Hace varias semanas terminé de leer las Obras Completas de Jose Antonio Primo de Rivera. Lo que me interesa señalar en este hilo es el aspecto económico de su doctrina. Ciertamente adolece de una presentación bastante vaga y general (seguramente los detalles técnicos los dejaría a otros para su elaboración más detallada, supongo). De todas formas me viene bien hacer uso de algunas frases y afirmaciones del Marqués de Estella para poder hacer en la medida de lo posible más inteligible los principios que conforman el funcionamiento de la economía (para de esta forma detectar así más fácilmente los problemas del mismo y sus correspodientes soluciones) tal y como fueron auténticamente formulados por el genio economista C. H. Douglas.

Pienso que antes de llevar a cabo esta labor, vendría bien repasar de manera sucinta las verdades enunciadas por Douglas en torno a la economía.

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Crédito Social


El crédito social es una filosofía distribuida de manera interdisciplinar desarrollada por C. H. Douglas (1879-1952), un ingeniero británico, que escribió un libro del mismo nombre en 1924. Engloba los campos de economía, ciencia política, historia, contabilidad y física. Sus políticas están diseñadas, de acuerdo con Douglas, para dispersar el poder económico y político en manos de los individuos. Douglas escribió una vez, “Los sistemas fueron hechos para los hombres, y no los hombres para los sistemas, y el interés del hombre –que es el autodesarrollo- está por encima de todos los sistemas, ya sean teológicos, políticos o económicos”.

Douglas dijo que los creditistas sociales querían construir una nueva civilización basada en la “absoluta seguridad económica” para el individuo, donde “cada uno se sentará bajo su parra y bajo su higuera, y nadie los aterrorizará” (Miqueas 4,4). En sus palabras, “lo que realmente demandamos de la existencia no es que seamos puestos dentro de la Utopía de alguien, sino que seamos puestos en una posición en la que podamos construir cada uno nuestra propia Utopía”.

Fue mientras estaba organizando el trabajo en Farnborough durante la Primera Guerra Mundial que Douglas se dio cuenta de que los costes totales semanales de los bienes producidos eran mayores que las sumas pagadas a los individuos en sueldos, salarios y dividendos. Esto parecía contradecir la teoría planteada por la economía clásica ricardiana, de que todos los costes son distribuidos simultáneamente como poder adquisitivo. Preocupado por esta aparente desconexión entre la forma en que el dinero fluye y los objetivos la industria (“la distribución de bienes y servicios”, en su visión), Douglas comenzó a aplicar métodos de ingeniería al sistema económico.

Douglas recopiló datos de más de un centenar de grandes empresas británicas y encontró que en todos los casos (excepto aquellas compañías que iban derechas a la bancarrota) las sumas pagadas en salarios, sueldos y dividendos eran siempre menores que los costes totales de los bienes y servicios producidos cada semana: los consumidores no tenían suficientes ingresos para comprar de nuevo aquello que habían hecho. Publicó sus observaciones y conclusiones en un artículo en el English Review donde sugirió: “Que estamos viviendo bajo un sistema de contabilidad que hace que la distribución de los bienes y servicios de la nación a sí misma sea una imposibilidad técnica”. Posteriormente formalizó esta observación en su teorema A + B. Douglas propuso eliminar esta brecha entre el total de precios y el total de ingresos mediante un aumento del poder adquisitivo de los consumidores a través de un Dividendo Nacional y un Mecanismo de Precio Compensado.

De acuerdo con Douglas, el verdadero propósito de la producción es el consumo, y la producción debe servir a los intereses libre y genuinamente expresados de los consumidores. Para conseguir este objetivo, él creía que cada ciudadano debería tener una herencia beneficiosa, no directa, en el capital común traducido en un acceso completo a los bienes de consumo asegurado por el Dividendo Nacional y el Precio Compensado. Douglas pensaba que los consumidores, provistos suficientemente con el adecuado poder adquisitivo, establecerían la política de producción mediante el ejercicio de su voto monetario. De esta forma, el término democracia económica no significa el control de la industria por el trabajador, sino control democrático del crédito. Quitando la política de producción de manos de las instituciones financieras, gobierno e industria, el Crédito Social prevé una “aristocracia de productores, sirviendo y siendo acreditada por una democracia de consumidores”.

