«La España expoliada» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 10/02/2020.
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Contemplo con creciente angustia las reclamaciones de los agricultores, con mucha mayor angustia que las calamidades que en ellas se denuncian. Siendo estas calamidades muy destructivas de su noble oficio, mucho más lo será la acción de los políticos a quienes reclaman. Pues todas las calamidades que han afligido a la agricultura en los últimos dos siglos -desde la desamortización hasta el sometimiento a los dictados del globalismo- han sido provocadas siempre por los políticos.
Nada odia tanto el dinero como la agricultura, que mantiene al hombre vinculado a la tierra que cultiva y le inspira amor por la propiedad bien repartida, que es la única garantía de su libertad. Para formar masas cretinizadas, aparte de dotarlas de derechos de voto y de bragueta, el Dinero siempre se ha preocupado de poner distancia entre el hombre y la tierra que cultiva, acaparando propiedad, provocando guerras de precios y hambrunas y movimientos migratorios en las zonas rurales, ya por último imponiendo modelos de economía globalizada. Y todas estas sucesivas andanadas contra el campo han contado siempre con el concurso de los políticos, que han ejecutado con fervor todos los designios plutocráticos (a veces, incluso, sobornando con subvenciones a los agricultores, para matarles el amor a su oficio), hasta convertir el campo en un despojo del que ya no es posible vivir, del que ya nadie quiere vivir.
La última engañifa diseñada por este contubernio entre la plutocracia y los políticos urbanitas es la denuncia de lo que esta patulea llama, con sarcasmo cruel, la España vacía o vaciada; y que más bien es la España vampirizada por su avaricia. Ahora esta España expoliada se proponen salvarla, con esa socarronería malvada del ciego del Lazarillo, que después de descalabrar al protagonista con una jarra de vino se burlaba de él, mientras lo curaba aplicándole vino en las heridas: «¿Qué te parece, Lázaro? El mismo vino que te enfermó te cura y da salud». Quienes han hecho inviable el oficio de agricultor, inundando el mercado de productos agrícolas foráneos, sobornando de mil maneras a los agricultores para que abandonen sus cultivos, imponiendo cuotas de producción al servicio de intereses transnacionales, favoreciendo a las mafias distribuidoras que han impuesto precios por debajo de los costes de producción; quienes se han preocupado de disolver todas las formas de vida tradicional que vinculaban al hombre a la tierra y moldeado nuevas generaciones de zánganos que aspiran a vivir de la especulación búrsatil y el engañabobos tecnológico (o sea, del cuento); quienes, en fin, han creado esta España hueca son ahora interpelados por los agricultores, para que salven el campo que previamente destruyeron.
Es un suicidio. Pues esa patulea se dedicará a fomentar los timos de truhanes que, a cambio de invertir en energías renovables y engañabobos tecnológicos supuestamente para beneficio del campo, se llevarán crudas subvenciones y desgravaciones millonarias, sin fomentar ni un ápice el empleo en las zonas rurales. Si los agricultores desean salvar su oficio, deberían procurar mantenerse bien lejos de esta patulea al servicio de la plutocracia y de las estructuras políticas que juntos han generado para destruirlos. Asociénse y fomenten cuanto puedan el cooperativismo y las economías de proximidad que les permitan vender a precios más dignos (y más asequibles para el consumidor), burlando hasta donde puedan las estrategias del globalismo y las imposiciones de distribuidores rapaces. Pero pretender que los causantes de las calamidades que padecen sean quienes las remedien es locura.
https://www.abc.es/opinion/abci-juan...8_noticia.html.
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