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Re: Hay “otro” bicentenario
Quiera que no, aquí Alberto Buela habla del tema:
"Disyuntivas de nuestro tiempo" libro de Alberto Buela - Fundación Gustavo Bueno - Madrid - YouTube
Amrica hispnica. La larga marcha hacia la unidad (de 1810 al presente) - El Manifiesto
ARNAUD IMATZ - ALBERTO BUELA
http://www.elmanifiesto.com/imagenes/sp.gif
1.-Arnaud Imatz : Hispanoamérica ha sido siempre objeto de ambiciones por parte de las grandes potencias. Uno de los primeros ejemplos de injerencia de vasta envergadura es el sitio de Cartagena de Indias en 1741, donde el almirante vasco Blas de Lezo rechaza los sucesivos asaltos durante tres meses de una armada anglo-norteamericana de 180 navíos y 24.000 hombres, comandado por el almirante Vermon ayudado por el medio hermano del futuro presidente de los Estados Unidos, Lawrence Washington. Entre 1806 y 1807 los habitantes de Buenos Aires sufren dos invasiones inglesas que son rechazadas. En 1833 los británicos ocupan por la fuerza las islas Malvinas. Así mismo los años 1820-1830 están marcados por el comienzo del expansionismo norteamericano. México por citar solo un caso, se ve obligado a ceder el 50% de su territorio entre 1836 y 1848...
Luego de dos siglos de intervenciones anglosajonas, un buen número de historiadores hispanoamericanos comienzan a interrogarse sobre los orígenes de las naciones iberoamericanas y a cuestionar los análisis convencionales de las largas y sangrantes guerras de la independencia (1810-1825), engendradas por la ocupación francesa de España y por las olas revolucionarias europeas. ¿Comparte Ud. la interpretación clásica según la cual se trata antes que nada de « guerras de liberación nacional »? ¿O a la inversa, ve Ud. en ellas resistencias criollas y populares (a menudo, con el apoyo de la mayoría negra e india) contra la secesión hispanoamericana? ¿O en otros términos, guerras civiles intra-americanas financiadas por los ingleses que buscaban la destrucción del Imperio español en beneficio del Imperio británico y del mundo anglosajón?
1. Alberto Buela: La guerra de la Independencia americana respecto de España fue una « guerra civil » alentada por los ingleses para quebrar el imperio español en América y así sacar provecho comercial de todo ello. Y así ocurrió y así sigue ocurriendo ¿o acaso los ingleses no siguen instalados cómodamente en territorios propios como Malvinas, Belice y Guyana, así como en todos nuestros gobiernos trabajando de asesores o formando grupos de presión?
Afirmo que fue una guerra civil porque en ambos lados hubo españoles, criollos, negros e indios. Es más la población indígena estuvo mayoritariamente del lado español.
Pensar la guerra de la Independencia americana como una guerra de liberación es una de las tantas falacias a las que nos han sometido « los productores de sentido » de las cosas que ocurren en este mundo.
2.- AI: Antes de seguir con esta entrevista me parece importante aportar algunas precisiones semánticas. Para designar América central y del sur y a sus habitantes, los autores europeos tienen por costumbre utilizar los términos de América Latina y latinoamericanos, dejando reservado el término Americano para los estadounidenses. Ud. rechaza absolutamente estos conceptos y prefiere usar los de América hispana y hablar de hispanoamericanos, o bien de América ibérica y de iberoamericanos. ¿Po rqué?
2.- AB: Primero, y antes que nada, porque propiamente hablando, latinos son solo los habitantes del Lacio en Italia. Segundo, porque el concepto de latinidad es una creación ideológica de Michel Chevallier, el economista, consejero de Napoleón III, para intervenir con legitimidad en la América española. Y tercero, porque lo latino no nos define a nosotros, que no somos « ni tan españoles ni tan indios » sino hispano-criollos. Producto de una cultura de síntesis o simbiosis entre dos cosmovisiones que se han imbricado produciendo al hombre americano actual. Nosotros, los criollos, como muy bien afirma el historiador chileno Pedro Godoy somos el hombre genuinamente originario de América.
Nuestra deuda con Europa es grandísima (lengua, religión, instituciones) pero nuestra matriz, nuestro genius loci(clima, suelo y paisaje) es América. Y esto no debemos olvidar. Nosotros pensamos y vivimos desde América.
3.-AI: En un artículo famoso sobre « Las intervenciones anglosajonas en Iberoamérica », Ud. afirma que desde comienzos del siglo XIX el número de intervenciones se eleva a 700 mayores y casi 4000 menores. La doctrina Monroe (1823), la ideología del Destina Manifiesto (1845), la política del Garrote de Theodoro Roosevelt (1901), la política de la Buena Vecindad de Franklin Roosevelt (1932), la teoría de la seguridad nacional de Truman (1947), el proyecto de zona libre para el comercio (Alca) de Bush y, en general, todas las aplicaciones históricas de los diferentes principios enunciados por la diplomacia estadounidense, se resumirían en última instancia, según Ud. en la modificación de lema de Monroe « América para los americanos ... del norte ». ¿América hispánica habrá sido ella alguna vez verdaderamente independiente?
3.- AB: Hispanoamérica no ha sido en estos doscientos años de existencia republicana plenamente independiente, sino sólo esporádicamente a través de algunos gobernantes con criterio independiente que ha tenido. Así en el siglo XIX se destacan García Moreno (Ecuador), Rosas (Argentina) Balmaceda (Chile) Porfirio Díaz (México), Morazán (Centroamérica). Y en el siglo XX : Vargas (Brasil), Natalicio González (Paraguay), Herrera (Uruguay), Arévalo (Guatemala), Perón (Argentina), Ibañez del Campo (Chile), Paz Estensoro (Bolivia), Alfaro (Ecuador), Madero (México), Sandino (Nicaragua) y algunos otros.
El asunto es que las fuentes de poder real no se encontraron ni se encuentran en el seno de nuestros países sino que, casi siempre, han sido externas. Nuestros gobiernos en su inmensa mayoría han sido « gobiernos vicarios ». Como el Papa respeto de Cristo, han gobernado en nombre y por mandato de otros.
4.- AI : Los iberoamericanos denuncian de buen grado a las ONGs norteamericanas y a las iglesias evangélicas como « el caballo de Troya del imperialismo yanqui »¿Qué piensa de eso ?
4.- AB: Esta intromisión de los Estados Unidos en Iberoamérica a través de las sectas evangélicas ha sido denunciada por infinidad de políticos, intelectuales y agentes sociales desde Chomsky hasta el asesinado obispo Romero. Hoy en Brasil el caso es escandaloso pues se han transformado, ante la inconsistencia de la conciencia religiosa brasilera, en una fuente de poder que determina los gobernantes a elegir. Funcionan como un grupo de presión extraordinario.
Pero, seamos claros, estos son uno de los tantos mecanismo de dominación creados por el gobierno norteamericano pero, gran parte de la responsabilidad, la tienen nuestros gobiernos autóctonos y la Iglesia católica que ha entrado en una crisis terminal desde el Vaticano II y ha dejado, de facto,de evangelizar. Hoy la Iglesia iberoamericana se ha burocratizado de forma tal que se alejó de la comunidad, su lugar natural, para transformase es un aparato más del estado liberal-burgués, que es la forma institucional que nos gobierna.
5.- AI: Ud. rechaza el concepto de multiculturalismo, ideología nacida en Norteamérica, y defiende, a la inversa, la interculturalidad. ¿Qué entiende Ud. por eso?
5.- AB: La teoría del multiculturalismo, como Ud. Observa, es una creación del think tankestadounidense en donde bajo la mascarada de respetar a las minorías lo que se hace es « otorgar derecho a las minorías por el solo hecho de ser minorías y no por el valor intrínseco que ellas representen ».
Es una falsa teoría, pues por un lado dice respetar la identidad del otro pero lo encierra en su particularismo y por otro es un engaño que despolitiza el debate político (niega pensar en términos de Estado-nación) y se limita a las cuestiones sociales, raciales, económicas y de género.
Nosotros proponemos la teoría del interculturalismo que nos enseña que en los hispano-criollos habitan varias culturas que conforman un sujeto simbiótico, esta cultura de síntesis de la que hablamos, que somos nosotros mismos.
6.- AI : Ud. es un especialista del nacionalismo continental iberoamericano. ¿Cuáles son los rasgos que lo definen: la lengua, la continuidad territorial, la religión, el adversario común? ¿Existe un heartland suramericano sin el cual « el gran espacio autocentrado » no podría ser pensado ni construido ?
6.- AB: La ecúmene iberoamericana está constituida por todos estos rasgos que Ud. menciona: existe una lengua común que es el castellano hablado por la friolera de 460 millones de habitantes. A los que hay que sumar los 200 millones de luso parlantes para los cuales el castellano es una lengua fácil y cómodamente entendible. Este es un dato geopolítico insoslayable en cuanto a la conformación del un gran espacio iberoamericano. El otro es el tema de la continuidad territorial por la cual la comunicación vital (los grandes traslados se hacen por tierra) está asegurada. Así los millones de bolivianos, peruanos, chilenos y paraguayos que hay en Argentina no llegaron por barco o por avión (que bien pueden hacerlo) sino por tierra. Lo mismo que los miles de argentinos que viven hoy en Ecuador. Y esto mismo se da en Centroamérica. Mientras que en América del Norte esta continuidad territorial intenta ser impedida por los Estados Unidos con murallas kilométricas y alambrados electrificados.
El rasgo común de la religión en Hispanoamérica es la del catolicismo asumido en forma heterodoxa, esto es, en su culto se mezclan hábitos y costumbres ancestrales como el culto a la Pachamama y cosas por el estilo sin que ello obstaculice el mensaje de Cristo.
Es cierto, como advertimos antes, que la religión cristiana bajo su forma evangélica está siendo usada políticamente como elemento de dominación y extrañamiento de nosotros mismos, pero el ensamble profundo, producto de cinco siglos de inculturación del catolicismo en América, ha dejado de ser un dato simplemente religioso para transformarse en un nota distintiva antropocultural del hombre americano.
Y finalmente, el enemigo común encarnado en « el inglés », bajo sus distintas acepciones, es el elemento que le pone cohesión a esta ecúmene.
Nosotros hemos sostenido por boca de la CGT de Argentina en el II Foro Social Mundial de Porto Alegre (Brasil) la « teoría del rombo » como propuesta geoestratégica para la creación de un gran espacio suramericano.
Esta teoría sostiene que el heartlandse puede constituir con la unión de los vértices Buenos Aires, Lima, Caracas, Brasilia, lo que forma la figura de un rombo. Este heartland tiene 50.000 kilómetros de vías navegables de gran calado, tiene reservas minerales inconmensurables así como tierra arable y cultivable. En una palabra, posee todos los elementos necesarios para constituirse en un « gran espacio autocentrado » dentro de esta diversidad que es el mundo.
7.- AI: El Mercado común del sur (Mercosur), comunidad económica que desde 1991 agrupa a cinco países suramericanos (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, y en estos días se sumó Venezuela) ¿puede ser considerado como el embrión de una Gran espacio geopolítico, económica, cultural y políticamente soberano?
7. - AB:Hasta ahora, y luego de veinte años de existencia, el Mercosur no ha sido otra cosa que un mercado entre las burguesías comerciales de Buenos Aires y Sao Paulo, el resto es cartón pintado. Paraguay vive medrando entre las tensiones que se generan entre Brasil y Argentina y Uruguay vive colgado del presupuesto y los dineros de los porteños (habitantes de Buenos Aires que allí veranean y giran sus ahorros). En cuanto a Venezuela que recién se incorporó este año, no podemos abrir juicio.
De todas maneras a este embrión de gran espacio le falta mucho para constituirse. Y si bien se han venido creando a su lado diversas instituciones como « la comunidad suramericana de naciones », « el banco del sur », « la Unasur », el tema profundo es que: carecemos de una decisión profunda y autónoma de autoconstituirnos en gran espacio. Y esto lo sostengo apoyado en dos razones: a) Brasil, o mejor Itamaraty, su cancillería, no ha permitido nunca la intromisión en el Amazonas, corazón del gran espacio, desde las Repúblicas hispánicas. Y así no le permite el acceso por agua a Argentina, Uruguay y Paraguay por la vía Paraná-Paraguay. Y no le permite a Venezuela la construcción de un oleoducto transamazónico que alimente a los países del Cono sur de América. b) porque no existe un « arcano », un secreto profundo solo compartido por sus miembros, que es la conditio sine qua nonde la existencia de todo gran espacio. Pero esto último ya es metapolítica.
8.-AI: La restauración de la unidad hispanoamericana bajo diferentes modelos es el sueño de muchos intelectuales y de algunos hombres políticos. ¿Nos puede Ud. presentar brevemente a los principales pensadores del gran espacio iberoamericano como fueron el venezolano Simón Bolívar (1783-1830), el argentino Manuel Baldomero Ugarte (1875-1951) y el mejicano José Vasconcelos (1882-1959)?
8.-AB: Los principales pensadores de la unidad hispanoamericana se han fundado en la identidad de nuestros pueblos, en su pasado cultural común y en sus luchas nacionales ante un enemigo común: el imperialismo anglo-norteamericano. Los ha habido de carácter socialista como el mencionado Ugarte, de carácter nacionalista como Vasconcelos o el nicaragüense Ycaza Tigerino, demócratas cristianos como José Figueres el costaricense, marxistas como el peruano Mariátegui, pero cada uno de ellos entendió la unidad a partir de sus presupuestos ideológicos.
9.-AI: Los movimientos nacionales de carácter continental de América ibérica tienen por característica el antimperialismo y el anticomunismo, y a menudo sostienen para sí una tercera posición apoyados en un populismo democrático cuyo principal objetivo es la restauración de la convivencia o de la sociabilidad compartida. Sus líderes históricos son particularmente el nicaragüense Augusto César Sandino, el peruano Víctor Haya de la Torre, el brasileño Getulio Vargas, el chileno Carlos Ibañez del Campo y el argentino Juan Perón. ¿Estos personajes históricos tienen todavía algún eco en la opinión pública iberoamericana?
9.- AB: Sandino solo tiene una vigencia cultural en Nicaragua, donde el gobierno de Ortega se dice su sucesor, aunque no conserva ningún rasgo de aquél. Haya en Perú e Ibañez en Chile han prácticamente desaparecido de la escena política. El caso de Vargas en Brasil es distinto porque tanto el PT (partido de los trabajadores) que está en el poder desde los tiempos de Lula y la CUT (Central única de trabajadores) se reclaman sus sucesores.
El caso Perón es algo digno de observar, pues a diferencia de los otros mencionados, tiene vigencia plena en Argentina, no porque haya sido bueno o malo, sino porque dejó una institución consolidada en la sociedad civil: el sindicato. Y mientras haya sindicatos en la Argentina habrá peronismo. Otra cosa distinta es saber qué es el peronismo. Acá cabe recordar al gran sociólogo italiano Gino Germani, que luego de vivir 15 años en Argentina se fue a Estados Unidos diciendo : « Me voy porque como sociólogo fracasé, pues no pude entender qué es el peronismo ».
10.-AI: Regresemos a su país. Hay un famoso chiste que se atribuye a Perón: “En Argentina hay un 30% de socialistas, 30% de conservadores, 30% de liberales y un 10% de comunistas. Pero entonces ¿dónde están los peronistas? Ah no, peronistas son todos”. ¿Qué queda hoy del peronismo? ¿Tiene todavía un contenido ideológico? ¿O es solamente una cáscara vacía, un aparato político que permite ocupar puestos?
10.-AB: Esta pregunta está íntimamente vinculada con la anterior y por ende su respuesta. Como tengo un largo ensayo titulado Notas sobre el peronismotambién editado como Teoría del peronismo voy a resumir en cuatro renglones mi tesis. El peronismo es un nacionalismo de Patria Grande, de carácter popular donde la mayoría tiene razón. Su contenido ideológico se resume en el postulado: justicia social, independencia económica y soberanía política. Privilegia las organizaciones comunitarias (OLP=organizaciones libres del pueblo) sobre las instituciones del Estado. Y así afirma: Constituimos un gobierno centralizado, un Estado descentralizado y un pueblo libremente organizado.
En cuanto al partido peronista o justicialista, es como Ud. dice, una cáscara vacía y un instrumento político que permite a los dirigentes ocupar los lucrativos puestos del Estado y así enriquecerse y por una o dos generaciones vivir sin trabajar.
11.-AI: En 2001/2002 la Argentina conoció la peor crisis de su historia económica. Después del fin de la paridad peso=dólar, la declaración de cesación de pagos a los organismos internacionales y el abandono de la medidas neoliberales, el país ha conocido una renovación de políticas de signo nacional, el intervencionismo del Estado, el crecimiento ... pero también la inflación. Desde el 2008, el país ha retornado a la hiperinflación. Parece que ha retornado al punto de partida. ¿Cuál es el balance que hace Ud. de los gobiernos de Néstor Kirchner y de su señora Cristina Fernández de Kirchner?
11.- AB: Argentina salió de la tremenda crisis 2001-2002 gracias a la gestión de su ministro de economía, Roberto Lavagna, que adoptó y permitió adoptar a la provincias (no olvidemos que nosotros somos un Estado Federal) medidas económicas reñidas con las medidas propuestas por el Fondo Monetario Internacional y los organismo internacionales de crédito. La que recuerdo como más impactante en la vida cotidiana fue la creación de pseudo monedas con las que se podía comprar pero no ahorrar, pues perdía su valor día a día. Esto produjo la reactivación explosiva de la detenida, entonces, economía argentina. El consumo y la demanda se multiplicó exponencialmente lo que en un país con una capacidad económica instalada de 400 mil millones de dólares (hablamos del 2001-2002) multiplicó la riqueza de la nación un ciento por ciento.
El primer gobierno del matrimonio Kirchner aprovechó esta reactivación y el « viento de cola » de la economía mundial que privilegió los commodities(carnes, granos y petróleo) y tuvo un gobierno relativamente exitoso. Este crecimiento se quiebra a partir del 2007 y se hace ostensible durante todo el largo gobierno (2007-2012) que lleva la señora de Kirchner. Hoy la economía argentina está parada, su crecimiento es próximo a cero y tenemos la mayor inflación de Iberoamérica con el 25% anual. Como política de gobierno se ha privilegiado la entrega de subsidios al no-trabajo y no la creación de puestos de trabajo. La inseguridad ciudadana y la inflación, como impuestos a los pobres, se han enseñoreado en la sociedad.
12.- AI: Hoy día ¿cuál es el respectivo peso de las diferentes ideologías como son el socialismo marxista, la socialdemocracia, el nacionalismo y el populismo en la América ibérica? ¿Cuál es la influencia de la teología de la liberación tan extendida en los años 1970-1980?
12.- AB: El conjunto de países iberoamericanos forma una masa de veinte Estados-nación donde existen hoy día dos formas de gobierno que se destacan: la socialdemocracia al estilo de los gobiernos de Zapatero ayer en España y Hollande hoy en Francia. Roussef (Brasil), Kirchner (Argentina), Correa (Ecuador), Mujica (Uruguay), Chávez (Venezuela), Morales (Bolivia). Muchos se extrañarán de ver a estos dos últimos en la lista, porque más allá de las rimbombantes declaraciones de ambos presidentes, sus gobiernos de hecho son típicamente social demócratas. Y en sus medidas y acciones no son marxistas. La otra es la liberal al estilo de los gobiernos de Rajoy, hoy en España y Sarkozy ayer en Francia. Entre otros: Piñera (Chile), Santos (Colombia), Franco (Paraguay), Peña (México), Humala (Perú). En cuanto a los gobiernos centroamericanos se dividen en partes iguales estas dos formas de gobierno.
Si los quisiéramos clasificar con categorías como populismo, nacionalismo, izquierda, derecha, acá la clasificación varía pues casi todos ellos se declaran expresamente populistas, nacionalistas y de izquierda. Pero acá surge nuevamente la cuestión por el significado de estos tres conceptos.
Lo que es interesante notar es que todos los gobiernos de carácter socialdemócrata se caracterizan por una desintonía entre lo que dicen, su discurso político, y lo que hacen. Así en Argentina se habla de luchar contra los grupos concentrados de la economía y se asocia la principal empresa estatal, YPF (Yacimientos petrolíferos fiscales) a la norteamericana Chevron. Y en Uruguay, Mujica el presidente, nos habla de liberación y pretende crear una empresa nacional para plantar y comercializar marihuana.
Mientras que los gobiernos de carácter liberal se caracterizan por una mayor eficacia en la gestión administrativa de la cosa pública, aun cuando su discurso político sea de una pobreza ideológica lamentable.
En cuanto a la teología de la liberación carece de vigencia en Nuestra América. No olvidemos que ella fue más un programa a realizar que una construcción concreta. Y hoy los pocos teólogos de este tipo que quedan son funcionarios de los gobiernos socialdemócratas como sucede con Frei Betto en Brasil y tantos otros.
13.-AI : ¿Y el socialismo cubano tan a la moda en los años 1960/70 ?
13.-AB : Sobre Cuba tengo una anécdota interesante. Yo había sido invitado por Chávez, con tres miembros del consejo directivo de la CGT argentina. Chávez deseaba entonces fundar una « CGT bolivariana » para hacer frente a la poderosa CTV (Confederación de trabajadores venezolanos) que estaba en su contra. En Caracas, en el hotel Hilton nos encontramos en medio de 2500 delegados hispanoamericanos casi todos con remera roja. Había miembros del Frente Farabundo Martí de liberación nacional del Salvador, sindicalistas brasileños y de la CUT colombiana, que son todos comunistas y sobre todo representantes de la CGT de Cuba. En nombre de la CGT de argentina hice una breve exposición diciendo: Sin querer cuestionar a Castro ni discutir con el petiso Correa (el secretario de la CGT de Cuba que estaba a mi lado en el estrado) afirmamos que en cuarenta años el movimiento obrero institución de Cuba nunca ha negociado una convención colectiva de trabajo y que por consecuencia no tiene ninguna legitimidad para representar a los trabajadores. Si Chávez adopta el modelo sindical cubano el efecto será como el abrazo del oso. Y continué enseguida: Geopolíticamente Cuba no significa nada para hispanoamérica ni para yanquilandia, mientras que Venezuela tiene mucha importancia en razón de su petróleo.
Con esto quiero decir que la línea política de Cuba no afecta en nada la política y la geopolítica de Iberoamérica. Pero esto mismo Castro no lo ignora. Así, cuando estuvo en Argentina en el 2007, después de haber tomado conocimiento de la teoría del rombo presentada por la CGT, declara sin tapujos (y la prensa de la época lo testimonia) que estaba totalmente de acuerdo con ella, que no había nada más antiimperialista, pero que era necesario excluir a Cuba para no complicar de antemano la realización del proyecto.
14.-AI: Hay hoy alrededor de 550 millones de hispanoparlantes en el mundo de los cuales 50 millones viven en los Estados Unidos. En este país la población hispanófona rebasará el 25% en 2050. Poco tiempo antes de su muerte, en un artículo resonante: El reto hispánico (Foreign Policy, 1/3/04), Samuel Huntington se inquieta por esta situación. Para él la inmigración hispánica, en particular la mejicana, es demasiado masiva. Y particularmente concentrada en ciertos Estados, ella no tendría nada que ver con la inmigración tradicional, cuyos orígenes son variados y sus destinos son mucho más dispersos. La división cultural vendría a reemplazar la división racial entre blancos y negros. La reconquista del sur de los EEUU por los inmigrantes mejicanos estaría en marcha. ¿La posibilidad que estos Estados del sur se junten con aquellos del norte de México para constituir una nueva republica del norte (MexAmérica) podría ser verosímil? ¿Las inquietudes de Huntington le parecen a Ud. fundadas?
14.- AB: El trabajo de Huntington, que hemos estudiado detenidamente, es un agudo llamado de atención acerca de lo que puede ocurrir en USA con la masiva inmigración hispana. Pero hay algo que se escapa a su análisis por ser éste exclusivamente politológico, que es el aspecto económico. No tiene en cuenta la fuerza del mercado norteamericano, ciertamente el más poderoso del mundo, que cada vez demanda más trabajadores bilingües.
En los años 40 y 50 los hispanos que viajaban a USA intentaban que sus hijos hablaran solo inglés por una especie de capitis diminutio,para incorporarlos rápidamente a la sociedad norteamericana, mientras que hoy se ha reinvertido la situación y los inmigrantes insisten en hablar las dos lenguas por un problema de mejor ubicación laboral. Esto afecta principalmente a la población negra que es monolingüe y pierde puestos de trabajo.
Nosotros no creemos que exista un riesgo de ocupación hispana de los Estados Unidos porque, además, no existe un plan para ello. Lo que sí existe es el hecho cierto de la tendencia a una sociedad bilingüe en USA, que le va permitir a los yanquis, a contrario sensu, una mejor instalación mundial.
Ellos están haciendo, a lo mejor sin proponérselo, lo que no están haciendo los franceses: aprovechar el desarrollo exponencial del castellano a nivel mundial, para un mejor posicionamiento internacional.
Cabe destacar además que todo el progreso tecnológico (Internet, comunicación 2.0, tablets, etc.) colabora muchísimo en mantener un contacto fluido de los inmigrantes con sus raíces. El desarraigo no se vive hoy como se vivía hace cincuenta años atrás y el mantenimiento de los usos y costumbres es más profundo. Pruebas al canto: la mayor fiesta del día de la raza, de la hispanidad que es el 12 de octubre se realiza en Nueva York y Miami y no en Madrid.
15.-AI: Ud. declaró recientemente a un diario madrileño: « Si el actual primer ministro español se equivoca en su política de ordenamiento económico, él arrastrará con España a una veintena de naciones americanas » ¿Por qué? ¿Cuál podría ser, según su opinión, una buena política exterior de España y más general, de la Unión Europea con respecto a América central y del sur?
15.-AB: Los gobiernos españoles postfranquistas equivocaron su opción estratégica y optaron por la Unión Europea en lugar de la opción americana.
Estos gobiernos tanto socialdemócratas como liberales han sido hijos del complejo español de que « Europa termina en los Pirineos ». Ninguno de ellos tomó el toro por las astas y se plantó diciendo: « España no tiene que demostrar lo que es de hecho, España tiene que realizar su vocación americana».Es en América donde España adquiere su sentido en la historia del mundo y no en Europa de la que es fundadora desde la Hispania romana, y no tiene que demostrar nada, como buen observa ese gran filósofo español que es don Gustavo Bueno.
El español, sobre todo el español ilustrado, es un hombre muy acomplejado respecto sobre todo de Francia y todo lo francés, y ese complejo esa minus valoración de sí mismo, es lo que ha llevado al grave error de preferir a Europa y posponer a Hispanoamérica, quien le abre una potencialidad ilimitada su magro mercado económico y cultural.
Todos los gobiernos post franquistas han renunciado expresamente a la capitalidad de una ecúmene a la que pertenecen y que les pertenece por derecho propio, en nombre de un europeísmo vacío que los terminó transformado en los mendigos de la UE.
En cuanto a la Unión europea, ella se limita desde nuestro punto de vista, en primer lugar al entendimiento entre Alemania y Francia. Pero como Alemania ha tenido y tiene solo tres opciones geopolíticas: 1) su vinculación con Rusia. 2) su ligazón con los Estados Unidos o 3) su entendimiento con Francia (que es la actual). Por lo tanto, no tiene ninguna opción iberoamericana. Es una ecúmene que no le interesa prioritariamente a Alemania. De modo tal que la única vinculación seria y plausible de la UE respecto de Iberoamérica puede venir a través de Francia, que estafada y desengañada de invertir en África sin ningún resultado positivo, invite a invertir a sus socios europeos en América.
(*) buela.alberto@gmail.com
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Re: Hay “otro” bicentenario
Perdón, el vídeo de Buela al que me refería era éste:
http://www.youtube.com/watch?v=4kp73wEPiV8
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Re: Hay “otro” bicentenario
http://blogs.elcomercio.es/antonioescalera/2010/04/28/bolivar-dictador-del-peru/
BOLÍVAR, DICTADOR DEL PERÚ
RSS | Antonio R. Escalera Busto | Miércoles, 28 de abril de 2010 | Sin comentarios | |
El historiador peruano Ricardo Mariátegui Oliva lo expresó así de sucinto:
“Bolívar siempre actuó dubitativamente: proclamó libertad y procedió como absolutista; sostuvo la soberanía del pueblo y trató de destruirla; invocó justicia y la proscribió; dimitió tres veces una autoridad temporal y electiva, procurando, en cambio, una perpetua y hereditaria”
El historiador, también peruano, Herbert Morote autor de un exitoso libro titulado “Bolívar, Libertador y enemigo Nº 1 del Perú” dice:
“… tras independizarnos en solo 15 meses, los 21 siguientes en vez de libertad sufrimos una brutal represión y la amputación de la mitad de nuestro antiguo territorio. Ninguna nación latinoamericana ha pagado tanto por su independencia”
¿Que ocurrió en Perú para que estos historiadores emitan tal opinión de Bolívar? Si este es el dicterio de unos historiadores, podemos imaginar cual es la opinión que quedó en la gente del común. Hablando con unos y otros, en Perú, cada cual tiene su opinión histórica, pero en todos es coincidente el criterio de la trayectoria dictatorial, e incluso tiránica, de quien primero los había emancipado. El 20 de setiembre de 1822 se inaugura el Congreso Constituyente bajo la presidencia del cura Francisco Xavier Luna Pizarro. La mayor parte de los Congresistas eran abogados, 28, curas 26, médicos 8 y solamente 5 militares. El primer día se dedican a establecer la forma de gobierno, por un lado estaba la tesis de San Martín de una monarquía constitucional y por otro la de José Faustino Sánchez Carrión de una república constitucional. Al segundo día del Congreso los diputados se decidieron por la forma republicana compuesta por ciudadanos iguales todos ante la ley. Esta Constitución establece de que el Presidente de la República era elegido, por 4 años, por el Congreso (sin ser necesariamente congresista) a quien se sometía.
Otro dato interesante de esta Constitución es sobre la participación de la sociedad. Las corrientes del pensamiento filosófico-político de la época, no eran partidarias del voto universal, como ya lo había hecho la Constitución de Cádiz de 1812 al eliminar a los pardos y a los indígenas del derecho al voto. Pero la Constitución peruana de 1823 otorga el voto a todos, indígenas incluidos, menos a las mujeres y a los menores de edad.
El 2 de Setiembre de 1823 el Congreso Constituyente Peruano nombra a Bolívar “Suprema Autoridad” y el 11 de Noviembre, un día antes de proclamar la primera Constitución de la República Peruana, el Congreso Constituyente decreta la suspensión de todos los artículos de la Constitución que se opongan a los deseos de Bolívar. No podía tener la Constitución de 1823 menos vida propia, murió el día antes de nacer.
Hasta Marzo de 1824 Bolívar se dedica a la formación del ejército patriota junto con Sucre, Córdoba y Lara, con La Mar al mando de las tropas peruanas. El 6 de Agosto, en Junín, son derrotadas por primera vez las tropas españolas, que serán definitivamente derrotadas en la Pampa de la Quínua, en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Un año y tres meses después de llegar Bolívar se termina el Virreinato del Perú.
Aquí termina, junto con el Virreinato, el Bolívar militar y Libertador sin cuyo genio militar y estratégico la emancipación peruana se hubiese alargado por sabe Dios cuantos años más, si es que acaso hubiese llegado a conseguirse. Pero a la par que termina el Bolívar militar comienza el Bolívar dictador del Perú.
http://2.bp.blogspot.com/_dvxlINOEHU...ar+en+1820.jpg
Simón Bolívar y Palacios
Una vez completada la independencia peruana, Bolívar convoca de nuevo al Congreso Constituyente el 10 de febrero de 1825, al cual asisten 56 de los 79 diputados, la mayoría suplentes, de los cuales 9 era colombianos. Este Congreso nombra a Bolívar “Padre y Salvador de la Patria” y ordena que se erija la estatua ecuestre en la plaza del Congreso, donde está actualmente, así como el pago, como una “pequeña demostración de reconocimiento” de una recompensa al Libertador de 1.000.000 de pesos, cantidad que representaba, más o menos, la tercera parte del presupuesto anual del Perú de la época. Para poder entender la magnitud de esta cifra, estimen que es equivalente al monto total de todas las expropiaciones de tierras, casas, minas y haciendas hechas a todos los españoles que se habían refugiado en el Real Felipe de El Callao. Y este dato proviene de una fuente tan confiable como la del Ministro de Hacienda de Bolívar en 1826. Además de la recompensa en efectivo, que rechazó con poco ánimo varias veces para al final aceptarla “a nombre de su familia” y que fue efectivamente cobrada por sus herederos, el Congreso también le regaló una espada de oro con 1.374 piedras preciosas, diamantes, esmeraldas y rubíes Un Congreso totalmente entregado a los encantos de Bolívar le otorga aún más poder que el militar que ya tenía. Logra para el ejército Grancolombiano, y para él mismo, recompensas desmesuradas, así como le otorga a Bolívar el poder decidir sobre la suerte del Alto Perú y, la casi exacción, de aportar el Perú 6.000 soldados peruanos al ejercito unido de la Gran Colombia.
Satisfechas todas las peticiones de Bolívar, el Congreso Constituyente da por terminadas sus sesiones y a partir de ese momento toda la autoridad de la República recaía en Bolívar. Bolívar gobernará el Perú por tres largos años en los que se le conocieron 11 diferentes gabinetes ministeriales aunque después optó por un solo Ministro o Secretario General de los Negocios de la República, puesto que ocupó en una oportunidad el angostureño Tomás de Heres quien había sido anteriormente expulsado del Perú por San Martín.
El poder ejecutivo lo dejó en manos de un Consejo de Gobierno y le pidió al General La Mar que lo presidiese, pero este se negó causando el disgusto de Bolívar que quería a Sucre en el Alto Perú y a La Mar en el Perú.
Las actuaciones en la sociedad peruana se consideran hoy totalmente equivocadas en algunas de ellas, tal vez por desconocimiento de la realidad social del Perú. La sociedad Peruana de comienzos del XIX era muy diferente de la de Venezuela, que Bolívar conocía tan bien. En esa época, la clase baja peruana tenía un componente indígena puro muchísimo más importante que en Venezuela donde la clase baja estaba conformada por pardos y esclavos. En Perú existía una grandísima población indígena, no totalmente integrada a la cultura e idiosincrasia hispana, y que mantenía mucha de su cultura ancestral, la quechua y la aymara. Este estamento social no era, ni bien comprendido, ni bien aceptado por Bolívar. El eminente historiador John Lynch en su biografía de Bolívar nos refiere:
“Los indígenas del Perú, a diferencia de los pardos y los negros, no ocupaban un lugar central en las preocupaciones de Bolívar “
Sabemos que Bolívar, por sus correspondencias, emitía juicios racistas como este contenido en la carta que desde Pativilca le envía a Francisco de Paula Santander el 9 de enero de 1824:
“Yo creo que he dicho a usted antes de ahora que los quiteños son los peores colombianos. El hecho es que siempre lo he pensado, y que se necesita un vigor triple allí que el que se emplearía en otra parte. Los Venezolanos son unos santos en comparación de esos malvados. Los quiteños y los peruanos son la misma cosa; viciosos hasta la infamia y bajos hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios y los indios son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio de moral que los guíe. Los Guayaquileños son mil veces mejores”
Este tipo de expresiones contrasta con el decreto de San Martin del 27 de agosto de 1821 en que se prohibía el uso de palabras como “aborigen”, “indio” o “natural” y ordenaba que, solamente, se usase para ellos el nombre de “peruanos”.
En Abril de 1825, Bolívar, en uso de sus plenos poderes, dispone la anulación de la emancipación de los esclavos que había decretado San Martín y legisla un punitivo reglamento de trabajo y de castigos en las haciendas del Perú.
No obstante, Bolívar, el 4 de julio de 1825 emite un decreto proclamando:
1º Que la igualdad entre todos los ciudadanos es la base de la Constitución de la República.
2º Que esa igualdad es incompatible con el servicio personal que se ha exigido por la fuerza a los naturales indígenas y con las exacciones y malos tratamientos que por su estado miserable han sufrido estos en todos tiempos por parte de los jefes civiles, curas, caciques y aún hacendados.
Sin embargo, el 11 de agosto de 1826, Bolívar implanta de nuevo el tributo del indígena, que ya había sido eliminado por los españoles a raíz de la Constitución de 1812, aunque después recuperado por el Fernando VII absolutista y definitivamente derogado por San Martín el 27 de agosto de 1821.
Algunos autores defienden el decreto de Bolívar por la justificación de proveer recursos a un Estado casi en estado de insolvencia. Que el Estado estaba casi en quiebra es cierto, pero no justifica que se recurriese a un tributo solo por la raza y no por la cuantía de la riqueza del ciudadano. Estos tributos indígenas llegaron a representar el 35% del presupuesto de la República.
Curiosamente este tributo durará hasta el año 1852 cuando la República, en cuya presidencia estaba Ramón Castilla y Marquesado, se vio beneficiada por las nuevas exportaciones del guano. Por las mismas fechas es abolida definitivamente la esclavitud.
A pesar de eso, el ejercito Grancolombiano se vio reforzado con gran número de indígenas del Ecuador y del Perú. Las primeras tropas peruanas para el ejército unido son aportadas después de la conferencia de Guayaquil. Después, un nuevo pedido de tropas al Libertador, por parte del primer Presidente de la República del Perú, tras la salida de San Martín, José de la Riva Agüero, ante el ataque de los realistas a Lima, Bolívar concede las tropas pero bajo la condición de que todas las bajas del ejército grancolombiano fuesen suplidas por peruanos.
Esta condición de auxilio fue un gran fraude pues se le exigió al Perú que se supliesen les bajas del ejercito grancolombiano no solo por muerte en acciones de guerra, sino por cualquier otro motivo, enfermedad e incluso deserción. Y la mayor parte de las bajas fue por deserción ya que, en un solo mes, llegaron a contarse cerca de 3.000 deserciones, mientras que en batalla, entre las batallas de Junín y de Ayacucho, apenas se perdieron 345 muertos y 699 heridos.
Se supone que entre 5.000 y 6.500 peruanos fueron desplazados hacia Colombia y Venezuela por causa de este tratado, y vagaron por el norte de Sudamérica hasta mediados del siglo XIX. Hoy se piensa que el traslado de estos reemplazos al norte era para la defensa de la Gran Colombia que ya enfrentaba sus primeros problemas internos.
Podemos leer, en muchas correspondencias de Bolívar de 1825, las órdenes para llevar estos reemplazos peruanos a Panamá, Venezuela y Colombia y la discreción que pedía a sus jefes para que la tropa no supiese hacia donde iba por el temor de que desertasen. Muchos de estos soldados, procedentes de la sierra peruana se vieron desplazados a las cálidas tierras tropicales de Colombia y Venezuela donde padecieron todo tipo de penalidades. Todo esto era conocido en el alto gobierno peruano por lo que el Presidente, Jose Domingo La Mar Cortázar, inició reclamaciones para la repatriación de estas tropas, labor que no se lograría completa hasta tan tarde como 1857.
Todas las campañas de guerra en el Perú fueron pagadas con tributos y con ventas de tierras del estado, en muchos de los casos hasta por un tercio de su verdadero valor, con lo que la primera gran reforma agraria devino en el acrecentamiento de nuevos latifundios. De este venta indiscriminada de tierras solo se salvaron las tierras confiscadas a los españoles y que estaban laboradas por indígenas “yanaconas” (yanaconas eran los esclavos de los incas y después los que ejercían la servidumbre a los españoles)
En otro orden de ideas suele considerarse a Bolívar el propulsor de una Ley de Imprenta. Si bien la Ley contenía importantes logros en libertad de expresión, no es menos cierto que esta Ley nunca funcionó y que Bolívar fue un celoso defensor de su imagen que lo llevaba al irrespeto no disimulado de las formas, cuando no de los fondos, y que, al mejor entendimiento de lo que ocurre actualmente en estas tierras de su heredad, se permitía escribir cosas como esta que aparece en una carta de Bolívar a Tomás de Heres:
“…bueno sería dar un artículo en la Gaceta de Gobierno combatiendo a “El Sol” a nombre de un colombiano, diciendo que los colombianos no quieren estar más tiempo sin mí; y que los señores argentinos se pueden componer como quieran sin mí, puesto que son tan ingratos, y que el Libertador no debe meterse en nada tocante a Río de la Plata. Haga Vd. que el general Salom dé el artículo para que lo firme un oficial como Alzuru….el artículo debe decir todo con moderación y gracia, a fin de que pueda entrar en la Gaceta como remitido por un colombiano”
Y para más seguridad de que los comentarios fuesen siempre halagadores, Bolívar decide fundar un periódico, El Observador de Lima, eso si, con los dineros del estado. Parece que el ejemplo de Bolívar aún permanece en nuestros días.
De la España Virreinal la República hereda las minas del Perú, que en el antiguo régimen eran propiedad del Rey quien las cedía en usufructo a españoles o criollos que diesen garantías de una explotación eficiente y de que se preservase el pago del quinto real. Para asegurarse de todo esto el Rey autorizaba el uso de las “mitas” (mita en quechua significa turno de trabajo) que era el trabajo obligatorio de los indígenas por una tercera parte del año.
Bolívar, en vez de considerar que lo que está debajo de la tierra es de los peruanos y promover la explotación por parte de ellos, adopta la misma práctica española y ahora las minas son propiedad de la República, y en consecuencia, a disposición de quien mande en la República, a su bien parecer. Bolívar entrega las minas peruanas a los ingleses, haciendo valer los ofrecimientos que ya había hecho en la Carta de Jamaica:
“Los montes de la Nueva Granada son de oro y plata, un corto número de mineralogistas explorarían más minas que las de Perú y Nueva España;
¡Que inmensas esperanzas presenta esta pequeña parte del Nuevo Mundo a la industria británica!”
Las concesiones de estas minas estuvieron llenas de maniobras, ardides y corrupción en modos y maneras que nada desdice de las que aún siguen ocurriendo en nuestras repúblicas modernas. El propio Bolívar propició los proyectos de la compañía británica Cochrane, la misma compañía arrendataria de sus minas del Valle de Aroa y a quien en 1825 proponía la venta de Aroa, una propiedad de 260 mil hectáreas. Cuando esto trataba Bolívar, con John Dundas Cochrane, no sabía el pobre inglés que la propiedad de las minas de Aroa aún estaba en litigio con los señores Lazo y Estévez.
Dentro del Perú comenzó la oposición a Bolívar encabezada por el arequipeño Francisco Xavier Luna Pizarro, quien había sido primer Presidente del Congreso Constituyente y quien apoyó a La Mar para Presidente de la República. Bolívar intenta por todos los medios que Luna Pizarro no esté en el Congreso y así escribe una carta al prefecto de Arequipa, general La Fuente:
” ¡Qué malditos diputados ha mandado Arequipa!
…Si Vd. Ama a su patria debería empeñarse en que varíe esta maldita diputación. Luna Pizarro engañó a Rivera Agüero, Luna Pizarro echó a Monteagudo y a San Martín, Luna Pizarro perdió a la Junta de Gobierno, por culpa de Luna Pizarro entró Torre-Tagle, por Luna Pizarro se perdió el Perú eternamente y por Luna Pizarro se volverá a perder, pues tales son sus intenciones”
Con diputados tan poco proclives a Bolívar, Bolívar consigue que el propio Congreso General, por él convocado, suspenda sus funciones y entre en receso.
Arequipa no le era favorable al Libertador. En una carta que Bolívar le dirigió a Hipólito Unanue, eminente catedrático de anatomía de la Universidad San Marcos de Lima y Ministro de Hacienda en el gobierno de Bolívar, asevera:
“Arequipa está llena de godos y de egoístas: aseguro a Vd. que con toda prevención favorable que les tenía, no me han gustado. Es el pueblo que menos ha sufrido por la patria y el que menos la quiere”
Al no poder el gobierno eliminar a los diputados de oposición, entonces recurre a invalidar los poderes de los diputados de Cusco, Lima y Arequipa. De todos modos la mayoría bolivariana termina por anular el Congreso. Por esas mismas fechas el gobierno le retira a los municipios el derecho de elegir a sus autoridades centralizando el poder de decisión en el propio gobierno. Después de eso el gobierno decreta que los prefectos convoquen a los Colegios Electorales de las provincias y que aprueben directamente la Constitución Vitalicia y el nombramiento de Bolívar como Presidente Vitalicio
En Lima crecía el descontento contra Bolívar y Bolívar veía conspiradores por todas partes, entre los supuestos conspiradores padecieron persecución el general Mariano Necochea, a pesar de haber luchado por la Independencia de Argentina, Chile y Perú. El no ser colombiano fue el gran baldón que hizo que fuese expulsado del Perú. Antes de irse devolvió las condecoraciones al gobierno de Bolívar pues del Perú solo quería llevarse “las heridas de guerra”.
Otro perseguido fue el General Guisse, un militar con una larga tradición que lo lleva desde servir a las órdenes del almirante Nelson hasta servir a las órdenes de San Martín como contraalmirante de la escuadra peruana. Héroe de muchas batallas, participó en el sitio de El Callao. Con unas acusaciones falsas es detenido en Guayaquil. Bolívar ordena remitirlo, por tierra, a Lima para ser juzgado. Cuando iba a mitad de camino Bolívar ordena regresarlo a Cuenca, en Ecuador, así lo mantenía lejos de Lima y del contacto con el resto de los disidentes. 17 meses después de ser apresado comenzó su juicio bajo Consejo de Guerra. Este Consejo de Guerra, después de que Bolívar pierde el poder en Perú en 1827, lo declara inocente. Guisse moriría al año siguiente luchando en Guayaquil contra las fuerzas de Bolívar.
Juan Félix de Berindoaga y Palomares, vizconde de San Donás, había sido ministro de Torre-Tagle a quien siguió al refugiarse en el Real Felipe de El Callao. Apresado cuando escapaba de las malas condiciones de vida existentes en el Real Felipe, es juzgado por haber negociado secretamente la entrega del Perú a los españoles mientras fue Ministro de Guerra, y condenado a muerte y ejecutado en la Plaza de Armas de Lima, a pesar de las solicitudes que se le hicieron a Bolívar de conmutación de la pena. Al día siguiente Bolívar organizó, en su residencia de la Magdalena, una gran fiesta con numerosos invitados. Bolívar le había cobrado, al parecer, que Berindoaga hubiese firmado, junto con otras personas de Lima, un escrito de rechazo a la dictadura del Libertador.
Otros nombres se unirán a estos, cada uno con su historia de oposición o conspiración, nombres como Bernardo Monteagudo, Hipólito Unanue, Manuel Lorenzo de Vidaurre, Jose María Pando y Jose Faustino Sánchez Carrión.
En Setiembre de 1826 Bolívar enfrenta problemas internos en la Gran Colombia, la delicada unión está por romperse en tantos pedazos como intereses hay en las naciones que la componen. El sueño de Bolívar está a punto de estallar y Bolívar se dirige hacia Colombia a bordo del bergantín “Congreso” mientras deja en el Perú un Consejo de Gobierno encargado de llevar adelante la imposición de la Constitución Vitalicia. Aquí comienza el principio del fin que acabará en la casa de un español en Santa Marta un triste día, el 17 de diciembre de 1830
El último bastión inexpugnable, contra la Constitución Vitalicia, fue la Corte Suprema de Justicia donde se logró que los magistrados no aprobasen la Constitución Vitalicia. Ante este hecho Bolívar presiona al Cabildo de Lima para que declare la validez de las actas de los Colegios Electorales. Esta misma presión la ejerce el gobierno contra todas las autoridades Limeñas, civiles, militares e incluso eclesiásticas para que todos juren fidelidad a la Constitución y Presidente Vitalicio.
Las tropas de Lima se sublevan el 26 de Enero de 1827, cae el Consejo de Gobierno dejado por Bolívar y ante el descontento general y de conformidad con la solicitud presentada por el pueblo de Lima, el Presidente del Consejo de Gobierno, Andrés Santa Cruz Villavicencio, convocó el 27 de enero de 1827, un Congreso Constituyente Extraordinario, desconociendo de facto la Constitución Vitalicia de Bolívar y se convocan unas nuevas elecciones para la presidencia de la República. La dictadura de Bolívar había concluido.
de la Santísima Trinidad
Bolívar y Palacios
(Caracas 1783, Santa Marta 1830)
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
.: EL PLAN MAITLAND. LA AVANZADA BRITANICA CON SUS AGENTES, PARA LA INDEPENDENCIA DE LA AMERICA ESPAÑOLA.
EL PLAN MAITLAND
(Una forma discreta de llorar en silencio)
Aparece un Plan Estratégico que suena conocido
En la acción táctica de cruzar la Cordillera de los Andes, como parte de la campaña que va de 1817 a 1821, el General José de San Martín puso en marcha, al llevarlo a la práctica, un plan estratégico que guarda sorprendentes analogías con otro que fuera concebido en Inglaterra, y presentado a consideración de Su Graciosa Majestad a principios de 1801. Aunque personalmente me inclino a pensar, por algunas evidencias, que el año exacto de su compendio, redacción y revisión pudo estar comprendido entre mediados de 1799 y febrero de 1801.
Este Plan Estratégico inglés habría sido concebido y escrito por el Mayor General Sir Thomas Maitland (1759-1824), y entregado a Henry Dundas (desde 1804 Primer Lord del Almirantazgo como Lord Melville), que entonces se desempeñaba como Secretario de Guerra en el primer gobierno de William Pitt (hasta 1801), llamado El Joven (1759 – 1806), durante el reinado de Jorge III (de 1760 a 1820), Rey de Gran Bretaña e Irlanda. Con anterioridad había sido secretario de su padre, Pitt (1708-1778), El Viejo (Lord Chatham), quien fuera Primer Ministro de los reyes Jorge II y Jorge III.
El hallazgo del Plan Maitland como documento
“Yo tuve la suerte –dice el doctor Rodolfo H. Terragno-, de encontrar una copia original del Plan Maitland en Edimburgo, a principios de 1981, mientras realizaba una investigación en archivos escoceses. El objetivo de esa investigación era obtener datos sobre James Duff, Cuarto Conde de Fife, y otros posibles contactos de San Martín” (R. H. Terragno, Las fuentes secretas del Plan Libertador de San Martín, publicado en la Revista Todo es Historia, Nro. 231, Buenos Aires, agosto de 1986).
El hallazgo de Terragno consistió en 47 hojas manuscritas por el propio Maitland, sin fecha ni destino, así como ninguna indicación de que tal documento fuera presentado ante el gobierno británico. Algún empleado del museo, al organizar los papeles de Maitland, habría registrado el documento bajo el título de Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y Quito.
Más adelante dice este historiador, que “en la traducción del Plan Maitland, escrito en inglés de hace casi dos siglos, he procurado ser lo más literal posible, absteniéndome de toda modernización o simplificación de estilo.” Pues bien: así lo haré también. Lo delicado de este asunto así lo exige, a fin de que nadie sospeche que detrás de mí hay una mala intención respecto de este benemérito de la Patria.
“Muchos oficiales escoceses estuvieron envueltos durante el Siglo XIX –sigue Terragno en su exposición- en planes para atacar a España o ayudar a las colonias en sus luchas por la independencia.” Sin desmerecer ni criticar a nadie, creo firmemente que lo dicho por el doctor Terragno es el exoesqueleto de lo que dijeron querían hacer los ingleses y su pléyade de amigos con la América Española; y el endoesqueleto resultó ser que, en realidad, se la querían merendar (“dominación indirecta” como la llamó Castlereagh, Ministro de Guerra, en septiembre de 1807), tal cual ocurrió finalmente de 1826 (empréstito con la Baring Brothers del que se recibió 1/4 del total -1/8 en metálico y 1/8 en papeles negociables-, y se pagó cuatro veces en efectivo, finalizando en 1905), hasta el 2007 con el establecimiento del Nuevo Virreinato del Río de la Plata desde 1955, con Islas Malvinas incluidas (1833 y 1982) que, procezoica y deliberadamente, se perdieron, a mi leal entender, para siempre.
Preocupado el entonces presidente de los EE. UU (de 1821 a 1825), James Monroe (1758-1831), por las rápidas acciones lanzadas por el Ministro de Asuntos Exteriores (1823) de Inglaterra, George Canning (1771-1827) sobre los despojos del antiguo Imperio Español, reconoció también a las jóvenes repúblicas americanas como habían hecho los ingleses, y proclamó la famosa Doctrina Monroe (1823), que en extrema síntesis dice: América (del Norte) e Hispanoamérica (Africa Blanca) para los Americanos (los EE.UU.); y Europa y África (Negra) para Inglaterra. Es decir: pide subrepticiamente que se respete lo acordado y proclamado después de la derrota de Napoleón en Waterloo (1815) y el fin del Imperio de los Cien Días. Monroe no practicaba el arte declamatorio; era un viejo expansionista: en 1803 fue el motor de la compra de Luisiana y poco después de la compra de la Florida (1818).
Y así, por decreto, sin que suene un tiro, incorporó hasta la fecha a Hispanoamérica (Africa Blanca) al patrimonio de la Gran Nación de Norte. Tampoco por esto hubo rebuzno alguno. No por allende ni por aquende los mares y tierras. Menos aquí, que teníamos la inconmensurable suerte de contar con Rivadavia al frente de los directoriales y una buena caterva de adictos, que son los que fusilarían al Coronel Borrego cuando les descubrió este chanchullo y el que habían armado con el Banco de la Provincia.
El lugar de donde todos salen y a donde todos vuelven
Respecto a los oficiales escoceses, puedo decir que muchos fueron amistades de San Martín en España primero y en Inglaterra después. No es una casualidad que, cuando el prócer elige el camino del ostracismo voluntario, volviese a Londres de donde había salido 12 años atrás, cumpliendo así la ley que dice que todo libertador que se precie de tal debe salir de Inglaterra y luego regresar a ella. Desde Carlos Marx hasta Gandhi y el Ayatollah Komeini cumplieron con esta premisa; sin contar al General Pinochet y a su supuesta antítesis progre Michelle Bachelet (la casaron con un comunista alemán residente en Londres y la mandaron a Berlín del Este, váyase a saber con qué misión), los que, cuando las papas quemaban, también regresaron a Londres donde fueron recibidos y cobijados maternalmente (por las mamás Elisabeth II y doña Margaret Thatcher).
Y hablando de papas quemantes, Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, antes de venir a consolarnos por la guerra de Malvinas, primero pasó por la Patronal, Inglaterra. Dicen que ésta fue una visita programada con mucha anterioridad y por ello inevitable. Se intentaba hacer un acercamiento con la Iglesia Anglicana. No sé. Porque las visitas, ante tal o cual eventualidad, se pueden suspender o posponer, y más a esos niveles estratosféricos de las relaciones pastorales, ¿o no? Es que el Banco Ambrosiano (el Banco de los Curas), Roberto Calvi (il Cavalieri) que apareció colgado por el cuello debajo del puente londinense de Los Hermanos Negros el 18 de junio de 1892 (dejándole al Ambrosiano un agujero de 8.300 millones de dólares), la Propaganda Due (cuyo tesorero era Calvi y Licio Gelli su Gran Maestre), y otras cosillas tiran más que una yunta de bueyes con la mancera bien cinchada al cogote y cornamenta.
Armado de mucha paciencia y tomado de la mano de los españoles Modesto Lafuente (Historia General de España, Tomo XLVI, Cap. XXIV, pp. 7222 en adelante, Ed. Correo Español, Bs. As. 1889), y de Carlos Mendoza (Las Batallas del Siglo XIX, Tomo I, Cap. VI, pp. 117 y ss.; y Cap. VIII, pp. 146 y ss., Ed. Artístico Literaria, Barcelona); y siguiendo a los argentinos Bartolomé Mitre y a Pacífico Otero, los mayores biógrafos sanmartinianos, he frecuentado las campañas militares en las que participó San Martín en la Guerra de la Independencia española (de mayo de 1808 a fines de 1814). Aunque sabemos que la última acción de San Martín en España fue en el segundo sitio a Badajoz, a órdenes de William Carr Beresford, retirándose inmediatamente el 14 de septiembre de 1811 en un buque de guerra inglés, por la vía Cádiz-Gibraltar-Lisboa-Londres.
De este estudio minucioso, detenido, surge que, necesariamente San Martín debió conocer en España al siguiente personal militar inglés que había participado en las invasiones de Buenos Aires: Brigadires Generales Auchmuty, Lumley y Cortty; Generales Acheson, Baird, Crawford y Beresford; Mayores Generales Lewisson Gower, Duckworth y Fergusson; Almirante Murray; Contra Almirante Sterling; Coroneles Bourke, Browne, Mahon, Munay, Trent, Nightingale y Lloyd; Tenientes Coroneles Pack, Dilkes, Deane, Gill, Guard, Paget, Poham, Boutler, Torrents, Backhouse, Bradford y Kington; Mayores Campbell, Guardner, Whittingham,Turner, Trotter, Nugent, Miller, Fucker, Gardner, Travers y Forbes; Capitanes Stirling, Howker, Jackson, Watsson, Dickson,Carmichael, Wilgress, Donell, Pallmer, Donnelly, Fraser, Douglas, Patrik, Clinton, Campbell, Broke, Brown y Arburthnot; Tenientes Mahon, McDonald, L’Estrange y Evans. Lógicamente en España estos fueron ascendiendo por antigüedad o méritos de guerra, como Pack, el perjuro, a General. Otros se murieron. Desde luego que tampoco son todos. Este puñado hombres son los que cumplen la doble condición de haber estado en Buenos Aires y en España, con diferencia de 1 ó 2 años entre un punto y el otro, y necesariamente debieron frecuentar a San Martín.
En cuanto a las unidades militares que pasaron completas del Río de la Plata a España (vía Bahía de Mondego, Portugal) al mando del General Arthur Wellesley, después Duque de Wellington (1769-1852) fueron: el RI 71°; R 9° de Tenientes Dragones; Brigada de Artillería; RI 36°; RI 38°; RI 47°; RI 54°; R 20° de Dragones; RI 88°; RI 89°; RI 95°; RI 40°; RI 87°; R 17° de Dragones; RI 5°; RI 36°; RI 45°; R 6° y R 21° de Dragones R 6° de Guardias Dragones, sin contar 3 Compañías de Artillería; una Compañía de Carabineros; 4 compañías de Granaderos, un Batallón Ligero; 3 Compañías del Cuerpo de Carabineros; el Cuerpo de Santa Elena; 4 compañías de Artillería y un Cuerpo de Reclutas para los relevos. Todas ellas debieron ser unidades conocidas por San Martín en diferentes momentos, aunque no sabemos si revistó en alguna de ellas, lo que me parece improbable. También estas unidades cumplen la doble condición a la que me referí en el párrafo anterior.
Sir Thomas Maitland y sus conexiones políticas
Maitland fue un oficial naval, escocés como la gran mayoría de sus vinculaciones, miembro del Parlamento y compañero de George Canning en aquella Cámara. Así como él también, integrante de la Junta de Contralor (poderoso organismo del ente paraestatal llamado Compañía de las Indias Orientales. Digamos una organización que, por una parte fueron los herederos legítimos de filibusteros a lo Cook, Cavendish o Morgan; y por la otra, revestidos con rasgos más o menos civilizados al uso de un Cuartel General o de un Estado Mayor; como herramienta para todos aquellos que planeaban nuevas conquistas, no sólo en la India, sino también en el Caribe y en Sudamérica).
Maitlan junto con Canning fueron Consejeros Privados de la Corona (a partir del 8 de abril de 1807). A Canning se le decía entonces “el heredero de Dundas”, ¿cómo lo llamarían a Maitland? Posteriormente Canning fue Canciller entre 1807 y 1809 por recomendación de Wellesley (hermano del que entonces ya estaba en Portugal).
En 1783 William Pitt, segundo hijo de quien fuera Jefe de Gabinete de los reyes Jorge II y Jorge III, es nombrado Primer Ministro y Ministro de Finanzas. Su gobierno, que duraría 17 años, se iniciaba cuando el no tenía 25. Once años después, en 1794, desdobla un ministerio, colocando al Duque de Pórtland como Secretario de Estado de Interior, y lo separa de los negocios de la guerra que conserva Henry Dundas, Secretario de Guerra desde la asunción de Pitt. En este contexto del poder aparece Maitland vinculado a Dundas, “el más firme promotor de acciones británicas en Hispanoamérica”, y gracias a él tiene acceso directo a Pitt. Porque Dundas, un escocés muy hábil políticamente, fue la sombra de Pitt y viceversa.
Maitland también estaba vinculado, a través de Dundas, a Sir John Coxe Hippisley, otro miembro del Parlamento y oficial del ejército de la Compañía de Indias Orientales. Hippisley era un buen conocedor de todos los temas sobre una posible acción militar en Hispanoamérica, porque había participado de las reuniones celebradas por Dundas con este motivo. Y ha participado en ellas en calidad de asesor, porque había reunido abundante información de fuentes insospechadas.
Hippisley vivió muchos años en Roma donde hacía tareas de espionaje para el gobierno británico, y fue allí donde obtuvo “información sobre los modos de atacar las colonias españolas”, todo lo cual paso a referir y analizar a continuación.
Los Jesuitas: una fuente de información insospechada
El ministro portugués Sebastián José Carvalho y Mello (1699-1782), Marqués de Pombal, hombre tenebroso, ampliamente vinculado a la masonería, a los iluminados y por ellos a los ingleses (desde el Tratado de Methuen, 1703, Portugal había pasado a ser una colonia inglesa, so pretexto de un tratado económico), durante el reinado de José I, expulsó a los Padres Jesuitas de los dominios lusitanos en América en 1758, y un año después lo fueron de Portugal con la expropiación de todos sus bienes. Reinando Luis XV fueron expulsados de Francia en 1764 como resultado de las presiones de Choiseul, los jansenistas, los “filósofos” y los “iluminados” (todos ellos con decidido apoyo real: Luis XV es el sembrador de lo que cosecharán los franceses con su Revolución). Lo mismo haría España con la Pragmática de Carlos III de fecha 27 de febrero de 1767, culpándolos del Motín de Esquilache y de otros actos panfletarios y subversivos que, hasta el día de la fecha, siguen siendo imposibles de verificar. Meses después lo fueron de Nápoles y en 1768 se reproduciría este caso en Parma.
Sin embargo los países citados no quedaron conformes con estas medidas, y pidieron a Clemente XIII (Carlos Rezzonico, Papa de 1758 a 1769), la disolución de Compañía de Jesús del Santo Iñigo de Loyola. Pero la obtuvieron de Clemente XIV (Juan Antonio Vicente Canganelli, Papa de 1769 a 1774), quien promulgó el breve Dominus et Redemptor (1773), que en sí constituye una rareza: nunca fue publicado, pero se llevó a cabo puntualmente.
No comentaré el golpe terrible que el Borbón Carlos III y su Ministro Aranda le asestaron a nuestra patria con el injusto extrañamiento de los Padres Jesuitas. La expulsión de los Jesuitas significó, andando el tiempo, la pérdida de todo el actual Río Grande del Sur por el fallo de un presidente norteamericano (Memoria de Gonzalo de Doblas y Relación Geográfica de don Diego de Alvear). No le alcanzó a España con desatar las Guerras Guaraníticas de las que también culpó a los religiosos de la Compañía. Como no le había alcanzado el mantenernos por cientos de años en la condición de arrabal orillero del Imperio Español, agravado luego con el mote borbónico de Colonias. Con ellos y por ellos dejamos de ser parte de España como fuimos con los Austria, y pasábamos a ser una dependencia de servicio.
La dureza de aquella expulsión, es la que no se vio por parte de la Corona Española con los prisioneros ingleses en 1806 y 1807, ni con los contrabandistas, usureros y portugueses que sacaban la plata del Potosí para enviarla a Inglaterra. Y tan violenta fue, que hubo casos en que no los dejaron tomar sus pertenencias ni sus medicinas. Entre los expulsos había muchos Padres que eran ancianos y otros enfermos: la mayoría de estos moriría en alta mar. Para septiembre de 1767 se los despachó, desde la islita que hace actualmente el Riachuelo en la Vuelta de Rocha, una versión antigua de un campo de concentración, con rumbo a Cádiz, y llegaron los sobrevivientes a esta ciudad (ya constituida en un verdadero lupanar) a principios de 1768. Pero allí habrían de enterarse de una nueva y, enseguida, se produciría un milagro.
El confesionario
La nueva fue que el clemente Papa Clemente XIV no los quería en Roma. Advertidos los demás puertos del Mediterráneo de esta piadosa decisión del Sumo Pontífice, ellos también se negaron a recibir a los sacerdotes. De manera que las embarcaciones salidas de Cádiz, no pudieron hacer arribada en la costa italiana ni en sus adyacentes, por lo que quedaron boyando a la deriva. Allí murió más de la mitad de los embarcados de hambre, sed y pestilencias que se desataron por el hacinamiento. Pero estos ya no eran viejos o enfermos. Eran hombres sanos con meses de martirio sobre sus espaldas. No conozco que la Iglesia haya hecho santo a alguno de ellos por este martirio propinado por los propios cristianos.
El milagro fue que, a pesar de la prohibición existente en Cádiz de no dejar desembarcar a los sacerdotes y de que nadie tomase contacto con ellos como infectocontagiosos en cuarentena, más de la mitad de los expatriados desaparecieron mezclados con las brumas matinales de la marina. Fueron los ingleses instalados en Gibraltar los que se llevaron, con chalupas y bateles por el agua, a esta preciosa carga humana. No sería extraño que también lo hayan hecho por tierra con la ayuda española. De allí los cargaron a barcos de guerra y mercantes transportándolos a Londres en el mayor secreto. De esta manera Su Graciosa Majestad y el Almirantazgo se juntó con centenares de informantes de primera categoría. Hombres que habían estado en la América Española entre 10 y 40 años, sirviendo a la Fe y al Rey, contra quienes ahora tenían un gran resentimiento por haberlos hecho víctimas de una injusticia.
Los Jesuitas eran conocedores del clima Hispanoamericano; estudiosos de su flora, su fauna e hidrografía; de los idiomas que hablaban los naturales de aquellas regiones y de sus idiosincrasias; de su historia, cosmogonía y teogonía; de caminos, pasos, sendas, montes, llanos, quebradas y sierras; muchos de ellos eran astrónomos y cartógrafos. Inglaterra sin ningún esfuerzo se juntó con este regalo de España que en aquel momento fue invalorable. Para evitar los siempre pesados e inoportunos interrogatorios que predisponen mal al expositor, seguramente los británicos les pidieron a los Padres que redactasen un informe con toda libertad, recluyéndolos en monasterios, abadías y casas de campo. Pienso que de allí debieron salir Descripción de la Patagonía del Padre Tomás Falkner (que además era británico nacido en Manchester, según nos contaba don José Luis Molinari; la obra se encuentra incorporada a la Colección de don Pedro de Angelis y fue publicada en Buenos Aires en 1835), y Hacia allá y para acá del Padre Florián Paucke (que era de Silesia, cuando ésta formaba parte de la Prusia de Federico II; obra que fue traducida y comentada íntegramente por el abnegado Edmundo Wernicke, y editada por la Universidad Nacional de Tucumán en cuatro tomos).
Pero sin duda la obra que nos orienta sobre lo que debieron haber sido aquellos testimonios de los deportados, es la de Falkner, que fue traducida al castellano por Manuel Machón, un oficial español destinado en Londres. La imbecilidad de los Borbones prohibió la circulación de esta obra en España, lo que carece de sentido porque, si bien se tenían recelos de la divulgación de las noticias sobre los puntos vulnerables de las colonias, de nada servía el ocultarlas en la península, mientras que circulaban libremente por el resto del mundo. Un mundo que, justamente quería arrebatarle las colonias a España.
Decía don Diego Luis Molinari (Orígenes de las fronteras) “que la versión (de Falkner) dada a conocer en 1774, era la fuente de inspiración para numerosos aventureros al servicio de la corona inglesa”. Y don Andrés M. Carretero agrega (Colección de Obras y Documentos) “que las alusiones referentes a las posibilidades de ocupación no escaparon a la percepción de los primeros ministros ni de los estrategas de la política exterior británica pues numerosos planes de expansión tenían como objetivo secundario o principal la ocupación de la Patagonia en su totalidad o en alguna parcialidad.”
En cambio don Pedro de Angelis en el prólogo de la edición de 1835 es muy duro con Falkner: “Sean cuales fueron los motivos de disgusto que tenga un extranjero (de Angelis también lo era) contra el país que le acoge –dice-, nunca debe conspirar contra él, ni proporcionar armas a los que aspiran a invadirlo o usurparlo; y tal fue el objeto que se propuso Falkner al emprender la descripción de la Patagonia.” Y sinceramente creo que don Pedro, el publicista de don Juan Manuel, en esto tenía razón: si se toma la obra de Falkner y las invasiones inglesas de 1806 y 1807, se verá con sorpresa, que los invasores siguieron los caminos descriptos por él. De manera que el odio a España, a la que había servido 40 años, se tradujo en un odio hacia nosotros que no teníamos nada que ver. Más aún: contra un pueblo que lloró la partida de los Padres Jesuitas y que él sabía porque los vio llorar.
Los Padres Jesuitas se desparraman y los ingleses se aprovechan
Conjeturo que por 1780, o quizá un poco antes, la mayoría de aquellos Padres Jesuitas cobijado por los ingleses se habían repatriado. Al parecer el conjunto optó por regresar, cada uno, a su tierra natal (por ejemplo: Falkner murió en Worcester desempeñándose como capellán y algo parecido ocurrió con Paucke en su pueblo de la Silesia, el Slansk de los polacos). En 1774 había muerto el Papa Clemente XIV y asumió Pío VI (Juan Angel Braschi, Papa de 1774 a 1799), pero en estos 25 años de papado murieron Luis XV en 1774; Pombal en 1782; Choiseul 1785; Carlos III en 1788; etc. Es decir: todos los acérrimos enemigos de los Jesuitas fueron desapareciendo secados por la Parca inclemente, y ello permitió que, indulgente, el Papa Pío VI, permitiese el regreso subrepticio de algunos Jesuitas a Roma y, en otros casos, el mismo Papa, sabiéndolos hombres sabios y valiosos, los mandó a llamar para integrarlos a su elenco de notables.
Como ya he dicho Sir John Coxe Hippisley vivió muchos años en Roma haciendo tareas de espionaje. Allí obtuvo información proporcionada por los jesuitas expulsados de España y otras posesiones de ultramar y regresados o confinados en territorio Vaticano. Entre estos sacerdotes exiliados, los más conspicuos conspiradores contra España (posiblemente pasados previamente por Londres), eran Juan José Godoy y Juan Pablo Viscardo. Pero Godoy era mendocino, junto con los jesuitas Miguel, Javier y Bernardo Allende.
Hippisley “debió recibir de ellos información muy precisa –apunta Terragno-, acerca de Cuyo, incluyendo detalles sobre los pasos cordilleranos que unían Mendoza con Chile”. Tal vez sea esto lo que influyo decisivamente sobre Maitland para que considerara a Mendoza como “la indudablemente indicada”.
En 1800 Hippisley escribió un memorial para Dundas sugiriéndole una rápida acción sobre las colonias españolas. Pero, antes de ello, extendió una copia del memorial a Maitland, ya embebido éste de todo aquel fárrago de documentación disponible, y enfrascado en la confección de un plan militar.
Maitland, que seguramente ya tendría algunos borradores sobre este asunto, confeccionó un Plan Tentativo o Esquemático, agregando la información provista por Hippisley. Lo que no se ha dicho es si, con estas informaciones a la mano, Maitland, un andariego incansable, no vino hasta la Rivière de la Plate, como él llama en su Plan al Río de la Plata o Buenos Aires, para constatar en el terreno la posibilidad cierta de ejecutar la maniobra estratégica. Aunque también pudo entrar por Chile o el Perú. O bien trabajar con los espías de Inglaterra diseminados, como ahora, por todo el Virreinato, sacando luego la información vía de algún puerto brasilero. Esto no está escrito en ningún lado y es imposible de verificar.
Y digo esto, porque me cuesta creer que Maitland, teniendo tan valiosa documentación de primera mano, estuviera 20 años sin mover el asunto (de 1780 a 1800 aproximadamente). Además observe el lector que Hippisley, antes de entregar su memorial a Dundas, le extendió una copia primero a Maitland, de donde éste viene a resultar a ojos legos como los míos, como la espina dorsal sobre la que se movía o descansaba todo este expediente.
Con este Plan Tentativo, Maitland fue a ver a Dundas (llamado por los escoceses El Rey sin Corona). Pero éste prefirió discutirlo más tranquilo con su autor, porque estaba de acuerdo en la importancia de “asegurar nuevos y extensos mercados para las manufacturas inglesas”, pero, “con la independencia de un beneficio parcial”, quería adoptar “una visión general de la cuestión” y considerar un plan para tomar “toda Hispanoamérica”.
En líneas muy generales el Plan Tentativo (o esquemático) de Maitland consistía en: la toma de Buenos Aires; marchar luego hacia la costa occidental y de allí, con una flota de la Compañía de Indias Orientales que comandaría Sir Richard Husey Bickerton, saltar al Perú. Con la costa occidental de Sudamérica en manos inglesas la derrota de España estaría asegurada. Hubo más discusiones con Dundas porque deberían existir, simultáneamente, acciones secundarias que coadyuven a la principal. Finalmente se decidió que esas acciones de distracción se llevarían a cabo sincrónicamente desde Caracas y Santiago de Chile; “pero todas ellas convergentes sobre Lima, Perú”, pedía Maitland.
Sin embargo el centro de gravedad del Plan siguió siendo, inmutable, el eje Buenos Aires, Mendoza, Chile, Perú, a pesar de que a una mirada mundana parecería que se hubiesen abierto tres frentes. Digamos que un velo y engaño para que el enemigo (España) no supiese cuál era el centro de gravedad y dónde se buscaría la decisión. Fue entonces, y de esta manera, que Maitland concibió su Plan definitivo que lleva su nombre, que es el encontró el doctor Terragno en Edimburgo en 1981, escrito de su puño y letra.
El Plan con su redacción definitiva, finalmente fue aprobado y se sabe que fue presentado Su Majestad. Sin embargo no hay constancia de su aprobación, desaprobación, ni pedido de enmienda. Nada. Tampoco se le puede seguir el rastro porque el gobierno de Pitt cayó enseguida: febrero de 1801.
Las proposiciones de Maitland en su Plan de Operaciones
A diferencia de planes ofrecidos por el venezolano Miranda o el del inglés Vansittrat (aprobado, y cancelado de no muy buena gana en febrero de 1797), que resulta el más parecido al Plan Tentativo que estamos examinando, Maitland, de 42 años entonces, creía que un ataque sobre Buenos Aires o Caracas, por exitoso que fuese, no quebraría el dominio español sobre América. El sostenía que “una Expedición a Caracas desde las Indias occidentales, y una fuerza enviada a Buenos Aires podrían en verdad tender la emancipación de los Colonos Españoles en las posesiones orientales, pero el efecto de tal emancipación, aunque considerable, no podría jamás ser tenido por seguro en las más ricas posesiones hacia el occidente, y es menester observar que la única utilidad y principio por el cual los Españoles han asignado consecuencia a sus posesiones orientales es que, reteniéndolas, ellas actúan como una defensa para sus más valiosas posesiones en occidente.”
Con la finalidad de tomar esas “valiosas posesiones”, Maitland propuso:
1.Ganar el control de Buenos Aires. “Debería realizarse un ataque sobre Buenos Aires”. Para eso, Maitland consideró que harían falta 4.000 soldados de infantería; unos 1.500 de caballería; “con una proporción de artillería”.
2.Tomar posiciones en Mendoza. “Subsecuentemente a la captura de Buenos Aires el objeto debería ser enviar a un cuerpo a tomar posiciones al pie de la ladera oriental de los Andes, propósito para el que la ciudad de Mendoza es indudablemente la más indicada.”
3.Coordinar acciones con un ejército de Chili (así llama a Chile). Este otro ejército debería consistir en 3.000 soldados de infantería y 400 de caballería “con una proporción de artillería”. La mitad de la infantería debería “proceder de Inglaterra al Cabo de Buena Esperanza en barcos destinados últimamente a (…) Sudamérica”. La otra mitad debería ser “dotada por India, y proceder, cuando esté lista, directamente a la Bahía Botany”, en Australia, a los efectos de navegar luego a Sudamérica. El objetivo de tal ejército debería ser “indudablemente el Reino de Chili”. Debía atacar Valparaíso o Santiago o, “si encontrara que los Españoles se hallen en fuerza tal como para hacer que un inmediato ataque sobre Valparese o St. Iago sea imposible en el primer momento, actuar sobre el Río Biobío y fortificarse mediante una inmediata conexión con los indios.”
4.Cruzar los Andes. “El cruce de los Andes desde Mendoza a las partes bajas de Chili es una operación de cierta dificultad (…) Aún en verano el frío es intenso; pero con tropas de cada lado cuesta suponer que nuestros soldados no pudieran seguir una ruta que ha sido adoptada desde hace mucho como el más deseable canal para importar negros al Reino de Chili.”
5.Derrotar a los españoles y controlar Chile. El objetivo de esta etapa era “aniquilar el gobierno (español) del Reino de Chili” y convertir a ese pueblo en “un punto desde el cual podríamos dirigir nuestros esfuerzos contra las povincias más ricas”. Esta era la tarea a cumplir por las fuerzas unificadas del ejército que debía cruzar los Andes y el que llegara por mar.
6.Proceder por mar a Perú. “Si este Plan tuviese éxito en toda su extensión, la Provincia del Perú debería quedar pronto expuesta a una captura segura.” y “últimamente nosotros podríamos extender el sistema colonial, usando la fuerza si fuere necesario.” Lo indicado era para evitar toda violencia innecesaria. “Un coup de main (en francés en el original) sobre el puerto del Calao y de la ciudad de Lima podría en verdad probablemente ser exitoso y mucha riqueza sería ganada por los captores, pero este mero éxito, a menos que fuera asistido por nuestra capacidad de mantenernos en el Reino de Perú, podría terminar últimamente excitando la aversión de los habitantes contra cualquier futura conexión, de cualquier clase, con Gran Bretaña.”
7.Emancipar Perú. “El fin de nuestra empresa debía ser indudablemente la emancipación de Perú y Quito.”
FIN DE ESTA PARTE
God save the Queen!
EL ORIGEN DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LO EJECUTADO Y EL PLAN MAITLAND ORIGINAL
Las necesarias diferencias entre lo planificado y lo ejecutado
Si se comparan las instancias del Plan de Maitland para la dominación de Sudamérica con los ejecutados trece años después por el General San Martín en el Río de la Plata, se verifica que lo único que se mantiene incólume es el Concepto de la Operación que involucra a los objetivos estratégicos. El resto, lo que comprende a las operaciones tácticas, o sea el cómo, varía sustancialmente. Esto es normal en toda planificación: que una cosa es el trabajo abstracto de gabinete y otra la realidad del terreno, los hombres, las circunstancias que van saliendo como conejos tras las matas y, en este acaso, además, el tiempo transcurrido que excede a la década.
En estas disimilitudes encontramos, por ejemplo: la composición de las fuerzas que, en lugar de ser inglesas e hindúes en lucha contra españoles peninsulares, serían nativas de ambos bandos, por lo que he llamado a la, para nosotros Guerra de la Independencia, la Primera Guerra Civil Española que se libraría en América para que se consolidara el dominio inglés. De manera que lo que se llamaría enemigo, no eran más que otros hispanoamericanos pero monárquicos, es decir pensaba distinto de los del otro bando, que llamaría, de puro audaz, republicano. Es cierto que entre los realistas había españoles peninsulares, pero por lo que se vio como resumen en la primera línea de combate, éstos siempre fue una minoría casi inexistente.
Los nuestros seguían la bandera, símbolo de la Patria, puesta al frente de los batallones en busca del merecido ideal de Independencia para que nos dejaran construirla. Los otros, mantendrían la bandera del Rey. Pero el Rey, en aquel entonces, era una síntesis: la Bandera, la Patria, la Religión, las Instituciones coloniales y la Justicia. En pocas palabras y descarnadamente: nos matábamos entre nosotros, para que otro se alzase con el rédito.
Nuestro drama singular es el drama de España amplificado: mientras los ingleses del Mayflower tardaron 200 años en penetrar 200 kilómetros de la costa estadounidense, la España de los Austria, en treinta años, recorrieron 24 millones de kilómetros en tierra americana, a fuerza de estoicismo, sacrificios y miles de muertes, para que los Borbones, perennes filobritánicos, recién llegados como herederos, le entregaran a la corona inglesa toda la heredad Hispanoamericana y, no conformes con esto, cuando ya no les quedaba nada por entregar ni destruir, comenzaron a hacerlo con la misma España. La última aventura borbónica (1936-1938) dejó el luctuoso saldo de un millón de muertos. Pero ellos no figuran en ningún lado como responsables de estos y otros desastres y de las miles de muertes que causaron.
Lo mismo que terminaría ocurriendo con los efectivos militares en aquel plan, sucedería con el tren logístico para el abastecimiento y mantenimiento de las fuerzas a empeñar, el que debió ser sufragado, según la propuesta de Maitland, por el reino inglés y sus financistas de la City, y que lo terminó pagando el harapiento erario público de las incipientes Repúblicas Americanas, hasta dejarlos en estado de caquexia. Lo que a su vez sirvió de pretexto para que América Española (de Méjico a Buenos Aires), fuese obligada a tomar préstamos colosales de la City londinense: en 1829 toda la hidalga Hispanoamérica (ya en tránsito de ser África Blanca) estaba hipotecada y en cesación de pagos ante Su Graciosa Majestad. Este fue uno de los argumentos que se esgrimió para la ocupación de Malvinas: el incumplimiento de pago de las obligaciones con la casa Baring Brothers. Una mentira más: porque Inglaterra se quedaría, al final, con las Malvinas y con la cantidad nominal del dinero que nunca giró.
Lo planificado inicialmente desde Londres por Dundas y sus secuaces era sumamente costoso, pero era posible entonces para ellos, por ser época de las vacas gordas en la isla, dado que fluía a chorros el saqueo proveniente de la India que hacía unos años había comenzado (según Digby, citado por Paul A. Barán “el tesoro extraído por los británicos de la India entre las batallas de Plassey y Waterloo, oscila entre 500 mil millones y un billón de libras esterlinas”).
Pero finalmente la ejecución de Plan Maitland resultó sumamente económico para la corona inglesa: no aparecieron compromisos diplomáticos a nivel internacional para Gran Bretaña por sus injerencias en asuntos extranjeros, porque estaba aliada a España contra Napoleón en ese momento; no se empeñó la vida de un solo soldado, o se obligó a alma alguna que disparase un tiro; ni buque en riesgo, estragado o perdido, ni un chelín suelto fuera de la alcancía de la City a orillas del Támesis, para lograr, al cierre de las operaciones, el mismo objetivo.
Por lo que se me ocurre decir que el Plan Maitland y el ejecutado por San Martín no son distintos: son iguales pero no congruentes; y el sanmartiniano es más económico que el de Maitland y Dundas para la conquista del mismo objetivo estratégico (para no decir que fue un regalo). Esta es la única ventaja (para Inglaterra desde luego) que visualizo, más que una diferencia.
Que, desde luego digo, no es poca cosa, sobre todo para una Inglaterra que en 1812 ya mostraba síntomas de una economía exhausta por el bloqueo continental, con la gangrena de los hermanitos Roschild (Nathan en Londres, James en París, Salomón en Viena y Kart en Nápoles) que ellos mismo prohijaron y que con Cromwell en adelante supieron conseguir.
Algunos por qué de las diferencias
Otros factores influyeron para que este Plan fuese tomando el giro y dirección que finalmente adoptó al ser llevado a la práctica. Es conveniente tratarlos a ellos, aunque más no sea someramente, para que el lector tenga un panorama completo de lo que, a mi entender, realmente pasó en aquellos tiempos. Veámoslos seguidamente.
Desde la presentación que hiciera el Mayor General Sir Thomas Maitland de su Plan Esquemático o Tentativo (al decirle esquemático o tentativo a un Plan Militar, significa que pesa sobre él cierta rigidez, y es insoportable a la dinámica de la guerra), ante el Rey Jorge III en febrero de 1801, hasta el 9 de marzo de 1812, la llegada de San Martín a las Balizas de su Majestad Británica en el Río de la Plata, habían transcurrido, sin mucho margen de error, unos 11 años y alrededor de 9 días. Tiempo que en la vida de un hombre común puede ser tenido como la intrascendencia de un suspiro, pero para las naciones en aquella Europa de principios del Siglo XIX, no. Que emulando a San Pedro me animaría decir que hubo años que parecieron un siglo. Se logra tildar a la década que va de 1801 a 1811 de dramática sin caer en ninguna exageración.
Para sistematizar el estudio lo he separado en los siguientes acápites:
-Situación en Gran Bretaña
-Situación en Francia
-Situación en el Río de la Plata e Hispanoamérica
Pero antes de comenzar coloco como frontispicio la leyenda que dice: Se puede asegurar, en extrema síntesis, que la política europea de esta década estuvo signada por los disturbios emergentes de la llamada por el vulgo revolución francesa.
En Gran Bretaña
En Gran Bretaña, a poco de haber presentado Maitland su Plan bajo patrocinio de Dundas, se produce la renuncia de Pitt (1801). Aparentemente el Plan Maitland fue al archivo (que no quiere decir al olvido), porque el General Moreau había aniquilado al ejército de Austria, aliada de Inglaterra, en Hohenlinden (diciembre de 1800). Es decir a poco menos de un mes de que Maitland presentara su Plan. Como consecuencia de esta derrota se firma la Paz de Steyer y la de Luneville, que no es otra que la propuesta ampliada de la que le hiciera en 1897 Napoleón a Inglaterra y Austria en Campo Formio (en Venecia, Italia) y que fuera rechazada airosamente por los ingleses.
Pero la verdadera derrotada en Hohenlinden fue Inglaterra, que en los años anteriores se había apoderado de Ceylán (1796), de la Colonia del Cabo, de Menorca y Malta en el Mediterráneo, de las Antillas Francesas, de la Isla de Trinidad y de gran parte de la Guyana en América. Para frenar el avance inglés se formó una coalición de neutrales, que se disolvió de la noche a la mañana después del bombardeo del Almirante Nelson a Copenhague, seguido del misterioso asesinato del Zar de Rusia, Pablo I, el inspirador de la coalición que terminó en desbandada.
Por la Paz de Amiens (27 de marzo de 1802), firmada entre Inglaterra y Francia, se establecía que los británicos devolverían sus conquistas coloniales, excepto Ceylán y la Isla Trinidad, además de reconocer la República Francesa. Y Francia se comprometía a devolver las ciudades napolitanas y reconocía la independencia de las islas Jónicas. También renunciaba a Egipto, es decir, lo único de todo esto que realmente le interesaba a Inglaterra por ser este el camino elegido por Napoleón para la India, a la que, justamente, los ingleses la estaban saqueando sin piedad. A causa de esta prolija depredación británica en 1770 el hambre asoló a Bengala matando a un tercio de su población (Jawaharlal Nehru, El descubrimiento de la India, Bs. As. 1949).
En reemplazo de Pitt se nombra a Addington (“tan mediocre como vanidoso”, lo describe Jaques Chastenet en su obra William Pitt), quien había sido nombrado speaker de los Comunes por el propio Pitt. De esta manera Pitt, sin estar en el gobierno, seguía haciendo sentir su influencia en los asuntos de Estado. Y esta puede ser la causa por la que no se suspendieron los estudios para capturar la América Española o parte de ella.
En efecto, durante la permanencia de Addington encontramos dos planes que estuvieron a punto de ejecutarse (Coronel José Luis Speroni, La real dimensión de una agresión, pp. 34 y 50 y Anexo 3 en pág. 116). El presentado a fines de 1801 por Miranda, Vansittart, Sir Evan Nepean, Lord Hobert, Lord Saint Vicent y el Coronel Fullarton, con destino a ocupar Buenos Aires; operación que estaría a cargo de de Sir Charles Stewar y el Almirante Sydney Smith: la maniobra fue suspendida. Y el propuesto a mediados de 1803 como proyecto, por Vansittart, Miranda, el propio Addington, Davidson y Sir Home Popham, con destino a invadir Venezuela y cuyo ejecutor sería Miranda con el grado de General Inglés.
Todos los involucrados que se citan en las dos ocasiones, fueron hombres profundamente conocedores de los planes ingleses sobre Hispanoamérica. Habían participado en ellos, los discutieron, reunieron y procesaron información, y habían presentado, a su vez, juntos y separadamente distintos planes, siempre guiados por iguales propósito.
Pienso que esta última acción no pasó de proyecto, porque justamente en 1803, Francia reanuda su guerra contra Gran Bretaña, intentando los ingleses una conspiración para restablecer en el trono francés a los Borbón, sus aliados incondicionales como los Braganza en Portugal. En ella participarían varios generales de Napoleón (Pichegrú, Cadoudal y Moreau, el vencedor de Hohenlinden, fueron deportados a los Estados Unidos). Al año siguiente, el 10 de mayo de 1804, Pitt regresa a su cargo de Primer Ministro. Comienzan a correr los Cien Días del Primer Ministro.
En esta instancia conviene anexar a lo explicitado el caso de Portugal. La independencia portuguesa en 1668, nace con la proclamación del Duque de Braganza como Juan IV, pero se consolida por la ayuda prestada por Inglaterra. Esta Casa de Braganza, de antepecho portugués y de trastienda inglesa, reinó en la vieja Lusitania hasta 1855, continuada desde allí por la rama Sajonia-Coburgo-Braganza hasta 1926. En Brasil los Braganza permanecieron de 1822 a 1889.
En 1661, el rey inglés Carlos II, se compromete a ayudar a los portugueses, y al casarse con la Infanta Catalina, Portugal se convierte en un protectorado inglés. A partir del tratado de Methuen (1702) pasa a ser una colonia económica.
Es ampliamente conocida la hostilidad de Portugal contra las posesiones del Virreinato del Río de la Plata. Agresiones que fueron continuadas e incrementadas luego de la declaración de nuestra independencia. Es decir: al revés de lo que debía esperarse. Todas ellas respondieron a los intereses ingleses en la región. Tanto es así que la primera invasión inglesa a territorios del Río de la Plata, llevada a cabo en 1762 al mando del Almirante MacNamara, fue anglo-portuguesa, detenida y desmantelada por don Pedro de Ceballos en la Colonia del Sacramento.
De manera que el lector podrá ver que en toda acción portuguesa sobre el Río de la Plata, asoma la rubicunda nariz británica. Un ejemplo, rápido, sencillo y elocuente: Caseros.
En la Francia Napoleónica
En el continente europeo, destruida la Primera Coalición contra Francia, el Directorio tenía un solo rival de importancia: Inglaterra. Ella se resistía invariablemente a toda acción que estuviese dirigida a romper la estabilidad europea determinada en Utrecht, simplemente porque Inglaterra fue la principal recipiendaria de aquel tratado humillante para España, y primer escalón de los Borbón en la demolición del formidable Imperio que fuera la admiración del Mundo. Pero Francia, por su lado, insistía en el viejo asunto de sus fronteras naturales, porque ya era una causa nacional: las intervenciones en Suiza y los Estados Pontificios es una prueba de ello.
En las campañas de 1789 los franceses tomaron Malta y tras vencer corridamente a los Mamelucos ocuparon Egipto. El ingreso de Turquía a la contienda por la presión británica, detiene este avance. Y formada la Segunda Coalición; Napoleón se ve obligado a replegarse, firmando poco después la Capitulación de Alejandría.