Las propuestas políticas del Crédito Social atrajeron un amplio interés en las décadas de entreguerras del siglo XX por su relevancia respecto a las condiciones económicas del momento. Douglas llamó la atención acerca del exceso de capacidad de producción sobre el poder adquisitivo del consumidor, una observación que también fue hecha por John Maynard Keynes en su libro La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero. Mientras Douglas compartía algunas de las críticas de Keynes de la economía clásica, sus remedios únicos fueron contestados e incluso rechazados por la mayoría de los economistas y banqueros del momento. Remanentes del Crédito Social existen todavía en partidos de crédito social a lo largo del mundo, pero en la forma más pura en que fue originalmente planteado por el Mayor C. H. Douglas.

Teoría económica

1. Factores de producción y valor

Douglas estaba en desacuerdo con los economistas clásicos que dividían los factores de producción en sólo tierra, trabajo y capital. Si bien Douglas no negaba estos factores en la producción, creía que “la herencia cultural de la sociedad” era el primero de los factores. La herencia cultural se define como el conocimiento, técnica y procesos que nos han sido transmitidos de manera cada vez más creciente desde los orígenes de la civilización. En consecuencia, la humanidad no tiene que estar continuamente “reinventando la rueda”. “Somos meros administradores de esa herencia cultural, y es en ese sentido que la herencia cultural es propiedad de todos nosotros, sin excepción”. Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx afirmaban que el trabajo crea todo el valor. Si bien Douglas no negó que todos los costes se deben en última instancia a cargas de trabajo de algún tipo (pasado o presente), él negó que el trabajo presente del mundo creara toda la riqueza. Douglas tuvo cuidado en distinguir entre valor, coste y precios. Afirmó que uno de los factores que conducen a un error de pensamiento en relación a la naturaleza y funcionamiento del dinero era la obsesión de los economistas sobre los valores y su relación con los precios y los ingresos. Si bien Douglas reconocía el “valor en uso” como una teoría legítima de los valores, también afirmaba que los valores eran subjetivos y no susceptibles de ser medidos de una manera objetiva. Así, rechazó la idea de que el rol del dinero sea el de actuar como un valor estándar o medida de valor. Douglas creía que el rol del dinero es el de actuar como un medio de comunicación por el cual los consumidores dirigen la distribución de la producción.

2. Sabotaje económico

Altamente asociado con el concepto de herencia cultural como factor de producción está la teoría del crédito social del sabotaje económico. Si bien Douglas creía que el factor de producción de la herencia cultural es principal en el crecimiento de la riqueza, también creía que el sabotaje económico es el principal factor de su decrecimiento. La palabra riqueza (“wealth”) deriva de la antigua palabra inglesa wela o “bienestar”, y Douglas creía que toda la producción debería incrementar el bienestar personal. Por tanto, la producción que no incrementa directamente el bienestar personal es desperdicio o sabotaje económico.

“El efecto económico de cargar todo el desperdicio de la industria en el consumidor recorta de tal manera su poder adquisitivo que un creciente porcentaje del producto de la industria debe ser exportado. El efecto de esto en el trabajador es que él tiene que hacer muchas veces la cantidad de trabajo que debería ser necesaria para mantenerle en el más alto estándar de vida, como resultado de un incentivo artificial para producir cosas que no quiere, que no puede comprar y que no son de ninguna utilidad para el logro de su propio estándar de bienestar”.

Mediante los métodos modernos de contabilidad, el consumidor es forzado a pagar por todos los costes de la producción, incluido el desperdicio. El efecto económico de cargar al consumidor con todo el desperdicio de la industria es que el consumidor es forzado a hacer mucho más trabajo del que es necesario. Douglas creía que el esfuerzo inútil podía ligarse directamente con la confusión referente al propósito del sistema económico, y la creencia de que el sistema económico existe para proveer empleo para así distribuir los bienes y servicios.

“Pero sería aconsejable echar un vistazo a alguna de la causas próximas operantes que reducen la remuneración por esfuerzo; y para darse cuenta del origen de la mayoría de los ejemplos específicos, debe fijarse en mente que el sistema económico existente distribuye bienes y servicios a través del mismo medio que causa los bienes y servicios, es decir, pago por trabajo continuo. En otras palabras, si la producción para, la distribución para, y en consecuencia existe un claro incentivo para producir inútiles y superfluos artículos para que así materias primas útiles ya existentes puedan ser distribuidas. Esta razón perfectamente simples es la explicación de la necesidad creciente de lo que ha venido a denominarse sabotaje económico; el desperdicio colosal de esfuerzo que avanza en cualquier aspecto de la vida y que pasa desapercibido para la mayoría de la población pues están muy familiarizados con él; un desperdicio que sobregravó tanto la ingenuidad de la sociedad para extenderlo que el clímax de guerra sólo ocurrió en el momento en que una culminante exhibición de sabotaje organizado era necesaria para preservar al sistema de su espontánea combustión”.

