“¿También quieren que Santa Fe cambie de nombre?”, comentan ciudadanos perplejos



Las Cruces es una ciudad de Nuevo México (EEUU), con 74.000 habitantes y gran cantidad de población hispana. En el logotipo del ayuntamiento de Las Cruces aparecen unas cruces dentro de un sol, símbolo frecuente en Nuevo México. Dos personas residentes en la zona han presentado una denuncia federal para que esas cruces desaparezcan del logotipo de la ciudad, asegurando que “las cruces no sirven para otro propósito que para desautorizar y desacreditar a los ciudadanos no cristianos”, dice la denuncia de Paul Weinbaum y Martín J. Boyd.



Pero las autoridades lascrucenses han cerrado filas para defender su logotipo. El alcalde Bill Mattiace, la fiscal del distrito Susana Martínez, la fiscal general del Estado Patricia Madrid y el gobernador Bill Richardson son unánimes en defender el logotipo del ayuntamiento, como ya lo hicieron en una ocasión anterior hace 2 años, cuando una agencia gubernamental dedicada a las carreteras pretendía quitar los logotipos lascrucenses de dos puntos de la autopista. Entonces el gobernador Richardson ordenó que se mantuviese el logotipo diciendo que representa un evento histórico y es motivo de orgullo para los lugareños.



El viejo argumento laicista



La primera enmienda de la Constitución de EEUU proclama la separación entre el Estado y las iglesias. ¿Significa eso que cualquier entidad estatal, como un municipio, debe hacer desaparecer los signos religiosos de su simbología histórica? La denuncia contra las cruces va en esa línea, al denunciar que se usa dinero y simbología pública para “promover una religión”.



También dice la denuncia que se viola el Acta de Derechos Civiles de 1964 porque la gente que rellena formularios buscando trabajo se ven obligados a firmar un documento “que contiene un símbolo religioso”.



Los denunciantes dicen que la ciudad de Las Cruces invade la privacidad de sus hogares con “proselitismo patrocinado por el gobierno”. Aseguran que ver ese logotipo les hace sentirse excluidos de la participación pública en actividades del gobierno y que “este símbolo no sirve al gobierno más que para dividir, alienar y desencantar Weinbaum, su hija menor y a Boyd”, asegura su abogado.



Comentarios perplejos en Internet



“Las personas religiosas, judíos, musulmanes, budistas y otros casi nunca se quejan de los símbolos religiosos públicos. Las denuncias en estos casos son casi siempre de personas antirreligiosas”, comenta Brian Crouch, un lector de Associated Press. “En casos similares denunciados por la ACLU y ADL [dos importantes lobbies laicistas en EEUU], las acusaciones de discriminación religiosa eran sólo un disfraz de activismo anti-religioso”.



“El nombre Las Cruces significa The Crosses”, explica en inglés Gil Morales al público anglohablante, que no ve la evidencia del asunto. “Representan marcas de tumbas. Hubo un ataque apache a los pobladores que dieron nombre al asentamiento. Cuando unos viajeros de Taos recorrían el Camino Real en 1830, fueron asesinados. Los supervivientes marcaron las tumbas con cruces y de ahí viene el nombre.”



“Si quitan las cruces del logotipo luego quitarán también el nombre”, avisa Scott Wiseman. “Tendríamos que cambiar el nombre también a la ciudad de Santa Fe. No podemos negar que Nuevo México tiene una rica herencia cristiana y no deberíamos cambiar nuestros símbolos”.



Gloria Mendoza es una ciudadana de Nuevo México muy ofendida: “deberían juzgar a estos recién llegados que se infiltran en nuestras comunidades para destruirlas con sus mentalidades retorcidas. Están cambiando leyes sin el apoyo de la mayoría. Un puñado de personas no debería considerarse mayoría. Pero como decía mi abuela, todo se viene para atrás, ya recibirán su merecido de un poder más alto.”



Siempre contra la cruz



El año pasado los laicistas consiguieron retirar del escudo de Los Ángeles una diminuta crucecita que simbolizaba la fundación de la ciudad como una misión franciscana. En cambio, no protestaron contra una gran figura de la diosa Pomona, patrona romana de la fruta. California, Nuevo México, Arizona y Texas son un campo abonado para buscar símbolos cristianos, herencia de los pobladores católicos, símbolos a los que declarar “ofensivos” pese al sentimiento mayoritario de los habitantes y la historia de varios siglos.