En la política doméstica francesa, Napoleón obtiene el Consulado Vitalicio, después de un plebiscito convocado por el Consejo de Estado (1802). Se acentúa la centralización del poder al eliminarse la influencia de la Asamblea Legislativa y del Tribunado. En adelante el Cónsul Vitalicio, el Consejo de Estado y el Senado serían los cuerpos básicos de la República Francesa. Sin embargo es el período donde Napoleón llevó a cabo su enorme obra legislativa y de gobierno (Código Civil, Banco de Francia, Universidad, etc.).
Al año siguiente, ante una nueva guerra con Inglaterra, las convulsiones internas, el poder que va adquiriendo el Cónsul Vitalicio, y convocado el pueblo francés a otra consulta, Napoleón es elegido en forma plebiscitaria como Emperador. El 18 de mayo el Senado confirmó la dignidad imperial con el nombre de Napoleón I. Fue consagrado como tal el 2 de diciembre de 1804 por Pío VII (Gregorio Bernabé Luis Chiaramonti, Papa de 1800 a 1823) en París. El Emperador pasó a centralizar todos los poderes al modo de los reyes del antiguo estado, depuesto en 1789.
El progreso económico y la estabilidad lograda por el nuevo régimen francés, comienza a hacerse sentir en toda Europa, particularmente en España que le había cedido (1803) la Lousiana. Por esto Inglaterra ve complicados sus asuntos y busca una alianza con Rusia, que culmina con el acuerdo militar de San Petersburgo el 2 de abril de 1805. En verdad Rusia es el camino más corto a la India donde tiene puesto los ojos Napoleón para poner a Inglaterra de rodillas (porque le cortaba la fuente de financiamiento proveniente del saqueo que estaban realizando en la India).
Con este acuerdo con los rusos, Inglaterra le cierra el paso a los franceses. “Napoleón –dice E. Tarlé- no cesó jamás de pensar en la India, desde la campaña de Egipto”, y “en 1789 esta idea se unía a Egipto; en 1801 a la repentina amistad (de Napoleón) con el zar (Pablo I).”
La guerra se desarrollaría en dos Teatros de Operaciones: uno marítimo, donde la flota inglesa al mando de Nelson derrota a la flota franco española en Trafalgar el 21 de octubre de 1805. El otro es terrestre, que resulta favorable a Napoleón, quien arrasa con los integrantes de la Coalición en Austerlitz el 2 de diciembre de 1805. La noticia derrumba el ánimo y la salud de Pitt: acosado por la gota y debilitado por la continua e intolerable tensión, se suicida degollándose el 22 de enero de 1806 en su habitación.
El 25 se firma la Paz de Presburgo y se restablece la hegemonía francesa en la Centro Europa. Ahora el dominio del continente europeo es completo y el añorado equilibrio de poder imaginado por los ingleses, que tanto los favorecía, se desmorona. Pero Inglaterra más que nunca es la dueña absoluta de los mares, una invencible talasocracia. Y Francia es, más que nunca, una tremenda potencia continental que tiene a Europa en un puño.
Ha llegado la hora de la tercera estrategia: el bloqueo continental (decreto de Berlín del 21 de noviembre de 1806), que pone a Inglaterra con el agua al cuello. En el primer semestre de 1808 las exportaciones británicas habían descendido un 60% (Jacques Godechot, Europa y América en la época napoleónica). La industria sufrió una contracción letal. Se colmaron los depósitos de mercaderías sin salida y muchos empresarios vendían a pérdida. Creció vertiginosamente el desempleo, absorbido parcialmente por la guerra con los EE. UU. de 1812: un invento sin duda alguna (una versión antigua del New Deal de Roosevelt). Porque Inglaterra, dueña de todos los mares del Planeta, pretendía que toda nave que transitara por los piélagos debía tocar un puerto inglés y pagar un impuesto. Las tensiones sociales en Gran Bretaña, derivadas del bloqueo, entraron en peligrosa ebullición.
En el Río de la Plata y en Hispanoamérca
En el Río de la Plata
No cansaré al lector repitiendo las gloriosas jornadas de Buenos Aires en 1806 y 1807, por considerarlas suficientemente conocidas. Sólo me limitaré a extraer las enseñanzas que de ellas se pudieron obtener y que afectaron seriamente al Plan Mitland tal cual lo concibió su autor.
Después de las victorias de Jena y Auerstädt (14 de octubre de 1806) quedó probado que, por ahora, Napoleón era invencible en el continente. Y “una cosa por fin parecía cierta –dice William W. Kaufmann-. El gobierno inglés había decidido abandonar el continente, de modo de dedicar sus energías a las empresas coloniales” (La política británica y la independencia de América Latina).
Por eso y pesando en contra de su decisión los dos fracasos en Buenos Aires (en realidad fue uno solo llevado a cabo en dos fases), los británicos montaron una tercera expedición que pusieron a cargo de Sir Arthur Wellesley (futuro Duque de Wellington), con 10.000 hombres estacionados en Cork, al sur de Irlanda, que deberían unirse a otros 5.000 acantonados en Cádiz al mando del General Brent Spencer, para juntos marchar sobre Méjico, mientras una fracción tomaría Buenos Aires. Esta expedición había sido ideada por Lord Castlereagh (ex Presidente de la Junta de Contralor), con la ayuda del ya Lord Melville (Dundas). La idea era promover en toda Hispanoamérica la constitución de gobiernos independientes “bajo nuestra protección y en conexión con nosotros”.
Los sucesos acaecidos el 2 de mayo en Madrid, inicio de sublevación española contra Napoleón, hacen que Wellesley pida que envíen esas tropas a Gibraltar para ayudar a la insurrección y, luego de esto, seguir con rumbo a Sudamérica. Pero el 1° de julio, Wellesley envía un segundo memorando en donde propone llevar adelante dos proyectos alternativos en caso de que rebelión tuviese éxito: encaminar la tropa a las Antillas para desde allí accionar sobre Méjico, y luego dividir los efectivos enviando 10.077 hombres a Buenos Aires y el resto hacia las Antillas como refuerzo y ante la posibilidad de accionar sobre Venezuela. Sin embargo las situaciones en Portugal y España evolucionaron desfavorablemente a los ojos de la conducción inglesa, por lo que se decide postergar el envío de tropas a América.
Finalmente las intenciones británicas tomarían el giro que comienza a hacerse visible a partir del 1° de mayo de 1807, en donde se concibe un nuevo enfoque sobre la cuestión Sudamericana, que es la resultante de tomar conocimiento de la derrota en el Plata. Esta tendencia se patentiza aún más a partir de septiembre de 1807: de la acción directa para la dominación parcial (los puertos y sus hinterland), se piensa en la acción indirecta para la dominación total. Este concepto, que entonces no se llamaba imperialismo, es el que predominó por muchos años, reportando pingüe beneficio a Inglaterra. Para Ferns (Gran Bretaña y Argentina en el Siglo XIX), el memorial se septiembre es la base de una centuria y media de política británica en Sudamérica.
“Yo estoy fuertemente persuadido –dice Clastlereagh- de que la política que ahora estamos desarrollando (la acción directa) no nos va a producir beneficios comerciales ni políticos, ni aún con la intervención de los grandes recursos militares enviados a Buenos Aires”. “La causa del fracaso de Beresford en 1806 –sigue diciendo- fue política y no militar, por no haber incitado a una independencia que nos diera los beneficios comerciales. Las tentativas militares de Inglaterra sólo consiguieron que el pueblo de todas las clases sociales se ponga contra nosotros.” “Por eso –aconsejaba Castleraegh- debemos actuar de manera acorde con los sentimientos del pueblo sudamericano (…) acerquémonos a ellos como comerciantes (…) dar energía a sus impulsos localistas para conseguir derogar las prohibiciones contra nuestro comercio.” (José M. Rosa, Cisneros se fue, los ingleses se quedaron para siempre, suelto aparecido en el diario Mayoría).
En Hispanoamérica
Revisamos los diversos pronunciamientos revolucionarios en la América Española: Charcas, 25 de mayo de 1809; La Paz, 16 de julio de 1809; Quito, 10 de agosto de 1809; Caracas, 19 de abril de 1810; Buenos Aires, 25 de mayo de 1810; Bogotá, 10 de julio de 1810; Santiago de Chile, 18 de septiembre de 1810; Dolores, 10 de septiembre de 1810; Grito de Asencio, 18 de febrero de 1811 y Asunción, 14 de mayo de 1811.
Resumiendo: 5 insurgencias en el Río de la Plata; 2 en Colombia; 1 en Chile; 1 en Venezuela y 1 en Méjico. Todas ellas a su vez, y actuando bajo el paraguas de la “Libertad y la Independencia” eran, en el fondo, secesionistas, por lo que la balcanización de Hispanoamérica estuvo signada desde el primer día tras el primer grito. No podía ser de otra manera porque era la idea de Castleraegh (y de Wellesley también): “un continente dividido en varias naciones formalmente independientes e incorporadas a una economía mundial, dirigida desde Inglaterra.” Es decir: más o menos como estamos ahora. Así que a no asombrarse.
Cuando hablaba de aquellas rebeliones, quería decir que, en 1 año, 11 meses y 19 días se produjeron en América española la mayoría de los movimientos independentistas, algunos exitosos, otros signados por el fracaso. Pero, en general, todos son 8 meses y 9 días posteriores al desembarco de Wellington en Mondego, Portugal. No hay ninguno anterior, con excepción del alzamiento de José Gabriel Tupac Amarú (con ayuda británica también, La Rebelión de José G. Tupac Amarú, Colección de Obras y Documentos, Tomo VII, de Pedro de Angelis), que no puede ser tenido en cuenta en este segmento de tiempo y por ello resulta extemporáneo. ¿Solamente una coincidencia? No sé. Pero es como si el desembarco inglés en la Península Ibérica hubiese desatado un enorme paquete que se tenía guardado por aquí y preparado de tiempo atrás.
Sin embargo, para aventar la idea de una casualidad en el lector desprevenido, le pido que observe lo siguiente: el 12 de julio de 1808 Wellesley (luego Duque de Wellington, entonces el Teniente General más joven del escalafón inglés), parte de Cork (sur de Irlanda) con una fuerza expedicionaria de 10.000 hombres, configurando posteriormente, una de las líneas de la invasión inglesa sobre España y Portugal en manos de Napoleón. Simultáneamente otro cuerpo de 5.000 hombres a las órdenes de los Generales Anstruther y Acland, salió a reunirse con el anterior, embarcándose respectivamente en Ramsgate y Harwich.
El General Spencer había traído 5.000 hombres estacionados hasta entonces en Egipto y Sicilia, y desde allí a Gibraltar. Había Spencer ofrecido a la Junta de Cádiz sus servicios, pero, no siendo aceptada su proposición, recibió órdenes de Wellesley de que fuese a incorporársele, desembarcando también en la Bahía de Mondego.
Entre el 15 y 25 de julio Wellesley se adelanta a la escuadra y celebra una entrevista con la Junta Suprema de Galicia para que apoye su desembarco en el Ferrol. La Junta gallega se niega y le aconseja que lo haga en algún puerto de Portugal por la animadversión que mostraba el pueblo hacia los ingleses. El 1° de agosto hecha pie a tierra en Mondego (bahía próxima a Porto Figueira), y configura la cabecera de desembarco. Entre el 1° y el 8 de agosto le alcanzan las noticias del triunfo de Bailén. Entonces el 9 marcha sobre Lisboa acompañado de Spencer y llega a Leira (en la carretera a Oporto), etc.
Si se comparan los progresos de Wellesley en la Península se verá cómo progresaron sincronizadamente los movimientos libertadores en Hispanoamérica. Más aún: el 18 de junio de 1815 Napoleón era derrotado por Wellesley en Waterloo; el 22 firmaba su segunda abdicación; el 2 de agosto los aliados firmaban su destierro y el 9 partía para Santa Elena para no regresar nunca más. La Humanidad marchaba hacia un Nuevo Orden Mundial que desembocaría en la Pax Británica (1815-1915) y el Old Colonial Sistem.
En Buenos Aires se conocería esta noticia a fines de octubre o principios de noviembre de 1815. Cuatro meses después, el 24 de marzo de 1816, comenzaba a sesionar el Congreso de Tucumán y el 9 de julio de 1816 declaraba nuestra Independencia bajo la férula del Secretario Francisco Narciso de Laprida, antiguo masón de la logia lautarina Ejército de los Andes (sanmartiniana), junto con Rudecindo Alvarado, Toribio de Luzuriaga, Jerónimo Espejo y otras docenas de individuos. Además San Martín, residente en Mendoza, era Gobernador de Cuyo y había mandado como representante al hermano Godoy Cruz, que decían era sacerdote católico, quien lo mantenía al tanto de todas las intrigas (las tejidas por los otros y las que tejía él con su Gobernador Intendente).
Por otra parte está probado que todas las logias masónicas desde Dolores (Méjico) hasta el Río de la Plata (instaladas como consecuencia del Tratado de Utrecht de 1717 en adelante), tenían sus matrices en Irlanda, Inglaterra y los EE. UU. y respondían a las directivas de aquellos Orientes.
Conclusión
Por todo lo expuesto precedentemente, resulta impensable que el Plan Meitland, redactado entre fines de 1799 y buena parte de 1800, fuera aplicable textualmente a una situación existente en 1811, cuando aún faltaban cuatro años para Waterloo. En consecuencia el banco de cerebros al servicio del ente para estatal Compañía de Indias Orientales, y la corona británica propiamente dicha, debieron seguir adecuando este Plan a las contingencias de la situación, pero sin olvidar ni desechar los objetivos estratégicos fijados por el autor.
Por otra parte vemos, en los planes posteriores al de Maitland, ciertas similitudes al de él que me hacen pensar que el Plan Maitland no debió ser tan secreto como es de imaginarse. Por lo menos para aquellos hombres puestos en este trabajo de arrebatar lo ajeno. Además en 1811 el General Maitland estaba vivo y le faltaban 13 años para morirse; de servicio en Ceyland desde hacía cinco años, y casi con seguridad debió ser un elemento de consulta permanente por vía correo. Desconozco si existe un epistolario de Maitland. Pero si existiese, su contenido sería muy valioso para ver cómo fue evolucionando su Plan con el tiempo y todos estos acontecimientos.
La llegada de San Martín a Londres es contingente con la llegada de Maitland de Ceylan. ¿Acaso es esta otra casualidad? El doctor Terragno, por ejemplo, cree que sí. Lo que me hace dudar, porque arriban al mismo puerto el autor del Plan con el que creo fue su ejecutor y que partiría en días más. No podía haber dilaciones, porque la situación de la Revolución de Mayo en el Noroeste se estaba tornando insostenible y por ello a punto de fracasar. Si esto ocurría, habría que barajar y dar de nuevo. Las acciones de los jacobinos Castelli y Monteagudo habían hecho caer a la causa en el más completo descrédito. El pueblo no los acompañaba.
Al llegar a Londres una junta de notables lo habría impuesto de la situación,
le darían a conocer el Plan en detalle, le asignarían su misión y le tomarían
juramento de muerte. Los detalles que seguramente surgirían debieron
ser tratados en forma particular con Maitland y debatidos con la junta.
Todo este trámite demandó cuatro meses.
LAS AMISTADES INGLESAS
EN EL ANALISIS DEL PLAN
(¿Una rosca fenomenal, asociación ilícita o banda delictiva?)
El escudo de Gran Bretaña flanqueado por la bandera idolatrada.
El estudio sobre las amistades inglesas
Para hacer más claro y didáctico este estudio sobre las amistades sanmartinianas en Inglaterra, antes y después de su llegada al Río de la Plata, lo he dividido en tres partes, a saber:
- Los enlaces Peninsulares
- Los vínculos londinenses
- Las relaciones británicas en Sudamérica
- Los lazos masónicos
Dejo de lado en esta oportunidad lo que ya hiciera, a modo de adelanto en el primero de estos artículos, donde he citado una puñado de Oficiales Superiores, Jefes, Oficiales, Unidades y Subunidades que tomaron parte en las invasiones inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807 y que, con razonable certeza, al pasar a la Península, debieron ser conocidos por San Martín durante la llamada por los españoles Guerra de la Independencia. Me aboco entonces al estudio (como elementos de consulta el lector puede ampliar estos acápites en Juan Bautista Sesean, San Martín y la tercera invasión inglesa, Cap. IX, pp. 103 y ss., y en el doctor Rodolfo H. Terragno Op. cit.).
Los enlaces peninsulares
James Duff (más tarde cuarto Conde de Fife)
Este escocés (y masón, como casi todos los que formaron los elencos gubernativos que hemos visto, incluidos el rey Jorge III y su hijo Jorge IV), jugó un papel relevante en dos direcciones: la primera, que conjeturo no debió ser muy difícil: el convencer a San Martín para que formase parte como ejecutor del Plan ya completamente remozado por los acontecimientos sucedidos en la década 1801-1811; y, la segunda, que se me ocurre mucho más difícil: convencer al Príncipe Regente, y luego al Primer Ministro inglés y a sus allegados imbuidos de la idea, por cuanto habían trabajado en ella por años, que el hombre, el elegido para ejecutar el Plan dormido desde 1801 a una distancia de 12.000 Km, debía ser San Martín y no otro. En extrema síntesis: sería pensar que el Plan Maitland se llevaría a la práctica por un español americano, o como muchos autores lo han dicho lisa y llanamente, un español, que es más lo adecuado, por cuanto el nacimiento de San Martín en América fue completamente accidental, y él mismo se encargó de demostrar que así era y no de otra forma. No me diga el lector que esta maquinación, a simple vista y siendo un lego, no tiene el viso de ser cabalmente descabellada. Sin embargo todo indica que las cosas ocurrieron así.
En consecuencia no está de más señalar ya dos cosas: el alto peso específico que debió tener Duff en Londres para que se aceptase su propuesta (aunque desconozco con cuántos reparos, que evidentemente después se disiparon, por serles el sujeto antepuesto completamente desconocido, aunque sus referentes, incluido Wellington operando en España, gozasen de excelentes conceptos en el Parlamento y la Corte), y cuáles fueron las dotes que este ducho británico vio en San Martín para que resultase el candidato elegido, dado que su foja de servicios lo hace un militar del más completo término medio.
Muchos biógrafos de San Martín fueron militares contemporáneos nuestros. Gente ilustrada, honesta y bien intencionada. Sin embargo ninguno, siendo de la profesión, ha reparado en este detalle significativo. San Martín llegó al Río de la Plata llevando en la mochila lo que se llamaba la Escuela de Regimiento. No se conocen sus estudios superiores en el arte de la guerra, o de haber revistado por cierto tiempo en algún Estado Mayor donde, aunque más no sea a los golpes, pudo aprender algo sobre su funcionamiento. Que no es nada del otro mundo, pero que tiene sus bemoles, como es el caso concreto del funcionamiento de la logística.
Pero la Escuela de Regimiento era la que manejaba la Táctica Inferior. No digo la Táctica Superior que ya tiene cierta complejidad y le da algún vuelo, aunque de perdiz, al individuo. ¿Acaso escogieron a un hombre, entre cientos que habría de igual medianía, que nunca pudo pasar de lo más rudimentario de la milicia: ser un ejecutor, para que maneje un Plan Estratégico en un Subcontinente? Sin desmerecer a nadie digo, que es como pensar que un enfermero pasó, por arte de birlibirloque, a Director de un Hospital; que un mecánico por adacadabra se transformó en Ingeniero Jefe; o que un albañil devino en Arquitecto que construirá una torre de 60 pisos. No. Evidentemente en este asunto hay cosas que no encajan, si no se explican a través de la masonería, la única capaz de hacer en aquellos tiempos, y hoy mismo, travesuras como estas.
“Una explicación para este asombroso abandono de lealtad de parte de un soldado que había jurado fidelidad a España –dice sorprendido el historiador inglés J. C. Metford-, es que San Martín fue impulsado al movimiento independentista hispanoamericano por simpatizantes británicos, y que fue reclutado merced a James Duff.” Como se ve no soy en único que se pasma por este entresijo.
De cualquier forma es un hecho que Duff, un británico que estaba al servicio de España de antes de la iniciación de la guerra peninsular (1808), y que seguramente haría tareas de espionaje, fue quien ayudó a San Martín para salir de España vía Gibraltar, con un pasaporte a Londres y un lugar en un buque de guerra surto en la rada para su rápido traslado. Fue también Duff quien le dio las cartas de presentación y letras de crédito que, según los historiadores, el prócer no habría usado.
Años más tarde, cuando San Martín regresó a Inglaterra (1824), fue este Duff quien lo recibió, lo alojó por unos días en Duff House, ciudad de Banff (unos 50 Km al norte de Aberdeen), al norte de Escocia, e hizo que se lo nombrase ciudadano honorable de Banff. Título que en realidad no nos dice nada, si es que no sabemos que a este título se lo otorgaron a personalidades como Canning unos doce años antes.
Duff tenía estrecha relación desde su infancia con el Príncipe Regente, Jorge IV (el padre de éste, Jorge III, había sido declarado demente en 1810 y moriría así 10 años después). En España Duff había trabado buenas relaciones con el General Wellesley (enseguida Lord Wellington) quien fuera “consultado en diversas oportunidades por los ministros de Su Majestad –dice el doctor Terragno-, sobre todo por Lord Castlereagh, acerca de los modos de atacar las posesiones coloniales de España. Hay más de un memorial de Wellesley sobre la materia”, a partir de 1806, agrego de puro metido. Con un ejemplo se verá mejor la injerencia de este individuo en la materia: el 12 de noviembre de 1806 parte Craufurd de Cork. Al embarcarse el Regimiento 88°, componente de la última expedición, lo despide el Comandante de la Región, el recientemente ascendido General Wellesley, con una arenga que concluía diciendo: “Pluguiera a Dios que también fuera yo con ustedes” (Carlos Roberts, Las invasiones inglesas del Río de la Plata (18-06-1807), pág. 188).
Por otro lado Duff estaba vinculado a Jefes y Oficiales británicos que habían participado activamente en los planes para separar Hispanoamérica de España. Sin ir muy lejos, su hermano, el general Sir Alexander Duff, había comandado el Regimiento 88° durante la ocupación a Buenos Aires en 1806. Otro amigo de Duff desde la niñez, Sir Samuel Ford Whittingham, había tomado parte del segundo intento de tomar Buenos Aires (1807).
Samuel Ford Whittingham (después Sir)
Participó en la Batalla de Bailén junto con San Martín (derrota del General Dupont, el 20 de julio de 1808 y capitulación el 23; la fuerza expedicionaria inglesa aún no había desembarcado en la Península; lo haría recién el 1° de agosto en la Bahía de Mondego, cerca de Puerto Figheira, Portugal a la espera del General Spencer que venía de Cádiz). Veinte días después, el 11 de agosto, la Junta de Sevilla, por intermedio de su presidente, don Francisco de Saavedra puso en conocimiento de ambos que habían sido ascendidos al grado inmediato superior: Whittingham a Coronel y San Martín a Teniente Coronel (José P. Otero Y Mitre no especifican el arma; Terragno dice que de Caballería). Un poco más adelante, en el mes de septiembre, estando estos dos Jefes en Madrid, se les otorgó la medalla que se mandó a acuñar para premiar a los vencedores.
Por estos dos hechos, el ascenso y la medalla, el General Marqués de Coupigny le hizo llegar una esquela a San Martín felicitándolo (Archivo de San Martín, Tomo I, pág. 111). De su lectura surge, y al parecer, que tanto los ascensos y la medalla que recibieron, no fueron entregados a estos dos por una acción personal y heroica, brillante o decisiva ocurrida en la acción de Bailén, sino que fue concedida como premio a todos los que participaron en ella, de General a soldado, hecho que se condice más con el júbilo por el triunfo que exuda la Gaceta Ministerial de Sevilla de fecha 23 de julio. Además quede claro que una medalla no es una condecoración. Es como una constancia de que en tal o cual hecho de armas estuvo presente. Pues bien: San Martín, por Bailén solamente recibió (no obtuvo que es distinto) una medalla de la Junta sevillana.
Dicen los historiadores que Bailén reviste una importancia tal que sin ella Wellesley nunca hubiese llegado a ser el Duque de Wellington. Es posible, porque Wellington se movería desde Mondego y en el resto de la campaña, con una lentitud tal que resulta sumamente sospechosa, si es que nos atenemos a su personalidad. Nadie, como siempre, ha explicado esto.
Dice Mitre que San Martín como Capitán revistaba en el Regimiento de Voluntarios de Campo Mayor y como tal combatió en Bailén. Pero el español Carlos Mendoza (Las Batallas del Siglo XIX, Tomo I, pág. 176) asegura que el R. Voluntarios de Campo Mayor pertenecía a la reserva del Orden de Batalla del General en Jefe Francisco Javier Castaños (enseguida Conde de Bailén), juntamente con el R. Valencia, Tiradores de África, Granaderos de la Guardia Real, Provinciales de Zaragoza, Burgos y Cantabria; Caballería del Príncipe, Pavía y Sagunto, un Escuadrón de Carmona, Carabineros del Reino, 150 suizos, zapadores y una pieza de artillería. En esta acción no fue necesaria la intervención de la reserva, por lo que se puede decir que el R. de Infantería Ligera Voluntarios de Campo Mayor no combatió. Digo entonces, y en consecuencia, que San Martín tampoco. Estuvieron, nada más, bajo el solazo andaluz de julio que casi los mata.
Sin embargo, José Pacífico Otero (Historia del Libertador don José de San Martín, Tomo I, Cap. VII, pp. 134 a 136), dice que Mitre estaba equivocado (y de hecho el español Mendoza también), porque San Martín habría combatido con el grado de Capitán en el Regimiento de Caballería de Borbón, de destacada actuación en la batalla, y perteneciente a la División del General Coupigny. Acto seguido agrega Otero que esto “está sobradamente fundado”, pero no dice una palabra de dónde lo sacó para cimentarse, así como que San Martín fue “actor de primera fila en este hecho de armas” (la toma de las Alturas de Bailén). Pero esto último ya es de propia cosecha: porque no se anima a decir que “está sobradamente probado”, como en el caso anterior, ni mucho menos de dónde lo obtuvo. Y si el maestro Jauretche decía que Julio Jorge Nelson era la viuda de Gardel, yo digo que José Pacífico Otero era la viuda de San Martín. Única forma de explicar las cosas que dice y los pensamientos que tiene. Otero es el hombre que pensaba demasiado.
Como sobre esto se pueden escribir una media docena más de versiones, solamente me atrevo a decir, siempre muy humildemente ante tanta enjundia, que no alcanzo a comprender cómo un Capitán antiguo de la Infantería (en la copia de su Legajo Personal -Archivo Militar de Segovia-, figura hasta el 31 de diciembre de 1804 como Capitán Segundo recién ascendido, con 15 años, 9 meses y 10 días de antigüedad en esa arma), de la noche a la mañana aparece como Capitán de Caballería manejando un escuadrón en primera línea. Sin embargo soy de los que cree en los milagros. Aquí tiene uno para que se entretenga el lector matando el tedio con los amigos con una garnacha dominguera. Pero como puedo quedarme corto, para que no se aburran les mando un nuevo prodigio: a fines de 1804 era Capitán recién ascendido en España; en agosto de 1808, Teniente Coronel y, al llegar al Río de la Plata (1812), en meses Coronel y trascartón General. Un verdadero meteorito militar. En España no había podido pasar de Teniente Coronel.
Whittingham, que casi lo he olvidado, integró la fuerza comandada por Craufurd que llegó a Montevideo en junio de 1807, ciudad que había sido capturada por su tocayo, Samuel Auchmuty. En la tentativa por recuperar Buenos Aires fue ayudante del General Whitelocke. Tras este fracaso volvió a Inglaterra. De allí pasó a España para encontrarse a fines de julio en Bailén. ¿Cómo habrá hecho este pie ligero? Es que Bailén está muy cerca de Cádiz; y Cádiz se encuentra, paredón de por medio, unida a Gibraltar; Gibraltar es inglesa; y Whittingham era inglés.
William Carr Beresford (después elevado a la dignidad de Lord)
Fue prisionero de los criollos después de la Reconquista de Buenos Aires. Se escapó con la ayuda de Saturnino Rodríguez Peña y del Altoperuano (antes se les decía así a los bolivianos) Aniceto Padilla. Fuga que, por la cantidad de evadidos de Luján (no piense el lector que fue el escape de cuatro o cinco malhechores; no, fueron cientos), nunca fue debidamente explicada y creo firmemente que la lista de implicados debió ser tan grande como la de los evadidos.
El hermano de Saturnino, Nicolás Rodríguez Peña, se convertiría en el amigo de San Martín en el Plata (San Martín en su primer testamento lo nombra como “el señor Peña”). Por esta causa don Saturnino, masón desde sus mocedades (iniciado en Cuba, antro formidable de la masonería española y americana desde los tiempos de Washington -junto con el venezolano Francisco de Miranda y el francés Lafayette- en Saratoga y, por supuesto al servicio de Su Majestad Británica), recibiría una asignación del General Whitelocke y una pensión perpetua de Su Majestad Británica. Inglaterra jamás olvida a los cachorritos que con su lengua le lustran los zapatos. Y en estas playas Inglaterra ha tenido jaurías de cachorritos y otro tanto de cachorrazos, capaces de matar a la madre enferma de artritis y en el día del cumpleaños.
El 16 de mayo de 1811, tanto San Martín como Duff tomarían parte de la batalla de Albuera a las órdenes de Beresford. Un mes más tarde, Beresford condujo el segundo sitio de Badajoz, y otra vez la casualidad los encontró juntos a los tres. Pero esta fue la última acción en que participó San Martín en la guerra peninsular: se retiró inmediatamente el sábado 14 de septiembre de 1811, embarcándose en el buque inglés que lo llevaría a Londres.
Cuando San Martín abandona España se habían cumplido cuatro años de guerra y su situación era de entera desolación. “Devorábanse –dice Lafuente-, y aún se disputaban los tronchos de berza y aun las yerbas que en los tiempos comunes ni si quiera se daban a los animales. Hormigueaban los pobres por las calles, plazas y caminos, y eran pobres hasta los que ocupaban puestos decentes y empleados regulares del Estado. La miseria se veía retratada en los rostros; en el interior de las familias antes acomodadas pasaban escenas dolorosas que partían las entrañas; en las calles se veían andar como ahilados y a veces caer desfallecidos niños, mujeres, hombres. La capital misma presentaba un aspecto acaso más horrible que cualquiera otra población, y un escritor afirma haber sido tal la mortandad, que desde septiembre de 1811 (la fecha que estamos tratando) hasta julio de 1812 (San Martín ya de novio en Buenos Aires bailando el Minué en la Casa de los Escalada y con la Lautaro caminando), se enterraron en Madrid unos 20.000 cadáveres. Secuelas inevitables de las guerras son estas plagas: el hambre, la peste, sin que pueda decirse que los progresos de los tiempos hayan hecho imposible su reparación, antes bien, dada la centralización de los capitales, de la industria y el comercio, han de resentirse todavía más fácilmente los pueblos que cuando estaban mejor repartidas dichas profesiones y maneras de vivir.” Para completar el cuadro dantesco que ofrecía España en ese momento véanse las Memorias de un setentón, de don Mesoneros Romanos.
En estas condiciones deja San Martín a la España paralítica que le había dado todo lo que en ese momento él era. En este ambiente de catástrofe deja San Martín a doña Gregoria Matorras, su madre, también paralítica y postrada por la enfermedad, la que le había dado la vida, con la única compañía de su hermana Helena (su segunda madre) completamente desvalida. Ni siquiera se despidió de ellas o les dejó algunas letras de las que le había dado Duff para que sobrenaden en aquella desgracia. Nada. Prefirió devolverlas en Londres. Al poco tiempo moriría doña Gregoria. ¿Le habrá interesado la muerte de su madre? No sé. Porque la muerte de España le interesó bien poco y es posible que haya rezado para que ocurra. Nunca más volvería a España. Como jamás volvería a pisar la tierra donde se meció su cuna: el Río de la Plata.
Este hombre, “el Templario de la Masonería” como lo llama Jean Lombard (La cara oculta de la historia moderna), ¿acaso alguna vez habrá amado a alguien o querido algo? No digo una persona. No. Pero tal vez un perro, quizá un gato, a lo mejor un osito de peluche o un par de alpargatas. Porque mujeres no. Eso si que no. En 70 años, estuvo casado 12; de los 12 permaneció con su mujer 2 años y medio, y Remedios se murió en la quinta de San Isidro sin verlo ni llamarlo. Don Arturo Capdevila, siempre indulgente decía que había un epistolario entre estos esposos cursado en esos últimos días. Nunca lo mostraron arguyendo que son papeles privados de familia. Y digo: mejor así, que no lo muestren. Cuente el lector los años que mencioné antes si tiene dudas: es un trabajo interesante ¿Y el resto? Porque mire el lector que es largo el tirón para andarlo al tranco y descalzo. ¿Cómo habrá hecho? Como a esto no lo entiendo no digo ni agrego nada más. Aunque ganas no me faltan y piolín para este barrilete tengo de sobra. Pero no. Mi abuela decía que debía ser juicioso y me daba a leer la vida de los santos. Y me hermano, que es peronacho del ’45, siempre me lo recuerda. Les voy a hacer caso en esta ocasión.
Robert Craufurd
Este Craufurd fue colega de Maitland en el Parlamento. Peleó en España desde 1809 hasta 1812. Antes había participado en la invasión de Buenos Aires.
Sir David Baird
Luchó en la India en el mismo tiempo que Maitland. Participó en la primera invasión de Buenos Aires al mando de una brigada. Luego formó parte del ejército inglés que enfrentó a Napoleón en España.
Sir Charles Stuart
Diplomático británico amigo personal de Duff que prestaba servicios en España. Fue quien le otorgó el pasaporte a San Martín en 1811. Era, junto con Beresford, miembro de la regencia portuguesa.
Los vínculos londinenses
George Canning
Como se recordará se lo llamaba “El heredero de Dundas”. El había jugado un papel protagónico en todo el proyecto oficial relativo a Hispanoamérica. Duff estaba vinculado a él. Recordamos que este personaje recibió en 1812 (poco después de la partida al Río de la Plata en la fragata que, precisamente, se llamaba George Canning), el título de ciudadano honorario de Banff, la pequeña ciudad del norte escocés que, en realidad era, un feudo de los Duff. Es decir, el mismo título que recibiría 12 años más tarde San Martín al regresar a Gran Bretaña.
En el año que nos ocupa, 1811, Canning era miembro del Parlamento desde 1794 y consejero privado de la Corona junto con Maitland. Once años antes, cuando Maitland escribió su Plan, Canning, amigo personal de Dundas, era miembro de la Junta de Contralor. Canning fue uno de los más fervorosos partidarios de la independencia de Hispanoamérica (considerada por él esencial para el interés británico). Finalmente Canning fue Canciller entre 1807 y 1809 por recomendación de Wellesley.
Lord Castlereagh
Fue presidente de la Junta de Contralos (1802-1806) y secretario de Estado de Guerra y Colonias (1807-1809). Castlereagh coincidía con Dundas acerca del modo de llevar a cabo un ataque sobre Sudamérica. En una carta al propio Dundas (entonces Primer Lord del Almirantazgo con el nombre de Melville), Castlereagh le confesaba en 1808: “la cuestión de separar a las Provincias Hispanoamericanas de España, que por tanto tiempo ha ocupado vuestra mente (…) nunca ha cesado de ser el objeto de mi más ferviente atención.” En otra ocasión, Castlereagh había escrito: “La liberación de Hispanoamérica debe ser alcanzada a través del deseo y los esfuerzos de sus habitantes, pero el cambio sólo podrá operarse bajo la protección y con el apoyo de una fuerza auxiliadora británica.”
Robert Saunders Dundas
Segundo Vizconde de Melville. Dundas (su padre), murió el 28 de mayo de 1811, pocos meses antes de la llegada de San Martín a Londres. Su único hijo, Robert Saunders, había sido secretario privado de su padre entre 1749 y 1801, incluyendo el período cuando Maitland le presentó su Plan a Dundas. Por otra parte, en ese mismo período Robert Saunders había sido colega de su padre y del propio Maitland en el Parlamento. Los tres eran escoceses. Robert fue masón como Duff. En 1811, Robert Saunders Dundas era presidente de la Junta de Contralor: un puesto para el cual había sido nombrado el 6 de abril de 1807 y, otra vez, el 13 de noviembre de 1809.
Sir Home Riggs Popham
Popham y Beresford –superior de San Martín en la Península- habían lanzado el ataque sobre el Río de la Plata en 1806. Popham estaba en Londres en 1811 y había asesorado al gobierno británico más estrechamente vinculado a Miranda.
Thomas A. Cochrane (más adelante Conde de Dundoland)
En 1806 ayudó a Miranda en las Indias Occidentales, cuando el venezolano (perpetuo consultor del gobierno británico) planeaba su fallido desembarco en Venezuela. Como Maitland, Cochrane era escocés, marino, miembro del Parlamento (desde 1806) y hombre interesado en la expansión de Inglaterra. Un pariente de Maitland, sir Frederick Lewis Maitland, fue enviado en 1809 en auxilio de Cochrane que libraba una batalla decisiva contra la flota napoleónica en Aix. El mismo Maitland había servido anteriormente bajo las órdenes de George Duff, pariente del amigo de San Martín.
En 1817, después de que San Martín tomara el control sobre Chile, envió a José Álvarez Condarco a Londres, a fin de contratar un jefe para la flota que debía llevar al ejército libertador a Perú. Álvarez Condarco contrató a Cochane.
Sir John Coxe Hippisley
El hombre que le pidió a Maitland que elaborase un plan para tomar Sudamérica. En 1811 Hippisley era miembro del Parlamento.
Sir Thomas Maitland
Cuando San Martín llega a Londres en calidad de “desertor-autorizado-fugitivo-acreditado” (en verdad no sé cómo llamar a la situación de don José Francisco), Maitland lo hace tras cinco años de servicios como Teniente General y Comandante en Jefe de Ceyland. Digo: una feliz coincidencia, que la suerte (Su Graciosa Majestad o Satanás) haya podido reunir en el mismo lugar a dos hombres tan singulares en esta historia. ¡Pero, qué casualidad! Maitland retenía el cargo de Consejero Privado de la Corona para el cual había sido designado el 8 de abril de 1807, es decir, poco antes de partir para Ceyland (hoy República de Sri Lanka, isla al SE de la India).
Las relacionesd británicas en Sudamérica
Aún después de dejar Inglaterra, pero antes de iniciar su campaña continental, es probable que San Martín haya recibido y expedido información relativa a la actualización de los planes británicos sobre Hispanoamércica. En Tucumán, tenía por médico al doctor William Colisberry, natural de Filadelfia, en el estado de Pensinvania, Estados Unidos de América (Damián Hudson, Revista de Buenos Aires, Tomo IX, pág. 189), que lo acompañó a Córdoba donde fue a dar por su misteriosa dolencia aparecida sorpresivamente en el invierno de 1814 (J. M. Paz, Memorias), y de allí siguió al prócer a Mendoza donde se radicó hasta 1838. En Córdoba San Martín conoció a otro inglés, James Paroissien, quien sería su Ayudante de Campo y a quien haría General peruano.
Ya en el Ejército de los Andes, el Libertador contó además con los servicios del General William Miller, un masón de fuste que intervino en las invasiones inglesas y que luego había peleado en la Península Ibérica bajo el mando directo de Wellington hasta por lo menos 1814, año en que abandonó España para reaparecer en Chile nueve años después. Este Miller, después biógrafo de San Martín en Inglaterra, fue el comandante de la Infantería de Marina que actuó a las órdenes de Cochrane.
Hablando de Cochrane, recuerdo que todos los comandantes de la escuadra sanmartiniana fueron súbditos ingleses: Willinson, que había estado prestando servicios en el ejército de la Compañía de Indias Orientales, era el Capitán del navío San Martín. Igualmente el Capitán Robert Foster tenía a cargo el Independencia. El Capitán Guise comandaba el Valdivia; el Subteniente J. Topoker mandaba en el Galvarino; el Subteniente T. Sackeville Crosbie era responsable del O’Higgins; Casey dirigía el Chacabuco; el Subteniente Carter disponía en el Araucano; Young gobernaba el Montezuma; Cobbet encaminaba el Potrillo; el Subteniente James Esconde estaba a cargo del Valdivia. El Comisario y Juez de la flota era el Sobregargo Henry Dean.
Hago dos aclaraciones antes de seguir; la primera: todos estos buques pertenecían a la Compañía de Indias Orientales y fueron rebautizados con estos nombres al llegar a Santiago de Chile, y la segunda: todos los oficiales que he citado también pertenecían al ejército de este fabuloso ente paraestatal. Es decir que esta fase del Plan Maitland, el traslado hasta el Perú, se cumplió tal cual lo había previsto su creador en aquel lejano año de 1801.
En Buenos Aires, San Martín so pretexto de una visita a su familia, se mantuvo en contacto con el Comodoro William Bowles, Comandante en Jefe de la Estación Sudamericana de la Armada Real, a quien el Libertador confió sus planes y problemas. En una de estas conversaciones San Martín sugirió a Bowles que Gran Bretaña enviase buques de guerra a la costa peruana, a fin de ejercer una oportuna intimidación, al tiempo que el Ejército Libertador avanzaba por tierra, con la promesa de la apertura de los puertos peruanos al comercio inglés.
En 1818, San Martín gestionó a través de Bowlws la mediación de Gran Bretaña en la lucha de las antiguas colonias contra España. Fue así que convenció a O’Higgins para dirigir, en su condición de Jefe del Estado Chileno, una carta con este motivo al Príncipe Regente (después Jorge IV de Inglaterra). El propio Libertador dirigió una carta de similar tenor a Castlereagh (12 de enero de 1818). Por lo demás, San Martín informó a Bowles que el agente del gobierno chileno en Londres, Antonio José de Irisarri, estaba facultado para ofrecer a Gran Bretaña la cesión de la isla Chiloé y el Puerto de Valdivia, así como una sustancial reducción de derechos para todos los buques británicos durante 30 años, a cambio de la asistencia militar. San Martín agregó que un Príncipe de la familia real británica sería bienvenido como monarca sudamericano, a condición de que la monarquía a establecer fuere de orden constitucional.
San Martín también mantuvo contactos con John Parish Robertson, un escocés llegado “por casualidad” durante las invasiones inglesas y que después se supo era agente secreto del Foreing Office. San Martín invitó a este inglés a que presenciara el combate de San Lorenzo (3 de febrero de 1813); la descripción que hace J. P. Otero sobre este hecho es altamente patética (op. cit. Tomo I, Cap. XI, pp. 219 y ss.), sin embargo nadie a reparado en ello. Más adelante y por disposición del prócer Parish Robertson sería el representante del Perú en Londres, para la gestión de un préstamo en el que intervino San Martín -1824 (ya residente en la isla en su “ostracismo”), mientras Rivadavia (según los historiadores enemigo acérrimo del prócer), hacía lo mismo pero para el Río de la Plata; ante la Casa Baring Brothers, una filial junto con la Hullet Brothers de la Banca Rothschild. De manera que tenemos por aquí: a San Martín y su mortal enemigo Rivadavia, juntos en la empresa de endeudar a las nacientes repúblicas sudamericanas. Un dato más: por este préstamo el Perú fue la primera de todas las naciones endeudadas que entró en cesación de pagos (hoy los lacayos del imperialismo lo llamarían “default” y al pago leonino de la usura “compromisos impostergables de la nación”). En plena guerra contra el Imperio del Brasil, Argentina debió vender (1826) sus dos mejores buques de guerra para pagar una de las cuotas contraídas “por el más grande hombre –según Mitre- de la tierra de los argentinos”, que naturalmente era Rivadavia.
Años después de la Gesta Libertadora, el Libertador le confió a su hermano Justo (entonces Coronel del Ejército Español, de una trayectoria muy parecida a la de nuestro prócer al lado de los ingleses, pero muy cerca de Wellington) que “de no haber sido por los esfuerzos del gobierno británico él no habría podido hacer lo que hizo en Sudamérica.”
Me quedan pendientes Los lazos masónicos.Pero la verdad es que llegando hasta aquí me cansé. Por lo que suplico me aguanten hasta la próxima.
LAS AMISTADES INGLESAS
EN EL ANALISIS DEL PLAN
(¿Una rosca fenomenal, asociación ilícita o banda delictiva?)
¡Shhh! Si la Espada y el Puñal están cruzados sobre el Delta y la Biblia (versión hereje de Douay), indican que el Supremo Consejo está sesionando. La fotografía pertenece a la que nuestra prensa venal llaman “prestigiosa” Revista Life de febrero de 1957.
LOS ENLACES MASÓNICOS
“No olvidar nunca que cuando es preciso unir estrechamente, mejor dicho, regimentar elementos populares que no pueden subordinarse a un régimen enteramente militar, por tratarse de personas que por su condición civil no pertenecen a ninguna fuerza armada, donde la disciplina es la base principal, no hay ni puede existir una organización más perfecta que la ofrecida por la Masonería.”
Antonio R. Zúñiga, La Logia Lautaro, Instrucciones de Francisco de Miranda a la Lautaro, Cap. X, pág. 151, Ed. Strach, Bs. As. 1922.
Advertencia al lector
Recuerdo al lector que esta parte, con el subtitulado Los enlaces masónicos, había quedado pendiente al final del Plan Maitland III que les enviara no hace mucho. Y advertido que fue esto, me aboco al tema sin más exordio, antes de que se vayan las ganas mías y las del lector también.
La masonería operativa y la masonería filosófica
No creo necesario comenzar esto de los enlaces masónicos historiando a la Masonería como lo han hecho unos cuantos autores. Soy un convencido de que la mayoría de los lectores tienen una idea más o menos formada sobre la secta satánica. Podrá haber, no lo niego, quienes inocentemente no sepan de qué se trata. Pues bien, a ellos los aliento diciéndoles que, a nivel mundial, se han escrito alrededor de 12.000 libros sobre este tema escabroso. De ellos, no menos del 70% hablan y comentan fundamentadamente en su contra, otros no tanto; y alrededor de un 30% de aquel conjunto los defiende, al hacerlos parecer inofensivos gatitos de talla, como aquel de Corrientes 3411, segundo piso ascensor, no hay portero ni vecinos (el lugar era un cotorro) hecho de porcelana para que le maúlle al amor, según el viejo tango de meta y ponga.
A partir del 24 de junio (equinoccio –iguales noches- de invierno en el hemisferio sur y de verano en el Boreal, hoy celebrado como Día de la Masonería Universal), de 1717 se produce una escisión en la Masonería. Mejor dicho: desaparecería una y nacería otra, o bien que de las dos hicieron una que es lo más probable. Recuerdo que por aquel entonces habían sido vencidos definitivamente los Estuardos
La que lentamente se esfumaría en los vapores matinales de principios del Siglo XVIII, es la masonería llamada operativa, constructiva o corporativa, formada por los gremios de operarios, talladores, canteros y auténticos constructores, que sufrieron infiltraciones póstumas de los que se llamaron masones aceptados. Y tal nombre les viene porque no eran albañiles o picapedreros, sino médicos, abogados, militares, maestros, jueces, burgueses enriquecidos, sibaritas feminoides devenidos en intelectuales, sujetos provenientes de la nobleza, etc.
La que nacería en aquella fecha, bajo la protección del rey Jorge II de Inglaterra y la presidencia del médico calvinista y refugiado francés Teófilo Désaguliers (predicador de la corte), es la masonería invocada como doctrinaria, filosófica o especulativa: que es la que hoy en día no existe rincón del Planeta que no la padezca. Francisco de Miranda al organizar sus logias llamaba a esta masonería como política. De cualquier manera el origen de la secta es incierto y muy difícil de probar (Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Bs. As. 1947).
Dice Juan Caprile (en Revista Civilita Católica, 1957 y 1958) que “ambas masonerías son, por lo tanto, dos organismos diversos, nada afines con sus objetos, si bien análogos en sus reglamentos y en su organización.”
Aunque en verdad parecería ser que la fecha de su aparición formal fue en 1723, cuando el Pastor Presbiteriano Jaime Anderson redactó su primera Constitución (Book of constitutions), ampliada y reformada en 1738 y 1746. Pero por otro lado el Diccionario Enciclopédico Abreviado de la Masonería, afirma que “la reforma radical de la masonería moderna se operó en 1641. En tal fecha deja su objetivo material y primitivo y toma el carácter teórico y científico en lugar del manual y práctico, recibiendo a los masones aceptados. El alquimista (astrólogo y anticuario) Elías Ashmole es uno de ellos, admitido en 1646 en la Logia Warrington de Edimburgo.”
Anterior a esta Constitución el rey calvinista Guillermo III había modificado los estatutos, y luego en 1720 se destruyeron todos los documentos de la masonería estuardista, con el fin de eliminar todo rastro de catolicismo y todo vestigio de romanismo, que hasta entonces había sido lo preponderante en la secta. Fue así como, fusionando todas las logias inglesas (cuatro en total) se fundó la Gran Logia de Inglaterra con asiento en Londres en tiempos de Jorge IV.
En el año 1650, Elías Ashmole era quien manejaba las logias rosacrucianas organizadas en Londres, y sus adeptos se reunían en los mismos locales que los masones. Su objetivo principal era “construir el Templo de Slomón, templo ideal de las ciencias”. Estos conventículos estaban, a su vez, fuertemente emparentados con los Hermanos Bohemios. Y dicen que fue Ashmole quien ideó las ceremonias de los grados iniciáticos (en 1641, 1648 y 1649), que son los tres primeros grados masónicos modernos (la llamada Craft Masonery o Masonería Azul); y fue quien escribió los rituales de ellos que son, con pequeñas diferencias, los utilizados en la actualidad.
Rosacruces fueron Martín Lutero y René Descartes, por ejemplo: así lo atestiguan los anillos de sello que ellos usaban con todos los símbolos de los Rosacruz. Así que Lutero, aparte del problema con la monjita Catalina Bora (muy rica en oro la religiosa; buen ojo el de don Martín), que después solucionó casándose con ella para dejarse de andar siempre más turbado que el día anterior, también por las noches golpeaba la vela y usaba el mandil en el tabernáculo inventado por los ingleses. Lo que se dice una bellecita. Pero de allí a decir que luterano tiene una parte de lútero y otra del ano, no. Eso no me consta. Más aún: me parece una grosería de un mal educado como decía mi tía Clarisa que me daba clases de castellano.
En la Inglaterra de nuestros días, la Masonería esta amparada por una ley especial del Parlamento, como Sociedad Secreta, y no sólo es patrocinada por los nobles del reino y la cáfila de turiferarios que la sirven desde adentro y desde afuera del reino, sino que hasta la soberana es patrona de la Institución Real Masónica para Niños. El heredero al trono, el Príncipe de Gales es, a su vez, Gran Maestre de la Gran Logia de Inglaterra y Gran Patrono de la Orden.
La dispersión de las filiales por Europa
Sea como fuere, lo cierto es que, por lo que después se vio, la masonería inglesa comenzó a moverse por el resto de los países de Europa a partir de las fechas que van de 1717 a 1723. Felipe, duque de Wharton de sexo dudoso, célebre por su impiedad y libertinaje, fue elegido Gran Maestre de la Logia de Inglaterra en 1722. Bajos sus auspicios actuaron Anderson y Désaguliers. En 1720 eran 25 las logias fundadas; en 1725 ya llevaban 50, y en 1737 el Príncipe de Gales pertenecía a la Orden (digamos que como ahora). Al mismo tiempo la Gran Logia de Inglaterra creó sus filiales en forma casi simultáneas en: Irlanda, España, Portugal, Bélgica, Alemania, Holanda, Suiza, Dinamarca, Suecia, Rusia, Polonia, Italia, Estados Unidos, India y Africa.
Observe el lector que, en los países donde la Gran Logia creó sus filiales, fueron colonias descubiertas y saquedas sin conmiseración (caso de Irlanda, la India y África, por ejemplo), o encubiertas (caso de Portugal y España) de Inglaterra; aliados (el caso de Rusia, Polonia, Suecia e Italia) para la guerra; o naciones que tuvieron que ver con el famoso equilibrio europeo que inventaron los británicos para justificar sus agresiones; o bien que su posición geopolítica las hacía indispensables a los fines de la dominación inglesa en el continente (casos de Bélgica, Holanda y Dinamarca). Porque geopolíticamente hablando los Países Bajos son a Europa lo que Israel es a la Media Luna de las Tierras Fértiles. Quien tenga estos puntos, maneja el resto con solo mover un dedo. Funcionan en la tierra como los estrechos en el mar. Por eso el Señor de Israel, que de geopolítica sabía un montón, le dio a sus preferidos esas tierras y no el Líbano, Siria o el Irán, por ejemplo.
De manera que los primeros pasos que dio la masonería fuera de Inglaterra fue como poderosa herramienta de dominación disfrazada de filantrópica y otras mojigangas. De forma tal que la Gran Logia de Inglaterra y la Tercera Orden de la Iglesia Anglicana vinieron a ser, y antes que todos, la columna vertebral del Imperio Británico. Y las dos organizaciones fueron y son manejadas por Su Majestad, para que nadie se equivoque. Hoy por doña Isabel II, casi momificada la pobre y martirizada por artritis reumatoidea, que aparentemente la usan para los desfiles, el protocolo y las estampillas. Mire don lector: en la Mancomunidad Británica no hay un solo cabello que se caiga de alguna cabeza, ni brizna de pasto que se corte, que no esté autorizado por ella. Es muy sencillo esto.
Aparece la voz de los Papas
A veinte años de haber sido fundada oficialmente la secta masónica en Londres, el Papa Clemente XII, en su encíclica In eminenti del 28 de abril de 1738, condenó y prohibió para siempre a las sociedades masónicas, como “perniciosas para la seguridad de los estados y la salvación de las almas”; fulminando contra ellas la excomunión mayor, y ordenando a los obispos que procediesen contra sus adeptos como si se tratase de verdaderos herejes, “enemigos de la seguridad pública”, pues “corrompen los corazones de los hombres sencillos y los traspasan con dardos envenenados (…) Después de haber reflexionado con madurez y de haber adquirido en este punto una completa certeza –agrega el Papa-, hemos decidido, por justos y razonables motivos, condenar y prohibir las dichas sociedades, reuniones y asociaciones constituidas con el nombre de francmasonería o con cualquier otra denominación.”
“Bajo las afectadas apariencias de una natural probidad que se exige a los masones y con la cual se contentan –dice inclemente Clemente XII-, han establecido ciertas leyes y estatutos que atan mutuamente; pero como el crimen se descubre por sí mismo, estas reuniones se han hecho sospechosas para los fieles. Y si todo hombre honrado considera el hecho de estar afiliado a ellas, como un signo inequívoco de perversión (…) Si sus principios fuesen puros no buscarían con tanto cuidado la sombra y el misterio.”
En verdad, lo que hizo Clemente XII, fue asociarse al clamor de los reinos y de sus pueblos. En efecto: antes que él, la masonería había sido prohibida y perseguida en Holanda (1735, un año después de su establecimiento en aquel reino), en Hamburgo, Suecia y Ginebra, también en 1735. Las logias de Zurich, Berna, España, Portugal, Italia y Polonia fueron clausuradas después de aparecida la bula pontificia. A las que se asociaron poco después Baviera, Rusia, Austria y Turquía. Benedicto XIV también la condenó en 1748, es decir 13 años después.
Aparecen las 24 condenas papales por falta de una
En 1935 la prohibió el IIIer. Reich en Alemania; en 1936, Mussolini en Italia, y en 1939 Francisco Franco en España (emitiendo uno de los mejores documentos que existen contra los satanistas). Cabe destacar que las prohibiciones en Alemania e Italia fueron seguidas de violentos allanamientos donde se encontró valiosa información, como por ejemplo planes futuros que la masonería estaba resuelta desatar en distintas naciones (concretamente el caso España de 1936 a 1938), también se explicaban muchos hechos del pasado. El fruto de estos allanamientos fue publicado en millones de ejemplares en versiones en alemán y en italiano. Dicen que hubo ejemplares en castellano traducidos en España. Sin embargo no ha sobrevivido ninguno ni como copia, lo que ya prueba dos cosas: que evidentemente decían la verdad y que los hermanos fueron muy prolijos para hacerlos desaparecer.
Los Pontífices que condenaron a la masonería fueron: Gregorio XVI (1832), Pío IX (en 1846, 1849, 1854, 1859, 1862, 1864, dos veces en 1865, 1869, 1873, 1875 y 1876), León XIII (una serie de documentos que van de 1878 a 1903, 1884, San Pío X (1911); la Congregación del Santo Oficio (1884); el Concilio Plenario Americano (1889); el Código de Derecho Canónico (Canones 684 y 2335 de 1918); Pío XI (1931 y 1932), etc.
De toda esta cascada de condenas por más de 197 años, no cabe duda que el documento más claro y que pinta a la masonería tal cual es, ha sido la encíclica Humanum Genus del Papa León XIII, del 20 de abril de 1884. Nadie, absolutamente nadie puede decir, a partir de la Humanum Genus, que fue engañado por la masonería o que no sabía de qué se trataba. Y hoy en día tiene tanta vigencia como hace 113 años. El dolor de los hermanos tripuntes es que la Humanum Genus es, sencillamente irrebatible. Prometo hacer, pronto, un comentario de ella.
Para terminar con este acápite debo agregar, obligadamente, la íntima conexión entre el comunismo (desaparecido sólo formalmente) condenado por Pío XI, el socialismo marxista y el comunismo (en su versiones leninista, trotskista y enseguida estalinista: todos judíos y todos masones, incluido el Patriarca Marx que era rabino además), condenados por Pío IX y León XIII, que hicieron su irrupción en la historia en 1846 y que se hallan estrechamente vinculados, como lo anunció León XIII y lo confirmó Pío XI, con el filosofismo, el liberalismo económico (obra cumbre del racionalismo Iluminista, con sus dos brazos; uno ejecutor: el capitalismo, y el otro dominador: el imperialismo), y la masonería del Siglo XVIII.
La masonería es una verdadera antigualla
Este dicho es un caballito de batalla que anda suelto con el apero bien cinchado, sin bozal ni nada que lo sujete. Como no me voy a poner a rebatir aquí semejante sandez, reproduciré lo que sigue, que nunca fue desmentido ni rebatido hasta el día de hoy: “Nada se ha modificado en la legislación de la Iglesia con respecto a la masonería. Los cánones 684 y 2335 se hallan en pleno vigor hoy como ayer. Su bandera de aconfesionalidad, neutralidad y concordia universal, conduce naturalmente a la indiferencia religiosa, es una bandera anticatólica y niega el primado absoluto que se debe dar a la verdad en todos los dominios, especialmente en religión. Los binomios “católico-masón” (traducido a nuestra jerga actual sería funcionario) “católico-comunista” (que debe leerse como progre) son una burla para nosotros que no queremos contaminaciones y que sabemos que no haya nada en el mundo que sea más grande que un cristiano verdadero, sin adjetivos sin aditamentos (cuidado católicos carismáticos, por ejemplo). La Iglesia posee un contenido doctrinal divino que es la revelación de Dios. Sobre tales elementos no pueden existir componendas de ninguna clase (precaución iglesia clandestina de Quilmes) sino tan solo una fidelidad absoluta, una noble y gloriosa intransigencia sobre lo que es verdad divina y conformidad de vida en la revelación (Bergagoglio me parece que te están llamando). Sólo la verdad nos hará libres, no los compromisos ni los hibridismos que deshonran a la razón y que son, además, una ofensa para nuestra fe” (Monseñor Mariano Cordovani, Maestro del Sacro Palacio, en L’Osservatore Romano del 19 de marzo de 1950).
La Masonería Inglesa: una herramienta fenomenal
Cuando Inglaterra desembarca en la Península Ibérica ocupada por Napoleón, quedó atada de pies y manos, respecto de sus ambiciosos planes para separar a España de sus posesiones ultramarinas. Simplemente porque como aliada de España no podía aparecer ante la comunidad europea, aunque en un segundo plano, alentando, favoreciendo o provocando la independencia Hispanoamericana. Si lo hubiese hecho tal vez perdería a todos sus aliados en la lucha contra el Gran Corso y el bloqueo continental se prolongaría indefinidamente. Por otra parte la situación social en la isla, que se acarreaba desde 1790, estaba en 1808 en su punto más álgido (expectativas de vida de un pobre: 25 años; de un rico 50), al extremo de que algunos autores sostienen que se estuvo muy cerca de producirse en Londres una segunda Revolución Francesa. Entonces, ¿qué hacer? ¿Acaso estudiar lo que se venía delineado desde 1780 y llevado a la práctica en 1805, 1806 y 1807? Evidentemente no.
La otra alternativa era dejar en el congelador los planes e ideas pergeñadas hasta que soplasen mejores vientos, entre ellos el Plan Maitland. Sin embargo la guerra, iniciada en Portugal primero y en España después por la invasión napoleónica, amenazaba con ser muy larga, como efectivamente se verificó, por lo que esperar su finalización era otro desatino. A este cuadro siniestro habría de sumársele la presión ejercida sobre la corona por los financistas (usureros) de la City londinense y de los sectores asociados a ellos: los de la producción (entonces deudores morosos de la usura) imposibilitados de vender sus manufacturas (fabricadas a destajo por el maquinismo), se encontraban en situación de quebranto económico ¿Entonces Inglaterra se vio en un callejón si salida? Así hubiese ocurrido de no contar Inglaterra con la más formidable herramienta jamás inventada: la masonería.A ella se le encomendó esta tarea. Tan silenciosa como eficiente.
La masonería, amparada como hoy mismo, en inofensivas ideas de libertad, igualdad y fraternidad, portadora de ideas supranacionales, disfrazado su matiz extra nacional con mil caras, derramada a los cuatro vientos, sin fronteras que la sujeten, censuren o frenen, enemiga acérrima de las ideas de patria y de la religión, luchadora incansable contra las tradiciones de los pueblos, dirigida por cien cabezas (pero que respondían a una sola), y amparada por el más estricto secreto, era el instrumento ideal para prestar asistencia indirecta a los revolucionarios hispanoamericanos. Esto no debió pasar inadvertido a los masones británicos, entre los cuales figuraba a la cabeza, el Príncipe Jorge (Regente por la locura de su padre desde 1810 hasta 1820 y después rey hasta 1830), quien fue el primero, a pesar de ser un tarambana, en manifestar su desacuerdo sobre que Gran Bretaña diese su apoyo formal a las insurrecciones en América Española.
Este Príncipe, el primogénito de Jorge III, luego rey Jorge IV hasta 1830 como acabo de decir, había sido iniciado en la secta satánica en 1787 en la Logia Príncipe de Gales cuando tenía 25 añitos de edad. En 1811 era Gran Maestre de la Moderna Masonería Constitucional Inglesa. Su juventud fue borrascosa y a pesar de llevar una vida prostibularia y de lobizón por las noches, se casó en secreto con una viuda más vieja que la achicoria y a pesar de ser católica: Fitz-Herbert, con la condición de que le pagase todas las deudas que tenía colgadas en las gancheras de las tabernas, bodegones y casas de lenocinio. En 1795, mejorando la puntería, se casó con su joven prima Carolina de Brunswik, que tenía más dinero que la añeja primera esposa, la que también hubo de saldar las deudas del calabacín trotacalles.
Por su parte Duff (solterón de sexo dudoso como todos los que rodearon a San Martín, incluido Wellington que hizo con Catalina Pakenham -1806 en Londres- lo mismo que hiciera el Libertador con Remedios-1812 en Buenos Aires-), el íntimo amigo de San Martín en España y luego en Escocia, fue iniciado en la secta en 1802. A su regreso a la isla fue nombrado Maestro de Culto y en 1814 recibió el cargo de Gran Maestre Encargado de la Gran Logia de Escocia, domiciliada en Edimburgo, cuyo Gran Maestre era, precisamente el Príncipe Regente.
La Masonería Mirandista
Para obtener los objetivos independentistas, de apariencia libertaria (exotérica) y de fondo británicos (esotérico), que se había propuesto Francisco de Miranda (1750-1816), venezolano por nacimiento y General inglés por convencimiento, ninguno de los ritos masónicos existentes, podía ofrecerle mayores ventajas que el llamado entonces Rito Moderno Francés al cual se hallaba afiliado desde 1796, presentado por María José Marqués de La Fayette (1757-1834) el mejor discípulo en Francia del fundador del Iluminismo, Adam Weishaupt (1743-1830), los cuales tres, como se ve fueron, prácticamente, contemporáneos.
Dicho rito masónico consta de cinco grados: tres son simbólicos, aprendiz, compañero y maestro; y dos grados superiores o dogmáticos, Rosa Cruz y Caballero Kadosch.
Miranda instituyó en la casona de Graften Street, Fitzroy Square, número 26, de Londres, una logia de este tipo a la que denominó Lautaro. Poco tiempo después instituyó otras dos que se denominaron Caballeros Racionales y Gran Reunión Americana. Muchos autores masones y no masones, han considerado a estos tres conventículos como uno sólo, armando un embrollo fenomenal. Pero no fue así. Los tres nombres o títulos se correspondían con tres talleres bien diferenciados, que fue el trípode sobre el que se asentó la Gran Logia Regional Americana, que era todo un Gran Oriente, dependiente de la Gran Logia de Inglaterra.
La Fayette, Washington y Miranda. Tres hombres aparentemente diferentes y un solo corazón: Falta Adam Weishaupt que lamentablemente no aparece retratado.
En ocasión de la fundación de la Lautaro, Miranda contó con la decidida colaboración de: Saturnino Rodríguez Peña, del sacerdote Servando Teresa Mier, Santiago Mariño, Benito Lizárraga, Olavide, Pozo, Sucre, Lord Mellville (Henry Dundas), Duff, conde de Fiffe, Sir Home Popham, Sir David Bair y otros ingleses que pertenecían de antaño a la masonería británica. Como se puede observar la logia quedaba automáticamente enlazada con los masones del gobierno de Pitt (que también lo era, como su padre que sirvió a los reyes Jorge II y III, ambos de larga trayectoria masónica), y con la virulenta masonería escocesa a través de Duff, el gran amigo de San Martín en España y luego al iniciar su ostracismo voluntario en la isla.
La Lautaro hace que aparezca la pata de la sota
Respecto origen del nombre Lautaro los autores de los más diversos pelajes, incluidos los masones siempre traviesos, se han echado a volar con su imaginación peregrina. Pero casi todos convergen, con pequeñas diferencias, en que se dio este nombre en memoria del cacique araucano Lautaro inmolado en 1553, tiempos de la Conquista del Reino de Chile por Valdivia, y que fuera inmortalizado en la bella poesía romancera por don Alonso de Ercilia y Zúñiga. Recordamos de paso que este indígena había sido paje de Valdivia hasta la batalla de Tucapel en que es muerto el jefe castellano, y fue entonces cuando Lautaro se pasó al bando contrario donde, entre otros, militaba el célebre Caupolicán, que también es de leyenda.
Sin embargo el historiador don Vicente F. López (masón como su padre), al referirse a la Lautaro afirmó que “el nombre de Lautaro no fue un título ocasional sacado al acaso de la leyenda araucana (…) sino una palabra intencionadamente masónica y simbólica, cuyo significado específico no era Guerra a España sino Expedición por Chile, secreto que sólo se revelaba a los iniciados al tiempo de jurar el compromiso de adherirse y consagrarse a ese fin” (Historia Argentina, Tomo IV, pág. 270).
Pero el Director de la Biblioteca de la Masonería en Buenos Aires, don Antonio R. Zúñiga, hace con estas palabras de López una deducción acertada para su tiempo: “Hay en tal afirmación un error –dice Zúñiga, masón irredento-. San Martín tomó el nombre de Lautaro de la logia fundada por Miranda, como O’Higgins lo hizo a su vez de la logia de Buenos Aires; y siendo ello así, mal podía entonces el general Miranda saber, en 1806, que San Martín llevaría a cabo, años más tarde, la expedición a Chile” (La logia Lautaro y la Independencia de América, Cap. II, pág. 37, Bs. As. 1922).
Bien: ¿qué tenemos por aquí? Primeramente que O’Higgins conocía el nombre Lautaro desde Londres, donde vio fundar la logia a Miranda y sabemos que fue una de sus manos derechas. Seguidamente que en 1922, Zúñiga no sabía lo del Plan Maitland que descubriría el doctor Terragno en 1981. Pero, evidentemente algo conocía don Vicente F. López que llegó a ser Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Grado 33 del Escocismo (título que compartió con personajes como Sarmiento, Leandro N. Alem, general Agustín P. Justo, generales Julio Argentino y Rudecindo Roca, Joaquín V. González y unos 35 más que tengo contados hasta ahora). Pero Zúñiga, que evidentemente no comía vidrio, dice que “le ha llamado la atención” este hecho (lo que dice López) y más adelante agrega, completamente extrañado, que Lautaro “constituía una palabra registrada en el ritual del primer grado”, donde comienza a sospechar, para finalizar diciendo: “puede muy bien haber tenido asimismo (la palabra Lautaro), otras aplicaciones que nosotros no conocemos” ¿Qué me dice lector que se ha quedado callado? ¿Acaso no es sorprendente que ni los mismos masones puedan desentrañar a los masones?
En la página siguiente vemos el local donde funcionaba el Templo de la Logia Lautaro de Buenos Aires. Se encontraba ubicada en calle de la Barranca (hoy Balcarce antes de llegar a Venezuela). Hubo serios intentos de conservarla como Patrimonio Histórico Nacional. Digamos a nivel de la Casa de Tucumán o del Cabildo porteño. Una fría mañana la sorprendió reducida a cascotes por la pica inclemente y el martillo pilón. Los fascistas seguramente. Fue una gran pena.
Entonces, ¿qué significaba la palabra Lautaro? Evidentemente del indígena, los masones, anglófilos de la primera hora, deslumbrados como los bichos por la luces de Londres, ni se acordaron. Entonces, ¿cómo sería este puchero? Si en lugar de Lautaro leemos L:A:U:T:A:R:O, como un anagrama, se pueden formar hasta 20 epígrafes, que justamente los tengo a mano, pero no los transcribiré, porque la mayoría carece de sentido. Solamente 6 de ellos me convencieron y uno sólo por sobre ellos y que es como sigue: Logia Aceptada y Unida en Talleres para la América Regenerada en la O (recuerdo de paso que esta figura O, no es la letra “o” sino un círculo –el mundo, el universalismo- es el emblema masónico por excelencia; los lautarinos firmaban en la parte posterior de su correspondencia –O-; -OO- y –OOO-, que da los grados de confidencialidad y urgencia en la comunicación de hermano a hermano o entre talleres). Puede ser, sin embargo, que Lautaro fuese ya dos cosas: un anagrama y que además revelara el PlanMaitland: el camino es por Chile, como lo dice don Vicente Fidel López, que de esto sabía más que todos los masones juntos. Por este motivo se agregó la palabra en el juramento del PrimerGrado, como queriendo decir que viniendo la orden desde Inglaterra (sede de la matriz lautarina), todo el mundo masónico se debería poner a trabajar por el objetivo trasandino sin dilaciones.
Entre Cádiz y Buenos Aires
Como ya lo he dicho, en 1807 reinaba en Inglaterra Jorge III, medio loco pero rey al fin; lo acompañaba su Ministerio de los Talentos, integrado por: Lord Grenville como Primer Ministro; Charles James Fox a cargo del Foreing Office; William Windham (discípulo de Edmund Burke y funcionario del primer gobierno de Pitt) en la cartera de Guerra; Lord Howick (más conocido como Earl Grey) un admirador de Fox; Lord Sidmouth (cuyo nombre era Henry Addington, responsable de la Paz de Amiens); Tom Grenville, hermano del Primer Ministro y Lord Holland, sobrino de Fox. Era esta una ensalada de whig (liberales) y tories (conservadores), hasta ayer irreconciliable y entonces unido por las maravillas que hace la masonería.
En ese año de 1807, Miranda, mandado por estos Talentos ingleses que eran los que le pagaban, como en los tiempos de Pitt (y el libertador venezolano se quedaba con los vueltos), desembarcó en Gibraltar. De allí pasó el paredón que hace de frontera y entró en Cádiz (ciudad muy vinculada con las invasiones inglesas a Buenos Aires de 1806 y 1807, pero que nunca se la nombra), para establecer una logia en ese puerto español (aparte de las fundadas por Cagliostro unos años antes). Un autor masónico ha dicho que “para pertenecer a la Lautaro se debía ser masón necesariamente”. Y mire don lector: todo indica que debió ser así; yo no me voy a desgañitar explicando lo contrario.
Dice Mitre que a principios del Siglo XIX la Sociedad de Lautaro tenía ramificaciones (talleres) por toda España, que estaban afiliadas a la Gran Reunión Americana, establecida por Miranda en Londres (sospecho que Mitre quiso decir Gran Logia Regional Americana). Y fue justamente en Cádiz donde San Martín se embarca en 1811 con rumbo a Inglaterra.
Interior del Templo de la Logia Lautaro. El antro está alumbrado con velas. Listo
para la tenida. En el dosel del fondo se destaca la estrella pentada. Sí, la misma
que tiene la bandera de los EE. UU., la de la Rusia Comunista, la China de Mao,
la cubana del Cuco, la chilena de Allende, la que luce el Che Guevara en su
boina y la que hoy se ve en Plaza de Mayo. Si. Es la misma. ¿Por qué será?
La mayoría de los autores masones y no masones están contestes en que San Martín fue iniciado al año siguiente, es decir 1808, en una de las logias que Miranda había fundado en Cádiz con cartas constitutivas de la Gran Logia de Inglaterra, llamada Legalidad, donde se le habría asignado el nombre de Hermano Inaco (Inaco es un héroe mitológico nativo de Argos o de la Argólida, ciudad de la Morea en el Peloponeso; era hijo del Océano y de Tetis; rey de Caria y primer rey legendario de Argos; etc.). También estos autores, masivamente, han aceptado que San Martín salió de Inglaterra a fines de 1811 con el Grado 5°. Claro está que ninguno dice de qué Rito que, en definitiva, es lo más importante. Pero como sabemos que todas las logias mirandistas fueron del Rito Francés o de La Fayette, el Grado 5° es el último, y se corresponde con el de Caballero Kadosch.
Esta deducción tan simple y que hoy no admite discusión, me ha llevado a pensar que el masonismo de San Martín debió ser muy viejo. Es impensable suponer que San Martín pasó en tres años de lobatón a Caballero Kadosck. No. Tenga la seguridad el lector que en la Masonería estas cosas no pasan. En el Rito Escocés de Antiguos y Aceptados Masones (REAAM) donde de los 5 grados se han hecho 33, por méritos se puede saltear uno, dos y tal vez tres grados. Pero en el constreñido Rito de Lafayette no. Allí se debe permanecer y dar testimonio en cada grado.
El masón arrepentido Luis Blanc (Historia de la Revolución, Tomo II, pp. 80 y 82), dice que “Kadosch” (en hebreo: El Santo; ¿acaso le vendrá de allí lo del Santo de la Espada que le endilgó a San Martín don Ricardo Rojas que era masón y de esto sabía más que nosotros?), “es el Hombre Regenerado, santuario tenebroso cuyas puertas no se abrían al adepto sino después de una larga serie de pruebas (algunas humillantes, agrego yo, como la sodomía, repetida dolorosamente o con gusto en varios grados, ¿será por esto que dicen se le abrían las puertas?), contestadas de manera que comprobaran los progresos de su educación revolucionaria, la constancia de su fe (masónica) y la fortaleza de su corazón (dormido en Inglaterra).”
Por el otro lado no hay ninguna constancia de que Maitland fuese masón. El único indicio es que era parroquiano de la Taberna de los Masones, punto de reunión de los Amigos del Pueblo, formado por un grupo de parlamentarios del cual el propio Maitland era un miembro prominente. De este cuchitril misógino se abastecía el rey para formar sus gabinetes, como el de los Talentos, por ejemplo. Funcionaba como un banco de cerebros al cual se acudía en busca de personajes hábiles para la corona. De manera tal que cualquiera que de allí se tomase, se tenía la razonable certeza de que era masón y que había estado bajo la lupa por varios años. No había posibilidad de yerro: era canalla confirmado. El líder de este grupo era James Mackintosh, un famoso masón y abogado perpetuo de la independencia Sudamericana. De manera que cuando don Jorge III necesitaba un hombre de tales y cuales características se lo pedía a Mackimtosh y este se lo remitía con franqueo pago. Este Mackintosh era amigo desde su niñez de Cochrane y consecuentemente de Maitland.
Dentro de la masonería el caso Maitland es como el caso de San Martín (y el de Lonardi sin ir muy lejos): todos los círculos que frecuentó y las amistades que tuvo hasta su muerte fueron masónicas, pero se duda si él lo fue o no. Entonces le pregunto al lector: ¿usted, cuántos amigos masones tiene?, o, ¿cuántas veces fue invitado a un templo masónico a presenciar una tenida blanca? Luego dígame como hacían estos para vivir entre masones sin serlo, y qué veían los masones en él que lo aceptaban sin más trámite. Pero no negaré que esto pudo ser posible, porque estos hombres eran maravillosos, ¿o no?
Sin embargo las confirmaciones de las vinculaciones de San Martín con la masonería parecen emerger de sus actos posteriores a su visita de cuatro meses a Inglaterra. La logia masónica erigida por Silva Cordeiro en el Barrio de Las Catalinas en la calle de la Santísima Trinidad, entre Santo Tomás y Santa María (hoy San Martín, entre Paraguay y Charcas) con el exequatur acordado por la Gran Logia de Pensilvania (EE. UU.), que le daba el carácter de legal, había desaparecido en 1804, pero abatió sus columnas en 1810. Después vinieron, junto con el invasor, las logias inglesas que en total fueron tres. Pero al llegar don José a las Balizas de su Majestad en el Río de la Plata, la única organización que se encontraba en pie era la Sociedad Patriótica. Según el masón Zúñiga (op. cit., Cap. X, pág. 152), al pisar la ribera de Buenos Aires, venía San Martín con un estudio detallado de cuanto acontecía masónicamente en la ciudad y el nombre de dos referentes principales: Manuel de Escalada (un bastardo de la familia Escalada, reconocido posteriormente en España; después su suegro) y el tucumano Bernardo de Monteagudo.
Junto con Carlos María de Alvear y Matías Zapiola (ambos iniciados en Cádiz) fundó lo que en términos masónicos se denomina un triángulo (un taller o logia), compuesto de tres luces (autoridades superiores de una logia), que serían: Venerable, Secretario y Orador. Esto, en la jerga masónica se denomina logia legal o logia perfecta. Establecido el triángulo se adquirió, a principios de mayo de 1812, un caserón cuya fotografía y domicilio ya he expuesto. En breve plazo ingresaron al taller y en el siguiente orden: Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Bernardo de Monteagudo, Manuel S. de Anchorena, Julián Álvarez, Alejandro Murgiondo, Teniente Coronel Manuel Pintos, doctor Antonio Sáenz, Bernardo Vélez y Tomás Guido.
Recibió esta logia el nombre de Lautaro y su matriz se encontraba en Gran Bretaña. Ahora bien: esta logia se componía de dos cámaras o secciones: la simbólica o azul (el azul cardo de los ingleses que ellos llaman tiestle, el de la Orden de la Jarretera) que consta de los tres primeros grados (la craft masonery o fuerza de choque de la masonería); y la superior o roja compuesta de los grados 4° (Rosa Cruz) y 5° (Kadosch). A esta cámara San Martín la denominó Gran Logia de Buenos Aires. Esta fue la que actuó políticamente con prescindencia de la Lautaro. Los miembros de la Lautaro jamás participaron de las deliberaciones. Es decir, lo que los historiadores tratan como un organismo, en realidad y efectivamente, fueron dos. Que entre ellos existiría cierta correspondencia o relación, no lo dudo, pero siempre las aguas separadas.
En la página siguiente, vemos la banda masónica usada en la Lautaro. Cuando se incendió el Colegio del Salvador en 1875 la encontró Enrique B. Moreno, que era Jefe de Policía, luego embajador, Senador Nacional, Comandante General de Marina y masón. Sobre ella hago una sola pregunta: ¿qué hacía esta banda en un Colegio Confesional como el del Salvador?¿Y los curas la tenían como reliquia o la tenían porque la usaban?
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Re: Hay “otro” bicentenario
"San Martín & Maitland", el libro de Rodolfo Terragno:
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Re: Hay “otro” bicentenario
Historia de Castillo del Romeral: FRANCISCO MORALES, DE SALINERO EN CASTILLO DEL ROMERAL A CAPITÁN GENERAL DE VENEZUELA Y CANARIAS.
FRANCISCO MORALES, DE SALINERO EN CASTILLO DEL ROMERAL A CAPITÁN GENERAL DE VENEZUELA Y CANARIAS.
PABLO GUEDES GONZÁLEZ.
En este artículo tratamos la figura del General Francisco Tomás Morales (1781-1844), que habiendo sido salinero en la Casa Fuerte de Santa Cruz del Romeral, donde con seguridad también recibió formación de armas y participación en combates, emigra a Venezuela en 1801 sin dominar las primeras letras y allí desarrolla una fulgurante carrera militar favorecida por la Guerra de Independencia, llegando a alcanzar el grado de mariscal de campo, siendo el último Capitán General de la América continental.
Morales, que emigró como tantos isleños de humilde cuna a Venezuela a labrarse un porvenir,
es uno de los primeros ejemplos en España, de personajes de clases bajas que asciende al más alto escalafón del Ejercito, reservado en aquellos tiempos a personajes pertenecientes a la nobleza o la alta sociedad.
SU VIDA EN CANARIAS.
La fecha de su nacimiento es el 27 de diciembre de 1781, en Carrizal. Los padres fueron Francisco Javier Morales Guedes y Mariana Alfonso Guedes y su madrina Tomasa Afonso, de la que recoge su segundo nombre.
En un principio pensamos que Francisco Tomás Morales, era familiar directo de Blas Antonio Guedes, el primer Guedes establecido en la Casa Fuerte, mayordomo de Las Salinas y Condestable (comandante) de la Casa Fuerte a principios del s. XIX, ascendiente de los Guedes de Castillo del Romeral. Al investigar la genealogía vimos que el primer antepasado común era el padre del tatarabuelo de Blas Guedes, Baltasar Hernández Guedes (Las Palmas, 1612) que contrae matrimonio en 1631 en Agüimes, con Isabel Alfaro, donde se establece y tiene 12 hijos. A su vez Baltasar era padre del tatarabuelo del General Morales.
Observamos que Morales desciende del capitán Juan Guedes (nieto de Baltasar Hernández Guedes), del que proceden tanto su padre como su madre. En algunos documentos, el apellido termina en “s” y en otros en “z”, pero en definitiva son el mismo apellido.
Hay un hecho en el que hay una contradicción y es el lugar del nacimiento que oficialmente tuvo lugar en El Carrizal de Ingenio, pero según Bethencourt Massieu (La Revista del Regimiento de Telde) fue en las Salinas del Romeral. En la documentación que hemos consultado figuran partida de nacimiento y testimonios de información de parentesco y limpieza de sangre practicadas a favor de don Francisco Xavier Morales Guedez, el padre del general. Se encuentran árbol genealógico y copia de partidas de bautismo. En toda esta documentación figura que el general y todos sus ascendientes son naturales del Carrizal, e incluso aparece un dibujo de la casa donde nació.
La documentación con la limpieza de sangre del General y el dato de que era salinero en Las Salinas del Romeral, lo hemos obtenido en el Museo Canario, en unos apuntes mecanografiados pertenecientes a una copia de una documentación sobre el General, cuyo original se encuentra en el Archivo de Acialcázar (Legajo nº3: General Morales), donde se expone que Morales trabajó como salinero en la explotación de Santa Cruz del Romeral, propiedad de la familia Rocha. Se dice que al llegar a Las Palmas G.C. la noche que embarcó para América solicitó autorización a los Rocha para dormir en el zaguán de su casa en la calle Malteses. Cuando regresó a Canarias, y con ocasión de devolverle la visita a Don Antonio de La Rocha, al acompañarle hasta el zaguán, Morales le señaló el rincón donde había dormido.
Con toda seguridad en los años que se establece en la Casa Fuerte, Morales podría haber tenido formación en armas y experiencia en combates. En esas fechas de finales del siglo XVIII, tiene lugar otra de las múltiples guerras de España, esta vez con Inglaterra y muchos barcos vienen a refugiarse de las naves enemigas al abrigo del Castillo tal como relata Santiago Cazorla (Los Tirajanas de Gran Canaria) que dice contar con oficios de una serie de barcos que se refugiaron durante los años 1797 y 1798, época en la que se produce también el famosos ataque de Nelson a Santa Cruz.
Nosotros tenemos documentados varios ataques ingleses al sur de la Isla, en el que destacamos el de mayo de 1798. que nos describe Suárez Grimón (Diario cronológico histórico de los sucesos elementales, políticos e históricos de esta isla de Gran Canaria.1780-1814):
“En este mismo mes quemaron los yngleses en el puerto de las Salinas del señor conde de la Bega Grande, un barco de costa nuevo, propio de Pedro Navarro, platero, y del zapatero José Candelaria. Y las tripulasiones de dos corsarios yngleses tomaron tierra en el Ganiguín y talaron y quemaron las mieses y casas que tenía allí dicho señor conde, y pasaron tropas y artillería a aquel parage pero inmediatamente se enbarcaron dichos yngleses”.
El mismo autor nos relata la acción en otra publicación (Construcción naval y tráfico marítimo en Gran Canaria en la segunda mitad del siglo XVIII):
Los ingleses capturan el pesquero Ntra. Sra. de la Soledad en la costa de Juan Grande, que tan solo había realizado un viaje a Berbería. En su segundo viaje y cuando iba a buscar sal “fue apresado por los ingleses y, sin embargo, de que estos le dieron fuego en las mares a la vista de Juan Grande, la gente de su tripulación pasó a su bordo y pudieron evitar el que se prendiese en el todo de dicho barco”. Posteriormente fue reparado con la quilla de otro barco y continuo el tráfico de pesquería.
Esa posible experiencia serviría a Morales para su fulgurante carrera en América.
EMIGRACIÓN A VENEZUELA.
Morales llega a Venezuela el 25 de febrero de 1801, estableciéndose y dedicándose al comercio en Nueva Barcelona. Comenzó a trabajar en una pulpería, tienda donde se venden diferentes tipos de géneros para el abasto. Allí aprendió a leer y a escribir y consiguió progresar, haciéndose con un capital propio y navegando y comerciando por las Antillas.
Ingresa en la milicia, donde realiza una carrera fulgurante, pasando de soldado a Capitán General de Venezuela en 20 años, a consecuencia de la guerra de independencia que se desarrolla contra el general Bolívar. En 1823 Venezuela consigue la independencia y Morales regresa a Canarias donde es nombrado Capitán General.
Según Domingo Déniz Grek (Resumen histórico descriptivo de las Islas Canarias. 1840-53). Morales, en un principio tenía intención de ir a La Habana en Cuba, pero su barco llega en primer lugar a Tierra Firme (Venezuela), donde decide no proseguir el viaje, hecho afortunado, pues el barco cuando continúa hacia Cuba tiene la desgracia de naufragar.
Siguiendo a Déniz Grek, en 1804 entra en la milicia de artillería (funciones que había desempeñando con la artillería de la Casa Fuerte) como soldado voluntario, siendo su primera batalla en 1806, cuando los ingleses atacan el Morro de Nueva Barcelona.
En 1809 se casó en Nueva Barcelona con doña Josefa Bermúdez, de la que tuvo a una hija llamada Marianna, al igual que muchas de sus ascendientes y que con el tiempo se casó con el General Ruperto Delgado.
A partir de 1806 actúa de soldado, y asciende a cabo, sargento, subteniente, teniente y ayudante, capitán, teniente coronel y coronel. De 1816 a 1821 es brigadier, en 1821 asciende a mariscal de campo y en 1822 asciende a capitán general de la provincia de Venezuela y general en jefe del ejército de Tierra Firme, región que comprende las actuales Venezuela, Itsmo de Panamá y parte de los territorios de Colombia (Nueva Granada). Recibía ese nombre, Tierra Firme, al ser el primer punto de tierra firme al que llegaron los españoles en América continental, concretamente en Venezuela.
En el siguiente enlace de la Wikipedia, se encuentra la biografía completa con los hechos de armas más importantes en los que participó el general: Biografía de Francisco Morales.
En resumen, en 20 años pasa de soldado a capitán general, en una rápida y brillante carrera militar, que se explica por la guerra civil que le tocó vivir, y en la cual libra más de medio centenar de encuentros. Luchó primero contra los británicos en 1806. Al estallar la rebelión venezolana se pronuncia por el Rey y combate contra los rebeldes, junto al canario Domingo de Monteverde (1811-1813); luego con Tomás Boves, cuya táctica al lado de los famosos llaneros aprende y de quien será su segundo (1813-1814). Fue herido en cuatro ocasiones y vencido en nueve batallas, llegando a enfrentarse con su ejercito con los principales jefes rebeldes, destacando con Simón Bolívar, con el que se enfrentó en 8 batallas, ganando Bolívar únicamente la batalla de Carabobo (1821). Como jefe superior, mantiene el precario dominio de España en Venezuela de 1822 a 1823, hasta que, falto de auxilios y vencida la flota hispana en la batalla de Lago Maracaibo, tiene que capitular el 4 de agosto de 1823, salvando los restos del ejército español, refugiándose con ellos en la isla de Cuba.
El ascenso y fulgurante carrera se comprende por su reputación de audacia, valor, arrojo e inteligencia que le llevó a ser por méritos de guerra, el último general español que salió de tierra continental americana. A su vez tenía fama de cruel y no tener escrúpulos, comprensible en su época y en la guerra que le toco vivir, donde no dudaba en degollar a sus enemigos y freír sus cabezas. De hecho hay escritos de Simón Bolívar donde se menciona a Morales y se le enjuicia muchas veces.
En la guerra, le quemaron su casa en Piritú y secuestraron a su esposa e hija, reteniéndolas en la Isla Margarita, estando a punto su esposa de ser fusilada, siendo salvada por el gobernador inglés de la Isla de Trinidad, que sabiendo su situación mandó una fragata de guerra y salvó su vida.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE VENEZUELA.
Para explicar el ascenso de Morales y comprender aquel mundo tan convulso, aportamos algunos datos que nos presenta el artículo de la revista Bienmesabe, “Los Canarios en la Independencia de Venezuela”
El Canario es desde los orígenes de la Venezuela colonial sinónimo de isleño, un conglomerado étnico diferenciado de español y del europeo. Para los naturales americanos, los canarios eran tomados por un igual porque consideraban que eran diferentes de los españoles peninsulares, eran tratados como criollos (blancos nacidos en América), pertenecían a una provincia que separada de la Península por el mar al igual que ellos, además de separarse y disgregarse del conjunto de los españoles que llegaban a Venezuela. El número de Canarios era muy superior al del resto de españoles y en aquellos tiempos eran muchos los canarios que emigraban buscando un mejor futuro y oportunidades en la tierra americana.
La goleta San Rafael, del capitán grancanario Salvador Almeida, testimonia la migración grancanaria. Fletada en Las Palmas en 1802 para La Guaira, desembarcó sus pasajeros en Barcelona. Los trasladados procedían de Telde, Agüimes, Teror y San Lorenzo.
