Ante las amenazas



Escribe: Antonio Moreno Ruiz.- Cuando hace tiempo el director de “La Abeja” me ofreció escribir para ese medio, me llené de ilusión. Conociendo el elenco que componía el proyecto, percibí muy pronto que era algo promisorio. Y así fui forjando mi columna “De ida y vuelta”, en la que escribo en total libertad. Empero, a raíz de mi artículo “Las bajas pasiones de la independencia”(1), un personaje dizque sanmartiniano, luego de perder un debate –también contestado por argentinos y peruanos- que nadie buscó sobre la figura de José de San Martín, terminó amenazándome con que me pueden pegar un puñetazo y hasta meterme en la cárcel. Más allá de lo anecdótico reconozco que me he sorprendido que esto pase en el Perú, pues si alguna virtud tiene el peruano, es que sabe escuchar. Muchas veces me han dado lecciones al respecto. Con gente de muy diversas adscripciones he debatido sobre la cuestión de las independencias americanas y nunca ha habido malas palabras de por medio.
Sé que en Venezuela hay un culto idolátrico surrealista a Simón Bolívar, así como en Argentina existe lo mismo para con José de San Martín. En cambio en países como Colombia y Perú siempre ha existido una versión más crítica. Y sin mayores traumas o problemas. Incluso en Argentina ya se despejan muchas voces críticas contra la leyenda rosa sanmartiniana. Porque por último, si no se está de acuerdo, hay que refutar con datos. Pero claro, la amenaza, el insulto o la xenofobia son los torpes “recursos” de quien nada tiene que aportar. De hecho, luego de montar un tremendo lío, este personaje terminó diciendo que a quién le interesa la Historia… ¿Entonces? La molestia está basada en que “opine un español”… En cambio a mí, como historiador, no me molesta que haya historiadores extranjeros que aporten datos sobre España. De hecho, varios de mis historiadores preferidos no son españoles. Por ejemplo, últimamente sigo mucho la obra de Ismael Diadié Haidara, que es de Mali, y descendiente de visigodos conversos al islam que acabaron en Tombuctú, siendo que custodia una serie de manuscritos interesantísimos que por causa del salvajismo terrorista que azota a determinadas zonas de África se pueden perder. Y me parece muy bien que España ofrezca facilidades a este ciudadano malí para salvaguardar ese variopinto legado. En absoluto me parece mal que el portugués Joaquim Pedro de Oliveira Martins (según Miguel de Unamuno y Menéndez Pelayo, el historiador más artista de la Península Ibérica) disertara sobre la historia de España en el siglo XIX; ni tampoco me parece mal que gracias al colombiano Pablo Victoria Wilches por fin en España hayamos sabido de nuestras grandes victorias sobre el imperio británico, en especial la de Blas de Lezo en Cartagena de Indias y Bernardo de Gálvez en Norteamérica. Gracias a Pablo Victoria también hemos sabido mucho más sobre quién fue realmente el dictador Simón Bolívar. Y por otra parte, también admiro que algunas sociedades históricas de Estados Unidos hayan posibilitado el homenaje que ha habido este año a la fundación española de Florida; así como los negros de dicho estado homenajean al que fue el primer poblado de negros libres del continente americano, el Fuerte Mosé (2).
Otrosí, no estoy de acuerdo con las consideraciones de Paul Preston o Henry Kamen sobre ciertos aspectos de la historia de España; pero si algún día me decidiera a rebatirles, sería con datos, no con falacias ad hominem por ser súbditos del imperio británico.
No entiendo, desde luego, las mentalidades cerriles y racistoides. La historia no es coto cerrado de nada ni de nadie.
Sea como fuere, en ningún artículo mío referente a la historia crítica de las independencias americanas por encima de la leyenda rosa, he insultado al Perú ni a ningún héroe peruano. He expuesto datos concretos: José de San Martín era masón y liberal, actuó al servicio del imperio británico y en connivencia con liberales ibéricos que no miraron por el bien común y prefirieron traicionar a su patria española por sus intereses ideológicos y sus ambiciones personales. José de San Martín nació en Yapeyú, (de padres españoles) se crió desde los 4 años -de edad- en la Península Ibérica y fue soldado borbónico durante más de veinte años; siendo que en plena invasión francesa abandonó a su patria y a su rey para separar a los virreinatos americanos; arribando a una América que probablemente ni recordaba y con seguridad no conocía. En ese proceso, dejó endeudado al Perú. Así como en mi artículo “Los libertadores en sus laberintos” (3) dejé dicho que Francisco de Miranda, Simón Bolívar y José de San Martín murieron solos, peleados con todo el mundo y renegando de su propia obra. Decía el general Odría (más peruano que la papa) que “hechos, no palabras”. Pues estos son hechos, no opiniones.
Ni que decir tiene que yo no quiero volver al pasado, ni me voy a poner una peluca del siglo XVIII, ni me considero un virrey. Sé muy bien que el pasado no va a volver. Eso sí: La historia es algo sujeto a constante estudio, y como ciencia, tiene sus métodos. No se puede dejar de investigar y reflexionar. No se puede dejar de aportar. De hecho, si no se conoce bien la historia, mal se encara el presente y peor vendrá el futuro. Y esta historia de la que a veces escribo no es patrimonio nacionalista del Perú. Ni tan siquiera es una historia sólo para hispanoamericanos. Es una historia española también, pues mal que le pese a algunos negrolegendarios, durante tres siglos, el Perú fue un virreinato dentro de la Monarquía Hispánica. Un virreinato que llegó a conquistar hasta tres veces Chile, como recuerda el gran escritor peruano José Antonio Pancorvo en su interesantísimo libro “Demonios del Pacífico Sur”. (4)
Es una historia común, con tintes universales.
Y es que la realidad, por más que se la intente silenciar con malas artes, acaba saliendo a la luz. Y así como se ha consolidado toda una historiografía crítica gracias a historiadores hispanoamericanos, surgirán nuevos que continúen esta apasionante obra que nos acerca a la verdad que nos hace libres.
Como no creo que llegue la sangre al río, seguiré escribiendo en “La Abeja” mientras se me permita. Como siempre, un poco de lo divino y de lo humano.
No obstante, me maravilla que “La Abeja”, en tan poco tiempo, haya despertado tantas pasiones. No todo ha sido malo, ni mucho menos, pues hemos despertado muchas adhesiones llenas de sano optimismo. Nuestro elenco de colaboradores crece en cantidad y calidad. Pero por otro lado, parece que a los enemigos de la verdad, sean caviares o no, les da por calumniar y hasta amenazar. Nos prestan mucha atención. Nos toman muy en serio. Buena señal: Estamos haciendo las cosas bien, pues.
NOTAS:
(1)Enlace del artículo: Las bajas pasiones de la “independencia" - La Abeja
(2)Sobre el Fuerte Mosé de la Florida española:
La Florida de España, Fuerte Mose
(3) Enlace del artículo: Los “Libertadores" en sus laberintos - La Abeja
(4)Sobre “Demonios del Pacífico Sur”:
RAIGAMBRE: PANCORVO, EL PERÚ Y LA HISPANIDAD


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