Guerrillas reales contra el separatismo patriota en Chile y Argentina


Cesáreo Jarabo 17/12/2021


Hermanos Pincheira

Los hermanos Pincheira recogieron los restos del ejército de Benavides, en Chile, del que en alguna forma habían tomado parte. A ellos se unieron dos mil indios que anteriormente habían seguido a este, dedicando su labor a acosar la provincia de Buenos Aires.

La propaganda británica, como sucede hoy mismo, dominaba todos los ámbitos del nuevo estado independiente, por lo que, sí Benavides fue tratado como delincuente, los Pincheira no podían aspirar a algo mejor. Sin embargo, debe señalarse que las guerrillas contaban con una organización militar y con una jerarquía de mandos conforme a lo reglamentado en el ordenamiento del ejército español.

Cada grupo era comandado por un soldado de grado, subordinado al jefe de la partida, con el que mantenía la debida comunicación. El problema no era otro que la falta de referencia a una entidad superior: la Patria española. Pero ese problema no correspondía a los hermanos Pincheira, que atendían a la perfección esa referencia. El problema estaba en la misma estructura orgánica de España, que había caído, literalmente, en poder de sus enemigos; los cuales no la parasitaban, sino que la dominaban en todos los ámbitos, y para quienes los Pincheira, como Benavides, como Agualongo, como Vargas…, no eran sino un problema.

El 12 de febrero de 1818 O’Higgins había declarado la independencia de Chile, que se vio reforzada el 5 de abril con la derrota de Osorio en Maipú a manos de San Martín.

Antes de esta derrota, la historiografía al servicio de intereses espurios nos relata con un lenguaje propio de quienes tienen a gala el uso de la mentira como argumento digno para tener en cuenta:

Los hermanos Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira se alzaron contra las tropas patriotas [separatistas] en 1817, y durante 15 años mantuvieron una guerrilla en nombre del rey. Asaltaron, saquearon y robaron mujeres a cambio de recompensa. Sus correrías llegaron hasta Buenos Aires y fueron un problema sin solución para el gobierno. (San Martín)
Ciertamente, los hermanos Pincheira, primero en colaboración directa con Benavides y, tras la ejecución de este, como organización independiente, mantuvieron en jaque a los gobiernos neo británicos de Chile y de las Provincias Unidas, en defensa, no solo de los derechos de España, sino en defensa de los derechos de los oprimidos; salvaguardando los derechos de los pueblos indios que, como los selkman, posteriormente caerían asesinados en una campaña dirigida desde Londres y por la que se pagaba una libra por cada oreja de selkman.

La historiografía dependiente de los gobiernos neo-británicos se obstina en presentar la lucha patriótica de los hermanos Pincheira, como antes la de Benavides o en otros lugares las de Agualongo o Vargas, como la actuación de un grupo de bandoleros. Bien otra parece la realidad, aun reconociendo que en alguna ocasión pudieron acometer alguna acción deleznable… No más que las acciones acometidas por los ejércitos neo-británicos dueños de la nueva situación. Debemos tener en cuenta que:

Si en un principio la banda la integraron principalmente campesinos, pronto se unieron otros miembros. La persecución de sospechosos realistas por parte de los patriotas [separatistas] y los infaltables abusos de poder llevaron a muchos a unirse a los rebeldes. Parte de la tropa independentista, «exasperada de la necesidad y falta de sueldo», según informes de la época, fue a dar también a sus filas…/… Los Pincheira fueron un problema sin solución para el gobierno. Además de los enfrentamientos armados, el Ejército recurrió a múltiples tácticas para destruirlos, desde infiltrar espías para crear intrigas entre los hermanos hasta introducir botellas de alcohol con el virus de la viruela en sus filas. Pero nada lograba resultados…/… Hacia 1832 Antonio había muerto en una batalla, y Santos en un accidente en la cordillera, y los Pincheira se mantenían como el último bastión realista de Suramérica. El gobierno propuso conversar de paz y José Antonio accedió. Fatal error; Manuel Bulnes aprovechó la confianza establecida y en una emboscada arrasó con ellos. Pablo fue fusilado y José Antonio escapó, pero al final se entregó. (San Martín)