3. Propósito de una economía

Douglas afirmaba haber tres posibles políticas alternativas a seguir respecto al sistema económico:

“1. La primera de éstas es que se trata de un Gobierno encubierto, cuyo principal (aunque hay que admitirlo, no el único) objetivo es imponer sobre el mundo un sistema de pensamiento y acción. 2. La segunda alternativa tiene cierta similitud con la primera, pero es más simple. Asume que el principal objetivo del sistema industrial es la provisión de empleo. 3. Y la tercera, que esencialmente es más simple todavía (de hecho, tan simple que parece enteramente ininteligible para la mayoría) es que el objetivo del sistema industrial es meramente de proveer de bienes y servicios”.

Douglas creía que era la tercera alternativa política aquella sobre la cual debía basarse un sistema económico, pero la confusión del pensamiento ha permitido que el sistema industrial sea gobernado por los dos primeros objetivos. Si el propósito de nuestro sistema económico es el distribuir la máxima cantidad de bienes y servicios con la mínima cantidad de esfuerzo, entonces la capacidad de distribuir bienes y servicios con la mínima cantidad de empleo es realmente deseable. Douglas proponía que el desempleo es la lógica consecuencia del hecho de que las máquinas reemplacen al trabajo en el proceso productivo, y cualquier intento de revertir este proceso por medio de políticas diseñadas para conseguir el pleno empleo directamente sabotean nuestra herencia cultural. Douglas también creía que la población apartada del sistema industrial debido al proceso de mecanización debería tener todavía la capacidad de consumir los frutos del sistema, pues sugería que todos somos herederos de la herencia cultural, y su propuesta de un dividendo nacional está directamente relacionada con esta creencia.

4. La naturaleza crediticia del dinero

Douglas criticaba la economía clásica porque muchas de las teorías están basadas sobre una economía de trueque, mientras que la economía moderna es de tipo monetario. Inicialmente, el dinero se originaba en el sistema productivo, cuando los ganaderos realizaban discos de cuero que representaban una cabeza de ganado. Estos discos podían entonces intercambiarse por grano, y los productores de grano podían entonces intercambiar el disco por una cabeza de ganado en un periodo posterior. La palabra “pecuniario” viene del latín pecunia, que significaba originalmente y literalmente “ganado” (relacionado con pecus, que significaba bestia). Hoy, el sistema productivo y el sistema financiero son dos entidades separadas. Douglas demostró que los préstamos crean depósitos, y presentó una prueba matemática en su libro Crédito Social. El crédito bancario engloba la mayor parte del dinero, y es creado cada vez que un banco hace un préstamo. Douglas también fue uno de los primeros en entender la naturaleza crediticia del dinero. La palabra crédito deriva del latín credere, que significa “creer”. “La cualidad esencial del dinero, por tanto, es que un hombre crea que va a conseguir lo que quiere con la ayuda del mismo”.

De acuerdo con los economistas, el dinero es un medio de cambio. Douglas argumentaba que esto pudo haber sido el caso una vez cuando la mayoría de la riqueza era producida por individuos que a continuación la intercambiaban con los otros. Pero en las modernas economías, la división del trabajo divide la producción en múltiples procesos, y la riqueza es producida por gente que trabaja en asociación con los demás. Por ejemplo, un trabajador en automóviles no produce ninguna riqueza (es decir, el automóvil) por sí mismo, sino sólo en conjunción con otros trabajadores de automóviles, los productores de carreteras, de gasolina, seguros, etc. En esta perspectiva, la riqueza es un fondo o pozo del cual la gente puede sacar algo, y el dinero pasa a ser un sistema de tickets. La eficiencia ganada por los individuos cooperando en el sistema productivo fue denominada por Douglas como la “plusvalía de la asociación” (cuyas históricas acumulaciones constituyen lo que Douglas llamaba herencia cultural). Los medios para poder sacar riqueza de ese pozo común es el dinero distribuido por el sistema bancario.

