La conquista inglesa de la isla de Trinidad y Blas de Lezo

Jesús Caraballo 23/03/2022





¿Qué puede tener que ver Blas de Lezo, fallecido en 1741, con la conquista de la isla de Trinidad, en el Caribe, por los ingleses, que se produce en 1797, en las postrimerías ya de la presencia española en América?. Blas de Lezo hace, frente a la armada inglesa que manda el general Vernon, una defensa heroica de la ciudad de Cartagena de Indias, en el norte del continente sudamericano, sobre la costa caribeño-atlántica, en territorio de lo que hoy es Colombia. Y lo que es aún más importante, de toda la América española, pues la intención declarada de Vernon no era otra que la de entrar por Cartagena de Indias en el continente y conquistarlo entero.



En 1797, cincuenta y seis años más tarde, José María Chacón y Sánchez de Soto, gobernador de la Isla de Trinidad, firma la capitulación por la cual España pierde la soberanía de la isla, que pasa a propiedad británica hasta que el 31 de agosto de 1962 obtiene su independencia. El ataque constituye la respuesta inglesa al Pacto de San Ildefonso entre España y Francia, y habría de completarse con otro, éste fallido, sobre la isla de Puerto Rico.

En cuanto a Trinidad, que hoy, junto con la isla de Tobago, forma el estado denominado Trinidad y Tobago, es una isla a escasos kilómetros de la costa venezolana, tan pocos como veinte; la cual forma parte del cinturón de islas angloparlantes; de apenas cinco mil kilómetros cuadrados, y aún así, la más grande de todo el cinturón mencionado, que rodea por el norte las grandes islas caribeñas, Cuba, La Española y Puerto Rico.

Pues bien, cuando España abandona Trinidad, en ella se habla español, el 100% de sus habitantes son católicos y un 25% de sus habitantes son indígenas puros. Hoy en Trinidad, el español ha desaparecido, sustituido por el inglés; los católicos han quedado reducidos a un 21% de sus habitantes; y lo que es más importante de todo: los indígenas han pasado del 25% de la población al 1%.

Esta evolución es una constante en todas las islas que los ingleses capturan a los españoles en el escenario caribeño a lo largo de la Historia. En la más grande de todas ellas, Jamaica, en el centro del Caribe, conquistada en 1655 después de cinco intentos, la población indígena es completamente sustituida por mano de obra negra, por supuesto esclava, para el monocultivo del azúcar, ascendiendo hoy día la comunidad negra de la isla a un 92% de su población, y los católicos a un testimonial 2%.



Todo lo cual es representativo de lo que con seguridad habría pasado en la América continental si Blas de Lezo no hubiera defendido el continente con la heroicidad y la eficacia con la que lo hizo en 1741, y si el Almirante Edward Vernon Buck se hubiera alzado con la victoria y hubiera conseguido, como era su propósito, conquistar todo Sudamérica. Y con ello, la desaparición del español como lengua, la caída del catolicismo a una quinta parte de la situación previa como mucho, y lo que es más importante de todo, y a pesar de todo, lo que menos se menciona y de lo que menos conscientes somos, la reducción del elemento indígena a cotas similares a las existentes en Trinidad, que en definitiva son las mismas que rigen en todos los lugares colonizados por los anglosajones protestantes: un 1% en los Estados Unidos, otro 1% en Jamaica, un 4% en el Canadá, mestizaje cero en los tres países. En este contexto no está de más recordar que esos índices ascienden en la América Española a 10-20% de indios puros, más 60-70% de mestizos.



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