Aunque por el momento lo resultados aún son provisionales, todo hace pensar que el Partido Popular, aún siendo la fuerza más votada, va a ser desalojado del poder por la coalición formada por el PSdeG-PSOE y el BNG, repitiéndose en Galicia el modelo ¨tripartito¨ (modificado, pues los comunistas en Galicia son una fuerza extraparlamentaria) que se ha exportado desde Cataluña al Gobierno de la Nación, y que en un año nos ha embarcado en un nuevo proceso constituyente en el que incluso se plantea la existencia de España como Nación “única e indivisible”, y que sin duda ha recibido un fuerte respaldo tras la victoria de dicha coalición en nuestra región.
El fin de la hegemonía del PP en uno de sus eslabones tradicionales desde los tiempos de Alianza Popular, no sólo hunde sus raíces en el lógico desgaste de veinticuatro años de gobierno, brevemente interrumpidos por el experimento del tripartito de Laxe-Barreiro, y un candidato anciano que tras dieciséis años de gestión no era capaz de transmitir un discurso ilusionante y de futuro que movilizara al electorado más indeciso, sino que desde el año 1981 los partidos de carácter nacional, que en las primeras elecciones representaban al 97% de los electores gallegos siendo el nacionalismo un movimiento marginal y con un discurso ajeno a las inquietudes reales de la ciudadanía gallega como refleja el escuálido 22% de participación en el referéndum sobre el Estatuto de Autonomía, han ido asumiendo progresivamente las categorías y discurso nacionalista llegando al paroxismo con aquellas declaraciones de Fraga en que apostaba por un estado federal asimétrico, que coincidía en mucho con el modelo propuesto por Maragall o Arzallus.
Durante la precampaña (ya iniciada el 14 de marzo de 2004) y la campaña de estas autonómicas, las discusiones sólo giraron en torno a qué administración era la responsable de cumplir los objetivos del Plan Galicia, y los contenidos del Nuevo Estatuto. Temas, estos, totalmente alejados de nuestras preocupaciones, como son la familia, vivienda, el empleo y su compatibilidad con la vida familiar, la crisis de nuestro tejido productivo...
El descenso del BNG no debe generar falsas esperanzas. Ante un socialismo, cuyo único ideario parece ser llegar al poder y la claudicación ante las minorías, será el señor Quintana el que dicte el rumbo de la política gallega y de ese Nuevo Estatuto de “País”.
Por todo esto, hoy más que nunca es necesaria que la vida política gallega se refresque con la presencia de un partido como Alternativa Española.
Una fuerza como Alternativa Española que rompa con ese discurso galleguista de lo políticamente correcto.
Una fuerza como Alternativa Española no preocupada tanto de las competencias-cuotas de poder que detente la Xunta sino preocupada por su agilidad para el servicio a los ciudadanos.
Una fuerza como Alternativa Española que sí se preocupa por los problemas de los ciudadanos.
Una fuerza como Alternativa Española que no se desentienda de la discriminación que sufren los castellano-hablantes.
Una fuerza como Alternativa Española que apueste por la regeneración política y moral de la sociedad gallega.
Una fuerza como Alternativa Española que defienda a Galicia sin negar lo más profundo de su ser, su españolidad.
Desde hoy, Alternativa Española-Galicia se compromete a trabajar por los que consideramos los principios de una sociedad sanamente entendida y para que estos principios tengan voz propia en el Parlamento Gallego.
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