Los canarios que llegan, al igual que Morales, en su mayoría son pertenecientes a las clases bajas, y muy pobres. Se buscan el porvenir, normalmente en pequeños negocios y comercios y son considerados como “rústicos, pulperos y bodegueros” tanto para la oligarquía venezolana, impulsora y defensora de la independencia como para los españoles del ejercito realista. Se les trata como a clases bajas y así vemos como a Morales se le describe peyorativamente por los generales venezolanos de la siguiente manera: "El canario Morales, rastrero y bajo desde los principios, había comenzado por soldado y asistente del teniente coronel español don Gaspar de Cagigal… era antiguo vendedor de pescado frito en Píritu y llamado a terrible notoriedad en los años siguientes".
La República de Venezuela que se proclama en 1813 es impulsada por las clases poderosas y oligarcas que pretenden la independencia de España para luchar contra el monopolio comercial español. Es por ello que los canarios apoyaron en un principio los cambios políticos promovidos por la élite. Todos los sectores sociales de origen canario coincidían con la oligarquía criolla en su oposición a los españoles.
Pero el nuevo gobierno, es para los pequeños comerciantes canarios, peor que el anterior pues temen por sus bienes “amenazados de onerosas derramas, y empiezan a desear el restablecimiento del gobierno antiguo”. Es significativo que, mientras que los canarios de origen inferior apoyarían a partir de entonces la contrarrevolución, los integrados en la oligarquía siguieron optando por la independencia.
Un hecho va a decantar que muchos canarios se pasen al bando realista. Pocos días después de la proclamación de la República, acontece la llamada “Insurrección de los isleños”, en las inmediaciones de Caracas: “sesenta individuos naturales de las islas Canarias se reunieron en los Teques montados en sus mulas, armados de trabucos, cubiertos sus pechos con hojas de lata y gritando ¡Viva el Rey y mueran los traidores!”
Era la confirmación de que las deserciones comenzaban a crecer entre los isleños de las clases bajas, que la decepción y el desánimo cundía. La rebelión fue pronto sofocada por haber sido delatada por uno de sus organizadores. Sus cabecillas detenidos y conducidos a las cárceles. Juzgados en tres días, fueron fusilados 16 de ellos y colgados en la horca. Francisco Javier Yanes reconoce que sus "cadáveres fueron destrozados, a usanza española, y puestos sus despojos en varios puntos de la ciudad. "
Esta sería la constante en un guerra civil cruenta e incrementada por la tensión y el odio étnico-social. Con ella una intensa escala de muertos en la que sería la guerra más sangrienta de las que se desarrollaron por esas fechas en la América española. Se calcula en un tercio de la población las pérdidas demográficas deparadas.
Según la Wikipedia, el Decreto de Guerra a Muerte fue una declaración hecha por Simón Bolívar en 1813 que estuvo en vigor hasta 1820 en que se firma un tratado de armisticio. Según Bolivar fue creada como respuesta a varios crímenes y masacres realizados por soldados españoles tras la caída de la Primera República, contra miles de republicanos. El objetivo del documento era cambiar la opinión pública sobre la guerra venezolana de liberación, para que en vez de ser vista como una mera guerra civil en una de las colonias de España, fuera vista como una guerra internacional entre dos países, Venezuela y España.
Este decreto significaba que los españoles y canarios que no participasen activamente en favor de la independencia se les daría muerte, y que todos los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las autoridades españolas. Además, añadía el objetivo de comprometer de forma irreversible a los individuos con la revolución. Sin embargoLa Guerra a Muerte fue practicada por ambos bandos.
Durante la Campaña Admirable por cada lugar "todos los europeos y canarios casi sin excepción fueron fusilados" por las armas patriotas a su paso. En febrero de 1814, al concluir la campaña, Juan Bautista Arismendi, por órdenes de Bolívar, mando a fusilar a 886 prisioneros españoles en Caracas. Para engrosar su número añadió inclusive los enfermos en el hospital de La Guaira, cerca de 500 a 1000 entre los días 13 al 16 del mismo mes.
Como veníamos comentando los canarios pasaron a convertirse en la columna vertebral del nuevo orden. La restauración realista no podía entregar el poder a la antigua élite que en su gran mayoría había apoyado la causa republicana. Y es aquí donde se explica el progreso de Morales en un ejercito compuesto en su mayoría de llaneros que debido al odio racial y el afán de recompensas, continuaron fieles a la causa realista.
Los españoles arrebatan las tierras a la oligarquia independentista y liberan a sus esclavos. Prometen tierras ganados y recompensas a llaneros e isleños lo que los lleva a luchar contra sus antiguos amos con un odio racial.
La barbarie, la violencia era desenfrenada por ambas partes. Se fusilaba sin piedad al enemigo en un simbolismo despiadado en el que se descuartizaban los restos. El insurgente Briceño pedía la muerte de todos los españoles y canarios y llegó a pedir dinero por sus cabezas. El odio étnico se hace patente cuando se cantaban canciones como ésta cuando los canarios iban conducidos a los patíbulos:
Bárbaros isleños,
brutos criminales,
haced testamento
de vuestros caudales.
Una de las acusaciones que se efectuaba contra los jefes realistas era que no tenían nada que ver con un ejército convencional. La subordinación y la jerarquía militares, tal y como era entendida en el ejército, no existía en la realidad. Los ejércitos sólo obedecían a su caudillo y la élite de este ejercito la constituían los llaneros con su principal lider Boves y su segundo al mando Morales.
De hecho a Morales se le acusa de crueldad pues de hecho había mandado fusilar, según Heredia, a 7 capitanes de su ejército por considerar que no le eran fieles. "Envió las 7 cabezas al Gobernador militar de Caracas para que las fijase en parajes públicos". Cajigal reafirma que la insubordinación, la no aceptación de la jerarquía, el no sometimiento a los superiores es una constante en Morales. Yanes dice de él que sus atrocidades llevaron a extremos deleznables, como el que aconteció con el canario Tomás Losada en Cariaco. Partidario de la independencia había huido de Caracas y se había refugiado en esa localidad: "mandó matarlos a todos y que le llevasen el dinero y efectos que encontrasen en su posada".
En esta situación las cosas comienzan a cambiar cuando llega un contingente de 10.000 españoles a Venezuela a reforzar el ejercito realista. La tropa peninsular, bien vestida y equipada "con aquel garbo que es peculiar a los españoles de raza pura" contrastaba con los pobreza de los del país, descalzos y con trajes rotos. El capitán general al mando, Morillo, comete la imprudencia de "considerar a los criollos sólo por su mezquino aspecto", sin atender a su mayor mérito para una guerra en tierra para la que los españoles no estaban preparados. La marginación y la altanería con que los militares profesionales miraban a los criollos hizo que "en poco tiempo se vio que estos hombres despreciados, afiliados después en las filas patriotas (de los independentistas) supieron y pudieron ir destrozando a los ufanos e indiscretos soldados del General Morillo, al paso que radicando el odio contra los incorregibles españoles".
El propio Morales en una carta dirigida a Morillo dejó constancia de esa postergación, que a la postre fué la responsable de la derrota, a diferencia de los actuado por Boves y por él:
“Los jefes españoles que podían tomar o tenían en la mano las riendas del Gobierno, o no tenían el conocimiento necesario de la localidad, de los pueblos e índole de sus habitantes, o queriendo hacer la guerra por lo que han leído en los libros, se veían envueltos y enredados por la astucia y viveza de las tropas, sin poder dar un paso con feliz éxito, a menos que fuese seguido de los mismos naturales.
Tuvo la fortuna D. José Tomás Boves de penetrar los sentimientos de éstos y adquirir un predominio sobre ellos por aquella simpatía, o como suele decirse, por un no sé qué suele sobresalir en las acciones de un hombre y hacerle dueño de sus semejantes. El difunto Boves dominaba con imperio a los llaneros, gente belicosa y tal que es preciso saberla manejar para aprovecharse de su número y de su destreza. (...) Comía con ellos, dormía entre ellos y ellos eran toda su diversión y entretenimiento, sabiendo que sólo así podría tenerlos a su devoción y contar con sus brazos para los combates, reluciendo más estas verdades con el contraste de los ejércitos o divisiones mandadas por los jefes de la provincia con nombramiento o patente de la soberanía (...) .
Verdad es que las tropas disciplinadas saben hacer la guerra por principios, pero es contra otras tropas que operan por la misma táctica, y están arregladas a unas costumbres militares, pero venga un jefe, cualquiera que sea, y entre en combate sin contar con los modales y genios de sus soldados, hallará seguramente su destrucción y su ruina. Diecinueve mil hombres mandaba Boves y tenía reunidos para acciones hasta 12.000. ¿Y podrá algún otro hacerlo en el día? Usted lo sabe y nadie lo ignora”
REGRESO A CANARIAS.
Siguiendo la documentación sobre Morales a la que que pudimos acceder en el Museo Canario, Fernando VII perdidas ya todas las posesiones americanas, solo podía premiar a Morales con la Capitanía General de Canarias, cargo que en aquella época era la principal autoridad civil, política y militar de Canarias, además de presidente de la Real Audiencia. Fue el segundo canario nombrado Capitán General, y entre las distinciones que obtuvo destacan la de Caballero de la Real y Militar Orden de San Fernando, y de la americana de Isabel la católica, de la de San Hermenegildo, condecorado con la de Fidelidad Militar de primera clase y por varías distinciones por acciones de guerra
En 1827 llegó a Santa Cruz, sede de la Capitanía General, y poco después llega a Gran Canaria donde se le tributa un caluroso recibimiento, que con el tiempo se enfría debido a su autoritarismo, nepotismo y arbitrariedades. En su cargo abasteció de agua a la población y al puerto de Santa Cruz y reprimió algunas asonadas liberales.
En 1828 solicitó un título condal (Andrés Lorenzo Cáceres: El General Morales solicita un título).
En 1834 cesa como Capitán General y pasa a Gran Canaria, obteniendo del Estado, como premio a sus servicios en tierras americanas, la hacienda San Fernando en la Montaña de Doramas, donde se retira, el nombre de la hacienda es dado en honor al Rey Fernando VII, al igual que su yerno dá el nombre de Santa Cristina a la finca con que le premió la reina consorte Maria Cristina. Al jubilarse es acusado de cometer excesos durante su mandato y de estar talando el bosque de Doramas. El mariscal de campo José Marrón, con cargo de general y gobernador civil se hizo eco de las quejas, y sin duda celoso de la ascendencia de Morales, arremetió contra él y contra su yerno Ruperto Delgado, a quién había nombrado Gobernador Militar de Las Palmas. Suponía que ellos eran los instigadores de una campaña de difamación en su contra. A ambos se les deporta a la Península, pasando allí dos años.
Francisco Morales falleció el 5 de octubre de 1844, y está enterrado en una capilla de la finca San Fernando en la Montaña de Doramas.
La hija de Morales, María Ana Morales Bermudez, casó en 1833 con el brigadier Ruperto Delgado, cuando la joven tenía solo 14 años y el brigadier 44, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos: Francisco Tomás, Josefa, Fernando (alcalde de Las Palmas en 1899 cuando se inauguró la primera compañía eléctrica) Manuel y Tomás.
Según Morales Padrón, el general "fue un audaz militar sin escrúpulos, cruel y zafio; un hacendado oportunista, voraz y arbitrario, que actuaba en el campo civil como si todavía estuviera en los campos bélicos de América donde todo estaba permitido, incluso el degollar a unos enemigos y freír sus cabezas."
En su testamento figura un extenso patrimonio logrado a lo largo de su carrera. La hacienda “Santa Rosa” en el pueblo de la Victoria, Venezuela, de 49 leguas cuadradas, un solar en Piritú, cuatro esclavos en el pueblo de Cagura, deudas varias que le debían por 18.000 pesos comerciantes en Venezuela y La Habana, varios pedazos de tierra de secano y regadío heredadas de su padre y otros que adquirió posteriormente, una casa de dos pisos frente a la calle de los canónigos, un almacén en la costa de Lairaga, una hacienda en Tenerife de 100 fanegadas, una casa de dos pisos en Santa Cruz, vales, créditos y sueldos que se le adeudaban y la famosa hacienda “San Fernando” de 955 fanegadas en la Montaña de Doramas.
En la época de la desamortización, el coronel Ruperto Delgado, yerno del general, remató en El Doctoral, 16 fanegadas, 9 celemines y 12 brazas con dos días de agua por 18.600 reales de vellón. Dichas tierras pertenecían a la Cofradía del Rosario de Agüimes.
Finalmento los restos del General, juntos con los de su esposa, su hija y su yerno descansan en la pequeña capilla de su hacienda de San Fernando en Moya, hacienda que hoy pertenece a la familia Bitini Delgado.
BIBLIOGRAFÍA.
BETHENCOURT MASSIEU, A. (2001): La Revista del Regimiento de Telde (1999). Revista Vegueta nº 4. Pags. 173.
DARIAS Y PADRÓN, Dacio V.: El mariscal de campo Francisco Tomás Morales. Madrid S.A.
DÉNIZ GREK, Domingo: Resumen histórico descriptivo de las Islas Canarias. (1840-53). Manuscrito dactilográfico conservado en la Biblioteca del Museo Canario, 3 tomos. T II, pág. 799-800
General Morales. Apuntes mecanografiados en el Museo Canario pertenecientes a una copia de una documentación sobre el General, cuyo original se encuentra en el Archivo de Acialcázar (Legajo nº3: General Morales).
GONZALEZ SOSA, PEDRO: El Brigadier Ruperto Delgado González (II) en www.guiadegrancanaria.org .
MORALES PADRÓN, en MILLARES TORRES: Historia general de las Islas Canarias. 1977 Pág. 304
MORALES PADRÓN, Francisco: “El último capitán general de Venezuela: el canario Francisco Tomás Morales”. III Coloquio Canarias-América. LPGC, 1978. Pág. 87-94 y “Documentos sobre Francisco Tomás Morales Afonso”, Sevilla 1978. Dossier de documentación variada sobre este tema en el Museo Canario. A su vez Francisco Morales Padrón aporta otras fuentes de documentación que son:
BORGES, Ana Lola: Francisco Tomás Morales, General en Jefe del ejército realista en Costa Firme (1820-23). “Anuario de Estudios Americanos”, 1965. Madrid- Las Palma, nº 11, pp. 11-102.
Archivo de Acialcázar ( Legajo nº 3: General Morales).
MORALES PADRÓN, Francisco: “El último capitán general de Venezuela: el canario Francisco Tomás Morales”. Anuario de Estudios Americanos. Vol XXXIII, Sevilla 1976. Pág. 641- 712.
MORALES PADRÓN. EN EL LIBRO DE MILLARES TORRES. Pág. 304. y
MORALES PADRÓN, Francisco: “El último capitán general de Venezuela: el canario Francisco Tomás Morales”. III Coloquio Canarias-América. LPGC, 1978. Pág. 87-94 y “Documentos sobre Francisco Tomás Morales Afonso”, Sevilla 1978. Dossier de documentación variada sobre este tema en el Museo Canario. A su vez Francisco Morales Padrón aporta otras fuentes de documentación que son:
DARIAS Y PADRÓN, Dacio V.: El mariscal de campo Francisco Tomás Morales. Madrid S.A.
BORGES, Ana Lola: Francisco Tomás Morales, General en Jefe del ejército realista en Costa Firme (1820-23). “Anuario de Estudios Americanos”, 1965. Madrid- Las Palma, nº 11, pp. 11-102.
Archivo de Acialcázar ( Legajo nº 3: General Morales).
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Los Canarios en la independencia de Venezuela. Revista Bienmesabe.
http://www.bienmesabe.org/noticia/2009/Junio/los-canarios-en-la-independencia-de-venezuela-y-vi
SUÁREZ GRIMÓN, V.: Diario cronológico histórico de los sucesos elementales, políticos e históricos de esta isla de Gran Canaria (1780-1814. [2002]. T. II. Pág. 63.
SUAREZ GRIMÓN, Vicente: “Construcción naval y tráfico marítimo en Gran Canaria en la segunda mitad del siglo XVIII”. IV Coloquio Canarias-America. LPGC, 1980. Pág. 859.
TARAJANO PÉREZ, Francisco: Memorias de Agüimes III. 2001. Ayuntamiento de Agüimes. Pág. 89.
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Re: Hay “otro” bicentenario
C. L. A. M. O. R.: El mito de la bandera y la Virgen de Luján
En sus intentos por crearse una "revolución católica y tradicionalista", los nacionalistas y revisionistas llegan a propagar mitos descabellados.
Uno de ellos es el que dice que el traidor y perjuro Manuel Belgrano se inspiró en el manto de la imagen de la Virgen de Luján.
El problema es que el manto celeste y blanco... es de 1904. Sí, al que sorprendentemente se le agregó el gorro frigio, el saludo de manos masónico y el sol del 'Gran Arquitecto'.
Anteriormente, el manto era azul con estrellas doradas y la túnica de la Virgen en rosado.
Cualquiera que haya visitado el Museo de Luján lo sabría. Pero los nacionalistas hacen política, no historia.
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Re: Hay “otro” bicentenario
El otro día tuve entre mis manos un libro de texto peruano donde se decía que a los criollos les era prohibido ejercer funciones administrativas. Desde el Inca Garcilaso, soldado de Juan de Austria enterrado con todos los honores en Córdoba, a Olavide, ministro de Carlos III, Enrile jefe de la flota o el duque de San Carlos, ministro de Fernando VII, o el mismo Nariño, quien fue enjuiciado por ladrón (Tan ladrón como Miranda), los ejemplos contundentes son hasta repetitivos. Sin embargo, los nacionalistas de toda clase siguen repitiendo el mismo mantra, negando hasta lo que los mismos próceres dijeron y refabricando una mitología que ya no se sostiene más. Es demencial. En España, hasta Menéndez Pelayo llegó a caer en algo de mitología bolivariana, por ejemplo. No digamos ya el esperpéntico caso de Unamuno.
Es curioso cómo este día, algunos pretendidos contrarrevolucionarios braman contra la Revolución Francesa pero apoyan la Hispanoamericana al servicio del imperio británico. Hablan de "no al españolismo centralista".... Sí, ya veo con su nacionalismo republicano de simbología masónica y contrario a un hispanismo constructivo, lo bien que ellos se refieren y tratan a las provincias. Y ya veo en sus "quejas criollas" cómo después somos tratados los españoles. Doble moral y en el fondo, un síntoma de débil y deformado "afrancesamiento", donde muchos buscan en un apellido exótico del abuelo el paraíso en la tierra. Porque todo lo que no sea España (o indígena, si me apuran) es bueno. Y claro, se es contrarrevolucionario por Francia, no por España. Y se crea una suerte de rivalidad hispano-italiana que en Europa no existe. Y se hacen chistes presentando a los gallegos como bobos cuando el gallego es todo lo contrario, parece que el imbécil que hizo eso lo hizo queriendo, porque lo hizo justo al revés. Y luego se nos vende que los españoles somos muy malos en España y allá nos reciben con los brazos abiertos. Pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
En fin, lo único bueno de todo esto es que, a pesar de las traiciones reiteradas de la misma España, desde esa oficialidad liberal comandada por Morillo, Maroto y Espartero, ---"los hermanos en todas partes" según San Martín--- que fastidiaron el buen trabajo de los auténticos realistas; el mito es tan débil, pedante y contradictorio que desde Hispanoamérica ha comenzado a desmoronarse en serio. Tiempo al tiempo.
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Re: Hay “otro” bicentenario
*Uno de los esperpentos de Unamuno a los que me refería:
La Conquista del Estado / Unamuno habla de Bolívar / 4 abril 1931
Después de varios y dilatados aplazamientos ha tenido lugar en el Ateneo la anunciada conferencia de D. Miguel Unamuno sobre el tema arriba trascrito –considerablemente corregido y aumentado– y que reproducimos, casi textualmente, en atención a su importancia y a la expectación que había provocado.
El ilustre profesor empieza señalando el 16 de Diciembre de 1930 como fecha inicial de su conferencia, que ha sido retardada sucesivamente por incidencias ajenas a su voluntad. A tenor de esta manifestación, recuerda su llegada a Madrid en aquella ocasión y la bárbara carga de que fueron víctimas los estudiantes, motejados hoy día por ciertos elementos de «chiquillería pseudo-intelectual» y «mozalbetes». Que me apunten –comenta– de mozalbete honorario. Insiste en acusar la brutalidad de los medios de represión empleados únicamente en España, a los que, sin embargo, califica de naturales y humanos, «pues existe un alto personaje que no puede tolerar se le discuta en la calle».
Tengo que hablar de sangre –continúa– porque de ella está llena la historia de todo el siglo pasado. Refiere que, con ocasión de los sucesos de Vera, cierto personaje se manifestó por la aplicación del garrote para los encartados, que consideraba más humanitario que el fusilamiento, porque no había efusión de sangre.
Acto seguido se dedica a estudiar la personalidad de Bolívar, cuya labor de libertador de América se hubiera completado con la de España, para lo que era preciso derribar el obstáculo tradicional: la Monarquía. Bolívar, formado en los enciclopedistas franceses y en Plutarco, romántico y admirador de la gesta napoleónica, quiso infiltrar en Hispanoamérica el espíritu liberal, y por eso, la guerra de emancipación fue una guerra civil –nuestra guerra civil– análoga a la que hoy se desarrolla.
El pueblo americano no sabía de Patria, y ellos se la dieron al alzarse contra el absolutismo y combatir por la República.
En España, ese espíritu fue introducido por Bonaparte, y sirvió de ocasión para demostrar el instinto servil de Carlos IV y su primogénita. Se suceden después las Cortes de Cádiz y el alzamiento de Cabezas de San Juan y la carta magnífica de entusiasmo y de optimismo, dirigida por Bolívar a Fernando VII con el ofrecimiento de Colombia, nueva patria, libre de toda tiranía. Después sobreviene la invasión de los «cien mil hijos de San Luis» y el fusilamiento de Riego.
Bolívar –recuerda el Sr. Unamuno– rehusó una corona sobreponiendo el título de libertador a la Corona real.
Deseaba una Confederación de Hispanoamérica, y tildaba a los caudillos de «héroes jubilados».
Hablando del desastre del 98, afirma que Cervera acudió a defender la dinastía únicamente. La sangre de Rizal está dando patria a Filipinas y otra sangre nos la dará a nosotros; pero la Patria no se asienta con sangre, sino con república.
Compara a Bolívar con Don Quijote, derrotado en Barcelona por el bachiller de la Blanca Luna, y agrega: «No sé si ahora algún bachiller catalán de la «blanca peseta» ahogará el gesto bolivariano de la ciudadanía española; pero ya que ese bachiller nos habla de problemas abstractos y concretos, yo le diré que lo abstracto es el régimen y lo concreto el Rey.
República, sí; pero no con un presidente vitalicio.
Lee después unas cuartillas destinadas al Monarca, y que dicen: «Mañana, cabo de siglo de la muerte de Simón Bolívar, que libertó a la América española del dominio de la Monarquía de Fernando VII, acudirá Vuestra Majestad, biznieto de éste, a presidir los funerales en San Francisco el Grande.
Los funerales del que pensó venir a España a libertarnos, aquel cuya ambición era ofrecer a los españoles una segunda patria, pero erguida, no abrumada de cadenas. Y piense D. Alfonso XIII que la obra de Simón Bolívar no se ha rematado, que a esos funerales protocolarios seguirán otros. Piense que no se pueden retener por la fuerza pueblos que desean emanciparse, que no bastan ejércitos pretorianos, ni contra colonias que quieren hacerse repúblicas autónomas, ni contra el pueblo que no tolera cosoberanías. Ha llegado el Ayacucho español, y es inevitable rendir el Cetro. La existencia de la República española es necesaria. Señor, al reposo de Vuestra Majestad y a la dicha de los españoles. Nos hace falta plantear libremente nuestros problemas.
Volviendo a su discurso, dice que cuando fue requerido por una alta personalidad para procurar una concordia, contestó: «Dígale que va a caer envuelto en fango y en sangre inocente.»
Hablando de los sucesos actuales, proclama el españolismo de los estudiantes y compara a Galán con Bolívar.
Termina diciendo que el alto personaje que ha mencionado repetidamente, dijo en cierta ocasión que la República hay que ganarla en la calle, y a eso debe replicarse que, en la calle, donde él no va, será ganada. «Y ahora digo –son sus últimas palabras– como en los folletines de los periódicos: se continuará, porque yo pienso continuar.»
El insigne orador fue calurosamente ovacionado.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Lo apuntado Por CLAMOR, con relación al general Manuel Jose Joaquin del Corazón de Jesús Belgrano y los colores de nuestra Bandera debe ser aclarado.
Antes de hablar de "mitos descabellados", injuriando a los nacionalistas católicos , hispánicos argentinos, debió saber que el manto con los colores azul y blanco de la "Limpia Concepción de la Virgen de Lujan" es muy anterior al de 1904, y generalmente dichos colores eran los que cubrían a la virgen desde los tiempos mas remotos.
El de 1904 es el que le agrega el escudo nacional.
Por otra parte el general Belgrano tuvo una manifiesta, profunda y particular devoción por la Inmaculada Concepción y puso el Consulado del cual fue Secretario bajo esa advocación, y dispuso en el escudo del consulado los colores azul y blanco de la Inmaculada.
Su hermano Carlos -Comandante Militar de Lujan- sostuvo que los colores de la bandera, Belgrano los tomo del manto de la Virgen Inmaculada, lo mismo dice un cabildante de Lujan que conoció a Belgrano, precisamente cuando este con su tropa marchaba hacia el norte y quiso ponerse bajo la protección de la Virgen de Lujan.
El padre Salvaire, quien fue párroco de Lujan y escribió una magnifica y documentada "Historia de la Virgen", en dos tomos, publicada en el año 1885, señala que no pocos ancianos que conocieron al general Belgrano le indicaron que los colores de la bandera estaban inspirados en el manto de la Virgen.
También el general Belgrano fue congregante de la Orden de Carlos III que en honor de la Inmaculada tenia los mismos colores que después adoptara en nuestra bendita bandera, (ver la banda que usaron Carlos III, Carlos IV, y Fernando VII).
Tanto en la Reconquista como en la defensa de Buenos Aires (en las que combatió el general Belgrano), el regimiento de Pueyrredón utilizaron cintas azules y blancas, de 38 cm. que era lo que media la Virgen de Lujan y se llamaron "medidas de la Virgen", que en su imagen tenía como pendones estos colores.
Podríamos seguir con unos cuantos ejemplos que demuestran, lo que para CLAMOR, es un "mito descabellado", pero no he de agotar la paciencia de los foreros.
Lo que no comprendo es la furia y el desmedido empeño -basado en un más que erróneo argumento- de CLAMOR, porque los colores de nuestra bandera provengan de los de la Inmaculada Concepción?
A quien le hace el juego?
Porque eso es lo que dicen a diario los tres puntos, los liberales, los racionalistas, iluministas, socialistas, positivistas, comunistas, materialistas, etc.
Sabemos que ellos suelen tener un prejuicio e intención de destruir todo la Mariano.
Pero pontificar que el manto azul y blanco de la Virgen de Lujan, es del año 1904, y que por eso no pudo ser tenido en cuanta por el general Belgrano... POR DIOS!!!
Con esos "argumentos" se pretende dar lecciones de historia?
Basureando a los que sostenemos -con una documentación de peso- que los colores de nuestra bandera se inspiraron en el manto de la Santísima Virgen Inmaculada?
Realmente no lo entiendo...
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
El otro día tuve entre mis manos un libro de texto peruano donde se decía que a los criollos les era prohibido ejercer funciones administrativas. Desde el Inca Garcilaso, soldado de Juan de Austria enterrado con todos los honores en Córdoba, a Olavide, ministro de Carlos III, Enrile jefe de la flota o el duque de San Carlos, ministro de Fernando VII, o el mismo Nariño, quien fue enjuiciado por ladrón (Tan ladrón como Miranda), los ejemplos contundentes son hasta repetitivos. Sin embargo, los nacionalistas de toda clase siguen repitiendo el mismo mantra, negando hasta lo que los mismos próceres dijeron y refabricando una mitología que ya no se sostiene más. Es demencial. En España, hasta Menéndez Pelayo llegó a caer en algo de mitología bolivariana, por ejemplo. No digamos ya el esperpéntico caso de Unamuno.
Otro ejemplo a añadir a los ya mencionados por usted de criollos ejerciendo altos cargos funcionariales y políticos no ya en los Reinos de ultramar sino en instancias muy cercanas a la propia Corona es el de don Joaquín de Mosquera-Figueroa y Arboleda, oriundo de Popayán en el entonces Virreinato de la Nueva Granada. Gobernador de la ciudad de Cartagena de Indias en 1785, y a partir de entonces hasta el año 1809 Oidor de las Reales Audiencias de Santa Fe, Quito, México y Caracas. No obstante su papel político más destacado fue cuando en 1812 contó con el cargo de la Presidencia de la Regencia del Reino en ausencia de don Fernando VII. Aunque fuera precisamente este criollo finalmente quien sancionara, en virtud de ese cargo, la masónica (aunque utilice en falso el nombre de Dios) e ilegítima Constitución de 1812, cuando los diputados de aquellas Cortes se encargaron de procurar imponer a traición las mismas ideas y cosmovisión que el pueblo español, en nombre de Dios, Patria y Rey se combatió en aquella guerra (anteriormente en la Guerra Gran y posteriormente a lo largo del todo siglo XIX en varias contiendas) durante 6 años en los campos de batalla de toda la Península.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Muchas gracias estimado Bonifaz por el dato de "refresco", que de hecho, ayuda a desmontar la mitología secesionista, pues es uno de sus buques-insignia.
Siguiendo con el tema, aun admitiendo la devoción mariana de Belgrano (Me imagino que a los que lo consideran hermano de logia no les hará mucha gracia, pero bueno), se mezclaría con el descarado gorro frigio, que algún que otro nacionalista quiere ver "diferente" porque mientras en Europa eso es símbolo revolucionario en América no lo es.... Desde luego, mayor desenfado no se ha visto nunca. Han logrado crear un San Martín que nada tiene que ver con el real, o sea, que existe un San Martín histórico y otro literario, algo así... Pero sin duda, aun admitiendo eso en Belgrano, la mezcolanza imposible ya denota el desorden de la revolución hispanoamericana, la cual fue hecha por la unión de los liberales de entrambos hemisferios (De Ayacucho a Vergara) y sus frutos todavía está recogiendo el imperio británico.
Y con respecto a la sensibilidad ante las ¿injurias?, recuerdo que las críticas contra el carlismo de este sector vienen siendo tan brutales como ignorantes en los últimos tiempos, cuando antaño amistad hubo en la misma Argentina. Empezando porque ahora pretenden que hay una "versión carlista" de la Historia; y nada más lejos de la realidad. Hasta hace muy poco y a título personal es cuando algún carlista ha hablado del tema. Pero por seguir creando "mitos", que no quede.
Definitivamente, el nacionalismo, amén de artificial, es un obstáculo, sea en España sea en América. Nunca haremos grandes cosas con esta pesada losa de por medio.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Estimado Ordoñez:
Tendrías que hacerte una escapada por estos lares a fin de poder conversar sin pontificar de determinados temas que son imposibles de ver como blanco o negro, lo que torna la cuestión en una disputatio "ideológica", que se debe evitar.
Por ejemplo te puede llamar la atención lo del gorro frigio y lo entiendo, pero tambien debes tratar de entender que aquí en nuestra patria, más allá, si esto se intento establecer por los tres puntos, lo cierto es que el 99 % o más de la población te diría que "deliras", no solo porque ignora los antecedentes del caso sino porque además fue usado nada menos que por los Mazorqueros del tirano Juan Manuel de Rosas.
Entonces basta de repetir "refritos", cuantas cosas que se utilizaron de una manera y terminaron siendo un símbolo totalmente opuesto.
Salvado las distancias hay cientos de ejemplos en el catolicismo sobre esta cuestión.
Por otra parte que pretendes con eso, que todo el pueblo que lo desconoce termine creyendo que todos han sido masones y por tanto se vuelquen a la masonería?
No es acaso mejor que digamos que es el gorro mazorquero, lo que es totalmente cierto?
Y la Mazorca no toleraba ni el olor de la masonería, el liberalismo, etc.
En lo tocante al Nacionalismo Católico e Hispánico Argentino, conoces algo del entrañable Ignaciano Anzoategui?, del Bebe Goyeneche? De Peco Ibarguren? del Padre Castellani? del Padre Meinvielle? de Paco Bernardez? del insigne poeta Leopoldo Marechal? de los escritos de "Ortodoxia"? de "Sol y Luna"? y un interminable etc?
Te sugiero que leas alguito de eso.
Te aclaro que tengo mis discusiones y entreveros con los nacionalistas pero de allí a tratarlos como enemigos o compararlos con cierto nacionalismo Español de la ETA, etc, hay un largo trecho.
Poco o ningún favor le haces a España y la Argentina, con esa critica desmesurada, y en gran medida errada.
A quien crees que estas sirviendo con esto?
El Leviathan se restriega las manos.
"Los hermanos sean unidos esa es la ley primera...".
Hay que saber matizar y no hacer permanentes juicios maniqueos.
Así por ejemplo te enfureciste y amenazaste con "romper el carnet" o algo así, cuando comente que S.A.R. era afiliado al Movimiento Nacional Justicialista, calma hombre, que no es pa¨ tanto la cosa...salvo para los gorilas empedernidos, que doy por descontado que no lo eres.
A quien te refieres cuando hablas de a algún carlista que "sigue creando mitos que no puede", si es a mi, lo que parece evidente, pues dilo con nombre y apellido y no le esquives al bulto, que es bueno hablar de frente, o como decía mi tío el cura "dar la cara".
El imperio británico lamentablemente esta recogiendo muchos frutos tanto de España como de la Argentina y esto de hace siglos.
Pero atenti que ese imperio (que es muy astuto, tiene una genial "inteligencia" política, y en su actuar es el rey de los zorros), no vaya a ser que creyendo que lo atacamos lo estemos sirviendo.
En fin Ordoñez que esta tertulia da para mucho e insisto que sería muy bueno poder verte por Buenos Aires, algún hospedaje tendrías en casa.
A no enfadarse y cordiales saludos.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Sr. Vergara, ante la mentira que vuacé insiste en propagar, me veo en la obligación de contestarle a pesar de mis pocas ganas:
-Jamás dije nada de tirar el carnet, cosa que por cierto, el carlismo sólo ha usado en casos "extremos", como el Requeté. Lo que quiero es que algún sixtino me confirme si eso es así, y de serlo, que se abstenga entonces de dar lecciones de pureza. Jamás dejaré de ser carlista y desde luego, mi opinión sobre S.A.R. no es mala.
-Por lo demás, veo que sigue erre que erre. No obstante, esta vez le reconozco el mérito de la mazorca. Hacía tiempo que no me contaban un chiste tan bueno. Se lo robo.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
Sr. Vergara, ante la mentira que vuacé insiste en propagar, me veo en la obligación de contestarle a pesar de mis pocas ganas:
-Jamás dije nada de tirar el carnet, cosa que por cierto, el carlismo sólo ha usado en casos "extremos", como el Requeté. Lo que quiero es que algún sixtino me confirme si eso es así, y de serlo, que se abstenga entonces de dar lecciones de pureza. Jamás dejaré de ser carlista y desde luego, mi opinión sobre S.A.R. no es mala.
-Por lo demás, veo que sigue erre que erre. No obstante, esta vez le reconozco el mérito de la mazorca. Hacía tiempo que no me contaban un chiste tan bueno. Se lo robo.
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Estimado Ordoñez:
"Vuase" no ha mentido.
En primer lugar si lees bien lo que he escrito antes de calumniarme como "mentiroso", (SIC) veraz, que dije "romper el carnet o algo así", porque realmente no recordaba con exactitud tu brulote.
Me has obligado a releer lo que escribiste y es mucho más grave lo que dijiste, que lo que yo recordaba.
Veamos lo que declaraste excatedra:
"Espero que los sixtinos lo desmientan o bien entonces se abstengan de repartir carnet del carlismo".(sic!)
Sin tener ninguna autoridad en el Carlismo, te irrogaste nada menos que la orden -tajante pontifical y definitiva-, como suele ser tu estilo, cuando la realidad no coincide con tu "ideología", o "voluntarismo".
Quien eres tu, para disponer despoticamente, y hasta se podría decir ridículamente, de semejante disparate?
Atención Carlistas el Sr. Ordoñez, ORDENA Y MANDA: Todo "SIXTINO" (sic) deberá "abstenerse"(sic!) de aquí en más de: "repartir carnet del carlismo"... "y que si eso es así, y de serlo que se abstengan de dar lecciones de pureza" (sic!), bajo pena de excomunión, degradación y garrote vil, y que a pesar de ello S.A.R. se quede tranquilo y no pierda el sueño pues la "opinion" (sic) que tiene el Sr Ordonez de S.A.R. "no es mala" (SIC!), sera regular?, más o menos?, "ni"?, tibia?, o talvez "erre que erre"?, en fin no se sabe, pero todos tranquilos que mala no es...
Bromas aparte, lo cierto es que no he mentido, porque dije "o algo así", y porque en definitiva tus dichos eran mucho peores...
Autorizo el "robo", por tanto puedes usarlo con conciencia tranquila. (aunque por lo visto no entiendes ni medio de lo que te quise decir, una pena, pero que le vamos a hacer).
De todas formas y más allá de todo esto, que en mi caso, no lo llevo en absoluto a lo personal, ni mucho menos, queda en pie el ofrecimiento de hospedaje en casa si decides hacerte una escapada por estos lares.
Con la sugerencia de siempre, matizar, desdramatizar, no enfadarse al cuete, y estar dispuesto a gustar de algunas tapas y un buen vino alrededor de una mesa para conversar sin encono, en fraternal ágape, pues en definitiva somos Hermanos en la Hispanidad.
Haber si de una buena vez entiendes la sabiduría del Martin Fierro: "los hermanos sean unidos.." o acaso prefieres hacer el juego a los "demoledores", a los "divididores", "a los enfrentadores", en definitiva al Leviathan que es lo que quiere y promueve desde Caín a esta parte?
Doy por descontado que obtaras por la hermandad.
Cordiales saludos.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Además de mentir, manipula. Porque no me creo que sea incomprensión lectora o desconocimiento. Está bien claro lo que quiero decir con esa expresión y nadie, salvo vd., ha tenido mayor problema.
Sigue adjudicando a mi triste figura justo lo que ustedes hacen: Declarando excatedra, como autoridad "pontifical", llevan las vacas sagradas del nacionalismo no sé cuánto tiempo, anatemizando a todo el que ose cuestionar su absurda idolatría. Y cuando por fin, tras casi dos siglos de mentiras y manipulaciones -veo que en ese juego su merced es experto-, se contesta con rigor a tantas tonterías sin sentido, empezando por lo que dijeron e hicieron los mismos "próceres" (No lo que vds. inventan o manipulan), vienen los nervios. Y encima yo le hago el juego al sistema, el mismo que ensalza a los masonazos traidores que ustedes idolatran... El mismo que financia estatuas por todo el mundo hispánico de ésos mismos.
Pero siga, siga, está quedando la mar de bien.
"NOSOTROS, LOS LIBERALES, SOMOS HERMANOS EN TODAS PARTES DEL MUNDO."
JOSÉ DE SAN MARTÍN
OFICIAL ESPAÑOL DURANTE MÁS DE VEINTE AÑOS, SERVIDOR DE CARLOS IV Y GODOY, LUEGO IDO A INGLATERRA, TRAIDOR A SU PATRIA Y SERVIDOR DE LOS INTERESES DEL IMPERIO BRITÁNICO, EL QUE SE CREÍA QUE LE IBA A AYUDAR A MONTAR SU MONARQUÍA CONSTITUCIONAL TAN RICAMENTE. PERO COMO DICEN EN EL PERÚ, "YUCA". MUERTO EN EL DESTIERRO SOLO Y PELEADO. TAN LIBERAL COMO MORILLO ,ESPARTERO, RIEGO Y COMPAÑÍA. ENTRE TODOS TERMINARON DE HACER LA REVOLUCIÓN QUE YA CARCOMÍA POR DENTRO A LAS ESPAÑAS.
SALVANDO LAS DISTANCIAS, CARACTERÍSTICAS QUE SE DIERON EN LA MAYOR PARTE DE LOS PRÓCERES.
Hasta ahora esta evidencia no se refuta. Y se recurre a peregrinas boludeces (aunque reconozco que la mazorquera es de mucho nivel, sobre todo entre tragos) para salvar los mitos, porque qué se haría sin ellos, y más en la Argentina.
*Sobre el evidente masonismo afrancesado del escudo argentino, recuérdese:
http://bicentenariodistinto.blogspot...-nacional.html
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Re: Hay “otro” bicentenario
Caramba Ordoñez! que te extiendo la mano y me la muerdes.
Te invito a una hermandad y sigues con tus escupitajos irreverentes e histericones.
Te propongo un ágape sin enconos y defecas con avinagrado y bilioso talante.
Te facilito alojamiento en mi casa si vienes por Buenos Aires, y como toda respuesta vuelves a cagar tinta, injuriandome nuevamente.
He probado tu falsa acusación y difamación ante los foreros, diciendo que mentía sobre los carnets- y en lugar de pedir disculpas como corresponde a todo buen nacido, con -una mala leche de aquellas- insistes con desequilibrados e indignos insultos.
Al menos podrías haber guardado un piadoso silencio... y santas pascuas.
Yéndote del tema en debate, sin que tenga nada que ver, traes a colación a San Martin y hablas "de las vacas sagradas del nacionalismo" (sic!), raro que no menciones a los platos voladores, la cuadratura del circulo, o que eramos pocos y pario mi abuela...
Sigues con tu incontenible diarrea verborragica, y me acusas de boludo, idolatra, adorador de vacas sagradas, manipulador, mentiroso y que se yo cuantas otras infamias y falacias.
No ofende quien quiere sino quien puede y a ti no te da la altura.
Esa es tu formas de historiar? de debatir? de intercambiar pareceres? de tratar al progimo?
Bien Ordoñez (o como te llames realmente), aquí tienes mi otra mejilla, puedes pegar tranquilo, por ahora...
Continuas sin entender aquello de los "hermanos sean unidos....porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera".
Pues sigue entonces con tu estilo maniqueo.
Aquí los "puros" es decir: yo Ordoñez I (o como te llames), y allí los "impuros", "los adoradores de vacas sagradas", "mentirosos", "boludos", "manipuladores", etc, etc, etc. el primero de todos de esos impuros, irrecuperables, sin retorno, perjuros, traidores, mal paridos: Juan Vergara.
Hice todo lo posible con sincero corazón, y tu sigues optado por el descontrol, la bravuconada barata y chabacana, blandiendo tu irascible como un garrote.
Pues que que quieres que te diga...
Aya tu con tus rabietas, que te aproveche.
En esa no te sigo, ni me prendo, no hago el juego a los que combaten a los afines.
Hice el quinto voto que propuso Ramiro de Maeztu.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Veo que no les interesó el libro de Terragno, a ver que les parece lo que dice este historiador oriental:
"La historia se cuenta de la forma que se contó porque la otra manera de hacerlo sería reconocer que somos el resultado de una estafa"
http://hispanismo.org/hispanoamerica...l-uruguay.html
El mejor reportaje que leí en los últimos tiempos.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Estimado Erasmus, en mi caso SI me intereso el libro de Terragneo, tanto el de "Maitland y San Martín", que leí hace años, como el más reciente, "Diario Intimo de San Martín".
En lo tocante a Guillermo Vázquez Franco, siempre es un gusto leerlo, más allá si en algún tópico uno puede no coincidir.
Si se debate "sin ira et cum studio", no hay inconvenientes en tratar, lo que se puede considerar como una dolorosa guerra civil.
Lo de "Mayo", no puede ser examinado sin meritar sus antecedentes históricos, al igual que los que ocurrían contemporáneamente.
Señalare los que me vienen a la mente.
Aclarando que en modo alguno pretendo agotarlos, ni tomarlos rigurosamente, linealmente, ni negar que algunos han tenido mucho más peso que otros
No estamos en algo científico, ni matemático, ni de "blanco o negro", "santos y perversos", (aunque los haya habido), ni de leyendas "rosas o negras".
Tampoco desconozco las fluctuaciones, contradicciones y complejidades existente en todo esto.
En definitiva mencionare, tal como me van viniendo a la cabeza,-es decir sin un orden preconcebido- algunos puntos referenciales que entiendo pueden ser de alguna utilidad.
I) Las relaciones del poder Central con Hispanoamérica, que en algunos tópicos se fue tornando urticante, engorrosos en exceso, burocráticos en demacia, etc.
II) La Revolución Francesa y todo lo que derivo de ella.
III) La coronación como emperador de Napoleón Bonaparte, con las consecuencias que ello trajo a Europa e Hipanoamérica.
IV) La independencia de los Estados Unidos (l776) y su influencia en las mentes de determinadas personalidades, a más de lo que no se termino concretando entre EEUU, Francia y España, y que terminaría por perjudicar a España.
V) Las "nuevas ideas" que se fueron introduciendo en las Universidades, y escritos de la época, tanto de este lado como del otro. La formación de Belgrano San Martín etc se llevo a cabo en España, lo que se enseñaba en Chuquizaca, dejaba mucho que desear. La Constitución de Cadiz de 1812, etc.
VI) La política Inglesa.
VII) La expulsión de los Jesuitas por Carlos III, y la actuación que les cupo a algunos de ellos como "venganza".
VIII) Las Invasiones Inglesas a nuestra patria en 1806 y 1807.
IX) La Actuación de cierta parte del Clero a nivel formativo y político: A mero titulo ejemplificativo señalo que las ordenes religiosas con una sola excepción suscribieron un comunicado en apoyo de los invasores británicos en 1806!
XI) Los enfrentamientos cada vez más marcados entre los comerciantes de la Península y los de aquí.
XII) El absolutismo, etc. de nuestros monarcas.
XIII) La desmembración de enormes territorios Hispanoamericanos decididos por los Monarcas, a pesar de estar expresamente prohibidos.
Esto es de suma importancia, imagínense si de un día para otro los Sevillanos,o los Asturianos, dejaran de pertenecer a el Reino Español.
Y otro día Cadiz dejara de ser Español.
En el Rió de la Plata recuerdo lo ocurrido con Colonia del Sacramento cuando se decidió desde la Península que pasara a manos Lusitanas.
XIV) Las influencias solapadas, de liberales que en determinados casos nos llegaban de la propia Península, también de cierto iluminismo, tres puntos, etc.
XV) La invasión de Napoleón es decir del Imperio Francés a España, verdadera tragedia y error político incalculable.
XVI) Lo ocurrido en Bayona que fue de vital significación para Mayo.
XVII) La Alianza de España (o sea de todos nosotros), con El Imperio Británico.
Entre otros a San Martín en España le toco pelear a las ordenes de William Carr Bereford, quien nos invadió en 1806 y gobernó Buenos Aires en nombre del rey Ingles Jorge III.
XVIII) El Carlotismo.
XIX) Los que sinceramente pensaron no en la independencia sino en la autonomía, y luego como la Península se negó optaron por la causa de la independencia
XX) Los que basados en las disposiciones establecidas por Carlos V, consideraron que Ninguna Junta peninsular podía regirnos en ausencia de Fernando VII.
Esto ocurrió en el propio territorio peninsular por ejemplo con la Junta del Principado de Asturias, entre otros, quienes no reconocieron soberanía a la Junta de Sevilla.
XXI) No anticiparse a la rebelión de Tupac Amarú, habiendo accedido a algunas de sus peticiones que era justas.
XXII) Y por supuesto que un sinfín de circunstancias facticas, hechos imponderables, y factores, que no se pesan, miden, o calculas, y que incluso tienen que ver con cuestiones emocionales, sociológicas, de ambición política, de gloria, de disputas por el poder, o por intereses económicos, psicológicos, patrióticos, etc, etc.
En toda guerra civil, quienes están verdaderamente dispuestos a morir en combate, y no pelean por la paga, o porque "no les queda otra", o los mueve la venganza, la codicia o solo el odio, generalmente creen que lo hacen por un fin patriótico, precisamente esa es la tragedia de las guerras fratricidas.
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Re: Hay “otro” bicentenario
http://diariocorreo.pe/ultimas/notic...istorico-sobre
15:47 | Guayaquil - El historiador colombiano Armando Martínez hizo un descubrimiento en el Archivo Nacional de Ecuador que podría modificar la historia.
En una caja no clasificada de número 595 halló un documento de puño y letra de José Gabriel Pérez, quien fuera secretario de Simón Bolívar, en donde se relata los detalles de la entrevista del 26 de julio de 1822 entre San Martín y el Libertador en Guayaquil.
Según universo.com, el documento fue encontrado durante una investigación para el programa de posdoctorado en Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, que desarrolla el investigador, Armando Martínez.
El rector de esta Universidad y también historiador, Enrique Ayala, explicó que este documento es una especie de "wikileaks reservado" de la época republicana y habla sobre el contenido de la entrevista entre el protector del Perú, José de San Martín y el Libertador Presidente de Colombia, Simón Bolívar.
Sobre el encuentro se ha generado un inconcluso debate. Se presume que fue "secreta", que lo que allí dijeron sus protagonistas se llevaron a la tumba. Así, se han escrito desde documentos apócrifos preparados para el efecto hasta versiones de ficción literaria sobre el hecho, según Ayala Mora.
El informe sobre esta reunión se redactó el 29 de julio de 1822 y se envió en una carta al general Antonio José de Sucre, entonces Intendente de Quito. Consta en el libro "copiador" del secretario general de Bolívar, que era como 'la sombra' de Bolívar y hasta ahora era desconocida por la historiografía latinoamericana.
Los libros "copiadores" son aquellos que se conservan en la oficina de origen como respaldo a la correspondencia en épocas en que no había papel carbón, fotocopias o microfilms.
El historiador colombiano explicó que en ese documento se establece que la temática principal giró sobre el liderazgo geopolítico del Perú.
"El general San Martín estaba desengañado de sus generales que lo habían acompañado desde Argentina y consideraba que lo habían abandonado en Lima. Como estaba listo para retirarse de la escena política e irse a Mendoza (Argentina) quería dejar instaladas las bases del nuevo gobierno que merecía el Perú. Él consideraba que allí no debería instalarse un gobierno democrático porque allí no convenía, sino consideraba que desde Europa debía llegar un príncipe solo y aislado a mandar en el Perú".
Sin embargo, de acuerdo a este documento, Simón Bolívar contesta que esto "no conviene a la República de Colombia, ni conviene la introducción de príncipes europeos (...) y que él se opondría si pudiera pero no lo va a hacer porque respeta las determinaciones que adopten los peruanos".
Bolívar propuso en esta conversación la creación de la Federación de Estados Americanos como la base de la existencia de Sudamérica. La sede sería Guayaquil por la posición equidistante del continente. Este propósito no se pudo concretar después por la resistencia del Perú. A esta Federación, Bolívar creía que Chile debía entrar pero no Argentina por las disputas internas y guerras civiles.
El informe dice que esta reunión fue privada, no oficial y por lo tanto no tenía un objetivo político, ni militar.
El origen del documento parece ser que durante la década de 1970 se recibió en el Archivo quiteño una donación de cinco volúmenes de documentos de la primera mitad del siglo XIX que fueron agregados al final del fondo especial.
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Re: Hay “otro” bicentenario
-Recordando las palabras del uruguayo, lo mismo de siempre (Sí, en Hispanoamérica funciona mal hasta el transporte público porque "nos colonizaron los españoles, esos gashegos brutos..."), si hay una definición que encaje en todo esto es ESTAFA.
El Perú fue "independizado" por una coalición de venezolanos, colombianos y argentinos que, en contra del pueblo peruano (Liderado en diferentes vertientes por Olañeta y Huachaca) "liberaron" al estilo yanqui en Irak y Afganistán. Ciertamente, el papel del notablato limeño, el mismo que le llamaba a Bolívar "el zambo", fue irrisorio: Se produjeron varios cambios de bando y un noble fue presidente de la república... Y ahora, en los desfiles por la independecia salen los húsares de Junín, los mismos que a última hora defendieron la causa realista....
Y los abrazos en Ayacucho... Y después abrazos en Vergara. Entre Maroto y Espartero, que fueron camaradas en Ayacucho. Como antes se había abrazado San Martín y La Serna.
Con todo, hay una cosa muy curiosa que dice el ex-presidente Alan García en su libro Pizarro, el rey de la baraja: Que el verdadero héroe de la independencia no es otro que Rafael del Riego, el militar golpista liberal que impidió la salida de más de veinte mil soldados que, con los realistas americanos, hubieran aplastado a los secesionistas. El tema está que el mismo Trienio Liberal fue el que deshizo la obra realista americana, malmetiendo y dividiendo. De hecho una de las primeras cosas que hizo el impresentable de P. Morillo fue amnistiar al asesino de Arismendi y prohibir homenajes al Taita Boves por una política de ¿¿¿¿pacificación de espíritus??? Tomás Morales le dijo que eso era un error desde primera hora y ni caso le hizo. Igual que Cajigal, el famoso "viejo tonto" al que Boves dijo "yo recuperé el honor de las banderas de España que usted mancilló".
Asimismo, según dice Julio C. González, Riego estaba comprado por Inglaterra.
Estafa, estafa liberal, esa es la cosa.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Otro ejemplo de estafa:
Se coge un escudo masónico francés:
http://4.bp.blogspot.com/-7EL1s6HwO2...580718w288.jpg
Se le cambia el sol y se pone el de los incas a ver si cuela. Que digo yo qué tenían que ver los incas (que eran la realeza y los nobles, no el pueblo, el pueblo en todo caso era quechua) para intentar atraerse al Alto Perú, mayormente aymara. Pero bueno, ni por ésas.
Otrosí, buscando el "orden legítimo y anterior que usurparon los españoles".... Continuando la teoría de Miranda, que también hablaba de incas... Y hasta de poner un inca en las Antillas....
Pero de todas formas, nada de eso tenía que ver con el oficial español que tras estar en Inglaterra se embarcó en esta aventura y que con Bolívar, y gracias al nuevo documento, sabemos de su cinismo, por más que cierta parte nos quiera presentar a un Bolívar pérfido y a un San Martín desprendido. Recuerdo el sueldazo que se endosó como protector del Perú....
Y Miranda también fue oficial español.... Y revolucionario francés... Y amigo de jesuitas, ingleses y rusos.... Y contrabandista y ladrón, cosa en la que coincidía con Nariño, hijo de gallego y enfrentado a su realista familia.
Lo dicho: Para ese viaje no eran necesarias tales alforjas.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
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Y los abrazos en Ayacucho... Y después abrazos en Vergara. Entre Maroto y Espartero, que fueron camaradas en Ayacucho. Como antes se había abrazado San Martín y La Serna.
Con todo, hay una cosa muy curiosa que dice el ex-presidente Alan García en su libro Pizarro, el rey de la baraja: Que el verdadero héroe de la independencia no es otro que Rafael del Riego, el militar golpista liberal que impidió la salida de más de veinte mil soldados que, con los realistas americanos, hubieran aplastado a los secesionistas. El tema está que el mismo Trienio Liberal fue el que deshizo la obra realista americana, malmetiendo y dividiendo. De hecho una de las primeras cosas que hizo el impresentable de P. Morillo fue amnistiar al asesino de Arismendi y prohibir homenajes al Taita Boves por una política de ¿¿¿¿pacificación de espíritus??? Tomás Morales le dijo que eso era un error desde primera hora y ni caso le hizo. Igual que Cajigal, el famoso "viejo tonto" al que Boves dijo "yo recuperé el honor de las banderas de España que usted mancilló".
Asimismo, según dice Julio C. González, Riego estaba comprado por Inglaterra.
Estafa, estafa liberal, esa es la cosa.
Precisamente el artículo: http://hispanismo.org/hispanoamerica...var-mason.html, el cual puse hace varias semanas atrás habla de esto. Habla de los vínculos de Morillo y Riego con la masonería, habla del peso que tuvo ese factor en la independencia de América. Según algo que leí hace tiempo atrás los masones no podían hacerse daño pues eran hermanos. También he leído que la masonería española apoyaba la independencia de Filipinas. La España se perdió pero no por debilidades sino por traiciones.
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Re: Hay “otro” bicentenario
En el blog del finado Emilio Corbière, autor de un libro muy bien documentado sobre la masonería ("La Masonería. Política y Sociedades Secretas"), encontré este artículo de un bolivariano "antiimperialista" sobre la "gesta libertadora" de Bolívar y Sucre, copio sólo una parte ya que el mismo es mediocre y contiene algunos errores*:
Cita:
2) Inglaterra y Gran Bretaña:
a) Allí reinaba la reina Victoria I (1819 – 1901) en el período en el cual Bolívar y Sucre luchaban por la liberación de América del Sur.
López Méndez es enviado junto con Andrés Bello, su secretario, a Londres por el Bolívar a buscar soldados mercenarios que estaban sin empleos porque se había acabado la guerra contra Napoleón Bonaparte y estaban sin empleo y muchos de ellos pasando serios inconvenientes, por lo que vieron como caído del Cielo la llegada de Luis López Méndez para su recluta.
Luis López Méndez habría de constituirse en el alma del reclutamiento y de despacho desde Gran Bretaña de voluntarios y de vasta cantidades de armas, municiones y pertrechos.
Bolívar envió como emisario a Luis López Méndez, pero antes que llegaran estos soldados ingleses e irlandeses reclutados por López Méndez en Londres, el propio Bolívar había hecho esfuerzos por buscar el apoyo de Inglaterra para la guerra de independencia y la libertad de América, estando él en Kingston, Jamaica cuando tuvo que refugiarse allí en 1815. Fueron múltiples los intentos que hizo nuestro Libertador para lograr el soporte directo del reino británico, cosa que no logró, pero sí logró que López Méndez reclutara una gran cantidad de soldado que habían quedado sin empleo después de haber estado guerreando contra Napoleón Bonaparte, muchos de ellos se encontraban en la absoluta pobreza, sin medios para su subsistencia.
Fueron muy pocos los que se vinieron por propia voluntad, uno de ellos fue el mayor Richard Vowell. Esos ingleses e irlandeses que vinieron a nuestra patria, Venezuela, formaron la famosa Legión Británica que luchó al lado del Libertador Simón Bolívar, de Páez y de Sucre. El más célebre de estos batallones británicos fue el “Rifles” que tuvo dos renombrados comandantes James Rooke a quien Bolívar quiso como a un hijo y muerto éste a consecuencia de la heridas recibidas en la batalla de Pantanos de Vargas, Colombia el 25 de julio de 1819, lo suplió otro gran comandante Arturo Sandes. A Rooke le tuvieron que amputar un brazo, debido a la gravedad de las heridas y cuando se lo desprendieron, lo alzó con su mano derecha y gritó en castellano, en un inconfundible grito con acento inglés:
-“Viva la Patria!” - El cirujano le preguntó en inglés: -“Cuál Patria?, Irlanda o Inglaterra?- Rooke meneó negativamente la cabeza y contestó: - “La que me ha de dar sepultura”...
En la batalla de Boyacá la Legón Británica y el batallón Rifles tienen una efectiva y corajuda intervención, tanto es así que el Libertador decreta que dicho cuerpo lleve en sus banderas y estandartes la inscripción “Boyacá”
Pero no debemos olvidar que la Legión Británica también estuvo al lado del Libertador en los llanos de Calabozo, en las batallas de Semen y La Puerta, siendo sus más distinguidos soldados Capitán Richard Vowell, Grant, Mc. Mullin, y Brathwaite. Y estuvo en la batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821, brillando allí Thomas Ferriar. En Carabobo, como lo dice el historiador, José Rosario Araujo. “Se vuelve a cubrir de gloria al tener la firmeza para cargar con bayoneta, ayudando así a resarcirse al batallón “Apure”.
Y continua José Rosario Araujo diciendo, “En este campo el alto mando patriota dispone que el batallón de la Legión Británica se distinga con el nombre inmortal de “Carabobo” y veinte días después Bolívar concede a todos los legionarios la Estrella de los Libertadores de Venezuela. Estos sacrificados hombres contribuyen así a la gloria y la existencia de su patria adoptiva”.
Otro decreto de nuestro Libertador fue el siguiente:
“Las tropas británicas cuando desfilen en Colombia (La Grande) lo harán con bayoneta calada en sus rifles”.
Y así los vi en un desfile que se hizo el 5 de julio en los años 50 el la Av. Carabobo hoy Páez, del Paraíso.
Tampoco debemos olvidar, que la Legión Británica, cruzó los Andes con el Libertador e impuso su paso a todo el ejército libertador. En Pichincha el batallón Albión estuvo presente al mando del coronel John Macintosh
Y volviendo al batallón “Rifles” este luchó al lado de Sucre en el Perú por la guerra de la independencia, unos días antes de la batalla de Ayacucho el 3 de diciembre de 1924 libraron una batalla en Corpa huaico contra los realistas la cual fue muy significativa en la victoria obtenida por Sucre el 9 de diciembre de 1824. Siendo su última intervención el 27 de febrero de 1827 en el portete de Tarqui, allí se enfrentaron contra el cuencano Mariscal La Mar quien pretendió apoderase de la provincia de Guayaquil y anexársela al Perú, mas el también Mariscal Antonio José de Sucre lo derrotó en una batalla que duró menos de una hora. Arturo Sandes, comandante del Rifles, fue ascendido a general de brigada.
Por tanto, la bandera de Venezuela fabricada en Inglaterra – “Made in England” no es un deshonor para el Padre de la Patria, Simón Bolívar, quien solía decir que los británicos eran los verdaderos libertadores de Colombia (La Grande) y Perú. Debemos conservar en un Museo esta bandera en tributo aquellos ingleses e irlandeses que dieron su sangre por la libertad de Sur América.
¡Honor a quien honor merece!
"¡Honor a quien honor merece!"; más claro, echale agua. Lo interesante es que Corbière, masón de familia cuyos abuelos francés e italiano fundaron dos logias en Bahía Blanca, fue dirigente de un partido socialista** que proponía un socialismo popular "antiimperialista" mientras que su libro sobre la masonería está lleno de loas a la misma de destacados autores del Imperio...
* El autor del artículo se llama Gil Ricardo Salamé Ruiz.
** El partido Socialista tradicional fue siempre aliado de partidos conservadores o liberales y antiperonista.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Del artículo Bolívar Masón tomé esta parte:
Cita:
Bolivar y Morillo
Archivo adjunto 5808
Bolívar recibe la buena noticia: “En España, los Generales Rafael del Riego y Antonio Quiroga, encabezan una revolución liberal, que obligan al Rey Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, que abre la democracia en esa nación y pone un freno al absolutismo de la monarquía española”… Esta nueva realidad política, suspende la expedición militar que estaba dispuesta a reforzar el poderío militar de España en América…
Este golpe de suerte para la causa libertadora, daba nuevos aires de tranquilidad a los patriotas, y le permite a Bolívar el tiempo necesario para reorganizar su maltrecho ejército… por los momentos, no llegarán de España los refuerzos solicitados desesperadamente por los realistas… Pablo Morillo recibe instrucciones de España:
“… se le ordena lograr una tregua con los insurgentes patriotas”… a lo que Morillo respondió airadamente: “Están locos..! los que mandan allá en España no conocen a este país… ni a los enemigos… ni las circunstancias… quieren que pase por la humillación de negociar con el enemigo..? Entraré porque mi profesión es la subordinación y la obediencia”
Decepcionado con esta nueva realidad política en su país, y obligado por las circunstancias a negociar con su más acérrimo enemigo, el 17 de junio de 1820, envía Manifiesto al General Simón Bolívar, acordando suspensión de las hostilidades.
El 27 de noviembre de 1820, Simón Bolívar y Pablo Morillo han acordado reunirse en el pueblito de Santa Ana de Trujillo… Todo ha sido preparado para ese trascendental encuentro, donde por primera vez se verán cara a cara ambos generales… Morillo montado en su caballo de imponente estampa, está rodeado de su Estado Mayor y espera impacientemente, mientras que Bolívar no tenía un ejército para deslumbrar al enemigo…
A lo lejos, Bolívar, sólo y sin escolta, se acerca cabalgando una humilde mula parda… Llega el momento crucial… y con la reticencia propia del nerviosismo por la enemistad y el odio alimentado en tantas batallas, ambos generales estrechan sus manos… sorpresa..! descubren que a pesar de estar en bandos opuestos, ambos no sólo tenían en común su indiscutible liderazgo para conducirse en la guerra, sino que además eran hermanos masones…
La manera en que sus dedos “pulgares” se entrecruzaban, daban una señal inequívoca de hermandad que los obligaba a honrar la confraternidad del Ser humano por encima de las pasiones… y para sorpresa de todos los presentes, de inmediato vino un fuerte abrazo, como si en lugar de dos gladiadores que una vez tiñeron de sangre los campos de batalla, eran dos hermanos de sangre que se reconciliaban luego de batallar en bandos opuestos… El coronel realista Vicente Bausá describió el encuentro:
“Morillo y Bolívar comieron juntos todo el día y juraron una fraternidad y filantropía interminable… La comida fue dispuesta por el General Morillo y fue tan alegre y animada, que no parecía sino que eran antiguos amigos…
El General Morillo con toda la sinceridad de su corazón y hasta saltársele las lágrimas de placer, brindó por la concordia y la fraternidad mutua… Todo fue abrazos y besos.
El General Morillo y Bolívar se subieron en pie sobre la mesa a brindar por la paz y los valientes de ambos ejércitos”
La hermandad que obliga la masonería había hecho un milagro en esos dos titanes de la guerra… Quién pudiera pensar que hasta ayer eran sanguinarios combatientes dispuestos a devorarse mutuamente..?
Bolívar y Morillo dieron una lección para la historia, al deponer las pasiones para honrar al Ser y la hermandad que debe existir entre todos los hombres y mujeres de buena voluntad…
Porque cuando se tienen ideales y un corazón noble, no importan las diferencias por muy insalvables que parezcan; porque cuando se actúa de buena fe, se tienen convicciones, y se cree en los principios, el hombre se crece ante las adversidades y le da un sentido a su existencia…
Ambos eran sobresalientes en cada una de sus posiciones antagónicas; pero sin embargo, encontraron un punto de convergencia que los unió como Seres humanos, más que como militares entregados a una causa.
Sin Morillo a la cabeza de la contra revolución, cambia todo el panorama de la guerra… Bolívar pudo llevar a cabo su sueño de liberar a su país para crear su máxima obra, la Gran Colombia, que logró la emancipación de todo un continente
Gracias a la masonería, Bolívar y Morillo acordaron un acuerdo de paz cuando todo estaba perdido para la causa libertadora… El Armisticio logró la tregua temporal, pero el Ideal Masónico que ambos compartían, logró algo más duradero
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Re: Hay “otro” bicentenario
Michael, mil gracias por tus valiosísimas aportaciones. Dios mío, qué tragedia.... TRAICIÓN es la palabra más acorde para acompañar a ESTAFA.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
Michael, mil gracias por tus valiosísimas aportaciones. Dios mío, qué tragedia.... TRAICIÓN es la palabra más acorde para acompañar a ESTAFA.
De nada, hermano. Estoy siempre a tus órdenes.
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Re: Hay “otro” bicentenario
RAIGAMBRE: PARA BICENTENARIOS E INDIGENISTAS
"Ustedes son más bien los usurpadores de Religión, Corona y Suelo Patrio...¿Qué se ha obtenido de vosotros durante...vuestro poder? La tiranía, el desconsuelo y la ruina en un Reino que fue tan generoso. ¿Qué habitante, sea rico o pobre, no se queja hoy? ¿En qué recae la responsabilidad de los crímenes? Nosotros no cargamos semejante tiranía."
-Antonio Navala Huachaca, líder indígena que no capituló la causa realista en el Perú hasta 1839.
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EL RIO DE LA PLATA: DE VIRREINATO DE ESPAÑA A COLONIA BRITÁNICA ENCUBIERTA
"La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre y si nosotros no gobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa".
(George Canning - Primer Ministro Inglés)
Los “aliados locales” en 1810.
Como consecuencia de la conquista y colonización española de América Latina, se estableció un monopolio legal en favor de España, por el cual el comercio - tanto la exportación, como la importación de toda clase de bienes y valores, sólo podía realizarse entre las colonias y la Metrópolis.
Pero, de hecho, ese monopolio nunca existió. Otras potencias europeas, en especial Inglaterra, - cuyo dominio del mar la ponía en una situación privilegiada para hacerlo -, lo violaban en forma habitual, mediante un voluminoso contrabando, o con permisos precarios transitorios para ejercer el comercio, concedidos por las autoridades locales.
Esta actividad comercial clandestina, originó el desarrollo de una burguesía comercial en el puerto de Buenos Aires, ligada a los intereses británicos en el Río de La Plata. Así se formaron grupos de poder económico y político, una especie de alianza comercial entre esa oligarquía “criolla”, - o de extranjeros radicados en el país, - y los comerciantes y banqueros que servían a los intereses imperiales británicos.
La derrota militar de los ingleses en las invasiones a Buenos Aires en 1806 y 1807 contribuyó a que los británicos dejaran de lado la vía militar como método de dominación y conquista que fue reemplazada por la diplomacia y el comercio. Contaba para ello, con la colaboración de los“aliados locales”, residentes en Buenos Aires, a quienes, a cambio de su apoyo en dichas invasiones, les otorgó el “estatuto de ciudadanos ingleses”, con todos los derechos de tales, incluida la protección de Su Majestad Británica, para ellos, y sus descendientes. A través de estos “aliados locales”, logró el control de los centros vitales de la actividad comercial: el puerto, la aduana, (cuyo primer Director tenía un apellido que nos resulta hoy familiar: Martínez de Hoz), y la Sala (o Consulado) de Comercio.
Así empezó la verdadera historia
No debe llamar la atención, entonces, que los ingleses celebraran con fervor, en nombre de “Su Majestad”, la “Revolución” del 25 de Mayo, como un éxito propio.
En el seno de la Primera Junta de Gobierno, existía y a una fuerte división entre quienes defendían los intereses “americanistas”, con Mariano Moreno a la cabeza, y quienes apoyaban los intereses imperiales británicos: integrantes de esa burguesía comercial, que logró el control de esa revolución. Impulsaron el dictado de las siguientes medidas:
-Eliminó las disposiciones que prohibían el comercio con extranjeros.
- Redujo del 50 % al 7,5 % los impuestos que gravaban las ventas al exterior de los cueros y el sebo.
- Se dejó sin efecto la prohibición de exportar el oro y la plata en monedas.
1810. FESTEJO INGLÉS DEL 25 DE MAYO. ¿CUÁNDO Y CÓMO SE FUE EL METÁLICO EN ORO Y PLATA PARA INGLATERRA?
Normalmente, la historiografía del siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX, ha ignorado las manifestaciones públicas colectivas de los ciudadanos ingleses que se hallaban en Buenos Aires, en relación al hecho del 25 de Mayo.
Como verá por lo que siguen, como nos lo documenta el economista e historiador Carlos Flandroit, la armada inglesa y los comerciantes de Buenos Aires festejaron el acontecimiento del día 25, en grande, porque sabían exactamente lo que podía esperarse de ello. Y poco tiempo después y en otro acto poco conocido, la Junta, a inicios de julio, con la firma de Juan José Paso, libera la salida del metálico en oro y plata desde nuestro territorio, medida cuyas consecuencias se soportarán poco tiempo después y darán inicio a un tipo de conducta recurrente en el tiempo.
La política de dependencia en relación a Inglaterra, comenzaba a transitar por ámbitos de “efectividades conducentes”.
-Jorge Murillo-
1810. Julio 4.
“El 25 de mayo de 1810 fue saludado, también, por las salvas de cañonazos de los barcos británicos de guerra que estaban anclados en el puerto. El capitán del “Mutine”, Charles M. Fabián, pronunció en nombre de su Majestad un inflamado discurso: el júbilo invadía los corazones británicos. El fracaso de las invasiones militares de 1806 y 1807 había dado paso al turno de los diplomáticos, mercaderes y banqueros de la Rubia Albión.
El 28 de mayo, se eliminaban las prohibiciones que impedían el ejercicio del comercio a los extranjeros. El 4 de Julio de 1810, se dicta una Orden de la Junta Provisoria, publicada en “La Gaceta para inteligencia de todos” con la firma de Juan José Paso como Secretario, por la que se levantó la prohibición de exportar oro y plata en monedas, de modo que pudieran utilizarse para pagar importaciones. Las monedas se embarcaban hacia Londres por su valor en metal precioso, ni como divisas, ni por su valor nominal. Así se comenzaron a exportar las monedas de oro y plata...
El comercio inglés tomó el monopolio de las transacciones argentinas con el exterior, exportando producción primaria del país e importando mercancías de consumo. Como la balanza comercial era totalmente favorable a Inglaterra, la emparejaban haciendo emigrar el oro y la plata contenidos en el circulante...hasta que, efectivamente, se acabaron.
Fuente: 1991. Carlos Flandroit en “Deuda Externa y Economía Nacional”. Páginas 166 y 167. Capítulo VII de “Economía y vida cotidiana en la Argentina”. Editorial Legasa.
UN AGREGADO:
A los pocos días se eliminan ciertas prohibiciones que dificultaban el comercio con extranjeros; doce días después, redujo del 50 por ciento al 7,5 por ciento los impuestos que gravaban las ventas al exterior de los cueros y el sebo.
Habían pasado seis semanas desde el 25 de mayo cuando se dejó sin efecto la prohibición de exportar el oro y la plata en monedas, de modo que pudieran fluir a Londres sin inconvenientes. A partir de 1813, cuando la Asamblea se declaró autoridad soberana, los comerciantes extranjeros quedaron libres de la obligación de vender sus mercaderías a través de los comerciantes nativos:
“El comercio se hizo en verdad libre” (H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, Buenos Aires, 1966). Ya en 1812, algunos comerciantes británicos comunicaban al Foreign Office: “Hemos logrado... reemplazar con éxito los tejidos alemanes y franceses”. Habían reemplazado, también, la producción de los tejedores argentinos, estrangulados por el puerto librecambista, y el mismo proceso se registró, con variantes, en otras regiones de América Latina.”
[...]
“Los agentes comerciales de Manchester, Glasgow y Liverpool recorrieron Argentina y copiaron los modelos de los ponchos santiagueños y cordobeses y de los artículos de cuero de Corrientes, además de los estribos de palo dados vuelta “al uso del país”. Los ponchos argentinos valían siete pesos; los de Yorkshire, tres. La industria textil más desarrollada del mundo triunfaba al galope sobre las tejedurías nativas, y otro tanto ocurría en la producción de botas, espuelas, rejas, frenos y hasta clavos.
La miseria asoló las provincias interiores argentinas, que pronto alzaron lanzas contra la dictadura del puerto de Buenos Aires. Los principales mercaderes (Escalada, Belgrano, Pueyrredón, Vieytes, Las Heras, Cerviño) habían tomado el poder arrebatado a España (Ricardo Levene, Introducción a Documentos para la historia argentina, 1919, en Obras completas, Buenos Aires, 1962) y el comercio les brindaba la posibilidad de comprar sedas y cuchillos ingleses, paños finos de Louviers, encajes de Flandes, sables suizos, ginebra holandesa, jamones de Westfalia y habanos de Hamburgo. A cambio la Argentina exportaba cueros, sebo, hueso, carne salada, y los ganaderos de la provincia de Buenos Aires extendían sus mercados gracias al comercio libre.
El cónsul inglés en el Plata, Woodbine Parish, describía en 1837 a un recio gaucho de las pamapas: “Tómense todas la piezas de su ropa, examínese todo lo que lo rodea y exceptuando lo que sea de cuero, ¿qué cosa habrá que no sea inglesa? Si su mujer tiene una pollera, hay diez posibilidades contra una que sea manufactura de Manchester. La caldera u olla en que cocina, la taza de loza ordinaria en la que come, su cuchillo, sus espuelas, el freno, el poncho que lo cubre, todos son efectos llevados de Inglaterra” (Woodbine Parish, Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, 1958). Argentina recibía de Inglaterra hasta las piedras de las veredas.”
Vísperas de Mayo
Por Roberto H. Marfany
El general Carr Beresford, comandante en jefe del primer ejército de ocupación, escribía al ministro Castlereagh, el 23 de enero de 1808, con respecto a ese mismo pueblo:
"...deben ser primero conquistadas y debe separarse de ellos la parte española, antes que pueda esperarse que tengan mucha inclinación a ofrecerse, y debe asegurárseles que el objeto de Gran Bretaña es darle independencia, porque aunque están decididamente inclinados a librarse del yugo de España, son aún hostiles a aceptar el de cualquier otra nación, y al conquistarlos nos acarrearíamos una piedra alrededor de nuestros cuellos...“(1).
También aquí se advierte que la independencia, que no admitía someterse al yugo de ninguna nación, no excluía la “inclinación a ofrecerse" a la dirección de Gran Bretaña.
En 1811, Cornelio Saavedra repudió ese acercamiento con los ingleses que consideró un sometimiento. En carta dirigida al coronel Juan José Viamonte, refiriéndose a quienes lo fomentaron, expresa:
“No dudemos, no olvidemos, que estos fueron afectísimos a la dominación inglesa; querían se perpetuasen las cadenas de Buenos Aires en ella; que algunas cartas vimos en la Gaceta de Montevideo, Estrella del Sur, del gran patriota Vieytes, con el nombre supuesto de Anselmo, y otros con el de su sacristán Beruti bajo otro que no me acuerdo, en que bien claro manifestaban su inclinación a aquel Gobierno. Este es un hecho que todos lo vimos, y también retirarse al campo y dejar las armas cuando ya se acercaba su última invasión, por no propender por su parte a privar a su patria de los beneficios que esperaba de aquel Gobierno. Así se explicaba este gran patricio; así lo decía este fundamento de la libertad de Buenos Aires y lamentaba nuestra ceguedad hasta el extremo de pretender rechazar a los ingleses. ¡Que bellos sentimientos de independencia!" (2).
Es verdad que ese documento lo redactó Saavedra en horas de intensa y amarga lucha política contra sus enemigos desplazados del gobierno de la Junta con el golpe del 5 y 6 de abril de 1811; pero en medio de sus vehementes desahogos no llegó a falsear la verdad. Su severo juicio coincide con los otros testimonios que hemos transcripto.
Notas:
(1) Citada por RICARDO PICCIRILLI, San Martín y la política de los pueblos, p. 46. Buenos Aires, 1957.
(2) JUAN CANTER, Una carta justificativa de Cornelio Saavedra, en Boletín del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, Año I, Nro 1, pp. 73, Buenos Aires, 1943. RAUL A. MOLINA, Una carta de Saavedra sobre la Revolución de Mayo, en Historia Nro 18, pp. 114-132. Buenos Aires, 1960.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Somos hijos de España - Hispanofilia
¿CUANTO HEMOS PERDIDO LOS AMERICANOS EN 200 AÑOS?
Primero nos desmembramos en estados anarquizados, cuando éramos un imperio unido de cultura europea en América, luego a partir de las luchas intestinas, pues ya no teníamos una figura común, un árbitro de diferencias como era el rey de España, nuestra parte se subdividió y perdimos el Alto y Bajo Perú, la salida al Océano Pacífico por el Alto Perú, el Paraguay, la Banda Oriental, el sur de Brasil, las Misiones Orientales, Guinea Ecuatorial, el sur de Chile, la posibilidad de crear un estado junto a la Capitanía de Chile, idéntica posibilidad con Perú, ídem con Ecuador, las islas Malvinas, las islas Georgias, las islas Sandwich y en el siglo XX, el Mar Argentino y recientemente, hace pocas semanas, la Antártida. Más de diez millones de kilómetros cuadrados de territorio. Y encima somos tan torpes que lo festejamos como gesta patria. Fíjense que lo mismo le pasó a Méjico con la pérdida de tres millones de km cuadrados a manos de EEUU y a Colombia, Venezuela y Centroamérica con la separación en varios estados sin destino y a Perú y Ecuador con su separación y enfrentamiento en dos guerras.
Además, Perú perdió todo su mar que iba desde Panamá hasta el sur de Chile y hoy tiene que discutir con Ecuador y Chile, diferencias limítrofes en el Océano Pacífico. Y dentro de tierra firme, los argentinos perdimos completamente la minería y con ella la potabilidad del agua, la soberanía alimentaria a manos de pooles de siembra y posible contaminación alimentaria y reducción de la biodiversidad y en todos los casos con la complicidad de nuestros gobernantes para llevar a cabo un genocidio contra el pueblo argentino y completar la entrega...de lo poco que nos queda. Incluso perdimos soberanía en materia monetaria. Por eso, no es casual que en el siglo XX nos hayan enfrentado entre argentinos, que provocarán el desprestigio de las Fuerzas Armadas para luego justificar el poder perseguirlas y destruirlas. Eso permitió avanzar en la destrucción de todo tipo de orden y acabar con la familia en una clara ofensiva de destrucción demográfica. Y de ahí, a ocupar nuestras mentes como se ocupa al último reducto soberano, utilizando medios de comunicación y planes de educación, con claros propósitos antinacionales. Hoy, no tenemos manejo soberano en la emisión de moneda ni en la aprobación de los pliegos de ascenso en las Fuerzas Armadas, ni en el manejo de nuestros recursos naturales, ni en nuestra educación.
HOY, NOS HAN OCUPADO HASTA LA MENTE EN UNA MATRIX ESPECIALMENTE DISEÑADA PARA LOS ARGENTINOS. HOY VIENEN POR LA ULTIMA SECESION TERRITORIAL: la Patagonia y la separación en cuatro estados.
Por eso, cuando recuerdo aquella frase "...luchemos aunque sea en pelotas como nuestros hermanos los indios, seamos libres y lo demás no importa nada..." ¿cómo es eso? ¿Qué lo demás no le importaba nada? ¿Qué era lo demás?, ¿todo lo que hemos perdido y seguimos perdiendo y seguiremos perdiendo en un futuro próximo? ¿Quién se benefició con nuestras pérdidas? Con claridad, hay nombres y apellidos para cada respuesta. Por algo borraron la gesta gloriosa de Santiago de Liniers, lo fusilaron y fabricaron otros mitos. El virrey Liniers, héroe ante las invasiones inglesas, quería mantener la unidad imperial y los otros mitos nos llevaron a la destrucción cuando abrieron la caja de Pandora de la desunión americana. ¿Que había que corregir muchos errores? sí, pero no había que destruir, se podían hacer las cosas de otra manera, sin guerras que de alguna manera perviven hasta hoy.
Por algo la historiografía oficial oculta que los oficiales y soldados de los ejércitos realistas en todo el continente estaban formados en un 99% por indios y criollos que veían el ataque a la religión, el avance de los grupos de poder, las pérdidas de sus propiedades y libertades de sus personas y sus comunidades...y la mano herética de Inca la perra. Los indios lucharon por el rey hasta 1834 y en algún caso hasta 1839 ¿sabían eso? ¿Sabían que los independentistas les quitaron las tierras y les borraron sus lenguas, antes protegidas por la Iglesia y por el rey? La Iglesia y España catalogó unas quinientas lenguas americanas, muchas con raíces asiáticas, en alguna se sospechan raíces europeas y sin escritura, fue la Iglesia las que les dio una escritura.
¿Sabían que los miles de soldados realistas en toda América eran criollos indios, negros y voluntarios y los soldados del Ejército de los Andes sufrían la leva obligatoria, que los soldados sanluiseños iban engrillados y quienes desertaron fueron fusilados por un coronel Videla, delegado de San Martín y antepasado del general Videla?
Fíjense que los americanos ya no recuerdan que tuvimos un emblema imperial. Brindo por la unidad americana. Brindo por las aspas de Borgoña con la que peleamos contra Inglaterra en Argentina en tres oportunidades y también en Colombia y en Nicaragua. Bandera que formó al imperio más grande que conoció a la humanidad y que llevó la lengua castellana y la cristiandad al mundo. El primero que circunvoló el globo terráqueo, empresa sin la cual no sería posible el mundo tal cual lo conocemos. Único imperio que hoy podría enfrentar la avaricia anglosajona y el avance musulmán. Hoy el mundo se enfrenta a la posibilidad de una guerra y no tenemos a un Carlos V ni a un imperio que lo frene o por lo menos, nos proteja y preserve…y todavía algunos creen en la versión mitista de la historia y de la revista infantil Billiken. España nos perdió a nosotros y nosotros a España. Y quedo a la espera de respuestas y preguntas respetuosas para conversar con quienes amen a la patria…
Patricio Lons
http://hispanoamericaunida.com/2013/...os-y-profetas/
“esas celebraciones son las celebraciones de la ruptura, división y rebajamiento de la Patria Grande, del inicio de nuestros males más atroces, es la celebración de nuestra miseria y nuestro olvido (…) sabiamente dijo un compatriota del otro lado del charco “Nos separamos para profundizar nuestros errores” (…) Debemos revivir la unidad superior que no divida. Debemos revivir Hispanoamérica” El siguiente texto es un fragmento de un artículo de opinión del mismo título, de Francisco Núñez del Arco Proaño, escritor, historiador y presidente del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica. Publicado en el sitio web Coterraneus el 5 de julio de 2011. http://hispanoamericaunida.files.wor...pg?w=241&h=300Escribió Bolívar: “Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas”. Sin embargo, el propio Bolívar fue Dictador Supremo del Perú, donde ejerció una brutal represión y dispuso la separación del Alto Perú (Bolivia).
NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida. Hoy 5 de julio de 2011 se celebra con una estupidizante algarabía propia de la fecha, el bicentenario de la llamada “declaración de independencia” de Venezuela, y siendo que el “Libertador” era venezolano, no puedo menos que referirme a esta fecha. Desde el 2009 que el continente viene celebrando inconscientemente los distintos bicentenarios de sus “independencias”. Y hay que decirlo de una buena vez, de manera directa y sin rodeos, esas celebraciones son las celebraciones de la ruptura, división y rebajamiento de la Patria Grande, del inicio de nuestros males más atroces, es la celebración de nuestra miseria y nuestro olvido. La llaman independencia y la llaman libertad, y por ahí dicen que eso venimos celebrando en el o en los bicentenarios. Sinceramente me causan mucha risa y mucha pena aquellos que se llenan la boca hablando de independencia, libertad, unidad y “Patria Grande” y a la vez reivindican a Bolívar, a San Martín, a Sucre y a O’ Higgins y cía. (Que según algunitos sabelotodos querían unir algo que ya estaba unido). Dicen que estos nos dieron independencia: “independencia” es al parecer la entrega y expoliación del continente al imperialismo británico primero y al yanqui después, independencia es la crisis política y el endeudamiento económico consuetudinario desde hace 200 años, independencia es morirse de hambre, independencia es alienarse la cabeza de ideas e identidades que no son nuestras. Dicen que estos nos dieron libertad: “libertad” le llaman al látigo, al fusil y a la guerra; que hablen de libertad los fusilados, perseguidos y desterrados de Bolívar y sus descendientes en la ideas: que hablen de libertad los muertos en innumerables guerras civiles endémicas en lo que alguna vez fue un Imperio con siglos de paz; que hablen de libertad los indios sometidos y exterminados por la república: que hablen de libertad los cholos, los llaneros, los chagras, los huasos y los gauchos utilizados como carne de cañón en cuanta guerrita chauvinista se les ocurrió a los vende patrias; que hablen de libertad los oprimidos por la oligarquía y los cazados por la masonería y el liberalismo. Nuestros llamados próceres y quienes los reivindican como bandera de unidad, revolución y cambio son hipócritas, sinvergüenzas, vendidos y traidores, eso es lo que son, y lo digo sin empacho (y si algunos me quieren colgar, crucificar o fusilar por decir esto, les diré entonces háblenme de libertad y de independencia mamarrachos). Estos son los próceres, los hombres que hablan de patria y como dicen sus leguleyos seguidores, a confesión de parte: relevo de pruebas: “Los liberales del mundo somos hermanos en todas partes.” “En defensa de la patria todo es lícito menos dejarla perecer.” José de San Martín “Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a torrentes: han desaparecido los tres siglos de cultura, de ilustración y de industria: por todas partes aparecen ruinas de la naturaleza o la guerra”. Simón Bolívar, 1814 “Yo deseo continuar sirviendo a mi patria, para el bien de la humanidad y el aumento del comercio británico”. Simón Bolívar. 1815 “Siento no depositar esta insignia ante la asamblea nacional, de quien la había recibido; siento retirarme sin haber consolidado las instituciones que ella había creído propias del país y que había jurado defender…Que se presenten mis acusadores. Quiero conocer los males que he causado, las lágrimas que he hecho derramar. Salid y acusadme. Si las desgracias que me hacháis en rostro han sido, no el efecto preciso de la época del poder sino del desahogo de malas pasiones, esas desgracias no pueden purgarse sino con mi sangre. Tomad de mí la venganza que queráis, que yo no os opondré resistencia. ¡Aquí está mi pecho!” Bernardo O’ Higgins. “Contra la fuerza y la voluntad pública he dado la libertad a este país y como esta gloria es mi fortuna nadie me puede privar de ella”. Simón Bolívar, 1828. “Un País devastado tanto tiempo por la guerra sangrienta y desastrosa que ha sufrido, necesita de un gobierno propio, que anhelan sus pueblos, para que remedie los males de las convulsiones políticas” Antonio José de Sucre. “Nuestro pobre país parece destinado a sufrir más que todos los demás de América. De un extremo de democracia, que era ya desorden, pasa al otro, ¡que rigor! ¡ay qué hombres!” Antonio José de Sucre “Créame Ud., nunca he visto con buenos ojos las insurreciones; y últimamente he deplorada hasta la que hemos hecho contra los españoles”. Simón Bolívar, 1830. “Seamos libres, lo demás no importa nada”. José de San Martín. Al Congreso Constituyente: “¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de todo lo demás”. Simón Bolívar, 30 de enero de 1830. La Hispania ultramarina desde entonces vive de tumbo en tumbo y sin levantar la cabeza. Y a la Hispania europea tampoco le ha ido muy bien que digamos, sabiamente dijo un compatriota del otro lado del charco “Nos separamos para profundizar nuestros errores”. Históricamente hablando la Independencia estuvo mal, sin embargo es un hecho consumado y por tanto inalterable; pero debemos considerar que si la separación vino por medio de una guerra, entonces solo por otra guerra vendrá la unidad. Debemos revivir la unidad superior que no divida. Debemos revivir Hispanoamérica. De tanta celebración bicentenaria solo sacamos una cosa: profetas, y el mejor de todos ellos fue Bolívar, y que nos lo diga con sus propias palabras en su última carta al general Flores (nuestro primer presidente republicano): “V. sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas. 5°. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6°. Sí fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, este sería el último período de la América.” Una profecía cumplida al pie de la letra, tal vez por algún filón hebraico en la venas de su autor o por ser este el modelo de latinoamericano (que no hispanoamericano), quien lo arruina todo y después se arrepiente de todo. La nuestra, como diría Luis Corsi Otálora, es la Sinfonía Inconclusa de nuestros pueblos en la historia, gracias a los profetas de la calamidad diría yo. En estas tierras llenas de profetas que lanzan sus áridas y verdaderas palabras al viento para que se pierdan en la futilidad del futuro hecho, de la desgracia vivida y de la fatalidad realizada. En estas tierras de profetas estériles hacen falta y mucha, mucha falta, hombres virtuosos que no vivan de la palabra y la destrucción sino de la acción y la creación: a estos alguna vez los llamaron Reyes.
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
Una consecuencia de esa maravillosa independencia....