Douglas creía que el dinero no debería ser considerado como una materia prima sino más bien como un ticket, un medio de distribución de la producción. “Existen dos lados en esta cuestión del ticket que representan algo que podemos llamar, si se quiere, un valor. Existe el ticket mismo (el dinero que forma lo que podemos llamar “demanda efectiva”) y existe algo que llamamos precio en oposición a él”. El dinero es demanda efectiva, y los medios para reclamar ese dinero son los precios y los impuestos. A medida que el capital real reemplaza al trabajo en el proceso de modernización, el dinero debería convertirse de una manera cada vez más creciente en un instrumento de distribución. La idea de que el dinero es un medio de cambio está relacionado con la creencia de que toda la riqueza es creada por el trabajo actual del mundo, y Douglas rechazó claramente esta creencia, declarando que la herencia cultural de la sociedad es el factor principal en la creación de riqueza, que hace del dinero un mecanismo de distribución y no un medio de cambio.

Douglas también afirmaba que el problema de la producción, o escasez, estaba resuelto desde hace tiempo. El nuevo problema era uno de distribución. Sin embargo, en tanto que la economía ortodoxa haga de la escasez un valor, los bancos continuarán creyendo que están creando valor para el dinero que producen haciéndolo escaso. Douglas criticó al sistema bancario en dos puntos:

  1. Por ser una forma de gobierno que ha estado centralizando sus poderes durante siglos, y
  2. Por reclamar la propiedad del dinero que ellos crean.


El primero es considerado por Douglas como algo antisocial en política. Y el segundo afirmaba que era equivalente a reclamara la propiedad de la nación. De acuerdo con Douglas, el dinero es meramente una representación abstracta del crédito real de la comunidad, que es la capacidad de la comunidad para distribuir bienes y servicios, cuando y donde sean requeridos.

El teorema A + B

En enero de 1919, Una visión mecánica de la economía por C. H. Douglas fue el primer artículo que apareció en el New Age, editado por A. R. Orage, criticando los métodos por los cuales la actividad económica es medida normalmente:

“No es el propósito de este pequeño artículo menospreciar los servicios de los contables; de hecho, bajo las condiciones existentes probablemente ninguna corporación de hombres han hecho más por cristalizar los datos sobre los cuales nosotros llevamos a cabo los negocios del mundo; pero la profunda confusión de pensamiento que indudablemente surge de la tranquila asunción del llevador de libros y del contable de que él y sólo él estaba en una posición para asignar valores positivos o negativos a las cantidades representadas por sus cifras es una de las más sorprendentes curiosidades del sistema industrial; y el intento de moldear las actividades de un gran imperio en semejante base es seguramente la condenación final de un método obsoleto”.

En 1920, Douglas presentó el teorema A + B en su libro, Poder del Crédito y Democracia, en crítica de la metodología contable referente al ingreso y los precios. En la cuarta edición australiana de 1933, Douglas declara:

“Una fábrica o otra organización productiva tiene, junto con su función económica como productora de bienes, un aspecto financiero: puede ser considerada, por un lado, como un mecanismo para la distribución de poder adquisitivo a los individuos por medio de sueldos, salarios y dividendos; y por otro lado, como un creador de precios (valores financieros). Desde este punto de vista, sus pagos pueden ser divididos en dos grupos:

Grupo A: Todos los pagos hechos a los individuos (sueldos, salarios y dividendos).
Grupo B: Todos los pagos hechos a otras organizaciones (materias primas, cargos bancarios, y otros costes externos).

Ahora bien, el ritmo de flujo de poder adquisitivo a los individuos está representado por A, pero como todos los pagos van a los precios, el ritmo de flujo de los precios no puede ser menor a A + B. El producto de cualquier fábrica puede ser considerado como algo que el público debería ser capaz de comprar, aunque en muchos casos es un producto intermediario sin uso para los individuos sino sólo para una fábrica ulterior; pero como A no adquirirá A + B, una proporción del producto al menos equivalente a B debe ser distribuida mediante una forma de poder adquisitivo que no esté comprendida en la descripción agrupada en A. Será necesario en una fase posterior mostrar que este poder adquisitivo adicional es provisto mediante préstamo crediticio (descubiertos bancarios) o créditos procedentes de la exportación”.

Más allá de la evidencia empírica, Douglas afirma que este teorema deductivo demuestra que el total de precios sube más rápido que el total de ingresos cuando son considerados como un flujo.

