En Sevilla el Corpus sigue celebrándose en su día, como en Toledo y como siempre se hizo. La procesión sale de la catedral a las ocho de la mañana y tras un recorrido de varios kilómetros (tal vez dos) por las calles del centro regresa a la catedral y empieza a entrar por otra puerta mientras todavía falta mucho rato para que salga la Custodia, aunque por el tamaño del templo metropolitano ni se nota. Porque en la procesión desfilan nutridas representaciones de todas las hermandades de Semana Santa y de gloria, las órdenes religiosas, las autoridades, los colegios profesionales, etc. Casi tres horas tarda en pasar el cortejo sobre las calles que previamente han sido alfombradas con ramas de romero a fin de que desprendan su aroma bajo innumerables millares de pisadas perfumando el camino para el Santísimo.
En la procesión desfilan los santos patronos de Sevilla (no todos, pero sí los más importantes) en unos pasos de dimensiones mucho más reducidas que las de los que desfilan en Semana Santa. El año pasado se añadió uno más, el de Santa Ángela de la Cruz, que si bien no exactamente patrona de la ciudad es una santa a la que aquí queremos y veneramos mucho. Otro día hablaré de ella. Este año desfiló en el corpus en una nueva talla, que aquí vemos:
Más delante, el paso de Santa Justa y Santa Rufina. En la iconografía siempre se las representa flanqueando la Giralda, como protectoras de la ciudad, evitando su destrucción en el terremoto de 1755. Aquí las vemos pasando ante el ayuntamiento. No he podido conseguir otra foto en que se vean más de cerca, pero creo que está bastante bien.
No podía faltar tampoco San Isidoro de Sevilla, el sabio doctor de la Iglesia.
También está su hermano San Leandro. A San Isidoro se lo reconoce porque lleva en la mano un libro.
Por cierto, San Leandro, que precedió a su hermano Isidoro en la sede del arzobispado hispalense, tuvo una influencia capital en la conversión de España al catolicismo cuando Recaredo abjuró del arrianismo en 589. Fundó una escuela catedralicia y, junto con su hermano, promovió el renacimiento cultural de la España visigoda.
No podía faltar el Rey Santo que reconquistó Sevilla.
Tampoco podía faltar la Inmaculada, dogma secularmente ligado a la devoción y la inocografía sevillana desde siglos antes de su proclamación.
Luego hay un Niño Jesús.
Después, pasa la custodia chica con la reliquia de la Santa Espina.
Y por último la Custodia grande, con el Santísimo.
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