Re: Crédito Social y migraciones masivas (M. Oliver Heydorn)
La locura de la migración
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Por M. Oliver Heydorn
Como continuación de mi reciente entrada en el blog “Crédito Social y migración masiva”, pensé que sería instructivo examinar las varias cuestiones que están en juego de una manera más concreta. El siguiente artículo está tomado del número de noviembre de la publicación The Employment on PEI y proporciona un ejemplo ilustrativo perfecto de solo algunas de las insensateces a múltiples niveles que se nos ha condicionado a considerar como “normales” bajo los actuales sistemas financiero y económico. Voy a dejar el artículo completo con comentarios míos intercalados.
Trabajar para construir tu futuro en IPE incluye educación post-secundaria
Zahra Jahanmiri llegó a IPE procedente de Irán en 2009 con su marido y sus dos hijos, que ahora tienen 14 y 9 años. “Nos gustaría quedarnos aquí y construir nuestro futuro”, dice Zahra. “Nuestros hijos están felices aquí.”
Permítanme antes de nada anticiparme a los Guerreros de la Justicia Social (Social Justice Warriors) declarando desde el principio que no tengo sino el mayor respeto por el pueblo (y las gentes) iraní y por la civilización iraní. De hecho, la riqueza y profundidad de la cultura persa tradicional excede a cualquier cosa de las que hemos heredado y logrado mantener aquí en Norteamérica. Es muy triste –de hecho lamentable, por no decir trágico– que, por razones políticas y/o económicas, Zahra y su familia se hayan visto forzadas o fuertemente presionadas a tener que desarraigarse de su familia, sus amigos, sus conocidos, su tierra natal y su cultura orgánica.
Esta tragedia toma otra dimensión enteramente, sin embargo, cuando uno se da cuenta que su éxodo se ha debido a razones artificiales y no a algo inherente a la naturaleza de las cosas. Si resulta que Irán tiene la capacidad física para proporcionar una vida decente a todos sus ciudadanos –y no tengo la menor duda de que la tiene– entonces su fracaso a la hora de proporcionarla debe atribuirse, en gran medida, a su sistema financiero. Un sistema financiero de Crédito Social permitiría a los iraníes actualizar su crédito real, es decir, su capacidad productiva útil, y distribuir dicha producción en términos equitativos a todos sus ciudadanos. Esto solamente podría contribuir a la estabilidad política del país, tanto doméstica como internacionalmente. Un Irán con Crédito Social habría de preocuparse en prevenir la llegada de demasiada gente a su país, en lugar de la lenta sangría de su capital humano –a menudo, de sus ciudadanos con más talento– hacia el Occidente y otros lugares.
Estoy contento, sin embargo, de que los hijos de Zahra estén felices en IPE. De hecho, es difícil no estar feliz en IPE… a menos, por supuesto, que estés desempleado o seas indigente. Volvamos a nuestro relato…
En Irán, su puesto de trabajo estaba en la municipalidad de Teherán, la capital. Durante 13 años, ella trabajó en establecer y mantener los espacios verdes, lo cual está relacionado con su formación académica en botánica.
Antes de buscar trabajo en IPE, Zahra se dedicó a mejorar sus conocimientos de inglés asistiendo al Curso de Idiomas en el Extranjero de Canadá del Instituto de Idiomas de IPE. “Hice un montón de amigos allí, y gané mucha información para mi nueva vida”, dice Zahra.
“Uno año y medio después, empecé a buscar trabajo. Me di cuenta de que mi formación académica sólo se ajustaba a un número limitado de oportunidades, y necesitaba renovar y expandir mis conocimientos. Consideré el ir a la Universidad de IPE pero me di cuenta de que necesitaba una educación práctica para mejorar mis posibilidades de obtener trabajo. Mi elección fue la de asistir a un colegio universitario para así poder encontrar un buen puesto de trabajo que me ayudara a sostenerme a mí y a mi familia.”