En su folleto titulado “La Nueva y la Antigua Economía”, Douglas describe la causa de los pagos “B”:

“Pienso que una pequeña consideración pondrá en claro que en este sentido una carga indirecta (“overhead charge”) es cualquier carga respecto de la cual el poder adquisitivo verdaderamente distribuido no existe todavía, y que prácticamente esto significa cualquier carga creada a una distancia mayor en el pasado que el periodo de ritmo de circulación cíclica del dinero. No hay diferencia fundamental entre herramientas y productos intermedios, y estos últimos deben por tanto ser incluidos”.

En 1932, Douglas estimó el ritmo de circulación cíclica del dinero en aproximadamente tres semanas. El ritmo de circulación cíclica del dinero mide el tiempo requerido por un préstamo para pasar a través del sistema productivo y retornar al banco. Esto puede ser calculado determinando la cantidad de compensaciones a través del banco en un año dividido por la cantidad media de depósitos mantenidos en los bancos (que varían muy poco). El resultado es el número de veces que el dinero debe renovarse para producir estas cifras de la cámara de compensación. En un testimonio delante del Comité de Agricultura de Alberta de la Legislatura de Alberta en 1934, Douglas dijo:

“Ahora sabemos que hay un número creciente de cargas que se originaron en un periodo muy anterior a las tres semanas, e incluidas en esas cargas, como una cuestión de hecho, están la mayor parte de las cargas hechas en relación a adquisiciones de una organización a otra, pero todas esas cargas como cargas de capital (por ejemplo, en una vía de ferrocarril que fue construida un año, dos años, tres años, cinco o diez años atrás, donde las cargas todavía están existentes), no pueden ser liquidadas por una corriente de poder adquisitivo que no se incrementa en volumen y que tiene un periodo de tres semanas. La consecuencia que usted tiene un apilamiento de deuda, usted tiene en muchos casos una disminución de poder adquisitivo equivalente al precio de los bienes a la venta”.

De acuerdo con Douglas, la mayor consecuencia del problema que él identificó en su teorema A + B es una deuda que crece exponencialmente. Más aún, él creía que la sociedad es forzada a producir bienes que los consumidores o bien no quieren o bien no pueden permitirse adquirir. Lo segundo representa una balanza comercial favorable, significando que un país exporta más de lo que importa. Pero no todos los países pueden perseguir este objetivo al mismo tiempo, pues un país debe importar más de lo que exporta cuando otro país exporta más de lo que importa. Douglas señalaba que la consecuencia a largo plazo de esta política era la guerra comercial, que normalmente resultaba en guerra real: de ahí la admonición del crédito social de que “¡Aquél que pregona por el pleno empleo pregona por la guerra!”, expresado por el partido del Crédito Social de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, liderado por John Hargrave. Lo primero representa una producción de capital excesivo y/o preparación militar. La preparación militar necesita o bien el uso violento de las armas o bien una acumulación superflua de ellas. Douglas creía que una excesiva producción de capital es solamente una corrección temporal, pues el coste del capital aparece en el coste de los bienes de consumo, o en impuestos, los cuales exacerbarán aún más las futuras brechas entre ingresos y precios.

“En primer lugar, estos bienes de capital han de ser vendidos a alguien. Ellos forman una reserva de exportaciones forzadas. Ellos deben (como productos intermediarios) entrar de alguna manera dentro del precio de posteriores productos finales y producen una posición de equilibrio altamente inestable, pues la vida de los bienes de capital es en general más larga que la de los bienes de consumo o productos finales, y aún así para poder satisfacer las necesidades de dinero para la compra de los bienes de consumo, el ritmo de producción de los bienes de capital debe incrementarse continuamente”.

1. El teorema A + B y una visión de la inflación desde la contabilidad del coste

El reemplazo del trabajo por el capital en el proceso productivo implica que las cargas indirectas (B) aumenten en relación al ingreso (A), pues “ “B” es la representación financiera de la palanca del capital”. Como Douglas dijo en su primer artículo, “El engaño de la superproducción”:

“El coste de fábrica (no el precio de venta) de cualquier producto bajo nuestro actual sistema industrial y financiero está compuesto de tres partes principales: coste laboral directo, coste material y costes indirectos, cuyas proporciones varían ampliamente con la “modernidad” del método de producción. Por ejemplo, un escultor produciendo una obra de arte con la ayuda de herramientas simples y un bloque de mármol no tiene casi nada de costes indirectos aunque también un muy bajo nivel de producción, mientras que una fábrica productora de tornillos usando máquinas automáticas pueden tener una alta cantidad de costes indirectos y una proporción muy baja de costes laborales directos, aunque también altos niveles de producción. Puesto que el aumento de producción industrial por individuo depende principalmente de las herramientas y el método, puede ser casi declarado como una ley que la producción intensificada significa una progresivamente cada vez más alta proporción de costes indirectos en relación a costes directos laborales y, dejando aparte razones artificiales, esto es simplemente una indicación de la extensión en que la maquinaria reemplaza al trabajo manual, como debería”.