Somos hijos de España - Hispanofilia
LA GUERRA DEL PACÍFICO
"Es un error completo hablar de dicho conflicto como de una guerra entre Peru y Chile, es una guerra de Inglaterra contra Perú, con Chile como instrumento" Diario Washington EEUU Abril 1882
Y después de la Era Hispánica... nos dividieron, nos empobrecieron con deuda externa y reventando nuestro autoabastecimiento, nos desangraron en guerras fratricidas y... nos usaron como a estados títeres.
Una guerra en que se enfrentaban tres naciones que menos de 100 años antes se habrían considerado consúbditas de un mismo Rey, lo cual es casi como decir compatriotas, lo cual se expresaba (y se expresa hasta hoy) en las enormes similitudes entre la cultura y formas de vida de los tres países. En ese sentido, esta guerra era sin duda alguna fratricida, era el encuentro bélico de pueblos hermanos que tan sólo 100 años antes habrían podido solucionar sus conflictos de forma pacífica recurriendo al Rey, y que compartían al momento de la guerra y aún hoy, una larga historia en común y una cultura, idioma y formas de vida en común.
Si la naturaleza fratricida de esta guerra ya es reprochable, más reprochable resulta por sus consecuencias posteriores:
Primero, la muerte de nuestros connacionales (aquí comprendo tanto a Chilenos como a Peruanos y a Bolivianos), algunos de ellos menores de edad que murieron en un fratricidio, con lo cual nuestras naciones se vieron diezmadas y las familias quebradas de dolor;
Segundo, a través de la guerra, los países se endeudaron con los proveedores de armas y uniformes todos de origen británico, viéndose obligados al terminar la guerra a dejar todos los recursos naturales de la zona en disputa en manos verdaderamente extranjeras. El manejo británico del salitre abrió la puerta a la posterior guerra civil de 1891, la cual fue un nuevo fratricidio en que nuevamente murieron connacionales nuestros;
Tercero, esta guerra inició también el camino a los odios mutuos, que aún perduran, y han llevado a nuestros países a tensiones innecesarias, a desconfianzas y a rencores que han dañado profundamente a nuestros pueblos (lo cual quedó claro últimamente con el vergonzoso vídeo de los marinos chilenos cantando canciones ofensivas contra sus países hermanos).
Esta guerra se encuadra también en un periodo en que la Hispanidad se fracturó muchísimo, hemos dicho que las "independencias" no buscaban separarnos solo del Rey, sino también de todo aquello que nos recordara que alguna vez fuimos un imperio grandioso, y parte de esa política de separación se refleja en estas guerras, no sólo en la del Pacífico, sino en tantas otras que se vieron en este periodo y que afectaron perdurablemente la unidad de nuestros pueblos, y aumentaron nuestras desconfianzas mutuas.
Todo esto ha sabido ser aprovechado por el verdadero extranjero, ese que aprovechó nuestras fronteras y desconfianzas para aislar a Argentina en la guerra de las Malvinas, ese que aprovechó nuestra desunión para apoderarse de Cuba y Puerto Rico, ese que ha sabido aprovechar nuestras debilidades para manejarnos a su antojo: el verdadero extranjero que no es España.
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Re: Hay “otro” bicentenario
El imperio británico y la balcanización de Hispanoamérica | Hispanoamérica Unida
El imperio británico y la balcanización de Hispanoamérica
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“El Imperio Español generó, a través de varios siglos, fuerzas unificadoras, centrípetas, que contribuyen a explicar la idea de una nación continental (…) en Hispanoamérica el despertar del nacionalismo continental, la primera manifestación de la idea integracionista, es indesligable de la revolución social (…) ¿Qué procura decidir Gran Bretaña? Manos libres para organizar y explotar un enorme Imperio ultramarino donde vender el 70% de las manufacturas que produce, donde extraer a precios irrisorios las materias primas y alimentos que necesita y donde invertir sus excedentes financieros (…) http://hispanoamericaunida.files.wor...pg?w=938&h=317Cruce del Riachuelo por Beresford durante la invasión inglesa de Buenos Aires en 1806, según un grabado anónimo.
El siguiente texto es la primera parte del ensayo titulado “Iberoamérica: Balkanización, Integración dependiente e Integración liberadora”, de Vivián Trías, profesor universitario, historiador, escritor y político. Publicado en la revista Nueva Sociedad, Nro. 37, Julio-Agosto 1978, pp. 41-53 Los grandes caudillos de la emancipación iberoamericana proyectaron crear una vasta patria común. La idea y la emoción de la “Patria Grande” ronda, desde entonces, nuestro drama histórico. Simón Bolívar en el norte y José Artigas en el sur son la encarnación más profunda y empecinada de la unidad continental o regional. ¿Cuáles son las raíces de la idea? ¿Cuál es la fuente de la pasión por la nación hispano- americana en que Bolívar quemó su vida y Artigas pagó con su silencioso ostracismo de 30 años? ¿Qué es, en rigor, una nación? Desde distintas posturas doctrinarias se entiende que la nación es la confluencia de varias comunidades o solidaridades humanas; una economía común, una historia común, un territorio y una lengua comunes. La comunidad económica, base material de la nación, es el fruto del desarrollo capitalista que elimina los parcelamientos autosuficientes de los feudos, crea el mercado único en que productores y consumidores puedan conectarse libremente, un solo sistema monetario y un solo régimen impositivo. Lo cual exige la autoridad de un gobierno central incuestionable e inconciliable con la dispersión del poder en los señores feudales. Pero la nación no es, por cierto, un mero hecho económico. Es una comunidad estable , pero no de origen natural, sino histórico. No hay nación sin la existencia previa de un pueblo solidarizado por una común trayectoria, por victorias propias que conmemorar, por derrotas que lamentar, por conductores aclamados, por sufrimientos y regocijos comunes, por hechos y leyendas que hunden su raigambre en las honduras de la conciencia colectiva. Los germanos existieron mucho antes de constituirse Alemania. Es la “comunidad de tradiciones históricas” sin la cual la nación es inconcebible. El Estado-nacional extrae su formidable potencial del enlace entre la textura estatal y la consubstanciación popular con la nacionalidad. Comunidad económica y “comunidad de tradiciones históricas” son imprescindibles, garantizan la cohesión y la continuidad de la nación. La gestación del Estado nacional es siempre una larga y ardua lucha por vencer presiones dispersivas, disgregantes, que acechan desde dentro y desde fuera. El Imperio Español generó, a través de varios siglos, fuerzas unificadoras, centrípetas, que contribuyen a explicar la idea de una nación continental, Instituciones comunes, religión, cultura e idiomas comunes, el sentimiento de pertenecer a un vasto Estado nacional. Pese a que algunos de esos factores fueron quebrantados por la revolución, sirvieron de punto de partida a nuevas fuerzas unificadoras derivadas de la guerra por la independencia. Metas e ideales comunes en la lucha contra un mismo enemigo, peripecias comunes, anhelos comunes tejen una trama que vincula a los patriotas desde México al Plata. A lo que se suma la figura convocante, vigorosamente aglutinante de los grandes caudillos carismáticos como Bolívar y Artigas. No hay que olvidar, tampoco, la determinante influencia ideológica de las magnas revoluciones de la época, Eric J. Hobsbwan escribe: “El nacionalismo, como tantas otras características del mundo moderno, es hijo de la doble revolución (revolución industrial en Inglaterra y revolución francesa de 1789)” (1) El Estado-nación, como los derechos del hombre, como las instituciones democráticas, como el culto a la razón constituyen el bagaje ideológico que conformó la mentalidad de los líderes de la emancipación al comenzar el siglo XIX, justamente llamado “el siglo de las nacionalidades”. Muy importante fue, también, el ejemplo deslumbrante de la independencia de los Estados Unidos que unificó las 13 colonias y su rápido encumbramiento y prosperidad. EL IMPERIO BRITANICO Y LA “BALKANIZACION” DE HISPANOAMERICA Los caudillos recogieron, sin duda, la vigencia de tales factores integradores. Pero su proyecto de una nación continental también apunta al futuro, la conciben como una necesidad para asegurar su soberanía y desarrollo. Conquistaron la independencia, pero la “Patria Grande” se frustró. ¿Por qué? http://hispanoamericaunida.files.wor...ng?w=447&h=300La Provincia Oriental (actual Uruguay) como parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La creación de Uruguay como Estado independiente es consecuencia de la acción diplomática británica y tuvo el efecto de debilitar a las Provincias Unidas y así facilitar a los británicos el acceso al comercio y las finanzas en la Cuenca del Plata.
Es que a tantos vectores cohesivos y unificantes, se oponían vigorosas fuerzas dispersantes, centrífugas. Algunas de las cuales también provenían de la entraña del coloniaje, otras de la gravitación de la nueva metrópoli británica. Territorio muy extenso, dispar y difícilmente transitable; desiertos dilatados, cordilleras inaccesibles, climas inhóspitos. Población rala agrupada en comunidades aisladas donde florecieron fácilmente los localismos y sus enconadas rivalidades. El factor más disolvente es el atraso económico, la ausencia del desarrollo imprescindible para organizar la comunidad económica y la distorsión que el Imperio Español impuso a sus estructuras. Cada Virreinato o Capitanía se moldean proyectadas, económica y políticamente, hacia la metrópoli y con muy escasas o ninguna vinculación entre sí. Las reformas borbónicas – singularmente a partir del reglamento de libre comercio de 1778 -, la presión británica, las guerras intercoloniales de fines del siglo XVIII y principios del XIX consolidan y, aun, intensifican el desarrollo unilateral y exógeno. La guerra tensó al máximo la incidencia de las presiones disgregantes. Las oligarquías criollas dominantes, agro o minero-exportadoras, se articulan directamente a la economía internacional hegemonizada por Gran Bretaña en plena revolución industrial. Las nuevas repúblicas se incorporan al “sistema” del Imperio Británico. De 1822 a 1826 contratan diez empréstitos con la banca de la City por casi 21.000.000 de libras. Concertados al 75%, mediante el pago de turbias comisiones, resultan negocios leoninos en que los banqueros apenas desembolsan 7 millones de libras efectivas (2). Dinero que sirve, en gran parte, a sostener a las élites en el poder y que genera una renovada dependencia financiera. Se les condiciona a la firma de un “Tratado de Comercio, Navegación y Amistad” a perpetuidad, cuyo objetivo es asegurar la libre importación de manufacturas británicas y la exportación de alimentos y materias primas baratas a la metrópoli. En 1830 el 23% de las inversiones inglesas en el exterior se han radicado al sur del Río Bravo. Cuando sólo un 9% se dirige a los EE.UU. y apenas un 2% a la India (3). Ingleses y escoceses acaparan sociedades mineras, plantaciones, estancias ganaderas, empresas de transportes. La mayoría se instala en las grandes ciudades-puertos. En Buenos Aires viven más de 3.500 (4). Se estrecha la alianza entre la burguesía británica y las oligarquías locales, que funcionan como clases intermediarias y dependientes, Lima y El Callao, Quito y Guayaquil, Cartagena, Veracruz, Buenos Aires configuran polos de desarrollo distorsionado, desvinculados del resto de su nación y desempeñando el papel de submetrópoli en ella. Son piezas de la división internacional del trabajo impuesta desde la City, enclaves extranjerizantes. http://hispanoamericaunida.files.wor...hers.jpg?w=625Los banqueros británicos obtuvieron pingües beneficios de los empréstitos (préstamos) con intereses abusivos que concedieron a los gobiernos de las repúblicas hispanoamericanas, y que aseguraron el control británico de la economía y las finanzas de aquellos debilitados Estados.
Es este un punto capital. Las élites locales integran el “sistema” del Imperio. A ello deben su fortuna, posición social y poder político. No son burguesías nacionales como las que protagonizan las grandes revoluciones en Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos. Practican un intransigente liberalismo económico que las enfrenta con las regiones e intereses populares del interior. En el Río de la Plata, la libre importación de ponchos, arreos, botas, tejidos, facones, etc., fabricados en Londres, Manchester, Liverpool o Glasgow arrasa las artesanías y burdas manufacturas autóctonas. Es lo que Baran llama el “infanticidio industrial”. Como Buenos Aires es el único puerto ultramarino en cuya aduana el comercio exterior deja sus rentas -principal recurso financiero del Estado -, la oligarquía porteña se apropia de ellas y condena a la indigencia a las demás provincias (“los 13 ranchos”). La dictadura monoportuaria se completa clausurando a hacha y martillo los ríos interiores que podían facilitar el comercio directo con los buques europeos de las regiones esquilmadas. Para imponer esta política económica devastadora para el resto del país, debe recurrir a un gobierno no fuerte, centralizado (unitario) que desconozca los derechosy las autonomías de las provincias. Su proyecto para organizar la República, implica el subdesarrollo y la dependencia. Es natural que los pueblos del litoral y del interior se sublevaran y rodearan a José Artigas que postula el proteccionismo de las manufacturas nativas, la libre navegación de los ríos, la nacionalización de las rentas aduaneras y el respeto a las autonomías lugareñas en un régimen federal que articula a toda la nación, sin que una provincia (Buenos Aires) someta a las demás a sus intereses y conveniencias. Al contrario de Europa, aquí la “burguesía” no es la “clase nacional” que definiera Marx. Salomón F. Bloom precisa tan importante concepto: “la clase nacional era aquella clase que llevaba a la nación, a la sociedad individual, a lo largo de la línea del progreso” (5). Las masas populares son la “clase nacional” que se expresa en la acción y el pensamiento de su caudillo. José Artigas no sólo propone una gran nación verdaderamente soberana, sino un desarrollo económico autónomo dirigido por el Estado; justicia social (cabalmente concretada en la reforma agraria que decreta en la Provincia Oriental) y efectiva democracia política. Lo mismo ocurre con Simón Bolívar una vez superada su fase “mantuana”, tras los exilios y las sangrientas derrotas a manos de los “llaneros” de Boves. Es entonces que funde la lucha por la independencia con las reivindicaciones sociales (abolición de la esclavitud, política en favor de los indios, distribución de tierras y bienes entre los soldados. etc.). En lo que se designó “la guerra de los colores”, acaudilla a negros, mulatos, mestizos, indios, pobrerío contra las élites ricas y extranjerizantes de las grandes ciudades-puertos. Adquiere la estatura de verdadero “caudillo nacional”, porque conduce a las “clases nacionales”. De modo que en Hispanoamérica el despertar del nacionalismo continental, la primera manifestación de la idea integracionista, es indesligable de la revolución social. Es un nacionalismo de masas y revolucionarios, anticipándose en siglo y medio al que emergería en el Tercer Mundo a la hora de su rebeldía descolonizadora. Muy temprano, pues, se definió lo que designamos como “integración liberadora”. EL MEMORANDUM CASTLEREAGH Y EL EQUILIBRIO DE PODERES Lord Castlereagh, luego de discutir el fracaso de las invasiones inglesas en el Plata con Sir Arthur Wellesley, elevó a Su Majestad un memorándum diseñando la política por seguir ante la ya inevitable independencia de las colonias españolas (6). Descarta todo intento de conquista militar. Propone crear varias monarquías independientes, económicamente liberales, que traben la extensión del ideal republicano y prevengan contra la posibilidad de una gran nación continental. Se trata, por supuesto, del famoso principio imperial de “dividir para reinar”, pero, es también, una inteligente aplicación del “equilibrio de poderes”. http://hispanoamericaunida.files.wor...pg?w=450&h=293Detalle de un cuadro de Cándido López donde se representa la Guerra del Paraguay. Este conflicto bélico, promovido y financiado por Gran Bretaña y liderado por su aliado, el Imperio del Brasil, fue una auténtica guerra de exterminio que acabó con la mayor parte de la población masculina paraguaya.
El Memorándum es la clave de la política del Foreign Office en estas latitudes, pero no una regla inflexible. Los constructores del Imperio son pragmáticos, como decía Baldwin “nunca nos hemos guiado por la lógica” (7). En Hispanoamérica presionaron para fragmentarla, para “balkanizarla”, porque era la estrategia adecuada para combatir a un nacionalismo integrador, cuestionante de la tutela económica de la City. El ejemplo de los Estados Unidos es demasiado elocuente al respecto. Pero allí donde las clases dominantes y asociadas son las que sustentan y usufructúan la unidad del Estado, Londres protegió esa unidad. Es el caso flagrante del Imperio Otomano y del Imperio de Brasil, su satélite mayor en Iberoamérica. De modo que ya en la fase definitoria de nuestra independencia hay dos opciones: “integración liberadora” o “integración dependiente”. Nicolás Spykman reseña el equilibrio de poderes: “Se codicia aquella forma de equilibrio que, neutralizando a los demás Estados, deje al nuestro en libertad para ser la fuerza y la voz que decidan” (8). ¿Qué procura decidir Gran Bretaña? Manos libres para organizar y explotar un enorme Imperio ultramarino dónde vender el 70% de las manufacturas que produce, dónde extraer a precios irrisorios las materias primas y alimentos que necesita y dónde invertir sus excedentes financieros. También la articulación de una paz internacional, sin la cual es imposible el funcionamiento del delicado mecanismo del “laissez faire”. LA “PAZ BRITANICA” QUE SE PROLONGA DE WATERLOO A SARAJEVO Dos instrumentos esenciales aseguran el “equilibrio de poderes” en Europa: 1. Cambios pendulares en las alianzas. Se coliga con Austria y los Estados alemanes para reducir el reto de la Francia napoleónica. Más tarde se asocia a Francia en la “gran entente” para derrotar el desafío de los Imperios Centrales (Alemania y Austria-Hungría). “Inglaterra no tiene amigos, sino intereses permanentes”. (9) 2. La creación de Estados Tapones – “buffers states” – que garanticen el balance de fuerzas y amortigüen el choque entre las potencias mayores. Los Países Bajos son el ejemplo clásico entre Francia y Alemania; llave del equilibrio de poderes en Europa. En ocasiones Londres extendió la aplicación de esta política a regiones no europeas. En 1767 creó la cuña de Audh entre Bengala y las provincias nativas de la India (10). Pero es en Iberoamérica donde lleva a cabo un admirable “capo lavoro” en ese sentido. Dividir al continente en una pluralidad de Estados, implica balancear fuerzas y rivalidades capaces de alterar la paz y trabar el libre fluir del comercio y de los capitales. Uruguay, cuña entre Brasil y Argentina y cerrojo de la red fluvial platense, es el caso más notorio. Lo que no significa, como suele afirmarse con ligereza, que Gran Bretaña fabricó naciones a su antojo, como un mago de circo extrae conejos de su galera. Aquí y más tarde en Africa, no hizo más que aprovechar realidades históricas subyacentes, vectores disgregantes de indiscutible origen local. Más arriba hemos resumido los factores desintegrantes de Iberoamérica. Pero en el Uruguay median otros elementos de juicio de máxima trascendencia. La provincia Oriental no conoció desde 1811 hasta su independencia en 1828, otra cosa que guerras u ocupaciones extranjeras. Los caudillos artiguistas encabezan la rebelión contra el opresor brasileño en 1825, con los ojos puestos en la reincorporación a las Provincias Unidas. Es el pueblo oriental quien conquista su liberación en gloriosas victorias. Pero a la hora de definir el futuro del Estado asoma, de nuevo, la guerra civil en aquellas. Retornar a su seno, es volver al combate, sumirse en el conflicto cruento entre unitarios y federales. No es de extrañar que el Gral. Juan Antonio Lavalleja y su gente acogieran con simpatía la idea de una nación independiente que los sustrajera de renovados e interminables sacrificios y permitiera abrir una era de paz y reconstrucción. La diplomacia británica manejó esa compleja coyuntura con sutil habilidad. Lord Ponsomby recibió el encargo de concertar la paz entre Brasil y las Provincias Unidas y organizar el equilibrio de la región proponiendo hacer de la disputada Provincia un Estado soberano enclavado entre las dos potencias emergentes del sur. Definió su éxito diplomático, que habría de reiterar con la independencia de Bélgica, expresando: “hemos puesto un algodón entre dos cristales” (11). La mano británica fue menos visible, pero no menos diestra en el desmembramiento de la Gran Colombia (Colombia, Venezuela y Ecuador) bolivariana. El almirante Fleming y el Gral. Grant incidieron activamente en el separatismo de Venezuela (12). Otro agente inglés, Pedro Celis, contribuyó a volcar la opinión de Maracaibo en favor del alzamiento contra la autoridad de Bolívar (13). Salvador de Madariaga concluye: “Así vino a tomar el separatismo un saborcillo británico que añadió no poco a su vigor” (14). En lo que resta del siglo la política británica se mantuvo alerta en el cuidado de los “Balkanes” iberoamericanos. En oportunidad de la intervención franco-británica contra el régimen americanista de Juan Manuel de Rosas (1845-1850), se planteó la creación de otro nuevo “bufter state” con las provincias disidentes de Entre Ríos y Corrientes. En 1865, la original experiencia de los López en el Paraguay pudo convertirse en la base de una gran alianza integradora con los federales argentinos y los blancos uruguayos y cuestionar al “sistema” del Imperio. La respuesta fue la Guerra de la Triple Alianza – clases asociadas y dominantes de Montevideo, Buenos Aires y Río de Janeiro -, financiada por los banqueros de la City que destruyó implacablemente al régimen lopista. En 1878 los intereses británicos no fueron ajenos a la “Guerra del Salitre” que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia y que produjo el enclaustramiento mediterráneo de la última. Herida abierta en la solidaridad iberoamericana hasta el día de hoy. – NOTAS 1 Eric J. Hobsbwan. “Las revoluciones burguesas” Ed. Guadarrama. 1974. Madrid. 2 Ricardo Scalabrini Ortiz. “Política Británica en el Río de la Plata”. Ed. Fernández Blanco. 1957. Buenos Aires. 3 Naciones Unidas. “Las Inversiones Extranjeras en América Latina”. 1955. New York. 4 Vivián Trías. “El Imperio Británico”. Ed. Crisis. 1976. Buenos Aires. 5 Salomón F. Bloom. “El Mundo de las Naciones Ed. Siglo XIX. 1975. Buenos Aires. 6 William W. Kaufmann. “La Política Británica y la dependencia de América Latina (1804-1828) Ed. de la Universidad de Venezuela. 1963. Caracas. 7 Ob. cit. en 4. 8 Nicolás Spykman. “Estados Unidos frente al Mundo” Ed. Fondo de Cultura Económica. 1944. México. 9 Ob. cit. en 4. 10 Ob. cit. en 4. 11 Luis Alberto de Herrera. “La Misión Ponsomby” Ed. Eudeba. 1974. Buenos Aires. 12 Salvador de Madariaga. “Bolívar” Ed. Suramericana. 1949. Buenos Aires. 13 Ob. cit. en 12. 14 Ob. cit. en 12.
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Re: Hay “otro” bicentenario
A pesar de que ya existían casos que ponían en tela de juicio la historia oficial, con la que varias generaciones de hispanoamericanos han sido adoctrinadas, muchos afriman que es a raíz del bicentenario que esta corriente revisionista ha adquirido mayor brío. A aquellos inconformes se han sumado nuevas personas, datos que habían permanecido en la sombra salen a la luz, pero sobre todo, gracias al alcance de los nuevos medios de comunicación (primordialmente internet) es más fácil que el público tenga acceso a esta información, que cuestione aquello que siempre le han contado, tal vez investigue por su cuenta y descubra más verdades.
La cuestión de nuestras guerras de independencia es un claro ejemplo de toda esta manipulación, siempre se ha mostrado como un conflicto entre americanos y españoles cuando todos sabemos que aquello fue una gran guerra civil que se dio a lo largo y ancho del continente y que dejó muchos estragos de los cuales las nuevas naciones hispanoamericanas quizás aún no se hayan recuperado.
Esperemos que esta bola de nieve (que ya tiene rato de haberse arrojado) termine por convertirse en avalancha y derrumbe aún más mitos.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cuando descubrí el foro este fue uno de los hilos que más me interesó, he leído gran parte de los aportes aquí colocados y son interesantísimos.
Yo tengo algunos datos que quisiera compartir con ustedes y aprovechando que en los últimos comentarios se ha tratado la figura de Simón Bolivar aquí pongo uno.
Juan María Alponte
México y el mundo
21 de diciembre de 2008 |
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Iturbide y Bolívar: documentos-memorias |
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El 29 de mayo de 1822, Iturbide, comunicaba, a Simón Bolívar, “su ascensión al trono de México”. Inicia: “Ciudadano Libertador: Recibid, lo primero, con agrado mi admiración por vuestro heroísmo, mis deseos de imitar las virtudes militares de que disteis repetidos testimonios, y no esquivéis vuestra amistad a un hermano y compañero que se honrará de merecerla…
Carezco de la fuerza necesaria para sostener el cetro; lo repugné y cedí al fin para evitar males a mi patria, próximo a sucumbir de nuevo, si no a la antigua esclavitud, a los horrores de la anarquía…”. (Bolívar en la Cancillería mexicana. Archivo Histórico Diplomático Mexicano, Número 15).
Fusilado en 1824, cuando tenía 40 años, ocho meses y 21 días, su viuda Ana María Huarte (“de una familia de la misma ciudad de Valladolid y tan distinguida como la de Iturbide”, dice Alamán en su Semblanza) escribía a J. R. Malo, 11 de octubre de 1828, diciéndole que había pedido a Bolívar que acogiese a su hijo mayor, Agustín el grande (el “grande” porque Iturbide bautizó, “Agustín”, a dos hijos y uno era el grande y el otro el pequeño) en el ejército colombiano.
Bolívar accedió. Existe correo entre el encargado de Negocios de México en Colombia y la Secretaría de Relaciones de México sobre el tema.
El 6 de enero de 1825, Bolívar le decía al general Francisco de Paula Santander algo que, con el paso del tiempo y la sabiduría de la existencia estremece: “Dios nos libre de la carrera y la muerte de Iturbide… el tal Iturbide ha tenido una carrera meteórica, brillante y pronta como una exhalación; este hombre ha tenido un destino singular: su vida sirvió a la libertad de México y, su muerte, a su reposo. No me canso de admirar que un hombre tan común como Iturbide hiciese cosas tan extraordinarias; Bonaparte estaba llamado a hacer prodigios; Iturbide no; y por lo mismo los hizo mayores que Bonaparte…” (del mismo documento).
¿Pensaba, Bolívar, en los rumores envenenados que decían que, él mismo, quería fundar una monarquía? Quien le escuchaba, el general Francisco de Paula Santander (1792-1840) se preparaba, astutamente, para sucederle. Eso, entonces, no lo sabía Bolívar. Años después de su conversación con Santander (Archivo Diplomático, página 18) teniendo ya, a su lado, al joven Agustín como oficial de su guardia, en carta, a Rafael Urdaneta (13 de julio de 1829) le decía: “Yo no soy el hombre para el proyecto de monarquía; tengo a mi lado a Iturbide, que me recuerda la suerte de su padre”. Sólo siendo apto para la vida se puede entender su misterio.
Ana María de Iturbide, preocupada por el tránsito de su hijo al ejército del Libertador, decía a J. R. Malo: “…Creo que el gobierno de México no tomará a mal esta providencia…Tiene derecho a disponer de sí…Mi conducta, la suya y de toda mi familia hemos acreditado por cuatro años que no aspiramos a otra cosa que a vivir una vida privada; creo que ni el más suspicaz podría imputarnos en este paso miras o proyectos de ambición…”.
Le permitía a Bolívar, a su vez, hacer una frase aleccionadora: “…Tengo a mi lado a Iturbide que me recuerda la suerte de su padre”.
El 19 de julio de 1824 hicieron saber a Iturbide que sería fusilado a las 6 de la tarde. “Él mismo, dice Alaman (a quien debemos leer, pese a una vieja admisión de su conservadurismo, porque amplía la visión de la historia) avisó a la guardia que le custodiaba que había llegado la hora.
Al eclesiástico que le acompañaba le entregó su reloj y el rosario que llevaba al cuello para que se lo mandase a su hijo mayor y una carta para su esposa”. ¿Los tenía, Agustín el mayor, cuando vio morir el 17 de diciembre de 1830 a Simón Bolívar, abandonado de casi todos, en la mansión de un español en San Pedro Alejandrino? No lo sé.
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El Universal - Columnas
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Re: Hay “otro” bicentenario
Buenos datos amigo.
Curioso es que tanto Iturbide como hasta Maximiliano cayeran en una especie de leyenda rosa independentista... El mismo Maximiliano hablaba del trono de Moctezuma e Iturbide, como si tres siglos virreinales no hubieran sido nada... Iturbide, "anterior esclavitud".... En fin....
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Re: Hay “otro” bicentenario
Gonzalo Anes sobre las independencias hispanoamericanas | Hispanoamérica Unida
“Los procesos de independencia de las repúblicas hispanoamericanas pusieron fin a 300 años de paz en América (…) La América española logró unos niveles de prosperidad que, a finales del XVIII y comienzos del XIX, eran análogos a los de la Europa desarrollada (…) La independencia significó la ruptura de muchas cosas, y la desintegración de los virreinatos supuso la aparición de fronteras entre las repúblicas y de aduanas y dio pie a guerras” (Gonzalo Anes, catedrático de Historia e Instituciones Económicas)
http://hispanoamericaunida.files.wor...pg?w=317&h=300El siguiente texto es un fragmento de un artículo sobre Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia, publicado el 5 de junio de 2013 en el periódico digital El Confidencial. “Nada más sensible a la incertidumbre que el dinero”, aseguraba Anes al presentar, en la sede de la Academia, el libro La paz imposible. Los intentos de paz en la independencia de América, de Íñigo Moreno y de Arteaga, marqués de Laserna, y con prólogo de Hugo O’Donnell. Publicado por la editorial Csed, el libro se extiende desde que se hicieron sentir “las primeras voces de independencia” en las repúblicas hasta la pérdida definitiva de la América española. Esa “paz imposible” es “una historia de lo que pudo ser y no fue”, dijo el autor, para quien “hubo una cerrazón” en no querer ver desde España que “aquellos pueblos podían ser independientes”. Contrarrestando ideas preconcebidas Ante numerosos invitados, entre ellos el infante don Carlos y la princesa Ana de Francia, duques de Calabria, Gonzalo Anes aprovechó la ocasión para tratar de contrarrestar algunas “ideas preconcebidas”, entre ellas la de que América fue una colonia española. “Nunca lo fue”. En ese continente los españoles fundaron reinos, como los de la Nueva España o el de Perú, señaló el director de la Academia. Anes afirmó que las guerras que condujeron a los procesos de independencia “se produjeron por una falsificación, quizá la mayor que se ha hecho en la Historia sobre lo que fue la acción española en América y sobre la realidad de la América virreinal”. Esa falsificación, prosiguió Anes, tiene su origen en la propia España y en la visión que dio de la conquista de América Fray Bartolomé de las Casas, que se propagó por toda Europa. Los procesos de independencia de las repúblicas hispanoamericanas “pusieron fin a 300 años de paz en América”, y la prueba es que “no hay ciudades amuralladas en la América española, aunque sí hay ciudades costeras con fortines, para defenderse de los ataques de los corsarios”. La paz favoreció la formación de ciudades y la urbanización de las mismas, “prueba evidente de que hubo un desarrollo económico importante“. “La América española logró unos niveles de prosperidad que, a finales del XVIII y comienzos del XIX, eran análogos a los de la Europa desarrollada“, señaló Gonzalo Anes, catedrático de Historia e Instituciones Económicas. El final de la prosperidad La independencia “significó la ruptura de muchas cosas”, y la desintegración de los virreinatos supuso “la aparición de fronteras entre las repúblicas y de aduanas” y dio pie a guerras. “La prosperidad que había habido hasta entonces se quebró. Hubo un gran descenso del PIB de la América virreinal, y el de finales del siglo XVIII no se volvió a alcanzar hasta finales del XIX”, afirmó Anes. Con la aparición de las fronteras, disminuyó el comercio interior y se desintegró también la justicia virreinal. Eso produjo “inseguridad jurídica, incertidumbre y, cuando las hay, los posibles inversores se llevan el dinero a un lugar seguro”, aseguró Gonzalo Anes. “Hay que tener presente todo este proceso en nuestros días para que podamos ver las consecuencias de los intentos desintegradores y a dónde pueden conducir”, concluyó Anes.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Instituto Peruano de Cultura Hispánica
LA CONSTITUCIÓN DE 1812
EL PROCESO REVOLUCIONARIO LIBERAL
ANTÍTESIS
Dr. Pablo Victoria destacado historiador Hispanista Colombiano.
El artículo 2 de la Constitución de Cádiz que decía “La nación española es libre e independiente, y no es, ni puede ser, patrimonio de ninguna familia o persona” tenía el propósito de rechazar las renuncias reales de Bayona ante Napoleón y de derrumbar la concepción patrimonialista del Estado; es decir, como el Estado no era patrimonio del Rey, éste no podía entregarlo a una potencia extranjera.
Pero este mismo artículo sirvió para que los revolucionarios americanos interpretaran que si España era “independiente”, también lo podían ser las provincias españolas de “ultramar”. Así, en la Península se mantenía íntegra la unidad de la Monarquía, en tanto aquí suponía segregación. No obstante, el artículo 3 de la Carta tuvo consecuencias políticamente desestabilizantes para España. Decía: “La soberanía reside esencialmente en la Nación…” Entonces, si la soberanía residía en ella, ¿dónde quedaba la del Soberano? Flórez Estrada redactó en 1809 una declaración de derechos que designaba como soberano al Parlamento hasta el punto de facultarlo para destituir libremente al Monarca; las Cortes de Cádiz dieron forma jurídica a esta propuesta en el bendito articulejo. Es decir, la Nación era el Parlamento y no el pueblo. Tal “adefesio” provenía de la constitución francesa de 1791 en la que la supremacía del Parlamento no podía someterse a la Constitución, ni el Rey podía ser su rival. La revolución liberal había tomado forma.
Distaba mucho tales enunciados con lo que desde las Siete Partidas de “Alfonso X el Sabio” se venía utilizando tanto en América como en España como las “Leyes Fundamentales del Reyno”, es decir, la Constitución orgánica e histórica que regía desde el año 1252 y que recogía el derecho político, el penal, de familia, sucesorial y procedimental, introducido en América con el “derecho Castellano y los aspectos particulares del derecho Indiano”. Tal sustrato jurídico rigió en América hasta 1916 y en los Estados Unidos, en Luisiana, hasta bien entrado el siglo XIX. Se puede afirmar que todavía rige, pese a las codificaciones, porque las Partidas han servido de fundamento legal a los códigos civiles Hispanoamericanos como summa de derecho consuetudinario.
La revolución liberal de Cádiz, al dar al traste con este texto de derecho común, insertó en el cuerpo jurídico de la sociedad española los gérmenes de una permanente inestabilidad política, manifestada en las guerras civiles que sucedieron, los pronunciamientos, las dos repúblicas y hasta las tres guerras carlistas, roto ya el hilo conductor de las tradiciones jurídicas y la estabilidad sucesorial monárquica. La Constitución de Cádiz fue como un tumor transplantado a ese corpus jurídico, al que no le bastaron las medicinas que sucesivamente se le aplicaron, v. gr., las constituciones que le siguieron y que sólo aumentaron la inestabilidad hasta la era franquista. Lo demás es Historia.
En Hispanoamérica sucedió algo parecido. Tras la secesión de las “Provincias Españolas de Ultramar”, sobrevinieron guerras civiles tras guerras civiles, golpes de Estado, dictadores de opereta y de hojalata, conmociones e inestabilidad jurídica. Cada nueva constitución prometía ser peor que la anterior, amén de prometer una felicidad nunca encontrada. Cien años después de la llamada “Independencia” descendíamos al 20% de la riqueza anterior a 1810. Es decir, eran nuevos crecimientos tumorales insertados, como extraños elementos, a un cuerpo que durante tres siglos había crecido con células jurídicas propias y sanas, que hundían sus raíces en la Tradición. Con esto quiero decir que el legicentrismo sobreviniente se autohabilitaba para determinar discrecionalmente el contenido y límite de los derechos, cuyo fundamento no era la soberanía popular de las Siete Partidas, sino el fundamento “racional-normativo”. La fuente del Derecho ya no provenía de la práctica y las costumbres, de los fueros, privilegios, franquicias y libertades consuetudinarias, orgánicas, evolutivas, sino de la Constitución misma, a placer, al arbitrio de la razón parlamentaria. La descentralizada estabilidad conservadora había cedido ante la “centralizada revolución liberal”.
"Dos siglos de matarnos entre nosotros lo atestiguan, y tres siglos de paz Hispánica lo constatan".
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
Buenos datos amigo.
Curioso es que tanto Iturbide como hasta Maximiliano cayeran en una especie de leyenda rosa independentista... El mismo Maximiliano hablaba del trono de Moctezuma e Iturbide, como si tres siglos virreinales no hubieran sido nada... Iturbide, "anterior esclavitud".... En fin....
Cierto, es gracioso que se hable por un lado de la España piadosa y magnánima (Plan de Iguala) y por el otro de los 300 años de opresión (Acta de independencia). De alguna manera se buscaba que todas las facciones estuvieran a gusto con el resultado, será por eso supongo.
Maximiliano tenía tendencias liberales (se dice que fue masón, aunque hay otros que lo niegan tajantemente) y buscaba ganarse las simpatías del bando republicano (hasta le hizo la invitación a Juárez para que se uniera a su imperio), cosa que lo hizo enemistarse con varios conservadores. Lastimosamente, esos mismos a los que quiso agradar lo mandarían al paredón.
Poco a poco se ha ido reivindicando la figura de ambos ya que son de los apestados de la historia oficial mexicana.
lunes, 1 de julio de 2013
El "Grito" de Maximiliano del 16 de Septiembre de 1864 en Dolores Hidalgo
Fue Ignacio López Rayón quien, el 16 de septiembre de 1812, hizo la primera remembranza del "Grito de Independencia", esto apenas dos años después de iniciado el movimiento de Insurrección. La ceremonia caería en el olvido pues se plantearía una nueva fecha, la de la Consumación de la Independencia del 27 de Septiembre de 1821. Años vendrían en que la inestabilidad política no permitía hacer conmemoración alguna, ni por una, ni por otra fecha. Desconozco si durante los numerosos periodos en que Antonio López de Santa Anna estuvo como Presidente de la República, en alguno de ellos hizo una Ceremonia del Grito. Sería hasta que Maxiliano I, Emperador de México, mostrando interés por rescatar del olvido la fecha del inicio de la Guerra de Independencia, llega a Dolores Hidalgo, luego de padecer una enfermedad en su viaje por el Bajío y que lo hace caer en cama en Irapuato, atravesando por el Camino Real más corto, sale de Irapuato, duerme en la Hacienda de Cerro Gordo en Salamanca, y al día siguiente continua rumbo a Dolores, lugar al que llega puntual para la Cermonia del LIV (54º) Aniversario, este fue su discurso.
Mexicanos:
"Más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que en esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de Independencia, que retumbó como un trueno del uno al otro océano por toda la extensión del Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años. Esta palabra, que brilló en medio de la noche como un relámpago, despertó a toda una Nación de un sueño ilimitado, á la libertad y á la emancipación; pero todo lo grande y todo lo que está destinado a ser duradero, se hace con dificultad, á costa de tiempo. Años y años de pasiones, combates y luchas se sucedían: la idea de la Independencia había nacido ya, pero desgraciadamente aun no la ve la Nación. Peleaban hermanos contra hermanos; los odios de partido amenazaban minar lo que los héroes de nuestra hermosa Patria habían creado.
"La bandera tricolor, ese magnífico símbolo de nuestras victorias, se habían dejado invadir por un solo color, el de la sangre. Entonces llegó al país. del apartado Oriente, y también bajo el símbolo de una grandiosa bandera tricolor, el magnánimo auxilio: una águila de la moderación y de la ley. El germen que Hidalgo sembró en este ligar, debe ahora desarrollarse victoriosamente, y asociando la Independencia con la unió, el porvenir es nuestro.
"Un pueblo que, bajo la protección y con la bendición de Dios, funda su Independencia sobre la libertad y la ley, y tiene una sola voluntad, es invencible y puede elevar su frente con orgullo. Nuestra águila, al desplegar sus alas, caminó vacilante; pero ahora que ha tomado el buen camino y ahoga entre sus garras al levantarse nuestra Patria de entre los escombros, poderosa y fuerte, y cuando ocupe en el mundo el lugar que le corresponde, no debemos olvidar los días de nuestra Independencia ni los hombres que nos la conquistaron . ¡Mexicanos: que viva la Independencia y la memoria de sus héroes!
Maximiliano.
Al leer este discurso pronunciado por Maximilano, nos hace pensar en cuales eran sus verdaderos pensamientos y ese amor que ya sentía por la Historia de su Imperio, historia que conocía mejor que muchos mexicanos.
Fuente:
Alocuciones y Cartas Oficiales del Emperador Maximiliano. Imprenta Imperial. México, 1867.
Publicado por Benjamín Arredondo en 09:26
Enlace:
Cabezas de Aguila: El "Grito" de Maximiliano del 16 de Septiembre de 1864 en Dolores Hidalgo.
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Re: Hay “otro” bicentenario
http://caminante-wanderer.blogspot.com.ar/2013/08/carlismo-argentino.html
Comentábamos hace pocos días la notable cantidad de malos lectores que tiene este blog, como muchos otros. Es decir, gente que lee mal, o que no interpreta correctamente lo que está escrito, o que opina sin conocer.
Cuando sólo de modo muy tangencial incluí en la última entrada una mención al carlismo argentino, no faltó un iluminado que escribiera la siguiente barbaridad:
“¿Carlismo en Argentina? ¡Eso es desarraigo por falta de identidad con la tierra que se habita! Y siguiendo su premisa, falta de nobleza”.
No entiende lo que es el carlismo; no entiende lo que es arraigo, no entiende lo que es nobleza y, mucho menos, conoce la historia argentina.
Pero vino una muy buena respuesta de parte de un anónimo que incluyo aquí abajo.
Por supuesto, los muchos nacionalistas lectores de este blog no estarán de acuerdo. Seguimos siendo amigos, pero yo les sigo recordando que no entiendo un nacionalismo católico e hispanista que reconozca como punto de partida la sedición de 1810, perpetrada por liberales y masones.
Aquí la respuesta del Anónimo Lector:
Esto puede ser falso o verdadero.
Es verdadero si el carlista argentino lo es por no conocer la historia y por el solo gusto de lo “no-argentino”. Una especie de apátrida refinado.
No es verdadero si ese carlista hispanoamericano conoce la historia. Y si la conoce bien no tiene más opción que ser carlista, aunque haya nacido en Argentina.
El nacionalista no conoce la historia y cuando la conoce la interpreta mal.
Es muy sencillo, el nacionalista, lo reconozca o no, es hijo de 1810 aunque se llene la boca diciendo que se considera un heredero de España (como lo dicen todos).
A Liniers lo mataron por proto carlista los hombres de 1810.
La misma justificación de la Independencia de los nacionalistas fue lo que motivó a los revolucionarios a matar al único héroe intachable que tuvimos (pues hasta Rosas tuvo sus pocas tachas).
Liniers les dijo algo así: “Ustedes dicen que por estar el rey cautivo es tiempo de independizarse, pero a fe mía que son como el heredero que está esperando la muerte del padre para alzarse con el botín”.
La otra posibilidad es que los nacionalistas sepan historia pero tengan una idea de la piedad de trecho corto, comenzada en 1810, como quien se despreocupa por el alma de su bisabuelo, pero aun visita en el geriátrico a su padre.
Y hay una posibilidad más: que los nacionalistas son hombres de acción y el carlismo no es posible aquí. En este caso entérense que el nacionalismo tampoco. Ambas son cuestiones únicamente de escritorio y piedad (bien o mal entendida), les guste o no.
Es la historia. Búsquenla en los libros.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Para complementar la información que puse.
1821 Carta de Simón Bolívar a Agustín de Iturbide.
Archivo adjunto 6026
Octubre 10 de 1821
Al Excmo. señor General Don Agustín de Iturbide.
Rosario de Cúcuta, á 10 de Octubre de 1821.
Excmo. señor:
El Gobierno y pueblo de Colombia han oído con placer inexplicable los triunfos do las armas que V. E. conduce á conquistar la independencia del pueblo mejicano. V. E. por una reacción portentosa ha encendido la llama sagrada de la libertad que yacía bajo las cenizas del antiguo incendio que devoró ese opulento imperio. El pueblo mejicano siempre de acuerdo con los primeros movimientos de la naturaleza, con la razón, con la política, ha querido ser propio, no ha querido ser ajeno. Los destinos estaban señalados á su fortuna y á su gloria, y V. E. los ha cumplido. Si sus sacrificios fueron grandes, más grande es ahora la recompensa que recibe en dicha y honor.
Sírvase Y. E. acoger con la franqueza cordial con que yo la dirijo, esta misión que sólo lleva por objeto expresar el gozo de Colombia á V. E. y á sus hermanos de Méjico.
El señor Santamaría, miembro del Congreso General y Plenipotenciario cerca del Gobierno de Méjico tendrá la honra de presentar á V. E., junto con esta carta, la expresión sincera de mi admiración y de cuantos sentimientos puede inspirar el heroísmo de un hombre grande.
Yo me lisonjeo que V. E. animado de sus elevados principios y llenando el voto de su corazon generoso, hará de modo que Colombia y Méjico se presenten al mundo asidas de mano y aun más por el corazón.
En la desgracia la suerte nos unió; el valor nos ha unido en los designios, y la naturaleza nos dio un mismo ser para que fuésemos hermanos.
Sírvase V. E. aceptar los testimonios más sinceros de los sentimientos con que soy de V. E. con la mayor consideración y respeto, su obediente servidor,
BOLÍVAR.
Archivo adjunto 6027
O'Leary, Daniel Florencio. Memorias del General O'Leary. Cartas del Libertador. Caracas. Imprenta y litografía del Gobierno Nacional. 1887. pp. 228-229.
Enlace:
Memoria Política de México
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Re: Hay “otro” bicentenario
Agustín Jerónimo de Iturbide
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Agustín Jerónimo de Iturbide y Huarte (Valladolid (hoy Morelia), México, 30 de septiembre de 1807; Nueva York, EE. UU., 11 de diciembre de 1866) fue príncipe heredero del efímero primer Imperio mexicano. Príncipe imperial de 1822 a 1823, presunto heredero de 1823 a 1824 y pretendiente al trono de 1823 a 1864, año en que renunció y cedió sus derechos a Maximiliano I, quien tomó bajo su tutela a dos de sus sobrinos.
Índice
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Datos personales
Fue primogénito del general Agustín de Iturbide, quien luego se coronaría emperador de México, y su esposa Ana María Huarte, fue bautizado en el Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México, el 30 de septiembre de 1807. Tuvo siete hermanos: Ángel, Salvador, Felipe, Juana, Jesús, Josefa y Sabina.[1]
Príncipe heredero de México
Cuando en julio de 1822 el Soberano Congreso Constituyente mexicano proclamó a su padre como Emperador Constitucional de México con el título de Agustín I, este lo designó heredero de la corona y le otorgó los títulos de de Príncipe Imperial y Caballero de la Orden de Guadalupe. Al momento de la renuncia de su padre, muchos monarquistas fieles[cita requerida] al Imperio, le declararon Emperador con el nombre de Agustín II.
Exilio
A la caída del Imperio, en marzo de 1823, se trasladó con sus padres a Europa, donde permaneció aún cuando aquellos regresaron a México. Antes de partir su padre le dejó en el Ampleforth College, en Yorkshire, Inglaterra; y se despidió con una carta en la que le recomendaba ser "un buen hijo, un buen hermano, un buen patriota para desempeñar dignamente los cargos que la Providencia divina te destina".[2]
A los veinte años, Agustín pasó a Colombia donde permaneció hasta 1830 a las órdenes del libertador Simón Bolívar,[1] de quien fue nombrado ayudante, y que lo estimaba mucho.[2]
Pero Bolívar, que sólo deseaba amparar a un joven valiente en desgracia, ante una reclamación del ministro de Relaciones Exteriores mexicano, mandó decir que "calmase el ánimo, pues este asunto no le competía por mil razones".[2] Iturbide acompañó a Bolívar hasta los últimos momentos de su vida. En el informe oficial sobre la muerte del héroe (Boletín de la Academia Nacional de la Historia, no 104. Caracas) se explica que "jugó a la manilla, apoyado en su edecán Iturbide... que a poco le ayudó a subir la escalera antes de acostarse".[2]
Bolívar falleció el 17 de diciembre de 1830 y Agustín Jerónimo regresó a su patria integrándose al Servicio Exterior mexicano.[3] El Congreso mexicano había levantado la proscripción de la antigua familia imperial y en marzo de 1831 el expríncipe heredero fue nombrado secretario de la legación de México en Estados Unidos, con un sueldo de 3500 pesos anuales; desempeñó el cargo hasta el 29 de marzo de 1833. Al día siguiente fue trasladado a Londres con el mismo sueldo y en 1835 pasó a desempeñar las funciones de encargado de negocios, hasta 1838.[2]
En diciembre de 1855 los conservadores, en respuesta a la expedición de las primeras Leyes de Reforma, promulgaron el Plan Definitivamente Regenerador[4] que en su artículo 4.° proponía coronar como emperador a Agustín Jerónimo de Ituribe, en caso contrario sería nombrado en su lugar Antonio de Haro y Tamariz. El artículo 14.° del plan indicaba, además, que si el emperador era soltero debería contraer matrimonio con una “mexicana directamente procedente de la raza originaria indígena”.[5] No existen noticias de que Agustín Jerónimo de Iturbide haya aceptado la propuesta, el plan no tuvo repercusión política alguna.
Últimos años y fallecimiento
Agustín Jerónimo pasó los últimos años de su vida en los Estados Unidos de América trabajando como diplomático. A la llegada al trono de Maximiliano I, firmó un pacto con él, por el cual le reconocía como emperador de México y se obligaba a exiliarse a cambio de una pensión.[6] Murió en Nueva York el 11 de diciembre de 1866 en el Hotel Clarendon,[1] a causa de complicaciones de la enfermedad de Bright.
Fue sepultado en la ciudad de Filadelfia, en la capilla de San Juan, donde está enterrada la mayoría de la denominada Familia Imperial. Al morir sin descendencia legítima, le sucedió en la jefatura de la familia su sobrino Agustín de Iturbide y Green, hijo de su hermano Ángel de Iturbide.
Notas y referencias
Bibliografía
Enlace:
Agustín Jerónimo de Iturbide - Wikipedia, la enciclopedia libre
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Re: Hay “otro” bicentenario
Corsarios en Baja California
Por Leonardo Reyes Silva
Primera parte
En los siglos XVI hasta principios del siglo XIX el dominio de los mares fue una obsesión para los países europeos, sobre todo de Inglaterra y España. Con el descubrimiento del continente americano y sus riquezas, estas dos naciones buscaron beneficiarse y lograr, por cualquier medio, la hegemonía en el control marítimo de esa amplia zona del mundo.
En esa época España, con sus colonias en América, disfrutaba de un nivel económico extraordinario gracias a los productos mineros, agrícolas y de diversa índole que les eran enviados de los virreinatos de la Nueva España, del Perú y del Caribe. Además del intercambio comercial con el oriente, en especial con Filipinas.
Tratando de disminuir el poder de España, la reina Isabel de Inglaterra autorizó a personajes importantes para actuar como corsarios tanto en el océano Atlántico como en el Pacífico. Fue así como John Hawkins, Henry Morgan, Francis Drake, Thomas Cavendish y Jack Rakhman, en fragatas, bergantines y corbetas armadas con cañones de diversos calibres, se apoderaron y destruyeron un gran número de barcos mercantes, apoderándose en muchos casos de cuantioso botines que fueron a dar a la corona inglesa.
Uno de estos corsarios, Drake, recorrió los litorales de la península en 1579 y llegó a la altura de lo que hoy es la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos. En ese lugar desembarcó y le puso por nombre Nueva Albión en honor a su soberana, la reina Isabel. Drake está considerado como uno de los corsarios más terribles que asolaron los mares y las ciudades de Nueva España.
Otro más fue Thomas Cavendish quien en 1587 capturó el galeón “Santa Ana” que hacía la ruta Manila-Acapulco. Lo esperó cerca de Cabo San Lucas y después de saquearlo lo incendió, no sin antes dejar a los tripulantes y pasajeros en tierra. Por cierto en él venía Sebastián Vizcaíno, quien años después le daría el nombre a nuestra ciudad.
Otro corsario que no cantaba mal las rancheras fue Hipólito Bouchard, un marino argentino que en el año de 1818 se apoderó de los presidios de Monterey y Santa Bárbara, en la Alta California. Pero de este aventurero hablaremos más en otra ocasión.
El siglo XIX se distinguió por que en ese periodo se llevaron a cabo los movimientos de independencia en todas las colonias españolas, comenzando con México, en 1810. Todavía en los años veinte del siglo, Perú, Chile, Colombia, Argentina, liderados por patriotas como Bolívar, San Martín, Sucre y O¨Higgins, defendían su derecho a ser independientes, libres de la tutela de España.
Y en esos movimientos revolucionarios la Armada de Chile fue una fuerza que contrarrestó los intentos dominadores de la marina española. Pero también los corsarios prestaron un gran servicio a la causa de la independencia. Corsarios fueron los buques La Fortuna, El Chileno, Santiago Bueras y El Catalina.
La primera escuadra naval que se formó en Chile tuvo como almirante a un marino inglés de gran reputación que fue en su tiempo miembro del Parlamento, de nombre Thomas Cochrane y con el título de Lord. Se dice que cuando lo contrataron para hacerse cargo de la escuadra chilena se hallaba sin empleo y acusado de fraude en la Bolsa de Valores de Londres.
En el año de 1819 inició su campaña contra los barcos realistas, bloqueando los puertos donde se encontraban. La historia de Chile refiere que la toma del puerto de Valdivia, “fue sin duda alguna la acción más extraordinaria de todas las guerras de la independencia”. Un año después, la escuadra se apoderó de la ciudad de Lima, en el Perú.
En la contienda apresó varias embarcaciones españolas, pero dos de ellas, las fragatas “Prueba” y “Venganza” lograron escapar del acoso de los bergantines chilenos. Cochrane fue informado que se dirigían al norte, por el rumbo de las costas mexicanas. Fue en su persecución y llegó hasta el puerto de Acapulco sin lograr dar con ellas. A principios de 1822 dispuso que las naves “Independencia” y “Araucano” se dirigieran al puerto de San Blas y el golfo de California en busca de los buques españoles, mientras él lo haría al sur hasta llegar a las costas de Chile.
Acatando las instrucciones recibidas, el comodoro Wilkinson —a cargo del “Independencia”— ordenó al comandante Simpson del “Araucano” se dirigiera a Loreto en busca de provisiones, mientras que él llegaba al puerto de San José del Cabo. Fue así como estas dos naves que formaban parte de la escuadra chilena llegaron a la península de la Baja California.
Su estancia en San José y en Loreto será motivo de un relato próximo. Lo que sí no da lugar a dudas es que esas dos fragatas no eran corsarias ni mucho menos piratas, y que Lord Cochrane es considerado como un personaje en la república de Chile, en donde incluso existen monumentos en su honor.
Archivo adjunto 6159
Lord Thomas Cochrane, almirante de la escuadra chilena en las guerras de independencia
Enlace:
Relatos de la historia sudcaliforniana: Corsarios en Baja California
Segunda parte
Por Leonardo Reyes Silva
Cuando Lord Cochrane decidió enviar a las corbetas “Independencia” y “Araucano” al golfo de California en busca de naves españolas, no se imaginó los sucesos que dieron lugar cuando arribaron a las costas de la península, a principios del año 1822.
Mientras el “Araucano” se dirigía al pueblo de Loreto en busca de provisiones, sobre todo de carne de res para hacer “charquí”, el “Independencia” atracó en San José del Cabo gobernado por autoridades españolas y donde se encontraba la misión jesuita fundada en 1730.
Wilkinson se apoderó del pueblo y tomó prisioneros a don Antonio Quartara y su ayudante, aunque después, dadas las aclaraciones los dejó en libertad. Hizo bien, porque Quartara se convirtió en un colaborador de los chilenos. Les proporcionó ganado y víveres y logró que varios objetos de valor que habían sido hurtados por los marinos fueran devueltos a sus dueños.
Y todo hubiera permanecido en paz, si no es que Wilkinson recibió noticias de un barco español que se encontraba en Todos Santos y con el fin de apoderarse de él envió a un grupo de marineros en su busca. Lo encontraron, lo inutilizaron para que se hundiera y en vez de regresar optaron por buscar alimentos en el pueblo. Pero los habitantes del lugar, enterados de lo que habían hecho, los enfrentaron y mataron a varios de ellos.
Mientras tanto había llegado a San José el padre superior de las misiones de California, Miguel Gallego, quien de inmediato se dio cuenta de la situación. Y para evitar represalias por lo sucedido en Todos Santos, decidió cortar por lo sano y declarar la independencia de California del gobierno español. Al menos es lo que dice el historiador Carlos López Urrutia en su libro “Los insurgentes del sur”
Aunque otros investigadores afirman que fue el comandante de armas de la jurisdicción del sur, el alférez Fernando de la Toba quien, a principios de marzo, realizó el juramento de la independencia alarmado por la presencia de las corbetas de Lord Cochrane.
Siguiendo el relato de López Urrutia, cuando terminó la ceremonia del acto de independencia, el pueblo josefino invitó al comandante Wikilson y sus oficiales a un banquete donde se les agasajó “con tal variedad de platos como jamás se había visto en fiesta alguna. La cocina indígena nunca se alzó a un grado superior y los guisos, especialmente los de tortuga, jamón y venado, resultaron excelentes”
Cuando terminó el agasajo —relata López Urrutia— el comandante ordenó a uno de los oficiales cuidara de llevar los barriles de agua al barco, ayudado por varios marineros. Pero el movimiento causó el sobresalto del padre superior, quien al no entender las órdenes dadas en inglés, creyó era una emboscada; como pudo subió a su mula y emprendió veloz carrera rumbo a su misión.
Vowel, un oficial de la corbeta, refiere que algunos marineros lo siguieron también a galope tendido y esto “sirvió para aumentar hasta lo último el terror del pobre fraile con sus hábitos que volaban al viento, perseguido por los herejes ingleses…”. Poco después, aclarada la confusión, por intermedio de Quartara, el padre se convenció de su equivocación. Y así volvió la armonía entre ellos.
Por su lado, “El Araucano” había llegado a Loreto donde encontró poca resistencia, pues el gobernador José Darío Argüello advertido del peligro había huido al pueblo de Comondú, llevándose los objetos de valor de la iglesia. Al frente de la defensa quedó el alférez José María Mata.
A la tripulación de la corbeta le fue mal. Mientras parte de ellos se ocupaban en preparar la carne de res y convertirla en “charquí”, los que se habían quedado a bordo se amotinaron y convertidos en piratas se dirigieron al sur en busca de presas. La corbeta “Independencia” llegó días después a Loreto y después de tener conocimiento de lo sucedido, subió a bordo a los marineros para enfilar rumbo al puerto de Guaymas donde compró cereales y varias clases de comestibles.
Bien aprovisionado, Wilkinson enfiló también al sur buscando en su recorrido a los barcos españoles que se habían hecho “ojo de hormiga”. Por más que los buscó no pudo dar con ellos. En esas condiciones, después de pasar por Guayaquil, la corbeta llegó a Valparaíso en el mes de junio de 1822.
Así terminó, dice López Urrutia, la primera y única expedición chilena a las costas de la península californiana. Las relaciones con los habitantes no fueron cordiales, pero esto se debió a que los consideraron piratas, cuando en realidad formaban parte de la Escuadra Chilena al mando de Thomas Cochrane, que luchó en forma sobresaliente por la independencia de los países de América.
Archivo adjunto 6160
Misión de San José del Cabo, en 1767. (Pintura por el misionero jesuita Ignacio Tirsch)
Enlace:
Relatos de la historia sudcaliforniana: Corsarios en Baja California II
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Re: Hay “otro” bicentenario
Hipólito Bouchard: cuando California fue argentina
Escrito por Fer on 26 may, 2010 en la categoría Cosas Locas! | Subscribe
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Hipólito Bouchard: El corsario Argentino que ocupó California
WASHINGTON.- “A las 8 horas desembarcamos, a las 10 era en mi poder la batería y la bandera de mi patria tremolaba en el asta de la fortaleza”, dice la escueta, pero colorida bitácora de una fragata combativa que recorrió el mundo hace casi 187 años. Y por seis días, California, la costa oeste de lo que ahora son los Estados Unidos, fue de la Argentina.
Ocurrió entre el 24 y el 29 de noviembre de 1818, cuando el capitán Hipólito Bouchard tomó la pequeña fortaleza de Monterey, entre las entonces jóvenes ciudades de San Francisco y Los Angeles, en lo que aún era territorio de la corona española, en guerra contra las Provincias Unidas del Río de la Plata.
“Era la capital de la Alta California española, entre monasterios y presidios remotos. Todo el ejército español en la zona tenía unos 400 miembros y Monterey tendría unos 600 habitantes, que se retiraron cuando llegó Bouchard, saqueó lo que quedaba y prendió fuego el resto”, explica a LA NACION el historiador aficionado Peter Uhrowczik.
Uhrowczik, nacido en Checoslovaquia, criado en la Argentina y residente en los Estados Unidos desde 1963, es autor del libro “La quema de Monterey: el ataque a California de 1818 por el corsario Bouchard”, considerado por varios de sus pares el libro “definitivo” sobre aquellos seis días.
Uhrowczik recuerda, no obstante, que no resultó “una gesta heroica”. “Esto no fue como San Martín en Perú; lo que ocurrió en Monterey fue algo pequeño. Bouchard y sus hombres desembarcaron, marcharon y capturaron el fuerte sin resistencia porque los españoles usaron su estrategia típica de retirarse hasta que se marcharan los agresores”, destaca.
Algunos recuentos marcan que el gobernador español Pablo Vicente de Solá sólo había dejado allí 25 soldados para enfrentar a unos 200 marinos.
“Tan efectiva fue la retirada, que en los seis días que siguieron, Bouchard no habló con nadie porque todos se habían marchado y él también decidió seguir su lucha contra los españoles que comandaba el gobernador Solá en otras áreas aledañas”, explica Uhrowczik.
Bouchard dejó, de todos modos, una marca en la historia. Además de varios monolitos y placas en distintos puntos de California, en un muelle de la ciudad de Santa Bárbara flamean las banderas de los países que alguna vez ocuparon California: España, Rusia, México, Estados Unidos… y la Argentina.
“Yo fui el que izó esa bandera argentina”, dice a LA NACION el presidente de la Asociación de Intérpretes de la Corte de California, Carlos Cerecedo. Nacido en El Bolsón y criado en Bariloche, vive en Santa Bárbara, puerto que Bouchard amenazó con volar en pedazos en 1818 si no liberaban a tres de sus hombres.
Huella en la región.
Un segundo historiador de aquellos días, Gary Breschini, coincide en que Bouchard dejó una huella en la región, pero que aún se debate cuál. “En los Estados Unidos es considerado un corsario, pero en las zonas aledañas a Monterey es visto como un pirata, sin más. Depende de qué lado de la historia se quiera ver”, dice a La Nación.
De barba larga, sombrero y vestimenta de pirata de película para chicos es como se lo recuerda, por lo pronto, en el Festival de la Misión de San Juan Capistrano, donde a fines de octubre de cada año se recrea su saqueo de los depósitos de la orden y la borrachera de sus marineros con sus vinos y licores.
Para Uhrowczik, que revisó las bitácoras de Bouchard y de su segundo, Peter Corney, a cargo de la corbeta Santa Rosa, eso no está tan claro.
Por Hugo Alconada Mon,Corresponsal en los EE.UU.
“Una persona que respetó reglas”
“Bouchard era una persona muy dura con sus tropas, casi brutal, pero que respetó ciertas reglas: no tocó las misiones, ni las iglesias, y cumplió con su objetivo de hostigar a los españoles en cualquier parte del mundo”, dice el historiador aficionado Peter Uhrowczik, quien tuvo el apoyo del presidente de la Academia Nacional de la Historia, Miguel Angel De Marco, y del historiador naval Pablo Arguindeguy para profundizar su investigación.
El presidente de la Asociación de Intérpretes de la Corte de California, Carlos Cerecedo, también concluyó que Bouchard no era un pirata, ni mucho menos un forajido y decidió limpiar su nombre.
“Traduje todos los documentos sobre Bouchard y las bitácoras de su viaje y me presenté en la Justicia con una moción a mediados de 1997 -recuerda-. Y logré que el presidente de la Corte de Santa Barbara [por el juez Thomas R. Adams] ordenara que a partir de entonces, en el condado de Santa Bárbara a Bouchard sólo se lo puede citar como corsario, no pirata.”
Francés, veterano de las guerras de Napoleón, Bouchard también peleó junto con San Martín en la batalla de San Lorenzo y con Guillermo Brown contra naves y fortalezas españolas sobre las costas de Chile, Perú y Ecuador.
Ya ciudadano argentino, el 9 julio de 1817, en el primer aniversario de la independencia, se lanzó como corsario llevando consigo a otros dos marinos que dejarían surco propio: José María Piris y Tomás Espora. Con ellos circunvaló el mundo, con escalas en Madagascar, Filipinas y Hawai.
Fuente: La Nación
¿Quién fue Hipólito Bouchard?
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Bouchard nació el 15 de enero de 1780, en Saint-Tropez, Francia. En 1798 se puso al servicio de la marina francesa contra los ingleses y, tras realizar varias campañas en Egipto y en Haití, en 1809 llegó a Buenos Aires en un barco francés, unos meses antes del comienzo de la Revolución de Mayo.
Al producirse la Revolución, se inclinó a apoyarla y fue nombrado segundo comandante de la recientemente creada flota nacional argentina, liderada por Juan Bautista Azopardo. El 2 de marzo de 1811, en San Nicolás de los Arroyos, tuvo una destacada actuación defendiendo a la revolución argentina, al enfrentarse, al mando del bergantín 25 de Mayo, a la escuadrilla realista comandada por el capitán de navío Jacinto de Romarate; también sobresalió al enfrentarse a las naves españolas que bloquearon Buenos Aires entre julio y agosto de 1811.
En marzo de 1812, se alistó en el Regimiento de Granaderos a Caballo bajo el mando de José de San Martín y participó en el Combate de San Lorenzo, donde conquistó una de las banderas del enemigo, razón que llevó a la Asamblea Constituyente a concederle la ciudadanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1813, año en que se casa con Norberta Merlo, San Martín no dudó en recomendárselo al almirante Guillermo Brown.
Bouchard abandonó el Regimiento de Granaderos a Caballo y retornó a su vida de marino. En septiembre de 1815, el Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas le otorgó la patente de corso (la táctica naval llamada corso consistía en equipar a barcos particulares en tiempos de guerra con armamentos apropiados y con permiso de su soberano, capturar y saquear a todos los barcos mercantes enemigo en tiempos de guerra) para ponerse al mando de la corbetaHalcón.
A fines de 1815, en la Isla de la Mocha, Bouchard se reunió con Guillermo Brown para coordinar acciones conjuntas; acordaron que Brown sería el comandante general de la expedición y, aunque Bouchard aceptó, no estaba de acuerdo con el plan de Brown que consistía en bloquear la fortaleza española El Callao, la plaza más poderosa de España en América.
La campaña, formada por los tres barcos de la pequeña flota corsaria dirigida por Brown (la fragata “Hércules”, el bergantín “Santísima Trinidad” y la corbeta “Halcón”, al mando de Bouchard) hundieron la fragata “Fuente Hermosa” y capturaron fragatas españolas, entre ellas la “Consecuencia”.
En un ataque a Guayaquil, Brown fue capturado por las fuerzas españolas. Bouchard y el hermano de Brown, negociaron un canje para recuperarlo a cambio de ceder gran parte del botín obtenido. Bouchard le avisa a Brown que vuelve a Buenos Aires por problemas con su barco; al reatrir “las ganancias”, le toca la “Consecuencia” que luego rebautizó “La Argentina”.
A mediados de 1816, desembarcó en Buenos Aires y comenzó a prepararse para una nueva expedición corsaria, que comenzó el 9 de julio del año siguiente, cuando zarpó con La Argentina desde la ensenada de Barragán para cumplir un crucero de corso por dos.
En Madagascar, frustró el embarco de esclavos que estaban a punto de concretar tres buques ingleses y uno francés, ya que la lucha contra la esclavitud era una de las instrucciones del gobierno a Bouchard; camino a Filipinas, logró rechazar el ataque de cinco buques piratas malayos; bloqueó Luzón, hundió dieciséis barcos, abordó otros dieciséis y apresó a cuatrocientos realistas.
Decidió ir a China, en busca de más naves españolas pero en el viaje “La Argentina” estuvo a punto de zozobrar por las fuertes tormentas que debió afrontar y varios tripulantes murieron; además, los víveres volvieron a escasear. Bouchard revió su plan y se dirigió hacia las Islas Sandwich (hoy Hawaii,) para reaprovisionarse y recuperar a su tripulación. En las memorias de José Piris, integrante de la expedición, dice que Bouchard se entrevistó con el rey Kamehameha y firmó un tratado haciéndole reconocer la Independencia Argentina, proclamada por el Congreso de Tucumán; sin embargo, esto no figura ni en la bitácora de Hipólito Bouchard ni en ninguna otra fuente.
Lo que sí es cierto es que Kamehameha le proveyó a Bouchard 100 marinos y le devolvió la goleta Chacabuco,capturada por sus hombres. La flota, compuesta ahora por franceses, argentinos y hawaianos, puso proa a California y llegó a su capital, Monterrey, el 22 de julio de 1818 junto a la “Santa Rosa”, que quedó varada y en minutos fue acribillada. Tras duros combates, logró tomar el fuerte y hace flamear la bandera de Belgrano: durante seis días, California fue argentina.
Luego, arrasaró la misión de San Juan, Santa Bárbara y otros poblados españoles de alta y baja California, bloquearó el puerto de San Blas y atacó Acapulco de México; en Guatemala, destruyó Sonsonate y capturó bergantines españoles; en Nicaragua tomó Realejo, el principal puerto español en los mares de Sur, y se apoderó de cuatro buques españoles; bajó hacia el Perú siguió hostigando las posiciones españolas sobre el Pacífico. Al llegar al puerto de Valparaíso el 12 de julio de 1819, por orden del vicealmirante escocés Lord Cochrane, fue arrestado bajo cargos de piratería y se le confiscó su cargamento; luego de un juicio de varios meses obtuvo la libertad y le devolvieron “La Argentina”.
Bouchard se integró a la Expedición Libertadora al Perú y cuando San Martín creó la escuadra peruana, le dio el mando de la fragata “ Prueba ”, la más importante de la flota.
En 1828, se retiró del servicio activo y fundó un gran ingenio azucarero,“La Buena Suerte”; allí murió asesinado por un peón el 4 de noviembre de 1837. Sus restos estuvieron perdidos por más de 120 años, hasta que en junio de 1962 fueron encontrados en una cripta olvidada de una parroquia en Nazca, Perú.
Sin embargo, sus restos recién fueron exhumados y repatriados a Buenos Aires el 6 de julio de 1962 en el crucero “La Argentina”, ya que estuvieron perdidos durante mas de 120 años hasta que se los encontraron en una cripta de una parroquia de Nazca, Perú.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Muy buenos aportes. Bouchard y Azopardo son los referentes de la Prefectura Naval Argentina; son como San Martín para el Ejército, Brown para la Armada y Newbery para la Fuerza Aérea.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
JOSÉ MARTÍ, ¿ AUTORITARIO Y ANEXIONISTA ?
Foto de Internet
¿Martí, anexionista "a la mexicana”?
Fuente: TIEMPOS DE REFLEXION (Para artículo completo presione el enlace)
Por Carlos Manuel Estefanía
Director de la revista "Cuba Nuestra”
Estocolmo.
Cuando conocemos los términos en los que Martí, quién trabajó, conspiró y amó en los Estados Unidos, condenó a aquellos que buscaban, todavía a fines del siglo XIX, convertir a Cuba en una estrella más de la bandera estadounidense, no puede dejar de sorprendernos la idea de que el independentista cubano haya podido abogar por alguna variante de la anexión. Sin embargo, esto es lo es lo que ha sugerido en uno de sus artículos, publicado pocos años antes de morir, Manuel Moreno Fraginals. Se trata del historiador más importante de aquellos con los que contó la "Cuba socialista". Fraginals trabajó durante décadas como investigador y profesor de historia en la Cuba de Fidel Castro, marchándose definitivamente del país antes de su deceso. En el año 2000, estando ya fuera de su patria, publicó una serie de trabajos que indagan en buena medida en los conflictos hispanocubanos del siglo XIX. Entre los trabajos aparece uno, titulado "El anexionismo". Allí aparece el siguiente párrafo:
"Todavía a fines del Siglo XIX, algunos pensaron, como solución al conflicto cubano, que si no se le podía ganar la guerra a España lo mejor era anexarse a México. Tampoco esta opción prosperó, aunque por los pocos documentos que han quedado se sabe de las conversaciones que a este respecto sostuvo José Martí con el tristemente célebre dictador mexicano Porfirio Díaz hacia fines de aquel siglo.”
No ha sido Fraginals el primero en abordar el tema de la anexión de Cuba a México, aunque probablemente sí el primero en involucrar a Martí en esta tendencia. Sin ir mas lejos, he encontrado en mi biblioteca personal una vieja referencia al tema, recogida en el libro de Ramiro Guerra, "El camino de la independencia". Se trata en realidad de un estudio centrado en las rivalidades entre Estados Unidos e Inglaterra, derivadas de sus intereses en Cuba. Allí se alude a las pretensiones mexicanas y colombianas sobre la isla caribeña. Se explica que, terminada la guerra contra España en el continente, era natural que la confrontación prosiguiese en el mar. México estaba particularmente interesado en atacar a Cuba, el principal arsenal de España en América y base de operaciones contra ese país. Si la isla era ocupada, tendrían lo mismo México que Colombia una buena presa para negociar el reconocimiento definitivo de la independencia, a cambio de la devolución de la isla. Por eso, los dos países recién independizados planearon el envío de expediciones contra Cuba, a la vez que fomentaban conspiraciones que facilitaran sus planes. Muchos de los revolucionarios cubanos de entonces creyeron ingenuamente en las intenciones libertadoras de los dos nuevos países, pero más tarde descubrieron que los afanes de poner fin a la tiranía española sólo obedecían a los intereses particulares de los estados recién surgidos en tierra firme. Uno de los primeros criollos que reaccionó fue el poeta José María Heredia. El cantor por excelencia de la libertad de Cuba apelaría en una oda a sus compatriotas para que proclamaran la independencia antes de que fuesen liberados por quienes podrían convertirles en "ilotas de América”.
Heredia, tras su vasta experiencia como político e intelectual cubano emigrado en México, sabía lo que le esperaría a Cuba si caía bajo la égida de su segunda patria. Heredia, al final de su vida y tras amargas vivencias, renunció definitivamente a los afanes independentistas de su juventud, ganándose con ello el rechazo de los separatistas. Paradójicamente, la memoria del poeta encontró con los años su defensor en alguien famoso por sus ideas independentistas: José Martí.
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Heredia y México (VIII parte)
Por: Oscar Ruíz Miyares
Fecha: 2003-12-18
Fuente: CUBARTE
(Cubarte).- En 1834 José María Heredia ha roto todos sus vínculos y relaciones con el general Antonio López de Santa Anna, Presidente entonces, de los Estados Unidos Mexicanos, lo que casi equivalía a un suicidio político para el poeta. José María que con sus esfuerzos lo ayudó, y con su voto contribuyó a que alcanzara la más alta investidura del país, escribía entonces a su madre: -desde sus atentados de 1834 nos hemos extrañado uno de otro, y si se acuerda de mí es para aborrecerme sólo porque no apruebo sus yerros y felonías, como la turba de parásitos que le rodea-. En mayo el poeta redacta un manifiesto que firman los vecinos de Toluca contra el sistema centralista que pretendía establecer Santa Anna.
El 27 de septiembre de 1834 Heredia pronuncia un discurso en la Plaza Mayor de Toluca en conmemoración de la independencia de México. Aquí además del recuento histórico, nuestro escritor, pone énfasis en la difícil situación política que vive el país. Entonces manifiesta: - (...) La ambición de algunos y la ignorancia lamentable de las masas han sido las amargas fuentes que han abortado con el dominio de la guerra civil un torbellino de crímenes y desgracias. Los hermanos se han perseguido con rabia frenética, y brazos mexicanos han vertido a torrentes sangre mexicana. La inseguridad, el terror, han hecho desaparecer las riquezas, y producido la miseria pública; la inmoralidad hace progresos horribles, y por todas partes resuenan gritos de dolor, o nos aterra el silencio sombrío de la desesperación o la muerte- . Al final concluye: -(...) Los padres de la independencia, los héroes cuya gloria conmemoramos (...) Nos advierten que perecieron por darnos patria, no por abrir teatro ignominioso a nuestros crímenes y locuras. (...) Sabiduría nos guiará en el camino del bien; todos seguiremos sus huellas, y pondremos base firme a la dicha nacional, elevando un templo indestructible a la reconciliación y a la concordia-.
Nombrado en octubre de 1834 como director del Colegio del Estado, el poeta abre allí las cátedras de Jurisprudencia, Gramática Latina, Inglés y Francés.
En enero de 1835, y sólo cuando el general Santa Anna entrega el gobierno al general Miguel Barragán, Heredia es designado Magistrado en propiedad de la Audiencia del Estado de México y sucesivamente lo nombran miembro de la Comisión que redacta la Revista Mexicana, miembro del Instituto de Geografía y estadística, de las Academias de la Lengua y de la Historia, y en febrero Rector del Colegio del Estado.
El exceso de trabajo, las privaciones, molestias, disgustos, la inmoralidad, la ingratitud, la maldad y la injusticia de que ha sido víctima, han mellado el cuerpo y el alma de Heredia.
En carta amarga y triste que José María escribe a Tomás Gener apunta: -Sí, amigo, ya no es posible que un hombre de bien viva en este desgraciado país. ¿Fue acaso terrible locura, o un generoso intento de mis años mozos, cuando soñé fundar la República de Cubanacán en la tierra que amo tanto?. Nunca se me ocurrió, a pesar de haber visto en Venezuela, los extremos bárbaros de la guerra a muerte, que estos países abandonen la tutela de España por la aventura de perpetua anarquía. Yo mismo fui Secretario de Santa Anna, le seguí con graves riesgos de la propia vida, y le he visto cambiar, en menos de cinco años, de la extrema izquierda a la derecha exagerada, como si las doctrinas políticas fueran simples trajes de ocasión para vestir a capricho (...) la patria se le rompe en las manos y todavía, sin prestigios, como ahora, tiene detrás muchos hombres que le siguen. (...) Ya México, desangrado, empobrecido, no es sombra del México virreinal que conocí junto a mi padre, ni menos el de otras épocas, de comienzo del siglo XIX, bajo el pacífico gobierno de España-.
Esta carta de Heredia es decisiva para conocer como ha ido evolucionado su modo de pensar en torno a la lucha por la independencia de nuestros pueblos contra España. Sumido en la decepción y el desengaño, el poeta ha recibido en diciembre de 1835 un retrato de su madre que ansiosamente había pedido tiempo atrás. -Lo he traído conmigo, y lo he colgado en mi estudio, a un lado de mi mesa, para tenerlo siempre presente. (...) Sin duda está parecidísima y yo la hubiera conocido, a pesar de las inevitables alteraciones consiguientes al curso de los años.(...) Todos los días lo enseño a mis hijos, mientras llega el tiempo anhelado de que conozcan a Sumd. (Su merced) y la amen y acaricien personalmente. Adjuntos hallará (...) unos versos que me ha inspirado el corazón, que aunque carecen de adornos poéticos, serán preciosos para una madre-.
-Al recibir el retrato de mi madre- es un poema que escribe Heredia en enero de 1836, y allí hace alusión a la negativa del general Miguel Tacón de permitirle regresar a Cuba, por no considerarlo entre los favorecidos con la amnistía concedida por la reina Cristina de España en 1833.
(...) Tres años ha que por la vez primera
Desde el tronco español se pronunciaron
Los dulces ecos de la paz y olvido.
!Oh! cómo palpité ...! La fantasía
Con mágica ilusión mostróme abiertos
Los campos deliciosos de mi Cuba,
Y entre sus cocoteros y sus palmas,
Al margen de sus plácidos arroyos,
Con mi familia cara y mis amigos
Me hizo vagar. Al agitado pecho
Pensé estrechar a las hermanas mías,
A mi madre inundar en llanto dulce
De inefable ternura, y en su seno
Deponer a mis hijos ... Mas sañudo,
Arbitrario poder frustró mis votos:
Que en la opresa, infeliz, hollada Cuba,
De viles siervos abatida sierva,
No le es dado hacer bien ni al mismo Trono:
Su voluntad la eluden los caprichos
De sátrapa insolente! ... Se arrastraron
Dos lustros y dos años dolorosos
De expatriación, de lágrimas y luto,
Y en los hispanos pechos implacable
Arde vivo el rencor ...
La carta polémica a Tacón
Heredia puso todo su empeño para obtener la concesión de pasar tan sólo dos meses con su añorada familia en su querida Cuba. En carta remitida a su hermana Ignacia le pregunta: -¿Quién habrá tenido la bondad de prevenir contra mí al Sr. Tacón, para que me cierre las puertas de mi patria?-. Es entonces que el 1ro de abril de 1836 redacta la carta que dirige al capitán general de Cuba, Miguel Tacón, en la que solicita autorización para visitar a su madre en Matanzas, al acogerse a la amnistía dictada en Madrid. Entonces escribe: -Se me asegura que V. E. expresó saber que mi viaje tendría un objeto revolucionario, por lo que no dudo que sus informantes me han calumniado cruelmente. Es verdad que ha doce años la independencia de Cuba era el más ferviente de mis votos, y que por conseguirla habría sacrificado gustoso toda mi sangre. Pero las calamidades y miserias que estoy presenciando hace ocho años, han modificado mucho mis opiniones, y hoy vería como un crimen cualquier tentativa para trasplantar a la feliz y opulenta Cuba los males que afligen al continente americano.-
Veamos a continuación algunos criterios en torno a la famosa carta:
Salvador Bueno: Desilusionado por las continuas luchas civiles, Heredia renuncia a sus ideas liberales. Escribe (...) una carta al capitán general Tacón, pidiéndole licencia para regresar a Cuba. Retorna a La Habana, sus amigos lo desdeñan, visita a su madre. Su estancia dura dos meses. Vuelve a México y muere el 7 de mayo de 1839. ( Historia de la Literatura Cubana (Editorial del Ministerio de Educación, La Habana, 1963. p.63 )
Rine Leal: Escribe a Tacón una carta implorando su regreso a Cuba dentro de la amnistía dictada por la regente Cristina, y se arrepiente de sus ideales libertadores.
Apenas dos meses vive en Cuba luego de una ausencia de trece años. Un solo amigo, el eterno Domingo Delmonte, lo / recibe, pero lo marca para siempre al llamarle ángel caído, y a los 33 años Heredia es una sombra del adolescente que huyó de su patria como todo un personaje trágico. ( La Selva Oscura Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1975 p.p. 127 128)
Diccionario de la Literatura cubana: (...) Escribe a Miguel Tacón una carta (...) en la que se retracta de sus ideales revolucionarios y solicita permiso para volver a su patria (...) Concedido el permiso, llega a La Habana a principios de noviembre. Sus antiguos amigos, con Domingo Delmonte a la cabeza, desaprueban la carta a Tacón y rehuyen su compañía. Enfermo y desalentado, embarca de regreso hacia Veracruz en enero de 1837.(Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980. Tomo I p.432)
Como se ve resulta unánime el criterio de su renuncia a los ideales libertarios e independentistas, que no obstante haberlo manifestado explícitamente a Tacón, tres meses antes en el poema que Heredia dedica a su madre, llama al Capitán General de la Isla -Sátrapa insolente- y a Cuba -la opresa, la infeliz, la hollada-. Por ello comparto con el poeta Efraín Naderau que -la citada carta no fue más que el elevado y doloroso precio que debió pagar para pisar, por brevísimo tiempo, el suelo de la patria y besar a la querida madre de su corazón y al tío Ignacio y a las hermanas... Porque si hay alguien que no creyó en ningún momento que Heredia realmente abjuraba de sus ideales, ese fue Miguel Tacón. Sabía demasiado el funestísimo Capitán general porque, !señores!, de haberlo creído le hubiera sido fácil y apropiado para mostrarlo como la oveja que vuelve al redil, retenerlo en Cuba que era la mayor ambición de nuestro poeta.- (1)
Con anterioridad nuestro José Martí, refiriéndose a este asunto escribió: -Un día, un amigo piadoso, un solo amigo, entró, con los brazos tendidos, en el cuarto de un alguacil habanero, y allí estaba, sentado en un banco, esperando su turno, transparente ya la mano noble y pequeña, con la última luz en los ojos, el poeta que había tenido valor para todo, menos para morir sin volver a ver a su madre y a sus palmas-.
No creo que un hombre capaz de pronunciar un discurso como el que dijo en la Plaza Mayor de Toluca el 16 de septiembre de 1836, cinco meses después de la polémica carta a Tacón, realmente hubiera renunciado a sus ideales libertarios. Allí Heredia hace referencia a la pérdida por esos días del territorio mexicano de Texas a manos de los Estados Unidos. Entonces invoca a la guerra para combatir al usurpador extranjero y -(probar) al mundo que no se insulta impunemente al honor y patriotismo de los mexicanos-. Quiere decir esto que el poeta no ha renunciado en sus convicciones a la libertad, soberanía e independencia de los pueblos latinoamericanos, en este caso la entrañable México.
Notas:
(1) Ver Efraín Naderau Maceo. -José María Heredia: evocación y lenguaje-. En Santiago Revista de la Universidad de Oriente. Número 7 Junio de 1972 p.196.
Temática: Cultura General
Fuente:
Portal Cubarte :: Artículos :: Heredia y Mxico (VIII parte)
José María Heredia
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Antonio López de Santa Anna
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Re: Hay “otro” bicentenario
Gabriel Fossa
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EL PLAN MAITLAND (Parte I )
(Una forma discreta de llorar en silencio)
Aparece un Plan Estratégico que suena conocido
En la acción táctica de cruzar la Cordillera de los Andes, como parte de la campaña que va de 1817 a 1821, el General José de San Martín puso en marcha, al llevarlo a la práctica, un plan estratégico que guarda sorprendentes analogías con otro que fuera concebido en Inglaterra, y presentado a consideración de Su Graciosa Majestad a principios de 1801. Aunque personalmente me inclino a pensar, por algunas evidencias, que el año exacto de su compendio, redacción y revisión pudo estar comprendido entre mediados de 1799 y febrero de 1801.
Este Plan Estratégico inglés habría sido concebido y escrito por el Mayor General Sir Thomas Maitland (1759-1824), y entregado a Henry Dundas (desde 1804 Primer Lord del Almirantazgo como Lord Melville), que entonces se desempeñaba como Secretario de Guerra en el primer gobierno de William Pitt (hasta 1801), llamado El Joven (1759 – 1806), durante el reinado de Jorge III (de 1760 a 1820), Rey de Gran Bretaña e Irlanda. Con anterioridad había sido secretario de su padre, Pitt (1708-1778), El Viejo (Lord Chatham), quien fuera Primer Ministro de los reyes Jorge II y Jorge III.
El hallazgo del Plan Maitland como documento
“Yo tuve la suerte –dice el doctor Rodolfo H. Terragno-, de encontrar una copia original del Plan Maitland en Edimburgo, a principios de 1981, mientras realizaba una investigación en archivos escoceses. El objetivo de esa investigación era obtener datos sobre James Duff, Cuarto Conde de Fife, y otros posibles contactos de San Martín” (R. H. Terragno, Las fuentes secretas del Plan Libertador de San Martín, publicado en la Revista Todo es Historia, Nro. 231, Buenos Aires, agosto de 1986).
El hallazgo de Terragno consistió en 47 hojas manuscritas por el propio Maitland, sin fecha ni destino, así como ninguna indicación de que tal documento fuera presentado ante el gobierno británico. Algún empleado del museo, al organizar los papeles de Maitland, habría registrado el documento bajo el título de Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y Quito.
Más adelante dice este historiador, que “en la traducción del Plan Maitland, escrito en inglés de hace casi dos siglos, he procurado ser lo más literal posible, absteniéndome de toda modernización o simplificación de estilo.” Pues bien: así lo haré también. Lo delicado de este asunto así lo exige, a fin de que nadie sospeche que detrás de mí hay una mala intención respecto de este benemérito de la Patria.
“Muchos oficiales escoceses estuvieron envueltos durante el Siglo XIX –sigue Terragno en su exposición- en planes para atacar a España o ayudar a las colonias en sus luchas por la independencia.” Sin desmerecer ni criticar a nadie, creo firmemente que lo dicho por el doctor Terragno es el exoesqueleto de lo que dijeron querían hacer los ingleses y su pléyade de amigos con la América Española; y el endoesqueleto resultó ser que, en realidad, se la querían merendar (“dominación indirecta” como la llamó Castlereagh, Ministro de Guerra, en septiembre de 1807), tal cual ocurrió finalmente de 1826 (empréstito con la Baring Brothers del que se recibió 1/4 del total -1/8 en metálico y 1/8 en papeles negociables-, y se pagó cuatro veces en efectivo, finalizando en 1905), hasta el 2007 con el establecimiento del Nuevo Virreinato del Río de la Plata desde 1955, con Islas Malvinas incluidas (1833 y 1982) que, procezoica y deliberadamente, se perdieron, a mi leal entender, para siempre.
Preocupado el entonces presidente de los EE. UU (de 1821 a 1825), James Monroe (1758-1831), por las rápidas acciones lanzadas por el Ministro de Asuntos Exteriores (1823) de Inglaterra, George Canning (1771-1827) sobre los despojos del antiguo Imperio Español, reconoció también a las jóvenes repúblicas americanas como habían hecho los ingleses, y proclamó la famosa Doctrina Monroe (1823), que en extrema síntesis dice: América (del Norte) e Hispanoamérica (Africa Blanca) para los Americanos (los EE.UU.); y Europa y África (Negra) para Inglaterra. Es decir: pide subrepticiamente que se respete lo acordado y proclamado después de la derrota de Napoleón en Waterloo (1815) y el fin del Imperio de los Cien Días. Monroe no practicaba el arte declamatorio; era un viejo expansionista: en 1803 fue el motor de la compra de Luisiana y poco después de la compra de la Florida (1818).
Y así, por decreto, sin que suene un tiro, incorporó hasta la fecha a Hispanoamérica (Africa Blanca) al patrimonio de la Gran Nación de Norte. Tampoco por esto hubo rebuzno alguno. No por allende ni por aquende los mares y tierras. Menos aquí, que teníamos la inconmensurable suerte de contar con Rivadavia al frente de los directoriales y una buena caterva de adictos, que son los que fusilarían al Coronel Borrego cuando les descubrió este chanchullo y el que habían armado con el Banco de la Provincia.
El lugar de donde todos salen y a donde todos vuelven
Respecto a los oficiales escoceses, puedo decir que muchos fueron amistades de San Martín en España primero y en Inglaterra después. No es una casualidad que, cuando el prócer elige el camino del ostracismo voluntario, volviese a Londres de donde había salido 12 años atrás, cumpliendo así la ley que dice que todo libertador que se precie de tal debe salir de Inglaterra y luego regresar a ella. Desde Carlos Marx hasta Gandhi y el Ayatollah Komeini cumplieron con esta premisa; sin contar al General Pinochet y a su supuesta antítesis progre Michelle Bachelet (la casaron con un comunista alemán residente en Londres y la mandaron a Berlín del Este, váyase a saber con qué misión), los que, cuando las papas quemaban, también regresaron a Londres donde fueron recibidos y cobijados maternalmente (por las mamás Elisabeth II y doña Margaret Thatcher).