Nuevamente la mentira, el engaño y la traición fueron las armas victoriosas. Pero el caso de los hermanos Pincheira, que durante mucho tiempo ha estado condenado al ostracismo, surge hoy como un elemento digno de estudio.
Así, la historiografía chilena y argentina está sufriendo un cambio al respecto, conforme historiadores independientes van supliendo la acción de los historiadores neo-británicos o neo-marxistas. Manuel Pérez Godoy señala:

“Al hacer un balance bibliográfico sobre lo que fue el fenómeno de los hermanos Pincheira a través de la historiografía chilena, podemos ver que existen dos formas de representación sobre este grupo: por un lado, son tratados como una banda de carácter «delictivo» que utiliza el contexto de caos político y económico producido por el período post-independencia en Chile para llevar a cabo correrías y saqueos, sin tener mayores aspiraciones con su accionar más que el pillaje. Esta postura es expresada por la historiografía liberal del siglo XIX, siendo tomada también por conservadores y el marxismo clásico. Por otro lado, encontramos que posterior a esto se da un giro en torno a la forma de representación de estos hermanos y su accionar, pasando de ser «salteadores» a «bandidos sociales». Esta postura, utilizada a partir de los últimos años del siglo XX hasta el día de hoy, propone que los hermanos Pincheira fueron un grupo limitado ideológicamente por la defensa del realismo y que, en base a esto, sus acciones no trascendieron más allá como para desembocar en quiebres institucionales profundos como una rebelión generalizada o una revolución”.

Este principio es el que parece ser merecedor de mayor atención a la hora de tratar el fenómeno Pincheira. Será necesario hacer un trabajo de introspección en la biografía de los hermanos Pincheira y de las relaciones de estos, no solo con Benavides, sino muy especialmente con las tribus de indios con las que tuvieron tratados, y que posteriormente a la desaparición de los Pincheira padecieron graves persecuciones. Una investigación que excede los objetivos del presente trabajo.

Es el caso que, tras la batalla de Maipú, ocurrida el 12 de febrero de 1818, Antonio Pincheira, que ostentaba el rango de cabo, volvió a su hogar en Chillán, al parecer con la intención de retirarse de la lucha. Pero los separatistas lo persiguieron, haciendo que huyese a la montaña, donde acabarían uniéndose sus tres hermanos y un conglomerado de gente de la más variopinta extracción.

En ese mismo período, Benavides había sufrido cárcel, fusilamiento, alistamiento en las tropas separatistas, fuga y creación del ejército nacional que hemos señalado más arriba. Sería el devenir de estos acontecimientos los que unirían en la acción a Benavides y a los hermanos Pincheira.

El inicio de la lucha, así, se presenta como una respuesta de supervivencia física que, lógicamente, y a la vista de los acontecimientos, debió dirigir a la formación de una resistencia a favor de los principios humanos y patrióticos conculcados por los nuevos señores de lo que antes habían sido las Españas.

Una lucha que marcaba los estertores de la muerte de la Patria, pero que podía haber marcado el resurgir de la misma. Situación ambivalente que ocasionó la persecución de estos ejércitos patriotas por parte de los gobiernos coloniales en el curso de lo que sería conocida como la guerra a muerte. En el curso de la misma no se permitían benevolencias y todo estaba permitido conforme imponía el estilo británico: desde la traición hasta los intentos de transmitir enfermedades. Y como no podía ser menos, la creación de una novela degradante nos presenta a los Pincheira como seres sin entrañas especializados en «robar haciendas, violar mujeres y degollar niños y ancianos». (Márquez)

No vamos a defender que se tratase de ángeles caídos del cielo; no vamos a defender que todos sus actos fuesen inmaculados; vamos a defender que trataron a los enemigos de la Patria con la misma benevolencia que los enemigos de la Patria trataron a los patriotas, siendo que los hermanos Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira se alzaron contra las tropas separatistas en 1817 y durante 15 años mantuvieron una guerrilla en nombre del rey, pero sin contacto con el rey; plenamente a sus expensas…, y abandonados por quienes debían haberles prestado apoyo. Sus hermanas Rosario y Teresa darían apoyo en la retaguardia, mientras la represalia de las autoridades contra la población que les prestaba apoyo adquiere un carácter feroz y sanguinario.

La propaganda liberal democrática de los gobiernos títeres mantenidos al calor de los intereses anglo-norteamericanos no dudaron en presentar a los Pincheira como banda de criminales, pero los hermanos Pincheira no eran un grupo de bandidos sino una guerrilla, y ello como consecuencia de que su actuación estaba movida por un ideal y por la defensa de la Patria que les había sido robada.

