Alexander Betts es un kelper que tras haber trabajado en el campo isleño y como contador en estancias malvineras decidió radicarse en la provincia de Córdoba donde fue concejal; desde el '82 es un incansable defensor de la soberanía argentina sobre las islas, incluso en Naciones Unidas, Betts por él mismo:
FUENTE: su webAlejandro nació, en 1947, en Puerto Argentino, único pueblo y capital de Malvinas. Allí estudió en las dos escuelas públicas egresando del secundario con el ciclo básico completo y habiendo cumplido los catorce años de edad. Acorde con la tradición del isleño nativo, con esa edad se independizó de su familia y fue a trabajar en varias estancias de las islas, desempeñando toda la diversidad de las tareas rurales: boyero, peón de patio, tractorista, esquilador, domador, mayordomo, etc. En el ´68 se casó y formó su primera familia, falleciendo su esposa en 1977.
Mientras aún vivía en el campo (como se dicen ahí en referencia a la zona del interior), decidió estudiar a distancia con la ICS y las universidades de Londres y Edimburgo. Eligió la carrera de Contabilidad para la cual tuvo que aprobar varias materias previas para obtener el nivel de estudios exigidos para ingresar en la carrera. Con título en mano, en 1975, volvió al pueblo para trabajar en el supermercado de la Falkland Islands Company (FIC). Fue nombrado secretario general de la Asociación de Hacendados de las islas, que, a su vez, le abrió las puertas para ejercer su profesión de contador, llevando los libros de contabilidad de 11 estancias privadas. Este contacto directo con la clase medio-alto de la sociedad isleña, le dio oportunidad de conocer de cerca las idiosincrasias del minúsculo circulo de “dirigentes” isleños, en su mayoría británicos radicados transitoriamente en el territorio.
Comenzó sus investigaciones sobre la cuestión política de la soberanía de las islas en 1976, por iniciativa propia, impulsado por un informe producido por una Comisión Británica sobre recursos no renovables en la zona, más específicamente, los depósitos del petróleo que subyacen en la plataforma submarina.
Luego de examinar ese documento, se tomo conocimiento de otro Informe inglés, del año 1910, producido por el Sr. Gastón de Bernhardt, conteniendo una extensa descripción histórica-política y jurídica del conflicto y, a pesar de ser comisionado por el Ministerio de Relaciones Exteriores británico para realizar un estudio profundo de la cuestión, el autor no dudó en desarrollar las debilidades del pretendido título inglés sobre las Islas. Estas dos fuentes eran suficientes para provocar a Alejandro a continuar y profundizar sus estudios del tema, que continúan hasta la actualidad.
Debido a la falta de información disponible en las islas, tuvo que armar su propia biblioteca de consulta, acudiendo a fuentes francesas, españolas, argentinas y británicas a los fines de tener acceso a distintas y variadas versiones de la puja política-jurídica desde los inicios de la disputa. En cada documento, cada relato, cada compilación o compendio, había algo nuevo y distinto para conocerse o informarse. Se abrió un horizonte inesperado y totalmente desconocido, que produjo un giro de ciento ochenta grados en su postura tradicional sobre ese asunto, que es la pro-británica del poblador común de Malvinas. Ese giro dramático le ha provocado un sin número de inconvenientes de toda índole imaginable, pero no aparta un ápice de su arraigada convicción de la injusticia del caso, y la injustificable agresión británica de apoderarse de un territorio sudamericano, totalmente identificable con el Virreinato del Río de la Plata Española, y sobre el cual el Reino Unido no tenía ningún título legítimo.