Y hablando de papas quemantes, Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, antes de venir a consolarnos por la guerra de Malvinas, primero pasó por la Patronal, Inglaterra. Dicen que ésta fue una visita programada con mucha anterioridad y por ello inevitable. Se intentaba hacer un acercamiento con la Iglesia Anglicana. No sé. Porque las visitas, ante tal o cual eventualidad, se pueden suspender o posponer, y más a esos niveles estratosféricos de las relaciones pastorales, ¿o no? Es que el Banco Ambrosiano (el Banco de los Curas), Roberto Calvi (il Cavalieri) que apareció colgado por el cuello debajo del puente londinense de Los Hermanos Negros el 18 de junio de 1982 (dejándole al Ambrosiano un agujero de 8.300 millones de dólares), la Propaganda Due (cuyo tesorero era Calvi y Licio Gelli su Gran Maestre), y otras cosillas tiran más que una yunta de bueyes con la mancera bien cinchada al cogote y cornamenta.
Armado de mucha paciencia y tomado de la mano de los españoles Modesto Lafuente (Historia General de España, Tomo XLVI, Cap. XXIV, pp. 7222 en adelante, Ed. Correo Español, Bs. As. 1889), y de Carlos Mendoza (Las Batallas del Siglo XIX, Tomo I, Cap. VI, pp. 117 y ss.; y Cap. VIII, pp. 146 y ss., Ed. Artístico Literaria, Barcelona); y siguiendo a los argentinos Bartolomé Mitre y a Pacífico Otero, los mayores biógrafos sanmartinianos, he frecuentado las campañas militares en las que participó San Martín en la Guerra de la Independencia española (de mayo de 1808 a fines de 1814). Aunque sabemos que la última acción de San Martín en España fue en el segundo sitio a Badajoz, a órdenes de William Carr Beresford, retirándose inmediatamente el 14 de septiembre de 1811 en un buque de guerra inglés, por la vía Cádiz-Gibraltar-Lisboa-Londres.
De este estudio minucioso, detenido, surge que, necesariamente San Martín debió conocer en España al siguiente personal militar inglés que había participado en las invasiones de Buenos Aires: Brigadires Generales Auchmuty, Lumley y Cortty; Generales Acheson, Baird, Crawford y Beresford; Mayores Generales Lewisson Gower, Duckworth y Fergusson; Almirante Murray; Contra Almirante Sterling; Coroneles Bourke, Browne, Mahon, Munay, Trent, Nightingale y Lloyd; Tenientes Coroneles Pack, Dilkes, Deane, Gill, Guard, Paget, Poham, Boutler, Torrents, Backhouse, Bradford y Kington; Mayores Campbell, Guardner, Whittingham,Turner, Trotter, Nugent, Miller, Fucker, Gardner, Travers y Forbes; Capitanes Stirling, Howker, Jackson, Watsson, Dickson,Carmichael, Wilgress, Donell, Pallmer, Donnelly, Fraser, Douglas, Patrik, Clinton, Campbell, Broke, Brown y Arburthnot; Tenientes Mahon, McDonald, L’Estrange y Evans. Lógicamente en España estos fueron ascendiendo por antigüedad o méritos de guerra, como Pack, el perjuro, a General. Otros se murieron. Desde luego que tampoco son todos. Este puñado hombres son los que cumplen la doble condición de haber estado en Buenos Aires y en España, con diferencia de 1 ó 2 años entre un punto y el otro, y necesariamente debieron frecuentar a San Martín.
En cuanto a las unidades militares que pasaron completas del Río de la Plata a España (vía Bahía de Mondego, Portugal) al mando del General Arthur Wellesley, después Duque de Wellington (1769-1852) fueron: el RI 71°; R 9° de Tenientes Dragones; Brigada de Artillería; RI 36°; RI 38°; RI 47°; RI 54°; R 20° de Dragones; RI 88°; RI 89°; RI 95°; RI 40°; RI 87°; R 17° de Dragones; RI 5°; RI 36°; RI 45°; R 6° y R 21° de Dragones R 6° de Guardias Dragones, sin contar 3 Compañías de Artillería; una Compañía de Carabineros; 4 compañías de Granaderos, un Batallón Ligero; 3 Compañías del Cuerpo de Carabineros; el Cuerpo de Santa Elena; 4 compañías de Artillería y un Cuerpo de Reclutas para los relevos. Todas ellas debieron ser unidades conocidas por San Martín en diferentes momentos, aunque no sabemos si revistó en alguna de ellas, lo que me parece improbable. También estas unidades cumplen la doble condición a la que me referí en el párrafo anterior.
Sir Thomas Maitland y sus conexiones políticas
Maitland fue un oficial naval, escocés como la gran mayoría de sus vinculaciones, miembro del Parlamento y compañero de George Canning en aquella Cámara. Así como él también, integrante de la Junta de Contralor (poderoso organismo del ente paraestatal llamado Compañía de las Indias Orientales. Digamos una organización que, por una parte fueron los herederos legítimos de filibusteros a lo Cook, Cavendish o Morgan; y por la otra, revestidos con rasgos más o menos civilizados al uso de un Cuartel General o de un Estado Mayor; como herramienta para todos aquellos que planeaban nuevas conquistas, no sólo en la India, sino también en el Caribe y en Sudamérica).
Maitlan junto con Canning fueron Consejeros Privados de la Corona (a partir del 8 de abril de 1807). A Canning se le decía entonces “el heredero de Dundas”, ¿cómo lo llamarían a Maitland? Posteriormente Canning fue Canciller entre 1807 y 1809 por recomendación de Wellesley (hermano del que entonces ya estaba en Portugal).
En 1783 William Pitt, segundo hijo de quien fuera Jefe de Gabinete de los reyes Jorge II y Jorge III, es nombrado Primer Ministro y Ministro de Finanzas. Su gobierno, que duraría 17 años, se iniciaba cuando el no tenía 25. Once años después, en 1794, desdobla un ministerio, colocando al Duque de Pórtland como Secretario de Estado de Interior, y lo separa de los negocios de la guerra que conserva Henry Dundas, Secretario de Guerra desde la asunción de Pitt. En este contexto del poder aparece Maitland vinculado a Dundas, “el más firme promotor de acciones británicas en Hispanoamérica”, y gracias a él tiene acceso directo a Pitt. Porque Dundas, un escocés muy hábil políticamente, fue la sombra de Pitt y viceversa.
Maitland también estaba vinculado, a través de Dundas, a Sir John Coxe Hippisley, otro miembro del Parlamento y oficial del ejército de la Compañía de Indias Orientales. Hippisley era un buen conocedor de todos los temas sobre una posible acción militar en Hispanoamérica, porque había participado de las reuniones celebradas por Dundas con este motivo. Y había participado en ellas en calidad de asesor, porque había reunido abundante información de fuentes insospechadas.
Hippisley vivió muchos años en Roma donde hacía tareas de espionaje para el gobierno británico, y fue allí donde obtuvo “información sobre los modos de atacar las colonias españolas”, todo lo cual paso a referir y analizar a continuación.
Los Jesuitas: una fuente de información insospechada
El ministro portugués Sebastián José Carvalho y Mello (1699-1782), Marqués de Pombal, hombre tenebroso, ampliamente vinculado a la masonería, a los iluminados y por ellos a los ingleses (desde el Tratado de Methuen, 1703, Portugal había pasado a ser una colonia inglesa, so pretexto de un tratado económico), durante el reinado de José I, expulsó a los Padres Jesuitas de los dominios lusitanos en América en 1758, y un año después lo fueron de Portugal con la expropiación de todos sus bienes. Reinando Luis XV fueron expulsados de Francia en 1764 como resultado de las presiones de Choiseul, los jansenistas, los “filósofos” y los “iluminados” (todos ellos con decidido apoyo real: Luis XV es el sembrador de lo que cosecharán los franceses con su Revolución). Lo mismo haría España con la Pragmática de Carlos III de fecha 27 de febrero de 1767, culpándolos del Motín de Esquilache y de otros actos panfletarios y subversivos que, hasta el día de la fecha, siguen siendo imposibles de verificar. Meses después lo fueron de Nápoles y en 1768 se reproduciría este caso en Parma.
Sin embargo los países citados no quedaron conformes con estas medidas, y pidieron a Clemente XIII (Carlos Rezzonico, Papa de 1758 a 1769), la disolución de Compañía de Jesús del Santo Iñigo de Loyola. Pero la obtuvieron de Clemente XIV (Juan Antonio Vicente Canganelli, Papa de 1769 a 1774), quien promulgó el breve Dominus et Redemptor (1773), que en sí constituye una rareza: nunca fue publicado, pero se llevó a cabo puntualmente.
No comentaré el golpe terrible que el Borbón Carlos III y su Ministro Aranda le asestó a nuestra patria con el injusto extrañamiento de los Padres Jesuitas. La expulsión de los Jesuitas significó, andando el tiempo, la pérdida de todo el actual Río Grande del Sur por el fallo de un presidente norteamericano (Memoria de Gonzalo de Doblas y Relación Geográfica de don Diego de Alvear). No le alcanzó a España con desatar las Guerras Guaraníticas de las que también culpó a los religiosos de la Compañía. Como no le había alcanzado el mantenernos por cientos de años en la condición de arrabal orillero del Imperio Español, agravado luego con el mote borbónico de Colonias. Con ellos y por ellos dejamos de ser parte de España como fuimos con los Austria, y pasábamos a ser una dependencia de servicio.
La dureza de aquella expulsión, es la que no se vio por parte de la Corona Española con los prisioneros ingleses en 1806 y 1807, ni con los contrabandistas, usureros y portugueses que sacaban la plata del Potosí para enviarla a Inglaterra. Y tan violenta fue, que hubo casos en que no los dejaron tomar sus pertenencias ni sus medicinas. Entre los expulsos había muchos Padres que eran ancianos y otros enfermos: la mayoría de estos moriría en alta mar. Para septiembre de 1767 se los despachó, desde la islita que hace actualmente el Riachuelo en la Vuelta de Rocha, una versión antigua de un campo de concentración, con rumbo a Cádiz, y llegaron los sobrevivientes a esta ciudad (ya constituida en un verdadero lupanar) a principios de 1768. Pero allí habrían de enterarse de una nueva y, enseguida, se produciría un milagro.
El confesionario
La nueva fue que el clemente Papa Clemente XIV no los quería en Roma. Advertidos los demás puertos del Mediterráneo de esta piadosa decisión del Sumo Pontífice, ellos también se negaron a recibir a los sacerdotes. De manera que las embarcaciones salidas de Cádiz, no pudieron hacer arribada en la costa italiana ni en sus adyacentes, por lo que quedaron boyando a la deriva. Allí murió más de la mitad de los embarcados de hambre, sed y pestilencias que se desataron por el hacinamiento. Pero estos ya no eran viejos o enfermos. Eran hombres sanos con meses de martirio sobre sus espaldas. No conozco que la Iglesia haya hecho santo a alguno de ellos por este martirio propinado por los propios cristianos.
El milagro fue que, a pesar de la prohibición existente en Cádiz de no dejar desembarcar a los sacerdotes y de que nadie tomase contacto con ellos como infectocontagiosos en cuarentena, más de la mitad de los expatriados desaparecieron mezclados con las brumas matinales de la marina. Fueron los ingleses instalados en Gibraltar los que se llevaron, con chalupas y bateles por el agua, a esta preciosa carga humana. No sería extraño que también lo hayan hecho por tierra con la ayuda española. De allí los cargaron en barcos de guerra y mercantes transportándolos a Londres en el mayor secreto. De esta manera Su Graciosa Majestad y el Almirantazgo se juntó con centenares de informantes de primera categoría. Hombres que habían estado en la América Española entre 10 y 40 años, sirviendo a la Fe y al Rey, contra quienes ahora tenían un gran resentimiento por haberlos hecho víctimas de una injusticia.
Los Jesuitas eran conocedores del clima Hispanoamericano; estudiosos de su flora, su fauna e hidrografía; de los idiomas que hablaban los naturales de aquellas regiones y de sus idiosincrasias; de su historia, cosmogonía y teogonía; de caminos, pasos, sendas, montes, llanos, quebradas y sierras; muchos de ellos eran astrónomos y cartógrafos. Inglaterra sin ningún esfuerzo se juntó con este regalo de España que en aquel momento fue invalorable. Para evitar los siempre pesados e inoportunos interrogatorios que predisponen mal al expositor, seguramente los británicos les pidieron a los Padres que redactasen un informe con toda libertad, recluyéndolos en monasterios, abadías y casas de campo. Pienso que de allí debieron salir Descripción de la Patagonía del Padre Tomás Falkner (que además era británico nacido en Manchester, según nos contaba don José Luis Molinari; la obra se encuentra incorporada a la Colección de don Pedro de Angelis y fue publicada en Buenos Aires en 1835), y Hacia allá y para acá del Padre Florián Paucke (que era de Silesia, cuando ésta formaba parte de la Prusia de Federico II; obra que fue traducida y comentada íntegramente por el abnegado Edmundo Wernicke, y editada por la Universidad Nacional de Tucumán en cuatro tomos).
Pero sin duda la obra que nos orienta sobre lo que debieron haber sido aquellos testimonios de los deportados, es la de Falkner, que fue traducida al castellano por Manuel Machón, un oficial español destinado en Londres. La imbecilidad de los Borbones prohibió la circulación de esta obra en España, lo que carece de sentido porque, si bien se tenían recelos de la divulgación de las noticias sobre los puntos vulnerables de las colonias, de nada servía el ocultarlas en la península, mientras que circulaban libremente por el resto del mundo. Un mundo que, justamente quería arrebatarle las colonias a España.
Decía don Diego Luis Molinari (Orígenes de las fronteras) “que la versión (de Falkner) dada a conocer en 1774, era la fuente de inspiración para numerosos aventureros al servicio de la corona inglesa”. Y don Andrés M. Carretero agrega (Colección de Obras y Documentos) “que las alusiones referentes a las posibilidades de ocupación no escaparon a la percepción de los primeros ministros ni de los estrategas de la política exterior británica pues numerosos planes de expansión tenían como objetivo secundario o principal la ocupación de la Patagonia en su totalidad o en alguna parcialidad.”
En cambio don Pedro de Angelis en el prólogo de la edición de 1835 es muy duro con Falkner: “Sean cuales fueron los motivos de disgusto que tenga un extranjero (de Angelis también lo era) contra el país que le acoge –dice-, nunca debe conspirar contra él, ni proporcionar armas a los que aspiran a invadirlo o usurparlo; y tal fue el objeto que se propuso Falkner al emprender la descripción de la Patagonia.” Y sinceramente creo que don Pedro, el publicista de don Juan Manuel, en esto tenía razón: si se toma la obra de Falkner y las invasiones inglesas de 1806 y 1807, se verá con sorpresa, que los invasores siguieron los caminos descriptos por él. De manera que el odio a España, a la que había servido 40 años, se tradujo en un odio hacia nosotros que no teníamos nada que ver. Más aún: contra un pueblo que lloró la partida de los Padres Jesuitas y que él sabía porque los vio llorar.
Los Padres Jesuitas se desparraman y los ingleses se aprovechan
Conjeturo que por 1780, o quizá un poco antes, la mayoría de aquellos Padres Jesuitas cobijados por los ingleses se habían repatriado. Al parecer el conjunto optó por regresar, cada uno, a su tierra natal (por ejemplo: Falkner murió en Worcester desempeñándose como capellán y algo parecido ocurrió con Paucke en su pueblo de la Silesia, el Slansk de los polacos). En 1774 había muerto el Papa Clemente XIV y asumió Pío VI (Juan Angel Braschi, Papa de 1774 a 1799), pero en estos 25 años de papado murieron Luis XV en 1774; Pombal en 1782; Choiseul 1785; Carlos III en 1788; etc. Es decir: todos los acérrimos enemigos de los Jesuitas fueron desapareciendo secados por la Parca inclemente, y ello permitió que, indulgente, el Papa Pío VI, permitiese el regreso subrepticio de algunos Jesuitas a Roma y, en otros casos, el mismo Papa, sabiéndolos hombres sabios y valiosos, los mandó a llamar para integrarlos a su elenco de notables.
Como ya he dicho Sir John Coxe Hippisley vivió muchos años en Roma haciendo tareas de espionaje. Allí obtuvo información proporcionada por los jesuitas expulsados de España y otras posesiones de ultramar y regresados o confinados en territorio Vaticano. Entre estos sacerdotes exiliados, los más conspicuos conspiradores contra España (posiblemente pasados previamente por Londres), eran Juan José Godoy y Juan Pablo Viscardo. Pero Godoy era mendocino, junto con los jesuitas Miguel, Javier y Bernardo Allende.
Hippisley “debió recibir de ellos información muy precisa –apunta Terragno-, acerca de Cuyo, incluyendo detalles sobre los pasos cordilleranos que unían Mendoza con Chile”. Tal vez sea esto lo que influyo decisivamente sobre Maitland para que considerara a Mendoza como “la indudablemente indicada”.
En 1800 Hippisley escribió un memorial para Dundas sugiriéndole una rápida acción sobre las colonias españolas. Pero, antes de ello, extendió una copia del memorial a Maitland, ya embebido éste de todo aquel fárrago de documentación disponible, y enfrascado en la confección de un plan militar.
Maitland, que seguramente ya tendría algunos borradores sobre este asunto, confeccionó un Plan Tentativo o Esquemático, agregando la información provista por Hippisley. Lo que no se ha dicho es si, con estas informaciones a la mano, Maitland, un andariego incansable, no vino hasta la Rivière de la Plate, como él llama en su Plan al Río de la Plata o Buenos Aires, para constatar en el terreno la posibilidad cierta de ejecutar la maniobra estratégica. Aunque también pudo entrar por Chile o el Perú. O bien trabajar con los espías de Inglaterra diseminados, como ahora, por todo el Virreinato, sacando luego la información vía de algún puerto brasilero. Esto no está escrito en ningún lado y es imposible de verificar.
Y digo esto, porque me cuesta creer que Maitland, teniendo tan valiosa documentación de primera mano, estuviera 20 años sin mover el asunto (de 1780 a 1800 aproximadamente). Además observe el lector que Hippisley, antes de entregar su memorial a Dundas, le extendió una copia primero a Maitland, de donde éste viene a resultar a ojos legos como los míos, como la espina dorsal sobre la que se movía o descansaba todo este expediente.
Con este Plan Tentativo, Maitland fue a ver a Dundas (llamado por los escoceses El Rey sin Corona). Pero éste prefirió discutirlo más tranquilo con su autor, porque estaba de acuerdo en la importancia de “asegurar nuevos y extensos mercados para las manufacturas inglesas”, pero, “con la independencia de un beneficio parcial”, quería adoptar “una visión general de la cuestión” y considerar un plan para tomar “toda Hispanoamérica”.
En líneas muy generales el Plan Tentativo (o esquemático) de Maitland consistía en: la toma de Buenos Aires; marchar luego hacia la costa occidental y de allí, con una flota de la Compañía de Indias Orientales que comandaría Sir Richard Husey Bickerton, saltar al Perú. Con la costa occidental de Sudamérica en manos inglesas la derrota de España estaría asegurada. Hubo más discusiones con Dundas porque deberían existir, simultáneamente, acciones secundarias que coadyuven a la principal. Finalmente se decidió que esas acciones de distracción se llevarían a cabo sincrónicamente desde Caracas y Santiago de Chile; “pero todas ellas convergentes sobre Lima, Perú”, pedía Maitland.
Sin embargo el centro de gravedad del Plan siguió siendo, inmutable, el eje Buenos Aires, Mendoza, Chile, Perú, a pesar de que a una mirada mundana parecería que se hubiesen abierto tres frentes. Digamos que un velo y engaño para que el enemigo (España) no supiese cuál era el centro de gravedad y dónde se buscaría la decisión. Fue entonces, y de esta manera, que Maitland concibió su Plan definitivo que lleva su nombre, que es el encontró el doctor Terragno en Edimburgo en 1981, escrito de su puño y letra.
El Plan con su redacción definitiva, finalmente fue aprobado y se sabe que fue presentado Su Majestad. Sin embargo no hay constancia de su aprobación, desaprobación, ni pedido de enmienda. Nada. Tampoco se le puede seguir el rastro porque el gobierno de Pitt cayó enseguida: febrero de 1801.
Las proposiciones de Maitland en su Plan de Operaciones
A diferencia de planes ofrecidos por el venezolano Miranda o el del inglés Vansittart (aprobado, y cancelado de no muy buena gana en febrero de 1797), que resulta el más parecido al Plan Tentativo que estamos examinando, Maitland, de 42 años entonces, creía que un ataque sobre Buenos Aires o Caracas, por exitoso que fuese, no quebraría el dominio español sobre América. El sostenía que “una Expedición a Caracas desde las Indias occidentales, y una fuerza enviada a Buenos Aires podrían en verdad tender la emancipación de los Colonos Españoles en las posesiones orientales, pero el efecto de tal emancipación, aunque considerable, no podría jamás ser tenido por seguro en las más ricas posesiones hacia el occidente, y es menester observar que la única utilidad y principio por el cual los Españoles han asignado consecuencia a sus posesiones orientales es que, reteniéndolas, ellas actúan como una defensa para sus más valiosas posesiones en occidente.”
Con la finalidad de tomar esas “valiosas posesiones”, Maitland propuso:
1. Ganar el control de Buenos Aires. “Debería realizarse un ataque sobre Buenos Aires”. Para eso, Maitland consideró que harían falta 4.000 soldados de infantería; unos 1.500 de caballería; “con una proporción de artillería”.
2. Tomar posiciones en Mendoza. “Subsecuentemente a la captura de Buenos Aires el objeto debería ser enviar a un cuerpo a tomar posiciones al pie de la ladera oriental de los Andes, propósito para el que la ciudad de Mendoza es indudablemente la más indicada.”
3. Coordinar acciones con un ejército de Chili (así llama a Chile). Este otro ejército debería consistir en 3.000 soldados de infantería y 400 de caballería “con una proporción de artillería”. La mitad de la infantería debería “proceder de Inglaterra al Cabo de Buena Esperanza en barcos destinados últimamente a (…) Sudamérica”. La otra mitad debería ser “dotada por India, y proceder, cuando esté lista, directamente a la Bahía Botany”, en Australia, a los efectos de navegar luego a Sudamérica. El objetivo de tal ejército debería ser “indudablemente el Reino de Chili”. Debía atacar Valparaíso o Santiago o, “si encontrara que los Españoles se hallen en fuerza tal como para hacer que un inmediato ataque sobre Valparese o St. Iago sea imposible en el primer momento, actuar sobre el Río Bíobío y fortificarse mediante una inmediata conexión con los indios.”
4. Cruzar los Andes. “El cruce de los Andes desde Mendoza a las partes bajas de Chili es una operación de cierta dificultad (…) Aún en verano el frío es intenso; pero con tropas de cada lado cuesta suponer que nuestros soldados no pudieran seguir una ruta que ha sido adoptada desde hace mucho como el más deseable canal para importar negros al Reino de Chili.”
5. Derrotar a los españoles y controlar Chile. El objetivo de esta etapa era “aniquilar el gobierno (español) del Reino de Chili” y convertir a ese pueblo en “un punto desde el cual podríamos dirigir nuestros esfuerzos contra las provincias más ricas”. Esta era la tarea a cumplir por las fuerzas unificadas del ejército que debía cruzar los Andes y el que llegara por mar.
6. Proceder por mar a Perú. “Si este Plan tuviese éxito en toda su extensión, la Provincia del Perú debería quedar pronto expuesta a una captura segura.” y “últimamente nosotros podríamos extender el sistema colonial, usando la fuerza si fuere necesario.” Lo indicado era para evitar toda violencia innecesaria. “Un coup de main (en francés en el original) sobre el puerto del Callao y de la ciudad de Lima podría en verdad probablemente ser exitoso y mucha riqueza sería ganada por los captores, pero este mero éxito, a menos que fuera asistido por nuestra capacidad de mantenernos en el Reino de Perú, podría terminar últimamente excitando la aversión de los habitantes contra cualquier futura conexión, de cualquier clase, con Gran Bretaña.”
7. Emancipar Perú. “El fin de nuestra empresa debía ser indudablemente la emancipación de Perú y Quito.”
God save the Queen!
FIN DE ESTA PARTE
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Erasmus
Muy buenos aportes. Bouchard y Azopardo son los referentes de la Prefectura Naval Argentina; son como San Martín para el Ejército, Brown para la Armada y Newbery para la Fuerza Aérea.
Ahora que lo pienso, creo que el ejército mexicano no tiene muchos referentes en los caudillos de la guerra de independencia. De nuestros denominados “héroes” insurgentes, del que más se habla por sus dotes militares es José María Morelos, se podría aguegar quizás a Vicente Guerrero, este último fue uno de los revolucionarios que más tiempo se mantuvo en pie de lucha, no había podido ser capturado por los realistas y sin embargo ya al final de la guerra, sus huestes no tenían poder alguno para hacer tambalear al gobierno virreinal.
Gracioso es que muchos de los más reconocidos militares que tuvo este país terminaron formando parte de los villanos de la historia oficial, (Agustín de Iturbide, Porfirio Díaz, Santa Anna o Miguel Miramón).
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Re: Hay “otro” bicentenario
CUANDO LA REPÚBLICA DOMINICANA QUISO VOLVER A SER ESPAÑA
Tal acto de anexión, como se especifica en la Exposición a su Majestad que acompaña al Real Decreto de Incorporación á la Monarquía Española la República de Santo Domingo, resultaba ...único:
«Un acontecimiento fausto, altamente honroso para España, y pocas veces visto en la historia de los pueblos, ha ocurrido recientemente en una de las antiguas posesiones de la Monarquía. La Isla Española, la primera que ocupó el gran Colón, la predilecta de la inmortal Reina á cuya inspiración sublime se debió el descubrimiento de un Nuevo Mundo, dueña de su independencia, arbitra de sus destinos, invoca el nombre augusto de España y pone á Vuestros Reales pies la misma soberanía que Vuestra Majestad reconoció hace pocos años»
El 4 de abril de 1861 y de forma unilateral, después de varias negociaciones en Madrid y Cuba, Pedro Santana, el primer presidente constitucional de la república independiente, declara la anexión a España, la cual sería oficial por Real Decreto de Aranjuez el 19 mayo de 1861. Según el Artículo 1º, de dicho documento, «El territorio que constituía la República Dominicana queda reincorporado a la Monarquía».
«En la muy noble y muy leal ciudad de Santo Domingo á los 18 días del mes de Marzo del año de 1861. Nos, los abajos firmados, reunidos en la sala del palacio de justicia de esta capital declaramos: que por nuestra libre y espontánea voluntad, en nuestro propio nombre y en el de los que nos han conferido el poder de hacerlo por ellos, solemnemente proclamamos como Reina Señora á la excelsa Princesa Doña Isabel II en cuyas manos depositamos la soberanía que hasta ahora hemos ejercido como miembros de la República Dominicana. Declaramos igualmente que es nuestra libre y espontánea voluntad así como la del pueblo á quien por nuestra presencia en este lugar representamos, que todo el territorio de la República sea anejado á la Corona de Castilla á que perteneció antes del tratado de 18 de Febrero, de 1855, en que S. M, la Reina reconoció como Estado soberano al que hoy por espontánea voluntad de todos los pueblos, le devuelve esa soberanía y como va dicho, la reconoce por su legítima soberana. En fe de lo cual lo firmamos y rubricamos con nuestras propias firmas-Pedro Santana -general Antonio Alfau -ex-ministro Felipe Dávila- F. De Castro -ex-ministro Jacinto de Cristian Castro Oficial».
Gregorio Luperón, uno de los líderes de la segunda independencia, escribió: «España no tiene hoy enemigos en las naciones que fueron sus colonias de América, sino hijos emancipados que son para los españoles verdaderos hermanos».
Enlace:
Somos hijos de España - Hispanofilia
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Re: Hay “otro” bicentenario
Me estoy leyendo este libro y ya huele a imprescindible:
Demonios del Pacífico sur de José Pancorvo se presentará en el Instituto Raúl Porras Barrenechea | www.ovejanegra.com
Lima. José Pancorvo presenta su más reciente libro llamado Demonios del Pacífico Sur este 12 de junio a las 7pm en el Instituto Raúl Porras Barrenechea. Este es el 7mo libro de Pancorvo entre los que se encuentran Profeta el Cielo (1997), Tratados Omnipresentes – Perfect Windows (2000), Pachak Paqari (2003), Estados Unidos celeste (2006),Boinas rojas a Jerusalén (2008), Amanecidas violentas de Mundos (2009), Los éxtasis del incarrey – Antología Poética 1989-2009.En Demonios del Pacífico Sur hay 2 historias que transcurren en tiempos diferentes. Una en el año 1810 y otra en el presente. En la primera, encontramos al ejército del Virreinato peruano yendo en dirección al sur para buscar a las juntas del Gobierno de Chile. Los peruanos quieren hacerlas caer y terminar con las ideas independistas que tenía la antigua Capitanía de Chile por motivos de la invasión francesa a territorio español. La segunda historia transcure muchos años después en la Lima de ahora. Una niña – sobrina de un capitán de la Fuerza Aérea Peruana – se ve encuelta en una situación peligrosa por jugar ouija. El único que puede salvarla es un sacerdote chileno experto en exorcismos y que es el más reconocido de la región.Un libro presentado por el Grupo Editorial Mesa Redonda.
Grupo Editorial Mesa Redonda
Sobre "Demonios del Pacífico Sur" de José Pancorvo:
El Ejército del Virreinato peruano sale con dirección al Sur en busca de las juntas de gobierno de Chile para hacerlas caer y terminar con las ansias independentistas que por entonces, 1810, se comenzaban a vislumbrar a propósito de la invasión francesa a territorio español.
En Lima, una niña, sobrina de un importante capitán de la Fuerza Aérea Peruana, se ve envuelta en una situación de vida o muerte por jugar la güija. El único que podría salvarla es un sacerdote experto en exorcismos y, por esas vueltas del destino, el más reconocido de la región es chileno.
Demonios del Pacífico Sur de José Pancorvo es una novela que comparte dos historias: una que se desarrolla a comienzos del siglo XIX, y otra en el presente.
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"Demonios del Pacífico Sur" de José Pancorvo está disponible en librería Época.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Es increíble como la versión totalmente ideologizada y manipulada de la historia (en lo cual siguen participando los llamados nacionalistas) ha cambiado y desfigurado hasta a los propios personajes, que fueron bien claros.
Gracias a los datos que aporta José Pancorvo:
"Destruimos tres siglos de cultura e industria".
Simón Bolívar.
"Yo sé cuanto pasa en lo más recóndito de vuestras casas. Temblad, si abusáis de mi indulgencia. Sea esta la última vez que os recuerde que vuestro destino es irrevocable y que debéis someteros a él."
José de San Martín.
Bando aparecido en La Gaceta del Perú Independiente, Lima, 4 de agosto de 1821.
Como se ve, Chávez y Maduro han tenido buenos maestros.
Donoso, "nosotros los liberales somos hermanos en todas partes del mundo" y "lo demás no importa nada"....
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Re: Hay “otro” bicentenario
"Los españoles huyen despavoridos abandonando las más fértiles provincias, mientras el general Olañeta ocupa el Alto Perú con un ejercito verdaderamente patriota y protector de la libertad."
Bolívar, 13 de agosto de 1824.
Bernardo de Monteagudo, que tras este episodio mostraba públicamente en Guayaquil, a modo de trofeos, las joyas sustraídas a Goyeneche, confesó poco después, en un manifiesto fechado en Quito el 17 de marzo de 1823, que "yo empleé todos los medios que estaban a mi alcance para inflamar el odio contra los españoles; sugerí medidas de severidad, y siempre estuve pronto a apoyar las que tenían por objeto disminuir su número y debilitar su influjo público o privado. Este era mi sistema y no pasión"
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Re: Hay “otro” bicentenario
La familia arequipeña Goyeneche siempre se consideró española y no reconoció la separación del Perú. Una muestra:
Pedro Mariano de Goyeneche - Wikipedia, la enciclopedia libre
Pedro Mariano de Goyeneche y Barreda (Arequipa,Virreinato del Perú, 22 de febrero de 1772 - Burdeos,Francia, 30 de noviembre de 1844). Abogado ymagistrado realista peruano.
Época virreinal[editar · editar código]
Su padres fueron el hacendado navarro Juan de Goyeneche y Aguerrevere y de María Josefa de Barreda y Benavides. Sus hermanos fueron José Manuel, José Sebastián y Juan Mariano de Goyeneche y Barreda.
Su familia fue una de las más importantes de Arequipa, donde transcurrieron sus primeros años, criándose en el Palacio de Goyeneche. Realizó sus primeros estudios en Arequipa, donde obtuvo el grado de Bachillerato en Artes. Ingresó posteriormente en la Universidad de San Marcos (de Lima) donde terminó los estudios de Derecho alcanzando el grado de Doctor en Jurisprudencia.
Se recibió de Abogado en la Real Audiencia de Lima el 5 de noviembre de 1798. Poco después fue nombrado Asesor del Tribunal del Consulado y del de Minería.
En 1807 fue nombrado Oidor de la Real Audiencia de Cuzco y en 1814 de la de Lima (hasta su jubilación en 1819).
Su familia, profundamente ligada al bando realista durante las guerras de independencia en Sudamérica, sufrió la persecución de los patriotas. Tras la pérdida de la causa realista la Familia Goyeneche se trasladó a España, donde consiguió como recompensa y tras sucesivas uniones matrimoniales laGrandeza de España y los condados de Guaqui y Gamio, los marquesados de Casa Dávila, de Balbueno y Villafuerte y el ducado de Goyeneche, entre otros títulos nobiliarios.
En 1818 fue nombrado Consejero Honorario del Consejo de Indias y en 1819 de la Cámara de este Consejo. En 1807 fue nombrado Caballero de la Orden Militar de San Juan de Malta y en 1824 el ReyFernando VII le otorgó la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica.
Guerra de independencia y persecución.[editar · editar código]
Durante la guerra de independencia del Perú, el oidor Goyeneche (ya jubilado) fue probablemente el miembro de esta familia tan significada en el bando Realista quien sufrió la mayor persecución de los patriotas independentistas.
Tras la entrada de José de San Martín en Lima, en 1822, el marqués de Torre Tagle le impuso una contribución de 320.000 reales a causa de su conocida lealtad al Rey de España, para sostener la guerra contra los españoles. Goyeneche ni siquiera respondió a este requerimiento. Un mes después, el 13 de abril de 1822, el ministro Bernardo de Monteagudo, tras haberse apoderado de 40.000 pesos que Goyeneche tenía depositados para algún caso de extrema necesidad en manos del padre Manuel José Pedemonte, reiteró esta reclamación concediéndole un plazo de tres días para hacer efectiva la suma. Pero, sin dejar transcurrir este plazo, Monteagudo ese mismo día 13 instó a Goyeneche a pagar en el término de 3 horas o ir a la cárcel.
Pedro Mariano de Goyeneche incumplió el requerimiento por lo que Monteagudo ordenó el inmediato arresto del oidor jubilado y su traslado a la cárcel pública, haciéndole vestir el uniforme presidiario, esposado y con grilletes, por las calles de Arequipa con asistencia de cientos de independentistas a quienes Monteagudo había excitado en contra de la Casa de Goyeneche. Incluso su pensión de funcionario jubilado fue incautada por orden de Monteagudo.
Al fin, el 12 de mayo de 1822 Pedro Mariano acordó ceder algunas joyas, libros y muebles más 2.000 reales de plata, tras lo que Monteagudo ordenó su traslado a la casa de locos de San Andrés y posteriormente, bajo pena de deportación a la isla de Juan Fernández, se le obligó a abandonar el Perú de manera inmediata.
Bernardo de Monteagudo, que tras este episodio mostraba públicamente en Guayaquil, a modo de trofeos, las joyas sustraídas a Goyeneche, confesó poco después, en un manifiesto fechado en Quito el 17 de marzo de 1823, que "yo empleé todos los medios que estaban a mi alcance para inflamar el odio contra los españoles; sugerí medidas de severidad, y siempre estuve pronto a apoyar las que tenían por objeto disminuir su número y debilitar su influjo público o privado. Este era mi sistema y no pasión" El magistrado Goyeneche fue una de las más conocidas víctimas de este sistema
Exilio[editar · editar código]
Pedro Mariano se trasladó a España en un buque inglés que se dirigía a Río de Janeiro para pasar de ahí a Gibraltar y luego a Madrid, donde el propio rey Fernando VII quiso imponerle personalmente en elPalacio Real la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica por su heroico comportamiento y su lealtad inquebrantable a España.
La situación convulsa e inseguridad que vivía España en aquella época hizo que en 1825 decidiera trasladarse a Burdeos (Francia), donde murió en 1844 en una pequeña mansión que sirviera de consulado peruano. Fue enterrado en Burdeos.
En su testamento, además de las tradicionales mandas pías y abundantes legados para instituciones peruanas, quiso dejar constancia de su lealtad a España:
"Declaro que he vivido, vivo y protesto morir fiel español, cuyo título me ha honrado en vida y me honrará en muerte, y que jamás he hecho acto ni cometido acción por la que haya desmerecido gozar del derecho de nacional español, en cuyo ejercicio estoy, pues a pesar de que mi país natal se declaró independiente de su metrópoli, preferí a mis conveniencias guardar como caballero y como funcionario público español el juramento de fidelidad a Su Majestad Católica, el mismo que supieron guardar mis padres y ascendientes" (Burdeos, 13 de junio de 1844)
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Re: Hay “otro” bicentenario
Mariano Osorio - Wikipedia, la enciclopedia libre
Mariano Osorio (Sevilla, España, 1777 - † La Habana,Cuba, 1819) fue un militar español y gobernador de laCorona Española en la Gobernación de Chile. Es una de las figuras fundamentales de la Independencia de Chile y sobre todo del periodo de la Reconquista española, dado que fue el comandante de las fuerzasleales a España que triunfaron en la Batalla de Rancagua y Batalla de Cancha Rayada (1818). Fue el penúltimo Gobernador español entre 1814 y 1816.
Carrera militar[editar · editar código]
Desde muy joven inició su carrera militar en el arma deartillería. Combatió de manera notable durante lainvasión napoleónica a España en 1808. Posteriormente, en 1812, fue trasladado a Lima como Comandante General de Artillería y profesor de matemáticas de la Escuela Militar.
Reconquista de Chile[editar · editar código]
Cuando el Virrey del Perú José Fernando de Abascal y Sousa desconoció el Tratado de Lircay, este puso a Osorio al mando de la fuerza expedicionaria que reconquistaría la Gobernación de Chile para devolverla al Imperio Español, compuesta por el batallón Talavera, recientemente llegado de la península con 374 plazas1 que antes de su partida a Chile fueron elevadas a 600 con reclutas locales, dos compañías del regimiento Real de Lima con 200 plazas y 6 piezas de artillería con 70 servidores.2 3 La expedición zarpó del Callao el 19 de julio de 1814 y tras 14 días de navegación desembarcó en Talcahuano, desde donde avanzarían hacia el norte reconquistando los territorios de Chile para la Corona Española. El último enfrentamiento se produjo el 1º y 2 de octubre de 1814, en la famosa Batalla de Rancagua, donde Osorio y sus huestes realistas derrotaron a las tropas patriotas del general Bernardo O'Higgins. De esta manera Osorio entró triunfante en Santiago de Chile.
Osorio, Gobernador de Chile[editar · editar código]
Luego de la batalla de Rancagua, Mariano Osorio asume la gobernación de Chile. El gobernador reinstaura el antiguo régimen y todas sus instituciones. De igual forma disuelve todo lo instaurado por los "patriotas" durante el periodo de la Patria Vieja. Osorio, a pesar de haber ordenado la deportación de una centena de notables patriotas al archipiélago de Juan Fernández, intentó llevar a cabo conscientemente un gobierno de reconciliación entre los bandos enfrentados(patriotas y realistas); por eso ordenó el tribunal encargado de enjuiciar a posibles antiguos patriotas, con vecinos benevolentes que perdonaron en reiteradas ocasiones. Destacó también por una de sus más distintivas características: un humor socarrón que contribuyó a distensionar el ambiente de la época, plagado de violencias. En este sentido, muy citada es una de su sentencias, redactada frente a una petición de un acomodado residente de Santiago, llamado Juan Luco y Aragón, que pedía que no le cobraran impuestos porque había sido liberado de ellos con anterioridad; Osorio respondió al pie de la petición: "Como Luco y Aragón, libre de Contribución-Como vecino y pudiente, pagará al día siguiente".
Pero al parecer, no controlaba por completo la situación de la gobernación. El Real Regimiento de Talavera de la Reina, a cargo del capitán Vicente San Bruno, reprimía con violencia a muchos patriotas, lo cual no hacía otra cosa que contribuir a oscurecer la fama del gobierno español y producir el traspaso a la causa nacionalista del grupo más moderado, que sería determinante en el futuro.
En 1816, el virrey del Perú publica en un connotado periódico de Lima, que es él el principal responsable de la reconquista de Chile. Esto provocó que Osorio se molestase y enviara una carta al mismo periódico desmintiendo los dichos de su superior y haciéndose él acreedor de la responsabilidad en los triunfos realistas. Evidentemente esto causó la ira del Virrey, el cual lo destituyó y nombró en su lugar a Casimiro Marcó del Pont.
Maipú y sus últimos días[editar · editar código]
A principios de 1817 el director supremo de las Provincias Unidas Pueyrredón autorizó el envío delEjército de los Andes a la Capitanía General de Chile con el fin de reinstaurar el gobierno independentista, prevenir una posible invasión por el oeste y finalmente invadir Lima por el Pacífico.
El ejército, de más de 5.000 hombres, fue dirigido por el capitán general José de San Martín siendo acompañado por sus comandantes: el brigadier general Soler y los brigadieres O'Higgins y Las Heras. El Ejército de los Andes emprendió el Cruce de los Andes el 19 de enero de 1817 y luego de distintas batallas lograron independizar a Chile de la Corona española. Sin embargo, esto no fue aceptado inmediatamente por la Corona Española, la cual ordenó una nueva expedición a cargo del antiguo gobernador de la colonia, el general Osorio.
Osorio y sus tropas desembarcaron nuevamente en Talcahuano. Al igual que en 1814 avanzaron hacia el norte y sorprendieron a las fuerzas independentistas, conformadas por la unión del Ejército de los Andesy los cuerpos milicianos chilenos recién formados, en la Batalla de Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818. El ejército de San Martín fue perseguido por las fuerzas de Osorio. No obstante, los rebeldes independentistas lograron organizarse en los llanos de Maipú, donde vencieron definitivamente a los leales a la Corona Española en la Batalla de Maipú. Mariano Osorio logró escapar con algunos colaboradores hacia Lima, donde es juzgado por las posibles responsabilidades que le pudieran caber en la derrota realista. Fue absuelto y emprendió viaje de regreso a su tierra natal, pero terminó sus días enLa Habana, víctima de la fiebre palúdica, en 1819.
Referencias[editar · editar código]
Casimiro Marcó del Pont - Wikipedia, la enciclopedia libre
Francisco Casimiro Marcó del Pont Díaz Ángel y Méndez (Vigo, España; 1770 - † Luján, Argentina;1819), hijo de Buenaventura Marcó del Pont y Juana Ángel y Méndez, fue un militar español y gobernadorde la Corona Española en la Gobernación de Chile. Es una de las figuras de la Independencia de Chile dado que fue el último de los Gobernadores de Chilecuando fue hecho prisionero por fuerzas del Ejercito de los Andes, lideradas por José de San Martín yBernardo O'Higgins que ingresaron a Santiago luego de la Batalla de Chacabuco.
Carrera militar en España[editar · editar código]
Inició una carrera militar como cadete en el Regimiento de Infantería de Zaragoza en el año 1784. Estuvo en la guarnición de Oran en 1789. En 1802 estaba en el regimiento Tarragona. Durante el Sitio de Zaragoza el brigadier Marcó del Pont fue hecho prisionerio y llevado a Francia consiguió su traslado a Valençey, prisión de Fernando VII. Tras la restauración regresó a Madrid, donde a poco, su influencia en la corte le otorgó el gobierno de Chile. Este nombramiento se hizo contra el parecer del Consejo de Indias sin embargo. El nombramiento de Marcó del Pont como Gobernador de Chile culmina una brillante trayectoria militar que incluso Napoleón alabó concediéndole la Orden de la Flor de Lis y que tanto el General Palafox como el General San Martín alabaron en su día.
Gobierno de Chile[editar · editar código]
A fines de 1815, vía Panamá, y su posterior paso por Lima, arribó a Valparaíso. Su recepción en Santiago fue inicialmente favorable, sustituyendo en la jefatura de gobierno a Osorio, identificado con la austeridad del periodo de reconquista militar. Marcó del Pont pretendía una reconciliación a traves de actos demagógicos, sin embargo el ambiente de desconfianza y prevendas le llevó a copar de europeos y criollos peruanos los puestos clave y dar a la restauración un caracter represivo. El capitán Vicente San Bruno, venido con el regimiento Talavera, encargado de la actividad policial, pero llevando sus funciones más allá de la delincuencia común, montó un tribunal político cuya desorientación y arbitrariedad le llevó el descrédito y animosidad. Marcó del Pont erró su política de gobierno al incumplir las políticas de reconciliación venidas directamente de la corte de España, como el indulto general a los patriotas del 12 de febrero de 1816. Además su estado de permanente alarma agotó los recursos empleados en la defensa del mar y la cordillera de Chile. Envió varios espías a Cuyo para que recabaran información sobre el Ejército Libertador de los Andes.
Está ampliamente demostrado que las medidas que tomó Marcó del Pont para reprimir a los insurgentes estaban ampliamente aceptadas en su día como el toque de queda o el secuestro de armas para garantizar la seguridad en la población civil.
De otro lado cumplió correctamente su papel administrador, acreditando su lealtad, posponiendo sus sueldos a las posibilidades del estado. Entre sus obras urbanisticas están la mejora del paseo de Tajamar o la Alameda, reparó el Teatro y coliseo, construyó el canal de Maipú. Se dice que todo induce a pensar que Marcó del Pont llegó a Chile con buenas muy intenciones, y podría haber sido de beneficio en un país normal, pero el estado de revolución exigía un talento, energía y experiencia de los que carecía Marcó del Pont para llevar adelante en un gobierno convulsionado. Puso precio a la cabeza de Manuel Rodriguez.
Puntos de vista[editar · editar código]
Las descripciones que existen alrededor de la imagen de del Pont son 2 completamente diversas. Algunos historiadores chilenos lo describen como “... incapaz de realizar algo correcto, cobarde y carente del sentido de dignidad...”1 Mientras la página web de Icarito lo defiende: “A Marcó del Pont, que era un hombre fino, de los mejor educados y de excelente tronco, algo raro entonces, le dieron la fama de afeminado, simplemente por su limpieza, su elegancia y el pecado de haber traído ciertos adelantos a una ciudad cuyo estado entonces era indescriptible a causa de su atraso y suciedad. En Santiago no había vidrios, ni letrinas, ni más alumbrado que el de las velas de sebo, sostenidas en pelotas de barro que sacaban a mano de las acequias. El entretenimiento de los niños era la pedrea. Lo que ahora llamamos guate, de W.C., era el zambullo, un canco hediondo que sacaban de las casas y cantinas una vez al mes. En otras partes ponían el excusado encima de la acequia en el tercer patio. En la Plaza ocupaban todo un costado los vendedores de ojotas. Las ojotas viejas quedaban en el suelo y servían los domingos para la llamada guerra de ojotas. Con este calzado combatieron los ejércitos patriotas. A esta ciudad trajo el señor Marcó del Pont alguna escupidera, peines, cepillos, jabones finos, y algún carruaje con vidrios, todo lo cual pareció insólito. Le compararon con la Pompadour y le dieron fama de afeminado. Poco cuesta desfigurar a las personas...”2
La familia y la educación de todos los Marcó del Pont fue elevada en su época que les llevaron a tratarse de igual a igual con miembros de la aristocracia como la duquesa de Osuna o de la realeza como el duque de Angulema y el rey Fernando VII. Marcó del Pont se limitó a seguir las indicaciones de su Gobierno, teniendo en cuenta el enorme rechazo que causaba en la metrópolis la inevitable independencia de los nuevos países americanos. La familia Marcó del Pont pertenecía a la Ilustración y por lo tanto fomentaban las artes, pero dado su status y el rechazo a la Revolución Francesa fomentaron siempre la lealtad al Antiguo Régimen.
Fin de su gobierno, exilio y muerte[editar · editar código]
Fin de gobierno[editar · editar código]
San Martín, encomendó a su armero José Antonio Alvarez Condarco, en misión de espionaje, que fuese a entrevistarse con Marco del Pont, debiendo reconocer y memorizar en su viaje los accidentes del terreno. Marcó del Pont le expulsó del país anotando en el pasaporte del armero una expresión que hace referencia a la traición de José de San Martín a la monarquía española: Yo firmo con mano blanca y no como la de su general que es negra3 4
Huida y captura[editar · editar código]
Tras la caída del gobierno español de Santiago, Marcó del Pont huyó a Valparaíso dirigiedose primero aSan Antonio5 a través de la Cuesta de Lo Prado creyendo que en su bahía se encontraba surto el buque San Miguel,5 pero este había zarpado horas antes.5 Se encontró en la disyuntiva de seguir el camino de la costa pero quedaría a merced de los montoneros de Ramón Freire por lo que se decidió a seguirlo hacia el norte , a través de las actuales localidades de Cartagena,5 El Tabo, El Quisco , descansando enEl Totoral el 15 de febrero de 1817.5 Desde esta posición envió un inquilino para que le avisará respecto de la situación en Valparaíso.6 El hombre avisó a su jefe , el hacendado de Las Tablas el qe se concertó con el Capitán José Aldao para rodear la quebrada el 15 de febrero.6 En la Quebrada del Totoral , se le encontró con todos los oficiales que le acompañaron en su salida de Santiago;6 el teniente coronel Fernando Cacho , el coronel Ramón González y el fiscal Prudencio Lazcano.6 Todos entregaron sus espadas salvo él que pidió entregarla a un jefe de su condición.6 La virgen de su capilla particular todavía puede verse en la capilla del Eremitorio franciscano de El Totoral
Saludo de San Martín[editar · editar código]
Conforme a los relatos entregó ceremoniosamente su espada a San Martín.6 Dice la tradición argentina que San Martín le saludó con la expresión: ¡Venga esa mano blanca, mi general!.
Enviado a Argentina[editar · editar código]
El 16 de abril de 1817 fue enviado a Mendoza. San Martín ordenó encarcelar a Marcó del Pont en San Luisjunto con los prisioneros tomados en Chacabuco. Tras un motín en 1819 en el que no tomó parte, pero fue igualmente acusado,6 tras la intervención de Monteagudo ordenó su traslado a otra prisión en la "La Estanzuela", más al interior de la provincia de San Luis, donde murió el 19 de mayo de 1819, a la edad de 49 años.
Don Francisco Casimiro Marcó del Pont tuvo varios hermanos: don Ramón Genaro, dedicado a los negocios de su padre en Vigo, don Ventura Miguel, dedicado a los negocios de su padre en Buenos Aires y Síndico del Consulado de Comercio, fundador allí de la Escuela de Naútica, de la Escuela de Dibujo, del Tercio de Gallegos y de la Hermandad de Hijos y Oriundos del Reino de Galicia, hoy Centro Gallego, don Juan José, Consejero de Estado del Rey Fernando VII y Ministro de Hacienda del Pretendiente Carlos V, don Joaquín y don Juan Mateo que no llegaron a edad adulta, don Manuel María, General de Brigada y Medalla de Oro de la Batalla de Bailén, don Pedro Angel, General de Brigada y Comandante General de Orense, Ana Jacoba, esposa de Juan Fontan y del Pueyo, de Luna y Belvís de Moncada, y María Magdalena, dedicada al cuidado de su madre.
Las residencias de la familia Marcó del Pont fueron el Pazo de Lourizán, el Pazo de Pousadouro, el Pazo de Baión o Granxa de Fontán, la casas grandes de Vigo y de Calella de Mar y la Casa-Palacio de Hortaleza de Madrid, conocido como palacio de Buenavista de Hortaleza y hoy parque Clara Eugenia.
Con Francisco Marcó del Pont y su abuelo se inicia una saga de militares que llega hasta hoy en día en la familia Fontán.
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Re: Hay “otro” bicentenario
De http://bicentenariodistinto.blogspot.com/
«Los negros y los mulatos son una canalla que tienen tanto de cobarde como de sanguinaria... Solo me consuela saber que vienen oficiales blancos...»
Carta de Manuel Belgrano a José de San Martín
Motivaciones reales de la Revolución de Mayo (Virrey Cisneros)
Es cosa bien sabida que, para sostener su "leyenda rosa", el revisionismo nacionalista provee citas con beneficio de inventario.
Entre los documentos sistemáticamente silenciados, se incluye el que es, tal vez, el documento más importante acerca de la Revolución de Mayo: la deposición del Virrey de Buenos Aires, don Baltasar Hidalgo de Cisneros, y de los Ministros Togados de la Real Audiencia de la misma capital (los oidores Francisco Tomás de Anzoátegui, Manuel Sebastián de Velasco y Manuel José de Reyes, y los fiscales Manuel Genaro de Villota y Antonio Caspe y Rodríguez).
En la tarde del 22 de junio de 1810, a casi un mes de iniciados los sucesos que desencadenarían la Independencia bonaerense, el Virrey y los Ministros fueron citados por la Junta revolucionaria en la Real Fortaleza. Allí son intimados a embarcarse con destino a la España peninsular en plazo perenterio a bordo de la balandra británica HMS Dart estacionada en el Puerto de Buenos Aires, prohibiéndoseles hacer escala en Montevideo o cualquier otro puerto americano.
A su llegada a Canarias a fines de agosto de aquel año, Cisneros y los auditores expulsados por los revolucionarios hacen su deposición. Son 28 folios que se encuentran en la Biblioteca y Archivo de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, caja 57.
A continuación, copiamos algunos fragmentos (arreglando un poco la grafía original para facilitar la lectura) de dicho expediente que, claramente, destruyen la argumentación del revisionismo nacionalista."...El Cabildo procedió al nombramiento de Vocales de esta Junta que quedó formada y reconocida en el día 24 de Mayo: pero no contentos los facciosos con que yo quedase de Jefe, pues sus ideas eran terminantes a otros reprobados intentos, procedieron revolucionariamente contra aquella resolución [del Cabildo], nombrando nueve personas de su facción que carecen las más de todo concepto y confianza pública [por haber participado de la fuga de Beresford, la revolución de 1809, etc.], y quedé separado absolutamente del mando, aunque con las distinciones y honores proprios de mi empleo y graduación."
"Las providencias que empezó a adoptar la nueva Junta manifestaban muy bien sus ideas, pues fue una de ellas la de desarmar a los Europeos [excepto a los británicos, de más está decirlo]; mas no me hubiera prevenido en contra, si no hubiese visto otras demostraciones más categóricas, cuales fueron la resistencia a reconocer el supremo Gobierno de Regencia, la impugnación que en sus papeles públicos hacían a la legitimidad del nuevo Gobierno, el empeño de llevar adelante la convocación de un Congreso general del Virreynato en ocasión de estar llamados a las Cortes los Diputados de las ciudades de América, la expulsión de los oficiales de la Marina Real, yel propalar abiertamente los de su partido que contaban con la protección de la Inglaterra para sostener su independencia."
"La Ciudad de Montevideo se decidió abiertamente contra estas ideas, y lo mismo practicó la de Córdoba: únicas principales de que se tenía noticia al tiempo de mi salida: La primera reconoció y juró el nuevo Gobierno de Regencia; y el Tribunal de la Real Audiencia excitó a la Junta para que igualmente procediese la Capital de Buenos Ayres [del virreinato] al expresado reconocimiento con el fin de conservar la unión y dependencia de aquellos Dominios con las Provincias de la Nación que están libres de la Tiranía francesa, evitar la división en asunto tan importante, y calmar los ánimos de los Europeos recelosos e inquietos por las señales que advertían en la Junta y tropas que seguían su causa, de abandonar la de la Nación, y dirigirse separadamente a un sistema de independencia bajo apariencias y simulaciones difíciles de conciliar con sus obras."
¿Son necesarias mayores pruebas?
http://blog.todoavante.es/wp-content...lHCisnTor3.jpg |
Don Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre (1758-1829), Teniente General de la Real Armada Española, Cruz de Caballero de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, Gentilhombre de Cámara de Su Majestad.
Prueba de la traición de la Junta revolucionaria de Buenos Aires
[Se ha arreglado la grafía y ortografía en cuanto ha sido posible para facilitar su lectura.]
La Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, y el Capitán Mark Bayfield han convenido en lo siguiente.
[...] Concede el Gobierno al capitán Bayfield permiso para que introduzca sin derecho alguno en valor de la fábrica cien mil pesos de géneros y extraiga otros tantos en frutos del País igualmente libres. [...] Como cuando el Capitán Bayfield pueda hacer la introdución que se le concede pudiera haber habido alguna baja en los derechos se declara ya desde ahora por este Gobierno que se entiende que la introducción y exportación podrá extenderse hasta la suma que le proporcione el beneficio que ahora si hiciere uso del permiso. [...] La Junta y todos sus vocales garantizan el cumplimiento de estos convenios y aseguran su firmeza a cuyo fin se firmará el presente por triplicado en Buenos Aires a veintidos de Junio de mil ochocientos diez. Cornelio de Saavedra. Doctor Juan José Castelli. Manuel Belgrano. Miguel Azcuénaga. Doctor Manuel Alberti. Domingo Matheu. Doctor Larrea. Doctor Mariano Moreno. Mark Bayfield.
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Re: Hay “otro” bicentenario
ESOTERISMO, ESPIONAJE, TRAICIÓN
(El extraño caso de William Pius White)
En nota anterior sobre este mismo tema, hicimos referencia al 250º aniversario de las primeras invasiones inglesas y su total fracaso ante la Colonia del Sacramento.
Para quien esto escribe fue una especie de introito ya que Albión, que no deja cuentas sin cobrar, volvió por sus objetivos cuando las circunstancias internacionales le fueron propicias. Ellas se concretaron en dos hechos de armas: Trafalgar (1804) y Austerlitz (1805). Estas dos grandes batallas cumplieron su cometido como torres de babel en el ajedrez mundial británico.
Mediante la primera, Inglaterra quedó dueña de los mares. Con la segunda, Bonaparte concretaba, su predominio total en Europa. “Las Españas donde no se ponía el Sol” con sus Reinos de América unidos a una Francia Jacobina, iniciaba un largo via crucis por la torpe política externa del ambicioso, sin ética, Manuel Godoy, que ocupaba el poder ministerial a través del favoritismo del matrimonio real español. La hegemonía continental napoleónica y la talasocracia imperial británica se enfrentaban. Esta última tenía sus ojos puestos en los Reinos Americanos como futuras y jugosas presas. Y lo consiguieron. Cuando entraba la tercera década del siglo XIX los ricos territorios, infiltrados por los “Hijos de Hiram”, consiguieron ser convertidos en satélites de la City londinense. La excepción fue la Argentina de Rosas y la República Oriental de Manuel Oribe, que resistieron al cañón de Gran Bretaña y Francia.
Llegando a esta parte de nuestra investigación tropezamos con el nombre de William Pius White, parido en Massachusets (Boston, 1770), tierra herética que no habla español y que fue piráticamente engrandecida en setenta años (1778-1848) del océano Atlántico al océano Pacífico con guerras provocadas o maniobras indecentes y matanzas de indios, o recluyendo a los sobrevivientes en brutales campos de concentración como harían sus hijos con los holandeses boers al final de ese siglo.
Decía Aristóteles, que el saber avanza gracias a las sorpresas. Cuando investigábamos, para estudiar las agresiones de la infame Albión tuvimos un encontronazo con el personaje, arriba citado, al cual habíamos visto pasar, pero esta vez pretendimos observarlo de cerca. En 1803 el fariseísmo inglés tenía numerosos espías confidentes y traidores en Buenos Aires, entre ellos al precitado White, norteamericano que con 33 años ya era un poderoso comerciante en contrabandos y tráficos de esclavos. Sus relaciones lo llevaron a intercambiar cartas con su amigo el Comodoro “Sir” Home Popham un jefe de la Armada británica que había ocupado el cargo de Edecán del Virrey en la India, Conde de Wellesley. Éste, para más datos era hermano del Duque de Wellington, futuro vencedor de Bonaparte en Waterloo. Pero, digresiones de lado, prosigamos con nuestro tema de esoterismo y traición.
El complot que llevaría a Popham a ocupar la capital de nuestro Virreinato tenía data de años jugando siempre importante papel Mr. White. Sus amistades fueron claves. Según Florencio Varela, White “tuvo negocios poco honrosos” durante su permanencia en la India. Varios de ellos con el apoyo del Comodoro “Sir” Popham. En esos tiempos conoció y trabó amistad con Esteban Perichon y su esposa Juana Vandeuil. Una hija de éstos, la joven Ana, casó con un contrabandista irlandés de nombre Thomas O’Gorman. Ya residentes en Buenos Aires, en 1804, don Thomas vuelve de Europa acompañado del capitán irlandés James Burke quien revistaba como prusiano pero en realidad venía con mandato del Duque de York para contactar una posible intervención británica. Burke con el apoyo del círculo O’Gorman and White, fundó centros de captación y espionaje en su casa y en la de O’Gorman. En la “Posada de los Tres Reyes” se fundó la primera logia. Allí se reunían diferentes personajes entre los que se destacaban los miembros de la Sociedad Literaria y Patriótica como Juan José Castelli y Miguel de Azcuénaga. Ana Perichon Vandeuil de O’Gorman resultó un fuerte atractivo para conseguir información. La más importante noticia que obtuvo para White fue la llegada de una importante cantidad de oro y plata desde Potosí y Perú.
Lo subrayable, considerado en las mesas de la logia, era que las ciudades de las zonas, aparte del amurallado Real de San Felipe y Santiago de Montevideo, base también de la Real Marina, no tenían defensas. Rápido como ave de rapiña con hambre, White escribió a su amigo Popham, a quien sabía ocupando el Cabo de Buena Esperanza (ex holandés), informándole la llegada del Tesoro. Esas importantes cantidades de metal precioso —seguramente le decía— proporcionarán al Comodoro Sir Popham, al Gral. Bair al igual que a su colega Beresford lo mismo que a quien ese papel firmaba (“Mr. White”) obtendrían muy buenos beneficios. La Batalla de Austerlitz fue para el Comodoro Popham la oportunidad deseada para ser el primero en ocupar y/o demoler el Imperio Sacro Romano Hispánico.
En esos momentos (1806) fracasaba frente a Venezuela el masón, y vocacional traidor Francisco Miranda quien, financiado por Estados Unidos y Gran Bretaña, intentaba desembarcar para concretar el aberrante plan urdido en las Hermandades Esotéricas. La decisión de Popham fue rápida. Incluso desconociendo las jerarquías no pidió la venia del Foreign Office ni la del Ministerio de Guerra y puso proa hacia Buenos Aires. Su decisión reflotaba un plan de White que con su amigo el capitán negrero Murphy habían presentado al Premier Mr. Pitt, por el cual, con el apoyo de tropas británicas, se declararía la “independencia” de las inexistentes colonias, pero sí Reynos.
El Plan rechazado por el Premier Pitt quien no creyó que era el momento oportuno volvió a la vida en esos meses. Estaba poco más o menos en la línea propuesta, por lo que el masón y anglófilo Carlos María de Alvear propondría en 1815 al Ministro inglés en Río para escarnio eterno de su memoria. La llegada y el desembarco de las fuerzas inglesas (1806) marcaron intensa actividad para White.
Éste actuó de intérprete y como “Comisario de Presas” nombrado por Beresford, enviando doscientos hombres para retirar el Tesoro ubicado en Luján. Realizados los descuentos para los “libertadores”, el Tesoro de 1.500.000 en monedas de plata fue enviado a Londres donde sería paseado en ocho grandes carruajes engalanados con las Banderas de la Marina española, la Roja y Gualda y la Blanca con la Cruz de San Andrés que luego harían guardia en el tesoro del Bank Of London junto a lo robado en el Río de la Plata.
Liberado Buenos Aires, White fue detenido y considerado por la Fiscalía un “extranjero corrompido”, pero delictivamente sólo un “infidente para facilitar la invasión”. El cargo era muy liviano por lo que fue enviado a la Guardia del Salto (hoy en la de Provincia de Buenos Aires) donde se comentaba que la justicia aplicaría la pena de muerte por traición y saqueo. Pero no fue así. En semanas a White se le permitió llegar a Luján donde estaba alojado el general Beresford junto con otros prisioneros como el perjuro coronel Pack y el Mayor Tolley del Regimiento 71 ubicado cómodamente en San Antonio de Areco. Estos “señores” entretenían sus ocios jugando al golf y al cricket. Entre partido y partido se comunicaban con vecinos y “Hermanos”… de Buenos Aires partidarios de una “independencia” a la malvinense por lo que Beresford dispuso los planes para una segunda invasión.
En Buenos Aires los agentes de la red Saturnino Rodríguez Peña, Manuel Aniceto Padilla (estos sujetos recibirían una renta de por vida para premiar los servicios prestados) iniciaron los contactos con partidarios de una independencia (SIC) con Inglaterra. El 10 de febrero de 1807 el Cabildo presionó a la Real Audiencia para que destituyese al Virrey Marqués de Sobremonte. Una semana después Rodríguez Peña y Padilla consiguieron la entrega de Beresford quien pasaría al Real de Montevideo (ocupado por Auchmuty), junto con White. En Montevideo nuestro “ilustre” biografiado ocupó cargos muy cercanos al jefe británico general Whitelocke. Beresford informó por entonces al Ministro Castlereag que White había prestado importantes servicios la causa británica.
“Business are business”, dogma para White que en esos meses importó a Montevideo grandes cantidades de telas desde Londres. Cientos de esos paquetes llegaron a manos de Liniers que los necesitaba para uniformar a sus tropas. No de balde los ingleses dejaron para la posteridad este concepto de su fiel amigo: “Es un hombre inteligente, bien informado, y que conoce la región”.
Cuando Whitelocke fue obligado a dejar el Real de San Felipe y Santiago de Montevideo, el Gobernador Elío puso en prisión a White y consideró la posibilidad de ajusticiarlo por traición. Años después cuando la Provincia Oriental había sido entregada por el Director Pueyrredon a un Portugal tan satelizado que el Comandante Supremo de sus Fuerzas Armadas lo era el General Beresford, White estaba detenido en Montevideo, no precisamente por ser honesto en sus negocios. El invasor ocupante, el general Carlos Federico Lecor, recibió de William Carr Beresford, la orden de dejarlo en libertad de inmediato.
Pero veamos un pantallazo del White durante la Revolución de Mayo a la que se vinculó con negocios de armas y barcos hasta la caída del “Hermano” Alvear, en 1815. Luego de ese espacio de tiempo aparece de tanto en tanto, en dificultosa situación pero siempre con la protección del delegado de Gran Bretaña en Portugal: Guillermo Carr Beresford. Estallado el movimiento de Mayo de 1810, White, arregló su chaqueta y se incorporó al Juntismo. Fletó entonces barcos para la causa, pero el negocio le produjo déficit. Ello lo hizo reaccionar reclamando al gobierno por sus gastos. Así le contestó el ministro Larrea: “Usted ha sufrido grandes desembolsos, todo será reparado por un gobierno que no puede desconocer justas reclamaciones”. Veamos como rehízo sus “ahorrillos” dando noticias de nuestras fuentes.
Hace pocos meses en Montevideo, se publicó con el Sello de “Editorial Banda Oriental” un muy buen trabajo del Oriental doctor Luciano Alvarez titulado “Intrigantes, Valientes y Traidores”.
En el capítulo que disecciona al “patriota”, el autor dice lo siguiente: “Especuló con los salarios de la tropa. Argumentando la falta de efectivo pagaba con mercadería de sus almacenes al precio que el mismo fijaba. Los soldados debían venderla para hacerse dinero y sus testaferros la recompraban a vil precio. Para cerrar el negocio, White reclamaba al gobierno los sueldos supuestamente adelantados de su peculio”. Ésta fue sólo una perla del “honestior”. Lo cierto es que su periplo fue un misterio hasta su regreso a Buenos Aires, en 1835. Dicen que murió pobre el 3 de enero de 1842. Pero sus descendientes tuvieron acceso a una importante fortuna. Los protegió un “caballero muy querido” por paraguayos y orientales dado que fue su “libertador”. Esa persona se llamó Bartolomé Mitre y es el mismo que el gran historiador mexicano Carlos Pereyra llamó “mediocridad engreída”. El “buen” señor firmó un acuerdo con Estados Unidos aprobado por ley del 3 de octubre de 1863 mediante el cual se pagaría a los herederos de White 350.000 pesos plata amonedada, expidiéndose en su favor títulos de fondos públicos al 6 por ciento anual y uno de fondo de amortización acumulativa. Desde 1893 su nombre lo detenta una calle en la porteña Villa Luro. La vía nace en Rivadavia 9202 y termina en Echeandía 4401. Esta es una forma subliminal de escribir “historia” para “La Pobre Gente”, como tituló uno de sus dramas, el Oriental Florencio Sánchez.
Luis Alfredo Andregnette Capurro
CABILDO - Por la Nación contra el caos
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Re: Hay “otro” bicentenario
Hubo mucha intromisión extranjera en las guerras de independencia de Hispanoamérica, mientras en el sur fueron predominantemente los británicos, en la Nueva España accionaron los estadounidenses, sobre todo en la frontera con Texas.
Peter Ellis Bean
El Coronel Peter Ellis Bean (Pedro Elías Bean) (8 de junio de 1783, Bean Station, Tennessee – 3 de octubre de 1846, Jalapa, Veracruz) fue un militar estadounidense-mexicano.
Bean nació en Tennessee en 1783 siendo hijo de Elizabeth Blair y William Bean. En 1800, a los 17 años de edad, su padre lo envió a Mississippi en bote, mismo que colapsó cerca de Muscle Shoals, Alabama, teniendo Bean que escapar sin nada mas que sus ropas. Continuó entonces el viaje hacia Natchez, Mississippi, donde se unió a la expedición de Philip Nolan a Tejas, con la promesa de conseguir oro y plata.
El 21 de marzo de 1801, 120 hombres del Ejército español bajo el mando del Teniente Miguel Francisco Múzquiz, quién dejó Nacogdoches en busca de Nolan. Cuando finalmente fueron encontrados, muchos filibusteros de Nolan se rindieron inmediatamente, sobre todo luego de la muerte de su comandante Nolan. Bean, sin embargo, se opuso a la rendición, pero fue capturado. Bean fue el segundo al mando de la expedición.
Índice
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Origen familiar[editar · editar código]
El abuelo de Ellis Peter Bean, William Bean, fue el primer colono americano en las orillas del río Watauga,en el Tennessee. Procedente del condado de Pittsylvania en Virginia, su asentamiento quedó ubicado cerca de lo que actualmente se conoce como Elizabethtown y pronto fue seguido por familiares y amigos. Durante la guerra de independencia de los Estados Unidos, construyeron el "Fuerte Watauga". En 1776, dicho fuerte fue defendido exitosamente contra los indios Cheroqui, aliados de los ingleses. Durante el combate, la abuela de Ellis Peter Bean, fue raptada junto con el joven Samuel Moore y llevados por los Cheroquis al pueblo de Tuskegee. Fueron condenados a morir quemados atados a un poste. Nancy Ward, hija de un oficial británico y conocida como "la mujer bien amada" en la tribu, salvó la vida de la Sra. Bean.
William tuvo dos hijos con su mujer, Russell Bean y William Bean. Éste fue comerciante en Jonesboro y su mujer, Elizabeth Blair, dio a luz a un varón al que llamaron Ellis Peter Bean en 1783. Su madre casó por segunda vez con Mr. Shaw quien tenía un hijo llamado William.
Russell Bean también vivió en Jonesboro pero desempeñando el oficio de armero, que aprendió en un viaje a Connecticut. De niño Ellis Peter Bean trabajó en el taller de su tío donde aprendió a fabricar pólvora y armas.
Su papel en la expedición de Philip Nolan[editar · editar código]
A sus 17 años quiso viajar por su cuenta pero su padre no le dio permiso debido a su corta edad. Cuando la ciudad de Natchez pasó a ser parte de Estados Unidos, se abrió el comercio y fue enviado por su padre a dirigir un barco con cargamento de harina y whisky por el río, permitió que un joven de su edad llamado John Word introdujera su cargamento y lo acompañara. En un lugar del río llamado Muscleshoals, su bote chocó con una roca y perdieron su cargamento. John Word quiso regresar pero Bean mejor se fue a Natchez, donde tenía parientes, subiendo a otro barco.
Una vez en dicha ciudad, fue a vivir con una tía y después al rancho de un tío. Allí conoció a Philip Nolan que estaba organizando una expedición a Texas y lo invitó a sumarse. Su tío no le dio permiso pero cuando Nolan y sus expedicionarios pasaron por el rancho, los tíos de Bean no estaban y se escapó con ellos.
Durante la expedición de Philip Nolan, conoció a diversas tribus de indios y cazó caballos salvajes. Pronto la expedición era perseguida por los españoles debido a irregularidades en el permiso para explorar el territorio y el temor que generaban para las autoridades españolas 21 aventureros bien armados.
Los expedicionarios fueron rodeados y atacados muriendo en ese combate su líder, Philip Nolan. Fueron perseguidos los sobrevivientes hasta rendirse. Bean luchó valientemente hasta el final. Hubo una tregua, se negoció la rendición y fueron llevados a Nacogdoches, Tejas.
Prisionero de la Nueva España[editar · editar código]
A los expedicionarios se les había prometido repatriarlos, pero en vez de eso fueron llevados como prisioneros a Chihuahua a solicitud del gobernante de esa entidad. El caso de los expedicionarios fue llevado a los tribunales de España. A los prisioneros se les dio libertad condicional mientras recibían su sentencia, con la condición de dormir todos los días en las barracas de los soldados españoles. A Bean se le permitió ser fabricante de sombreros hasta volverse el más famoso de la ciudad. Con las ganancias Salió de deudas y ahorró para poder fugarse más adelante.
A los cuatro años de su oficio como sombrerero hizo el plan para escapar. Dejó la sombrerería a un contramaestre y con su compañero Thomas House hizo desertar a dos soldados españoles, compró armas y caballos. Su carta donde especificaba la forma de escapar cayó en manos de otro compañero de la Expedición de Nolan llamado Tony Watters, quien denunció a los oficiales españoles el plan. A Bean le quitaron sus privilegios y fue encerrado en un calabozo con cepo por un tiempo.
Al año, Bean planeó un viaje a Nuevo México con su amigo Thomas, recibiendo permiso de un General. La idea era fugarse con los indios comanches que encontraran en el camino. Sin embargo, Thomas enfermó gravemente y no pudo acompañar a Bean. Este fue alcanzado por un mensajero, regresó a chihuahua y de nuevo fue encerrado en un calabozo. También encerraron a sus ocho compañeros sobrevivientes de la expedición. La razón fue que había llegado la sentencia del tribunal de España: por haber disparado contra los soldados del Rey se ahorcaría un hombre entre cinco. Se decidió ahorcar sólo a uno y el sorteo fue por medio de dados, el número más bajo lo obtuvo Ephraim Blackburn y fue ejecutado.
De los prisioneros, cuatro fueron liberados y otros cuatro fueron conducidos a la Prisión del Puerto de Acapulco. En el trayecto, en la ciudad de Salamanca, una viuda llamada María Baldonada se enamoró de Bean y quiso ayudarle a escapar pero él se negó creyendo que su liberación estaba próxima. En el Castillo de Acapulco fue separado de sus compañeros y encerrado solo en un calabozo, allí cazando moscas domesticó un lagarto que popularmente se le conocía como “quija”, al cual nombró “Bill”.
Intentó dos fugas, en la primera se hizo pasar por enfermo para trasladarlo a un hospital donde enfermó de verdad, a su salida y durante el traslado al Castillo de Acapulco engañó a los dos guardias que lo trasladaban y escapó, contactó a unos corsarios irlandeses a quienes les pidió que lo rescataran pero un cocinero portugués lo reportó a las autoridades y fue capturado.
Su segunda oportunidad llegó al hacer desertar a un guardia apellidado Corral y poniendo de acuerdo a algunos presos para amotinarse cuando hubiera oportunidad, ésta se presentó cuando hubo la necesidad de derribar unas peñas y sólo Bean conocía como colocar cartuchos de dinamita. El día del trabajo, Bean golpeó en la cabeza a un guardia y a su señal cuarenta presos se amotinaron contra veinte guardias a los que hicieron huir con piedras y luego escaparon en todas direcciones. Durante su huida contrató a un labrador como guía pero fue capturado en un pueblo y ellos fueron rodeados por setenta soldados, lograron abrirse paso a golpes de sable y garrote. Sin embargo, fueron alcanzados y rodeados por treinta soldados. Aunque se resistieron sí fueron capturados. Corral fue condenado a diez años de esclavitud en Veracruz.
Guerra de independencia de México[editar · editar código]
Permaneció en prisión hasta noviembre de 1811, cuando fue puesto en libertad después de ser voluntariado para luchar con los realistas en contra de los insurgentes del general José María Morelos, que había asediado Acapulco luego de la Batalla de Tres Palos. Sin embargo, en cuanto Bean encontró una oportunidad logró escapar, uniéndose a Morelos, y ayudando a la toma de la ciudad. En el ejército insurgente Bean fue ascendido en varias ocasiones debido en gran parte por sus profundos conocimientos en municiones. Estableció varias fábricas de pólvora y de los hornos de fundición de cañones."
Regreso a los Estados Unidos[editar · editar código]
Quince años después de haber dejado los Estados Unidos, Bean como Coronel del Ejército Mexicano y como emisario de José María Morelos para pedir apoyo estadounidense a la causa independentista, obteniendo muy poco éxito. En Nueva Orleans se reunió con el pirata Jean Lafitte, ofreciendo ambos sus servicios al General Andrew Jackson en la Batalla de Nueva Orleans contra los británicos, participando junto a las fuerzas estadounidenses. Es entonces que Bean entabla una gran amistad con Lafitte, quién le promete ayuda a las fuerzas mexicanas hostilizando barcos españoles.
El 18 de febrero de 1815 Bean navegó en el barco Águila de regreso a México, sin embargo fue enviado de vuelto como emisario mexicano en los Estados Unidos por José Manuel Herrera y Juan Nepomuceno Almonte, hijo de Morelos. Mientras Bean regresaba al país, Morelos fue capturado y fusilado, por lo que junto dinero para comprar unas mulas y seguir la lucha de independencia.
Bean se casó con Magdalena Falfán de los Godos, y juntos intentaron ir a los Estados Unidos. A pesar de ello, en 1816 Bean fue capturado por los realistas en Veracruz. Luego de su fuga, intentó regresar a Nueva Orleans, pero por consentimiento mutuo junto con su esposa permanecieron en México. Residió por un tiempo en territorio neutral, lugar donde escribió sus memorias. Luego de la muerte de su esposa se casó en 1818 con Candace Midkiff. En 1820 la pareja se mudó a Arkansas, donde su hijo Isaac Bean nació en 1821.
De vuelta en México[editar · editar código]
Al recibir noticias de la Independencia de México, Bean se mudó con su familia a Nacogdoches, Tejas, esperando ser reconocido y premiado por sus servicios durante la insurgencia. Luego se estableció en Mound Prairie, cercano al Río Neches en el Viejo Camino a San Antonio. En 1825 Bean fue a la Ciudad de México, donde se le reconoció su grado de Coronel y se le entregaron tierras. Fue agente mexicano ante la tribu cheroqui y ante otras tribus en Texas.
Participó en apoyo mexicano en la Rebelión de Fredonia de 1826, logrando mantener a los Cheroquis como neutrales. Fue comandante de una línea militar en Fuerte Terán en 1831 ayudando a la comandancia central ubicada en Nacogdoches en 1832, convirtiéndose en jefe militar interino del Este de Tejas. A pesar de no haber participado en la Independencia de Texas, fue arrestado por el general Sam Houston en abril de 1836.
Luego de la Independencia de Texas, Bean continuó viviendo en Nacogdoches hasta 1843, cuando regresó Jalapa, Veracruz. Murió en 1847, a los 63 años de edad.
Enlaces externos[editar · editar código]
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Peter Ellis Bean - Wikipedia, la enciclopedia libre
Peter Ellis Bean
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Re: Hay “otro” bicentenario
David Porter
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Capitán de Navío David Porter (1780-1843) fue un oficial de la Armada de los Estados Unidos y más tarde el comandante en jefe del Armada de México. Fue el padre del Almirante David Dixon Porter (1813-1891) y del oficial William D. Porter así como padre adoptivo del Almirante David Farragut (1801-1870), dos de los oficiales principales navales de la Guerra Civil Estadounidense.
Inicios y Carrera en Estados Unidos[editar · editar código]
Nació en Boston, Massachusetts, Porter sirvió en la Quasi-Guerra con Francia, primero como guardia marina a bordo USS Constellation, que participa en la captura de L'Insurgente el 9 de febrero de 1799; y también, ahora como 1er teniente de Experimento y más tarde en mando de USS Amphitheatre. Durante la Guerras Berberiscas (1801-07), Porter era el 1r teniente de la Empresa del Nueva York y Filadelfia, pero este fue tomado preso cuando Filadelfia corrió encallado en el puerto de Trípoli el 31 de octubre de 1803. Después de su liberación el 3 de junio de 1805 él permaneció en el Mediterráneo como Capitán interpretador de la Constitución estadounidense y el capitán posterior de Empresa que no conocía de ella. Él era responsable de las fuerzas navales en Nueva Orleans en el periodo 1808-10. Como el comandante de Essex en la Guerra de 1812, el Capitán Porter alcanzó la fama por haber capturando el primer buque de guerra británico del conflicto, el Buque Alarma, el 13 de agosto de 1812 así como varios buques mercantes. En 1813 él navegó junto al Essex alrededor del Cabo de Hornos y viajó en el Océano Pacífico en guerra con las empresas balleneras británicas. El 28 de marzo de 1814 Porter fue forzado a rendirse junto a sus fuerzas en Valparaíso después de una competencia desigual con las fragatas HMS Phoebe y Cherub de la Marina Real Británica.
A partir de 1815 hasta 1822 él era un miembro de los Comisionados Navales. Desde este puesto apoyó la organización de la expedición montada por el patriota chileno José Miguel Carrera. Dejó este cargo para ordenar una expedición para suprimir la piratería en las Antillas en 1823-25. Mientras en las Antillas se suprimía la piratería, Porter invadió la ciudad de Fajardo, Puerto Rico (una colonia española) para vengar el encarcelamiento de un oficial de su flota, y es este acto por lo que la Marina estadounidense decidió inhabilitarlo 1 año en un juicio militar, por lo que él consideraba un fallo injusto, decidió pasar al servicio de la Armada de México, que en aquellos días se empeñaba en rechazar a los buques españoles en las aguas de Cuba y que al tomar esta decisión, él dejó a su familia en Estados Unidos.
Carrera en la Armada de México[editar · editar código]
Con la entrada de David Porter vinieron a México también sus parientes David Dixon Porter y Thomas. Protegió los barcos y las aguas mexicanas obligando a los buques españoles a retroceder sus límites marítimos y a llevar escoltas a sus buques. Porter decide tomar Florida para hacer uso de su terreno como refugio, por lo que esta acción genera tensiones políticas con Estados Unidos y España que desencadenan en 1828 en el combate entre el Guerrero, que comandaba su sobrino David Henry Porter, y la fragata española Lealtad, que terminó con la derrota de México. Con las difícultades de la economía de México se mete en problemas políticos en su contra y argumentando que se le habían presentado dos atentados en su contra decide finalmente regresar a los Estados Unidos, en donde se le nombra embajador ante el gobierno de Turquía, y posteriormente a los 63 años de edad fallece en Constantinopla, el 3 de marzo de 1843.
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David Porter - Wikipedia, la enciclopedia libre
David Porter fue un destacado marino de los Estados Unidos; comandante de la fragata Essex que zarpó desde Filadelfia con el propósito de hostigar a la marina mercante inglesa del pacífico a raíz de la guerra entre ambos países declarada en junio de 1812.
La primera recalada de la Essex en el puerto de Valparaíso se registró en marzo de 1813, no sin antes atravesar el “Cabo de Hornos” convirtiéndose en la primera nave en la historia de la armada estadounidense en cruzar el más austral de los tres grandes cabos de la zona meridional del planeta.
La Aurora de Chile escribiría: “el día 21 de marzo de 1813 dio fondo en Valparaíso una fragata de guerra anglo-americana con 40 cañones y 350 hombres de tripulación procedente de Filadelfia, con cuatro meses y medio de navegación. Su capitán y comandante es Mr. Porter: el nombre del buque es la Essex, y viene con destino de proteger el comercio de su nación".
Tan sólo ocho días estaría la Essex recalada en el puerto siendo su tripulación amablemente atendida por los habitantes del puerto, quienes hasta nuestros días sufren de una singular efervescencia al enterarse de la llegada de alguna nave extranjera, principalmente si lo es del norte del continente.La estadía en costas sudamericanas hubo de ser fructífera para el capitán Porter, logrando para si doce naves y un suculento botín.
El 15 de febrero de 1814 volvía Porter a Valparaíso para abastecerse y tomar rumbo a su país, no sin ser asechado atentamente por los ingleses, situación no desconocida para el capitán Porter. El 28 del mismo mes encontrándose la Essex en nuestra bahía vio aparecer en el horizonte los buques fragata ingleses Phoebe y Cherub, comandados por el comodoro James Hillyar, cuyo poderío sobrepasaba al suyo.El comandante Hillyar exigió la rendición de Porter, rendición que no fue acatada preparándose la Essex para el combate que se libraría frente a los cerros Barón y Los Placeres.
La batalla fue cruenta y se prolongó por más de tres horas dando muerte a casi todos los oficiales y tres cuartas partes de la tripulación de la Essex, situación que obligó a Porter a rendirse.Cuando James Hillyar subió a la Essex para recibir la rendición pudo observar el desgarrador escenario que mostraba una cubierta inundada de sangre y atestada de cadáveres. Los norteamericanos perderían 58 hombres, cerca de 31 desaparecidos y 65 heridos. Los británicos en cambio sólo perderían 5 hombres y registrarían 10 heridos.
Este combate es considerado uno de los hitos de la historia naval de los Estados Unidos.En el cementerio de disidentes del cerro Panteón se encuentran enterrados los caídos del Essex.
Destacada fue la trayectoria que tendría David Porter sirviendo a la marina de los Estrados Unidos, razón por lo que una vez retirado del servicio se lo homenajea otorgando su nombre a un pueblo en el estado de Indiana el que sería llamado “Porterville”.
Pero Porter nunca hubo de sentirse cómodo con el nombre asignado en su honor y algunos años antes de su muerte solicitó a las autoridades se diera a Porterville otro nombre, uno que para él representaba gran importancia pues allí había librado su batalla más memorable.
Desde aquel entonces en el estado de Indiana hay un pueblo nombrado a honor y voluntad del marino David Porter que recibe por nombre el de “Valparaíso".
Enlace:
VALPARAÍSO EN EL TIEMPO: EL VALPARAÍSO DE DAVID PORTER
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Re: Hay “otro” bicentenario
MINIATURAS MILITARES POR ALFONS CÀNOVAS: GUERRA DE LA EMANCIPACIÓN AMERICANA, (Nº 5 ) Uniformes y Banderas de los Ejercitos Realistas , por Antonio MANZANO. fuente = Biblioteca Militar de BARCELONA.,
GUERRA DE LA EMANCIPACIÓN AMERICANA, (Nº 5 ) Uniformes y Banderas de los Ejercitos Realistas , por Antonio MANZANO. fuente = Biblioteca Militar de BARCELONA.,
LAMINA 26.- CAPITÁN (GRADUADO DE TENIENTE CORONEL) AYUDANTE DE ORDENES DEL GENERAL EN JEFE. 1815.
Esta lamina presenta el uniforme que podria llamarse "pequeño " de los Ayudantes de la maxima categoria . El color celeste debe tener el mismo origen conceptual de la exclusiva faja azul que habia utilizado el favorito del Rey Carlos IV , D. Manuel Godoy en calidad de Generalisimo.
El uso de uniformes de diferente colorido para los Ayudantes de los diferentes empleos de General , servía para expresar la superior autoridad de las órdenes o contraórdenes que estaban encargados de trasmitir.
LAMINA 27.- CAPITÁN Y TAMBOR DEL REGIMIENTO DE INFANTERIA Nº 1 , DEL ALTO PERÚ. 1814.
Excepto en un infrecuente empleo como divisa regimental , el color negro no ha sido utilizado en los uniformes del Ejercito Español . Este caso sólo cabe como un uso ocacional ante la falta del más propio tejido azul turquí , motivado por los efectos destructores de la guerra.
El galón de plata ( no previsto en la Ordenanza , pero constituyendo un "viejo uso " previo )que este Oficial lleva en el cuello y las vueltas está indicando su Categoria , y reforzando las diferencias militares y hasta sociales respecto de la Tropa. La Categoria quedaba detallada a su vez , empleo a empleo , por las divisas de cada uno de ellos.
Como en otras Unidades el Tambor viste casi como un húsar , con un dolman rojo galoneado de blanco, invirtiendo ( " trocando ")el colorido general del uniforme de su Regimiento.
LAMINA 28 .- SUBTENIENTE Y FUSILERO DEL REGIMIENTO DE INFANTERIA "UNIÓN PERUANA ". 1819.
El Oficial viste el uniforme de 1817, y el Soldado el que recibieron en 1819 para campaña.
El primero ha añadido a la escarapela roja otra pintada con la efigie del Rey Fernando VII. Del cuello lleva colgando la gola ,pieza metalica en forma de media luna que era el resto simbolico de la armadura que ,en siglos precedentes , los Oficiales retenian para expresar su jerarquia . Se empleaba en las ocasiones en que estaban de "facción "esto es ,guardias ,paradas y, en general , cuando se estaba sobre las armas.
El adorno más habitual de las golas en estos años era una pieza de plata en relieve,con las armas reales rodeadas por armas de asta y de fuego, banderas y estandartes, etc.
LAMINA 29 .- BRIGADIER CORONEL JEFE DEL BATALLÓN DE CAZADORES DE INFANTERIA LIGERA DEL EJERCITO DEL ALTO PERÚ, D. ANTONIO DE OLAÑETA Y SU ESPOSA Dº. PEPITA MARQUIEGUI.
No era insolito que en un mismo Regimiento hubiera hasta tres Coroneles , uno en calidads de "Vivo " a su mando y los otros como "Reformados " o "Agregados ". En guerra estas situaciones administrativas quedaban en un segundo plano , y ante la necesidad de operar , podian pasar a mandar los varios Batallones , incluso adquiriendo el "grado" de Brigadier.
Un caso parecido lo constituye esta Unidad . El Brigadier viste el uniforme de su Batallón al estilo de los Oficiales : sombrero apuntado ( o de "tres picos ", se decia a pesar de haber evolucionado a dos ) con un medallón de Fernando VII sibre la presilla de la escarapela , casaca larga ,pantalón ceñido, botas "a lo húsar ", etc.