No faltaban las deserciones en el ejército separatista, que se sumaban al ejército patriota de los hermanos Pincheira, con los que cometieron actos de envergadura, como la liberación de Chillán con las tropas de Benaviedes, el 18 de Septiembre de 1819, mientras el gobierno títere de Santiago celebraba, bajo la tutoría de las autoridades británicas, el primer aniversario de la secesión de Chile.

Según Manuel Pérez Godoy, la acción de los hermanos Pincheira muestra:

“Una afinidad de los sectores plebeyos a la causa realista como contraposición a los patriotas [separatistas], debido a circunstancias puntuales donde aflora un descontento a esta nueva forma de hacer política, representada en la élite que se hacía cargo del país”.

Entre 1817 y 1832 asaltaron numerosas poblaciones chilenas; pero, viéndose acosados y reprimidos en la parte chilena, se radicaron en Argentina y sus correrías alcanzaron principalmente a Mendoza, pero también a San Luis, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.

Estos ataques se veían facilitados por las alianzas con los caciques pehuenches, quienes controlaban los pasos de los Andes entre Chile y Argentina.

Pero es en 1820 cuando, en el curso de la campaña desarrollada contra Benavides, también se desenvuelve la misma contra los Pincheira.

Así, el coronel Pedro Ramón de Arriagada, con una fuerza regular de 200 soldados, emprende la primera persecución de la banda de Antonio Pincheira, entrando en campos neuquinos por el paso Epu Lafquen. Pincheira es alertado y huye a sus refugios de Butalón. Arriagada reduce a cenizas las tolderías y ranchos de Epu Lafquen y regresa a Chillán con algunos animales y cinco prisioneros a quienes hace ejecutar en la plaza pública.

Durante esta incursión, un tal Manuel Turra traicionará la acción de los Pincheira y dará al sanguinario Arriagada las claves de seguridad mantenidas por los patriotas: los refugios, los códigos de comunicación… Pero acabarán reorganizando la resistencia, de forma que mantenían viva la preocupación de las autoridades coloniales, las cuales buscaban el fin del conflicto utilizando todos los métodos a su alcance: desde los diplomáticos hasta los del asesinato indiscriminado. Utilizando los mismos métodos aplicados por los británicos contra los indios, los gobiernos de las nuevas colonias británicas intentaron acabar con la resistencia de los Pincheira introduciendo la viruela en sus filas.

En 1823 el gobierno chileno había iniciado acciones diplomáticas con las partidas patrióticas, ofreciéndoles indultos, a cambio de ser nombrados en las fuerzas regulares criollas como soldados o jefes, o retirarse a la vida civil. Pero el gobierno chileno no se había enterado de que no trataba con bandidos sino con patriotas que, lógicamente, rechazaron el ofrecimiento.

En respuesta al ofrecimiento, en abril de 1823, Antonio Pincheira atacó Linares y arrasó el pueblo matando al Gobernador Sotomayor y llevándose como botín a las muchachas del pueblo, entre ellas Clara, la hija del Gobernador, pero la banda fue sorprendida por el capitán Astete al frente de 350 hombres, quienes de un certero disparo de carabina en medio de la persecución, mataron a Antonio.

A la muerte de Antonio le sucedió en el mando su hermano Santos, quien fallecería al poco, sucediendo en el mando Pablo, a quien la leyenda le hace forjador de un tesoro que todavía permanece oculto. Murió en 1828, siendo finalmente José Antonio, el último de los hermanos, también el último comandante, el que acabaría rindiéndose el 11 de marzo de 1832 ante el general Manuel Bulnes.

Bajo el mando de José Antonio Pincheira los ataques se hicieron constantes. En septiembre , y comandados por Francisco Moreno, capitán de Pincheira, un grupo de 300 indios asaltó el pueblo de Dolores, y la situación hizo temer una invasión de 2000 chilenos y pampas, aliados de los Pincheira.

Bajo el mando de Pablo, cuando en enero de 1827 el general Prieto arrasó el poblado de los patriotas, iniciaron estos su exilio, extendiendo la lucha patriota al otro lado de la cordillera y dando paso a correrías por la Pampa argentina, donde a lo largo del mismo 1827, ya bajo el mando del hermano menor, José Antonio, tuvieron bajo su influencia ciudades como Neuquén, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Mendoza, Concepción, Chillán y Linares, controlando ambas vertientes de los Andes.

