El Olimpo de la Sevilla humanística
- El IAPH restaura el techo mitológico de la casa del poeta Arguijo
- Las pinturas estaban en el Palacio de Monsalves pero pasarán al Bellas Artes
Presentacion de la Restauracion de las pinturas de la antigua casa del poeta Juan De Arguijo. ESTHER LOBATO
EVA DÍAZ PÉREZ
¿Qué cosas habrán visto estos techos? Oyeron las tertulias de los poetas del último humanismo sevillano, asistieron a banquetes excesivos, contemplaron los bailes de aristócratas del XIX, fueron observados por el viajero Richard Ford, soportaron las grises burocracias del franquismo y el juego de poder y conspiración de la corte política de Monsalves.
Las pinturas de la casa del poeta Juan de Arguijo han sido testigo de los siglos sevillanos. Son como un espejo de una Sevilla exquisita, culta e ilustrada que alguna vez existió. También se asentó el tiempo sobre estas pinturas. Y el polvo. Y el humo. Y las palabras. Todo eso se ha limpiado en su penúltima estancia, la del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), donde se ha realizado un profunda restauración.
Sin embargo, estas pinturas que se realizaron en 1601 en la casa del poeta Juan de Arguijo y que en 1860 se trasladaron al Palacio de Monsalves, sede de la Presidencia de la Junta, no volverán allí sino al Museo de Bellas Artes donde ahora se busca un lugar adecuado para su exposición. «Se devuelve al pueblo de Sevilla», puntualizó Rosa Aguilar, consejera de Cultura, en la presentación del trabajo de restauración.
Aguilar aprovechó la exhibición para demandar al Gobierno central que se enmienden los Presupuestos Generales del Estado con el fin de que se añada una partida al Museo de Bellas Artes de Sevilla, que a pesar de ser considerado la segunda pinacoteca de España no ha recibido ninguna asignación para 2016. «El museo lo merece y necesita una rehabilitación integral. Es imprescindible, justo y necesario para que crezca y cobre dimensión internacional», añadió.
Además de la restauración de estos valiosos y hermosos techos del humanismo sevillano, la Consejería de Cultura y el IAPH, que dirige Román Fernández-Baca, han firmado un convenio con la Universidad de Sevilla para seguir recreando el mundo de Juan de Arguijo (1567-1623) con una investigación a partir de los fondos bibliográficos.
Porque Arguijo y estos techos sirven para hablar de una época especialmente brillante de la ciudad, la Sevilla del siglo XVI que se convirtió en capital económica del imperio español por tener el monopolio comercial con el Nuevo Mundo. La ciudad que al mismo tiempo que recibe de primera mano el conocimiento de nuevas geografías, animales y productos, repiensa el mundo conocido. La Sevilla de cierto humanismo heterodoxo, como fue el erasmismo que quedó aniquilado en los quemaderos del Santo Oficio.
Esa Sevilla que acogía a poetas excelentes como los que se reunían bajo este techo de la casa de Arguijo: Francisco de Medina, Pablo de Céspedes, Fernando de Herrera -que incluso residió en la Casa de Arguijo gracias al mecenazgo de su anfitrión-, Rodrigo Caro, Juan de Jáuregui, Francisco de Rioja o Arias Montano, que acudía en ocasiones a este círculo erudito. Además, Francisco de Medina fue el responsable del programa iconográfico que plasmaría en el techo Alonso Vázquez.
Juan de Arguijo poseía una gran fortuna y era veinticuatro de Sevilla, cargo comprado por su padre, rico gracias a la exportación de esclavos y manufacturas. La casa estaba enfrente de la iglesia y la casa de los jesuitas, ahora de la Anunciación y sede de la Facultad de Bellas Artes. Arguijo perdió su fortuna y tuvo que vender la casa en 1606 a Francisco de Herrera Melgarejo quedando luego en poder de sus descendientes, los marqueses de la Granja, quienes trasladaron el techo en 1860 al Palacio de Monsalves. Gracias a eso se salvó del incendio declarado en 1914.
Hoy en la ciudad sólo quedan tres techos de alegorías mitológicas: éste de la casa de Arguijo, el de la Casa de Pilatos -donde también se celebraba otra famosa tertulia- y el del Palacio Arzobispal.
El historiador de arte Gabriel Ferreras explica que Alonso Vázquez era gran amigo de Pablo de Céspedes, miembro de la tertulia, que en Italia vio estas versiones mitológicas. «En los 21 lienzos se aprecia la Asamblea de los dioses olímpicos presidida por Zeus y los dedicados a las alegorías porque el techo estaba dedicado al genio y las musas».
Araceli Montero, conservadora restauradora del IAPH, aclaró que se había hecho una limpieza general para recuperar el cromatismo perdido. «Se han estabilizado los bordes con injertos de telas y reintegrado las zonas de laguna para devolver la lectura total». Una lección de arte, mitología y humanismo que a partir de ahora se verá en el Museo de Bellas Artes.
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