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Tema: Las Casas, visto de costado

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    Las Casas, visto de costado

    " LAS CASAS, VISTO DE COSTADO ", DE ENRIQUE DÍAZ ARAUJO




    - Fundación Francisco Elías de Tejada y Erasmo Pèrcopo. Madrid -


    Otro de los buenos regalos que me hizo mi amigo Víctor J. Ibáñez. Excelente recopilación bibliográfica sobre uno de los tristes mitos que tanto ha emponzoñado y sigue dando lastre a España por todo el mundo, y concretando con nuestra América. Excelente recopilación bibliográfica, reitero, a la par que contrastada y trabajada. Me han impresionado testimonios directos e indirectos, de autores tan parecidos y/o diferentes, que ( Alguno hasta lascasiano ), ayudan a desenmascarar la insoportable farsa que se antoja eterna; citaré, pues, a Antonio Caponnetto, Vasco de Quiroga ( El " Tata Vasco " ), Fray Toribio de Benavente ( " Motolinía " ), Marcelino Menéndez Pelayo, Juan Ginés de Sepúlveda, Richard Konetzke, Ramón Menéndez Pidal, Tzvan Todorov, Fray Venancio Carro, William S. Maltby, Juan José Sebreli, Juan Gil de Sagredo, Jean Dumont, Ángel Losada, Alberto M. Salas, Juan Manzano, etcétera.


    Hacía tiempo que no leía y divagaba sobre el " fenómeno lascasiano ". Recuerdo aquellos primerizos tiempos universitarios, donde profesores como D. Isabelo Macías Domínguez estimularon en mi triste figura el nervio americanista. Nervio americanista que han estimulado las lecturas aconsejadas por Félix Della Costa, las leídas de Sebastián Sánchez, José Manuel González, Luis Corsi Otálora, Antonio Caponnetto o los buenos consejos del amigo Cruz y Fierro. Recuerdo aquellas lecturas en clase, donde Las Casas siempre decía aquello de " e yo vide...." Parecía aquel hombrecillo estar en todas partes. Empecé a preguntarme por qué tanto liberales como rojos ( Ambos enconados enemigos de la Hispanidad y la Cristiandad, ya más conservadores ya más progresistas ) lo siguen reivindicando. Empecé a preguntarme por qué los nazis alemanes le dieron tanta difusión; como en siglos pasados franceses, neerlandeses o británicos. Sea como fuere, los hechos es que Las Casas ( O Bartolomeu Casaus, pues gustaba de firmar distinto ) resulta ser el primer esclavista de América, el primero cuyo plan resulta importar negros aun en contra de la voluntad de la Corona....Por otra parte, resulta cuanto menos " curioso " los amplios contactos de Las Casas con la corte flamenca, que tan trasquilada salió de los pagos de la Corona de Castilla y que luego sería, tras la consumación de la herejía, la primera en divulgarlo con dibujos falsos ( Véanse por ejemplo las ilustraciones de Jacques Miggrode ). Y ya vimos la humanidad de los holandeses en el Brasil ( Al que ellos llamaron Zuikerland ), la de los franceses en el Caribe o la de los ingleses y sus hijos gringos con los indios y los negros en Norteamérica; como la humanidad de Voltaire, Montesquieu ( Quien como nos recuerda Luis Corsi negaba el alma a los negros ), los nazis y los soviéticos.....Y de esto no hace tanto, y sigue como ejemplo el Gran Yanqui.