Con los hermanos Pincheira, la frontera argentino-chilena pasó a ser un lugar estratégico de acción, por el hecho de que se facilitaba el contacto rápido con los aliados pehuenche u otros grupos de indios al otro lado de la cordillera, mientras en el curso de esta actividad el movimiento tomaba fuerza suficiente como para que, en 1830, José Antonio llegase a tomar parte en las luchas políticas mendocinas tomando partido por el gobernador Rege Corvalán.

La triunfante incursión en la Pampa argentina ocasionó que las autoridades de Buenos Aires aceptasen que se firmara el que fue conocido como Tratado de Carrizal, que fue firmado por el gobernador de Mendoza –Juan Rege Corvalán– y José Antonio Pincheira en 1829. Este documento se realizó posterior a los constantes ataques hechos por la montonera del menor de los hermanos Pincheira a esta provincia, donde al gobernador de la época no le quedó otra opción que capitular.

Por el mismo, se acordaron tratados de comercio que en nada se parecían a los acordados por las Provincias Unidas con Gran Bretaña. También se dio paso a otros acuerdos, como el reconocimiento del empleo de coronel y jefe de la fuerza de la frontera del sur para José Antonio Pincheira. Este acuerdo sembró la discordia dentro del propio movimiento de los Pincheira, ya que había sectores, como el representado por su hermano, el comandante Pablo Pincheira, y el capitán Julián Hermosilla, que preferían seguir en su lucha sin ataduras diplomáticas.

Para las autoridades coloniales:

“Era de temer, particularmente, la alianza efectivizada entre Pincheira y los indios boroanos, pero más lo era aún la de estos con el Huilliche Llanquetruz y, por último, la del conjunto con los unitarios; y esto debido a que “Esta última eventualidad podría llegar a ser definitivamente insuperable para las armas de las provincias federales”.

Juan Manuel de Rosas trabajaba para desarticular las alianzas de Pincheira con caciques boroanos y ranqueles, y colaboraba con Chile para tenderle una celada. Finalmente, el 14 de enero de 1832, los ardides tendrían éxito cuando en las lagunas Epulafquen, en la actual provincia argentina de Neuquén, y mediando la traición, lograron vencer al patriota rebelde.

El 14 de enero de 1832, el general Manuel Bulnes, bien instruido por los asesores británicos, y tras haber pactado paces con los Pincheira, las traicionó, llevando a cabo una feroz masacre sin enfrentamiento, donde los rebeldes fueron directamente asesinados. José Antonio Pincheira logró escapar, entregándose mediante pacto el 11 de marzo del mismo año.

La realidad había acabado dando la razón a Pablo Pincheira. El Tratado de Carrizal había acabado siendo el principio del fin de la resistencia. Antonio había muerto en una batalla; y Santos, en un accidente. El gobierno propuso conversaciones de paz y José Antonio accedió. Fatal error. Manuel Bulnes aprovechó la confianza establecida y en una emboscada acabó con ellos.

Los caciques Neculmán, Udalman, Coleto y Trenqueman, junto a sus seguidores, fueron asesinados sin piedad, mientras Bulnes, al saber que José Antonio se había escapado, mandó en su persecución una partida de 80 hombres al mando del capitán Zañartu con la orden de matar a cuanto indio o cristiano sospechoso encontrasen en su camino.

Esta acción depredadora de Bulnes sería posible gracias a la traición de Francisco Rojas, Martín del Carmen Gatica y José Antonio Zúñiga, tres comandantes de los Pincheira que traicionaron la causa.

Pablo fue fusilado y José Antonio escapó, pero al final se entregó para acabar muriendo de viejo sirviente.

Comunistas y liberales presentan a los hermanos Pincheira como simples delincuentes; pero, desde la bondad natural de Santos hasta la audacia de Antonio, así como las alianzas llevadas a cabo con los indios y la jerarquía y el orden que reinaba en sus dominios, nos señalan en otra dirección, algo que hasta en épocas recientes se podía observar a orillas de los caminos rurales, pequeñas capillitas en su honor, como un verdadero santo popular.

Lo que resulta evidente es que el liderazgo de Pincheira garantiza un territorio protegido que mantuvo el orden tradicional y la legitimidad del rey Fernando VII, frente al desorden institucionalizado por los separatistas hasta bien avanzada la separación de la Patria.


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