Internacional Juan Roldán
Hay que reconocer que para haber conseguido la Presidencia de Ecuador en 2006 sin estructura de partido que le apoyara, Rafael Correa sigue siendo un perfecto desconocido para la clase política ecuatoriana y, más preocupante aún, un populista que no define claramente el futuro de ese período constituyente en el que está metido.
Tras las elecciones celebradas el fin de semana para la creación de la Asamblea Constituyente -donde Correa ha facilitado desde las listas de candidaturas hasta el número de circunscripciones, desde el sistema mixto de recuento hasta la asignación de escaños-, lo que está claro es que el presidente ecuatoriano dirigirá el país con 130 elegidos, de los que él controlará una mayoría de 77. Aunque se guardan las formas con un reparto casi ridículo para la oposición, se puede afirmar que no habrá tal oposición.
No hace falta que Correa copie el slogan de Chávez para prometer que va a instaurar el «socialismo del siglo XXI», todos los pasos «legales» que está dando para hacerse con el poder total en Ecuador son un calco de los que viene practicando su vecino venezolano. Primero se conquista la Presidencia, luego se disuelven las instituciones legislativas y se instaura un poder asambleario de adeptos que cambian constantemente la Carta Magna. Correa no tiene tanto petróleo como Chávez, pero está recibiendo mucho dinero de los tres millones de emigrantes ecuatorianos, de los que 400.000 residen en España. Lo único que no tiene es un Ejército sumiso como en Venezuela. Todo se andará.
http://www.larazon.es/noticias/noti_int11409.htm
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