Un ecuatoriano dijo: Jorge Luna Yepes: La antihistoria en el Ecuador.

Jorge Luna Yepes

“LA ANTIHISTORIA. El apasionamiento a favor o en contra de personas o de sucesos, o la falta de información, o la información incompleta o errada, son las fuentes de la que llamo la antihistoria; es decir, la relación o el enjuiciamiento errado sobre hechos o personas. Y concretándonos a nuestro país, hay tres capítulos en los que más antihistoria se ha escrito: es el primero el relativo a nuestros ancestros, tanto español como indígena, y a los resultados de su encuentro; el segundo versa sobre el proceso de independencia de Hispanoamérica de España, en el que se incluyen el liberalismo y la masonería; y el tercero corresponde a Gabriel García Moreno, que es la figura más dinámica y compleja, apasionante y controvertida de la historia ecuatoriana…. LOS ORIGENES REMOTOS DE NUESTRO PAÍS… Es indispensable valorar con detenimiento lo que significan esas fuentes, porque, a gusto o disgusto, son elementos que en diverso grado han intervenido en la estructuración de nuestro ser nacional y del resto de Iberoamérica; y no sólo eso, sino que se ha iniciado en nuestro país y en otros que cuentan con masa indígena, un afán sistemático de opacar o desconocer los recios valores universales de la fuente hispánica y de rehabilitar y enaltecer los valores indígenas aunque caigan en la falsificación o signifiquen un retorno a edades prehistóricas; agravado esto por una toma de posición racista beligerante, organizada no tanto por los indígenas, cuanto por mestizos, más o menos blancos o más o menos cobrizos o morenos, con evidente propósito de comandar fuerzas de choque para una futura cosecha política, aunque ésta conlleve una desintegración del Estado, a la manera como se está haciendo con el hasta hace poco país modelo, el Líbano, ahora convertido en un caos con intervención extranjera de todos los imperialismos… (Para finales del siglo XVII) La obra civilizadora de España se acercaba a su fin. La gran nación hispanoamericana, con una cultura común desde California y La Florida hasta el estrecho de Magallanes y el cabo de Hornos, se desintegraría en multitud de Estados y formarían los ‘Estados Desunidos de Iberoamérica”, frente a los Estados Unidos de Angloamérica, que por pronta providencia se engullirían la mitad de México y Puerto Rico. DESTRUCCIÓN FRATRICIDA, ODIO A ESPAÑA, DESENGAÑO DE BOLÍVAR, MONTALVO Y ESPAÑA. Los impactos de los cataclismos geológicos, económicos y políticos, crearon angustia y desconfianza; los criollos y mestizos que, como hemos visto, habían creado clases sociales arriscadas; con miembros de alta valía y un espíritu de solidaridad, se sintieron capaces de ser autónomas; los Borbones no actuaron a tiempo y los vientos liberales no solo comenzaban a derribar tronos seculares, sino que daban las recetas de la autodeterminación de los pueblos; y el imperialismo napoleónico, al intervenir deshonesta y brutalmente en España, dio la gran circunstancia para la rebelión general en América, iniciada en Quito por las élites, y correspondida como un reguero de pólvora por todas partes: y vinieron la represión y la guerra. La guerra de la Independencia crearon odio contra España, porque la guerra fue brutal: de parte y parte. Las autoridades españolas aplicaban la ley vigente de pena de muerte para los sublevados con armas; y frente a eso, Bolívar decretó la guerra a muerte: nada de prisioneros: todos fusilados. Cuanto odio y desolación, y de inmediato, la insurgencia dentro de las mismas filas patriotas, las conspiraciones contra Bolívar; la destrucción de sus sueños que le hicieron exclamar: ‘América es ingobernable… los que han servido a la Revolución ah arado en el mar… A cambio de libertad hemos perdido todos los demás bienes. Estos pueblos caerán indefectiblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a las de tiranuelos imperceptibles de todos los colores y razas, devorados por todos los crímenes’. Y vino la anarquía a nuestro país y vino la decadencia de España. Muchos grupos se olvidaron que España había hecho la unidad de América, con una lengua; una religión, una raza mestiza, una concepción especial de la vida. Pero, ahora, tenemos que pensar en la reacción racional. Tenemos que formar un frente común de Hispanoamérica y España: y, más aún, de Iberoamérica y España y Portugal, como lo están haciendo en Europa pueblos de diversos idiomas y que durante muchos siglos se desconfiaron y aún odiaron. Desde California y Nueva York, hasta Madrid y Filipinas, y la Guinea que habla español, podremos hacer fe de inteligencia y repetir con Juan Montalvo, el liberal radical y rebelde Juan Montalvo, estas palabras: ‘¡España! ¡España! Lo que hay de puro en nuestra sangre, de noble en nuestro corazón, de claro en nuestro entendimiento, de tí lo tenemos, a tí lo debemos. El pensar a lo grande, el sentir a lo animoso, el obrar a lo justo, en nosotros, son de España; y si hay en la sangre de nuestras venas algunas gotas purpurinas, son de España. Yo que adoro a Jesucristo, yo que hablo la lengua de Castilla; yo que abrigo las afecciones de mis padres y sigo sus costumbres, ¿Cómo habría de aborrecerla?’ ”[1]

[1] Luna Yepes, Jorge, “LA ANTIHISTORIA EN EL ECUADOR” aparecido en Boletín de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, Vol. 74, N° 157-158, Quito, ene-dic. 1991, páginas 160, 163, 187 y 188.

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