«Renacimiento del sombrero cordobés»







Francisco Quesada Chacón (Archivo Estudio y Acción).

Con este título, el hoy perseguido periodista Francisco Quesada Chacón publicó en Blanco y Negro un artículo que tiene la peculiaridad de recuperar una fantástica galería fotográfica de conocidos personajes con el sombrero cordobés o «Cañero» al que le dio nombre el prestigioso rejoneador, Don Antonio, que lo utilizaba con la copa modificada, un poca más alta.«El sinsombrerismo, que con tantos partidarios cuenta en la actualidad, venía dando casi al traste con el uso, en Córdoba, del sombrero cordobés, esa prenda típica y airosa que por muchos siglos ha servido de tocado, en la tierra de los Califas, tanto a las gentes del pueblo como a los más ilustres varones en ella nacidos.


En un alarde de afición al uso del sombrero de Córdoba, Guerrita se retrata gozando en ver repetida su majeza (Foto Fragero).

Y no en Córdoba sólo tuvo preponderancia el uso del sombrero cordobés, sino que, en otro tiempo, se extendió a toda España, no siendo extraño ver como cubrían sus cabezas con tal sombrero, altas figuras en las artes y en las ciencias, o nuevos elegantes, a los que daba aire varonil y castizo, en otras ciudades españolas y extranjeras.Los orígenes del sombrero de alas anchas, o cordobés, son muy remotos y, según los investigadores, parece ser que del llamado chambergo, que sufrió muchas modificaciones, proviene este sombrero.La mayor perfección del chambergo fue lograda en Flandes, en el siglo XVIII, y los que lo usaban en España, por más alabar y y dar realce a esa prenda decían que era flamenca, aunque no lo fuese.


Fleming, el descubridor de la penicilina, lució sobre su cabeza privilegiada el ancho cordobés, durante su visita a Córdoba en junio de 1948.


Pues bien, una de las muchas modificaciones del chambergo fue la que sufrió en Córdoba, al ser aderezado y endurecido, suprimiéndose, a la vez, el levantamiento del ala de un lado, la presilla y la pluma que llevaba.


En noviembre de 1957, el entonces presidente del Líbano Camille Chamoun visitó Córdoba. Y, naturalmente, usó el sombrero cordobés (Foto Ricardo).

Acaso el sombrero cordobés, por ser sucesor del chambergo de Flandes, se llamó y se sigue llamando también flamenco.Todo esto, que no está definitivamente aclarado, viene a cuento de que, en contra del arraigo del “sinsombrerismo”, en Córdoba se advierte en estos días como un renacimiento del uso del sombrero cordobés, que tanto prestigiaron con su uso Julio Romero, el pintor del alma cordobesa; Guerrita, el torero sin igual, y Cañero, el también sin igual rejoneador. Ese renacimiento del sombrero cordobés no debe tener fugaz existencia, porque realza el tipismo y constituye la expresión de una singularidad en la indumentaria que tiene en esta tierra y fuera de ella muchos admiradores.


Por toda España se hizo famosa, como sus lienzos maravillosos, la estampa de Julio Romero, con su atuendo cordobés (Foto Ladis).

Precisamente son los turistas los que prefieren, entre todos los recuerdos que pueden llevarse de Córdoba, el del sombrero de alas anchas, el flamenco, el cordobés.No olvidemos que Fleming, el descubridor de la penicilina, se tocaba con él orgulloso, y el ex presidente del Líbano, en su reciente visita a Córdoba, lo lució con la complacencia de ser el sombrero de ala ancha el mayor simbolismo cordobesista, y otros muchos ilustres visitantes de la ciudad lo han llevado a sus países como prenda de inestimable valor.Hagamos, pues, los cordobeses porque el uso del sombrero de más renombre en el mundo, el que han llevado tantas veces su signo costumbrista a la literatura, a la pintura y a la poesía no desaparezca».

Majeza, gallardía de Antonio Cañero, cuando se tocaba con el sombrero de Córdoba, su tierra (Foto Ladis).



Manolete, el inolvidable torero, gustaba de lucir el sombrero de anchas alas, que remataba muy bien su enjuta figura (Foto Ricardo).

Pues, con tan simpático articulo, el periodista Quesada Chacón volvió a ayudar a poner el nombre de Córdoba en lo más alto, como hizo en innumerables ocasiones desde El Liberal, La Opinión, La Vanguardia, ABC… Sin duda, un querido y respetado profesional, como recogen las palabras que en su recuerdo escribieron sus compañeros de ABC:


Qué mejor tocado para una belleza morena que el gentil sombrero (Foto Jiménez y Linares).

«Si la personalidad profesional de Francisco Quesada arroja un tan rico bagaje de tareas y merecimientos, su talante humano habla también de un espíritu caballeroso, abierto siempre generosamente a todos, una hombría de bien, de legítimo cordobesismo, que deja una perdurable estela de toda su dilatada y fecunda línea existencial. Figura popular, una institución en la vida de Córdoba, conocido y estimado en todos los estamentos, su muerte, en la mañana de ayer, ha tenido un eco amplio y profundo, según las noticias que nos llegan de la capital hermana. Hoy, en esta jornada de mayo, fecha que tiene para Córdoba tantas resonancias, los restos de Francisco Quesada, el veterano, querido y excelente periodista, compañero de tantas singladuras en estas páginas de ABC, reposarán definitivamente en el camposanto de San Rafael. Séale la tierra leve y perdurable su recuerdo, su perfil humano y profesional, a todos cuantos se honraron con su amistad y su trato».



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