Continua el mini-debate acerca de la figura de Margaret Thatcher en las hojas de ABC. Sustituyendo a Ramón Pérez-Maura, ahora le toca el turno de "contestación" a Tristan Garel-Jones.
Tribuna abierta
La Margaret Thatcher real
Por Tristan Garel-Jones
Me han sorprendido los artículos que Juan Manuel de Prada ha publicado en estas páginas sobre Margaret Thatcher («Blas y Margaret», 17-11-2014, y «La baronesa al desnudo», 22-11-2014). Contienen tantos errores que necesitaría varias páginas para enumerar y replicar todos ellos.
¿«Enemiga de la Hispanidad»? Pues eso sí que es extraño. Porque, conociendo como ella conocía mi vínculo profundo y personal con el mundo hispánico, cuando me nombró como ministro de Estado para Europa decidió añadir la responsabilidad específica de que me ocupase de las relaciones de Gran Bretaña con América Latina. Durante la guerra de las Malvinas tuve una conversación con ella mientras votábamos en el Parlamento. «Tristan –me dijo ella–, son dictadores fascistas, ¿verdad?». «Sí, Margaret. Matan a su propia gente». «Pues a nuestra gente no la van a matar». Lo hispano no tenía nada que ver con aquello.
Además, me consta que sentía gran respeto por Felipe González, basado, inicialmente, en la postura que tomó el presidente del Gobierno español sobre la permanencia de España en la OTAN.
Gibraltar. Podemos reconocer todos que este es un tema complicado, ya que existen dos hechos inamovibles. España no renunciará jamás a su reclamación territorial. Y Gran Bretaña jamás tomará iniciativa alguna que no cuente con el apoyo del pueblo gibraltareño. A partir de ahí, todo es extremadamente complicado, aunque parece razonable que ella defienda los intereses británicos y no los españoles. Gibraltar es un escollo que queda como reminiscencia de que nuestros dos países lideraron los imperios más importantes de la época moderna. No obstante, creo que en algún momento –lejano– se encontrará una solución honorable.
Respecto al «Human Fertilisation & Embryology Act», comprendo las legítimas inquietudes que genera en el señor De Prada. Como en todo país, también en el Reino Unido estos temas suscitan importantes cuestiones morales. En Londres semejantes temas suelen debatirse en nuestro Parlamento con «voto libre». Es decir, no hay disciplina de partido y los diputados votan según su propia conciencia. Luego la responsabilidad de aquella ley es del Parlamento británico representando la sociedad civil del país. No del primer ministro de ese momento.
En cuanto al derecho a la huelga: en 1979, como primera ministra entrante, Thatcher heredó un país literalmente paralizado por las huelgas. En aquel entonces los sindicatos gozaban de varias inmunidades legales. Ella acabó con esas inmunidades, lo que llevó a un choque frontal con los sindicatos. Pero es imposible no reconocer que así abrió paso a la recuperación de la economía británica, restaurando y consolidando la fe en la economía social de mercado.
¿Fue Thatcher enemiga de la Unión Europea? Lo que nadie puede negar es que cumplía con lo que es el papel básico del Reino Unido. El de hacer las preguntas incómodas. Pero, al final, ella siempre fue, por encima de todo lo demás, pragmática. Por eso firmó el Acta Única en 1986 y fue la principal promotora del Mercado Único.
Finalmente, debo confesar que dentro de mi partido nunca fui un thatcherista. Pertenezco, más bien, a lo que ella llamaba los «wets», lo que se corresponde con el ala un poco «progre» de mi partido, que en su tiempo era, claramente, la minoría. Sin embargo, los comentarios del señor De Prada me parecen profundamente equivocados e incluso abiertamente ofensivos. Aunque de la lectura de los escritos del señor De Prada cueste mucho deducirlo, Margaret Thatcher fue miembro de pleno derecho de la raza humana en el sentido más amplio de la palabra.
Lord Garel-Jones fue Ministro de Asuntos Europeos del Gobierno Británico.
Fuente: ABC, 27 de Noviembre de 2014, página 15.
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