Lleva la Cruz de San Hermenegildo ( por sus largos años como Oficial ), la de los "Emigrados " y la de la batalla de "Ayohuma ". Ademas lleva en el antebrazo izquierdo los Escudos de Distinción de "Vilcapuquio" y "Ayohuma ".
Su esposa viste "a lo dama realista ", pues se adorna con cintas blancas en lo alto del talle y combinada con otra roja , en el sombrero ( como las corbatas de las banderas),con remate de plumas rojas y blancas . Tambien lleva la Medalla de los "Emigrados" en la clase de lazo para damas.
Lo más llamativo de su vestuario es el batón de color rojo ( por realista , como la escarapela militar),adornado con el entorchado de plata que señala el "grado de Brigadier de su marido , y se correspondecon las divisas militares llevadas en los vestidos de otras damas de su épocaque han llegado hasta nosotros a traves de retratos de pintores como Goya.
Estas damas llevan en el peinado una gran escarapela roja , o en la cintura la faja roja de los Generales , con sus lazadas y caidas con entorchados, los tres galones de Coronel, etc.
Ello revela aspectos más amplios que los que cita D. Luis Bermudez de Castro en su obra "Arte del buen mandar español " ( pag. 121 ) " A principios del siglo pasado ( el XIX ) las señoras de los Generales tenian .... el derecho y el deber de usar en los vestidos de corte y para montar a caballo cuando acompañaban a sus maridos de uniforme , los entorchados en las bocamangas de los vestidos "
LAMINA 30.- TENIENTE PRIMERO (GRADUADO DE TENIENTE CORONEL ) Y CABO ( GRADUADO DE SARGENTO), DEL BATALLÓN DEL GENERAL DEL EJERCITO DEL ALTO PERÚ. 1814.
Los Batallones denominados "del General" derivan de los que en el siglo XVIII eran los "Cuerpos del General"., Estos se organizaban al comienzo de una Campaña tomando de los Regimientos que hiban a participar , a los Soldados mas mayores o faltos , por resultas de heridas de otras acciones , de la energia y capacidad necesarias para afrontar una nueva guerra.
Por su menor operatividad se les asignaban misiones a su alcance: dar guardia inmediata a los Generales ( excepto al Capitan General , que tenia Guardia personal) y a la custodia de los bagajes y convoyes.
El cromatismo de la uniformidad en estos momentos , deriva del que les distinguia en el siglo anterior : verde con divisa roja.
El Oficial con 25 años de servicio como lo acredita la Cruz de San Hermenegildo, ha sido representado , a titulo de hipótesis , con una charretera de Teniente en el hombro y una "capona "( charretera sin flecos en el izquierdo , puesto que mientras existieron los empleos de Teniente Primero y Teniente Segundo debvian tener una leve diferencia en sus divisa , que expresara su relación jerarquica. D. Jose Almirante, en su "Diccionario militar " dice que la capona empezo a usarse hacia 1812.
El Cabo ( un galón en las bocamangas ), galardonado con el "Premio Medio", y tambien con 25 años de servicio( tres galones en la manga ), se ha ganado al cumplirlos , la charretera del grado de Sargento llevada en el hombro izquierdo.
BANDERA DEL BATALLÓN DE INFANTERIA DE CHILE ( O DE CONCEPCIÓN ).
BANDERA DEL BATALLÓN DE INFANTERIA DE MILICIAS DE VOLUNTARIOS DE MONTEVIDEO.
CONTINUARA.........................................
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Re: Hay “otro” bicentenario
Buen material Ordóñez, me hizo recordar este video:
https://www.youtube.com/watch?v=DYVM-Esr3yI
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Re: Hay “otro” bicentenario
Batalla de Mariel
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La Batalla de Mariel fue una batalla naval librada el 10 de febrero de 1828, cerca de Mariel, Cuba.
Índice
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Antecedentes[editar · editar código]
El 28 de septiembre de 1821, México adquirió su independencia después de varios años de guerra con España. A pesar de ello, España todavía poseía colonias importantes en el mar Caribe, tales como Puerto Rico o Cuba, y las autoridades mexicanas temían que éstas sirvieran como base a expediciones de reconquista.
El gobierno de México inició el proyecto de expulsar a los españoles de Cuba y para este fin comenzó a formar la flota necesaria. El nuevo gobierno mexicano esperaba ganar las batallas sin contar con los recursos necesarios para ello. Una escuadra compuesta de tres bergantines, el Hermon, el Bravo y el Guerrero, fue confiada al comodoro estadounidense David Porter con la misión de hostigar las líneas enemigas de comunicación en la región, lo que, a falta de forzar a los españoles a dejar Cuba, permitiría por lo menos ser informado sobre sus intenciones y posiblemente hostigar, e incluso impedir, sus tentativas de reconquista.
La batalla[editar · editar código]
Al principio del año 1828, la pequeña escuadra mexicana invade las aguas españolas, comenzando a patrullar las aguas cubanas hostilizando a los mercantes españoles, tomando presas y dispersando convoyes. Los mexicanos utilizaban bergantines, dado que eran buques muy rápidos y en consecuencia excelentes para actividades corsarias, puesto que su gran velocidad les permitía alcanzar a toda clase de tráfico mercante y escapar de navíos y fragatas.
En una de esas acciones, el 10 de febrero, el bergantín Guerrero comandado por el capitán David Henry Porter, sobrino menor del comodoro David Porter, percibe a la altura de Mariel varias embarcaciones españolas de comercio, escoltadas por el bergantín Marte y la goleta Amelia. El Guerrero pasa al ataque y fuerza la huida de los barcos españoles hacia La Habana. Las autoridades españolas fueron avisadas en seguida de la agresión mexicana y reaccionando con gran celeridad, envían a la fragata Lealtad armada con cincuenta y cuatro cañones. A las 5 de la tarde, la Lealtad intercepta al buque mexicano a la altura de Mariel, el cual, sorprendido, intenta huir hacia Cayo Hueso, pero la fragata española resultó ser más rápida y lo alcanza en la madrugada del día 11. Al verse atrapado, el capitán mexicano consulta con la tripulación y deciden enfrentarse a la fragata española. El combate comenzó a las seis de la mañana y tuvo una duración de dos horas y media, pereciendo por una bala rasa de cañón el capitán Porter, cuando ya el consejo de oficiales del barco, conformado por Carlos E. Hawkins y Alejandro Thompson, además de los dos hijos de David Porter, David Dixon Porter y Thomasse Porter, habían tomado la determinación de rendirse ante las fuerzas españolas por haberse agotado el parque mexicano.
Esta es quizá la primera derrota naval mexicana y no será hasta el año de 1841 cuando nuevamente pierda frente al gobierno yucateco y el texano en la llamada Batalla de Campeche.
Consecuencias[editar · editar código]
Los españoles confiscaron la embarcación vencida y la llevaron a La Habana. Tras su reparación, la integraron en su flota, bajo el nuevo nombre de El Cautivo.[1] A pesar de esta derrota, la escuadra mexicana continuó con sus operaciones de hostigamiento en aguas españolas, logrando el Bravo 13 capturas más y el Hermon, que era comandado por el teniente Charles E. Hawkins, cuatro capturas, siendo una de ellas el bergantín Amelia, todas ellas integradas a Veracruz.
Referencias[editar · editar código]
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Batalla de Mariel - Wikipedia, la enciclopedia libre
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Re: Hay “otro” bicentenario
12 PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LAS INDEPENDENCIAS HISPANOAMERICANAS
Hace dos siglos, en la primavera de 1810, se establecieron en la América española las juntas autonomistas que pusieron en marcha el proceso emancipador hispanoamericano.
...
En Caracas, el 19 de abril, poderosos hacendados y comerciantes depusieron al guipuzcoano Vicente de Emparan, capitán general de Venezuela: fue un modélico golpe de Estado de los privilegiados criollos americanos. Las repercusiones de aquella sustitución de la legítima autoridad superaron todas las expectativas de sus protagonistas, que en algunos casos no vivieron lo suficiente para contemplarlas.
Así, el procedimiento fue emulado durante los meses siguientes en Buenos Aires (22 de mayo), Bogotá (20 de julio), Santiago de Chile (18 de septiembre) y Quito (25 de septiembre), y extendió hacia todas las regiones del imperio español los efectos de la crisis comenzada dos años antes en la metrópoli peninsular.
Casi quince años después, el 9 de diciembre de 1824, se enfrentó en Ayacucho, en el actual Perú, un ejército leal a la Monarquía española formado por más de nueve mil soldados (de ellos sólo 500 peninsulares) contra otro patriota de partidarios de la emancipación de casi seis mil, que resultó ganador de la cruenta batalla. Los realistas tuvieron 1.600 muertos; los patriotas, solamente 300. Fue el final de las guerras de independencia en la América continental.
Ambas fechas, 1810 y 1824, marcan el principio y el final del Bicentenario que en muchos países americanos, también en España, debe promover análisis históricos serios, superar mentiras interesadas y ponderar de manera inteligente (con visión de futuro) una convivencia de tres siglos, entre cuyos frutos deslumbrantes destaca la comunidad de hablantes de nuestro idioma español, la segunda lengua global.
Los aportes de las últimas dos décadas a cargo de historiadores de ambas orillas del Atlántico han mostrado un panorama cuya complejidad era desconocida. Contamos con una historia renovada. Entre las cuestiones sometidas a revisión, destacan las siguientes:
1-Los españoles, malos y avariciosos, tenían oprimidos a los americanos y por eso se produjo la independencia.
Esta es la expresión formularia del mito decimonónico republicano, y no se corresponde con ninguna realidad histórica. El imperio español tuvo un fuerte componente negociador y de consenso; por eso duró tres siglos. Las deudas históricas no existen. La historia no se cambia con leyes. Lo que procede es estudiarla para entender su complejidad e iluminar las opciones de libertad.
2 - A los americanos no les permitieron ejercer cargos públicos en el imperio español.
Es falso que no sirvieran oficios de relevancia. El más importante virrey de México en el siglo XVIII, conde de Revillagigedo, era cubano, y el neogranadino nacido en Medellín Francisco Antonio Zea dirigió el Real Jardín Botánico madrileño desde 1805. Burocracia, ejército y Real Armada contaban con naturales del Nuevo Mundo en posiciones y jerarquías diversas, en igualdad con los peninsulares, entre los cuales vascos y catalanes también eran muy abundantes.
3 - Existían grandes ejércitos que tuvieron oprimidos a los americanos hasta 1810, cuando al fin se pudieron liberar.
No es cierto. El imperio español fue un imperio de ciudades, muy burocrático y con un fuerte sentido de la justicia y la ley. Hasta 1763 sólo en áreas de ataques piráticos o estratégicas (Cartagena, Chile, Veracruz, La Habana) había militares profesionales, artilleros e ingenieros. Después de la grave derrota ante los británicos en la Guerra de los Siete Años se produjo un incremento de la planta militar, que no sobrepasó nunca unos veinte mil hombres, complementados por milicianos americanos, entre los que destacaron por su lealtad y capacidad mulatos y negros libres (no esclavos).
4- En la América española mandaba la Inquisición y no había educación, ilustración e imprentas.
El mito del oscurantismo colonial es otra falsedad. El Santo Oficio, que no tuvo jurisdicción sobre indígenas, era residual en 1800 y las ciudades se habían llenado de bibliotecas públicas, teatros, alamedas y jardines. México era la ciudad más rica del hemisferio occidental y una de las grandes urbes del mundo. Existía censura, pero el empeño por leer y escribir apenas se veía afectado. Entonces, como ahora, prohibir un libro era la manera de consagrarlo.
5 - La invasión francesa no afectó a los americanos, sólo a España.
En absoluto, pues allí se consideraba a Napoleón un dictador ateo y un aventurero peligroso. Existía una nación española «de ambos hemisferios», como proclamó en 1812 la Constitución de Cádiz. Tras el 2 de mayo madrileño llegaron desde América grandes cantidades de dinero en metálico y donativos que sirvieron para resistir al invasor. En el ejército español sirvieron oficiales y soldados americanos tan importantes como el argentino San Martín, que tuvo una importante actuación en Bailén, o los chilenos hermanos Carreras.
6 - ¿Por qué se establecieron juntas autonomistas en 1810?
En abril de aquel año terrible se esperaba como irremediable la caída de Cádiz en manos de Napoleón, que al cabo nunca se produjo. Para protegerse de esa eventualidad los españoles americanos establecieron sus propias juntas de gobierno. No estaban dispuestos a ser parte de Francia y que los subyugara Napoleón, ni a que hubiera una revolución de negros y mulatos como la de Haití. Por eso organizaron juntas «en nombre de los derechos de Fernando VII, cautivo en Bayona».
7- La Constitución de Cádiz representó una oportunidad perdida.
De manera muy relativa. La elección de diputados americanos puso en marcha grandes procesos electorales y democráticos, en los que participaron por primera vez en la historia del mundo todos los grupos sociales y étnicos, de derecho y de hecho. En su estela el imperio español se transformó en naciones de ciudadanos.
8 - ¿Fueron los indígenas partidarios de la emancipación?
No. Se mantuvieron casi en su totalidad fieles a la Corona española, que protegía por las Leyes de Indias sus tierras comunales. Los araucanos de Chile habían llegado a proponer en 1813 «formar para la defensa del Rey una muralla de guerreros en cuyos fuertes pechos se embotarían las armas de los revolucionarios». A partir de 1820, las tropas de Bolívar encontraron la mayor resistencia entre los nativos del sur de Colombia y Ecuador.
9 - ¿Fueron negros, pardos y esclavos partidarios de la independencia?
Excelentes oficiales y soldados, fue la oferta de libertad a los esclavos y el reconocimiento de méritos y pensiones lo que motivó que estuvieran del lado de la Corona española o de los patriotas americanos, según los casos.
10 - ¿Participaron en las guerras de emancipación las mujeres?
Por supuesto. Coronelas patriotas como la boliviana Juana Azurduy, la prócer colombiana Policarpa Salavarrieta o la hermana mayor de Bolívar y partidaria del Rey de España hasta el final de sus días María Antonia estuvieron presentes en sitios, guerrillas y combates políticos.
11- ¿Fueron los próceres inventores del nefasto caudillismo?
Algunos, en efecto, sucumbieron a las tentaciones del poder personal (Bolívar fue acusado de ello al final de su vida); otros, como San Martín, se exiliaron para que no se ejerciera violencia alguna en su nombre. Pero el caudillismo no es un mal hispánico: la historia europea está llena de dictadores.
12 - ¿Qué perdura de aquellos tres siglos de vida común?
De los imperios quedan idioma, religión, gastronomía y ciertos estilos de vida en común. Lo que permanece es una nación cultural española y americana, de cuya transformación en sociedades de conocimiento, más democráticas y justas, depende nuestro futuro. Este comienza, a no dudarlo, por una nueva Historia de América y de España.
Por Manuel Lucena Giraldo,
historiador e investigador científico del CSIC
Fuente:
https://es-es.facebook.com/SomosHijosDeEspana
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Re: Hay “otro” bicentenario
Banderas Olvidadas, Julio Albi de la Cuesta
3 de Diciembre de 2012 | Autor: Tasos
EL EJÉRCITO REALISTA EN AMÉRICA
“Cuando empezaron los movimientos emancipadores, si el dominio español hubiese dependido exclusivamente de las tropas peninsulares, se habría derrumbado en unos pocos meses, debido al retraso con que estas empezaron a llegar y su relativa escasez, para la extensión del teatro de operaciones. No fue así porque miles de americanos, de tambor a general, por muy diversas razones, combatieron bajo las banderas realistas contra sus propios compatriotas para defender la causa de Fernando VII.” (pág. 388)
No sé si será una exageración, puesto que no se cumplen ciertas condiciones, pero casi me atrevería a calificar de “clásica” la obra que hoy traemos a colación: Banderas olvidadas. Han transcurrido veintidós años desde que vio la luz allá por 1990 y, por aquel entonces, se trataba de un mirlo blanco pues poco o nada se había escrito de manera tan objetiva sobre los ejércitos realistas, sin contaminaciones del caduco nacionalismo romántico del siglo XIX que impregnó hasta los años sesenta de la vigésima centuria las investigaciones históricas de ambas orillas atlánticas.
Por lo tanto esta obra fue fruto de las nuevas corrientes historiográficas y de los enriquecedores enfoques que sobre el asunto emancipador comenzaron a surgir en el mundo hispano a partir de los años setenta del siglo XX. Que no quepa duda de que en Banderas olvidadas se estudia, se expone y se describe “el esfuerzo militar realista para hacer frente a los movimientos emancipadores de la América española a principios del siglo XIX”, y no otras cuestiones de tipo político, económico o social, como se nos muestra de una manera bastante exhaustiva y nada erudita a lo largo de más de 400 páginas. Y esto a pesar de que en la Introducción el señor Albi sostiene que sólo se propone “hacer una modesta obra de divulgación”.
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Batallón de Inf. Ligera “Partidarios”, Ejército Nacional del Alto Perú (1816), soldado. Fuente: Los Realistas (1810-1826) de Luqui Lagleyze y como dibujante Manzano Lahoz, en Quirón Ediciones, 1998.
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Regimiento de Inf. “de Fernando VII” (antiguo “Fijo de Buenos Aires”) 1813, fusilero. Fuente: Los Realistas (1810-1826) de Luqui Lagleyze y como dibujante Manzano Lahoz, en Quirón Ediciones, 1998.
Tres afirmaciones se pueden extraer de la lectura atenta del libro:
a) La Emancipación Americana no se desarrolló como una mera guerra de descolonización, tuvo mucho de guerra civil.
b) Los Ejércitos Realistas se compusieron aproximadamente de un 80% de americanos en el Ejército regular y de casi un 100% de americanos en las Milicias.
c) La lucha en la América hispana no era siempre a la europea, tenía mucho de irregular y guerrillera; en algunos frentes era guerra sin cuartel como en la Península contra el francés.
Este contundente libro consta de dieciséis capítulos. En los dos primeros se nos describe y distingue El Ejército de España de El Ejército de América (o de Ultramar); luego vienen Los primeros embates (1809-1811), donde a amén de los primeros choques armados se explica la génesis del improvisado Ejército Realista cuyos principales pilares son los Regimientos y Batallones Fijos (que son regulares y veteranos) del Ejército de América.
El IV capítulo se titula La reacción española (1812-1813): en la Guerra de Independencia Española se comienzan a volver las tornas y ya se pueden mandar algunas unidades de refuerzo. Los dos epígrafes que siguen, 1814. Triunfos realistas y 1815. Grandes esperanzas (llega la Expedición Nº 17, la de Pablo Morillo con más de 12.000 hombres) nos trazan el fracaso de las Patrias Bobas o Viejas (las primeras Repúblicas).
En 1816. La guerra interminable se ve que los éxitos realistas no acaban de fraguar. Y en 1817. La pérdida de la iniciativa realista: Chacabuco se apunta como empiezan a torcerse las cosas para los fernandinos. En el Capítulo IX, 1818. Maipú, San Martín rubrica “el cambio de signo de la Guerras de Emancipación“, comenzado el año anterior. Luego llega 1819. Boyacá, o la consolidación bolivariana.
Que los títulos no lleven a engaño, no son monográficos que se ciñan a esos encabezamientos. Albi de la Cuesta recorre en cada capítulo el continente hispanoamericano año a año y de Norte a Sur, pasando por los principales teatros de operaciones (Nueva España, Venezuela, Nueva Granada y Quito, Perú y Alto Perú, Chile y, por último, Virreinato del Río del Plata o Provincias Unidas del Río de la Plata) e incidiendo en todas las casuísticas y circunstancias militares dignas de mención.
El subtítulo 1820. Solos revela el efímero triunfo liberal de Rafael del Riego en España y el corte definitivo en el envío de tropas metropolitanas al Nuevo Mundo. En el Capítulo XII, El Ejército realista, se hace una pausa para presentar “el estado militar” del mismo y explicar los méritos y los deméritos, los vicios y las virtudes de las diversas fuerzas realistas, a saber: la infantería respondía por lo general bastante bien, la caballería era más bien floja; las unidades inicialmente “europeas” daban solidez al conjunto pero las americanas eran imprescindibles y óptimas en sus regiones de origen. Sin embargo, por esas fechas las tropas realistas manifestaban evidentes signos de agotamiento físico y moral ya que llevaban muchos años de guerra sin pausa y encima “las tesis independentistas” cada vez calaban más.
Con 1921. Carabobo, el principio del fin se percibe a las claras, entre otros hechos, como la tenacidad de Bolívar acarrea sus frutos. A continuación viene otro sonoro fracaso realista gracias a la destreza de Sucre: 1822. Pichincha. El año siguiente está lleno de luces y sombras bélicas, pues pese a “la cascada” de derrotas se da una increíble recuperación en el bastión realista del Perú: 1823. Reveses y triunfos realistas. No obstante se trata de un espejismo puesto que enseguida se recibe la puntilla, gracias, entre otras razones, a la traición del general absolutista Olañeta, como leeremos en el Capítulo XVI: 1824. Junín y Ayacucho. Paso de vencedores.
Este sólido ensayo concluye con un Epílogo y una Conclusión. Y de remate dos prácticos Apéndices: uno enumera Los Cuerpos realistas, otro presenta Las Unidades peninsulares y sus bajas. Y como guinda una densa Bibliografía de siete páginas. Falla la obra en que carece de una cartografía general aunque se ilustran con insuficiencia algunas batallas significativas con mapas en b/n.
Y del autor con sólo indicar esto será suficiente: Julio Albi de la Cuesta, Diplomático y respetado Historiador.
El libro: brillante e imprescindible para el tema, pero descatalogado; bien merecería una reedición.
DATOS DEL LIBRO
- Nº de páginas: 416 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editoral: EDICIONES CULTURA HISPANICA
- ISBN: 9788472325470
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Llanero e indio flechero de las fuerzas de Boves . Fuente: La División Infernal de José Semprún y como dibujante J. E. Aron, en Ediciones Falcata Ibérica, 2002.
Fuente:
Banderas Olvidadas, Julio Albi de la Cuesta
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Re: Hay “otro” bicentenario
Genial documentación amigo Mexispano. Mil gracias.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Ordóñez
Genial documentación amigo Mexispano. Mil gracias.
De nada señor, aquí estamos para aportar y aprender.
Todavía tengo algunos datos por ahí (sobre todo en lo referente a México) que nos ayudarán a entender muchas cosas.
Saludos
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Re: Hay “otro” bicentenario
C. L. A. M. O. R.: San Martín, el liberal
Durante la primera visita que hice a San Martín, muchas personas provenientes de Lima subieron a su buque para discutir en privado el estado de sus asuntos, cambiando completamente luego sus ideas y sentimientos; y no vi nada luego en su conducta que pudiese echar un manto de duda sobre la sinceridad con la que había hablado antes. El conflicto en Perú, nos dijo, no podía ser calificado ordinariamente como una guerra de conquista y gloria, sino enteramente como una guerra de opinión; era la guerra de los principios novedosos y liberales contra el prejuicio, el fanatismo y la tiranía.
Parte del capitán Basil Hall de la Armada Real Británica, recopilado y publicado posteriormente como Extracts from a journal written on the coasts of Chili, Peru, and Mexico, in the years 1820, 1821, 1822 (Londres: Hurst, Robinson, and Co., 1826).
El autor de estas notas, Basil Hall (1788-1844), era el segundo hijo de James Hall, 4ºbaronet Hall de Dunglass (entonces Haddingtonshire, hoy East Lothian, Escocia). Sirvió como oficial de la Armada Real Británica durante las Guerras Napoleónicas, con epicentro en la Península Ibérica, y, posteriormente, fue enviado en viajes de exploración e inteligencia a América, África y Asia. En 1823, a su regreso a Gran Bretaña, se retiró de la Armada. Publicó extractos de sus partes en forma de libros de exploración, colaboró con la Enciclopedia Británica y, por todo ello, la Real Sociedad lo aceptó como miembro.
http://upload.wikimedia.org/wikipedi..._Per%C3%BA.jpg |
"San Martín proclama la Independencia del Perú en 1821" (1904),
óleo fruto de la imaginación del pintor Juan Osvaldo Lepiani (1864-1933),
que se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú (Pueblo Libre, Lima). |
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Re: Hay “otro” bicentenario
Louis-Michel Aury
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Louis-Michel Aury (París, Francia, 1788? - isla de San Andrés (Colombia), agosto de 1821), fue un marino de origen francés que sirvió a varios movimientos independentistas americanos durante las Guerras de Independencia Hispanoamericana. Sirvió como corsario en el mar Caribe a los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada, México y la Gran Colombia.
Entre sus acciones más recordadas se encuentra la toma de la isla de Amelia, en la costa norte de la Florida, junto a Gregor MacGregor, Lino de Clemente, Agustín Codazzi, Pedro Gual y otros patriotas venezolanos.
Luego de tomar control de la península declararon la independencia de La Florida y la proclamaron como república, pero fueron expulsados pocos días después por una expedición hispano-estadounidense.
Índice
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Biografía[editar · editar código]
Aury nació en París probablemente en 1788. Sirvió a la Marina francesa, pero a partir de 1802 se dedicó por su cuenta a sus propias embarcaciones. Para 1810 tenía dinero suficiente para tener su propia nave. Con todo el potencial que había reunido, decidió que apoyaría a las colonias hispánicas de América a combatir a España y en 1813 parte para Carolina del Norte con su propio barco y con autorizaciones venezolanas de atacar cualquier nave española.
Campañas contra España[editar · editar código]
Fue nombrado entonces por los patriotas como "Comisionado de la Marina de la Nueva Granada" (Colombia) y en 1815 con altos gastos evacuó cientos de personas de la sitiada ciudad de Cartagena de Indias hacia Haití. Luis Aury se dirige a Los Cayos de San Luis en Haití, para encontrarse con Simón Bolívar, donde fue protagonista de un altercado con el Libertador, al apoyar a Mariano Montilla junto a otros oficiales que se oponían a la designación de Bolívar como Jefe Supremo de la Expedición que se organizaba para invadir a Venezuela. Esta situación le traería con el Libertador una cierta enemistad hasta su muerte. A pesar de que intentó acercarse posteriormente a Bolívar, no fue posible una plena reconciliación, sin embargo apoyó siempre sus campañas militares.
Posteriormente aceptó una comisión de la naciente República de México como gobernador civil y militar de Texas y así estableció una base privada en Galveston en septiembre de 1816.
Sin embargo, cuando Aury estaba transportando a Francisco Xavier Mina y sus hombres hacia México, el pirata negrero Jean Lafitte tomó control de la base de Galveston. A su regreso a Texas, Aury intentó establecer otra base en la Bahía de Matagorda, pero tiene que dejar a Texas en 1817 para asistir al escocés Gregor MacGregor quien se hacía llamar "Brigadier general de las Provincias Unidas de la Nueva Granada y Venezuela y General en jefe de los ejércitos de las dos Floridas" que cumpliendo órdenes de Bolívar había tomado la Isla de Amelia en la costa de la Florida. MacGregor abandonó la misión en noviembre, pero Aury permaneció proclamando la isla como una república independiente, sin embargo, el ejército de los Estados Unidos expulsó a Aury en diciembre de 1817.
El 4 de julio de 1818 capturó la Isla de Providencia en el Archipiélago de San Andrés, en el Caribe occidental y bajo autoridad neogranadina comienza allí una base económica exitosa basada en el saqueo de embarcaciones españolas en el mar Caribe, mientras trataba de granjear mejores relaciones con Bolívar.
Intento de liberar América central[editar · editar código]
En 1820 la Capitanía General de Guatemala, la manera en que estaba organizada la colonia en América Central, seguía bajo control español y por lo tanto era una plaza fuerte de España contra los diferentes emancipaciones coloniales tanto de Norteamérica como de Suramérica. Para asegurar su independencia, la Gran Colombia lanzó una expedición combinada por tierra y mar en contra de los puertos de Omoa y Puerto Trujillo.
El 21 de abril de 1820 el vigía del faro de Puerto Trujillo anunció el acercamiento de una flotilla colombiana. El comandante del puerto, José M. Palomar, preparó inmediatamente las tropas para el ataque. A las dos de la tarde la flotilla envió un comisionado de paz solicitando a Palomar la rendición del puerto, pero fue rechazada. Al siguiente día Aury movió la flotilla hacia la boca del río Guaimoreto y comenzó a bombardear. Los ataques empezaron a las nueve de la mañana y terminaron a las dos de la tarde cuando la flotilla se alejó a alta mar, fuera de los alcances de los cañones. Una porción de la infantería intentó entrar al puerto por tierra, pero fue detectada y rechazada.
Durante la noche del 24 de abril las embarcaciones colombianas se perdieron de vista. El día 25 la flotilla reapareció en el puerto de Omoa y por varios días intentó desembarcar. La expedición de Aury no tuvo éxito y dejó el área el 6 de mayo. En esta batalla Aury fue identificado como miembro del ejército colombiano por su filiación a la causa de Bolívar. Sin llegar a ganarse la confianza de Bolívar cayó accidentalmente de su caballo en 1821 y murió, aunque fuentes no confirmadas dicen que fue a vivir a Cuba en donde murió en 1845.
Fuente:
Louis-Michel Aury - Wikipedia, la enciclopedia libre
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Re: Hay “otro” bicentenario
Video interesante, aunque faltaron más militares realistas. Como dice uno de los comentarios, no aparece el brigadier Felix Maria Calleja (uno de los más feroces contrainsurgentes) por ejemplo.
https://www.youtube.com/watch?v=xR5Ig0btIaE
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Re: Hay “otro” bicentenario
UN BICENTENARIO POSTIZO Y FANTASMAGÓRICO
Aunque en realidad no sean 200 años sino algunos menos, desde hace casi dos siglos, a raíz de las secesiones americanas, la gran mayoría de los “españoles” no han podido serlo. La hispanidad polític...a, a un lado y al otro del Atlántico, entró en un letargo del que no ha despertado aún.
Al echar la vista atrás sobre la Historia patria no se trata sólo de valorar correctamente los hechos, de comprender qué fuerzas y con qué sentido operaron en un momento dado, o de discernir las consecuencias que se siguieron de un determinado tumbo de nuestro devenir. Se trata también, y quizás sobre todo, de comprender mejor nuestro presente y de conocer si de ese pasado, interpretado adecuadamente, se extraen lecciones para nuestra actuación hoy.
Ya han comenzado los fastos subvencionados para festejar artificialmente un bicentenario (1810-2010) fantasmagórico. Celebración postiza, como casi todo en nuestra política de los dos últimos siglos, pues a pesar de la machacona y machacante insistencia oficial durante estas dos centurias, no existe ningún tipo de entusiasmo popular americano en torno a la llamada “emancipación” de España.
Bicentenario fantasmagórico, pues en 1810 nadie se independizó todavía y si algo se quiere festejar deberíamos hablar del 200º cumpleaños de las “máscaras de Fernando VII”, con las sombras de duda que sobre la honradez de sus protagonistas siguen sin disiparse.
A ambos lados del océano Atlántico hemos sido incapaces de ofrecer una explicación veraz y popular, compartida, de aquellos terribles sucesos que en realidad fueron guerras civiles entre españoles y que no desembocaron como se dice en ninguna emancipación (pues de yugo extranjero puede empezar a hablarse después de la independencia y hasta hoy, sin solución de continuidad), sino de la destrucción de la comunidad política hispánica.
A partir de entonces el nombre de España se reservó para la porción “europea” de la hispanidad, pero esa continuidad nominal no oculta que el proceso consumado en 1825 supuso un parteaguas en cuanto a la vieja concepción y autoconciencia española. Muchos hitos previos prepararon aquella crisis, pero hasta entonces, y si se quiere hasta la muerte del infame Fernando VII, rey tan legítimo como malo, España era una cosa y después, otra muy diferente. Diferente por problemática y también por artificial, con una artificialidad simétrica a la de las nuevas “naciones” americanas.
Conviene, pues, reflexionar sobre aspectos deliberadamente olvidados durante estos dos últimos siglos al hablar de aquel trauma, español por hispanoamericano. Y que conste que hasta los piadosos intentos de Maeztu o de Vizcarra no llegaron a levantar el velo de la purulenta herida. Guardaron un reverencial silencio sobre los aspectos netamente políticos que estaban en juego, se replegaron sobre una hispanidad cultural y religiosa, que balsámicamente dejaba intacta la cuestión candente.
Es necesaria una todavía más radical “Defensa de la Hispanidad”: de la hispanidad política, de la doctrina política católica e históricamente española y eso no será posible reflexionando sobre una inexistente e hipostatizada “esencia de España”, al modo regeneracionista y liberal, sino volviendo los ojos a “la piedra de la que hemos sido tallados”, fuera de la cual no será posible regeneración ninguna para esta comunidad política (ahora virtual) que se llama España.
José Antonio Ullate Fabo
(Publicado en El Brigante)
Archivo adjunto 6547
Fuente:
https://es-es.facebook.com/SomosHijosDeEspana
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Re: Hay “otro” bicentenario
El historiador español publica Elegía criolla
La independencia es efecto de las guerras, no la causa, concluye Tomás Pérez Vejo
Periódico La Jornada
Domingo 13 de junio de 2010, p. a10
Entender las guerras de independencia en América Latina como una lucha entre buenos y malos puede resultar gratificante, pero está muy lejos de ser la verdad. Lo cierto es que se trató de procesos complejos, que nos han sido contados de manera romántica para fortalecer mitos de identidad nacional.
Tal es la conclusión a la que llega el politólogo e historiador español Tomás Pérez Vejo, quien a través del libro Elegía criolla (Tusquets Editores) busca hacer una reinterpretación crítica de las diversas luchas independentistas en Hispanoamérica.
Lo que descubrí fue aquello que las guerras no fueron, y a partir de ahí formulé una hipótesis sobre lo que sí fueron. En primer lugar, no se trató de luchas de liberación nacional, porque las naciones latinoamericanas en ese momento no existían. La independencia no fue la causa de las guerras, sino su consecuencia, explicó el autor en entrevista con La Jornada.
Asimismo, se ha repetido hasta la saciedad que fue un conflicto entre españoles peninsulares y criollos nacionalistas acompañados de indígenas, mestizos y negros, pero eso tampoco es verdad. Es una sorpresa descubrir que ambos ejércitos estaban formados casi exclusivamente por americanos de todos los grupos raciales, señaló Pérez Vejo.
Por último, la independencia no fue una simple guerra entre pobres y ricos –ya que hubo miembros de ambas clases en los dos bandos enfrentados–, ni tampoco un choque entre liberales y absolutistas, puesto que muchos insurgentes también eran partidarios de ideas conservadoras.
Sí fue una guerra civil generalizada que no acabó en 1820, sino que se prolongó hasta mediados del siglo XIX, y en el que se enfrentaron dos proyectos: el del antiguo régimen, basado en el poder de la Iglesia católica, y el del Estado moderno, que ya no gobernaba en nombre de Dios, sino en el de las naciones recién surgidas.
Después de ello, cada país tuvo que inventar una historia mítica que le sirviera a sus elites para consolidar la identidad nacional, mediante la cual se presentara al Estado como una especie de ente natural que siempre había estado ahí desde el inicio de los tiempos, aunque eso no fuera verdad.
Con estos antecedentes, consideró Pérez Vejo, es muy difícil sostener el discurso de la unidad latinoamericana, puesto que los intereses de los países de la región son muy diferentes entre sí, aunque tengan elementos culturales e históricos en común, entre ellos el idioma.
El sueño de construir una sola nación latinoamericana, de México a la Patagonia, ha recorrido el continente como un fantasma, pero la realidad es que hay muchos obstáculos para lograrlo, y uno muy significativo es que cada país ha construido ya identidades nacionales muy fuertes, lo cual es difícil de cambiar, advirtió.
Para el autor, en vez de seguir reproduciendo una posición victimista de la historia, es necesario analizar cuáles son las verdaderas causas de los fracasos de los países de la región, en vez de repetir que la culpa la tienen los demás, la colonización española o el imperialismo estadunidense, por ejemplo.
Las celebraciones por el bicentenario de la Independencia en México pueden resultar incluso legítimas, pero el deber de los historiadores, aclaró el autor, es tratar de entender qué fue lo ocurrido en aquella época.
Habría que poner a la historia al servicio de los ciudadanos y hacerla bastante más crítica. Es mejor entrar en conflictos poco gratificantes, que seguir creyendo en cuentos de buenos y malos. Nuestro trabajo no es juzgar, sino comprender.
Fuente:
La Jornada: La independencia es efecto de las guerras, no la causa, concluye Tomás Pérez Vejo
La Independencia fue una guerra civil: Tomás Pérez
Sábado 22 de enero de 2011
Juan José Arreola | El Universal
19:35
La Guerra de Independencia de México, reconocida por la historia oficial, fue en realidad una guerra civil, ya que buscaba la soberanía política del territorio de la Nueva España y no una independencia nacional, argumenta Tomás Pérez Vejo en su obra "Elegía Criolla Una reinterpretación de las guerras de independencia hispanoamericanas".
Durante la presentación del libro, realizada en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Tomás Pérez, autor del libro, aseguró que lo que ocurrió en 1821 fue "que una antigua unidad administrativa, que era el Virreinato de la Nueva España, declaró su soberanía política con una continuidad absoluta que buscaba el mantenimiento estrictamente de los mismos funcionarios".
El libro fue presentado ante la comunidad universitaria de Querétaro por su autor Tomás Pérez, quien detalló que de acuerdo a sus investigaciones, dicha guerra civil "se enmarcó en el contexto de múltiples conflictos bélicos, de la misma naturaleza que sucedieron en el continente americano los cuales pretendían la soberanía política de los territorios que componían a la monarquía católica, incluida la península ibérica, y no independencias nacionales.
Todo esto a raíz de la Abdicación de Bayona en 1808, en la que el rey católico Carlos IV entregó la corona del Reino de España a Napoleón Bonaparte, y no a su hijo Fernando VII, y finalmente, el gobernante francés la cedió a su hermano José Bonaparte, ocasionando una sensación de vació en los territorios de la Monarquía Católica.
Pronunciado por Agustín de Iturbide en 1821, el Plan de Iguala establecía la formación de una monarquía encabezada por Fernando VII, lo que demuestra que los territorios del reino español sólo concebían la soberanía nacional heredada y que sus intereses eran los de la corona.
Por eso mismo es que de este movimiento social se puede decir que la población criolla hizo, ganó y perdió la guerra.
"La ganaron porque lograron establecer gobiernos en distintos puntos de la monarquía, pero la perdieron porque en su proceso de construcción nacional no se atreven a reivindicar su condición de criollos".
"Por lo tanto, hablar de la Guerra de Independencia mexicana es absurdo, y sólo sirve para que los gobiernos celebren aniversarios y los historiadores demos conferencias sobre esos aniversarios. La construcción de la nación mexicana va a ser un larguísimo y complejo proceso que ocurrió durante el siglo XIX", señaló
el Doctor.
Tomás Pérez Vejo ha escrito otros libros sobre el tema, como "España en el debate público mexicano, 1836-1867. Aportaciones para una historia de la nación", publicado por el Colegio de México-Instituto Nacional de Antropología e Historia.
jlms/crs
Fuente:
El Universal - - La Indepenencia fue una guerra civil: Toms Prez
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Re: Hay “otro” bicentenario
Dos visiones liberales sobre la independencia de la América española.
Proclama de Francisco Xavier Mina en la que informa sobre sus antecedentes revolucionarios, sus ideas políticas y los propósitos de su expedición al desembarcar en el Nuevo Santander.
Soto la Marina, 25 de abril de 1817.
A LOS ESPAÑOLES Y AMERICANOS:
Al separarme de la asociación política por cuya prosperidad he trabajado desde mis tiernos años y adherirme a otra en disensión con ella para ayudarla, creo un deber mío exponer a aquellos a quienes toca los motivos que me han dictado esta resolución.
Yo me hallaba estudiando en la Universidad de Zaragoza cuando los desórdenes de la Corte de España y la ambición de Napoleón, redujeron a los españoles a ser la presa de una nación extraña o a sacrificarse a la defensa de sus derechos. Colocados entre la ignominia y la muerte, esta triste alternativa indicó su deber a todos aquellos en quienes la tiranía de los reinados pasados no había podido relajar enteramente el amor a la patria. Yo me sentí, como otros, animado de este santo fuego y me dedique a la destrucción del enemigo. Acompañe como voluntario los ejércitos de la derecha y del centro, y dispersos desgraciadamente, corrí al lugar de mi nacimiento, donde era más desconocido. Me reuní a doce hombres que me escogieron por su caudillo y en breve llegué a organizar en Navarra cuerpos respetables de voluntarios de que la Junta Central me nombró jefe.
Pasaré en silencio los trabajos y sacrificios míos y de mis compañeros de armas. Baste decir que peleamos como buenos patriotas. Yo fui hecho prisionero y entonces la división que mandaba tomó mi nombre por divisa y por mi sucesor a don Francisco Espoz, mi tío. El gobierno nacional que aprobó esta determinación, permitió también a mi do añadir a su nombre el de Mina; y todos saben cuál fue el patriotismo, cuánta la gloria con que se me distinguió aquella división bajo sus órdenes.
Al restablecerse en nuestro suelo la dignidad del hombre y nuestras antiguas leyes, creímos que Fernando VII, que había sido compañero nuestro y victima de la opresión, se apresuraría a reparar con los beneficios de su reinado las desdichadas que habían agobiado al Estado durante sus predecesores. Nada le debíamos. La generosidad nacional lo había librado de la tiranía domestica. La generosidad nacional lo había llamado gratuitamente al trono, de donde su debilidad y la mala administración de su padre lo habían derribado. Le habíamos perdonado las bajezas de que se había hecho reo en Aranjuez, en Bayona y en Valencey. Habíamos olvidado que, más atento a su propia seguridad que al honor nacional, correspondió a nuestros sacrificios con pretender enlazarse con la familia de nuestro agresor.
Confiábamos, no obstante, en que tendría siempre presente a que precio se le había repuesto al trono y en que, unido a sus libertadores, haría cicatrizar las profundas llagas de que por su causa se resentía aún la Nación.
La España, logrando reconquistarse a sí misma, es visto que reconquistó también al rey que se eligió. La mitad de la Nación había sido devorada por la guerra y la otra mitad estaba aún empapada en sangre enemiga y en Sangre española al restituirse Fernando al seno de sus protectores.
Las ruinas de que por todas partes estaba cubierto el camino debieron manifestarle sus deudas y las obligaciones en que estaba había los que lo habían salvado. ¿Podía creerse que el decreto dado en Valencia a 4 de mayo de 1814, fuese indicio del tratamiento que el ingrato preparaba a la nación entera? Las Cortes, esa antigua égida de la libertad española y a la que en nuestra orfandad debió la Nación su dignidad y honor, las Cortes, que acababan de triunfar de un enemigo colosal, se vieron disueltas en sus miembros huyendo en todas direcciones de la persecución de los aduladores y serviles.
Cadenas y presidios fueron la recompensa de los que tuvieron bastante firmeza para oponerse a la más escandalosa usurpación. La Constitución fue abolida y el mismo a quien España había rescatado con ríos de sangre y con inmensos sacrificios, la hizo recaer bajo la tiranía y el fanatismo de que la había sacado los españoles ilustrados.
Fuera ya de las prisiones francesas, corrí a Madrid a fin de contribuir con otros amigos de la libertad al sostén de los principios que habíamos jurado. Pero, ¡cual fue mi sorpresa al ver la reproducción de los antiguos desordenes! Los satélites del tirano solo se ocupaban en acabar de destruir la obra de tantos sudores.
Ya no se pensaba sino en consumar la subyugación de las provincias de ultramar, y el ministro don Manuel de Lardizábal, no conociendo los sentimientos de mi corazón me propuso el mando de una división contra México, como si la causa que defienden los americanos fuera distinta de la que exalto a la gloria del pueblo español; como si mis principios se asemejaran a los egoístas que para oprobio nuestro son enviados a desolar la América; como si fuera nulo el derecho que tiene el oprimido para resistir al opresor, y como si estuviese calculado para verdugo de un pueblo inocente quien lamenta las cadenas que abruman a sus conciudadanos.
En consecuencia, me iré a Navarra, y de concierto con mi tío, don Francisco Espoz, determine apoderarme de Pamplona para ofrecer allí un asilo a los héroes españoles, a los beneméritos de la patria que hayan sido proscritos o tratados como facinerosos. Por toda una noche fui dueño de la ciudad, y cuando mi do venia a reforzarme para contener en caso necesario a una parte de la guarnición de quien no fiábamos, uno de sus regimientos rehusó obedecerle.
Soldados valerosos que tantas veces habían triunfado por la independencia nacional, al tratar de su libertad se vieron atados con lazos vergonzosos por preocupaciones arraigadas y pro la ignorancia que aun no habían podido vencer. Frustrada así la empresa, me fue necesario refugiarme en países extranjeros con algunos de mis compañeros; y animado siempre del amor a la libertad, pensé defender su causa en donde mis esfuerzos fuesen sostenidos por la opinión y en donde pudiesen ser más benéficos a mi patria oprimida y más fatales a su tirano.
De las provincias de este lado del Océano saca los medios de su dominación; en ellas se combate por la libertad: así, desde el momento, la causa de los americanos fue la mía.
Solo el rey, los empleados y los monopolistas son los que se aprovechan de la sujeción de la América en perjuicio de los americanos. Ellos, pues, son sus unidos enemigos y los que quieren eternizar el eterno pupilaje en que los tienen, a fin de elevar su fortuna y la de sus descendientes sobre las ruinas de este infeliz pueblo.
Ellos dicen que la España no puede existir sin la América; y esto es cierto por España se entienden ellos, sus parientes, amigos y favoritos. Porque emancipada la América no habrá gracias exclusivas, ni ventas de gobiernos, de intendencias y demás empleos de Indias; porque abiertos los puertos americanos a las naciones extranjeras, el comercio pasara a una. clase mas numerosa e ilustrada; y porque libre la América, revivirá indubitablemente la industria española, sacrificada en el día a los intereses rastreros de unos pocos hombres.
Si bajo este punto de vista la emancipación de América es útil y conveniente a la mayoría del pueblo español, lo es mucho más por su tendencia infalible al establecimiento definitivo de gobiernos liberales en toda la extensión de la antigua monarquía. Sin echar por tierra en todas panes el coloso del despotismo sostenido por los fanáticos monopolistas y cortesanos, jamás podremos recuperar nuestra antigua dignidad.
Para esto es indispensable que todos los pueblos donde se habla el castellano, aprendan a ser libres y a conocer y hacer valer sus derechos. En el momento en que una sola sección de la América haya afianzado su independencia, podemos lisonjeamos de que los principios liberales tarde o temprano expenderán sus bendiciones a los demás países. Esta época terrible es la que los agentes y partidarios de la tiranía temen sin cesar. Ellos ven, en el exceso de su desesperación, desplomarse su imperio y quisieran sacrificarlo todo a su rabia impotente.
En tales circunstancias, consultad, españoles, lo pasado para sacar lecciones capaces de hacer arreglar vuestra conducta futura. La causa de los americanos es justa, es la causa de los hombres libres, es la de los españoles no degenerados. La patria no esta circunscrita al lugar en que hemos nacido, sino más propiamente al que pone a cubierto nuestros derechos individuales.
Vuestros opresores calculan que para restablecer su bárbara dominación sobre vosotros y sobre vuestros hijos, es preciso esclavizar el todo. Con razón temía el célebre Pitt esas consecuencias cuando justificaba a presencia del Parlamento británico la resistencia de los angloamericanos.
Nos aseguran que la América esta obstinada - decía el-, que está en manifiesta rebelión. Me glorío, señor, de que resista. Tres millones de habitantes que indiferentes a los impulsos de la libertad se sometieran voluntariamente, serían después los instrumentos mas adecuados para imponer cadenas a todo el resto.
Tales son los principios que me han decidido a separarme de la España y adherirme a la América a fin de cooperar a su emancipación. Si son rectos, ellos responderán satisfactoriamente de mi sinceridad. Por la causa de la libertad e independencia he empuñado las armas hasta ahora; solo en su defensa las tomare de aquí en adelante.
Mexicanos: permitidme participar de vuestras gloriosas tareas, aceptad los servicios que os ofrezco en favor de vuestra sublime empresa y contadme entre vuestros compatriotas. ¡Ojalà acierte yo a merecer este título, haciendo que vuestra libertad se enseñoree o sacrificándole mi propia existencia!
Entonces, en recompensa, decid a vuestros hijos: "Esta tierra fue dos veces inundada en sangre por españoles serviles, vasallos abyectos de un rey; pero hubo también españoles liberales y patriotas que sacrificaron su reposo y su vida por nuestro bien."
Soto la Marina, 25 de abril de 1817.
Xavier Mina. Cuartel General de Soto la Marina, a 26 de abril, 1817.
El Jefe del Estado Mayor, Noboa.
Fuentes:
De la crisis del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal. Gloria Villegas Moreno y Miguel Angel Porrúa Venero (Coordinadores) Margarita Moreno Bonett. Enciclopedia Parlamentaria de México, del Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura. México. Primera edición, 1997. Serie III. Documentos. Volumen I. Leyes y documentos constitutivos de la Nación mexicana. Tomo I. p. 198.
Independencia Nacional Tomo II. Morelos – Consumación. Coordinador: Tarsicio García Díaz. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Seminario de Independencia Nacional. Universidad Nacional Autónoma de México – Biblioteca Nacional – Hemeroteca Nacional. México, 2005. Páginas 243-247. Tomado de: Ernesto Lemoine. La revolución de Independencia, t. IV, pp. 423-425.
Fuente:
Proclama de Francisco Xavier Mina en la que informa sobre sus antecedentes revolucionarios, sus ideas políticas y los propósitos de su expedición al desembarcar en el Nuevo Santander.
Juan De Menor y Villalonga, liberal español
He perdido las esperanzas de liberar a mi amada España de la tiranía de una monarquía degenerada, cobarde, que ha entregado a su pueblo como una mercancía vil, ese gobierno degenerado agobia y asfixia también a nuestros hermanos americanos, es por eso que parto para México a contribuir a la noble causa de su libertad.
Nunca me llamen traidor los españoles, pues con esta causa libertaria contra un tronco podrido, como es esta monarquía pervertida. El lazo que nos une con América no es sólo cultural, es de sangre y al procurar la libertad de ese pueblo hermano estoy procurando la libertad de la sangre española que hay en América.
Procurar la libertad de los americanos de esa nauseabunda forma de gobierno es liberarlos de esa infelicidad de la que somos víctimas en la Península. Liberar a América es liberar a España.
Fuente:
https://www.facebook.com/BardosDeMex...ocation=stream
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Re: Hay “otro” bicentenario
Una opinión contraria, que es muy similar a la que tenía el cubano Jose María Heredia y que ya he expuesto.
Agustín Urrutia 1813
En todos estos años de servicio a la Corona nunca había visto disturbios de tal magnitud en estas tierras, hermanos matándose entre sí, curas arengando contra la Corona, españoles nacidos en América queriendo gobernar ellos mismos las tierras donde nacieron, del bando realista y del bando rebelde los dirigentes son criollos, muy pocos peninsulares de ambos lados y los indios sirven de carne de cañón de ambos lados.
Aunque pareciera que los indios defienden más ferozmente al bando leal a España y los blancos luchan con todas sus fuerzas por lo que ellos llaman malamente independencia, eso es una vulgar secesión. Es una guerra de españoles contra españoles. El Imperio forjado a base fuego y corazón se está desmoronando, espero de todo corazón morir en los campos de batalla antes de ver atomizado al más glorioso imperio que ha visto la faz de la tierra, el imperio que llevó la cultura cristiana y europea a todos los rincones del mundo.
Llevamos la cruz de Cristo y la civilización al mundo. No sé en que momento estos hermanos y paisanos míos dejaron de sentir amor por su patria española que está unida en Europa y toda la América por la religión, la cultura, pero sobre todo la sangre, en nuestra sangre está la gloria, esa sangre que ha conquistado el mundo.
Escribo estas líneas desde mi natal poblado de Cuautitlan en el reino de Méjico. Por ser criollo soy español, por ser criollo soy americano.
Fuente:
https://www.facebook.com/BardosDeMex...ocation=stream
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Re: Hay “otro” bicentenario
Las guerras de la independencia en el arte
Transcribimos a continuación un artículo aparecido en la bitácora de arte bélico Espacio Cusachs. Sirva como introducción al fenómeno del arte como forma de propaganda en la forja artificial de esa entelequia que son las nacionalidades sudamericanas.
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VIERNES 26 DE AGOSTO DE 2011
Sudamérica en guerra
Este año ha dado comienzo el inicio de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas, acontecimiento que, pese a su importancia y en esta España sumergida en plena crisis económica, de momento no se le está dando la relevancia con que se está siguiendo en toda América Latina.
Desde este espacio, y sin una mayor pretensión, me gustaría homenajear la memoria de todos aquellos americanos, españoles, realistas y patriotas que, peleando con valor y sacrificio por sus diferentes ideales, regaron con su sangre la fértil tierra americana, que en estas fechas –hace doscientos años- despertaba hacia su independencia.
Para ello, no se me ocurre mejor manera que hacer una pequeña recopilación de las diferentes representaciones artísticas –muy conocidas todas ellas- de las batallas que dieron como lugar a la emancipación de la América española, y de paso reivindicar el olvido de sus protagonistas: españoles y americanos, blancos, negros o pardos, indios o mestizos. Olvidados por los que, de sus mismas clases, lograron derrotarles en los campos de batalla, y después pasaron de inmediato a la tarea de su propia construcción nacional. Olvidados también por la metrópolis a causa de la lejanía de sus esfuerzos, por los avatares y convulsiones políticas que se vivían en Europa, y también, porque fueron los derrotados.
En lo meramente artístico, cabe reseñar que tras la Independencia, cada nación debía reinventarse, no sólo políticamente, sino también en su identidad y en la comunidad imaginaria que era necesario construir. El papel de las artes, así como de la literatura, fue entonces fundamental, aún más si se considera que las estructuras políticas, en general, no lograban generar un sentido de identidad nacional.
Es por ello que casi todas las pinturas en referencia a los combates que propiciaron dicha Independencia, contienen mucho de idealización simbólica para glorificar las batallas de emancipación y crear un sentido a la vez nacionalista y centrado en ideales europeos.
Artistas como los venezolanos Antonio Herrera Toro y Martín Tovar y Tovar, los chilenos Pedro Subercaseux y Pedro León Carmona o el argentino Julio Fernández Villanueva, estudiaron Bellas Artes en Roma o en París, para una vez de regreso a sus respectivas tierras, poder, con sus pinturas de escenas de la Independencia, ayudar a crear el sentimiento patrio que los jóvenes países americanos necesitaban.
PUBLICADO POR LMESTEBAN EN 17:35
Fuentes:
C. L. A. M. O. R.: Las guerras de la independencia en el arte
Espacio Cusachs: Sudamérica en guerra
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Re: Hay “otro” bicentenario
Desde Monclova, 290 hombres abortaron lucha de Hidalgo
Para los historiadores, la captura de los jefes insurgentes por parte de un grupo de monclovenses no debe ser motivo de vergüenza… así es la historia, dicen
En la Plaza Aldama, frente al Museo Coahuila y Texas, en donde estuvo encarcelado, se construye un monumento en honor a Miguel Hidalgo.
Por: Gloria Jaramillo
Monclova, Coah.- La ruta hacia el norte de los insurgentes -con Miguel Hidalgo a la cabeza- fue frenada en Coahuila por una poderosa familia asentada en Monclova que desde esta ciudad articuló la emboscada a cargo de 290 hombres que tuvo como resultado la aprehensión de los líderes y unos 900 hombres, quienes en calidad de prisioneros fueron trasladados al Centro de Coahuila y encerrados en diferentes cárceles, algunas improvisadas.
Para la población de Monclova, compuesta en aquel entonces por unos 3 mil habitantes, fue todo un acontecimiento la presencia de los insurgentes encarcelados en varios puntos del Centro Histórico; para muchos, principalmente para la clase acaudalada, esos hombres –ahora considerados héroes- no eran más que meros revoltosos que arrasaban con comida, dinero y hasta con mujeres.
Fue la familia Sánchez Navarro, poseedora de un latifundio de 356 mil hectáreas, la que convocó a una reunión, que tuvo lugar en el edificio de la parroquia Santiago Apóstol para planear la emboscada que tuvo como resultado la aprehensión de Miguel Hidalgo, los cabecillas del movimiento independentista y 900 de los 4 mil hombres que formaban el Ejército Insurgente.
Con una profunda influencia política y económica gracias a su riqueza, los Sánchez Navarro tuvieron de su parte a sus deudores, a quienes trabajaban o mantenían algún otro vínculo que los comprometió a someter a los revolucionarios, liderados por el cura Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez y Mariano Abasolo.
Fue entonces una hazaña ejecutada por sólo 290 hombres de esta región, entre ellos algunos indios comanches, quienes conocedores del terreno y con un plan bien estudiado lograron contener la trayectoria de los independentistas sin necesidad de tantas bajas, pues los insurgentes se rindieron ante la emboscada que tuvo lugar en Acatita de Baján, el 21 de marzo de 1811; el 22 de marzo el contingente arriba a Monclova.
Miguel Hidalgo fue enviado a Chihuahua junto con Allende, Aldama y Jiménez; los tres últimos fueron pasados por las armas en la plazuela de la ciudad el 26 de junio; más tarde sus cuerpos fueron decapitados y sus cabezas enjauladas. Hidalgo fue ejecutado el 30 de julio de 1811, luego de ser expulsado del estado clerical y de pasar por un proceso judicial.
Juan Blackaller, cronista de Monclova, y Lucas Martínez, director del Archivo General del Estado, descartan que este capítulo de la historia de México sea vergonzante para esta región.
“No podemos considerar vergonzosos los hechos de la historia, la historia es única e irrepetible, de hecho esos 290 hombres que aprehendieron a los 900 fueron condecorados por ese hecho, y por eso mismo se nombró generalísima a la Virgen de Zapopan y se le dio el título de ciudad a Monclova”, señala Blackaller.
Por el mismo hecho, los hombres que aprehendieron a Hidalgo y a los insurgentes se les permitió usar en la manga de su saco o en el cuello de su camisa una leyenda que decía “Vencedores de Baján”, porque era un motivo de orgullo en esas condiciones.
Así son las situaciones de la historia. La historia se escribe de acuerdo a las circunstancias. Y además esos hombres se la jugaron porque ellos estaban convencidos de que los insurgentes eran un peligro para sus familias y para su patrimonio, acota.
Pero 10 años después, en 1821, cuando se declara la Independencia de México se les quitó la denominación de héroes y se convirtieron en traidores.
DE REVOLTOSOS A HEROES
“México tenía 300 años de vivir bajo el dominio español, ¿cuántas generaciones había allí?, entonces los otros eran revolucionarios, querían cambiar el orden de las cosas”, señala Blackaller, “no es fácil que se acepte, pero además ya se sabía en otras partes se habían dedicado al pillaje, los que estaban para el lado del Imperio de Fernando VII lo magnificaban en comentarios, ¿qué nos va a pasar si llegan éstos?”.
Lucas Martínez coincide: “Yo no creo que sea vergonzoso, el vecino de Monclova que era gente tranquila, sencilla, artesana, que a lo mejor hacía monturas, herrería, y como vecino le dijeron: ‘Oye, alístate el caballo y la carabina porque vamos a ir a agarrar a esta gente’, entonces él prestó el servicio como vecino, claro, los que mandaban estaban arriba y ellos no sabía que entre esos hombres venía el padre de la patria, porque en esos momentos nadie es héroe. Fue una acción sobre hombres que en su momento trastocaron el orden”.
Y agrega: “Era un grupo de revoltosos que hablaban de Independencia, pero la gente lo que ve es lo inmediato, claro, años después con la consumación de la Independencia se le da una enorme dimensión a los hombres que incluso dieron la vida en un primer movimiento armado”.
De 1821 en delante, el nuevo régimen político necesita héroes, y ya no va a ser Juan Diego ni los virreyes, van a ser aquellos que encabezaron el movimiento de Independencia. Por eso viene todo ese movimiento de ponerle el nombre de los héroes a los pueblos: Hidalgo, Coahuila; Abasolo, Coahuila; incluso Saltillo se llamó un tiempo Leona Vicario, explica el Director del Archivo General del Estado.
La forma en que se logró interrumpir el recorrido de 4 mil hombres con los hoy héroes independentistas a la cabeza pone en entredicho la organización militar del Ejército Insurgente, la avanzada, la retaguardia, ya no la estrategia militar sino los conocimientos más elementales, expresa a su vez Blackaller.
Fue propiamente una emboscada la que hizo perder a los revolucionarios en Acatita de Baján, donde eran esperados por los 290 hombres, quienes les ofrecían agua y en cuanto daban vuelta en la Loma del Prendimiento eran tomados prisioneros y atados con los lazos que los contrainsurgentes llevaban consigo.
“El resto de estos 4 mil hombres huyeron, no se enfrentaron, sólo dispararon dos tiros”, dice el cronista de Monclova, “ahí los tomaban prisioneros, los amarraban y el que sigue, era gente acostumbrada a luchar contra los indios”.
Hace dos siglos Monclova tenía graves problemas de comunicación, el pueblo más cercano que es Saltillo o Monterrey le queda a 200 kilómetros y para llegar eran necesarios dos días en caballo.
La vida en esta ciudad era muy metódica, la cercanía de los insurgentes presenta grandes interrogantes: es un Ejército de 4 mil para una población que apenas llega a 3 mil, si llegan a Monclova se van a comer lo de todos. Hay qué pensar cómo se vivía en aquellos años: no hay reservas, lo que se va cosechando, el marranito, el chivo, lo que se va matando se tenía qué compartir incluso con los vecinos porque no había forma de conservarlo, más que en carne seca, entonces la gente piensa en el peligro que enfrenta su familia; el otro problema son las mujeres, vienen 4 mil hombres, ¿qué va a pasar en Monclova?
HOMBRES, NO SEMIDIOSES: BLACKALLER
En la ciudad también hubo simpatizantes de la insurgencia aunque eran los menos, como el cura José Francisco Montemayor, quien inclusive redacta una carta avisando a los insurgentes que se prepara una emboscada. La misiva es interceptada. Ya capturados, los jefes del movimiento reciben comida de almas caritativas o convencidas de los ideales independentistas en las cárceles provisionales.
Pero muchos otros están convencidos de que la causa de la Independencia no debía de existir y entonces se reclutan con los Sánchez Navarro y con el coronel Elizondo al mando, subrayando que ningún movimiento de esa naturaleza podría hacerse sin la ayuda y el visto bueno de esta poderosa familia.
Entonces Coahuila tenía un Gobernador insurgente, Don Pedro Aranda, quien fue traicionado incluso por su guardia y aprehendido antes del arribo del Ejército Insurgente.
Desde el punto de vista miliar, el pequeño grupo que enfrenta a la insurgencia tiene mucho reconocimiento, porque son 290 hombres los que van a enfrentar a los revolucionarios en Baján, menciona Blackaller.
“Los historiadores se quejan de que los pobrecitos insurgentes venían sin agua y entonces con engaños los hacen caer, pero creo que es la única manera en que tenían posibilidades de triunfo los conjurados en Monclova, porque eran 290 y los otros eran 4 mil y además traían artillería”, apunta el cronista de la ciudad, quien considera que no todos los insurgentes traían las convicciones firmes, pues buena parte de ellos se dedicaban incluso al pillaje.
En este tenor, Blackaller destaca la necesidad de entender a nuestros héroes y no verlos tanto como a esos semidioses que nos presenta la historia oficial, sino como hombres y como mujeres que aman, que odian, que se equivocan.
“Cuando uno estudia un poquito de historia los héroes se hacen mucho más interesantes cuando los ve uno como seres humanos, cuando son descubiertos, desmitificados, dentro de la condición humana”, dice.
ASESINADOS EN EL PANTEON
Tras la captura en Baján, los jefes del movimiento fueron puestos en el Hospital Real, hoy Museo Coahuila y Texas; hay otras versiones que indican que algunos jefes fueron distribuidos en diferentes locales: uno se llamaba La Guardia, que era una prisión militar en las ahora calles Zaragoza y Carranza; otra era una capilla castrense que se conocía con el nombre de La Purísima, entre la presidencia municipal y calle De la Fuente.
Hay versiones que señalan que fueron asesinados 320 insurgentes en el panteón que estaba donde hoy es la escuela Club de Leones No. 1, a espaldas del Museo Coahuila y Texas. Pero no sólo ahí, hay datos claros de que en contraesquina del Museo se fusiló a Ignacio Aldama, y en esa misma parte al fraile Juan Salazar, quien acompañó a Aldama. Hay narraciones de que los presos insurgentes se asomaban para ver cuando estaban fusilando a alguien.
Cinco días después de su arribo, el 26 de marzo de 1811, salieron los principales jefes insurgentes hacia el Sur, rumbo a La Laguna, para de ahí subir a Chihuahua.
“Iban a pagar con su vida las ansias y sus sueños de libertad o quizá mejor a pagar con su vida nuestra libertad, la que ahora todavía disfrutamos”, considera Blackaller.
NOTICIAS DEL LEVANTAMIENTO
Cuando se inicia el movimiento de Independencia el estado se llamaba Provincia de Coahuila, que se funda en el siglo XVII. Era una región apartada, inhóspita, pero aún en sus pequeños pueblos muy retirados de las grandes poblaciones del Centro del País, la gente estaba muy enterada de lo que estaba sucediendo, expresa Lucas Martínez.
Prueba de ello es el canónigo Sánchez Navarro, de los personajes emblemáticos que hubo, que por medio de correspondencia, de las gacetas, del periódico de la época, de viajeros, de familiares que van o que vienen, algún negocio a Guadalajara, a San Luis, a Durango, se van enterando de todo. Sobre todo la gente principal estaba informada de lo que ocurría, agrega el Director del Archivo General de Coahuila.
“En la Feria de Saltillo los coahuilenses se enteran del levantamiento armado, pues viene cantidad de gente a vender cosas de otros estados”, afirma.
Explica que la primera noticia de la Independencia se dio en respuesta a al cobro de impuestos y una serie de fuertes medidas de recaudación. Eso provocó malestar entre comerciantes, criollos acomodados, peninsulares que invertían acá dinero en minas, entonces se fue acrecentando un sentimiento de malestar respecto a las decisiones de la Corona.
En 1808 Napoleón invade España, es la gota que derrama el vaso, entra en crisis la monarquía española, se quiebra como expresión de poder político y eso repercute en sus posesiones americanas en la Nueva España.
Entonces es una crisis que no tiene retorno y que la van a aprovechar Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, esta gente que hoy tiene un papel importante en la historia del país y que en su momento tuvieron la visión de empujar una mayor autonomía e incuso ir más allá: pedir la Independencia de México.
“En esa época la mayoría de la gente no sabía leer o escribir, aún así se platican, estaban al tanto de las noticias y se corría la idea de que cómo estaba la invasión en España, también eran franceses los que recorrían México”, indica.
INSURGENTES IBAN A COMPRAR ARMAS
El camino del norte lleva a los insurgentes a comprar armas, la frontera no era como hoy Piedras Negras-Eagle Pass, era muy arriba, cerca de La Luisiana. La idea era subir para comprar con el oro y la plata que llevaban las armas necesarias y luego retornar hacia el centro del país y continuar la lucha.
En esta región, el sentir frente a la insurgencia era una mezcla de entre temor y rechazo, comparte Lucas Martínez.
“Tú no ves acá manifestaciones de apoyo abiertas, salvo pequeños momentos, tú no vas a encontrar que la gente jura la Independencia, que levantan y firman actas, esto además hay qué relacionarlo con otro fenómeno de la época, una sola familia que en la Provincia tiene toda el dinero y toda la tierra, que son el Cura de Monclova (José Miguel Sánchez Navarro) y su extensa parentela”, dice.
El cura sin duda sabía de qué se trataba el movimiento, pero evidentemente primero cuidó el patrimonio. Era el hombre más rico de la Provincia. Allá en la Sacristía vieja de Monclova, que está sobre la calle Hidalgo, se reunieron para conspirar para ir a Baján y aprehender a los insurgentes. Los principales jefes que van a Baján tienen como característica común que le deben dinero o trabajo a Sánchez Navarro.
Acerca de las circunstancia que hacen que sea en esta región donde se interrumpe la trayectoria de los héroes independentista señala que primero es la elección misma que los mismos insurgentes hicieron
“Si fue o no así, de todas formas iban camino a una emboscada”, señala.
Y otra circunstancia es que van muy confiados pues saben que tienen un gobernador insurgente, que es don Pedro Aranda, que tiene control en Monclova, pero no se cuidan de tener noticias rápidas y frescas, pues cuatro días antes de su captura ya había sido aprendido Aranda por parte de los vecinos realistas.
“Hubo una reacción de las élites, no va a reaccionar la gente, la gente está preocupada por una gorda de maíz y un pedazo de piloncillo, son el cura, su familia y toda la red de funcionarios reales que son parientes del cura o les dio chamba o le deben mucho dinero, entonces cuando él te pide un favor no puedes decir que no. Elizondo, Tomás Flores, que son los cabecillas, son personas muy endeudadas con el cura”, señala.
LA INCOGNITA
Lucas Martínez apunta que es una incógnita el paradero de los restos de los insurgentes que murieron en Baján, como el capitán Arias, el hijo de Ignacio Allende, el teniente Indalecio Allende, asesinados en Cerritos de Baján.
En 1827, cuando viene el periodo de reivindicar a todos esos personajes que ya no eran malos, sino héroes, el Ayuntamiento de Monclova y el estado de Coahuila y Texas se ponen de acuerdo y mandan desenterrar esos restos de Baján y se los traen a la parroquia de Monclova, y los unen con los restos de los que estaban ahí, que eran los de Ignacio Aldama y del Padre Juan Fray Salazar.
Los restos son colocados en una caja con terciopelo rojo y cada año, cuando era día de la Independencia, había la costumbre de que el Ayuntamiento fuera a misa a la parroquia.
En 1857, cuando se aplicaron las leyes de reforma, el obispo de Monterrey, don Francisco de Paula, estaba muy enojado porque le estaban quitando todos los bienes de la Iglesia, él tenía mucho dinero. Llegó enojado a la parroquia de Monclova y preguntó el contenido de esa caja con forro de terciopelo rojo.
“Su ilustrísima, le respondieron, son los restos de los insurgentes, que el Día de la Independencia pues se ponen en un altar y se les hace honor”. el Obispo molesto les pide que les den cristiana sepultura; es el motivo por el cual se desconoce hasta la fecha dónde quedaron los restos de los Insurgentes.
Fuente:
Desde Monclova, 290 hombres abortaron lucha de Hidalgo - Infonor
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Re: Hay “otro” bicentenario
Me llena de tristeza esta gran pérdida. Tuve el honor de poder charlar con él por teléfono años ha. Sufrió las críticas de las mismas ratas de siempre, las pretenciosas vacas sagradas que creen que la historia es su cortijo. En fin, ellos quedarán como los ridículos de siempre, mientras él quedará como pionero de una verdadera memoria histórica hispanoamérica.
Descanse en paz, doctor.
Ha muerto Luis Corsi Otálora | Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II
Ha muerto Luis Corsi Otálora
http://consejofelipesegundo.files.wo...ng?w=321&h=300El ingeniero, economista
, historiador y escritor
Luis Corsi Otálora ha fallecido en la ciudad
boyacense deSantiago
de Tunja, que le vio nacer en 1931, el pasado 16 de diciembre. Tras completar
los estudios
de ingeniería, Corsi
se trasladó a París, donde en 1964 se doctoró en Economía con una tesis que años después sería publicada con el títuloAutarquía y desarrollo. El rechazo de la expropiación a las naciones
proletarias (1966).
El rechazo del liberalismo, en su versión económica esta vez, aparece –pues– desde el inicio como una de sus preocupaciones centrales, que dará lugar a otros libros tales como Losgrandes problemas
del mundo
a la luz de la doctrina social de la Iglesia Católica (1977) y Capitalismo y democracia: las dos dimensiones de un mismo engaño (1981), si bien en éstos se hace patente
un cuadro más amplio en el que las doctrinas económicas se insertan en coordinadas sociales y políticas que también rechaza. Ya en sede estrictamente política, se le deben también obras como De la democracia al partido único (1969), así como de su vivencia de las secuelas locales
del «mayo francés» (de 1968) nacieron también un puñado de textos, sobre todo
sufamoso Crisis
universitaria y poder político
(1971), pero también algunas novelas como Los estandartes rotos (1972) y La batalla olvidada (1974). En momentos en que la justa batalla anticomunista llevó a muchos a ceder equivocadamente en el frente contra el liberalismo y la democracia, Corsi no cejó en denunciar con pasión ese doble error. La única concesión a la modernidad, muy de su generación, y en particular en la América hispana, fue la sentimental y superficial al fascismo, que veía –románticamente– como una encarnación histórica contemporánea de la secular resistencia antiliberal. Se equivocaba. Porque la insanable raíz de aquél, no sólo moderna sino aun izquierdista, separa la tradición católica del estatismo modernista e idealista
.
Capítulo
aparte merece su obra de caracterización histórica, presente ya desde su primer libro, Ensayo sobre el desarrollo histórico de Colombia
(1960), y en el que se insertan, además de Bolívar, el impacto del desarraigo (1983), Al rescate de la ciudad sumergida: una historia de Colombia a través de Santiago de Tunxa (1994), Los realistas criollos(1994), ¿Autoabastecimiento o apertura
? Las tres aperturas económicas en la historia de Colombia (1996), ¿Genocidio o integración cultural en las Indias hispánicas? (2004), ¡Viva el rei! Los negros en la independencia(2006) e Independencia hispano-americana: ¿espejismo trágico? (2009). En la misma –los títulos
apenas transcritos lo proclaman bien a las claras
– se somete a revisión el proceso de secesión producido en Hispanoamérica hace ahora dos siglos, con los resultados de destrucción y colonialismo (ahora sí, a diferencia del período hispánico) que nos ha sido dado conocer. A ese tema dedicó lo más granado de sus esfuerzos en los últimos veinte años. En particular, tras haber trabado amistad con el profesor Miguel Ayuso, quien conoció su obra por medio del historiador
rioplatense ya fallecido José Manuel González, publicó a partir de 2005 ediciones ampliadas de sus libros sobre Bolívar o los realistas criollos, así como el también citado de los negros en la independencia. Los acogió la casa Nueva Hispanidad, de nuestro amigo Félix Della Costa, con el patrocinio de la Fundación Elías de Tejada y del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II. Durante esos años algunas de sus publicaciones más netas vieron la luz
también en los Anales de la Fundación Elías de Tejada,Verbo o la recientemente creada Fuego y Raya. Algunos errores de detalle, que –terco en su timidez delicada– Corsi se negaba a reconocer, no empecen el valor de ese filón, que ha cultivado como nadie y que había de exasperar, claro está, al nacionalismo (y singularmente al argentino), que –según su costumbre– pretendió sepultarlo con chistes gruesos y bravuconadas. Ante los que don Luis Corsi se limitaba a sonreír.
Finalmente, otras de sus publicaciones ingresan derechamente en la apologética, principalmente en la que toca a las relaciones entre la fe y la ciencia. Así, podemos mencionar, entre otros, sus ¿Se equivocó Galileo?(1988) o La fábula del evolucionismo transformista de Darwin (2011).
En el año 2005, con motivo de la visita de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón a Colombia, le recibió en su casa de Tunja, organizando un almuerzo en su honor en el simpatiquísimo Club Boyacá, del que era miembro activo. Inmediatamente se abrió entre ellos una corriente de simpatía. Lo que, junto con los innumerables méritos de Luis Corsi en defensa de la tradición hispánica, le llevó al Duque de Aranjuez a hacerle miembro ordinario o de número del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II y a crearle caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita. En ese orden de cosas redactó Corsi, para el Congreso internacional celebrado en 2008 con motivo de los 175 años del Carlismo, un interesante capítulo titulado «El Carlismo desde América», donde claramente se incluye en la línea tradicionalista hispánica. Católico a machamartillo, defensor de la misa tradicional, no temió implicarse en causas públicas contra espectáculos blasfemos.
Profesor jubilado de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad Pedagógica y Politécnica de Tunja, era miembro de la Academia Boyacense de la Historia, a cuyo Anuario seguía contribuyendo regularmente. Requiescat in pace. Y reciban nuestras condolencias sus familiares, en particular sus hermanos, entre los que se hallan el senador Carlos y la historiadora del arte Lucía.
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
ACM
Una verdadera pena causa el fallecimiento del insigne Hispanista Don Luis Corsi Otálora.
En estos momento de dolor acompañamos a su familia y rezamos por su alma.
Que el Buen Dios lo guarde junto a los Bienaventurados por haber dado el Buen Combate y conservado la Fe.
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Re: Hay “otro” bicentenario
C. L. A. M. O. R.: El Jujuy fiel
(Recibido por correo
electrónico de un lector de este bloc de notas
que demuestra que no todo fue "Éxodo".)
La fidelidad de Jujuy a la Madre Patria
aún después de la Revolución de Mayo es evidente por medio
de un reducido vecindario que no había formado parte del "Éxodo Jujeño", desde el Cabildo ellos expresaban lo siguiente:
"Y siendo los primeros papeles que vemos de la Madre Patria después de dos años que hemos caresido de noticia
alguna de España que se conceptuaba perdida porlas noticias
que esparcía el Gobierno de Buenos Ayres (...) aún Existe la España".
Extraído del Acta Capitular de San Salvador
de Jujuy, 21 del mes de septiembre de 1812.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
juan vergara
ACM
Una verdadera pena causa el fallecimiento del insigne Hispanista Don Luis Corsi Otálora.
En estos momento de dolor acompañamos a su familia y rezamos por su alma.
Que el Buen Dios lo guarde junto a los Bienaventurados por haber dado el Buen Combate y conservado la Fe.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Agenda de Reflexion » Nº 422 - La última misión del Libertador: albacea testamentario del banquero
Nº 422 - La última misión del Libertador: albacea testamentario del banquero
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http://www.agendadereflexion.com.ar/...eReflexion.jpg
Por Armando Puente
Alejandro María Aguado nació en Sevilla el 28 de enero de 1785. Hijo del segundo
conde de Montelirios y de María Remírez de Estenoz, de ilustre y rica familia cubana, con vínculos en el Río de la Plata, los Bucarelli.
En 1799 ingresó como cadete en el regimiento de infantería Jaén, de donde pasó en junio de 1808 al batallón de Voluntarios de Sevilla nº 4, participando en las batallas de Tudela y Uclés contra las tropas napoleónicas.
Ocupada Sevilla por los franceses se alistó en las filas
del ejército de José I Bonaparte, siendo incorporado como edecán del Estado
Mayor del mariscal Soult. Como coronel del regimiento de Lanceros Españoles combatió en Albuera y fue nombrado comandante militar del Condado de Niebla. Cuando los franceses fueron derrotados por las
fuerzas coaligadas mandadas por Wellington, se exilió, rechazó el nombramiento de gobernador de Martinica y abandonó la carrera militar.
Casado con Carmen Victoria
Moreno
tuvo tres hijos, todos ellos nacidos en Francia y, con ayuda de sus familiares, creó en París varias empresas, desde la importación y venta de vinos, aceite y frutas hastaperfumes
. En 1821 inició sus primeras operaciones en la Bolsa
y se vinculó a los banqueros Fould y Pereire.
En 1824 se hizo cargo de la gestión en París del Empréstito Real, en momentos en que ningún banquero europeo quería asumir riesgos
con España, sumida en una catastrófica crisis económica. En 1828 y 1830 suscribió dos nuevos empréstitos con el rey Fernando VII y refinanció las deudas
que España tenía con el Reino Unido
, Francia y Holanda. Para entonces se había convertido en uno de los grandes banqueros de París y era considerado “el hombre más rico de Francia”.
Fue en 1829, en los meses que José de San Martín pasó en París, de vuelta a Europa de su frustrado regreso a Buenos Aires
, cuando el Libertador y el banquero iniciaron una relación que se convertiría en amistad íntima a partir de 1833. Aguado había cedido su Banco a la casa Ferrere-Lafitte y empezaba a dedicarse especialmente a promover importantes actividades culturales: financiar la Ópera de París, revistas y diarios y crear la más importante de las colecciones privadas de arte existentes en Francia. Su palacio de París y en el palacio Petit Bourg, ubicado a veinticinco kilómetros de la capital, se convirtieron en centro de reunión de artistas líricos y del ballet, compositores como Rossini y escritores como Balzac. José de San Martín compró una casa, Grand Bourg, situada junto al palacio de Petit Bourg, y otra en la calle Saint Georges, en la capital, a tres cuadras del palacio de Aguado, para estar cerca de su amigo el banquero sevillano. Es así como el Libertador conoció a los más famosos artistas y escritores de la época que se reunían en los salones de Aguado.
Su vocación de mecenas y coleccionista de arte
(reunió 320 obras de Velázquez, Murillo, Alonso Cano, Da Vinci, Rubens, Rembrand, Rafael
, etc.) no impidió a Aguado continuar sus actividades financieras y comerciales: empréstitos a Grecia, el Piamonte y los Estados Unidos, construcción del canal de Castilla, desecación de las marismas del Guadalquivir, explotación de las bodegas Chateau Margot y de minas de carbón en Asturias. En agradecimiento a las inversiones que realizaba en su patria, el rey le concedió el título de marqués de las Marismas del Guadalquivir.
En un viaje que realizó a Asturias para visitar sus minas e inaugurar una ruta de peaje, murió de un fulminante ataque de apoplejía en 1842.
El “hombre más rico
de Francia” había nombrado a su amigo
San Martín su albacea testamentario y tutor de sus hijos, haciéndolo además heredero de todas sus alhajas y condecoraciones personales. ElLibertador
se hizo cargo de la compleja misión de ejecutar el testamento y repartir la inmensa fortuna, vendiendo las minas y posesiones y la colección de obras de arte que eran la admiración de toda Europa, y que hoy se exponen en los mejores museos del mundo. San Martín estuvo más de tres años, hasta fines de 1845, ocupado en esa tarea como presidente del “consejo de familia” y tutor de los dos hijos menores del banquero.
Cumplida la voluntad de su amigo el general pudo descansar realizando un viaje a Italia. Continuó viviendo en París, en su casa de la calle Saint Georges
y pasando los fines de semana y vacaciones estivales en la casa de Grand Bourg hasta 1848, cuando un estallido revolucionario lo movió a trasladarse a Boulogne sur Mer, en el canal de La Mancha, donde murió.
http://www.agendadereflexion.com.ar/...eReflexion.jpg
Armando Rubén Puente [foto de 1970], periodista, investigador y escritor argentino radicado en Europa, publicó hace pocas semanas en Madrid la biografía “Alejandro Aguado, militar, banquero, mecenas”, 450 páginas, de donde surgen estas notas.
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
Aquí la historia de un héroe que ni fue tan héroe, según dice esta investigadora.
Aunque a decir verdad, no sé que tanto pueda afectar a la imagen del caudillo zacatecano, ya que la gran mayoría de mexicanos no saben ni quién es, jejeje :rolleyes:.
“Expandió el movimiento, pero no se dice que pidió indulto a los realistas”: Mariana Terán
Víctor Rosales, a quien se considera héroe patrio, “claudicó para salvar su pellejo”
“Nos hemos quedado con la estampita de los insurgentes; hay gran ignorancia de la guerra de Independencia”, lamenta la investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas
Alondra Flores
Periódico La Jornada
Domingo 19 de septiembre de 2010, p. 4
“Víctor Rosales claudicó para salvar su pellejo”, dice la historiadora Mariana Terán Fuentes sobre el insurgente zacatecano, quizás el menos conocido de los 14 héroes patrios que reposaban en la Columna de Independencia, y que fueron trasladados al Palacio Nacional. “Destacó por sus estrategias para expandir el movimiento rebelde, y porque ocupó la provincia de Zacatecas, pero no se dice la otra parte: que Calleja le otorgó el perdón.”
Rosales (Zacatecas, 1776) participó en la primera etapa del movimiento de insurgencia; fue un militar muy destacado activado por el propio Miguel Hidalgo. Su nombre no se entendería si no se une al de otros personajes del movimiento de Independencia, como Ignacio López Rayón, Rafael Iriarte y hasta Félix María Calleja, dice en entrevista la investigadora responsable del nivel de posgrado de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
“Hay muchos Rosales en la guerra, muchos cabecillas; también gran presencia de arrieros, carreteros, operarios de minas y mozos que participaron en la guerra, pero las investigaciones que se han hecho sobre la guerra no han abundado. Faltan investigaciones relacionadas con los procesos sociales y no tanto con los líderes. Nos hemos quedado con la estampita de los héroes; es una gran mutilación para interpretar el movimiento”, lamenta la historiadora.
En marzo de 1811, Ignacio López Rayón recupera la ciudad de Zacatecas; así, las fuerzas rebeldes toman por segunda ocasión el control de ese ayuntamiento, importante por su riqueza minera. Es entonces cuando Víctor Rosales se ocupa de reorganizar las tropas, preparar armamento y disciplinar al ejército que se componía principalmente de campesinos e indígenas mal preparados para la guerra.
Cuando Rayón parte hacia Michoacán encomienda a Rosales vigilar y quedarse al mando de Zacatecas, sabiendo que las fuerzas de Calleja se acercaban. Le pide que permanezca en la ciudad al cuidado de los caudales insurgentes y de buena parte de las tropas.
Frente a la iglesia parroquial de la ciudad, Rosales y Calleja se dan un abrazo frente a las tropas realistas, y el líder insurgente solicita el indulto amplio. “En ese momento claudicó para salvar su pellejo. Eso no va mucho con nuestro ideario de los insurgentes, algo que se tendrá que revalorar”, señala la investigadora.
“Hay una parte sicológica del miedo tanto en insurgentes como en realistas”, explica. Durante la conversación con la especialista el miedo es una palabra recurrente, por ejemplo en noviembre de 1810, poco antes de la primera toma de Zacatecas, las noticias del llamado Teatro de los Horrores de Guanajuato llegan muy rápido y la población temía que se reprodujeran actos de violencia en casas y comercios de europeos.
En la capital del país no se sabe mucho de Víctor Rosales. En el estado de donde era oriundo parece diferente, pues incluso el municipio de Calera, su cabecera, lleva el nombre del zacatecano. Pero según la historiadora, “si se pregunta por él, dirán que Víctor Rosales fue un gran insurgente, y hasta ahí llega el conocimiento. Hay gran ignorancia de nuestra guerra de Independencia”.
Ningún personaje es el clásico héroe, y ahora con los festejos del bicentenario se comprueba la visión maniquea de la guerra; por ejemplo: los realistas defendieron motivos comunes con los insurgentes, y ambos dieron pruebas de lealtad a la monarquía, pero habrá que revalorar ambos bandos. “Un asunto que cala hondamente en nuestro sentido patriótico es que en Zacatecas triunfaron los realistas, hubo muchas insurgencias, pero una sola contrainsurgencia. Nuestra ciudad es muestra de la capacidad intelectual, persuasiva y militar de Calleja”, agrega.
Según Terán Fuentes, quien prepara un libro sobre el movimiento de Independencia en Zacatecas, sobre este periodo se ha escrito más en tono de culto cívico y aún hay mucha información, sobre todo en los archivos locales, muy poco explorados, series completas de información que nadie mira.
Fuente:
La Jornada: Víctor Rosales, a quien se considera héroe patrio, claudicó para salvar su pellejo
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Re: Hay “otro” bicentenario
Este artículo proviene de una de las revistas más izquierdistas de México, pero de repente uno puede encontrar cosas interesantes.
La película “Morelos”, otra pifia del sexenio
Judith Amador Tello
11 de diciembre de 2012
Reportaje Especial
Especialista en la época independentista, Guadalupe Jiménez Codinach analiza minuciosamente los errores históricos de la película Morelos, de Antonio Serrano, a la cual le faltó una rigurosa investigación en aras de la dramatización, no obstante que se conoce a detalle al prócer, sus hechos y el entorno de la época. A tres semanas de su estreno, la cinta apenas recaudó poco más de un millón y medio de los 75 millones que costó.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En la semioscuridad de una sala de cine, en la cual se cuentan apenas siete asistentes, la historiadora Guadalupe Jiménez Codinach, especialista en el periodo de la Independencia de México, se arrellana en su butaca dispuesta a ver la película Morelos, la superproducción dirigida por Antonio Serrano cuyo costo alcanzó los 75 millones de pesos.
Afanosa, saca una libreta y en cuanto comienza la proyección, con una batalla posterior a 1813, inician sus apuntes que comparte en este texto con los lectores de Proceso. Por momentos asiente, pero las más de las veces suspira, mueve la cabeza con gesto de desaprobación y murmura con indignación: “¡Eso no ocurrió así!.. No es posible que si se tiene ya tanta información sobre ese periodo histórico no lo hayan podido recrear”.
Desde antes de su estreno, la cinta ya ocupaba las páginas de los medios impresos con críticas a la forma en la cual obtuvo el presupuesto para su realización, pues mientras los directores y productores deben competir para buscar los recursos del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine), Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine) y el Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción Cinematográfica Nacional (Eficine), a ésta se los asignó de manera directa Conaculta Cine.
Pero la inversión resultó una pifia, pues en tres semanas de exhibición, con 150 copias, la película apenas contó con la asistencia de 38 mil personas y no logró recuperar sino únicamente 1 millón 648 mil 968 pesos. Retirada del D.F., actualmente se proyecta en provincia.
Todos los recursos empleados en la realización de este gran proyecto, como locaciones, vestuario, cientos de extras (incluidos 70 miembros del Ejército mexicano, como lo dio a conocer este semanario en su edición 1881), además de un gran reparto encabezado por Dagoberto Gama (Morelos), con Raúl Méndez (Mariano Matamoros), Juan Ignacio Aranda (Hermenegildo Galeana), Gustavo Sánchez Parra, como Matías Carranco; José María Yazpik, como Ignacio López Ryón; y Stephanie Sigman, como Francisca Ortiz (esposa de Matías Carranco y amante de Morelos en la película), no bastaron para convencer al público.
Tampoco pasó la prueba de la historia. A decir de Jiménez Codinach, doctora en historia por la Universidad de Londres y autora del libro México su tiempo de nacer 1750-1821 y coautora con Ernesto de la Torre de La Gran Bretaña y la Independencia de México 1808-1821, no se representa la grandeza de Morelos. Al contrario, se centra en banalidades y hasta falsedades como su supuesta rivalidad con Carranco por el amor de Francisca Ortiz, con quien según la película tuvo una hija en plena guerra, lo cual jamás ocurrió.
Con 40 años investigando sobre temas de la Independencia, la especialista confiesa que José María Morelos y Pavón (1765-1815), es uno de sus personajes consentidos –“¿y cómo no?” se pregunta–: un hombre humilde con una infancia difícil, pues con su madre y su hermana María fue abandonado por su padre, quien se llevó a su hermano más pequeño, Nicolás. No obstante su abuelo, que fue maestro de escuela, le enseñó a leer, escribir y hacer cuentas. Luego se ordenaría sacerdote por vocación, no por necesidad –como lo sugiere la cinta–, y por sentir realmente respeto hacia la religión.
Jiménez Codinach detalla que la película inicia en una batalla de 1814, cuando un contingente de insurgentes trae un retrato de Morelos que rescata de manos de los realistas. Ella ubica que fue después del 14 de febrero de ese año en Tlacatepec, donde los realistas “se apoderaron del equipaje de Morelos, del Archivo de la Junta de Chilpancingo, y de partes de la imprenta”, entre otros objetos, entre ellos el cuadro.
Nada dice la película al respecto. Destaca el supuesto rescate del retrato por parte de los insurgentes, cuando en realidad fue enviado por Félix María Calleja a España el 30 de abril de 1814 junto con el uniforme de Morelos. El original es más pequeño que el de la cinta y fue realizado en vida del prócer, por lo cual, señala, el historiador de arte Justino Fernández lo consideró “uno de los mejores y más fieles retratos de Morelos”.
Fue pintado en Oaxaca por un artista anónimo conocido como “El Mixtequito” (c.1813). Actualmente se encuentra en exhibición en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, puesto que en 1910, al conmemorarse el primer centenario del inicio de la gesta independiente, España lo obsequió a México junto con la casaca de Morelos y su espada. Es falso por tanto, como muestra el filme, que su hijo Juan Nepomuceno se lo llevara en su viaje a Estados Unidos, a donde es enviado por el propio prócer.
Degradación
Más grave que esto, le parece a la historiadora que no se haya sabido expresar la hondura, profundidad y complejidad de quien se llamó a sí mismo Siervo de la Nación. No culpa al actor, que ni siquiera se le parece, asienta, sino al director y al guionista pues prefirieron poner acento en una relación sentimental (con imágenes eróticas y todo) que no fue real:
“Estas escenas de morbo –dice– fueron inventadas por escritores sin rigor ni fundamento alguno.”
El colmo es que “se trivializa y se degrada la lectura de los Sentimientos de la nación”. Una escena muestra a Morelos recostado con su amante, le habla del documento, le pregunta si quiere escucharlo y se lo lee. Ello le parece inconcebible, pues la noche anterior a la inauguración del Congreso de Chilpancingo, ocurrida el 14 de septiembre de 1813, el insurgente estaba con Andrés Quintana Roo, a quien sí leyó el famoso manifiesto. El propio político, esposo de Leona Vicario, relató a Guillermo Prieto lo sucedido aquella noche:
“Morelos le lee los Sentimientos de la nación, con sencillez, emoción y firmeza al joven Quintana Roo, quien se conmueve profundamente ante las palabras e ideas de Morelos.”
Más escenas –prosigue– fueron completamente distorsionadas, como cuando el generalísimo pierde su última batalla a las afueras de Valladolid (hoy Morelia) y su numeroso ejército es prácticamente desintegrado:
Comete el error de enviar a unos hombres a espiar a las fuerzas de Agustín de Iturbide, y éste se da cuenta que se han pintado la cara con carbón. Entonces manda a un grupo vestido de paisano, pintado igual, que se introduce a matar insurgentes a cuchilladas y balazos, creando tal confusión que los insurgentes terminan matándose entre sí.
En la historia real, “Ciriaco del Llano y Agustín de Iturbide, con un reducido grupo de realistas, se internan entre las lomas de Santa María al oscurecer. Los insurgentes los atacan, los realistas se salen y regresan a Valladolid y las fuerzas insurgentes se disparan durante la noche y se destrozan entre sí”. Pero Iturbide dista de ser el ser cruel, represor y torturador como muestra el largometraje, de hecho Hidalgo ejecutó a más inocentes que él en Valladolid y Guadalajara, precisa.
A decir de la investigadora, la película es maniquea, “de buenos y malos. Son malos los realistas, los jefes de las tropas del rey son crueles, sanguinarios y cobardes en general, y no fue así. Por ejemplo, el realista Pedro Antonio Vélez, defensor del Fuerte de San Diego, cumplió con su deber con entereza ‘digna de encomio’, según el biógrafo de Morelos, el historiador Ernesto Lemoine”.
Además, no se respeta la cronología, se inventan escenas como una masacre de dominicos en Oaxaca. A un personaje como Ignacio López Rayón se le presenta como “resentido, envidioso, timorato, cuando él y Morelos fueron herederos de Hidalgo, y si bien tuvieron diferencias, siempre se comunicaban y consultaban, nunca llegaron al rompimiento”.
En una parte se ve a los diputados del Congreso Insurgente discutir la redacción de la Constitución de Apatzingán de 1814, “pero la película no retrata fielmente las penalidades, sacrificios, persecuciones y enfermedades que sufrieron para poder terminar el decreto Constitucional, una hazaña increíble dadas las circunstancias”.
Peor aún, se menciona la palabra “república” cuando, precisa la especialista, ni Morelos ni los legisladores de Apatzingán llamaron así a la Nueva España. Fue “un cubano, marino y diputado de las Cortes en Cádiz por Santo Domingo, José Álvarez de Toledo, quien le llamó ‘República Mexicana’ en 1815”.
Y para aclarar sobre la propuesta presentada por Felipe Calderón en sus últimos días de gobierno, de llamar al país simplemente México y no Estados Unidos Mexicanos, indica que Álvarez de Toledo sugirió también al Congreso insurgente en Puruarán, en una carta del 10 de febrero de 1815, usar el nombre de “Estados Unidos de México”. Quiso vender la idea de que así serían tratados por Estados Unidos de América como iguales, pero Morelos no aceptó ese nombre. En el libro Pliegos de la diplomacia insurgente, compila Jiménez Cordinach, junto con Teresa Franco, los documentos del diputado.
La película optó por hablar de Morelos a partir de la derrota y apenas menciona el heroico sitio de Cuautla, cuando la capacidad como estratega del general pudo ser uno de sus temas centrales.
En suma, dice, Jiménez Codinach “se desperdició una magnífica oportunidad de realizar una película digna de la figura de José María Morelos. En vez de enfocarse en lo más importante de su vida, de su pensamiento, de su obra, se escogió lo banal, lo morboso y además falso.
“El espectador no comprende mejor ni a Morelos ni a su época, menos lo sucedido en la guerra de Independencia porque la película es confusa, no explica, es caótica y no está basada en una investigación seria. ¿Por qué el director no se asesoró de historiadores expertos en Morelos como el doctor Carlos Herrejón, en los investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, de la UNAM, de El Colegio de Michoacán, que conocen a fondo la época y la importancia de Morelos y su obra?”.
Es verdad, finaliza, que los héroes son de carne y hueso y que se debe humanizarlos, pero “no de esa manera… Para ellos humanizarlos significa degradarles, hacerlos libidinosos, morbosos y no es justo”.
Cuando la película termina, la historiadora se espera para ver los créditos y saber quién ayudó a escribir el guión (del propio Serrano y Leo Mendoza). Se dice que “con apoyo de Imcine (Instituto Mexicano de Cinematografía)”, y pasa rápidamente una leyenda para aclarar que muchas son “situaciones ficticias”. No deja de lamentarlo:
“Estamos pagando con dinero del pueblo cosas equivocadas.”
Fuente:
La película “Morelos”, otra pifia del sexenio
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Re: Hay “otro” bicentenario
:)
Reportaje /Derrumbe del oropel óseo
Revela el INAH los estudios a los restos que yacían en el Ángel de la Independencia
En 2010, el país honró a huesos de venados y próceres patrios por igual
En la urna de Matamoros hay una mujer, y donde se cree que están los de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos hay niños, mujeres y ciervos
En los informes que entregó el instituto se señala que el objetivo de la investigación, realizar un inventario detallado, se cumplió
En el sentido de las manecillas del reloj, los restos de Leona Vicario, limpieza del cráneo de Aldama, huesos en la urna-libro y la caja de Mina
Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
Lunes 14 de enero de 2013, p. 7
En solemne y lustrosa ceremonia, ante un público embelesado y políticos orgullosos del espectáculo que regalaban al pueblo, los huesos de los héroes que nos dieron Patria pasearon por las calles de la ciudad de México durante 2010, en ostentosos desfiles conmemorativos del bicentenario de la Independencia.
Los vítores a Morelos e Hidalgo, los próceres más populares, tienen un fervor que estremece, apuntaron las crónicas de entonces. Cualquiera que se atreviera a cuestionar la autenticidad de los ilustres esqueletos se topaba de inmediato con las declaraciones oficiales: No hay duda, se trata de los restos de Juan Aldama, Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José María Morelos, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales. Y nadie más.
Hoy, al hacerse públicos los estudios que realizaron especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), después de que esa información estuvo reservada dos años, la certeza que con tanto ahínco difundió el gobierno de Felipe Calderón pierde su oropel.
En la urna atribuida a Mariano Matamoros hay una mujer, y el héroe; en la de Leona Vicario se encontraron huesos de otra más, que presumen sea su hija; en la caja que se creía ocupada sólo por Mina hay evidencias de siete individuos más, y donde se pensaba que están restos de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos hay además niños, mujeres y venados.
Al analizar la revoltura de huesos fétidos, llenos de hongos, a punto de convertirse en polvo, resguardados en las diez urnas que se sacaron de las criptas del Ángel de la Independencia, los investigadores se dedicaron a hacer un minucioso inventario que incluyó la descripción de los restos de hombres jóvenes no asociados a los de los héroes; de niños, de otras mujeres y de animales.
Los estudios de antropología física, realizados por José Antonio Pompa y Padilla, Jorge Arturo Talavera González y Nancy Geloven Alfaro, fueron obtenidos hace unos días por La Jornada por conducto del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai). En ellos se destaca que dentro de la urna negra de madera en cuya placa de metal se lee General Insurgente Mariano Matamoros, Héroe de la Independencia Nacional en realidad se encuentran los restos óseos de un adulto de 40 a 45 años de sexo femenino. No presenta cráneo.
En la urna atribuida a Mina se encontraron más de 200 huesos, pertenecientes a varios individuos, señala el informe de María Luisa Mainou Cervantes, especialista de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.
En su investigación de casi 200 páginas, Pompa, Talavera y Geloven confirman y detallan que en esa caja recubierta con terciopelo verde se pudieron cuantificar elementos óseos de ocho personas, siendo posiblemente los que los textos refieren haber arribado a Santo Domingo en 1823: Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Morelos, Mina, Moreno y Rosales.
Lilia Rivero Weber, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, también asegura en su informe que durante el proceso efectuado por el área de Antropología Física, el estudio de fuentes históricas y fotografías documenta que esta urna no sólo contenía los restos de Javier Mina, y que formó parte, en conjunto con la urna-libro, como osario de huesos cortos y huesos largos de los cráneos de los caudillos colocados en la urna de cristal, conteniendo los restos óseos de los héroes Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama, Francisco Javier Mina y Allende, así como los restos antes no identificados de Pedro Moreno y Víctor Rosales.
En la mencionada urna-libro hay pedazos de esqueletos que también se presupone que pertenecen a Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos, por lo indicado en unas tarjetas que los acompañaban.
Esa caja contiene más de 250 huesos, la mayoría correspondientes a distintos adultos de sexo masculino, además de cinco restos óseos de niños (de entre 0 y 6 años) y cuatro pertenecientes a animales (venados).
En otra urna de madera, en forma de diamante y con herrajes de metal, cuya placa señala que pertenece a Guadalupe Victoria (quien murió a los 56 años de edad), hay huesos de un individuo adulto (45-50 años) de sexo masculino, de una estatura de 1.64 centímetros, la cual corresponde a las tallas medias de la época.
Ahí mismo, agregan los especialistas, hay además restos de una persona de entre 19 y 21 años, de sexo probablemente masculino, pero también de un individuo perinatal, de un individuo adulto sin especificar, dos vértebras dorsales de un adulto, tres vértebras lumbares de un adulto probablemente de sexo masculino, cinco vértebras lumbares de un adulto de sexo femenino, una vértebra dorsal con pigmento verde de un individuo adulto, y un astrágalo de animal (venado, hueso de la pata).
Entre los restos atribuidos a Leona Vicario (cuya estatura, según los análisis, era de 1.46 centímetros), se encontraron fragmentos de esqueleto que pueden corresponder a su hija Genoveva.
Dientes, cabello, documentos gráficos, restos de textiles, suelas de zapato, una botella de vino que contiene un documento oficial de traslado de la osamenta de Mariano Matamoros (aunque de él no se ofrecen más pistas) y un plato de hierro fueron otros de los objetos encontrados en las urnas.
Durante 2010 y 2011 diversos historiadores pusieron en duda la autenticidad de los llamados huesos patrios. La polémica giró no sólo en torno a la pertinencia de exhumarlos para analizarlos, sino también se criticó que fueran exhibidos durante un año en el Palacio Nacional, en una fastuosa muestra a la que acudieron más de un millón 200 mil personas.
Del gobierno federal hubo siempre total hermetismo en cuanto a los detalles de los resultados finales de los estudios practicados, por ejemplo, de cómo se llegó a la conclusión de que los restos sobre los que se tenía duda eran de Mina; de cómo se supo que otros, de los que antes se desconocía su identidad, pertenecen a Víctor Rosales y Pedro Moreno, o de la validez científica de la restauración, entre otras aristas del tema.
En rueda de prensa celebrada en agosto de 2010, José Manuel Villalpando, entonces coordinador de los festejos del bicentenario, aseguró que los mexicanos sabíamos desde siempre que había 14 restos de próceres, pero al ser colocados en el monumento a la Independencia se enlistaron sólo 12, dejando fuera a Pedro Moreno y a Rosales.
En ese mismo encuentro con la prensa, el entonces secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, aseguró que entre los restos exhumados había 14 osamentas completas, salvo un hueso aquí y allá.
Al ser cuestionado reiteradamente sobre por qué no se realizaron más pruebas, como análisis de ADN, para despejar toda duda acerca de la procedencia de los huesos, Lujambio insistió en que los estudios históricos y físicos daban suficiente certeza: esos huesos eran de los héroes patrios.
Los estudios se llevaron a cabo en una suerte de búnker-laboratorio instalado en el Castillo de Chapultepec. Las instrucciones siempre fueron no permitir el acceso a la prensa hasta que se tuvieran resultados oficiales. Algunos investigadores tenían la consigna de no aceptar entrevistas, y la única vocera oficial, Rivero Weber, siempre estaba de viaje.
A través del Ifai la información estuvo reservada durante dos años. Cuando se cumplió el plazo, en septiembre de 2012, La Jornada insistió en obtener esos documentos. La respuesta fue que se tenía que hacer una nueva solicitud de información. Cuando llegó la fecha de entrega, que sería aún en el sexenio de Calderón, el INAH solicitó una prórroga hasta 2013, pues, argumentó, estaba recabando el vasto material. Hace unos días, por fin, este diario tuvo acceso a la investigación.
Se entregaron seis informes que detallan los estándares de conservación y mantenimiento de los restos, los trabajos de conservación de urnas y vitrinas, la conservación de los documentos gráficos encontrados, la conservación y restauración de los restos óseos, las características del material textil hallado y el informe final de antropología física.
En este último texto se reconoce que el propósito de dichos análisis no fue identificar a plenitud a los héroes, sino realizar un inventario detallado y determinar el estado de conservación, además de corroborar o desechar datos históricos relativos a los restos; este objetivo fue cumplido, ahora tenemos certeza de lo que resguarda el Mausoleo de la Columna de la Independencia en la ciudad de México (...) en 2010 se disiparon muchas dudas y quedaron aclaradas otras como la ausencia de varios de los héroes que fueron originalmente omitidos en los registros previos. Queda ahora esta información recuperada que generará nuevas inquietudes para futuras investigaciones.
Entre 2010 y 2011 La Jornada habló con especialistas como María del Carmen Vázquez Mantecón, doctora en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autora de la investigación Las reliquias y sus héroes (revista Estudios de historia moderna y contemporánea de México, 2005). Ella afirmó entonces que había pruebas para dudar de la autenticidad de la mayoría de los restos que están en el Ángel.
Señalaba que el gobierno calderonista necesitaba legitimarse y va a hacer ese numerito que, desde mi punto de vista, es demagógico y, sobre todo, inútil. La directora general adjunta de Promoción Histórica de la Comisión del Bicentenario, Carmen Saucedo Zarco, en su texto La pérdida (hasta los huesos) de nuestro pasado (Expedientes digitales del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2010) afirma que hay diversas noticias de la venta de los restos.
Cuenta que cuando los vestigios estuvieron en la Catedral Metropolitana, a finales del siglo XIX, la voz de alarma la dio un obrero, quien, invitado a la cripta por unos albañiles que hacían algunos arreglos, vio cómo los peones sacaban los huesos para jugar con ellos.
En 2011, después del remplazo de siete urnas, se limpiaron y restauraron los huesos para ser colocados en bolsitas de seda, incluidos los de los niños, los jóvenes y mujeres desconocidos, y los del venado, a los que el gobierno de Calderón rindió honores militares.
Todos regresaron el día 30 de julio de ese año, pulcramente colocados en sus relucientes cajas, al Mausoleo de la Independencia, donde permanecen y continuarán como uno de los máximos símbolos nacionales.
Fuente:
La Jornada: En 2010, el país honró a huesos de venados y próceres patrios por igual
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Re: Hay “otro” bicentenario
Gabriel Fossa
El Plan Maitland en la Libertad de America
Nadie sabía de su existencia. Durante 184 años el Plan Maitland permaneció oculto en archivos británicos. Cuando Rodolfo Terragno lo descubrió, se produjo un giro en la historia de America del Sur. Ningún hallazgo la había modificado antes de tal manera.
El plan, presentado por Sir Thomas Maitland en 1800 al primer ministro británico William Pitt, preveía tomar Buenos Aires y luego, desde Mendoza, cruzar los Andes para "liberar" a Chile y seguir en barco para hacer lo mismo con Perú.
Maitland fue un oficial naval, escocés como la gran mayoría de sus vinculaciones, miembro del Parlamento y compañero de George Canning en aquella Cámara. Así como él también, integrante de la Junta de Contralor (poderoso organismo del ente paraestatal llamado Compañía de las Indias Orientales. Digamos una organización que, por una parte fueron los herederos legítimos de filibusteros a lo Cook, Cavendish o Morgan; y por la otra, revestidos con rasgos más o menos civilizados al uso de un Cuartel General o de un Estado Mayor; como herramienta para todos aquellos que planeaban nuevas conquistas, no sólo en la India, sino también en el Caribe y en Sudamérica).
Maitlan junto con Canning fueron Consejeros Privados de la Corona (a partir del 8 de abril de 1807). A Canning se le decía entonces “el heredero de Dundas”, ¿cómo lo llamarían a Maitland?
Posteriormente Canning fue Canciller entre 1807 y 1809 por recomendación de Wellesley (hermano del que entonces ya estaba en Portugal).
En 1783 William Pitt, segundo hijo de quien fuera Jefe de Gabinete de los reyes Jorge II y Jorge III, es nombrado Primer Ministro y Ministro de Finanzas. Su gobierno, que duraría 17 años, se iniciaba cuando el no tenía 25. Once años después, en 1794, desdobla un ministerio, colocando al Duque de Pórtland como Secretario de Estado de Interior, y lo separa de los negocios de la guerra que conserva Henry Dundas, Secretario de Guerra desde la asunción de Pitt. En este contexto del poder aparece Maitland vinculado a Dundas, “el más firme promotor de acciones británicas en Hispanoamérica”, y gracias a él tiene acceso directo a Pitt.
Porque Dundas, un escocés muy hábil políticamente, fue la sombra de Pitt y viceversa.
Maitland también estaba vinculado, a través de Dundas, a Sir John Coxe Hippisley, otro miembro del Parlamento y oficial del ejército de la Compañía de Indias Orientales. Hippisley era un buen conocedor de todos los temas sobre una posible acción militar en Hispanoamérica, porque había participado de las reuniones celebradas por Dundas con este motivo. Y ha participado en ellas en calidad de asesor, porque había reunido abundante información de fuentes insospechadas.
Hippisley vivió muchos años en Roma donde hacía tareas de espionaje para el gobierno británico, y fue allí donde obtuvo “información sobre los modos de atacar las colonias españolas”, todo lo cual paso a referir y analizar a continuación.
Faltaban aún diecisiete años para que San Martín iniciara su campaña libertadora. La existencia de este plan desmiente los supuestos de historiadores clásicos. Mitre, por ejemplo, sostenía que "así como la vida de Colón está encerrada en su idea de ir al oriente por occidente, la de San Martín está encerrada en la de llevar la libertad a través de la cordillera y el Pacífico, hasta Lima".
José Pacífico Otero decía que a -nadie más- podría habérsele ocurrido.
Hoy podemos afirmar, en cambio, que San Martín no emprendió su gesta confiando sólo en su intuición, sino que había accedido en Inglaterra a preciosos documentos sobre Sudamérica y los modos de ocuparla.
Este plan demuestra que el Libertador preparó cuidadosamente su campaña en Londres. San Martín, "era un estratega y, como tal, un estudioso; no un aventurero".
El plan fue titulado el Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y Quito . Gran Bretaña estaba por entonces en guerra con España y Francia en la guerras napoleónicas , y estaba tratando de ampliar su influencia en América del Sur ya que la pérdida de las 13 colonias de América del Norte, que se había independizado algún tiempo antes.
El plan consistía en:
Tomar el control de Buenos Aires .
Tomar posición en Mendoza .
Coordinar acciones con un ejército chileno independentista.
Cruce el Andes .
Derrota al español y tomar el control de Chile.
Continúe a través del mar y liberar Perú .
El plan nunca resultó a Gran Bretaña . Ellos dos veces intentaron tomar Buenos Aires y Montevideo durante las invasiones inglesas del Río de la Plata , pero fueron derrotados.
Las aAcciones militares británicas contra la Sudamérica española cesó durante la Guerra de la Independencia , cuando Francia se volvió en contra de España y la propia Gran Bretaña se alió con la resistencia española.
Según Argentina historiador Felipe Pigna , José de San Martín fue introducido en el plan por los miembros de la logia fundada por Francisco de Miranda y el escocés lord James Mac duff .
Con la finalidad de tomar esas “valiosas posesiones”, Maitland propuso:
1. Ganar el control de Buenos Aires. “Debería realizarse un ataque sobre Buenos Aires”. Para eso, Maitland consideró que harían falta 4.000 soldados de infantería; unos 1.500 de caballería; “con una proporción de artillería”.
2. Tomar posiciones en Mendoza. “Subsecuentemente a la captura de Buenos Aires el objeto debería ser enviar a un cuerpo a tomar posiciones al pie de la ladera oriental de los Andes, propósito para el que la ciudad de Mendoza es indudablemente la más indicada.”
3. Coordinar acciones con un ejército de Chili (así llama a Chile). Este otro ejército debería consistir en 3.000 soldados de infantería y 400 de caballería “con una proporción de artillería”. La mitad de la infantería debería “proceder de Inglaterra al Cabo de Buena Esperanza en barcos destinados últimamente a (…) Sudamérica”. La otra mitad debería ser “dotada por India, y proceder, cuando esté lista, directamente a la Bahía Botany”, en Australia, a los efectos de navegar luego a Sudamérica. El objetivo de tal ejército debería ser “indudablemente el Reino de Chili”. Debía atacar Valparaíso o Santiago o, “si encontrara que los Españoles se hallen en fuerza tal como para hacer que un inmediato ataque sobre Valparese o St. Iago sea imposible en el primer momento, actuar sobre el Río Biobío y fortificarse mediante una inmediata conexión con los indios.”
4. Cruzar los Andes. “El cruce de los Andes desde Mendoza a las partes bajas de Chili es una operación de cierta dificultad (…) Aún en verano el frío es intenso; pero con tropas de cada lado cuesta suponer que nuestros soldados no pudieran seguir una ruta que ha sido adoptada desde hace mucho como el más deseable canal para importar negros al Reino de Chili.”
5. Derrotar a los españoles y controlar Chile. El objetivo de esta etapa era “aniquilar el gobierno (español) del Reino de Chili” y convertir a ese pueblo en “un punto desde el cual podríamos dirigir nuestros esfuerzos contra las povincias más ricas”. Esta era la tarea a cumplir por las fuerzas unificadas del ejército que debía cruzar los Andes y el que llegara por mar.
6. Proceder por mar a Perú. “Si este Plan tuviese éxito en toda su extensión, la Provincia del
Perú debería quedar pronto expuesta a una captura segura.” y “últimamente nosotros podríamos extender el sistema colonial, usando la fuerza si fuere necesario.”
Lo indicado era para evitar toda violencia innecesaria. “Un coup de main (en francés en el original) sobre el puerto del Callao y de la ciudad de Lima podría en verdad probablemente ser exitoso y mucha riqueza sería ganada por los captores, pero este mero éxito, a menos que fuera asistido por nuestra capacidad de mantenernos en el Reino de Perú, podría terminar
últimamente excitando la aversión de los habitantes contra cualquier futura conexión, de cualquier clase, con Gran Bretaña.”
7. Emancipar Perú. “El fin de nuestra empresa debía ser indudablemente la emancipación de Perú y Quito.”
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Re: Hay “otro” bicentenario
Y VIVIMOS BUSCANDO CULPABLES
Paramos buscando culpables de nuestro retraso. Desde la escuela venimos recibiendo consignas orientadas a responsabilizar de nuestros males terceros, a factores externos. Nuestra respuesta aprendida “los españoles son los responsables”, es el simplismo de ignorar las razones de nuestro subdesarrollo: la idiosincrasia criolla, la falta de educación y de identidad. Tratamos de encubrir nuestra propia responsabilidad, mientras se oculta los malos hábitos, la cleptomanía, la informalidad, el desacato a la autoridad, la picardía y la impunidad como forma de vida. Antaño, la letanía consistió en culpar al imperialismo norteamericano como causante de nuestros males lo que nos costó muchas batallas por enfrentamientos ideológicos. Mucho antes, culpábamos a los imperialistas ingleses. Hoy, en la búsqueda de nuevos responsables nos refugiamos en la tarea de culpar como causantes de nuestras lacras a los españoles. Ignoramos quienes lo serán en el futuro. Ciento ochenta y nueve años llevamos sin tratar de corregir nuestros errores y culpando a los conquistadores. Vivimos una suerte de peligrosa patología, una especie de xenofobia selectiva, sin realizar una profunda autocrítica para reconocer que el germen de nuestros males están en nosotros mismos y no en factores exógenos.
Mientras que antes, durante y hasta poco después de la Declaración de la Independencia, fue manifiesta la adhesión a los españoles por parte de los peruanos que lucharon por continuar dependiendo de la Corona y del poder de Fernando VII, contradictoriamente en nuestros días persistimos en la tendencia inducida de culparles a ellos de todo. Ya casi nadie recuerda los desesperados intentos de los peruanos de continuar bajo la dependencia española. El apego hacia ellos era intenso y tan fuerte como el temor de ser independientes para dirigir a la república y se aspiraba una monarquía dependiente de la Corona Española.
El cambio de actitud respecto de España, data del momento en que, ciertos círculos interesados, desde el colegio han deformado la mentalidad de los estudiantes, concienciándoles con una especie de fobia hispánica, como estrategia de los grupos dominantes preocupados en transferir hacia factores exógenos, sus criminales actos de embrutecer al pueblo, para que no sea capaz de conocer y ejercer sus deberes y sus derechos. Son los mismos que imploraban su deseo de seguir bajo el dominio de la monarquía española. Interesados en santificar sus delitos, son los introductores de la hispanofobia. Raúl Porras decía que la primera reacción del criollo emancipado fue renegar de España y de sus años de dominación en América y que «en los versos, proclamas y discursos y hasta en las estrofas del propio Himno Nacional se habla de los «tres siglos» de horror de la colonización española. Se niega –continúa- la obra civilizadora de España y se trata de borrar, nominalmente, todos los aportes espirituales de ésta.
Cierta vez, con ocasión de su visita al Perú, del premio Nóbel de literatura, Camilo José Cela, hombre sin pelos en la lengua, al pisar tierra peruana expresó su no grata impresión de Lima. Un periodista peruano, de manera impertinente le preguntó si no cree que los problemas del Perú se debían a la conquista española. Cela le respondió resueltamente: “Ese acontecimiento ocurrió hace quinientos años y qué hicieron ustedes durante ese tiempo? Los reporteros se limitaron a consignar la respuesta sin comentario alguno. Probablemente les debe de haber servido de lección para, cuando menos recurrir a la historia universal enterarse de que todos los pueblos pasaron por etapas de conquista, incluyendo a la propia España que soportó el dominio de los árabes durante siete siglos. No existe conquistador santo. Todos los pueblos del mundo han sido, a su turno, conquistados por otras culturas, y ninguno de ellos se lamenta de su pasado, al contrario han labrado sus destinos. Los propios españoles no condenan a sus conquistadores. No pocos peruanos desconocen que muchas de nuestras costumbres, recetas culinarias y de repostería, son también árabes, trasmitidas a través de los españoles. Los que caen en una suerte de patológica xenofobia antihispánica, ignoran que casi todas las naciones americanas han sido conquistadas, exploradas y gobernadas por España, pero sólo en el Perú se culpa a ese hecho histórico de los males y atrasos que los peruanos no hicieron nada por superarlos.
LA CONQUISTA ESPAÑOLA EN AMÉRICA
Cuatro fueron los Virreinatos en América, y no uno, como se pretende hacer creer interesadamente, En el Norte, el Virreinato de Nueva España que comprendía California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Florida, Utah, Colorado, Wyomin, Kansas, Oklahoma, Luisiana, Arkansas, Nebraska, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Montana, Idaho, Minesota, Iowa, México, y la Capitanía General de Guatemala con El Salvador, Nicaragua, Honduras, costa Rica.
El Virreinato de Nueva Granada con Panamá, Colombia y Ecuador, y la Capitanía de Venezuela.
El Virreinato del Perú con Bolivia, parte de Ecuador, Colombia y Chile..
El del Río de la Plata con Argentina, La Patagonia, Paraguay, Uruguay y parte de Bolivia.
Estados Unidos de Norteamérica, fue la nación con una de las mayores influencias de la conquista española. En el siglo XVI, más de las tres cuartas partes de su territorio fueron exploradas por los españoles Francisco Vásquez Coronado, Alvar Núñez Cabeza de Baca, Alfonso Gregorio Escobedo, Rodríguez Cabrillo, entre otros. Hernando de Soto descubrió el río Mississipi, en 1541; Juan Ponce de León fue gobernador de Puerto Rico y recorrió La Florida. En Miami una importante avenida lleva su nombre y luce un imponente monumento. La primera ciudad española es San Agustín, fundada por Pedro Menéndez de Avilés. Ostentan ascendencia española Los Angeles, San Francisco, Sacramento, Las Vegas y otras, en California. En la época de los libertadores, más de la mitad de los estados norteamericanos se hallaba en poder de España, lo que pesó para que Thomas Jefferson reclamara al idioma español como segunda lengua de ese país.
El historiador peruano Eugenio Chang Rodríguez, Director del Seminario Latinoamericano de la Universidad de Columbia- USA, al referirse a los 504 años del arribo de Colón a las Américas, decía que «En la capital de los Estados Unidos, el 12 de octubre de 1966 ha servido para esgrimir la historia como arma contra la xenofobia escondida detrás de las leyes antimigratorias, inconstitucionales y violadoras de los derechos humanos» «Históricamente el castellano es el primer idioma europeo hablado ininterrumpidamente en los Estados Unidos desde 1513, año de la llegada de Ponce de León a La Florida. En Nueva York se lo hablalo desde el siglo XVII, cuando se establecieron en la entonces Nueva Amsterdam los sefarditas exiliados de Nueva Holanda ocupada por las tropas brasileño-portuguesas en 1654. Desde 1735 se lo comenzó a enseñar, y en la actualidad es el idioma más estudiado en Norteamérica, superando la observación de Thomas Jefferson, quien cuando más de la mitad de los territorios estadounidenses pertenecían a España lo reconoció como «el más necesario» de todas las lenguas modernas después del francés» Diario Expreso, 15-10-1996..
La influencia española ha sido gravitante en casi todo el Continente, a excepción de Canadá, Brasil, Haití y Las Guayanas. Hernán Cortés conquistó y gobernó a México en 1519. Sus antecesores, Hernández de Córdoba y Juan Grijalva en 1518. Alonso de Ojeda, Pedro de Alvarado, Pedrarias Dávila, Vicente Yáñez Pinzón y otros dejaron las huellas de sus pasos en toda Centroamérica. En Argentina, en 1502 y 1516, influyeron Américo Vespucio y Juan Díaz de Solís. Buenos Aires fue fundada, primero, por Pedro de Mendoza el 2 de febrero de 1536, como la Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, y refundada el 11 de junio de 1580, por Juan de Garay. Desde 1776 a 1810 fue sede del Virreinato del Río de la Plata. En 1520, Fernando de Magallanes descubrió a Chile, sede de la Capitanía de Pedro de Valdivia, socio de Francisco Pizarro. En Colombia, la ciudad de Santa María fue fundada por Rodrigo de Bastidas, en 1525; Cartagena de Indias, por Pedro Heredia, en 1523, y Santa Fe de Bogotá, por Jiménez de Quesada. Antes de Alonso de Ojeda, gobernador de Venezuela, la recorrieron Pedro Alonso Niño, Cristóbal Guerra, Vicente Yáñez Pinzón, desde 1500. Uruguay recibió fue conquistada por Juan Díaz de Solís, y Paraguay por Alonso García e Irala, en 1516. En una flagrante contradicción en que incurren los peruanos con sus odios, desde antes de la Independencia expresaron su acendrado apego a la Corona, y su oposición al intento emancipador. No por nada surgió la alianza de Argentina, Chile, Colombia y Venezuela para organizar el ejército patriota que peleó en Ayacucho contra el ejército realista, integrado por peruanos, defensores de la dependencia española.
Los que hemos recibido la influencia de la cultura occidental no podemos renegar de ella que supone raza, lengua y costumbres. España fue dominada por los árabes durante siete siglos y junto con ella, otras culturas como la fenicia, judía, griega y romana forman parte de la cultura que nos fue trasmitida por su intermedio..La conquista propició radicales cambios de carácter histórico, lingüístico, religioso, político y social. Debido a la conquista, como casi todas las naciones de América, el Perú empezó a tener un lugar en el conocimiento universal. Antes de ella no era conocido ni figuraba en mapa alguno. Recién a partir de la conquista el Perú comenzó a formar parte como país en el concierto de las naciones. El mestizaje es un legado al que no podemos renunciar. Renegar de la herencia española no sólo es torpe sino una demostración de ignorancia y una suerte de negación de nuestra sangre, de nuestros apellidos, abuelos y bisabuelos, de nuestra estirpe, es decir negarnos a nosotros mismos. Por lo demás, ningún conquistador es angelical y los pueblos conquistados jamás estarán satisfechos de haber sido interrumpidos en su modus vivendi, y si un pueblo no es conquistado por uno lo será por el otro. Es la ley histórica que ha regido a todos los pueblos del universo, los que, al alcanzar la mayoría de edad logran su emancipación, así ha sido siempre, así aconteció con el Perú y con los pueblos de América.
Fuente:
Y VIVIMOS BUSCANDO CULPABLES - .: Héctor Vargas Haya : Página Oficial :.
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Re: Hay “otro” bicentenario
Interpertaciones sobre la independencia de México
https://www.youtube.com/watch?v=Y8hedTc2QJM
Heraclio Bonilla : " La Independencia fue un día de DUELO para los Indigenas"
https://www.youtube.com/watch?v=5vuVCQ7zHls
Reportaje a "Los Pincheiras"
https://www.youtube.com/watch?v=uW42OAcAp-w
Esta serie de videos de la doctora Maria Saavedra ya los había visto posteados en otro hilo, de todas formas tienen mucho que ver aquí.
Independencia de América
https://www.youtube.com/watch?v=nbdLjSLQFLE
https://www.youtube.com/watch?v=oBaiFnxJ-oY
https://www.youtube.com/watch?v=8qAISWyPo3M
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Re: Hay “otro” bicentenario
Miguel Hidalgo y Costilla, judaizante.
Una de las muchas acusaciones que don Miguel Hidalgo tuvo que enfrentar durante su juicio en Chihuahua fue la de Judaizante, término que define a la persona que se dice ser Católica pero practica el judaísmo. Esta específica acusación llevó a prolongar en varios meses el juicio que si bien ya se le había abierto en la Inquisición, se extendería aun más una vez que fuera conducido a la prisión en la mencionada ciudad.
Se dice que el apellido Hidalgo, como lo fue también Costilla, tenían relación a los judíos conversos que llegaron a la Nueva España, mucho hemos leído de la relación genealógica de don Miguel Hidalgo con el conquistador Villasenor y Orozco, pero poco sobre esta teoría, misma que desarrolla Juan Martínez de la Serna en su libro, publicado recién en el 2010 en Aguascalientes Hidalgo el Sefardita. (1)
Al leer las muy interesantes conclusiones a las que llega el maestro Martínez de la Serna en torno a las prácticas nada Católicas de don Miguel, aproximándolo más a la tradición Sefardí, vemos que, en cierto modo y, un poco veladamente, Castillo Ledón había dado cuenta de ello al exponer en el capítulo XVIII de su obra titulada Hidalgo, el héore lo sucedido en aquella Semana Santa de 1800 cuando el cura de Taxiamora, Antonio Lecuona, lugar donde don Miguel tenía una de sus haciendas, emite en amena reunión sus pensamientos en torno a temas más bien prohibidos en la época:
"Termina la Semana Santa, y el primer día de Pascua de Resurrección, domingo 14 de abril, se hallaban reunidos, conversando, todos los clérigos huéspedes del cura Lecuona, este inclusive, Hidalgo toma una "Historia Sagrada del padre Fleury y con su carácter chancista y travieso se pone a comentarla, haciendo alarde de su talento de expositor, de comentador, de erudito en teología, de maestro, deseoso por otra parte, de probar el saber del padre Estrada y de inquietar a los demás. Asienta que Dios no castigaba en este mundo con penas temporales y que el gobierno de la Iglesia estaba manejado por hombres ignorantes de los cuales uno había canonizado a Gregorio VII, tan nocivo por su falta de ciencia, que acaso estaría en el infierno. Los frailes Huesca y Estrada, llamándolo aparte, a la principal afirmación del cura de San Felipe, arguyen los mercedarios que sí castigaba Dios con penas temporales y que ese era artículo de fe. Hidalgo replica que no es de fe, que solo era propio de la Ley Antigua castigar con plagas; y aunque le contestaron con texto de la Epístola de San Pablo, él no se da por convencido".
Será bueno analizar lo que Castillo Ledón dice. Según él, Hidalgo refiere a ese que canonizó a Gregorio VII, es decir, hace mención de Benedicto XIII quién en 1726, ya casi al finalizar ese año, entre el 27 y 31 de diciembre, canoniza además a: San Juan de la Cruz, San Luis Gonzaga, San Juan Nepomuceno, San Estanislao Kotska, San Wenceslao y San Francisco Solano. Consecuentemente don Miguel Hidalgo sabía a profundidad la historia de la Iglesia Católica y del Vaticano, pues Gregorio VII fue quien hizo descender a sus más bajos niveles a la Iglesia y se generaron posiciones que buscaban simplemente el poder, las cuales generaron alianzas estratégicas con el poder civil. Continua Castillo Ledón:
"Al día siguiente, estando todos en la mesa, a la hora de la comida, quiere seguir de broma y ejercer la facultad jesuita de razonar sobre puntos de religión. A pregunta que hace fray Joaquín de Huesca a fray Manuel de Estrada sobre sí se había convertido el judío guatemalteco Rafael Crisanto Gil Rodríguez, que estaba en la Inquisición, Estrada contesta que sí, e Hidalgo interviene diciendo: "Habrá sido de boca". "Por qué?" Inquiere Huesca. "Porque ningún judío que piense con juicio se puede convertir", responde Hidalgo, dando a entender qué quien en tiene bien arraigadas sus creencias no es capaz de renunciar a ellas, y menos por presión".
"Luego, animada la disputa, hace una serie de atrevidas afirmaciones, como que en el texto original de la Sagrada Escritura no constaba la venida del Mesías; que las palabras de Isaías, Ecce virgo, et pariet, contienen un error pues en el texto hebreo no existe la voz virgo equivalente a virgen, sino la voz corrupta que significaba mujer impura: que la Biblia se estudiaba de rodillas, debiéndose estudiar "con libertad de entendimiento", para discurrir lo que nos pareciera, sin temor a la Inquisición; que el acto carnal no era pecado, sino una función natural; que la Eucaristía no se conoció en los términos que hoy la ensena la Iglesia, hasta mediados del siglo III, y que también hasta entonces no se conoció la confesión auricular; que la Epístola de San Pablo que predica la Eucaristía era apócrifa, y toda la doctrina sobre este Sacramento, mal entendida; que San Judas en su epístola aparecía como un ignorante, especialmente en aquellas palabras con que concluye: 'Los pecadores son como las nubes sin agua" pues ?dónde se ha visto nubes que no contengan agua?". (2)
1800, 18111, 2011, todo esto siempre en abril, siempre antes, durante o después de la Semana Santa. Semana Santa que, en este caso, sería la última que don Miguel Hidalgo viviría y, la duda me sigue asaltando ?la habrá vivido o no? ?habrá participado de alguna celebración aun encadenado?
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Fuentes:
1.- Martínez de la Serna, Juan. Hidalgo, el sefardita. Edición del autor. Aguascalientes, 2010.
2.- Castillo Ledón, Luis. Hidalgo, el héroe. Biblioteca virtual http://www.hispanistas.org/
Fuente:
Cabezas de Aguila: Miguel Hidalgo y Costilla, judaizante.
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Re: Hay “otro” bicentenario
.: LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR SANTIAGO DE LINIERS.
LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR
Domingo 26 de agosto de 1810: En el paraje denominado Cabeza de Tigre, cercano a Cruz Alta, Córdoba, un pelotón de soldados ingleses fusila al General Santiago de Liniers, Héroe de la Reconquista y la Defensa, Conde y Virrey de Buenos Aires.
El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros (1755-1828), fue la cabeza visible del triángulo cuyos vértices estarían apoyados en los comerciantes usureros de la City en Londres, sus operadores españoles en Cádiz y los mercachifles arrastracueros del puerto de Buenos Aires. Esta triangulación, consecuencia de Utrech, formada de 1714 en adelante por Incalaperra junto con una decena más montadas en Hispanoamérica, se dedicaban con fervor al contrabando de fruslerías, el saqueo de la corambre de las vaquerías y el fabuloso robo de la plata del Potosí. Ya habían tenido su acto cumbre en las invasiones de la Incalaperra en 1806 y 1807. Porque es bueno decirlo, para aquellos hechos dolorosos, los ingleses no vinieron: los mandaron a llamar que es muy distinto.
Cisneros había llegado a Buenos Aires con instrucciones de invitar, muy diplomáticamente, para que Liniers regresase a España. Los buhoneros manilargos del puerto se habían dado cuenta que nada se podría hacer, de lo que después se hizo (más de 40 firmas inglesas operando en Buenos Aires y con casas matrices en Londres), con un Liniers en la ciudad. Entonces presionaron sobre los de Cádiz, lupanar de la masonería, para que éstos, a su vez, lo hiciesen sobre la Junta (que les debía plata a todos), designando como Virrey a un hombre “educado y culto” (como querría después Rivadavia) que, a su vez, tendría la misión de sacarse de encima a Liniers, dejándole el campo orégano al hatajo. Es la versión remozada y rioplatense del cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones (aunque aquí eran mucho más de cuarenta por el proceso inflacionario).
Con la misma ternura diplomática con que le pidieron que se vaya, don Santiago, que ya había cumplido sus 57 años, les pidió para quedarse. Una contrariedad en los planes de la gavilla. Entonces Cisneros le hace jurar a Liniers la promesa de no inmiscuirse en los asuntos públicos, y lo obliga a retirarse a un lugar distante del epicentro de los negocios: Buenos Aires. Digamos que una cosa por otra: en lugar de desterrarlo lo internaron, como se decía en aquellas épocas. Pero con el mismo efecto: mantenerlo alejado “del progreso”. Aunque con un poco de suerte, se podría morir en el olvido.
Este juramento del Héroe de la Defensa y Reconquista, con treinta años de nobles servicios a España sin interrupciones, es de donde se han prendido los historiadores del Régimen Perverso con sus ataques de moralina, para decir que Liniers recibió lo que se merecía por quebrantar un juramento. Y, ¿qué validez tiene un juramento hecho ante esta versión remozada de Pilatos? La misma validez que tiene la palabra devaluada del canalla que lo pide.
Liniers se trasladó a Córdoba donde compró una finca cercana a la localidad de Alta Gracia. Los sucesos ocurridos en Buenos Aires el viernes 25 de mayo (fruto de la tenida del 24 a la noche), llegaron a Córdoba el lunes 4 de junio. Entonces el Gobernador Intendente, Capitán de Navío Gutiérrez de la Concha, quien fuera jefe de le escuadrilla que transportó desde Colonia hasta el Arroyo Las Conchas al ejército de Liniers para la Reconquista, se declara opositor al pronunciamiento de Buenos Aires y arrastró tras de sí al Cabildo de Córdoba, creándose el 6 de junio, ante la emergencia, una Junta Consultiva.
Para constituir esta Junta, Gutiérrez de la Concha le pide a Liniers que se sume, como ciudadano respetable y persona de honda raigambre popular, junto con el Obispo Orellana, el oidor Victoriano Rodríguez, el deán de la Catedral, Gregorio Funes y el tesorero de la hacienda pública, señor Moreno.
Hasta aquí, aunque a los tumbos, estoy conteste con los historiadores vernáculos, tanto del Régimen como no pocos militantes del revisionismo histórico. Porque a partir de esta situación cada uno de éstos va dando su versión: que Liniers fue un traidor; otros que un líder desertor; que cometió muchos errores; que no escuchó las súplicas que le hicieran por carta Saavedra y Belgrano, e incluso su suegro Martín de Sarratea; que quiso reivindicarse ante la opinión pública de aquel incidente con el enviado de Napoleón, el Marqués de Sassenay (10 de agosto de 1808); que era un agente napoleónico en Buenos Aires y, otros muchos, que Liniers fue una mezcla de todo esto.
Confieso humildemente al lector que yo también me tragué estos sapos. Algunos crudos y otros vuelta y vuelta en la sartén con ajo y cebollas. Porque si esto escriben nuestros historiadores, cuya mayoría escribe para facturar, seguramente no es cierto o por lo menos es motivo de revisión o de crítica histórica, si prefiere el lector.
Liniers no fue un traidor, porque nunca comulgó con otra ideología que no sea su lealtad a la Corona Española por la que terminó dando la vida; consecuentemente tampoco fue desertor porque nunca estuvo adscrito a los complotados que había producido el 25 de mayo; el único error cometido por Liniers fue el de dormir con el enemigo: creerse que Cisneros era un virrey y no el cabecilla de un grupo de quincalleros asociado a los ingleses; de las súplicas que le hiciera Belgrano mejor no hablar: don Manuel (¡Oh, cuántas tiene en el debe el bueno de don Manuel!), ya había hecho los borradores extremistas que servirían de base para que el terrorista Mariano Moreno hiciese el Plano de Operaciones (dado como secreto el 30 de agosto, según la copia en mi poder); las actitudes de Liniers, respecto al Marqués de Sassenay, fueron suficientemente claras, y la prisión que sufrió el enviado de Napoleón a manos de Elío fue injusta, prueba de ello es que al ser remitido a Cádiz fue puesto de inmediato en libertad en aquella ciudad y a Liniers jamás se lo molestó para preguntarle nada; etc.
Ahora bien: ¿por qué Liniers –se preguntará el lector-, se opone a la Junta de Buenos Aires, acompañado de insignes patriotas y leales servidores públicos, cuando le hubiese sido más fácil aceptar el hecho consumado? Simplemente porque Liniers, como antiguo vecino de la ciudad, aparte de haber sido su Virrey, conocía perfectamente a cada uno de los integrantes de aquella Junta, lo que ellos representaban y quiénes movían los hilos de estas marionetas. Aquellos no representaban, precisamente, los intereses del pueblo, del rey ni de su virreinato. Y si no me creen vean lo que sigue:
Miguel Azcuénaga, militar, masón recalcitrante de los tiempos de Cabello y Meza, relacionado con las familias más ricas de Buenos Aires en los inicios del siglo, terrateniente y comerciante, fue el garante ante la burguesía porteña y los intereses de la Incalaperra, de las finanzas de la Junta de Gobierno.
Manuel Alberti, sacerdote, masón, con rico patrimonio personal, parte heredado de sus padres y parte de lo que él había hecho con sus negocios clandestinos; intervino en las reuniones conspirativas en la casa de Nicolás Rodríguez Peña (espía, masón, asalariado de Su Majestad Británica hasta su muerte); ingresó a la Junta como representante del clero criollo y como defensor de los bienes eclesiásticos (y de los suyos desde luego).
Domingo Matheu, comerciante catalán afincado en Buenos Aires, con conexiones internacionales en Europa y, particularmente en Cádiz, sostenedor de las ideas del libre comercio (recargando con un 300% las bagatelas inglesas), fue como tal el representante de los comerciantes de Buenos Aires (los que, mayoritariamente, eran ladrones y contrabandistas). Fue el garante ante la Junta de los comerciantes de la plaza de Cádiz (uno de los vértices del triángulo).
Juan Larrea, catalán como el anterior, comerciante de los llamados frutos del país y también armador, estaba seriamente comprometido con los grupos ingleses a los que siempre fue obediente. Es considerado como el banquero de la Junta de Mayo.
Juan José Paso, abogado, amigo íntimo de Moreno, vinculado a los intereses ingleses en el Río de la Plata. Este personaje es todo un misterio: ¡permaneció en el gobierno desde mayo de 1810 hasta la llegada de Rosas que lo echó! Poco o nada se sabe de su vida porque todos sus papeles públicos y privados han desaparecido cuidadosamente. Pero en verdad: no se sabe por qué fue incluido en la Junta, quedando solamente en pie sus vinculaciones con los comerciantes británicos.
Mariano Moreno, abogado (el ausente durante las invasiones inglesas y el mudo del Cabildo del 22 de Mayo), representó a los intereses ingleses, con la habilidad de presentarlos como españoles. Carlos Roberts lo llama excelente abogado del comercio inglés y abogado de última hora. El acercamiento ideológico con Castelli (primo de Belgrano), proviene de que ambos eran abogados de los ingleses en el Río de la Plata. Moreno se destacó en la ignominia que se llamó Representación de los Hacendados (en 1809, con patrocinio del Virrey Cisneros donde hizo el papel de chancho rengo), y Castelli en varias defensas de comerciantes ingleses sorprendidos en el delito de contrabando o en el quebrantamiento de leyes consagradas. Cuando Moreno envía a Castelli al norte como comisario político, se quedó con el partido de él en Buenos Aires, y lo superó en los planteos de libre comercio a favor de los buques de bandera inglesa.
Manuel Belgrano, abogado y economista aficionado, con amplias y fuertes vinculaciones con comerciantes del Paraguay y ganaderos del Uruguay. Esta es la causa de la aparición, de la noche a la mañana, del Belgrano militar en la campaña al Paraguay y su posterior traslado a la Banda Oriental, cuando en realidad se había destacado como abogado y economista. Se sabe que Belgrano redactó la introducción y confeccionó el boceto del Plano de Operaciones citado más arriba. Moreno al componerlo, respetó la introducción belgraniana y, en línea generales, su proyecto, aderezándolo luego con sus crueldades propias de Caracalla. Pero don Manuel conoció el documento: a esto no hay quien lo niegue, como se sabe que no abrió la boca para oponerse ante semejantes barbaridades. El documento, encontrado por casualidad en Sevilla por don Eduardo Madero a fines del Siglo XIX, está redactado en tono canallesco, subversivo y terrorista: después me vienen a hablar del Proceso de Reorganización Nacional que es un bebé de pecho al lado de don Mariano y de don Manuel, ¡que son próceres indiscutidos!
Dios Santísimo: ¿para qué me haces conocer estas cosas? ¿Acaso yo no sería más feliz de otra forma? Pero: hágase Tu Voluntad y no la mía. Prosigo entonces.
Llegado a esta altura, le pregunto al lector: ¿y usted que hubiese hecho? ¿Tal vez adherirse a esta Junta, o haría lo que hizo Liniers, después Artigas y finalmente Alzaga? Diga usted. Porque después de todo lo que hizo el Cabildo de Buenos Aires fue tomar la decisión de crear una Junta municipal de gobierno. Le correspondía luego invitar a las demás provincias hermanas a un congreso revolucionario para lo cual, cada una de ellas, debía dar, como requisito previo, un golpe político como el de Buenos Aires. De esta manera la Primera Junta hubiese sido nada más que una promotora de la revolución nacional. Esta actitud de Buenos Aires de arrasar con las autonomías provinciales y municipales se repetiría constantemente, se reflejaría en la Constitución Nacional y se puede ver hoy en día, donde los Gobernadores, pero fundamentalmente los Intendentes Municipales (donde reside la auténtica soberanía popular), son felpudos del gobierno central.
Desbandada la tropa de Liniers y Gutiérrez de la Concha al primer amague, siguieron los dos fugitivos con sus amigos, sin una escolta que les brinde protección, y se refugian en Villa del Chañar, a unas 50 leguas de Córdoba. Allí los alcanza y detiene el Capitán José María Urien, que los venía rastreando, quien comete la arbitrariedad de tratarlos con todas las brutalidades que uno se puede imaginar, incluidos los azotes. La Pasión de don Santiago de Liniers había comenzado en manos de los esbirros del Robespierre porteño, Mariano Moreno: el que en la noche del 25 de Mayo lloraba sentado en las escaleras del Cabildo por las represalias que habría de tomar el rey contra ellos a su regreso “por majaderos”. Esta es la verdadera causa de su misterioso viaje a Inglaterra que dijeron lo hacía en misión diplomática: le aterrorizaba la idea del regreso del rey. En verdad fue un exilio disfrazado con misterios, como su muerte que resultó de un fecaloma: hacía una semana que no iba de vientre y el capitán inglés le suministró un purgante fenomenal. Una hora después estaba con una peritonitis y se fue por la avenida ancha sin semáforos. Pero volvió reencarnado en los periodistas que tenemos que lo han tomado por apóstol.
Detenidos los cabecillas del desacato, debería corresponderse con el final de este triste capítulo de nuestra historia. Pero no fue así, porque es realmente aquí donde comenzó. Porque, ¿qué hacer con Liniers, el Gobernador Gutiérrez y el manojo de amigos encadenados? A Córdoba no los podían regresar, porque muchos de los soldados patricios que formaban los regimientos a las órdenes del Coronel José Antonio González Balcarce admiraban y amaban a Liniers y a Gutiérrez por haber luchado codo a codo con ellos en las jornadas de 1806 y 1807. Algo parecido ocurriría con la población civil, memoriosa del trato paternal y deferente de Liniers durante su virreinato.
Entonces, ¿qué tenemos por aquí? Tenemos un problema insoluble a nivel de dirigentes. El mismo problema que se les repetiría con Artigas, Alzaga, Dorrego, don Juan Manuel y, si el lector quiere, el de Perón: su inmensa popularidad. ¿Qué hacer con un tipo que supuestamente hace lo que no debe hacer y sin embargo goza de abrumadora popularidad? La respuesta no está en los manuales liberales, ni en las películas de Hollywood de yanquilandia, donde el derrocado es un tiranuelo de cuarta. ¿Qué hay que hacer con un tipo en cuya contra se han ensayado todas las argucias y todas ellas, de a una, han ido fallado? A este tipo hay que matarlo, porque la popularidad para los liberales es un bien peligrosísimo. A Liniers y Dorrego, El Coronel Arrabalero, les costó la vida. El Restaurador se les escapó con un hilo de la pata. Y Perón se salvó de milagro, si se tienen en cuenta desde bombardeos hasta una docena de atentados, comenzando por el de Villa Rica en Paraguay.
En verdad la Junta municipal de Buenos Aires, vulgo llamada Primera Junta, ha pensado en el destierro, medida que se le aplicó al compinche Cisneros con todo éxito, pero que con don Santiago sería un fracaso. Alguien ha madurado en hacerlo desaparecer, pero es imposible porque ya todo el mundo sabe que está en manos de sus captores. Reverdece entonces la idea de asesinarlo, pero cómo. Envenenarlo sería muy evidente. A un iluminado de la caterva se le ocurre simular un malón de indios que atacarían la caravana y lo asesinarían sin misericordia. En los alrededores de Buenos Aires hay muchos indígenas que por una damajuana de aguardiente serían capaces de despellejar a su madre. Pero ocurre que a ¡don Santiago de Liniers también lo quieren los indios porque ha sido muy compasivo con ellos! Entonces, si una salida “culta y educada”, resuelven matarlo ellos mismos. Fusilando de esta manera se cargarían de poder coercitivo, desalentando resistencias latentes: digamos que a lo Valle, Cogorno e Ibazeta el 9 de junio de 1956.
Llega a Córdoba el decreto para la ejecución. La población recibe la noticia con claras muestras de disgusto. El Coronel Balcarce y el gobernador interino nombrado por la Junta, que fue Juan Martín de Pueyrredón, se enteran que el Regimiento de Patricios, alojado en la casa de Ejercicios Espirituales, se está por sublevar para rescatar a Liniers. Les cierran todas las puertas y les colocan tres regimientos a su alrededor para que nadie salga ni entre. Unas 100 religiosas y religiosos que allí prestan servicios padecen la cuarentena, aunque son completamente inocentes: es la primera herejía de las muchas que luego harían en el Alto Perú contra la Santa Religión. Ortiz de Ocampo hace como Pilatos: se lava las manos y decide remitir al prisionero a Buenos Aires. En realidad le tiene miedo a la pueblada y algunos regimientos que no le han querido rendir honores.
La Junta se entera de esto y resuelve que Liniers no debe entrar en Buenos Aires. Para ello acuerdan que Castelli y French, con algunos efectivos del Regimiento Estrella, salgan al encuentro de la columna y fusilen a Liniers donde lo encuentren. Sin embargo aparecen otros problemas, aparte del cáncer de lengua que lo tiene mal a Castelli, los soldados del Estrella ponen las cosas en claro: ellos acompañan pero no fusilarán a Liniers. Los comisionados alcanzan la columna que viene de Córdoba en Cabeza de Tigre, una posta a la altura de Cruz Alta. Allí los espera otro frentazo: los soldados de la escolta que traía a Liniers, también se niegan a fusilarlo. ¡Estos negros de mierda, siempre creando problemas! No, si es como decía Sarmiento: es una raza maldita. Porque no habían nacido debajo de una higuera como él.
Pero alguien había sido más previsor que todos estos complotados para asesinar. En Córdoba vivían desde hacía unos dos o tres años un número considerable de soldados ingleses que fueron internados después del escabroso asunto de Luján. Algunos tenían chacra, familia y otros se habían afincado definitivamente. Alguien los habló y ellos aceptaron fusilar gustosamente a Liniers, el autor de su derrota, su prisión, su internación y su vergüenza. Y previendo que pasaría lo que pasó los llevaban a la cola de la columna.
Y así fue como en la mañana del 26 de agosto, el mes de la Gloriosa Reconquista, de 1810, una docena de soldados de su Graciosa Majestad Británica fusilaron a don Santiago de Liniers, cubierto de sangre por los castigos y cinco de sus compañeros todos malheridos. El tiro de gracia se lo dio French, el cartero de Buenos Aires, devenido ahora en Teniente Coronel de la noche a la mañana, el que fuera enlace entre las logias masónicas montadas por Rodríguez Peña y el cura Agüero. En las ropas de Liniers se encontró su despacho como Virrey firmado por el rey, que Castelli ordenó quemar: estaba el papel tinto en sangre.
A esto último lo descubrió el historiador Julio Lafont al que por poco lo matan. Pero jamás pudieron desmentirlo, hasta el día de hoy porque está muy bien documentado. Al resto, que no es de Lafont, los invito a los historiadores a que me desmientan. Pero, ¡cuidado!, porque a lo mejor no me callo de cosas que aquí he callado.
El Imperio Británico y la Revolución de Mayo
“Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón”
Los ingleses asaltaron Buenos Aires por primera vez en 1806.Sus tropas despojaron, asesinaron y devastaron.
Saquearon el Tesoro de la Hacienda Pública que era algo similar al Banco Central del Virreinato. De este episodio, arranca el déficit permanente del fisco nacional.
Los ingleses nunca devolvieron el Tesoro que, en el curso de los muchos tratados que ellos firmaron españoles y argentinos nunca nadie reclamó. Enigmas de la historia...
Para tapar este agujero en las arcas del Estado fue menester contratar empréstitos británicos que produjeron y producen agujeros y pozos fiscales imposibles de llenar.
Saquearon la Compañía de Filipinas, la gran empresa comercial hispano-indiana que sembraba riquezas en las hoy desoladas provincias del oeste y del norte Argentino. La Compañía de Filipinas era la vena económica que a través del Pacifico vinculaba nuestro actual país con el lejano Oriente.
Saquearon las propiedades particulares, los negocios de ventas de comestibles y bebidas, los domicilios familiares de adobe o de ladrillo, los monasterios y los templos. Mataron a niños y mujeres. Violaron y asesinaron.
El producido de tan monstruoso latrocinio fue llevado a Londres donde fue paseado por seis carrozas tirada cada una por ocho caballos Cada carroza llevaba cinco toneladas de metal. El arte del saqueo preanunciaba la economía de miseria, de deudas y de empobrecimiento vitalicio de la Argentina. Saquearon también las almas y conciencias.
En toda sociedad el cobarde vencido es el aliado más perfecto para sostener con su obsecuencia al triunfador. Y Buenos Aires no fue precisamente una excepción a tan dura regla de la guerra. Mientras la dignidad, sin distingos de clases y de fortunas, luchaba y resistía, la cobardía comerciaba.
La degradación de algunos vencidos obsequiaba a los vencedores: les ofrecía sus salones, sus vinos y sus mujeres.
Con las relaciones familiares se iniciaba una sociedad comercial. Para el mantenimiento de la misma muchos sustituyeron su religión y muchos procedieron a la mutación de su Idioma. Tal es, en breves palabras el origen degenerado de la “clase dirigente” que nació por esos días. La clase de los futuros “patricios mercaderes”.
La reconquista de Buenos Aires en 1806 y la defensa de lo reconquistado en 1807 fue una bellísima gesta popular. Una pueblada de épica, de ética, de dignidad, de valor, de coraje, de martirio y de heroísmo. En fin, la suma de todos los valores humanos y divinos que subyacen en la entraña cultural de cada pueblo.
Los indios, célula vital de una cultura exterminada pero universalmente poderosa, fueron los primeros en alistarse para luchar contra el invasor inglés.
En el archivo de Indias de Sevilla, amarillentos papeles coinciden con los lujosos protocolos que contienen la historia Argentina en los anaqueles del Foreign Office “los indios en número de veinte mil todos gente de guerra y cada cual con cinco caballos” custodió las costas bonaerenses para impedir un nuevo desembarco del invasor “de esos colorados que han tomado las tierras y vuestras casas por una desgracia”, según leemos en un documento redactado por los caciques de la época.
Y a los indios se unieron los gauchos.
Y a los indios y a los gauchos, los niños. Aquellos niños de los cuales dijo Perón que en toda nación civilizada eran y serían siempre los únicos privilegiados.
La resistencia del pueblo contra los ingleses y el puñado de traidores asociados tuvo una vida que fue más allá de la muerte. En las instituciones, dijo Perón, se prolonga la vida y sólo las instituciones vencen al tiempo.
Al mismo tiempo que Beresford decía con exasperación extorsiva y ruin que “Gran Bretaña es tan capaz de castigar como inclinada a perdonar”.
Belgrano, síntesis magistral de combatiente y pensador escribía lo siguiente: “El comerciante no reconoce más patria ni más rey ni más religión que su interés propio...”
No estaba equivocado el General Manuel Belgrano. El ejército de retaguardia de los ingleses era efectivamente un ejército de comerciantes. Y ese ejército de comerciantes era el que estaba destinado a continuar la guerra para beneficio de Inglaterra. Una guerra muy prolongada que sigue aún vigente. Una guerra en la cual el ejército y el pueblo vienen perdiendo hasta ahora muchas batallas. Pero una guerra inconclusa...
En 1804 había en Buenos Aires 47 comerciantes ingleses. En 1810 al estallar la Revolución de Mayo, 2000. Fracasadas las invasiones armadas, los buques de guerra de Su Majestad Británica, se fueron.
Pero los buques mercantes de los comerciantes Londres, abarrotados de abalorios, se quedaron. Primero ejercieron el contrabando a la vista y paciencia de los españoles y ante la perplejidad del Ejército Argentino, de gauchos, de indios y de niños que los habían combatido.
Luego el anglófilo Virrey Cisneros les otorgó, por un año, el comercio libre.
Con el comercio libre de Cisneros que curiosamente debía terminar el 18 de Mayo de 1810, los ingleses vencidos se transformaron en vencedores y el pueblo y el ejército vencedores, en vencidos.
Con el Edicto de Libre Comercio de Cisneros se inauguró el saqueo institucional en gran escala:
1) Los términos del intercambio fueron escandalosos: 12 barcos de frutos del país por la carga de un barco inglés de bagatelas importadas. Libre Exportación del oro, de la plata y de todo el metálico rioplatense para pagar en dinero en afectivo las chucherías manufacturadas.
2) En pocos meses el país se quedó sin dinero y para restituir el dinero que se iba, comenzaron a concertarse empréstitos que serían pagados con nuevos empréstitos. Todo ello sin variantes. Desde el primer empréstito contratado por Rivadavia hasta el último empréstito celebrado.
En uno de esos empréstitos, de los 10.000 millones de dólares que prestó el Fondo Monetario Internacional a la República Argentina, 3.500 millones de dólares fueron aportados por el Banco de Inglaterra para que nuestro país, derrotado en las Malvinas -pero aún en guerra con Inglaterra- pudiera pagar con preferencia las deudas que tenía con sus acreedores británicos.
Como es de ver, desde las invasiones inglesas hasta hoy nada ha cambiado.
3) La geopolítica argentina quedó dada vuelta:
-El comercio hacia el norte y de allí al extremo oriente abandonado.
-El flujo económico que producían las artesanías e industrias provinciales destrozadas.
-La navegación por el Pacífico prohibida. Tan pero tan prohibida que en el más risueño disparate que existe en la historia universal nuestro desdichado país y sus discapacitados dirigentes, regalan públicamente el Océano Pacífico.
“Argentina en el Atlántico, Chile en el Pacifico”. Todos hemos leído y leemos diariamente el absurdo cartelito.
-La minería del norte quedó suprimida y con ella sus implicancias industriales.
4) La miseria en medio de la opulencia había comenzado.
- Saqueo permanente, deudas, hambre y desocupación, serían y son la constante política que nadie ataca.
- Enfrentamientos sangrientos entre argentinos, odios irreconciliables y divisiones feroces. Todo mantenido por el arma de la colonización sutil, por la acción psicológica que divide al país por fruslerías infantiles.
Divide et Impera (separa y gobierna). Trade non countries (tratados comerciales y no territoriales). Tales son las coordenadas con que Inglaterra ha gobernado el país desde el Edicto de libre Comercio de 1809, con el cual el Virrey Cisneros convirtió en triunfo la derrota del invasor británico que había sido aniquilado por el Ejército y por el pueblo, en las jornadas de 1806 y 1807
¿Cuál fue la posición de la Primera Junta y del Gobierno del General Perón y del Peronismo, frente a la política Inaugurada por Inglaterra en 1809? La pregunta es acuciante y las respuestas, hasta ahora, no han sido precisas. Trataremos de aclarar algunas cosas.
La instalación de la Primera Junta fue un acto viril contra la política anglófila de Cisneros. El heroico Ejército que se había formado junto al pueblo en las jornadas de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, advirtió con asombro que los comerciantes Ingleses unidos a un grupo de perdularios porteños, les estaba robando el triunfo. Por eso actuaron en las jornadas de 1810. Agotada la capacidad de conducción por parte de España, había que defender lo propio, lo nuestro, eso que el extranjero inglés arrebataba como suyo, con ironía, con sarcasmo, con extorsión o con violencia.
La Junta actuó con grandeza moral y con buena fe política. La grandeza moral y la buena fe política, son dos principios básicos y dos hidalgas conductas. Empero, ante la ruindad del mundo internacional y ante la ferocidad de los apetitos económicos no son suficientes para asegurar el éxito.
El mundo anglosajón, a diferencia del espíritu latino, es magistral en la iniquidad y la intriga. En la alcahuetería disociadora que tanto ha fragmentado y triturado a la Argentina. En el asesinato hipócrita. En la mentira cínica. En fin, en todo tipo de medios que aseguren el poder.
Por grandeza moral y buena fe política. Saavedra dividió su sueldo con Cisneros y compartieron ambos el sitial que les correspondía en la Catedral, de la misma manera en que Liniers después del 12 de Agosto, compartió su almuerzo con el vencido General Beresford y el Estado Mayor Inglés.
Por grandeza moral y buena fe política, la Junta en pleno, recibió en su primera audiencia al Almirante De Courcy, Comandante en Jefe de las Fuerzas Británicas en el Atlántico Sur.
El Almirante Inglés con la mayor cordialidad, pero sin dejar de apuntar sus cañones, obtuvo de los desprevenidos patriotas de la Junta, la igualdad de derechos entre ingleses y criollos.
Así por medio de la grandeza moral y de la buena fe política, el monopolio que habla ejercido España se transfirió para beneficio de Inglaterra y el Edicto de Libre Comercio del Virrey Cisneros perdió fecha de vencimiento.
Por grandeza moral y por buena fe política, la Junta cedió ante Alejandro Mackinnon, representante de los comerciantes ingleses, residentes en Buenos Aires y éstos obtuvieron el permiso expreso para exportar a Londres el metálico de oro y plata Que recaudaban con sus ventas.
Por grandeza moral y buena fe política, la junta aceptó que Lord Strangford, Embajador Inglés en Río de Janeiro, representara al país naciente, ante las cortes de Londres y Madrid.
Por la grandeza moral y buena fe política, la Junta permitió que la bandera Inglesa unida a la bandera española, fuese su emblema ante las demás naciones de la tierra.
En poco tiempo todos los patriotas comprendieron con amargura que Inglaterra era la única beneficiaria de la lucha que habían emprendido contra España. Pero ya era tarde. En vez de la anhelada Independencia se había instalado una espantosa e irreversible dependencia económica hacia la Gran Bretaña.
Advertidos que la ayuda británica no era de beneficencia, sino que respondía a otras reglas de juego, Saavedra convocó a las provincias y al pueblo que lo había acompañado y Moreno recurrió a la queja diplomática.
Pero ni la presencia de los representantes de las Provincias en Buenos Aires, ni el Gobierno de la Junta Grande ni el pronunciamiento del pueblo del 5 y 6 de Abril de 1811, ni la proyectada queja diplomática de Moreno dieron ningún fruto.
El avance inglés por medio del comercio era arrollador e incontenible y frente a ese avance fueron sucumbiendo uno a uno todos los que habían levantado sus armas o su voz en contra de ellos.
Liniers, el jefe militar que abatió a los ingleses terminaría fusilado.
Alzaga el caudillo popular que armó al pueblo contra los ingleses terminaría ahorcado. Saavedra, el jefe militar que se levantó contra el anglófilo Virrey Cisneros terminaría exiliado y su memoria cubierta por un asombroso silencio.
Moreno, el Secretario Técnico de la Junta que pretendía arreglar el problema con una reclamación diplomática murió envenenado. Su deceso fue precipitado “por la administración de un emético que el Capitán del buque inglés le suministró imprudentemente”, según las textuales palabras de su hermano Manuel Moreno autor de “Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno” página 241. Agrega Manuel Moreno que el cadáver de su hermano “estuvo todo el día sobre la cubierta envuelto en la bandera inglesa”. Larrea, proclive a los negocios junto con los ingleses se suicidó.
La lista es trágica, tanto por la ferocidad de los medios de eliminación como por la continuidad de fusilamientos y asesinatos y de suicidios que plagan el destino fatal de nuestros gobernantes y prohombres.
Los nombres de Dorrego, Chilavert, de López Jordán, de Leandro Alem, de Lisandro de la Torre, de Belisario Roldán, de Leopoldo Lugones, del General Valle y tantísimos otros de plena actualidad, son testimonios extremadamente serios que nos llevan a una conclusión que causa espanto: los enemigos que se apoderaron sigilosamente de nuestro país siguen imperturbables y victoriosos, mientras que mitos, dogmas, esquemas, etiquetas, palabras y hasta letras siguen provocando el desencuentro de nuestras mentes mas brillantes y de nuestros espíritus más lúcidos.
Juan Domingo Perón ,es combatido en su gobierno y después de muerto mutilado.
Eva Perón,es ultrajada,mutilada y abusada en su descanso eterno.
Maria Estela Martinez de Perón. 6 años presa,ultrajada,abusada y denigrada hasta ahora.
Winston Churchill, dijo en 1955: 'La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo del Imperio y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la Segunda Guerra Mundial, y las fuerzas del Imperio Inglés no le darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto.
La Revolución de Mayo, despojada de las palabras escolares y profundizadas en su real dimensión, deja para la posteridad la enseñanza de un mal éxito que debe prevenirnos para no incurrir en una repetición forzosa.
Con la buena fe y la pureza moral de sus protagonistas la Revolución de Mayo no obtuvo la independencia efectiva del país. Antes, ese patrimonio espiritual fue el puente que utilizaron los comerciantes británicos para operar una transferencia del dominio español al dominio de Inglaterra.
Ese dominio fue más sutil y más eficiente que el del Imperio Español.
Nos adjudicó una autarquía administrativa de nivel municipal en lo interno, pero con una férrea dependencia económica que aseguró con sus concesiones y contratos cada vez más. Leoninos y cada vez más exigentes.
Inglaterra se reservó el control de la política interior, reemplazando por adjetivos calificativos, los sustantivos y los verbos que conforman el lenguaje con que deben tratarse los grandes temas de un país.
Dividió en forma tan irreconciliable como artificial a los conductores argentinos desde morenistas y saavedristas hasta peronistas de todos los grupos y antiperonistas de todas las tendencias.
Porteños contra provincianos, Buenos Aires contra el interior.
El campo contra la industria. La civilización contra la barbarie. Gremialistas contra políticos. Civiles contra militares... Siempre los antagonismos vertidos en un molde de hierro: Divide et Impera, Gran Bretaña ejerció también, a través de sus personeros más sumisos, la política exterior de los argentinos en todos los gobiernos y en todas las épocas”. No es el caso de entrar en casuismos ni contar las pocas excepciones pero todos recordamos la reciente guerra de la Malvinas dirigida por un Ministro de Relaciones Exteriores que era el mas conspicuo abogado del complejo frigorífico inglés Swift Deltec.
La eficiencia del sistema colonial inglés en el Río de la Plata, fue y es, el opus magnum de Canning, el estadista impecable. Inglaterra sería el taller del mundo y la América del Sur su granja.
Este plan gigantesco redujo nuestro territorio de 5 millones de kilómetros cuadrados a menos de 3 millones de kilómetros cuadrados y nos convirtió de un país bioceánico y minero en país atlántico y pastoril.
Del éxito del plan dice el historiador británico Harry Ferns: “Durante el siglo XIX no se produjo ninguna alteración en la ecuación Anglo-Argentina y no hay razón alguna para suponer que hoy sea diferente a lo que fue un siglo y medio atrás”. (Tomo I, pág. 486)
LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR SANTIAGO DE LINIERS.
Domingo 26 de agosto de 1810: En el paraje denominado Cabeza de Tigre, cercano a Cruz Alta, Córdoba, un pelotón de soldados ingleses fusila al General Santiago de Liniers, Héroe de la Reconquista y la Defensa, Conde y Virrey de Buenos Aires.
El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros (1755-1828), fue la cabeza visible del triángulo cuyos vértices estarían apoyados en los comerciantes usureros de la City en Londres, sus operadores españoles en Cádiz y los mercachifles arrastracueros del puerto de Buenos Aires. Esta triangulación, consecuencia de Utrech, formada de 1714 en adelante por Incalaperra junto con una decena más montadas en Hispanoamérica, se dedicaban con fervor al contrabando de fruslerías, el saqueo de la corambre de las vaquerías y el fabuloso robo de la plata del Potosí. Ya habían tenido su acto cumbre en las invasiones de la Incalaperra en 1806 y 1807. Porque es bueno decirlo, para aquellos hechos dolorosos, los ingleses no vinieron: los mandaron a llamar que es muy distinto.
Cisneros había llegado a Buenos Aires con instrucciones de invitar, muy diplomáticamente, para que Liniers regresase a España. Los buhoneros manilargos del puerto se habían dado cuenta que nada se podría hacer, de lo que después se hizo (más de 40 firmas inglesas operando en Buenos Aires y con casas matrices en Londres), con un Liniers en la ciudad. Entonces presionaron sobre los de Cádiz, lupanar de la masonería, para que éstos, a su vez, lo hiciesen sobre la Junta (que les debía plata a todos), designando como Virrey a un hombre “educado y culto” (como querría después Rivadavia) que, a su vez, tendría la misión de sacarse de encima a Liniers, dejándole el campo orégano al hatajo. Es la versión remozada y rioplatense del cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones (aunque aquí eran mucho más de cuarenta por el proceso inflacionario).
Con la misma ternura diplomática con que le pidieron que se vaya, don Santiago, que ya había cumplido sus 57 años, les pidió para quedarse. Una contrariedad en los planes de la gavilla. Entonces Cisneros le hace jurar a Liniers la promesa de no inmiscuirse en los asuntos públicos, y lo obliga a retirarse a un lugar distante del epicentro de los negocios: Buenos Aires. Digamos que una cosa por otra: en lugar de desterrarlo lo internaron, como se decía en aquellas épocas. Pero con el mismo efecto: mantenerlo alejado “del progreso”. Aunque con un poco de suerte, se podría morir en el olvido.
Este juramento del Héroe de la Defensa y Reconquista, con treinta años de nobles servicios a España sin interrupciones, es de donde se han prendido los historiadores del Régimen Perverso con sus ataques de moralina, para decir que Liniers recibió lo que se merecía por quebrantar un juramento. Y, ¿qué validez tiene un juramento hecho ante esta versión remozada de Pilatos? La misma validez que tiene la palabra devaluada del canalla que lo pide.
Liniers se trasladó a Córdoba donde compró una finca cercana a la localidad de Alta Gracia. Los sucesos ocurridos en Buenos Aires el viernes 25 de mayo (fruto de la tenida del 24 a la noche), llegaron a Córdoba el lunes 4 de junio. Entonces el Gobernador Intendente, Capitán de Navío Gutiérrez de la Concha, quien fuera jefe de le escuadrilla que transportó desde Colonia hasta el Arroyo Las Conchas al ejército de Liniers para la Reconquista, se declara opositor al pronunciamiento de Buenos Aires y arrastró tras de sí al Cabildo de Córdoba, creándose el 6 de junio, ante la emergencia, una Junta Consultiva.
Para constituir esta Junta, Gutiérrez de la Concha le pide a Liniers que se sume, como ciudadano respetable y persona de honda raigambre popular, junto con el Obispo Orellana, el oidor Victoriano Rodríguez, el deán de la Catedral, Gregorio Funes y el tesorero de la hacienda pública, señor Moreno.
Hasta aquí, aunque a los tumbos, estoy conteste con los historiadores vernáculos, tanto del Régimen como no pocos militantes del revisionismo histórico. Porque a partir de esta situación cada uno de éstos va dando su versión: que Liniers fue un traidor; otros que un líder desertor; que cometió muchos errores; que no escuchó las súplicas que le hicieran por carta Saavedra y Belgrano, e incluso su suegro Martín de Sarratea; que quiso reivindicarse ante la opinión pública de aquel incidente con el enviado de Napoleón, el Marqués de Sassenay (10 de agosto de 1808); que era un agente napoleónico en Buenos Aires y, otros muchos, que Liniers fue una mezcla de todo esto.
Confieso humildemente al lector que yo también me tragué estos sapos. Algunos crudos y otros vuelta y vuelta en la sartén con ajo y cebollas. Porque si esto escriben nuestros historiadores, cuya mayoría escribe para facturar, seguramente no es cierto o por lo menos es motivo de revisión o de crítica histórica, si prefiere el lector.
Liniers no fue un traidor, porque nunca comulgó con otra ideología que no sea su lealtad a la Corona Española por la que terminó dando la vida; consecuentemente tampoco fue desertor porque nunca estuvo adscrito a los complotados que había producido el 25 de mayo; el único error cometido por Liniers fue el de dormir con el enemigo: creerse que Cisneros era un virrey y no el cabecilla de un grupo de quincalleros asociado a los ingleses; de las súplicas que le hiciera Belgrano mejor no hablar: don Manuel (¡Oh, cuántas tiene en el debe el bueno de don Manuel!), ya había hecho los borradores extremistas que servirían de base para que el terrorista Mariano Moreno hiciese el Plano de Operaciones (dado como secreto el 30 de agosto, según la copia en mi poder); las actitudes de Liniers, respecto al Marqués de Sassenay, fueron suficientemente claras, y la prisión que sufrió el enviado de Napoleón a manos de Elío fue injusta, prueba de ello es que al ser remitido a Cádiz fue puesto de inmediato en libertad en aquella ciudad y a Liniers jamás se lo molestó para preguntarle nada; etc.
Ahora bien: ¿por qué Liniers –se preguntará el lector-, se opone a la Junta de Buenos Aires, acompañado de insignes patriotas y leales servidores públicos, cuando le hubiese sido más fácil aceptar el hecho consumado? Simplemente porque Liniers, como antiguo vecino de la ciudad, aparte de haber sido su Virrey, conocía perfectamente a cada uno de los integrantes de aquella Junta, lo que ellos representaban y quiénes movían los hilos de estas marionetas. Aquellos no representaban, precisamente, los intereses del pueblo, del rey ni de su virreinato. Y si no me creen vean lo que sigue:
Miguel Azcuénaga, militar, masón recalcitrante de los tiempos de Cabello y Meza, relacionado con las familias más ricas de Buenos Aires en los inicios del siglo, terrateniente y comerciante, fue el garante ante la burguesía porteña y los intereses de la Incalaperra, de las finanzas de la Junta de Gobierno.
Manuel Alberti, sacerdote, masón, con rico patrimonio personal, parte heredado de sus padres y parte de lo que él había hecho con sus negocios clandestinos; intervino en las reuniones conspirativas en la casa de Nicolás Rodríguez Peña (espía, masón, asalariado de Su Majestad Británica hasta su muerte); ingresó a la Junta como representante del clero criollo y como defensor de los bienes eclesiásticos (y de los suyos desde luego).
Domingo Matheu, comerciante catalán afincado en Buenos Aires, con conexiones internacionales en Europa y, particularmente en Cádiz, sostenedor de las ideas del libre comercio (recargando con un 300% las bagatelas inglesas), fue como tal el representante de los comerciantes de Buenos Aires (los que, mayoritariamente, eran ladrones y contrabandistas). Fue el garante ante la Junta de los comerciantes de la plaza de Cádiz (uno de los vértices del triángulo).
Juan Larrea, catalán como el anterior, comerciante de los llamados frutos del país y también armador, estaba seriamente comprometido con los grupos ingleses a los que siempre fue obediente. Es considerado como el banquero de la Junta de Mayo.
Juan José Paso, abogado, amigo íntimo de Moreno, vinculado a los intereses ingleses en el Río de la Plata. Este personaje es todo un misterio: ¡permaneció en el gobierno desde mayo de 1810 hasta la llegada de Rosas que lo echó! Poco o nada se sabe de su vida porque todos sus papeles públicos y privados han desaparecido cuidadosamente. Pero en verdad: no se sabe por qué fue incluido en la Junta, quedando solamente en pie sus vinculaciones con los comerciantes británicos.
Mariano Moreno, abogado (el ausente durante las invasiones inglesas y el mudo del Cabildo del 22 de Mayo), representó a los intereses ingleses, con la habilidad de presentarlos como españoles. Carlos Roberts lo llama excelente abogado del comercio inglés y abogado de última hora. El acercamiento ideológico con Castelli (primo de Belgrano), proviene de que ambos eran abogados de los ingleses en el Río de la Plata. Moreno se destacó en la ignominia que se llamó Representación de los Hacendados (en 1809, con patrocinio del Virrey Cisneros donde hizo el papel de chancho rengo), y Castelli en varias defensas de comerciantes ingleses sorprendidos en el delito de contrabando o en el quebrantamiento de leyes consagradas. Cuando Moreno envía a Castelli al norte como comisario político, se quedó con el partido de él en Buenos Aires, y lo superó en los planteos de libre comercio a favor de los buques de bandera inglesa.
Manuel Belgrano, abogado y economista aficionado, con amplias y fuertes vinculaciones con comerciantes del Paraguay y ganaderos del Uruguay. Esta es la causa de la aparición, de la noche a la mañana, del Belgrano militar en la campaña al Paraguay y su posterior traslado a la Banda Oriental, cuando en realidad se había destacado como abogado y economista. Se sabe que Belgrano redactó la introducción y confeccionó el boceto del Plano de Operaciones citado más arriba. Moreno al componerlo, respetó la introducción belgraniana y, en línea generales, su proyecto, aderezándolo luego con sus crueldades propias de Caracalla. Pero don Manuel conoció el documento: a esto no hay quien lo niegue, como se sabe que no abrió la boca para oponerse ante semejantes barbaridades. El documento, encontrado por casualidad en Sevilla por don Eduardo Madero a fines del Siglo XIX, está redactado en tono canallesco, subversivo y terrorista: después me vienen a hablar del Proceso de Reorganización Nacional que es un bebé de pecho al lado de don Mariano y de don Manuel, ¡que son próceres indiscutidos!
Dios Santísimo: ¿para qué me haces conocer estas cosas? ¿Acaso yo no sería más feliz de otra forma? Pero: hágase Tu Voluntad y no la mía. Prosigo entonces.
Llegado a esta altura, le pregunto al lector: ¿y usted que hubiese hecho? ¿Tal vez adherirse a esta Junta, o haría lo que hizo Liniers, después Artigas y finalmente Alzaga? Diga usted. Porque después de todo lo que hizo el Cabildo de Buenos Aires fue tomar la decisión de crear una Junta municipal de gobierno. Le correspondía luego invitar a las demás provincias hermanas a un congreso revolucionario para lo cual, cada una de ellas, debía dar, como requisito previo, un golpe político como el de Buenos Aires. De esta manera la Primera Junta hubiese sido nada más que una promotora de la revolución nacional. Esta actitud de Buenos Aires de arrasar con las autonomías provinciales y municipales se repetiría constantemente, se reflejaría en la Constitución Nacional y se puede ver hoy en día, donde los Gobernadores, pero fundamentalmente los Intendentes Municipales (donde reside la auténtica soberanía popular), son felpudos del gobierno central.
Desbandada la tropa de Liniers y Gutiérrez de la Concha al primer amague, siguieron los dos fugitivos con sus amigos, sin una escolta que les brinde protección, y se refugian en Villa del Chañar, a unas 50 leguas de Córdoba. Allí los alcanza y detiene el Capitán José María Urien, que los venía rastreando, quien comete la arbitrariedad de tratarlos con todas las brutalidades que uno se puede imaginar, incluidos los azotes. La Pasión de don Santiago de Liniers había comenzado en manos de los esbirros del Robespierre porteño, Mariano Moreno: el que en la noche del 25 de Mayo lloraba sentado en las escaleras del Cabildo por las represalias que habría de tomar el rey contra ellos a su regreso “por majaderos”. Esta es la verdadera causa de su misterioso viaje a Inglaterra que dijeron lo hacía en misión diplomática: le aterrorizaba la idea del regreso del rey. En verdad fue un exilio disfrazado con misterios, como su muerte que resultó de un fecaloma: hacía una semana que no iba de vientre y el capitán inglés le suministró un purgante fenomenal. Una hora después estaba con una peritonitis y se fue por la avenida ancha sin semáforos. Pero volvió reencarnado en los periodistas que tenemos que lo han tomado por apóstol.
Detenidos los cabecillas del desacato, debería corresponderse con el final de este triste capítulo de nuestra historia. Pero no fue así, porque es realmente aquí donde comenzó. Porque, ¿qué hacer con Liniers, el Gobernador Gutiérrez y el manojo de amigos encadenados? A Córdoba no los podían regresar, porque muchos de los soldados patricios que formaban los regimientos a las órdenes del Coronel José Antonio González Balcarce admiraban y amaban a Liniers y a Gutiérrez por haber luchado codo a codo con ellos en las jornadas de 1806 y 1807. Algo parecido ocurriría con la población civil, memoriosa del trato paternal y deferente de Liniers durante su virreinato.
Entonces, ¿qué tenemos por aquí? Tenemos un problema insoluble a nivel de dirigentes. El mismo problema que se les repetiría con Artigas, Alzaga, Dorrego, don Juan Manuel y, si el lector quiere, el de Perón: su inmensa popularidad. ¿Qué hacer con un tipo que supuestamente hace lo que no debe hacer y sin embargo goza de abrumadora popularidad? La respuesta no está en los manuales liberales, ni en las películas de Hollywood de yanquilandia, donde el derrocado es un tiranuelo de cuarta. ¿Qué hay que hacer con un tipo en cuya contra se han ensayado todas las argucias y todas ellas, de a una, han ido fallado? A este tipo hay que matarlo, porque la popularidad para los liberales es un bien peligrosísimo. A Liniers y Dorrego, El Coronel Arrabalero, les costó la vida. El Restaurador se les escapó con un hilo de la pata. Y Perón se salvó de milagro, si se tienen en cuenta desde bombardeos hasta una docena de atentados, comenzando por el de Villa Rica en Paraguay.
En verdad la Junta municipal de Buenos Aires, vulgo llamada Primera Junta, ha pensado en el destierro, medida que se le aplicó al compinche Cisneros con todo éxito, pero que con don Santiago sería un fracaso. Alguien ha madurado en hacerlo desaparecer, pero es imposible porque ya todo el mundo sabe que está en manos de sus captores. Reverdece entonces la idea de asesinarlo, pero cómo. Envenenarlo sería muy evidente. A un iluminado de la caterva se le ocurre simular un malón de indios que atacarían la caravana y lo asesinarían sin misericordia. En los alrededores de Buenos Aires hay muchos indígenas que por una damajuana de aguardiente serían capaces de despellejar a su madre. Pero ocurre que a ¡don Santiago de Liniers también lo quieren los indios porque ha sido muy compasivo con ellos! Entonces, si una salida “culta y educada”, resuelven matarlo ellos mismos. Fusilando de esta manera se cargarían de poder coercitivo, desalentando resistencias latentes: digamos que a lo Valle, Cogorno e Ibazeta el 9 de junio de 1956.
Llega a Córdoba el decreto para la ejecución. La población recibe la noticia con claras muestras de disgusto. El Coronel Balcarce y el gobernador interino nombrado por la Junta, que fue Juan Martín de Pueyrredón, se enteran que el Regimiento de Patricios, alojado en la casa de Ejercicios Espirituales, se está por sublevar para rescatar a Liniers. Les cierran todas las puertas y les colocan tres regimientos a su alrededor para que nadie salga ni entre. Unas 100 religiosas y religiosos que allí prestan servicios padecen la cuarentena, aunque son completamente inocentes: es la primera herejía de las muchas que luego harían en el Alto Perú contra la Santa Religión. Ortiz de Ocampo hace como Pilatos: se lava las manos y decide remitir al prisionero a Buenos Aires. En realidad le tiene miedo a la pueblada y algunos regimientos que no le han querido rendir honores.