Si los costes indirectos están constantemente subiendo en relación al ingreso, cualquier intento de estabilizar o incrementar el ingreso es satisfecho con una subida de precios. Si el ingreso es constante o creciente, y los costes indirectos están continuamente incrementándose debido al avance tecnológico, entonces los precios, que igualan el ingreso más los costes indirectos, deben también subir. Más aún, cualquier intento de estabilizar o hacer decrecer los precios debe ser satisfecho mediante una caída de los ingresos de acuerdo con este análisis. Como demuestra la curva de Phillips, la inflación y el desempleo están en relación inversa (se compensan), a menos que los precios sean reducidos mediante dinero procedente de fuera del sistema productivo. De acuerdo con el teorema de Douglas A + B, el problema sistémico de la subida de precios o inflación, no es debido a “mucho dinero enfrente de pocos bienes”, sino que es debido a la proporción creciente de costes indirectos en la producción a consecuencia del reemplazo del trabajo por el capital en la industria combinado con una política de pleno empleo. Douglas no sugería que la inflación no pueda se causada por haber mucho dinero enfrente de muy pocos bienes de consumo, pero de acuerdo con su análisis ésta no es la única causa de la inflación, y la inflación es sistémica de acuerdo con las reglas de contabilidad del coste dado que los costes indirectos están constantemente incrementándose en relación con el ingreso. En otras palabras, la inflación puede existir aún cuando los consumidores tengan insuficiente poder adquisitivo para recomprar toda la producción. Douglas señalaba que había dos límites que gobernaban los precios, un límite bajo gobernado por el coste de la producción, y un límite superior gobernado por lo que un artículo alcanzará en el mercado abierto. Douglas sugería que esta es la razón por la que la deflación es considerada un problema en la economía ortodoxa, pues los banqueros y los hombres de negocios tendían mucho a olvidar el límite bajo de los precios.

2. Precio compensado y dividendo nacional

Douglas propuso eliminar la brecha entre el poder adquisitivo y los precios aumentando el poder adquisitivo de los consumidores con créditos que no aparecieran en los precios, en la forma de una rebaja del precio y un dividendo. Formalmente denominados “Precio Compensado” y “Dividendo Nacional (o de Consumo)”, una Oficina de Crédito Nacional estaría encargada de la tarea de calcular el tamaño de la rebaja y del dividendo determinando una hoja de balance nacional y calculando las estadísticas de producción y consumo agregados.
Esta rebaja de precio se basa en la observación de que el coste real de la producción viene dado por la proporción de consumo media dividida por la proporción de producción media para un periodo equivalente de tiempo.

Coste Real (Producción) = M * [(IntegralT1T2 dC/dt dt)/(IntegralT1T2 dP/dt dt)]


donde M = dinero distribuido para un programa de producción dado.

C
= Consumo.

P
= Producción.

El coste físico de producir algo son los materiales y el capital que fueron consumidos en su producción, más la cantidad de bienes de consumo que el trabajo consumió durante su producción. Este consumo total representa el coste de producción físico o real.

Precio verdadero ($) = Coste ($) * [(Consumo ($) + Depreciación ($))/(Crédito ($) + Producción ($)]


donde Consumo = coste de bienes de consumo; Depreciación = depreciación del capital real; Crédito = crédito creado; Producción = coste de la producción total.

Puesto que cada vez menos materias primas (“inputs”) se consumen para producir una unidad de producción (“output”) en cada mejora en el proceso, el coste real de la producción cae en el tiempo. Como resultado, los precios deberían caer con la progresión del tiempo. “Puesto que la capacidad de la sociedad para distribuir bienes y servicios se incrementa por el uso de fábricas y todavía más por el progreso científico, y decrece por la producción, mantenimiento o depreciación del mismo, podemos emitir crédito, en los costes, a un ritmo cada vez mayor que el ritmo al que lo retiramos por medio de los precios de productos finales, siempre que la capacidad para suministrar a los individuos exceda al deseo”.