    Las Casas parece mostrarse totalmente indulgente con los indios. Pero esto viene a decir que se muestra indulgente con el paganismo. No denuncia la sodomía, los sacrificios humanos o las crueldades de los pocos pueblos que él conoció, y sin embargo, su obsesión radica en mentir y difamar sobre los cristianos españoles que con dificultades ganaban terreno. Falseó en su disputa contra Juan Ginés de Sepúlveda, que si bien no era perfecto, no es como la historiografía a sueldo nos ha contado. Las Casas fue un fracasado como conquistador, y no desechó un regalo que le hizo su padre: Un esclavo indio, al que buscó con ansias por toda la tierra americana que anduvo. Se peleó con todo el mundo, incluidos sus correligionarios. Todos parecían ser demoníacos y él buenísimo....Sin embargo, no habla de a cuántos indios convierte, mas se permitió la licencia de presionar al mismísimo Papado para excomuniones multitudinarias....No indaga en el efecto de las enfermedades, en la mala alimentación, en el sufrimiento de muchos indios y españoles por las tiranías ya existentes allí. Con estos moldes inicia su obra...." Indio bueno, conquistador malísimo ". Y así, no sólo no corrigió abusos, sino que él fue el primero en cometerlos.


    Ciertamente, la idea del " buen salvaje " no es de Rousseau. Las Casas la puso en práctica. Y fracasó, como se verá en Verapaz, donde no parece mostrar lástima alguna por los frailes muertos sin la protección de las espadas conquistadoras. En cambio, es curioso que los lascasianos varios no hablen del " buen celtíbero frente a Roma " o cosas así. Como hablen de la expulsión de los judíos o moriscos pero no de los miles de cristianos expulsados, esclavizados y asesinados por los califas, o de cómo los judíos apoyaron con entusiasmo la invasión musulmana y el poder que llegaron a tener aun siendo total minoría. Es la continua flagelación, el complejo de inferioridad, la mentira institucionalizada....Y al final, el ataque a la Catolicidad Hispánica, que por lo visto es de lo que se trata. Las Casas, empero, fue un defensor a ultranza de Colón, gran navegante, sí, pero como gobernante, el primero que incumplió las instrucciones de Isabel la Católica y no le tembló el pulso para esclavizar indios, lo que supuso la inmediata y santificadora reacción de la Corona contra eso. Pero Las Casas lo defendió siempre; el Apóstol de los Indios defendía el esclavismo y luego con los negros.....


    Se insinúa en esta obra que Las Casas podría ser el " Calvino Hispanoamericano "; opino que razón no falta. Como opino que fue un fallo grave de la Corona el darle tanto poder. Una Corona que, lógicamente, temía la formación de una " nobleza levantisca " como la que en determinados periodos del Medioevo había asolado los distintos territorios hispánicos. Las Casas podría suponer un " freno " amén de que despertó el celo de que se estaban cometiendo abusos. Y sí, se estaban cometiendo abusos, pero no fue como contólos Las Casas. Un Las Casas cuyo estilo es tremendamente pesado, enrevesado, de latinismos remilgados, amenazante/desafiante ( Condena a más de media España al infierno....), exagerado a más no poder. Si de algo soy enemigo en la historiografía es de la " manía de las cifras ", cosa que este sujeto llevó al culmen. Y no en beneficio de la evangelización de los indios ( Y de los negros ). Muchos fueron muy bien evangelizados y darán grandes testimonios de " hispanismo católico " a lo largo de los siglos; pero no fue por obra y gracia de Las Casas.


    No fue tolerante Las Casas. No fue tolerante para todos lo que pensaban como él, que era la inmensa mayoría de los españoles en América, que veían como hacía cargar a los indios sin pagarle. Por otra parte, no se entiende cómo los guillotineros anti-inquisitoriales oficiales pasan por alto que Las Casas fuera el primer defensor del establecimiento del Santo Tribunal en las Indias. Tribunal que por otra parte, Las Casas quiso utilizar para beneficio propio. Como eso de las perlas, que tanto le obsesionó.

    Con todo, me hace gracia que como el Padre Castellani, se acuda a " ser propenso a la andaluzada " ( ¡ Quizá sea un servidor de ustedes un ejemplo de ello ! ) para subrayar la exageración sistemática de Fray Bartolo. Yo en su obra no sólo veo exageración, sino envidia por los logros de otros que él jamás realizó, y mucho menos en materia religiosa. Las Casas fue un hombre metido en política y en especial con la corte flamenca, reiteramos; algo que pasan por alto desde Pepiño Blanco a César Vidal. Un fraile politiqueando....¿ Tampoco se daría cuenta Pérez Galdós ? Si hubiera sido un budista del Tíbet igual tendría su disculpa. Pero es que aquí la tiene: Es Las Casas, inicio de la Leyenda Negra y el padre del indigenismo ( Cuya fuente ideológica radica en Europa y en concreto en muchas universidades españolas ), ni más ni menos.