Para Alejandro, este caso es un ejemplo perfecto de la arrogancia de los Estados poderosos, y de la hipocresía del discurso político que, en el mejor de los casos, nunca es demasiado sincero. Los acontecimientos de 1982 fueron otro ejemplo de lo ante expuesto. La reconquista militar británica fue proclamada como una demanda democrática y un triunfo de ella sobre la agresión. Pero, en realidad, esa reconquista iba en contramano de la verdadera obligación británica de colaborar plenamente con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para allanar el camino hacia una solución pacífica de una situación que el mismo Reino Unido había escalada a un enfrentamiento militar, a los fines de satisfacer necesidades políticas internas. La autoría y propulsora de la resolución 502 fue obra de la Gran Bretaña, miembro permanente del Consejo de Seguridad con derecho a veto que hizo lo imposible por obstacularizar el avance de otro proyecto de resolución en el Consejo, que no atendía a sus intereses inmediatas. No hace falta decirlo, pero logro su propósito.
La falsedad de los discursos en ese momento, fue posible (en gran medida) habida cuenta de una maquinaria comunicacional de proporciones descomunales (la prensa internacional) que paralizó la voluntad de muchos que podrían haberse opuesto al curso que había tomado las cosas.
Reportaje en LA NACION de marzo del 2007:
La historia del malvinense que quiere ser intendente de un pueblo cordobs - lanacion.comLa historia del malvinense que quiere ser intendente de un pueblo cordobés
Betts nació en Puerto Argentino y se radicó en Córdoba después de la guerra
Alexander J. Betts, en su casa de Agua de Oro, durante la entrevista con LA NACION
Foto: Carmen María Ramos
AGUA DE ORO, Córdoba.- Su DNI dice: "Alexander J. Betts. Nacionalidad: argentino, nacido en las islas Malvinas". El "Inglés", como le dicen en el pueblo, es candidato a intendente por el partido Unión Vecinal para las elecciones del próximo 15 de abril en Agua de Oro. La gente lo sigue; las encuestas le dan bien, pero las dudas persisten: ¿es inglés o argentino?
Después de 25 años entre nosotros, Betts reconoce que ya está acostumbrado a la pregunta, aunque, a decir verdad, piensa que darse cuenta no es tan difícil. No debería serlo, al menos, para los millones de argentinos que creen, sinceramente, que las Malvinas son nuestras, que aquellas lejanas islas nos pertenecen de pleno derecho y que, por lo tanto, ser isleño es ser tan argentino como riojano, mendocino o santacruceño.
En estos días anteriores a la conmemoración de los 25 años del desembarco argentino en las islas, los carteles con su sonrisa franca se multiplican por las sinuosas callecitas de este pintoresco reducto serrano de 2400 habitantes, ubicado a 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba.
Hay renovación de cargos municipales dentro de pocos días y Betts se propone como el cambio, frente a un adversario que aspira a una sexta reelección. "Me parece que el que no tomó nota de lo que pasó en Misiones está perdido ", dice, en velada alusión a Carlos Belli, su principal contrincante en los próximos comicios.
Betts ha participado de la vida de este pueblo cordobés, donde se afincó apenas llegó al continente, poco después de finalizado el conflicto armado.
Primero fue elegido concejal por la UCR y luego secretario de Gobierno de la municipalidad local, en dos períodos: 1987 y 1995. "Yo brindé mi ayuda durante 8 años y creí haber cumplido un ciclo. Por eso, esta candidatura no nació de mí, sino de mucha gente que en el pueblo me decía: «Che, Alejandro, ¿para cuándo?». Como Unión Vecinal, que reúne a peronistas, radicales, demócratas, creo que hemos logrado reflejar esa famosa transversalidad de la que tanto se habla, sin ser kirchneristas.
-De hecho, enfrentan a gente que está desde hace muchos años
-Sí, al actual intendente, que va por la sexta reelección. Puede sonar utópico pretender enfrentar a una maquinaria tan consolidada, pero la gente quiere el cambio.
-¿Le gusta Kirchner?
