que su independencia. La ciudad fue expoliada por las tropas francesas bajo mandato del mariscal Jean de Dieu Soult, que gobernó desde el 1 de febrero de 1810 al 27 de agosto de 1812. Esos dos años le costaron al patrimonio sevillano un total de 173 cuadros, 32 de Murillo, 28 de Zurbarán, 25 de Alonso Cano, ocho de Valdés Leal, cinco de Herrera el Viejo, tres Rubens y dos de Roelas. Algunos siguen hoy en el Museo Louvre de París. Aquí cinco ejemplos.

De los muros del museo parisino cuelgan obras de Bartolomé Esteban Murillo. Del Tesoro Catedralicio de Sevilla, Soult se llevó «El Nacimiento de la Virgen», una de las obras más importantes de la producción del pintor sevillano, realizada originalmente en 1660 para la capilla de la Concepción de la Catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. En ella aparecen la Virgen María, que centra la composición, y en penumbra Santa Ana y San Jooaquín. En el lienzo, de 185 centímetros de ancho por 165 de alto, la luz adquiere un juego de luces brillante, que recuerda a las obras de Rembrandt.





En algunos casos, el mariscal llegó a cortar lienzos de Murillo a fin de que cupiesen en sus aposentos. Un ejemplo es «El Triunfo de la Inmaculada», que también cuelga de las paredes del Louvre. Soult tenía auténtica devoción por Murillo y sus Inmaculadas, de hecho, a otra de las obras expoliadas se le conoce como la «Inmaculada de Soult». Dicha obra, regresó a España y en la actualidad se puede ver en el Museo del Prado gracias a un acuerdo entre el gobierno francés y el español. La obra, inicialmente encargada para el hospital de los Venerables de Sevilla en 1686, estuvo expuesta en el Louvre durante un siglo.




El barroco sevillano perdió también el primer gran encargo que recibió Murillo, una serie que el pintor debía hacer para el claustro chico del convento de San Francisco de Sevilla. Entre ellos destaca «La cocina de los Ángeles», realizada en 1646. En él se narra un episodio de la vida de Fray Francisco Pérez, fraile cocinero de profunda devoción que alcanzaba el éxtasis en lugar de realizar sus trabajos.




De la misma procedencia, el convento de San Francisco, partió «Fray Junípero y el mendigo» con destino al Louvre. En el cuadro, hoy en la galería de pintura española del museo parisino, se puede contemplar la estampa de Junípero de Asís, uno de los primeros compañeros de San Francisco.




Por último, el «Joven mendigo» o «Niño espulgándose» o «Le Jeune Mendiant», en francés, que fue adquirido en 1782 para las colecciones reales de Luis XVI. Existen dudas sobre si la obra, que luce hoy en el Louvre, fue un encargo de los franciscanos o de mercaderes extranjeros, dado el gusto flamenco por las obras que reflejaban la vida cotidiana.








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