Basado en esta conclusión de que el coste real de la producción es menor que el coste financiero de la producción, la rebaja del precio (Precio Compensado) de Douglas se determina por la proporción de consumo respecto a la producción. Puesto que el consumo en un periodo de tiempo normalmente menor que la producción durante el mismo periodo de tiempo en una sociedad industrial, el coste real de los bienes debería ser menor que el coste financiero.

Por ejemplo, si el coste monetario de un bien es $100, y la proporción de consumo y producción es de ¾, entonces el coste real del bien es $100 * (3/4) = $75. En consecuencia, si un consumidor gasta $100 por un bien, la Autoridad del Crédito Nacional bonificaría al consumidor $25. El bien cuesta al consumidor $75, el minorista recibe $100, y el consumidor recibe la diferencia de $25 vía nuevos créditos creados por la Autoridad del Crédito Nacional.

El Dividendo Nacional está justificado por el desplazamiento del trabajo en el proceso productivo debido a los aumentos tecnológicos en la productividad. A medida que el trabajo humano es reemplazado de manera creciente por las máquinas en el proceso productivo, Douglas creía que la gente debería ser libre de consumir mientras disfruta de cantidades crecientes de tiempo libre, y el Dividendo proveería a dicha libertad.

3. Críticos del teorema A + B y refutación

Críticos del teorema, como J. M. Pullen, Hawtrey y J. M. Keynes argumentan que no hay diferencia entre los pagos A y B. Otros críticos, como Gary North, argumentan que las políticas del crédito social son inflacionarias. “El teorema A + B se ha encontrado con un casi universal rechazo por parte de los economistas académicos sobre la base de que, aunque los pagos B pueden ser hechos inicialmente a “otras organizaciones”, no se perderán necesariamente para el flujo de poder adquisitivo disponible. Los pagos A y B coinciden a través del tiempo. Incluso si los pagos B se reciben y son gastados antes de que el producto final esté disponible para la compra, el poder adquisitivo actual se aumentaría por los pagos B recibidos en la actual producción de bienes que estarán disponibles para su adquisición en el futuro”.

A. W. Joseph replicó a esta crítica específica en un trabajo enviado a la Birmingham Actuarial Society, “Banca e Industria”:

“Pongamos que A1 + B1 sean los costes en un periodo de tiempo de artículos producidos por fábricas que realizan bienes de consumo que se dividen en costes A1 (que se refieren al dinero pagado a los individuos por medio de los salarios, sueldos, dividendos, etc.) y en costes B1 (que se refieren al dinero pagado a otras instituciones). Pongamos que A2, B2 sean los costes correspondientes de fábricas que producen equipo capital. El dinero distribuido a los individuos es A1 + A2 y el coste de los bienes de consumo finales es A1 +B1. Si el dinero en manos del público debe ser igual al coste de los bienes de consumo producidos, entonces A1 + A2 = A1 + B1, y por tanto A2 = B1. Ahora bien, la ciencia moderna nos ha conducido a una situación en la que las máquinas cada vez más y más toman el lugar del trabajo humano en la producción de bienes, es decir, A1 se está convirtiendo en menos importante en relación a B1, y A2 menos importante en relación a B2.

En símbolos, si B1/A1 = k1 y B2/A2 = k2, ambos k1 y k2 están incrementándose.

Puesto que A2 = B1, esto significa que (A2 + B2)/(A1 + B1) = [(1+ k2)*A2]/[(1 + 1/k1)*B1] = (1 + k2)/(1 + 1/k1), que está incrementándose.

De esta forma, para que el sistema económico continúe funcionando es esencial que los bienes de capital sean producidos en una cantidad cada vez más creciente en relación a los bienes de consumo. Tan pronto como la proporción de bienes de capital en relación a los bienes de consumo se afloja, los costes exceden al dinero distribuido, es decir, el consumidor es incapaz de adquirir los bienes de consumo que llegan al mercado”.

Y en réplica al Dr. Hobson, Douglas reafirmó su tesis principal: “Para reiterar categóricamente el teorema criticado por Mr. Hobson: los sueldos, salarios y dividendos distribuidos en un periodo dado no compran ni pueden comprar la producción de ese periodo; esa producción sólo puede ser comprada, es decir, distribuida, bajo las presentes condiciones por un giro (y un giro cada vez más creciente) sobre el poder adquisitivo distribuido en relación a producción futura, y éste último principalmente y de manera cada vez más creciente se deriva del crédito financiero creado por los bancos”.