-Es un hombre muy interesante. No estoy de acuerdo en un ciento por ciento con él, pero tiene el mérito de haber rescatado a la Nación del desastre por todos conocido. Noto en los vecinos de mi localidad un consenso en el sentido de que "no estamos bien, pero estamos mucho mejor que antes". Pero nuestra idea es trabajar con distintos sectores y no encolumnarnos detrás de un solo color político.
Betts nació en 1947 y es cuarta generación de isleños. Su tatarabuela paterna, Rebecca Mc Cullen, era escocesa, y se casó en las islas con su tatarabuelo John Charles Betts, que venía de Lincolnshire, Inglaterra. Por parte de madre, su familia llegó con los primeros viajes de los colonos, en 1842.
Defensor de la soberanía
Desde muy joven, y a partir de numerosas lecturas e investigaciones, Alexander defendió la reivindicación de soberanía sobre las islas que se ejercía desde el territorio continental argentino, lo que le costó no pocos enfrentamientos con los kelpers. "Había isleños que en privado me decían: «Probablemente tengas razón», pero públicamente nadie se hacía cargo", recuerda hoy.
Tras la rendición argentina, el 23 de junio de 1982, Betts abandonó Puerto Argentino en el rompehielos Bahía Paraíso, junto a otros ciudadanos argentinos que habían cumplido tareas civiles durante el desarrollo de las operaciones militares. La decisión de trasladarse -asegura- la había tomado antes del conflicto armado, con la perspectiva de trabajar para LADE en Ushuaia o en Comodoro Rivadavia, y para estar más cerca de su hijo Pablo, que por ese entonces -como muchos otros adolescentes malvinenses- cursaba estudios secundarios en territorio continental argentino.
Finalmente recaló en Agua de Oro, donde prestó servicios en el Aeropuerto Internacional de Pajas Blancas, primero para LADE y luego, a partir de una reestructuración, como empleado civil de la Fuerza Aérea.
En las islas quedaron su madre, Malvina Goss, su hija Dawn, actual subsecretaria de Vivienda de las islas, tres nietos y su hermano Terry Betts, varias veces miembro del Consejo Legislativo local. Alexander había enviudado en las Malvinas antes de la guerra. De un segundo matrimonio, en Agua de Oro, tuvo tres hijos más: Verónica (23), Leonardo Martín (21) y Juan Manuel (20).
Para Betts, la causa Malvinas sigue latente en el corazón de los argentinos, pero hay un gran desconocimiento. "Hace falta mucha docencia", asegura. Cuenta que nació en Puerto Argentino pero que hasta los 34 años sólo tuvo el status de isleño, no de ciudadano. Su partida de nacimiento decía: "Nacido en Falkland Islands". Punto.
"Recién en 1983, como un consuelo a los padecimientos del conflicto, por decreto de la primera ministra Thatcher [Margaret], se les reconoció a los habitantes de las islas cierto grado la ciudadanía británica, pero con muchas limitaciones, que subsisten aún hoy, en 2007", explica.
-¿Cómo es la actitud de los isleños hacia los argentinos continentales hoy?
-Creo que con el ciudadano común no hay resquemor. Muchos isleños vienen a pasear y no tienen ningún problema.
-¿Vienen seguido?
-Sí. No está en la primera plana de los diarios, pero vienen con frecuencia y circulan libremente. Le resulta más barato venir y conocer la Argentina que ir a Europa, por ejemplo.
-¿Cómo describiría la realidad de los isleños hoy?
-Son muy reservados, introvertidos, pero si uno logra penetrar en sus sentimientos, encontrará personas de un gran corazón. La vida tradicional en las Malvinas de antes de 1982 desapareció. Por eso me hace gracia cuando dicen que, si las islas pasaran a manos argentinas, se perdería el estilo de vida. Pero ¡si eso ya no existe!
-¿Se sienten ingleses?
-No. Diría que desde que comenzaron a llegar los primeros colonos, de 1842 en adelante, fuimos todos malvinenses. De ingleses no tenemos nada. Somos anglohablantes, pero sin ningún tipo de identidad nacional. Yo era huérfano de patria hasta que llegué a Córdoba. Acá uno se puede explayar, decir lo que piensa, lo que siente. Esa diferencia se nota, y es una sensación de libertad increíble.