    Ciertamente, Las Casas murió olvidado por su propia Orden, que, curiosamente, jamás tributóle homenaje alguno. Y mientras aquí la Corona, no sin mucho de real celo, prohibiera la circulación de la obra de Sepúlveda, fue el Vaticano quien dio la difusión de este tomista.

    Y ciertamente, lo que me parece total y radicalmente injusto es que grandes gentes de la Iglesia como el ya citado " Motolinía ", el Padre Vitoria, Fray Juan Calero, Santo Toribio de Mogrovejo ( Quien fuera inquisidor ), San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, San Pedro Claver, y tantos otros; hayan quedado en el olvido a merced de tan falso mito. Tan falso mito que crea la leyenda negra, aliñada por Antonio Pérez. Tanto Fray Bartolo como el Pérez eran de origen judío; pero sangre hebrea también tenía Santa Teresa de Jesús; por tanto, aunque nos parezca " sospechoso ", no debemos caer en determinismos racistas.


    Es un tema muy interesante en indagar a partir de la nefasta Brevísima , si queremos comprender el por qué de la todavía sangrante leyenda negra que no es sólo antihispánica, sino anticatólica. Los que desprecian la obra de España son los que hace siglos, como Lawrence Washington ( Hermano del padre de la patria gringa ), abominaban de que la nobleza amerindia estuviera reconocida por España y que pudieron ser soldados de la Corona, así como que los negros y los mulatos pudieran estudiar con los blancos en las multitudinarias universidades y colegios mayores que pulularon por nuestra América; ése es su patriarcado ideológico, que cual camaleón, cambia según la conveniencia. Conveniencia que jamás hablará de la creación del Derecho de Gentes, del intenso y abierto " debate intelectual ", de las numerosas misiones, de que en México hubo ya una imprenta ( Carlos Canales ha hablado de " colonización culta " ) en el XVI cuando el mundo musulmán no la conoció hasta el XVIII y por los turcos, del Arte Indio-Cristiano de los franciscanos en México, de la Escuela Pictórica Cuzqueña, de la espectacular - Única en el Orbe - arquitectura militar que va desde Oregón a la Tierra del Fuego....De nada de eso tampoco habló Casaus, por qué iban a hablar ellos.....


    Y es que lo que yo pienso que en España, en muchas ocasiones, se ha sido demasiado tolerante y " buenista " con quien no lo mereció. Y así nos lo han pagado, y nos lo paga la historiografía oficial, en nombre de la libertad y el progreso. Tenemos aquí quizá al principal ejemplo.



    * ¿ Se han preguntado ustedes alguna vez si este " agitador con hábito " ( Como lo define un buen carlista de cuyo nombre sí quiero acordarme ) aprendió alguna lengua india ? Pues les adelanto la respuesta...Sorpresa....¡ No ! Volvió a contradecir no sólo a la Corona, sino a la Iglesia; ambas se empeñaron en evangelizar a los indios en sus lenguas nativas, y sobre todo, cristalizó en la época de Felipe II. De Fray Juan Calero ( Que iba en la expedición de Oñate ) como primer intérprete del náhuatl al Catecismo Quechua conservado en el Perú hasta principios del siglo XX. Tampoco colaboró en ello el ¿ apóstol ?



    Publicado por Fray Trabucaire

    http://lasantaalianza.blogspot.com/2...e-enrique.html
    Vainilla y Pious dieron el Víctor.