Los ingresos se pagan a los trabajadores a lo largo de un programa de producción con múltiples etapas. De acuerdo a la convención de reglas ortodoxas de contabilidad aceptadas, todos esos ingresos son parte del coste financiero y el precio del producto final. Para que el producto pudiera ser comprado con los ingresos ganados en su manufactura, todos esos ingresos habrían de ser ahorrados hasta que el producto quedara terminado. Douglas argumentaba que los ingresos normalmente se gastan en producción pasada para satisfacer las presentes necesidades de la vida, y no estarán disponibles para adquirir los bienes que se terminan en el futuro (bienes que deben incluir la suma de los ingresos desembolsados durante el periodo de su fabricación en sus precios). En consecuencia, esto no liquida el coste financiero de la producción en tanto que meramente traspasa las cargas de un periodo contable como cargas acumuladas contra periodos futuros. En otras palabras, de acuerdo con Douglas, la oferta no crea suficiente demanda para liquidar todos los costes de la producción. Douglas negaba la validez de la ley de Say en economía.

Si bien John Maynard Keynes se refería a Douglas como un “soldado raso, quizá, pero no un mayor en el valiente ejército de los herejes”, él declaró de Douglas que “tiene derecho a afirmar, en contra de algunos de sus adversarios ortodoxos, que él al menos no ha estado completamente ciego respecto al principal problema de nuestro sistema económico”. Si bien Keynes dijo que el teorema A + B de Douglas “incluye en mucho mera mistificación”, él alcanza una conclusión similar a la de Douglas cuando declara:

“Así, el problema de sostener que la nueva inversión de capital siempre excederá la desinversión de capital suficientemente para llenar la brecha entre ingreso y consumo, presenta un problema que es de manera cada vez más creciente difícil a medida que el capital crece. La nueva inversión de capital sólo puede tener lugar en exceso de la actual desinversión de capital si se espera que el gasto futuro en consumo crezca. Cada vez que aseguramos el equilibrio de hoy incrementando la inversión estamos agravando la dificultad de asegurar el equilibrio mañana.”

La crítica de que las políticas del crédito social son inflacionarias se basan en lo que los economistas llaman la teoría cuantitativa del dinero, que afirma que la cantidad de dinero multiplicada por su velocidad de circulación es igual al poder adquisitivo total. Douglas era muy crítico con esta teoría declarando que, “La velocidad de circulación del dinero (en el sentido ordinario de la frase) es –si se me permite señalarlo de esta forma- un completo mito. No se crea de ninguna de las maneras poder adquisitivo adicional mediante la velocidad de circulación del dinero. El ritmo de transferencias hechas de mano en mano (como podrían denominarse) de bienes se incrementa, por supuesto, por el ritmo de gasto, pero una sola unidad de poder adquisitivo no puede cancelar más costes que la de una sola unidad de coste. Cada vez que una unidad de poder adquisitivo pasa a través del sistema de costes crea un coste, y cuando regresa de nuevo al mismo sistema de costes mediante la compra y transferencia de una unidad de producción al sistema de consumo entonces puede ser cancelado, pero todo este proceso es completamente indiferente a lo que se llama velocidad del dinero, por tanto la respuesta categórica es que yo no tomo en cuenta para nada la velocidad del dinero en ese sentido”. El gobierno del Crédito Social en Alberta publicó en un informe de comisión lo que se percibía como un error en consideración a esta teoría: “La falacia en la teoría radica en la incorrecta asunción de que el dinero “circula”, cuando en realidad es emitido en relación a la producción, y retirado como poder adquisitivo a medida que los bienes son comprados para el consumo”.

Otros críticos argumentan que si la brecha entre ingresos y precios existiera como Douglas afirmaba, la economía se habría colapsado en poco tiempo. Argumentan también que existen periodos de tiempo en el que el poder adquisitivo excede a los precios de los bienes de consumo a la venta.

Douglas replicó a estas críticas en su testimonio delante del Comité de Agricultura de Alberta:

“Lo que la gente que dice eso olvida es que estábamos apilando deuda en ese tiempo a un ritmo de diez millones de libres esterlinas al día y si se puede mostrar (y se puede mostrar) que estamos incrementando la deuda continuamente mediante las operaciones normales del sistema bancario y del sistema financiero en el presente momento, entonces eso es una prueba de que no estamos distribuyendo suficiente poder adquisitivo para comprar los bienes a la venta en este tiempo, de otra forma no deberíamos estar incrementando la deuda, y esa es la situación.”


Fuente: Wikipedia