Por Carmen María Ramos
Para LA NACION
Otras dos notas:
El isleo que volver en silencio - lanacion.com
Dos formas de vivir el conflicto - lanacion.com
Imperium Hispaniae
"En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."
FUENTE“Las Malvinas son Argentinas”... ¡Y lo dice una kelper!
Publicado Viernes 9 de Abril
Yolanda Bertrand de Janieson (70) es inglesa, nacida en Puerto Argentino, un 25 de Mayo.
Es una típica inglesa de la Isla Soledad: piel blanquísima, mejillas rojas, robusta, fuerte y dicharachera (los kelpers de la Gran Malvina son diferentes, y casi hoscos por el clima antártico).
Pero lo más extraordinario de esta mujer (para decirlo desde el principio) es que, en 1987, subió a un avión y fue a Nueva York. Allí se dirigió al edificio de las Naciones Unidas, votó contra el colonialismo británico y expresó su opinión de kelper: “Vengo a decir y a demostrar, con los datos que se requieran, que las Malvinas son argentinas”.
El abuelo de Yolanda llegó a Malvinas en 1865 y allí se radicó: “Soy cuarta generación de Bertrand en Malvinas...” dice y agrega: “Mi padre era aventurero, anduvo seis años en la Antártida, como ballenero. Mi mamá trabajaba como docente. Pero mis padres se separaron. Y mi papá se quedó en Puerto Argentino. Mi madre me había llevado a Inglaterra, pero un juez ordenó que viviera con mi padre, en Malvinas. Y entonces, a los 5 años de edad, fui embarcada, sola, en plena segunda guerra, en el último convoy de buques. La ley inglesa es así”.
Hablé con Yolanda, hace un tiempo, en Río Gallegos, en la cocina de su casa, con una puerta abierta hacia el jardín. Sus hijas entraban y salían. Y por ahí andaba un nietito que era un puñadito de patria criolla: morocho, pelos parados, ojos grandes y patitas flacas que corrían detrás de una pelota gritando “gol”.
Yolanda, en un momento, me comentó claramente su pensamiento: “Las islas son argentinas. Sucede que Gran Bretaña se apropió de ellas, indebidamente, en 1833, en una época en que las potencias europeas tomaban territorios en donde pudiesen”.
“El 2 de abril de 1982 fue en Río Gallegos un día de sol. Todos en la ciudad sabían que yo soy kelper. Y no sabían cómo tratarme. Una vez, en el campo, viniendo con la camioneta, me pararon tres militares argentinos. Los traje a Gallegos. Les ofrecimos una ducha caliente y té. Uno de ellos me preguntó de dónde soy: dije que de Malvinas. Y se quedaron pálidos y de inmediato se retiraron, consternados”.
“Muchos familiares -prosigue Yolanda-, me decían que los argentinos no pelearían, que se darían por vencidos enseguida ante la superioridad tecnológica militar. Y yo les contestaba: No será así. Los argentinos son muy valientes. Los veo volar en mi campo. Hacen temblar los vidrios y las vajillas. Pasan a centímetros del suelo, con sus aviones. Yo los conozco, sus hijos van al colegio con los míos...”
En casa de Yolanda Bertrand, recuerdo, tomamos mate hasta que el atardecer cayó con colores brillantes, como en la escenografía de los teatros humildes.
Y las últimas frases las dijo con firmeza y con una emoción que había ido creciendo con la charla: “Los kelpers duros no me quieren. Pero ellos no representan a todos los isleños. Y yo tengo que volver a Malvinas. Es mi tierra. Allí está la tumba de mi padre que, sobre la Cruz, tiene colgado el timón de su goleta”.
Imperium Hispaniae
"En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."
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