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    Respuesta: Las Casas, visto de costado

    Carta de Fray Toribio de Motolinía al Emperador Carlos V

    S C. C. M. -Gracia i misericordia é paz à Deo patre nostro et Dño. Jesu-Xpo.
    Tres cosas principalmente me mueven á escrivir esta á V. M., í creo serán parte para quitar parte de los escrúpulos quel de las Casas, Obispo que fué de Chiapa, pone a V. M. i á los de vuestros Consejos, i mas con las cosas que agora escrive i hace imprimir: la primera será hacer saber á V. M. Como el principal señorío desta nueva España quando los Españoles en ella entraron, no havia muchos años questava en México ó en los Mexicanos, i cómo los mismos Mexicanos lo havian ganado ó osurpado por guerra; por que los primeros i propios moradores desta nueva España era una gente que se llamava Chichimecas i Otomíes, i estos vivian como salvajes, que no tenian casas sino chozas i cuevas en que moravan: estos ni senbravan ni cultivaban la tierra, mas su comida i mantenimiento eran yervas i raices, i la fruta que allavan por los campos, i la caza que con sus arcos i flechas cazavan seca al sol la comian; i tampoco tenian ídolos ni sacrificios, mas de tener por dios al Sol, i inbocar otras criaturas: despues destos vinieron otros indios de lejos tierra que se llamaron de Culhua, estos truxeron maiz i otras semillas i aves domésticas; estos comenzaron á edificar casas i cultivar la tierra, [254] i á la desmontar; i como estos se fuesen multiplicando i fuese gente de mas havilidad i de mas capacidad que los primeros abitadores, poco á poco se fueron enseñoreando en esta tierra que su propio nombre es Anávac: despues de pasados muchos años vinieron los Indios llamados Mexicanos, i este nombre lo tomaron o les pusieron por un ídolo ó principal dios que consigo truxeron, que se llamaya Mexitie, i por otro nombre se llama Texcatlicupa; i este fué el ídolo ó demonio que mas generalmente se adoró por toda esta tierra, delante el qual fueron sacrificados mui muchos hombres: estos Mexicanos se enseñorearon en esta nueva España por guerras; pero el señorío principal de esta tierra primero estuvo por los de Culhua en un pueblo llamado Culhuacan questá dos leguas de México; i despues también por guerras estuvo el señorío en un señor i pueblo que se llama Ascapulco (Azcapotzalco), una legua de México, segund que mas largamente yo le escriví al Conde de Venavente en una relacion de los ritus i antiguallas desta tierra.
    Sepa V. M. que quando el Marques del Valle entró en esta tierra, Dios nuestro Señor era mui ofendido i los hombres padescian mui cruelíssimas muertes, i el demonio nuestro adversario era mui servido con las mayores idolatrías i homecidios mas crueles que jamas fueron; porque el antecesor de Motecçuma señor de México, llamado Abicoci (Ahuizotl), ofresció á los Indios (sic) en un solo templo i en un sacrificio que duró tres o quatro dias ochenta mill i quatrocientos hombres, los quales traian á sacrificar por quatro calles en quatro ileras hasta llegar delante de los ídolos al sacrificadero: i quando los Cristianos entraron en esta nueva España, por todos los pueblos i provincias della havia muchos sacrificios de hombres muertos mas que nunca, que matavan i sacrificavan delante de los ídolos, i cada dia i cada ora ofrescian á los demonios sangre humana por todas partes i pueblos de toda esta tierra, sin otros muchos sacrificios i servicios que á los demonios siempre i públicamente hacian, no solamente en los templos de los demonios, que casi toda la tierra estava llena dellos, mas por todos los caminos i en todas las casas i toda la gente bacava al servicio de los demonios i de los ídolos; pues impedir i quitar estas i otras muchas abominaciones i pecados i ofensas que a Dios i al próximo públicamente eran hechas, i plantar nuestra santa fee cathólica, levantar por todas partes la cruz de Jesu-Cristo i la confision [255] de su santo nombre, i haver Dios