EL PSOE CONTRA LOS CAMAREROS



En la foto, Largo Caballero... Como siempre: los marxistas y... la realidad tan lejos de ellos.

LAS PROPINAS Y EL PSOE

Cuenta una biografía oficiosa y plúmbea de Pablo Iglesias que Pablo Iglesias, hospicianito él (en el Hospicio de San Fernando), mientras su santa madre se ganaba la vida fregando suelos, empezó a granjearse unas propinas repartiendo periódicos. Y aquel niño, nacido en tan adversas circunstancias, con el sumando de aquellas propinas, se hizo aficionado a la lectura. Es una lástima que no nos digan los libros que Paulino Iglesias leía: en aquel entonces había mucha literatura pornográfica, tanto sexual como política. El caso es que la historia con ínfulas de hagiografía del PSOE -y de UGT- siempre ha elevado a pía leyenda áurea la parte que las propinas tuvieron en la "formación/de-formación" del fundador del socialismo español. La desmemoria histórica de la izquierda española (e internacional) es tanta, que tiene que constituir asociaciones para recuperar la que le interesa. Pero cualquiera diría que las propinas estuvieran en el origen del socialismo español. Tenían que haberle cortado la mano a quien fue tan dadivoso con aquel repartidor de periódicos que luego gastaría barba, para esconder todo su resentimiento de clase y su afán de venganza.

En diciembre de 2007, el socialista Pedro Solbes hacía las cuentas de la lechera, suponiendo que la propina que los españoles dejan en un bar, por un café, es de un euro; se notaba que le iba bien a la cartera del ex-ministro de Economía y Hacienda. Así fue como señaló que los españoles todavía "no hemos interiorizado lo que significa un euro". Como paradigma, señaló lo que pasa con las propinas, que "o no dejas o te pasas", sin hacer la cuenta de que 20 céntimos son 33 pesetas. "La gente se toma dos cafés y deja de propina un euro", comentó." (así lo recoge el periódico gubernamental Público.es que se apresuraba, en tono alabancioso, a pregonar las virtudes pedagógicas del ministro de Economía.)



Les hemos llamado desmemoriados, pues se olvidan muy pronto de su historia. Vamos a recordársela. De 1931 a 1933, el PSOE pudo probar las mieles del poder: Largo Caballero ocupó el Ministerio del Trabajo. Entre los decretos emanados por el ministerio marxista uno que no tiene precio: el PSOE prohibió las propinas que se daban a los camareros, alegando que esa costumbre burguesa rebajaba la dignidad del trabajador. A los camareros, la medida les sentó como ustedes pueden figurarse. Y para corregir el error y paliar el daño, los bares y cafés subieron los precios a sus clientelas, resarciendo así a los serviciales garzones del perjuicio económico que les infligía el gobierno. Y, ahí es nada: el mismo día en que el sector tenía que subir los precios de las consumiciones a sus parroquianos, la hidalguía española -tan reacia a deshacerse de sus vetustas costumbres- continuó ofreciendo dádivas a los profesionales de la bandeja.

Todo esto me lo contó un anciano que en sus años mozos fue camarero y se acordaba de aquello. Le pregunté si verdaderamente a él le parecía humillante recibir propinas, como habían supuesto los artífices de tan absurda ley. El buen hombre que todavía seguía siendo de izquierdas cuando me lo contaba, dijo: "Pues anda que no me venían bien a mí las propinas". Y, como soy un tanto insidioso, volví a preguntarle:

-¿Y qué piensa usted que los llevó a los socialistas a prohibir las propinas que tan bien les venían a ustedes?

-Pues, hijo, ¿qué iba a ser? Que eran unos agarrados y, como venía de no tener ni mierda en las tripas, no querían dar una propina ni aunque los mataran.

Pablo Iglesias pudo aficionarse a la lectura gracias a las propinas. Luego, con la Segunda República, los socialistas prohibieron las propinas -bajo el pretexto de ser un modo vejatorio burgués. Y Solbes daba un euro cuando le ponían un café. Cualquiera entiende a los socialistas, cuando de propinas se trata.


Maestro Gelimer

LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS