Apagad las luces: es Adviento, no Navidad
Ya en estas fechas (estamos en la primera semana de Adviento, además de celebrar hoy a San Pedro Crisólogo, obispo, confesor y doctor, y a Santa Bárbara, virgen y mártir, patrona de los mineros) pasear por las calles de Gijón encoge el alma. A quienes la conserven.
Como si la villa se hubiera convertido en unos grandes almacenes gringos, las luces de Navidad están ya encendidas. En plena recesión. En medio del festival de «recortes» que el PP y sus cómplices nos están regalando.
Nada tenemos en Voluntad contra la iluminación navideña. Al contrario.
Pero es que no estamos en Navidad. Estamos en Adviento. Esas luces no deben encenderse hasta la noche del 24 de diciembre. Idealmente, deberían empezar a lucir a medianoche.
Por otra parte: ¿luces «de Navidad»?
Los palurdos laicistas del Ayuntamiento nos desean «Felices Fiestas». ¿Qué «fiestas»?
Luces casi todas nuevas, por cierto. Consumen menos electricidad. Magnífico. Se ha invertido buen dinero en ellas. Para llenar Gijón de santaclauses, trineos con renos (animales endémicos de la Cordillera Cantábrica, como tal vez piensen Moriyón & Pili Pardo), abetos (que nada tienen que ver con la Navidad ni con las tradiciones y costumbres españolas, asturianas y gijonesas) y otras porquerías de estilo Massachusetts.
La Navidad es la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Festejamos el nacimiento del Redentor, el Niño Dios. Exactamente eso y sólo eso.
El Adviento es el tiempo penitencial, de expectación, antes de esa Natividad.
A quien no le guste, que se exilie. Pero que no nos lo desfigure. Que apaguen las luces.
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