El trauma del éxodo de Zahra ha venido a exacerbarse ahora a causa de las contradicciones inherentes del sistema económico reinante. Canadá tampoco disfruta de Crédito Social. Por un lado, el empleo en la economía formal es considerado como una necesidad financiera para la mayoría: todos lo que estén aptos o hábiles deben “ganarse la vida”. Y con todo, al mismo tiempo, como consecuencia de los continuos avances tecnológicos, no resulta necesario ni resulta posible proporcionar empleo a toda la gente que actualmente está financieramente necesitada de él (como Zahra ha descubierto en su propia amarga experiencia).
Tal como están las cosas, la mayor parte del trabajo remunerado existente en la economía canadiense implica esfuerzos mal dirigidos, y constituye una forma de sabotaje económico. No está orientado hacia la simple y directa provisión de lo que se necesita para sobrevivir y desarrollarse, sino que realmente resulta ser inútil, estúpido, redundante y/o destructivo, y solamente se participa en él porque distribuye ingresos y ayuda a rellenar la recurrente brecha precio-ingreso.
Como nota aparte, es interesante que Zahra tuviera el buen sentido de no ir a la universidad con la esperanza de obtener un puesto de trabajo decente. En estos días, lo que es probable que ayude a una persona a ser contratada es la educación práctica que puede obtener en un colegio universitario comunitario. En la medida en que orientan mal a los estudiantes en lo referente a perspectivas de puestos de trabajo, las universidades a menudo no son más que timos en materia educativa.
Ella completó el curso de Tecnología y Ciencia Aplicada Ambiental en el Holland College.
“Disfruté de mis dos años en la escuela académica, pero cuando me puse a buscar trabajo me di cuenta de que las compañías estaban contratando a gente con educación y formación en biociencia. No resultaba fácil pensar en volver de nuevo al colegio universitario, pero solamente podía encontrar trabajos a tiempo parcial. Decidí inscribirme en el curso de Tecnología de la Biociencia, y me graduaré en 2017. Estoy buscando un puesto de trabajo en donde puedan servir muchas de mis habilidades y educación.”
La tragedia inicial ha empeorado ahora una segunda vez. Además de la educación cualquiera que hubiese recibido en Irán, su primer curso de colegio universitario aquí en Canadá no fue suficiente tampoco para hacerle conseguir un empleo, por lo que se vio obligada a volver a la escuela académica para obtener otro diploma. Queda por ver si, después de haber gastado tanto tiempo y dinero proporcionando empleo a los empleados del Holland College, podrá ella ser capaz de encontrar algún empleo decente a jornada completa.
Ahora bien, yo me pregunto cómo es que, al inmigrar a Canadá, los Jahanmiri lograron, de entre todos los lugares, encontrarse finalmente en IPE. ¿Fueron atraídos allí bajo falsos pretextos, o algún departamento del gobierno los canalizó allí como parte o forma de asegurar que IPE reciba su cuota de “diversidad”? Si bien IPE es un lugar precioso, habiéndose referido a él el explorador francés Jacques Cartier como la tierra más bella de todos los territorios con los que se había encontrado en sus viajes, también es una inveterada “provincia pobre”, es decir, una continua receptora de trasferencias o pagos de “ecualización” del gobierno federal, y solamente tiene una población de 146.000 personas. Las oportunidades económicas son limitadas, por decir lo menos. Si no fuera por el continuo influjo de turistas en los meses de verano, la provincia estaría en apuros.
En cuanto a los argumentos habituales de que la migración procedente de sitios exóticos es importante porque enriquece el paisaje cultural canadiense y de que “la diversidad constituye nuestra fortaleza”, etc., etc., a menudo se olvida que los inmigrantes no existen para el propósito de enriquecer la cultura de nadie. Son admitidos, bajo el actual sistema, porque la economía está en necesidad de un crecimiento constante para así poder conseguir el equilibrio bajo las reglas financieras actuales o existentes. Los inmigrantes consumirán, incluso si ellos no producen. Ahora bien, aun cuando concediéramos validez al habitual argumento pro-inmigrante del “enriquecimiento de la cultura”, a menos que los Jahanmiri abrieran un restaurante persa de tal forma que los habitantes locales pudieran disfrutar de delicias tales como, por ejemplo, el Fesenján, dudo mucho que el tipo de intercambio cultural que ese enriquecimiento supone pudiera tener lugar en absoluto en una forma consistente o significativa. A este respecto en particular, la actual situación no resulta alentadora. Con un café y un restaurante iraníes ya abiertos y funcionando en Charlottetown (población de 34.500), parece ser que el mercado en cocina persa ya esté completamente satisfecho.
“Mi marido realmente me ayuda a encontrar mi camino y me anima. Él es ingeniero, y trabaja ahora en Ontario después de haber tenido en IPE un empleo a corto plazo.”
Para poder Zahra ser capaz de pagar sus estudios, él viaja a diario de IPE a su puesto de trabajo en Ontario. “A él le gustaría trabajar aquí. Estamos cansados de las grandes ciudades. Cuando vinimos a IPE nos asombramos de su belleza. Queremos una vida simple, segura y saludable aquí. Creemos que cuando tomas una decisión tienes un compromiso con ella, y eso ayuda con el proceso de transición ahora mismo.”
“Su rol como padre y marido es muy importante para nuestra familia. Sabemos que sería mejor si él volviera a IPE a trabajar, y él continúa buscando trabajo aquí.”
Ella intentó trabajar a tiempo parcial durante su curso en el colegio universitario, pero no pudo continuar porque el curso es demasiado intenso.
Y de esta forma llegamos a la tercera entrega de esta crónica de insensatez económica. Se nos dice ahora que después de haber inmigrado a IPE procedente de Irán, el marido se vio obligado a “emigrar” a Ontario a fin de poder encontrar un trabajo a largo plazo como ingeniero y, además, que parte del dinero que gana lo usa para ayudar a los continuos estudios de Zahra con la esperanza de que algún día tenga la ventaja o lo que sea necesario para encontrar un puesto de trabajo decente en la bendita Isla. La familia ahora está dividida debido a una “necesidad económica”.
“El personal de la Asociación de Recién Llegados a Canadá de IPE me habló de una beca. El dinero me ayudará a mí y a mi familia, y la aprecio mucho. Lo que esto significa es muy precioso para mí, y estamos muy agradecidos.”
“Sabemos que hay buenos puestos de trabajo en IPE, pero supone un camino el poder conectar con los empleadores correctos. Estamos intentando muy duramente hacer todo lo que podemos.”
Lo que Zahra ha estado describiendo es un aspecto de aquello a lo que Douglas se refirió como “la tragedia del esfuerzo humano”. No hay ninguna necesidad inherente o base realista para todo este estrés y toda esta tensión; para todo ese estar “intentando duramente hacer todo lo que podemos” para que uno pueda conectar con su empleador “correcto”. Todo eso solamente existe porque somos todos nosotros marionetas que son obligadas a danzar al son de un mal concebido y monopolístico sistema financiero.
Deseo a Zahra y a su familia todo lo mejor y me disculpo por el hecho de que, después de venir a un país que es mejor desde algunos puntos de vista (aunque no ciertamente desde todos los puntos de vista), Canadá todavía es muy disfuncional, tanto financiera como económicamente.
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1. Career Development Association of Prince Edward Island - Blog.
2. Para aquéllos que no conocen o aprecian la grandeza de Irán y de su civilización, el siguiente videoclip de una canción famosa de Dariush Eghbahli, Talayedar, podrá, a través de su presentación de vistas y sonidos, proporcionar alguna indicación de las cualidades duraderas de Irán.
https://www.youtube.com/watch?v=uLA8vz2BBXk
Fuente: CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE