En la Logia Masónica de San Alejandro de Escocia, Bolívar pudo comparar el extraordinario desarrollo del Nuevo Mundo en contraste a las maravillosas pirámides de Egipto descritas por Napoleón… No obstante el veto que imponía la iglesia a la Masonería, ante la amenaza de ser excomulgado “a quién osase pertenecer a ese grupo de paganos”, Bolívar estaba inmerso en un mundo de conocimiento y sabiduría propios de su personalidad… Una nueva concepción de la historia y la religión surge por su mente brillante: Atón, Moisés, David, Salomón, Saúl, José, Buda, Mahoma, daban crédito a la fe, siempre y cuando se hiciera a través de su propio dios, mientras que para las extintas culturas americanas: Quetzalcoatl, Kukulcán, Virakocha, entre muchos otros dioses, también profesaban la misma fe religiosa… La Logia Masónica contraria al catolicismo, no se fundamentaba en la ignorancia de sus seguidores, sino todo lo contrario, en la búsqueda del conocimiento, de allí el rechazo de la iglesia. Este acto de rebeldía, demuestra que Bolívar era un hombre de convicciones. Para él la lógica estaba por encima de la razón, y el conocimiento a diferencia de la ignorancia, es un derecho del hombre que no podía estar vedado por Ley alguna, aún cuando ésta se invoque en nombre de un Dios… La mente del venezolano adquiere profundidad frente a la banalidad de su existencia… El yoga, la meditación y la metafísica, constituyen los ejercicios espirituales que cada mañana practica con su maestro, ante introducirse en la lectura y la reflexión de sabios filósofos, que profundizaron en la vida y la existencia de individuo… La vida adquiere para él una nueva dimensión, otro sentido, y comienza un proceso de inmortalidad, si la existencia y la vida misma se transforman en hechos trascendentales, capaces de cambiar el orden de las cosas… Prueba de ello, es esta reflexión de Bolívar poco conocida:
“Aquel que asegura su honor dedicando su vida al servicio de la humanidad, a la defensa de la justicia y al exterminio de la tiranía, adquiere una vida de inmortalidad al dejar el marco de la materia que el hombre recibe de la naturaleza. Una muerte gloriosa triunfa sobre el tiempo y prolonga la sublime existencia hasta la más remota posteridad… La vida no se acaba con la muerte… No discuto entrar en la Metafísica, cuando el tema descansa sobre bases falsas… Me basta saber y estar convencido de que el alma tiene facultades de sentir; es decir, de recibir las impresiones de nuestros sentimientos, pero que no tiene la facultad de pensar, porque no admito ideas innatas…”
Continúa Bolívar: “El hombre tiene un cuerpo material y una inteligencia representada por el cerebro igualmente material, y según el estado actual de la ciencia, no se considera a la inteligencia sino como una secreción del cerebro; llámese, pues, este producto alma, inteligencia, espíritu; poco importa ni vale la pena discutir sobre ello; para mí, la vida no es otra cosa, sino el resultado de la unión de dos principios a saber: de la contractilidad, que es una facultad del cuerpo material, y de la sensibilidad, que es una facultad del cerebro o la inteligencia. Cesa la vida, cuando cesa aquella unión; el cerebro muere con el cuerpo, y muerto el cerebro, no hay más secreción de inteligencia”… Simón Bolívar
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