La Junta se entera de esto y resuelve que Liniers no debe entrar en Buenos Aires. Para ello acuerdan que Castelli y French, con algunos efectivos del Regimiento Estrella, salgan al encuentro de la columna y fusilen a Liniers donde lo encuentren. Sin embargo aparecen otros problemas, aparte del cáncer de lengua que lo tiene mal a Castelli, los soldados del Estrella ponen las cosas en claro: ellos acompañan pero no fusilarán a Liniers. Los comisionados alcanzan la columna que viene de Córdoba en Cabeza de Tigre, una posta a la altura de Cruz Alta. Allí los espera otro frentazo: los soldados de la escolta que traía a Liniers, también se niegan a fusilarlo. ¡Estos negros de mierda, siempre creando problemas! No, si es como decía Sarmiento: es una raza maldita. Porque no habían nacido debajo de una higuera como él.
Pero alguien había sido más previsor que todos estos complotados para asesinar. En Córdoba vivían desde hacía unos dos o tres años un número considerable de soldados ingleses que fueron internados después del escabroso asunto de Luján. Algunos tenían chacra, familia y otros se habían afincado definitivamente. Alguien los habló y ellos aceptaron fusilar gustosamente a Liniers, el autor de su derrota, su prisión, su internación y su vergüenza. Y previendo que pasaría lo que pasó los llevaban a la cola de la columna.
Y así fue como en la mañana del 26 de agosto, el mes de la Gloriosa Reconquista, de 1810, una docena de soldados de su Graciosa Majestad Británica fusilaron a don Santiago de Liniers, cubierto de sangre por los castigos y cinco de sus compañeros todos malheridos. El tiro de gracia se lo dio French, el cartero de Buenos Aires, devenido ahora en Teniente Coronel de la noche a la mañana, el que fuera enlace entre las logias masónicas montadas por Rodríguez Peña y el cura Agüero. En las ropas de Liniers se encontró su despacho como Virrey firmado por el rey, que Castelli ordenó quemar: estaba el papel tinto en sangre.
A esto último lo descubrió el historiador Julio Lafont al que por poco lo matan. Pero jamás pudieron desmentirlo, hasta el día de hoy porque está muy bien documentado. Al resto, que no es de Lafont, los invito a los historiadores a que me desmientan. Pero, ¡cuidado!, porque a lo mejor no me callo de cosas que aquí he callado.
ANIVERSARIO DE LA HEROICA DEFENSA DE BUENOS AIRES
El día 5 de julio de 1807 se produce la Defensa de Buenos Aires. Las fuerzas británicas que procuraban conquistar por segunda vez la ciudad de Buenos Aires sufren pérdidas enormes en los combates que se suceden en este día.
El 5 de julio de 1807 los porteños y las milicias al mando de Santiago de Liniers rechazan la Segunda Invasión Inglesa, comandada por el Gral. Whitelocke.
El alcalde de Buenos Aires, Martín de Álzaga ordenó montar barricadas, pozos y trincheras en las diferentes calles de la ciudad por las que el enemigo podría ingresar. En la mañana del 5 de julio, la totalidad del ejército británico volvió a reunirse en Miserere. Confiado de la supremacía de su ejército, Whitelocke dio la orden de ingresar a la ciudad en 12 columnas que se dirigirían separadamente hacia el fuerte y Retiro por distintas calles. Sin embargo, los invasores se enfrentaban a un Buenos Aires muy diferente al que se había rendido ante Beresford. Según cuenta la tradición popular, los vecinos arrojaron piedras y aceite hirviendo sobre las cabezas de los invasores. Lo cierto es que Liniers había logrado reunir un ejército de 9.000 milicianos, apostados en distintos puntos de la ciudad. El avance de las columas se vio severamente entorpecido por las defensas montadas, el fuego permanente desde el interior de las casas y desinteligencias y malos entendidos entre los comandantes británicos. Whitelocke vio como sus hombres eran embestidos en cada esquina. Mediante la lucha callejera, los vecinos de Buenos Aires superaron la disciplina de las tropas británicas. Tras una encarnizada lucha, Whitelocke perdió más de la mitad de sus hombres entre bajas y prisioneros.
Cuando la mayoría de las columnas habían caído, Liniers exigió la rendición. Craufurd, atrincherado en la iglesia de Santo Domingo, rechazó la oferta y la lucha se extendió hasta pasadas las tres de la tarde. Whitelock recibió las condiciones de la capitulación hacia las seis de la tarde ese mismo día. El 7 de julio se comunicó la aceptación de la capitulación propuesta por Liniers y que por pedido de Álzaga, daba dos meses para abandonar Montevideo. Las tropas británicas se retiraron de Buenos Aires y abandonarían la banda oriental recién el 9 de septiembre.
EL SAQUEO DEL TESORO DE BUENOS AIRES.
POR EL PIRATA BERESFORD 1806.
EL PARTIDO MASONICO FACILITO LA ENTRADA DE BERESFORD
EN BUENOS AIRES ENTRARON SIN LUCHAR.
Más de 86.000 millones de dólares, buena parte de la deuda argentina. Ese es el valor actual del tesoro con el que se alzaron los ingleses en la invasión de 1806. El cálculo de Néstor Forero, un investigador que habló del tema en Gualeguaychú, muestra la magnitud del saqueo inglés. ¿Hay razones para pedir un resarcimiento, pese al tiempo transcurrido?.
Buenos Aires fue capturada, así, por las tropas del general Beresford, allá por 1806. La toma duró más de 40 días, en cuyo transcurso los ingleses no se privaron de nada. La invasión estuvo signada por vejaciones, asesinatos, muerte, y robos de todo tipo, según cuentas los cronistas. Un acto de pillaje protagonizado por súbditos de la Corona Británica, que no actuaron por motu propio.
Fue en realidad una acción de conquista armada por el gobierno de Londres, en el marco de una estrategia global de dominación de estas tierras americanas.
Los entretelones y el significado de este traumático episodio -que curiosamente la historiografía oficial refiere casi como una anécdota- están planteados en “El saqueo de 1806”, el libro del investigador Néstor Forero.
Especialista en temas económicos e historiográficos, autor de otros libros como “Deuda externa y Crimen social en Argentina”, Forero se inscribe dentro del “revisionismo histórico” que, siguiendo a Raúl Scalabrini Ortiz o al copoblano Julio Irazusta -entre otros-, viene denunciando la malsana influencia británica en el país.
Esa influencia, que ha sido determinante en el curso de la historia vernácula, es de larga data. En realidad, según esta lectura historiográfica, se remonta a la etapa anterior a la independencia argentina.
Es decir, a cuando el país -junto con otras repúblicas sudamericanas- pertenecía al Virreinato del Río de la Plata, un bloque geopolítico de 7.000.000 km².
En la disputa por la hegemonía mundial, Inglaterra fue enemiga declarada de España, cuyo poder buscó cuartear, sobre todo saboteando sus posesiones americanas.
Es en este contexto que Forero coloca la toma de Buenos Aires en 1806. Que en realidad, dice, fue la quinta expedición militar británica (no la primera como dice la historia oficial), a la cual precedieron, por caso, desembarcos en Malvinas o Isla de los Estados.
El saqueo del que fue objeto entonces Buenos Aires, por parte de las tropas de Beresford, fue pergeñado con antelación por el gobierno de Londres, dice el autor.
Y da una medida -cuenta- no sólo del sentimiento anti-hispánico de los invasores, ni de la codicia que los dominaba, sino de un plan de dominación urdido con inteligencia.
Así, el primer acto del General Beresford, tras la toma de la capital del Virreinato del Río de la Plata, fue la exigencia a sus pobladores de los caudales reales, bajo las peores amenazas (pérdidas de vida y patrimonio).
Y aquí la originalidad de Forero: el tesoro robado, girado prontamente a Londres, representa hoy, actualizado a un interés anual del 6%, más de 86.000 millones de dólares, buena parte de la deuda externa argentina.
Política colonial
Pero además, una vez dueño de la plaza, Beresford tomó una serie de medidas para someter a la nueva colonia -y que según Forero tienen un parecido notable con la política económica que se siguió en Argentina en lo sucesivo.
Así, al apoderamiento ilegítimo de las reservas monetarias del Tesoro de la Real Hacienda de Buenos Aires -el grueso del cual se embarcó a Londres en la fragata más rápida de la de la flota británica, el “Narcissus”-, le siguió el decreto que declaró la “libertad de comercio”.
Esta última medida -sostiene el investigador- “se impondrá para beneficio especialmente de los comerciantes ingleses y de su socia local, la clase acomodada de Buenos Aires”.
Ahora bien, haber secado la plaza de monedas -más allá de que una fracción de los pesos plata se dejaron para mantener el comercio exterior- colocó a la gobernación británica en Buenos Aires en problemas.
La escasez de dinero metálico, producido por el vaciamiento de las arcas de Buenos Aires, conducía a un encarecimiento inexorable de las operaciones de importación de mercadería inglesa.
Pero la gobernación británica no iba “a permitir que los comerciantes locales repararan esa pérdida mediante el funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda, ya que el tipo de cambio hubiera saltado por las nubes”, cuenta Forero. Por eso -refiere- “se estipuló un tipo de cambio fijo de 5 chelines por peso, cuando antes de la invasión el tipo de cambio era de 4 chelines y 6 peniques”.
La cuestión de los caudales
Forero llama la atención sobre un dato no menor: los ingleses no pueden alegar que los caudales robados (en total 1.086.208 pesos plata) son un “botín de guerra” (el equivalente a unas 200.000 liras esterlinas de la época) (1). ¿Y esto por qué?. Pues porque el tesoro se hallaba fuera del alcance de los conquistadores al momento de ingresar a la ciudad.
¿Cómo? Es que el virrey Rafael de Sobre Monte, enterado de la invasión, se lo llevó consigo antes hacia Córdoba. Los ingleses tuvieron que gestionar su regreso, luego, bajo amenaza de introducir las peores pestes sobre la población.
Este episodio, es decir la manera en que se obtuvo el tesoro confirma la tesis de que su apropiación fue “sencillamente un robo, perpetrado sin ninguna fundamentación jurídica por parte del invasor”.
En realidad, dice el autor, la acción de Sobre Monte -pese a que el juicio histórico catalogó de deshonrosa-, colocaba la sustracción del tesoro en el marco de una discusión entre las cortes de España y Gran Bretaña, alrededor de los “derechos de propiedad indudable de los españoles”.
“Para ser más ecuánimes diremos que Sobre Monte, más allá de su personalidad, cumplió con su retirada el plan de evacuación trazado en época del virrey Vértiz y que un Tribunal que juzgó su conducta terminó absolviéndolo, aunque eso no le devolvió el prestigio perdido”, comenta Forero.
¿Es posible el resarcimiento?
El autor insiste en la “ilegitimidad” de la incautación de los caudales del tesoro de la Real Hacienda de Buenos Aires. Pero va más allá: en su opinión, a la Argentina y a los países que entonces integraban el virreinato, les asiste hoy el derecho del resarcimiento, pese al tiempo transcurrido.
Forero habla de “derecho de propiedad” conculcado por el invasor inglés. Aunque dicho derecho le pertenecía a los españoles, ahora es nuestro, insiste, en virtud de la “continuidad jurídica e histórica de los Estados”.
Asegura que el “gobierno británico no puede negar su participación” en la operación de saqueo -aunque se escude en el argumento de que fue una acción de particulares-.
“Dado que lo actuado por los súbditos británicos lesiona el Derecho de Gentes, entendemos que el reclamo de reparación por el robo de Buenos Aires es imprescriptible”, razona el investigador.
Y al respecto documenta la existencia de jurisprudencia internacional en este sentido, alrededor de la existencia de fallos que han obligado a ciertos Estados, cuya responsabilidad quedó evidenciada, a reparar el daño cometido contra otros Estados.
Por Marcelo Lorenzo
Publicado en diario El Día, de Gualeguychú, Provincia de Entre Ríos, 21/11/07. http://www.trabajadorescultura.com.ar/cultura/Econ_politica/Notas
Publicado en el diario Times, de Londres, a raíz de la captura de Buenos Aires
Domingo, 12.09.1806 – nuevas buenas en Gran Bretaña
El nuevo gobierno whig (el “Ministerio de Todos los Talentos”) se enteró de la expedición de Beresford el 24 de junio de 1806, cuando le llegó una carta fechada por el general inglés en abril de ese año. El Secretario de Guerra William Windham se tomó un mes para contestar la carta, con la anuencia de Jorge III, manifestándole que como no la expedición no había sido oficialmente autorizada y no se conocían los resultados obtenidos, sólo cabía dar instrucciones generales. Ella eran: si habían ocupado una posición, que trataran de mantenerla y, caso contrario, no insistiera en tomarla; que “no se metiera en asuntos de independencia que pretendían los criollos”. Como cierre, le anunciaba a Beresford el envío de refuerzos al mando del general Sir Samuel Auchmuty. Por otra parte, el Almirantazgo remitió una carta, el 28 de julio, a Home Popham, ordenándole, severamente, que se presentara en Londres para rendir cuenta de lo actuado.
Nota de Aclaración: El gobierno inglés mantuvo en secreto la expedición a Buenos Aires, hasta estar seguro de lo que había pasado en la colonia española. Pero el 12 de septiembre de 1806, tras 57 días de navegar, el Narcissus, al mando del capitán Donelly entró al puerto de Portsmouth, con los partes de Popham y Beresford sobre la captura de Buenos Aires. Por telégrafo visual llegó a Londres esa noche y los diarios se hicieron eco de la noticia, en las ediciones de la mañana siguiente.
Lunes, 13.09.1806 – primera noticia
Captura de Buenos Aires. Oficina del Times. Sábado a las 3 de la mañana.
Por un expreso que acabamos de recibir de Portsmouth, tenemos que felicitar al pueblo por uno de los hechos más importantes de la actual guerra. Buenos Aires en este momento forma parte del Imperio Británico, y cuando consideramos las consecuencias a que conduce por su situación y capacidades comerciales, además de su influencia política, no sabemos como expresarnos en términos adecuados a nuestra opinión de las ventajas nacionales que derivarán de su conquista.
Miércoles, 15.09.1806 – de la prensa británica
“Es casi indudable que toda la colonia del Plata tendrá la misma suerte que Buenos Aires; y de las esperanzas lisonjeras presentadas a sus habitantes, en la proclama del general Beresford, ellos verán que está en su propio interés ser colonia del Imperio Británico”. (...) “Como resultado de semejante unión, tendríamos un mercado continuo para nuestras manufacturas, y nuestros enemigos perderían para siempre el poder de sumar los recursos de esos ricos países a los otros medios que tienen de hacernos daño”. (…) “Este país está ahora en una posición mucha más orgullosa de la que ha estado desde que comenzaron las negociaciones con Francia. En Calabria, la excelencia y superioridad de las tropas británicas han sido demostradas al enemigo y a toda Europa. Por nuestro éxito en el Plata, donde un pequeño destacamento británico ha tomado una de las más importantes y ricas colonias españolas, Bonaparte debe estar convencido de que sólo una paz rápida podrá evitar que toda Sudamérica quede separada forzosamente de su influencia y colocada para siempre bajo la protección del Imperio Británico ¿A qué región del mundo habitable podrá entonces dirigirse para conseguir barcos, colonias y comercios?”.
Lunes, 20.09.1806 – desfile en Londres
“A las siete en punto de la mañana, los Leales Voluntarios Britanos se congregaron en St. James’Square y después de disparar tres salvas prosiguieron hasta Clapham, a fin de escoltar hasta la ciudad el tesoro desembarcado del Narcissus, en Portsmouth” relata un testigo presencial, John Fairnburn “A su llegada a Claphamn encontraron el desfile consistente en ocho carretones, tirado cada uno de ellos por seis caballos, adornados con banderas, pendones y cintas azules. En las banderas estaba inscripta la palabra ‘Tesoro’
Los precedía una pieza de artillería de bronce tomada al enemigo. El primer carretón llevaba el estandarte virreinal del Perú desplegado por un marino real; el segundo y tercero, las enseñas tomadas de los muros de Buenos Aires, y los siguientes, las insignias navales inglesas azuleas, rojas y blancas, mostrando el conjunto la más triunfal y grandiosa apariencia. Durante su procesión hacia la ciudad, los Leales Britanos, al mando del coronel Davidson, marcharon a la cabeza de los carretones y el coronel Prescott con los Voluntarios de Clapham los escoltaron a retaguardia. Una muy excelente banda perteneciente a este último regimiento interpretó durante la marcha ‘God Save the King’, ‘Rule Britannia’, etc., y el corazón de todos los británicos se regocijó ante la visión de la escolta.
Tras haber entrado en Londres se detuvieron en el Almirantazgo y luego prosiguieron por Pall-Mall hasta St. James’Square, donde la procesión hizo un alto ante la casa del coronel Davidson y la señora Davison obsequió un par de enseñas con la leyenda ‘Buenos Aires, Popham, Beresford, Victoria’ escrita en letras de oro sobre seda azul, rodeadas por ramas de laurel. El tesoro pasó luego a través de la city hasta el Banco, donde se depositaron más de dos millones de dólares. En el frente de cada carretón figuraban las palabras ‘Caja del Tesoro’.
En las ventanas se agolpaba una cantidad poco común de espectadores ansiosos por ser testigos del triunfo de la Vieja Inglaterra. El capitán Donnelly, del Narcissus, participó de la procesión en una silla de posta” .
Nota de Aclaración: Ese mismo capitán Donnelly recibió, por entregar el tesoro, 5500 libras como flete, una comisión del 2% sobre el total, sin perjuicio de lo que le tocara como capitán, en la repartición a su ejército por la toma de Buenos Aires.
“El tesoro siguió por la city hasta el Banco de Inglaterra, donde se depositaron más de un millón de dólares”.
Sábado, 25.09.1806 – de la prensa británica
“Tal es la fertilidad del suelo, que Buenos Aires, en poco tiempo será probablemente el granero de Sudamérica”.
(…) “Las mujeres de Buenos Aires se consideran las más simpáticas y hermosas de toda Sudamérica, y su manera de vestir denota un gusto superior” (…) “El comercio de esta región bajo el ordenamiento británico, promete ser sumamente ventajoso para ella, y podría abrir mercados de incalculables posibilidades para el consumo de manufacturas británicas. En la medida en que las cargas impuestas a los habitantes sean disminuidas por el gobierno británico, sus medios de comprar nuestros productos se verán incrementados, y el pueblo, en lugar de permanecer andrajoso e indolente, se hará industrioso, y llegará a la mutua competencia por poseer no solo las comodidades, sino lo lujos de la vida”.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Interesantísima entrevista al argentino Patricio Lons:
https://www.youtube.com/watch?v=76IV1Y3kSO0
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Re: Hay “otro” bicentenario
Los Chilotes “Defensores Del Rey” (1812-1826)
Escrito por Rodolfo Urbina Burgos. Publicado en Artículos Publicados
Al asomar el siglo XIX parecía haber muy poco en común entre chilotes y chilenos. Habían vivido escindidos los unos de los otros por más de 200 años. Primero por la ultramarina distancia y por separarlos la terca presencia de la “nación” araucana, y segundo, porque desde 1768 el Archipiélago pasó a depender del Virreinato del Perú. Aislados, casi como sitiados, diseñaron los chilotes su propio mundo lejos de todo contacto, dibujando el perfil de una existencia original que se conciliaba muy bien con una mentalidad española que parecía haberse quedado fijada en su etapa fundante del siglo XVI; así el hombre chilote ya tiene una identidad propia en el siglo XVIII. Y con esas ataduras histórico-culturales miraban los acontecimientos externos que de tarde en tarde hacían llegar sus ecos hasta las islas, como la noticia de la invasión napoleónica a España y lo que en Chiloé se consideró como sacrílego cautiverio de Fernando Séptimo. Con el mismo prisma monárquico miraron y juzgaron los sucesos posteriores protagonizados por los separatistas de América y Chile ya que se desconocían mayoritariamente las ideas de independencias. Y así también aquella frontera lejana, pobre y desatendida decidió poner a todos sus hombres en armas para defender los derechos reales, ajena, como estaba, a la novísimas e irreverentes ideas políticas revolucionarias que ya circulaban por el Nuevo Mundo y se extendían en la zona central del Reino de Chile. De esta manera, la mentalidad político-social imperante en Chiloé, era de un apoyo fervoroso al sistema monárquico y a su Rey como la única ideología vigente y conocida en el mundo isleño.
Al momento de comenzar los movimientos independentistas Chiloé era Plaza Fuerte al mando de un gobernador político-militar, como lo venía siendo desde los albores del Período Indiano. Y, aunque los mismos vecinos de Castro calificaban a Chiloé como una de las provincias “más infelices que contienen los dilatados dominios de V. Magestad”, se enorgullecían de ser los más fieles vasallos del rey. Sociedad pobre y rústica era, no obstante, al decir de Encina, una de las más militarizadas del Reino de Chile con sus dos guarniciones de infantería y caballería con asiento en Calbuco y San Carlos de Chiloé, respectivamente, y una compañía de Artillería que atendía los fuertes y baterías, sitios casi todos en el Canal de Chacao para opósito de las siempre anunciadas invasiones. Era, en jerarquía, la quinta fuerza del virreinato con 395 soldados pagados por el “situado” que se remitía desde Lima, sin contar los 2.000 milicianos que por ser “numeristas”, servían a su costa, y concentrados principalmente en la jurisdicción de Castro, divididos como aquellos en compañías de infantería y caballería.
Esta “gente de guerra” estuvo inactiva durante todo el siglo XVIII, pero atenta a los conatos de invasiones inglesas. Por lo mismo nunca se pudo probar su capacidad militar, siendo muy controvertidos los juicios sobre ella, especialmente a fines de aquel siglo, en momentos que se acentuaba la preocupación del Virrey por enviar a Chiloé ingenieros y jefes militares a ponerse bajo las órdenes del Gobernador que al mismo tiempo era Comandante General de las Fuerzas, por remitir armas y municiones, por construir o reparar fuertes, por entrenar y disciplinar a soldados y milicianos, etc., y así poner en buena situación militar a la provincia insular, como efectivamente estaba cuando la propagación de la revolución independentista de Chile se extendió hasta sus propias fronteras al capturar los insurgentes al Gobernador de Valdivia Alejandro Eagar, a imitación de lo que habían hecho con las autoridades constituidas en Santiago y Concepción. Desde entonces las acciones militares acompañaron la vida de los chilotes fuera y dentro de la isla durante los catorce años que corren entre 1812 y 1826.
Comenzó en 1812, dice el cabildo de Castro cuando “en lo más riguroso del invierno expedicionó sus soldados, que por un camino el más intricando y trabajoso lograron sorprender a Osorno en el mes de junio… y someterla a la debida subordinación de V. Majestad, y pasando de allí inmediatamente a Valdivia ocuparon igualmente esta Plaza poniendo a ambas a disposición del Exmo. Sr. Virrey del Perú”. Al año siguiente las fuerzas chilotas ascendían a 1.400 soldados, 900 de los cuales eran de línea, base de lo que será el ejército realista que el virrey Abascal encargó formar al brigadier Antonio Pareja, quien zarpó desde El Callao el 12 de diciembre de 1812 con 50 soldados, algunos oficiales y 25.000 pesos en dinero y vestuario.
Pareja desembarcó en San Carlos de Chiloé el 18 de enero de 1813 revestido de todas las facultades para organizar la tropa reglada y milicias, echar mano de los 160.000 pesos que guardaban las Cajas Reales y allegar aportes particulares que ascendieron a otros 9.000 pesos. Pudo contar con la importante colaboración de Juan Tomás de Vergara, del Gobernador Ignacio Justis, y del Padre Javier Venegas en la organización del ejército que incluía, además, 200 indios, y cuyos jefes fueron desde entonces los tenientes José Hurtado y José Rodríguez Ballesteros, ascendidos por Pareja a sargentos mayores, además del Padre Javier Venegas que, a pedido de los soldados, embarcó como capellán.
Los 1.400 soldados y milicianos, regularmente armados y vestidos formaron tres divisiones: el “Batallón Veterano de San Carlos”, el “Cuerpo de Milicianos de Castro” y la “Brigada de Artillería” con 120 artilleros y 8 cañones, con las que el brigadier zarpó a Valdivia donde elevó a 600 hombres el “Batallón de Infantería” de aquella Plaza, y otros 100 hombres de la “Brigada de Artillería” con 12 cañones de campaña completando así un ejército de 2.070 hombres entre chilotes y valdivianos divididos en los mismos tres cuerpos con 6 cañones cada uno. El objetivo era tomar la ciudad de Concepción y no otro, como se dijo al momento de zarpar, para defender los derechos reales y “redimir al pueblo chileno”, como arengaba Pareja, mientras el Cabildo de Castro se refería a las Juntas americanas como “Juntas perversas” que atentaban contra la “sagrada persona de su Majestad”, entonces cautivo por Bonaparte, a quien llamaban “sacrílego tirano”, y acusaban a Chile de haberse separado “de los más sagrados deberes negando a V. Majestad la obediencia que le había jurado”.
Así comenzaban las acciones de los chilotes en Chile. La expedición desembarcó en San Vicente el 26 de marzo de 1813 sin encontrar mucha resistencia, y luego avanzaron a Talcahuano donde los insurgente comandados por Ramón Freire y Ramón González Navia se vieron abrumados por el número de realistas. Luego González Navia se pasó al bando de Pareja con toda su gente engrosando la tropa y elevándola a 2.850 hombres que llegaron a ser 3.000 con la incorporación de algunos milicianos de Concepción. Con la toma de esta ciudad, los chilotes sintieron haber cumplido con las razones de su movilización y esperaban regresar a la Provincia.
Pero el plan era otro: avanzar sobre Chillán, ahora al mando de los nuevos jefes Juan Francisco Sánchez, Ildefonso Elorreaga, Antonio de Quintanilla y Luis Urrejola. En Chillán se incorporaron otros 2.000 milicianos que hicieron subir el ejército a 5.000 hombres en tres divisiones, una de las cuales mandaba Ballesteros. Desde Chillán avanzaron sin mucha oposición hasta Linares el 24 de abril de 1813, pero para entonces ya los chilotes se sentían traicionados en sus objetivos primeros, e incómodos en medio de un gentío de chilenos que formaban las fuerzas realistas de Pareja y a quienes miraban con desconfianza.
Más tarde vinieron las confusas acciones de Yerbas Buenas, luego de lo cual marcharon sobre el Maule. Esta última decisión de Pareja hizo meditar a los isleños que miraban con creciente recelo a sus ocasionales compañeros chilenos. Veían traiciones por todas partes, excepto de los valdivianos. Entonces el “Batallón de Voluntarios de Castro” se negó a pasar el Maule, y la misma actitud tomó el “Batallón Veterano de San Carlos de Chiloé” bajo el argumento que la razón de la campaña había sido rendir a los insurgentes de Concepción y no más que eso. Había desconfianza. Quintanilla dice en sus Memorias que en la Sorpresa de Yerbas Buenas murió Juan Tomás de Vergara y que los chilotes creyeron ver a los propios realistas chilenos detrás de este episodio, apoderándose “tal desconfianza de los soldados… y particularmente de los chilotes que ya no veían en todos lo que no eran puramente chilotes, sino enemigos; todo lo llamaban venta y traición. Creyeron que la sorpresa se había efectuado por inteligencia con los patriotas… y empezaron a manifestar sus deseos de volver a su país”. Las aprehensiones chilotes se corroboraron cuando los milicianos de Concepción y Chillán, aprovechando la circunstancia, comenzaron a huir, fugándose cuerpos enteros con sus jefes y oficiales, ante lo cual el brigadier Pareja tuvo que replegarse a Linares con sólo 2.000 hombres, todos chilotes y valdivianos.
Mientras tanto la vida en Chiloé giraba en función de la guerra. Millar y medio de insulares en las campañas de Chile significaba que la mitad de las tres mil familias que había en la Provincia tenían esposos o hijos combatiendo. Rezos y plegarias. La vida como en suspenso a la espera de noticias, y al trabajo, para sostener al ejército. Se reunía dinero; también en Valdivia. El bergantín “Potrillo” zarpó de El Callao a Chiloé desde donde retornó a Arauco en noviembre de 1813 con 8.000 pesos recaudados en la empobrecida Provincia que pudo formar, además, un nuevo batallón de 600 hombres organizado en la Isla por el coronel Manuel Montoya y Ramón Jiménez Navia y embarcado en los buques “Trinidad” y “Dolores” el 14 de enero de 1814. Montoya iba de Comandante. Lo secundaban el capitán Manuel Martínez, los oficiales Manuel Cárdenas, Elías Andrés Guerrero, José Marchan, Federico Vera, Lorenzo Reyes, Basilio Andrade, Manuel Vargas y el cirujano Antonio León, para incrementar el número de “defensores del rey” que ya habían sobrepasado la línea del Maule el 1º de agosto con el “Batallón Chiloé” con 2 cañones, y con 60 hombres de caballería del “Valdivia” con 4 cañones, ambos al mando de Ildefonso Elorreaga.
El brigadier Pareja había fallecido de neumonía en Chillán; los chilotes se habían endurecido y obtenían experiencia bélica con el uso de las armas en los reiterados combates y encuentros en la región del Maule, y el sitio de Chillán había dado ocasión a no pocas heroicidades chilotas. Se sucedían los elogios de los jefes y se acababan los temores primeros de estar en tierra extraña, al tiempo que se alentaban con la llegada del nuevo batallón isleño y se estimulaban con palabras y juicios que la opinión pública de Chiloé emitía sobre ellos.
El sitio de Chillán significó también la exteriorización del mayor encono de los chilenos hacia los chilotes. En una proclama contra los isleños o “soldados del enemigo”, se dice: “¡Hasta cuando, oh fraticidas, provocareis nuestra tolerancia! Cuáles serán los límites de vuestras sanguinarias intenciones que no os mueven a desistir de tantos crímenes la espada de la justicia que amenaza vuestros cuellos, no la inocente sangre chilena derramada con sediento furor, ni la triste desolación del patrio suelo saqueado por vuestra desenfrenada codicia. ¿Cómo os habéis olvidado que sois chilenos hermanos nuestros de una misma patria y religión y que debéis ser libres a pesar de los tiranos que os engañan?… Ea, pues, ya la patria no puede ni debe tolerar tanta malidicencia. Seis mil valientes guerreros se acercan a las murallas del rebelde Chillán… ¡Chilotes!. Ya confesáis vuestro alucinamiento y que fuisteis conducidos a Chile a destruir la religión santa de vuestros padres y a verter la sangre de hombres libres y cristianos. Cada uno de vosotros que con armas se pase a las banderas de la patria, para aliviar vuestras miserias tendréis 50 pesos y seréis conducido a vuestros hogares, o si queréis gozar de nuestra suspirada libertad, elegiréis otro destino”.
Pero, mucho más justa era para la Provincia la causa realista, y cada chilote daba prueba de ello en los campos de batalla. Precisamente por su fidelidad al rey fue que Abascal solicitó a Mariano Osorio, el nuevo jefe de las fuerzas reales después de Gabino Gainza, remitir al Perú la tropa más granada refiriéndose a “Talaveres” y chilotes para reforzar el ejército peruano que se veía sobrepasado por los insurgentes en Alto Perú. Allí concurrieron los soldados y milicianos chilotes a defender las fuerzas realistas, en una muestra de lealtad extraordinaria, alejados absolutamente de su entorno vital geográfico, social y cultural.
Para entonces, era 1814, y ya se estaba a la vista de Rancagua aprestándose para el asalto, lo que se verificó con todas las fuerzas y entre ellas el “Batallón Chiloé” con cuatro cañones al mando de Manuel Montoya, y los batallones de Castro y Concepción al mando del ahora coronel José de Ballesteros. La victoria realista -”Desastre de Rancagua” lo llamaron los patriotas-, significó que de los 1.750 insurgentes hubo 600 muertos, 400 heridos y 350 prisioneros, según Barros Arana, mientras que Encina precisa que se salvaron sólo 400 patriotas con pérdida de todos los cañones y casi todos los fusiles. En el bando realista no fueron menos las pérdidas, pues hubo 700 bajas entre muertos y heridos. Y así se llegó a Santiago y se tomó control del país poniendo al Reino bajo la obediencia nuevamente de la Corona española, cuando los pocos patriotas buscaban refugio en Mendoza mientras Quintanilla y Elorreaga se acantonaban en Los Andes para enviar piquetes de soldados a los pasos cordilleranos por donde se temía que Carrera se aventurara a hostilizar desde el Este. En una escaramusa, Quintanilla al mando de 400 fusileros batió a 200 patriotas causándoles 36 bajas.
Los chilotes en Santiago se sentían vencedores y no lo ocultaban, como no podía ocultarlo el Cabildo de Castro. Oficiales y soldados del Batallón Chiloé formaron parte de la guardia del Gobernador, como reconocimiento a su fidelidad y a su comportamiento militar. En 1815 el “Batallón Veterano” estaba lleno de gloria, como lo estaban sus oficiales que entonces eran el teniente Manuel Gómez, el oficial Pedro Antonio Borgoño, el capitán presbítero Nicolás Acuña, el coronel Carlos Oresqui, el oficial Manuel Velásquez, el teniente Ramón Mansilla, los subtenientes Francisco Garrido y Juan Ignacio Pérez, el coronel Juan Huidobro; los oficiales Fermín Pérez y Alejo Vilches, el capitán presbítero José Plaza de los Reyes, el oficial Pedro Téllez, el capitán Manuel Cumplido, el oficial Judas Tadeo Amaral, el capitán Juan de Dios Barrera, en fin, Antonio Joaquín Fernández, Antonio Valverde, Eusebio Téllez, José Alvarado.
Al año siguiente se mencionan entre los oficiales veteranos del Chiloé a Francisco Estela, ayudante mayor, el teniente Juan Marchena, el coronel y sargento mayor José de Ballesteros, el teniente coronel José García Miralles, los oficiales Nicolás Estela, Juan de Dios Gómez, Felipe Abrén, Tomás Gallardo, Buenaventura Bórquez, Francisco Montalva, el coronel Santiago Silva, el capitán Gilberto Díaz, José Ramón Vargas, Nicolás López, el capitán Antonio Parquel y el subteniente Juan Chávez.
La oficialidad recibía los reconocimientos; la prensa los llenaba de elogios; la tropa y el soldado común eran la gente anónima. Con éstos se ganaba o se perdía marcando hitos en la azarosa campaña de Chile. En Chiloé todos podían decir de memoria estos hitos: el ataque y toma de Talcahuano el 27 de marzo de 1813, la batalla de Yerbas Buenas el 28 de abril; la batalla del campo de San Carlos el 15 de mayo, el sitio de Chillán el 3 de agosto, el sitio de Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814, fuente de méritos todos, como lo fue para el subteniente Gerónimo Gómez y, el ingreso a Santiago en formación, en medio de tontas alabanzas, participando así en la restauración de la autoridad española en el Reino de Chile o reconquista.
A ellos se refería la proclama escrita por un soldado chilote del Cuerpo de Artillería de Lima después de restablecidos los derechos reales en Chile. A los militares de Chiloé los llama “reconquistadores del Reino de Chile”, “Patriotas: -dice- el sonoro eco de la vociglera fama, efecto de vuestras leales hazañas, ha penetrado lo más recóndito de mi fiel corazón; poseído del mayor regocijo veo florecer vuestro nombre y eternizarse vuestras acciones en defensa de la justa y santa causa. Este dulce entusiasmo me arrebata a hacer conocer a las naciones el jamás bien loado patriotismo de los valientes chilotes que para mayor gloria se reconocen y nominan vasallos de la brilllante nación española; vosotros, nuevos martes, que la provincia de Chiloé del fértil reino peruano dio para los reparos de los extraviados de Chile, vosotros ocupáis ya el lugar de vuestro mérito en el dosel del heroísmo, pues si paramos un momento a hacer un breve diseño de vuestros trabajos hallaremos con realidad que vuestro patriotismo alcanzó el laurel de reconquistadores a impulso de vuestra fidelidad, el odio que los habitantes de Chile os profesan, lo fragoso de los caminos, la interperie del clima, el corto sueldo, la desnudez y necesidades que habéis pasado son los más fieles garantes que en la historia de los siglos, dando eterno testimonio, dirá cuando casi toda la América deliraba en su soñada independencia, los fieles hijos de la Provincia de Chiloé del pensil peruano, militando bajo la bandera del rey, defendieron la causa de la nación y sujetaron a la española metrópoli a todo el reino de Chile, que dejando las bases del juicio de la lealtad se precipitaba en un horroroso exterminio de si y de sus hijos”. El orgulloso artillero de Lima no omite mencionar a “las heroínas chilotas -que- desposeyéndose de las halajas de su feminil adorno, reduciéndolas a dinero, socorrieron con tres mil pesos fuertes a estos valientes defensores de la española corona”. Termina diciendo que “el segado reino de Chile se llena de terror al oír nombrar a los chilotes”.
Elogios para los vencedores. Siempre ha sido así. “No puedo menos que exponer -dice el virrey del Perú en 1816 en carta al Secretario de Estado Joaquín de Pezuela- que estos isleños… han dado la más completa prueba de su fidelidad al soberano, no sólo conservándose en sus deberes, sino prestándose gustosos para formar la mayor parte del ejército pacificador del Reino de Chile y reforzar el del Alto Perú”. No hubo pueblo, aldea o isla que no contribuyera con sus jóvenes. Refiriéndose a los de Achao, el gobernador Ignacio Justis escribe al virrey destacando “el notorio mérito de aquellos pobladores en estos críticos tiempos con sus acedrada fidelidad y guerras que han sostenido contra los rebeldes de la corona en la vecinas provincia de Valdivia, Osorno y Reino de Chile, que han sojuzgado a fuerza de armas y de heroicidades”.
En 1816 eran ya muchos los caídos en los campos de batalla y los jefes realistas seguían pidiendo refuerzos a Chiloé. Pero la Isla estaba exhausta y necesitaba sus hombres para asegurar una buena defensa ante la posible extensión de la guerra hasta el archipiélago. Por su parte “La Gaceta del Gobierno” destacaba que el ejército realista de Chile era el mejor de la América Española, y así lo reconocen también los historiadores. En 1817 contaba con 4.317 hombres: 2.884 de infantería y 1.233 de caballería, compuesto por 800 efectivos del Batallón de Concepción, 700 del Batallón de Chillán, 420 hombres del Batallón Veterano de Chiloé; 320 del Valdivia, 444 del Talavera y otros 200 valdivianos. Por entonces el Batallón de Voluntarios de Castro se hallaba combatiendo en Alto Perú junto con una parte del Talavera.
Cuando el “Ejército Libertador” formado por patriotas argentinos y chilenos cruzó Los Andes, había 900 soldados realistas en Aconcagua pertenecientes al Talavera, al Veterano de Chiloé, al de Valdivia, una compañía de Húsares y los “carabineros” de Abarcal, todos a las órdenes de Rafael Maroto y Antonio de Quintanilla. Luego se agregaron otros 200 hombres del Batallón Chiloé y 200 del Talavera para dirigirse a Chacabuco donde se concentraron 1.327 realistas. Maroto enfrentó a los patriotas con el Talavera y el “Chiloé” que eran las mejores fuerzas, formando columnas cerradas a izquierda y derecha del cerro Guanaco. A retaguardia puso la caballería. O’Higgins ordenó a Zapiola cargar y con tal ímpetu sobre el “Chiloé” que fue sobrepasado y los realistas vencidos.
Apresuradamente se organizó un nuevo batallón en la Isla para reforzar la disminuida y maltrecha tropa realista. Zarparon 133 hombres, pero sin armas, pues en la Provincia ya no las había. Para entonces el curso de la guerra tomaba otra dirección. Este último y exiguo batallón era sólo un inútil, pero elocuente testimonio del descomunal esfuerzo de los chilotes por la causa del rey. La definitiva derrota realista en Maipú obligó a muchos civiles partidarios del rey a abandonar Santiago para dirigirse a Lima, Valdivia y Chiloé. A estos dos últimos puntos se embarcaron 1.100 personas, un importante número de mujeres entre ellos, para lo cual se habilitó la fragata “Mariana”.
Antonio de Quintanilla también zarpó a Chiloé en la fragata “Palafox”, con el nombramiento de Gobernador y Comandante General de la Provincia. Dice que la encontró “sumamente pobre por la falta de gentes que en diferentes ocasiones habían sido remitidas al Ejército de Chile, y había una porción de viudas y huérfanos de los muchos que habían muerto en la guerra, que quedaban en Chile y servían en el Perú”. La Isla estaba defendida por milicianos que se relevaban periódicamente, al armamento tan escaso que no llegaban a 200 fusiles y casi inútiles, sin dinero en las arcas fiscales y privada de los 60.000 pesos anuales del Situado que por los sucesos de la guerra habían dejado de remitirse.
Quintanilla reorganizó la defensa y formó un batallón; recibió de Lima 200 fusiles, y en un postrer e inusitado esfuerzo remitió a Talcahuano dos compañías para ponerse a las órdenes de Ordoñez que todavía defendía aquel puerto. Mientras tanto ordenaba la construcción de lanchas cañoneras en cada partido de los seis en que se dividía el Archipiélago, y armó la goleta “General Quintanilla” con 4 cañones para practicar el corso con la que obtuvo 296.057 pesos, 7 reales de botín para las arcas fiscales, recursos con los que pagó a los soldados y los vistió. Lo mismo hizo con el bergantín inglés “Lapuy” al que habilitó con bandera y patente de corso con el nombre de “General Valdés”. Este barco apresó a la fragata “Mackenna” con 300 soldados patriotas derrotados en Santa Cruz y que condujo a Chiloé donde fueron distribuidos por el interior para que vivan como pudieran de la hospitalidad de los isleños, aunque causaron más mal que bien hasta que algunos fueron incorporados al ejército y otros pasaron a Valdivia. Hasta entonces la pobre y lejana Chiloé había hecho el mayor esfuerzo en proporción a su población y a sus escasos recursos. En 1819 el Cabildo de Castro expresaba que “esta provincia goza y tiene la singular complacencia de haber sacrificado dos mil hijos suyos para sujetar a la obediencia de Vuestra Majestad un vasto reino que comprende cerca de un millón de habitantes y de haberlo conseguido en sólo veinte meses”. Según el Cabildo hasta entonces habían caído más de 800 chilotes en los campos de batalla, y en defensa de “los sagrados derechos de la persona de Vuestra Majestad”, privándose la Provincia de “más de dos mil hombres útiles”. Y a pesar de la derrota final en Maipú, el orgullo de los vecinos estaba muy en alto por haberse “acreditado -dicen- que cuando se trata de defender los derechos del monarca las tropas de Chiloé son como las mejores del mundo y dignas de los aplausos que les han dado los papeles públicos y de los elogios que hicieron de ellas los cuatro generales que consecutivamente las mandaron”.
Dos mil hombres era un sacrificio desproporcionado en una provincia que contaba con poco más de tres mil familias españolas. Las regiones más populosas del Perú movilizaban menos gente en los años más álgidos, como era 1820. Pisco tenía 900 hombres en armas, Cuzco 500, La Paz 900 y Guayaquil que movilizaba 1.000. Ese mismo año los chilotes del Batallón de Castro seguían combatiendo en Alto Perú, mientras en la Isla había otros 1.000 hombres en armas, de modo que todos los que estaban en edad de pelear, participaron en las guerras entre 1812 y 1826.
Unos chilotes en las sierras andinas, otros en El Callao, cuando la Isla Grande comenzaba a sufrir en su propio suelo los ataques patriotas que inaugurara Cochrane, sin éxito, gracias a la defensa que hizo Quintanilla en la Boca del Canal que protegía el Castillo de Agüi. Luego, la primera campaña de Ramón Freire en 1824 con la victoria de los insulares en el Combate de Mocopulli, lugar cercano a Castro.
Aludiendo a los ataques patriotas a Chiloé, el último jefe español defensor de El Callao, en Perú. José Ramón Rodil en carta al Ministro de Guerra, decía el mismo año 1824: “siempre aquel archipiélago se conservó fiel por nosotros cubriéndose de gloria sus habitantes cuantas veces los atacaron los enemigos”. Pero la suerte de la causa del rey tuvo su definitivo revés, en Ayacucho, al ser derrotados las fuerzas realistas por los patriotas en la postrer batalla de la Independencia en el continente americano. Sin embargo, Chiloé se mantuvo leal a la corona española, resultando su condición de ser el último reducto español. En 1826 un nuevo intento de Freire, tratando de adelantarse a las pretenciones de Simón Bolívar, terminó con la resistencia de la sufrida, empobrecida y agotada provincia de Chiloé, el mismo día que capitulaba el brigadier Rodil en El Callao. Freire atacó con 2.500 hombres cuando los ánimos chilotes estaban abatidos después del descalabro de las fuerzas realistas en todas partes. Quintanilla intentó defender la Isla con el “Batallón Veterano”, la “Compañía de Artillería” con cuatro cañones y 400 milicianos granaderos y lanceros. Sin embargo, las derrotas bélicas de Pudeto y Bellavista provocan la capitulación, pese a la resistencia y esfuerzo de los chilotes. Con el Tratado de Tantauco se puso fin al Período Hispánico en Chiloé, pasando a ser desde entonces, provincia chilena y bajo soberanía del territorio de Chile.
Este justo y digno Tratado, firmado el 19 de enero de 1826, consideraba el respeto y garantías al ejército y pueblo chilote: “sus habitantes gozarán de la igualdad de derechos como ciudadanos chilenos” y “serán respetados inviolablemente los bienes y propiedades de todos los vecinos y habitantes que se hayan actualmente en esta provincia”; entre algunos de sus acápites.
La provincia de Chiloé, tuvo su origen en la ley del 30 de agosto de 1826 integrando así una de las 8 provincias en que se dividía la República; fijándole como Capital la ciudad de Castro. La provincia contó, entonces, con los Departamentos de Ancud, Chacao, Dalcahue, Castro, Chonchi, Carelmapu, Calbuco, Quinchao, Quenac y Lemuy.
No fue poco lo que hicieron los chilotes por la causa de la monarquía. Esta “fidelidad al Rey” convirtió a Chiloé en el bastión más destacado, entregando hombres y recursos para combatir a los patriotas chilenos, peruanos, argentinos en el continente. Barros Arana dice: “Aquella provincia, mal poblada, sustraída al calor y a las pasiones del movimiento revolucionario de la época, hizo entonces mucho más de los que se podía esperar de ella. Presentó más de $ 200.000 para preparar la reconquista de Chile, y en menos de un año puso sobre las armas la vigésima parte de su población… sólo la Francia republicana, en medio del entusiasmo febril de 1792-1793, cuando cubrió sus fronteras con 14 ejércitos, ha hecho un esfuerzo igual…”. Y Mariano Torrente en su “Historia de la Revolución Hispanoamericana” refiriéndose a la defensa de la Isla después de Ayacucho, dice: “Así sucumbió esa famosa llave del Pacífico, en la que fue sostenida la autoridad real hasta mediados de enero de 1826, es decir, trece meses y once días después de la batalla de Ayacucho y hasta el mismo día en que capitularon las fortalezas del Callao. Los servicios que prestaron a la causa española Quintanilla… y los demás jefes, oficiales y soldados, y aún los chilotes en general, no podrán borrarse de la memoria. Nueve años de una guerra penosa y activa, nueve años de continuas privaciones y duros padecimientos, nueve años, en fin, durante los cuales ha quedado bien acrisolada la decisión, bizarría y heroísmo de los jefes peninsulares y la lealtad, constancia y sufrimiento de dichos chilotes, forman el mejor panegírico de todos los individuos que han tenido una parte activa en tan gloriosa defensa”.
El gobierno chileno designó como Intendente de Chiloé al militar José Santiago Aldunate y Toro, quien estuvo a cargo de la administración desde 1826 a 1829. Iniciándose desde entonces un fuerte proceso de “chilenización” de la cultura chilota, dirigida especialmente por intendentes militares durante casi todo el siglo XIX, ordenando y aplicando políticas centralistas, sin comprender la realidad histórica, cultural, política, económica y admistrativa insular.
RODOLFO URBINA BURGOS
Doctor en Historia Profesor de Estado Historia y Geografía
Bachiller en Cs. Sociales. c/m. Historia
Miembro. Sociedad Chilena Historia y Geografía
Miembro. Instituto Histórico de Chile
Fuente:
Los Chilotes
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Re: Hay “otro” bicentenario
Los Mitos del Bicentenario
Cuando Allende quiso envenenar a Hidalgo
(publicada en el segundo número de El Informador de Baja California)
Por Daniel Salinas Basave
danibasave@hotmail.com
La historia, el destino o vaya usted a saber qué caprichosa aleatoriedad los ha unido a lo largo de dos siglos. Durante diez años, sus cabezas cercenadas se hicieron compañía colgando de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas metidas en jaulas de hierro y cada 15 de Septiembre, el presidente en turno y los 31 gobernadores pronuncian sus nombres en medio la popular algarabía: ¡Viva, Hidalgo! ¡Viva Allende! Hasta la geografía del Bajío se ha encargado de mantenerlos cerca, pues Dolores Hidalgo y San Miguel de Allende, separados apenas por 40 kilómetros, son puntos obligados en los “joséalfredianos” caminos de Guanajuato que pasan por tanto pueblo. Ello por no hablar de los incontables municipios, ejidos, rancherías o escuelas públicas que llevan sus nombres. Cierto, a Hidalgo su gloria le alcanzó para bautizar una entidad federativa, mientras que Allende apenas mereció municipios. En las estampitas escolares y en los monumentos al movimiento insurgente sus nombres suelen aparecer uno a lado del otro y la historia oficial los ha hecho trascender como el gran dúo dinámico de la iniciación de la independencia; Miguel Hidalgo y Costilla e Ignacio Allende Unzaga, el sacerdote y el militar que encendieron la mecha libertaria en la Nueva España, piezas complementarias e inseparables de un rompecabezas histórico.
Sus nombres yacen inscritos con letras de oro en el Congreso de la Unión y la versión oficialista nos obliga a pensar que en vida estos dos personajes fueron grandes amigos, hermanados por un anhelo común de libertad. Nada más alejado de la realidad. La historia de lo que pudo haber sido tiene páginas fascinantes e inverosímiles, pues la realidad es que faltó muy poco para que Ignacio Allende pasara a la historia como el asesino de Miguel Hidalgo. Sí, el Padre de la Patria hubiera podido prescindir de las tropas realistas de Félix María Calleja y de la traición de Ignacio Elizondo para convertirse en mártir, pues Ignacio Allende intentó muy seriamente hacer la tarea.
La verdad es difícil imaginar dos personalidades tan radicalmente contrastantes como Hidalgo y Allende. Ambos guanajuatenses, de origen criollo, con una diferencia de edad de 16 años y una visión contrastante de lo que el movimiento insurgente debía ser. Vaya, no se trata solamente de que uno haya abrazado la carrera eclesiástica y el otro la carrera de las armas, sino de una concepción opuesta de la lucha.
La total improvisación y las prisas caracterizaron la iniciación de la Independencia el 16 de septiembre de 1810. Con la conspiración de Querétaro descubierta, la idea de Hidalgo de “ir a coger gachupines” se tradujo en la conformación de una caótica masa de mineros, barreteros, labriegos y desocupados que armados de picos, palas, hoces y machetes fueron a “hacer la independencia”. Allende, todo un general del Regimiento de Dragones del Ejército Realista, soñaba con la conformación de una milicia formal, disciplinada, sujeta a códigos de guerra. El problema fue que aquella turba enajenada, compuesta por marginados sociales, nada sabía de honor militar y pronto se entregaron al pillaje con la complacencia de Hidalgo, que en su calidad de generalísimo, tenía el mando.
El 28 de septiembre, tras tomar la Alhóndiga de Granaditas, el tumulto insurgente se entregó al más atroz saqueo cometiendo todo tipo de crueldades y vejaciones contra los españoles de Guanajuato. Allende, desesperado, furioso e impotente, impuso la pena de muerte a todo aquel soldado que cometiera actos de pillaje e incluso, narra Lucas Alamán, con su sable mató a un ladrón que saqueaba una casa española. Hidalgo, defensor de los marginados, consideraba que la posibilidad de robar era lo que mantenía unida a la turba insurgente. Tras la batalla del Cerro de las Cruces el 30 de octubre de 1810 y la inexplicable negativa a tomar la Ciudad de México, el ejército se dividió: Allende partió a Guanajuato e Hidalgo a Guadalajara.
Fue entonces cuando Allende concibió por primera vez la idea de matar a Hidalgo, pues consideraba que no entendía razones y que con su obstinación llevaba el movimiento al fracaso seguro. Era el principio del fin. Félix María Calleja, el azote de los insurgentes, entró en escena y les propinó dolorosas derrotas en Aculco y Guanajuato. Allende e Hidalgo volvieron a estar juntos sólo para compartir la hecatombe de Puente Calderón el 17 de enero de 1811. Días después, en la Hacienda de Burras, Hidalgo fue despojado del mando de los restos del ejército insurgente y Allende se transformó en único general. Hidalgo quedó en calidad de prisionero de su propio ejército, sin poder de decisión, una figura decorativa mostrada sólo al entrar a los pueblos por el gran arrastre popular que seguía teniendo.
Allende, convencido de la necesidad de acabar con Hidalgo para salvar al movimiento, distribuyó en tres partes un mortal veneno: Una parte se la dio a su hijo Indalecio, otra la entregó al capitán Arias y el se quedó con una tercera. La instrucción era envenenar a Hidalgo en la primera oportunidad. Por alguna razón, el sacerdote jamás cayó en la trampa.
El 21 de marzo, Hidalgo y Allende yacían prisioneros del traidor Ignacio Elizondo. Durante el proceso en Chihuahua, Allende no dudó en inculpar a Hidalgo y ante sus jueces confesó sus intenciones de envenenarlo. Las actas no mienten. De nada le valió al militar, que el 26 de junio de 1811 fue fusilado por la espalda como traidor junto con Juan Aldama y Mariano Jiménez. Un mes y cuatro días después Hidalgo corría la misma suerte. Los dos próceres insurgentes, o mejor dicho sus cabezas, volvieron a encontrarse en las esquinas de la Alhóndiga donde permanecieron hasta 1821. La posteridad beatificó su odio uniéndolos en el forzado matrimonio de la historia oficial.
posted by Daniel at 3:16 PM
Fuente:
Eterno Retorno
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Re: Hay “otro” bicentenario
SAN MARTÍN, LOS MASONES Y LOS INGLESES, FRENTE A ARTIGAS LOS GAUCHOS Y LOS ARGENTINOS.
Aclaración:
Este articulo, cuyo nombre real es "Algunas disonancias respecto a José de San Martín" de autoría del argentino occidental Gabriel O. Turone que consta de 2 partes y que aquí ponemos en reflejo la primera.
Aclaramos que no tenemos ninguna intención de ofender a los hermanos argentinos occidentales, ni que nos consideramos dueños de verdades reveladas, a nuestro entender, hay mucho por develarse sobre mucho de nuestros personajes históricos y dejamos este articulo para el debate.
Si que quiere el link del mismo, para mayor comodidad de lectura, aca esta:
aurora-arg.blogspot.com/2012/08/algunas-disonancias-respecto-jose-de.html
ALGUNAS DISONANCIAS RESPECTO A JOSE DE SAN MARTÍN (PARTE I), POR GABRIEL O. TURONE
El general José de San Martín vio cumplida su obra recién con la tranquilidad que le otorgó Juan Manuel de Rosas a la Confederación Argentina por 1849/1850, bienio en el cual el Restaurador (para mí, el único Padre de la Patria existente con pruebas de rectitud insuperables) logró, merced a la idoneidad de sus funcionarios y de él mismo, forzar sendos tratados de paz con las potencias imperiales de Gran Bretaña y Francia, respectivamente, con saldos favorables para nosotros. En el orden interno, San Martín se congració con Rosas al observar, desde la distancia, que el bando anárquico y destructivo de los unitarios ya había sido herido de muerte prácticamente en 1842. Sin embargo, antes de la defensa soberana que hiciera Rosas de la patria, San Martín no había obtenido muchos logros que digamos.
Se habla con ánimo de hartazgo y no poco de cliché de su obra libertadora en Chile, Perú y la Argentina, no teniéndose en cuenta algunos detalles que fueron pasados por alto, por empezar, su misterioso abandono del ejército español –al cual servía- para pasar raudamente a Londres, Inglaterra; venir desde dicho centro de poder mundial hasta América y emprender, acto seguido, sus batallas por los países nombrados, para, ya finalmente, retirarse ensombrecido a Europa no tanto por un acto de grandeza y desprendimiento sino, más bien, por intereses de poder que desdecían las noblezas principiantes que lo habían supuestamente movilizado.
Las sombras han seguido en su paso por el Viejo Mundo a San Martín, tal como lo demuestra el párrafo siguiente de una carta que le dirigió a su amigo el general Tomás Guido, el 1 de Agosto de 1834, desde París, en donde le dice: “…Ya es tiempo de dejarnos de teorías que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades…”. ¿Por qué habría de decir esto San Martín? ¿Cuál fue o dónde estuvo la falla de sus campañas libertadoras? Volvemos a decirlo: la satisfacción de José de San Martín estuvo representada por la obra magna del gobernador Juan Manuel de Rosas tiempo más tarde, no antes.
San Martín tuvo amigos de muy dudosa procedencia, como por ejemplo Alejandro María de Aguado, mayor del Ejército Español y compañero de aquél cuando prestaba servicios en la península ibérica. Era el amigo de San Martín miembro de la Masonería y, por lo mismo, cultor de Hiram[1]. Mencionado en su tiempo como de ascendencia sefardí, Aguado se mantuvo leal al ejército de España hasta la vil invasión napoleónica de 1808, ocasión que le permitió traicionar a su patria para pasarse al bando francés, donde combatió como un encarnizado ateo y jacobino (no olvidemos que las campañas de Napoleón Bonaparte tuvieron como finalidad la consolidación e institucionalización de lo acontecido en julio de 1789). Pese a tan indignante pasado, José de San Martín nombrará a Alejandro María de Aguado, años más tarde, como su albacea y tutor de sus hijos, de acuerdo a su Testamento.
Otro gran amigo del “Libertador” fue el coronel Rafael de Riego. Como sucediera con Aguado, De Riego también traicionaría por la espalda a su patria, España, merced a su filiación masónica y a los aceitados contactos que mantuvo con personeros del Gran Oriente de Francia, por entonces dominador absoluto de las logias masónicas europeas continentales en connivencia con la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Rafael de Riego actuó y contribuyó con posterioridad al debilitamiento definitivo de la España monárquica: se alzó en armas en una localidad llamada Cabezas de San Juan el 1° de enero de 1820, con una miserable finalidad: la de “mantener al monarca (Fernando VII) como un muñeco de ventrílocuo mientras permanecía prisionero en su palacio de Madrid y rodeado por una turba de masones. El papel de Riego era anular a Fernando (VII) y esterilizar a sus fieles, mientras se debilitaban los ejércitos de ultramar al ponerlos en manos de masones, llegándose al extremo de mantener “talleres” y logias en los barcos que llevaban a América oficiales de comando para reducir a los insurgentes”[2]. Esto así lo certifica, entre otros, el delincuente general Tomás de Iriarte en sus Memorias.
No es mentira que España ya estaba en sus últimas hacia 1820, por cuanto hago constar que en ese mismo año las islas Malvinas, antigua posesión de ultramar española, pasaron a manos de la República Argentina en razón de que los peninsulares ya no podían aguantar el artero ataque británico a través de sus masónicos agentes, teniendo que abandonarlas sin ton ni son. El primer desembarco argentino en Malvinas tendrá lugar, de hecho, el 6 de noviembre de 1820.
ABANDONO Y PASE A INGLATERRA
San Martín, decimos, no fue ajeno a lo que han hecho sus amigos Aguado y Riego, porque si volvemos sobre sus pasos, el “Libertador” también traicionó a España al ponerse a jugar con la potencia que deseaba su destrucción: Inglaterra.
Mediante un ardid consistente en que debía viajar al Perú para atender asuntos familiares, en pleno asedio de las tropas de Napoleón Bonaparte a España, José de San Martín se embarca secretamente para Inglaterra vía Portugal, donde permanecerá unos cuantos meses para “instruirse”. España mientras tanto se desangraba y perdía su influencia en el mundo. Es decir, San Martín faltó a su palabra, por cuanto había escrito a sus jefes militares españoles, antes de fugarse, que por sus “veinte años de honrados servicios” pedía su baja con goce de fueros y uso de uniforme. Al decir que viajaba a Perú para la atención de cuestiones familiares, San Martín incurrió en la violación descarada de su declaración para así poder obtener la baja del ejército español. Poca moral, añado. Aguado, De Riego y San Martín, una trilogía que entendió cómo traicionar a España, y encima con uniforme español.
Ahora, ¿quién reclutó a San Martín para que viaje a Londres para luego lanzarse insurgentemente en América? Se señala a un coronel y agente del Foreign Office británico llamado Lord James Duff, 4to. Conde de Fife.[3]
Indudablemente, que en Londres se pergeña lo que luego daría en llamarse “La Máscara de Fernando”, que no fue otra cosa que el empleo de personalidades nacidas en continente americano quienes, tras recibir “instrucciones”, debían proclamar, en tiempos acuciantes y desgraciados, la “adhesión al monarca Fernando VII” (en supuesta lealtad a España) pero que, solapadamente, lo que se convenía era el total dominio financiero y masónico anglosajón en América. Y así como en su confección hubo “patriotas americanos”, también hubo “curas patriotas” (apóstatas de la peor calaña) que fueron cooptados desde todos los puntos cardinales del antiguo Virreinato del Río de la Plata y alrededores para servir en el mismo sentido, a saber: Deán Gregorio Funes, Pedro Ignacio Castro Barros, Servando Teresa de Mier, Cayetano Rodríguez, Manuel Maximiliano Alberti, etc., etc.
Consecuencia inmediata de “La Máscara de Fernando” fueron los levantamientos del Alto Perú y Quito, en 1809, y los de Buenos Aires, Caracas y México en 1810. Con esos antecedentes puestos de manifiesto, llegaba el tiempo de los experimentados militares americanos para consolidar la estrategia largamente elucubrada en Inglaterra. En 1812, José de San Martín emprende la única batalla (que en realidad fue escaramuza) en suelo argentino: la de San Lorenzo, de apenas un puñado de minutos de duración. Luego, marcharía hacia Chile y finalmente al Perú.
Un personaje siniestro, Lord Strangford, de lo más granado del servicio secreto inglés asentado en Río de Janeiro (ciudad donde ofició de embajador de Su Majestad Británica), fue la voz cantante en el Río de la Plata de “La Máscara de Fernando”, por cuanto así se lo hizo saber a los sirvientes que conformaron la Primera Junta de Gobierno de Mayo de 1810 (Revolución de Mayo). Ni bien tomó el poder la Junta en Buenos Aires, Strangford les comunica que Inglaterra no le había permitido a él todavía expresarse sobre el asunto, por cuanto manifiesta “…me ha sido sumamente satisfactorio imponerme de la moderación con que se han conducido Uds. en este arduo asunto, no menos que los heroicos sentimientos de lealtad y amor con su Soberano…”. ¿Por qué un agente inglés como Lord Strangford habría de felicitar a los miembros de la Primera Junta por mantenerse “leales” al Rey de España Fernando VII? Ahí radica el ardid de “La Máscara de Fernando” que los ingleses impusieron en toda América Hispana. Y en otra carta de la nutrida correspondencia Strangford-Primera Junta, el embajador inglés desea mantener la más absoluta cautela sobre los pasos a seguir, para que nadie desentrañe la mentira de Mayo de 1810:
“…Uds. pueden descansar (en la seguridad de que) no serán incomodados de modo alguno siempre que la conducta de esa capital (Buenos Aires) sea CONSECUENTE Y SE CONSERVE a nombre del Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores…”. Luego, agregaba con mucho de cinismo Strangford: “…la buena causa que sostienen y la seguridad con que debe contar el rey Don Fernando VII en que, AUNQUE PERDIDA LA ESPAÑA TODA, existen en esa parte de América héroes que defienden enérgicamente sus derechos y los de la monarquía española…”.[4]
De aquí en más, limitaré este ensayo a hablar sobre el rol que le cupo a San Martín una vez vuelto a América en el navío “George Canning”. Antes, quise contextualizar cómo se fue preparando el terreno para su llegada –y la de los demás que vinieron con él-, y en qué estado se encontraba España al momento en que el “Libertador” la deja librada a su suerte en medio de la invasión napoleónica.
AISLAMIENTO Y ENTREGA DE LA BANDA ORIENTAL
A poco de andar la Revolución de Mayo de 1810, Inglaterra comete una de sus más grandes tretas, retirándole tácticamente su apoyo a la Primera Junta de Gobierno ni bien Fernando VII recobra su libertad y es restituido en el trono español. Tanta incertidumbre, que cunde hondo en el Plata, incita a las máximas figuras insurgentes de Buenos Aires a reclamar un amparo ante la Corte de Río de Janeiro. La aceptación de tan infame alianza significa el exterminio de José Artigas quien, en soledad, enfrentaba a los lusitanos que invadían impunemente la provincia argentina de la Banda Oriental. Resuelta esta cuestión, que significaba quitarle a Buenos Aires su máximo obstáculo para poder continuar con la política de entrega y sumisión, José de San Martín no tuvo mayores riesgos para emprender su expedición a Chile y el Perú.
A todo esto, el Congreso de Tucumán proclamaba una “Independencia” con aires de fraude, por cuanto allí, en primer lugar, no estaban presentes los congresales que respondían al Protector de los Pueblos Libres, José Artigas, envuelto, como se ha dicho, en una guerra sin cuartel y ante el silencio cómplice de los “patriotas” venidos de Inglaterra unos años antes. Se podría aducir aquí, que San Martín “desconocía” lo que acontecía en la Banda Oriental…pero lo mismo es una falsedad tal como lo desentraña un sanmartiniano de ley como José Pacífico Otero, quien sostiene en su Historia de San Martín (1978), Tomo IV, página 162, que “…nada escapaba a su conocimiento, y así como estaba enterado de todo lo que sucedía en la capital argentina, lo estaba igualmente de todo aquello que tenía por teatro las provincias en disidencia militar y política con el Directorio”. Preguntas: ¿Dónde se situaba el Directorio? En Buenos Aires. ¿Y quién estaba en desacuerdo con el Directorio? Artigas…
Curiosamente, en el torbellino que se produjo en los años previos a la disolución del Directorio (1820), uno de los afectados de su conducción fue Antonio González Balcarce[5], a quien la Junta de Observación expulsó de su cargo por considerarlo en tratos con los enemigos de la patria, acusación de la que José de San Martín pareció no hacerse eco por cuanto galardonó a González Balcarce con el nombramiento de Segundo Jefe del Ejército de los Andes, participando como tal en las batallas de Cancha Rayada (1818) y Maipú (1818)…
Más allá de lo que algunos historiadores revisionistas puedan versar sobre la amistad de José de San Martín con algunos caudillos federales, entre ellos el argentino José Artigas, no omitamos que para 1813 “el mismo San Martín, esta vez con el invalorable apoyo de su “hermano” Alvear (Carlos) y del que a poco pasaría a serlo, José Rondeau, trata de ganarse, pero por izquierdas, a don José Artigas, y mientras en las notas oficiales lo llena de elogios, en la correspondencia de internos con ambos “embajadores de paz” lo señala como a un factor de desorden con el que debe terminarse”[6] Con esto, puede aclararse por qué San Martín no brindó jamás su apoyo a Artigas en la guerra que éste sostuvo entre 1816-1820 contra los portugueses, quienes, mientras tanto, aniquilaron las pujantes y cristianas Misiones Jesuíticas del litoral patrio, a saber: San Ignacio Miní, Corpus Domine, Santa María la Mayor, Yapeyú de los Santos Reyes, Santos Mártires del Japón, Santos Apóstoles, San Carlos, Santa Ana Candelaria, Santo Tomé, La Santa Cruz, San Francisco Javier, Nuestra Señora de Loreto, San José y Nuestra Señora de la Concepción.
Todas estas Misiones Jesuíticas totalizaban alrededor de 60.000 habitantes, de los cuales 50 mil eran indios evangelizados que tenían oficio y dignidad. En San Ignacio Miní, por ejemplo, la destrucción y el genocidio de sus habitantes fue obra de una gruesa columna paraguaya asociada a los lusitanos, enviada para ese fin por el masón e hijo de portugueses Gaspar Rodríguez de Francia. Muchas de las Misiones antes enumeradas nunca más volvieron a crecer, quedando hoy sus ruinas a la vista de todos, y la mayoría de los prisioneros tomados por el comandante Francisco Das Chagas Santos fueron vendidos, una vez en territorio brasileño, como esclavos. Entretanto, mientras se producía el desgarro de los patriotas Guacurarí y Artigas, ni Manuel Belgrano (acusado de complicidad con los portugueses, de acuerdo al Protector de los Pueblos Libres), ni José de San Martín, ni el Directorio (que ejerció su nefasto poder en Buenos Aires desde 1814 a 1820) ni ningún representante del Congreso de Tucumán de 1816 hicieron nada para impedirlo.
Por permitir la destrucción de la vieja Yapeyú, donde fueron quemados sus hogares, establecimientos gubernativos y buena parte de sus archivos, es que hoy no se puede corroborar con certeza que José de San Martín haya nacido en aquella localidad, pues ha desaparecido toda constancia –y entre ellas, su Acta de Nacimiento- para siempre.
Hay algún dato más sobre las encubiertas animadversiones de San Martín para con Artigas: en la Historia de Belgrano, Tomo IV, Sector Apéndice, de Bartolomé Mitre, como también en el Tomo IV, Sector Apéndice, de la Historia de San Martín, del mismo autor, sobran documentos entre el afrancesado Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín en donde se informan sobre tentativas del primero para sublevar jefes adictos a Artigas, como el delincuente Fructuoso Rivera, el entrerriano Eusebio Hereñú y otros, con la total aprobación del “Libertador” San Martín, y esto mientras inocentemente Artigas ordenaba festejar por sus tropas los triunfos de San Martín en Chile…
REFERENCIAS
[1] Hiram es, sin más, el Héroe Principal de la Leyenda Masónica, por lo tanto personifica al arquitecto del Templo de Salomón. A su vez, Hiram recibió el apoyo del Ángel de la Luz y de los Genios del Fuego “para destruir la estúpida raza de Adán”, léase, de los cristianos. (Meurin S.J., Monseñor León. “Filosofía de la Masonería”, NOS, Madrid, 1957)
[2] Montiel Belmonte, Jorge F. “Iglesia versus Masonería en América”, Conferencia dictada en la Segunda Jornada de Historia Eclesiástica Argentina, Buenos Aires, Marzo 1996.
[3] Los Duff eran condes de Fife desde el año 1058. Suspenso por varios siglos, dicho título les fue repuesto en 1759. En 1818, James Duff fue electo miembro del Parlamento británico.
[4] “Mayo Documental”, Universidad de Buenos Aires, Tomo XI, páginas 318 y 319, y “Correspondencia de Lord Strangford”, Archivo General de la Nación, páginas 13 y 14. Las mayúsculas son mías.
[5] El general Antonio González Balcarce fue jefe del Directorio porteño desde el 16 de abril hasta el 9 de julio de 1816.
[6] Montiel Belmonte, Jorge F. “Iglesia versus Masonería en América”, Conferencia dictada en la Segunda Jornada de Historia Eclesiástica Argentina, Buenos Aires, Marzo 1996.
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Re: Hay “otro” bicentenario
EL MISTERIO DE LA MASONERIA EN EL URUGUAY, LA LOGIA “CABALLEROS ORIENTALES”
Para los historiadores uruguayos, así como otros historiadores argentinos, la logia de los Caballeros Orientales no era masónica, este relato también corre en la Argentina con relación a la Logia Lautaro que nucleara desde su fundación a José de San Martín, Alvear, Zapiola, Pueyrredón, Álvarez Thomas, Rondeau, etc. Se habla de que los grados, el simbolismo, el lenguaje en clave y el tratamiento entre “hermanos”, siendo similar al de las verdaderas logias de la masonería. El tema es que a los fines británicos, tanto la logia Lautaro como la de los Caballeros Orientales, convenía que permanecieran en el anonimato de su condición real de verdaderas logias masónicas, cosa de poder permitir el ingreso a ella de numerosas personas que de otro modo hubieran preferido quedarse afuera.
En apoyo de lo afirmado, los papeles, actas, correspondencia, etc. Que podrían dar una luz acerca de las verdaderas actividades y carácter de la logia oriental, desaparecieron y nadie volvió a verlos jamás, pero hay un informe que lleva la firma del oriental Ramón Masini en una biografía suya sobre Rivera, publicada por 1840 en Río de Janeiro y vuelta a ver la luz en el siglo XX a través de la Revista Histórica – Nº 124/126 – Cfr. Pg. 495 – donde se dice que esos papeles “se perdieron” en un viaje a Rio de Janeiro a donde los llevaba el tripulante José Vidal y Medina. Esto, según palabras que Masini habría recogido de Santiago Vázquez, un masón y personaje siniestro, al que no podría creerle nadie.
Ante esta situación cabrían algunas prudentes preguntas: ¿Qué tenían que hacer esos papeles en el Brasil? ¿Iban hacia allí realmente, o el viaje era a Inglaterra?, ¿Quién dispuso, y porqué, que esa documentación se sacara del Uruguay? ¿Qué tenía de malo que esos papeles siguieran en el lugar de origen? ¿A quién o a quiénes comprometían quince años o más de su fecha? Eso solamente podría responderlo alguno de los protagonistas, pero todos ellos ya están todos muertos.
Pero hay otros misterios enlazados a esa logia: si aceptamos que Alvear se refugió en el Brasil en 1815 y de allí paso a Montevideo con el fin de apoyar a Lecor en su conquista de la Provincia Oriental; si en su grupo estaban Nicolás Herrera, Lucas José Obes, Iriarte y el último de los hermanos Cabrera, todos lanzados a ejercitar venganza contra las Provincias Unidas y financiados amorosamente por su “padre” Lecor; si estos, especialmente Cerrera e Iriarte, bajo el caudillaje paternalista de Alvear, y los dos, Iriarte y Alvear, fueron los co-fundadores de la Logia Caballeros Orientales, en la que Santiago Vázquez era “Vara Alta” (grado masónico de la Logia de los Caballeros Orientales) a la vez que era un conocido unitario y masón del equipo rivadaviano, está claro que acá hay un debe por parte de nuestra historiografía. Un hueco que es preciso investigar...
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Re: Hay “otro” bicentenario
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Ordóñez
Guayaquil: Revelan documento histórico sobre generales Bolívar y San Martín - Correo
15:47 | Guayaquil - El historiador colombiano Armando Martínez hizo un descubrimiento en el Archivo Nacional de Ecuador que podría modificar la historia.
En una caja no clasificada de número 595 halló un documento de puño y letra de José Gabriel Pérez, quien fuera secretario de Simón Bolívar, en donde se relata los detalles de la entrevista del 26 de julio de 1822 entre San Martín y el Libertador en Guayaquil.
Según universo.com, el documento fue encontrado durante una investigación para el programa de posdoctorado en Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, que desarrolla el investigador, Armando Martínez.
El rector de esta Universidad y también historiador, Enrique Ayala, explicó que este documento es una especie de "wikileaks reservado" de la época republicana y habla sobre el contenido de la entrevista entre el protector del Perú, José de San Martín y el Libertador Presidente de Colombia, Simón Bolívar.
Sobre el encuentro se ha generado un inconcluso debate. Se presume que fue "secreta", que lo que allí dijeron sus protagonistas se llevaron a la tumba. Así, se han escrito desde documentos apócrifos preparados para el efecto hasta versiones de ficción literaria sobre el hecho, según Ayala Mora.
El informe sobre esta reunión se redactó el 29 de julio de 1822 y se envió en una carta al general Antonio José de Sucre, entonces Intendente de Quito. Consta en el libro "copiador" del secretario general de Bolívar, que era como 'la sombra' de Bolívar y hasta ahora era desconocida por la historiografía latinoamericana.
Los libros "copiadores" son aquellos que se conservan en la oficina de origen como respaldo a la correspondencia en épocas en que no había papel carbón, fotocopias o microfilms.
El historiador colombiano explicó que en ese documento se establece que la temática principal giró sobre el liderazgo geopolítico del Perú.
"El general San Martín estaba desengañado de sus generales que lo habían acompañado desde Argentina y consideraba que lo habían abandonado en Lima.
Como estaba listo para retirarse de la escena política e irse a Mendoza (Argentina) quería dejar instaladas las bases del nuevo gobierno que merecía el Perú. Él consideraba que allí no debería instalarse un gobierno democrático porque allí no convenía, sino consideraba que desde Europa debía llegar un príncipe solo y aislado a mandar en el Perú".
Sin embargo, de acuerdo a este documento, Simón Bolívar contesta que esto "no conviene a la República de Colombia, ni conviene la introducción de príncipes europeos (...) y que él se opondría si pudiera pero no lo va a hacer porque respeta las determinaciones que adopten los peruanos".
Bolívar propuso en esta conversación la creación de la Federación de Estados Americanos como la base de la existencia de Sudamérica. La sede sería Guayaquil por la posición equidistante del continente. Este propósito no se pudo concretar después por la resistencia del Perú. A esta Federación,
Bolívar creía que Chile debía entrar pero no Argentina por las disputas internas y guerras civiles.
El informe dice que esta reunión fue privada, no oficial y por lo tanto no tenía un objetivo político, ni militar.
El origen del documento parece ser que durante la década de 1970 se recibió en el Archivo quiteño una donación de cinco volúmenes de documentos de la primera mitad del siglo XIX que fueron agregados al final del fondo especial.
Aquí hay un video que habla del tema.
https://www.youtube.com/watch?v=xig1tjEWm_k
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Re: Hay “otro” bicentenario
Muy buenos aportes, Mexispano.
Esto recién empieza.
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Re: Hay “otro” bicentenario
Cita:
Iniciado por
Erasmus
Muy buenos aportes, Mexispano.
Esto recién empieza.
Y lo que falta.
A ver, que les parece esto ;)
Proclama de los tlaxcaltecas, invitando a los indios de la Nueva España para resistir a Napoleón.
Tlaxcala a 4 de junio de 1810.
NÚMERO 18 - Tomo II
Muy poderoso señor.—
Si todas las ciudades de este vasto continente deben manifestar su lealtad a nuestro amado rey y señor Don Fernando VII, (que Dios guarde) ¿cuánto más obligada lo estará Tlaxcala, que como la primera de ellas ha sido con frecuencia regraciada por la piedad de nuestros soberanos monarcas, en premio del vasallaje que rindió pronta y gustosa a la corona de España? Sí, poderoso señor, esta misma Tlaxcala es la que al cabo de doscientos noventa y un años de aquella feliz época, tiene hoy el distinguido honor de renovar a los pies del dosel de vuestra alteza su constante e indudable lealtad, y de protestar bajo el más solemne y religioso juramento, que por Dios nuestro señor y los santos evangelios, presta en las poderosas manos de vuestra alteza que quiere (y lo quiere absolutamente) morir bajo la distinguida apreciada dominación de su amado rey y señor Don Fernando VII; justificado gobierno del Real Consejo de Regencia que en su soberano nombre manda, y de la alta protección de vuestra alteza.
Admita pues vuestra alteza en las actuales circunstancias que el despreciable e impío José Bonaparte intenta seducir a los habitantes de este dilatado imperio, nuestra fiel sincera protesta, nacida de unos corazones humillados a la corona de España; dígnese elevar nuestros constantes propósitos y homenajes a los sagrados pies del trono; y en calificación de nuestra incorruptible y firme lealtad, tenga vuestra alteza la de oír la adjunta respuesta que el gobernador de naturales, dio a la proclama de 24 de abril último, que con sumisa reverencia pasamos a sus supremas manos.—
Dios guarde la alta persona de vuestra alteza los muchos años que para su mejor gobierno necesita este opulento y dilatado reino.
Sala capitular de la muy noble, insigne y siempre leal ciudad de Tlaxcala a 4 de junio de 1810.—
José Muñoz.—
Don Juan Tomás Altamirano.—
Don Juan Faustino Magiscatzin.—
José Martín de Molina.—
don Mariano Francisco Vázquez.—
Tomás Ruiz.—
Licenciado José Daza y Artazo.—
Diego Vicente de Lisa.—
Manuel María Sánchez y Toraez.—
Nicolás José Rugerio.—
Don José Maria de Aro.—
Francisco de Torres Torija.
Respuesta que después de haber leído en la sala capitular del palacio de la muy noble insigne y siempre leal ciudad de Tlaxcala la proclama del excelentísimo e ilustrísimo señor virrey, que fue de este reino doctor don Francisco Javier de Lizana, fecha 24 de abril del presente año de 1810, dio a nombre del ilustre ayuntamiento y su provincia, don Juan Tomás Altamirano, gobernador de naturales y administrador de sus propios y rentas en 17 de mayo, después de haberse recibido el día anterior 16 del señor presidente coronel don José Muñoz, gobernador político y militar de esta ciudad y provincia, del muy ilustre cabildo y demás autoridades de toda ella, el juramento de fidelidad y obediencia al soberano Consejo de Regencia de España e Indias, en representación de la augusta real persona de nuestro muy amado monarca y señor Don Fernando VII de Borbón el católico.
Señor gobernador presidente.—
No ha olvidado ni olvidará jamás Tlaxcala el feliz día 23 de septiembre de 1519 en que dando a todo el orbe evidente testimonio de su fidelidad a la augusta corona de España, tuvo la incomparable dicha de que rayase en su extendido territorio la sagrada luz del Santo Evangelio.
Sí señor, aquel asombroso día que nuestros amados hermanos los españoles, y su incomparable caudillo Hernando, consiguieron de nuestros bizarros ascendientes, una paz con circunstancias de triunfo tan durable y de firmes esperanzas para la universal conquista de esta Nueva España se conserva indeleble en nuestros anales, y constante en nuestra fidelidad, y humilde reconocimiento al católico monarca.
Somos los tlaxcaltecas tan puntuales en seguir y venerar las máximas y ejemplos de nuestros mayores, que sin duda está impresa y vinculada en la sangre que nos circula la loable costumbre de no prescindir de ellos.
En aquel venerable consistorio de nuestros sabios ancianos, donde el senado, después de controvertido el punto difusamente por todos sus aspectos, resolvió ceder y transmitir sus derechos, territorios y propiedades a la monarquía española.
Derramaron nuestros venerables mayores (quizá movidos de superior impulso) todas las máximas que algún día debían servir de regla inalterable, y fija a sus sucesores y descendientes.
Ellos conocieron por los vaticinios y señales del cielo, que habían precedido, era llegado el tiempo en que cesando la idolatría, debía darse culto al verdadero Dios, creador único de cielos y tierra, confirmando este conocimiento con abrazar la fe católica y recibir los primeros las sagradas aguas del bautismo.
Ellos nos prescribieron con riguroso mandato, y casi espantoso anatema la constante y firme lealtad, que debemos guardar y profesar al rey católico de España, y a sus legítimos sucesores calificando esto con los poderosos auxilios de todas clases, y numerosas tropas que pródigamente franquearon a su predilecto Cortés para la conquista.
Y ellos por último dejaron vinculada como herencia en nuestros corazones la firme resolución de morir primero antes que faltar a la divina religión que profesamos, y al soberano monarca que gustosa y rendidamente obedecemos.
De aquí es que en puntual observancia de esto, yo y los cuatro alcaldes de las ilustres cabeceras de que se compone esta provincia, enseñamos continuamente a todos los naturales o hijos que la verdadera católica religión es el sólido fundamento en que estriban y permanecen las repúblicas; que sin ella no hay estado seguro; que el temor santo de Dios es la base de la justicia y equidad de donde dependen las sabias y buenas leyes que nos gobiernan; que en un estado o república no conviene más que un culto, porque la variedad de ellos es un semillero de discordia, que produce la división tarde o temprano.
(¡Oh Francia, tú que has visto por tus propios ojos tan sangrientas tragedias en tu reino, por esta causa, no puedes negarlo!) Que sólo la verdadera católica religión tiene derecho de establecerse en todas partes sobre las ruinas de la superstición porque sólo ella lleva consigo el carácter de santa, y las infalibles pruebas de su verdad, y que esta puntual observancia apoyada sobre la constante lealtad al soberano es el verdadero sistema en que han de vivir y permanecer.
Así siente y enseña, ilustre señor presidente, este nobilísimo ayuntamiento, y así está cuidadosamente educada por nosotros toda la valerosa nación tlaxcalteca, la que protesta estar pronta a derramar gustosa toda su sangre en defensa de nuestro amado monarca el señor don Fernando VII (que Dios guarde) prometiendo como lo tiene jurado, que nunca reconocerá por su rey, dueño y señor, a otro que su augusta real persona, al que de la distinguida casa de Borbón legítimamente le sucediere, o al Real Consejo de Regencia, en quien se reúne actualmente la potestad regia.
Ya ha oído vuestra señoría los verdaderos y sólidos fundamentos en que se apoya nuestro justo procedimiento: ahora dígnese prestarme su prudente atención, para que le manifieste nuestros firmes propósitos e irrevocables sentimientos sobre la proclama que se nos acaba de hacer saber.
En el escandaloso y procaz procedimiento actual de la Francia, que precisamente ha de constituir una vergonzosa época a esta infeliz nación en los anales del tiempo, el oprobio que más sobresale, y la tizna al mirar el dilatado cuadro de sus inmensas maldades es el desprecio con que su intruso héroe, o tirano emperador Napoleón, mira, trata y atropella a nuestra santa católica religión: siguiendo después su calificada e insaciable codicia, que lo induce y arrastra miserablemente a la infame solicitud, con que sin omitir intriga alguna de cuantas puede inventar la maldad pretende por medio del engaño, sorpresa y mala fe, hacerse dueño y señor de todos los cetros de Europa para colocar a sus hermanos y otros confidentes de su iniquidad.
Dejo aparte esforzar la admiración que causa contemplar a un hombre que levantado, del polvo de la nada de la tierra (por más que hayan dicho sus aduladores para esclarecerlo) de la más obscura estirpe, intente llevar al cabo, o consumar tan difícil empresa, pues tal intento, aunque esfuerce mis débiles combinaciones registrándolo por todos sus ángulos, no le hallo otro principio que una superior y sobrenatural permisión que lo toma por instrumento, tolerando sus maldades para castigar a los hombres que han provocado con las suyas a la soberana justicia, puesto que los grandes efectos que hemos visto en esta parte, no pueden atribuirse a causas ordinarias; y paso a contraerme solamente a las ridículas promesas e insultantes castigos con que nos amenaza su tirano hermano José.
Este alucinado hombre, de cuyo título le contemplo indigno, pues por su asquerosa lascivia, le conviene mejor el de bestia, se esfuerza desdichadamente en sus atrevidas y ridículas proclamas a tratarnos como iroqueses y hotentotes, por la avilantez, con que por medio de sus infelices emisarios las ha introducido, y los ridículos y falsos datos de que desgraciadamente se vale para reducirnos, los cuales tan lejos están de conseguirla que sólo han granjeado en el concepto de mi nación, el desprecio, ludibrio y abominación.
Desestima pues Tlaxcala, y los ciento y diez pueblos de que se compone su dilatada provincia, las promesas con que ese villano, intruso corso intenta alucinarnos, contemplándolas como fruslerías, que sin hacernos la más leve impresión las ponemos en el grado del más ínfimo desprecio: ¡qué debilidad! ¡qué ignorante flaqueza! Introducirse a hablarnos como soberano, con expresiones de que se avergonzaría usar el más estúpido y villano esportillero...
¿Tan ajeno de razón y de combinaciones nos contempla ese casta de víbora, que no medite han de originar sus ofertas en nosotros la mayor irrisión; pues antes de darles asenso hemos de recordar sus inicuos e infames procederes con nuestros amados hermanos los de la antigua España? ¡Oh cómo se engaña y se engañan con él los pérfidos traidores que están a su lado! Bien conoce por experiencia alguno de ellos la propensión y carácter de los tlaxcaltecas, incapaces de corromperse ni arredrarse nunca, y mucho menos cuando median los altos respetos de religión, rey, y patria, y podía haberlo desengañado; pero la nota general que deprime falsamente la racionalidad de los indios, lo indujo desde luego a contemplarlos como ignorantes, sin reflejar que verdaderamente no lo son, y que los tlaxcaltecas hacen punto de honor y alarde, de ser en todo exactos imitadores de las costumbres, pundonor y manejo de sus amados los españoles.
No señor, no hay que temer ni remotamente por nuestra parte, todos, todos constantemente profesamos el carácter, lealtad y buena fe española, y por propensión íntima de nuestra sangre aborrecemos y detestamos hasta el nombre de francés; a más de que estamos sólidamente cerciorados del sistema que se ha propuesto el intruso y pérfido José, de acuerdo con su vil hermano Napoleón, y sabemos positivamente que sólo los anima una insaciable codicia, que los pone en vergonzoso paralelo con los más cautelosos ladrones, y que nuestra opulenta y feraz América, es el punto de atribución a donde se dirigen las líneas de sus diabólicas maquinaciones.
¿Mas para qué me esfuerzo?
Todo el mundo tiene noticia por la historia, de la lealtad tlaxcalteca, y ella aunque el infierno se conjure, no, no faltará jamás con el amparo divino y de su celestial patrona de Ocotlán, (en quien vincula todas sus esperanzas de defensa) a su santa religión, católico amado rey e ilustre patria, procurará, sí, mantener hasta el último aliento su concepto, y también con vigor concitará toda la nación indiana de esta América occidental, para que la acompañe en sus firmes resoluciones y propósitos...
Imperial México, que eres cabeza y metrópoli de ella, esclarecidos gobernadores de las valerosas parcialidades de Santiago y San Juan, indios bizarros de las demás ciudades, provincias y pueblos de este dilatado y opulento continente, Tlaxcala, que es decir, la primera ciudad de este nuevo mundo, logra hoy la satisfacción de dirigiros la voz de la razón desde su retiro, por las urgentes circunstancias con que se intenta por un loco enemigo obscurecer nuestras glorias: alarma indios vigorosos, contra el tirano opresor de nuestra querida España que pretende también serlo nuestro, mirad que solicita con proclamas seductoras engañaros, Tlaxcala os lo asegura bajo de su palabra de honor.
Ea pues, alerta caros compatriotas contra sus astucias y suspicaz malicia, empuñemos valerosos nuestras acostumbradas armas, uníos hermanalmente con nosotros que estamos ansiosos y prontos a ayudaros, e imitando a nuestros valientes españoles, cubramos y sostengamos los puntos a donde el sabio gobierno, que actualmente rige, nos destine: muera José Bonaparte y todos sus infames secuaces y satélites, y defendamos animosos mirando el impávido rostro de la muerte con majestuosa serenidad, y contemplándola como medio adecuado para adquirir la eterna felicidad, defendamos digo, indios intrépidos de la América occidental, a nuestra católica, única y santa religión con su apostólica cabeza, a nuestro justamente amado rey, dueño y señor don Fernando VII, y a nuestra dulce, opulenta y querida patria.—
Dice don Juan Tomás Altamirano.
Fuente:
J. E. Hernández y Dávalos. Historia de la Guerra de Independencia de México. Seis tomos. Primera edición 1877, José M. Sandoval, impresor. Edición facsimilar 1985. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana. Edición 2007. Universidad Nacional Autónoma de México.
Versión digitalizada por la UNAM: Proyecto Independencia de M
Fuente:
Proclama de los tlaxcaltecas, invitando a los indios de la Nueva Espaa para resistir a Napolen.