plantado una tan grande conbersion de gentes donde tantas almas se han salbado i cada dia se salban, i edificar tantas Iglesias i Monesterios, que de solos Frayles menores hay mas de cinquenta Monesterios habitados de Frayles, sin los Monesterios de Guatemala é Yucatan, i toda esta tierra puesta en paz i en justicia, que si V. M. viese cómo por toda esta nueva España se celebran las Pasquas i festividades, i quán devotamente se celebran los oficios de la Semana Santa i todos los Domingos i fiestas, daria mill veces alabanzas i gracias á Dios. No tiene razon el de las Casas de decir lo que dice i escrive i emprime, i adelante, porque será menester, yo diré sus celos i sus obras hasta donde allegan i en qué paran, si acá ayudó á los Indios ó los fatigó: i á V. M. omilmente soplico por amor de Dios, que agora que el Señor ha descubierto tan cerca de aquí la tierra de la Florida, que desde el rio de Pánuco, ques desta governacion de México, hasta el rio grande de la Florida donde se paseó el capitan Soto mas de cinco años, no hay mas de ochenta leguas, que en estos nuestros tiempos i especialmente en esta tierra es como ocho leguas, i los pueblos á V. M. subjetos pasan de aquella parte del rio de Pánuco, i antes del rio de la Florida hay también muchos pueblos, de manera que aun la distancia es mucho menos: por amor de Dios V. M. se compadezca de aquellas ánimas, i se compadezca i duela de las ofensas que allí se hacen á Dios, é inpida los sacrificios é idolatrías que allí se hacen á los demonios, i mande con la mas brevedad i por el mejor medio que segund hombre i unjido de Dios i Capitan de su Santa Iglesia, dar órden de manera que aquellos Indios infieles se les pedrique el santo ebangelio, i no por la manera quel de las Casas ordenó, que no se ganó mas que de echar en costa á V. M. de dos ó tres mill pesos de aparejar i proveer un navío, en el qual fueron unos Padres Dominicos á predicar á los Indios de la Florida con la instruccion que les dió, i en saltando en tierra sin llegar á pueblo, en el puerto luego mataron la mitad dellos, i los otros bolvieron huyendo á se meter en el navío, i acá tenian qué contar cómo se havian escapado: i no tiene V. M. mucho que gastar ni mucho que embiar de allá de España, mas de mandarlo, i confio en nuestro Señor que mui en breve se siga una grande ganancia Espiritual i temporal, i acá en esta nueva España hay mucho caudal para lo que se requiere, porque hay Religiosos ya esperimentados, [256] que mandándoselo la obidencia irán i se pornan á todo riesgo para ayudar á la salvacion de aquellas ánimas: asimismo hay mucha gente Despañoles i ganados i cavallos, i todos los que acá aportaron que escaparon de la compañía de Soto, que no son pocos, desean bolver allá por la bondad de la tierra: i esta salida de gente conviene mucho, para esta tierra, porque se le dé una puerta para la mucha gente que hay ociosa, cuyo oficio es pensar y hacer mal. Y esta es la segunda cosa que yo pobre de parte de Dios a V. M. suplico.
    La tercera cosa es rogar por amor de Dios á V. M. que mande ver i mirar á los Letrados, así de vuestros Consejos como á los de las Vnibersidades, si los conquistadores encomenderos i mercaderes desta nueva España están en estado de rescibir el sacramento de la penitencia i los otros Sacramentos, sin hacer instrumento público por escritura i dar caucion juratoria, por que afirma el de las Casas que sin estas i otras diligencias no pueden ser absueltos, i á los confesores pone tantos escrúpulos, que no falta sino ponellos en el infierno, i así es menester esto se consulte con el sumo Pontífice, por que qué nos aprobecharia á algunos que hemos babtizado mas de cada trecientas mill ánimas i desposado i velado otras tantas i confesado otra grandísima multitud, si por haver confesado diez ó doce conquistadores, ellos i nos hemos de ir al infierno: dice el de las Casas que todo lo que acá tienen los Españoles, todo es mal ganado, aunque lo hayan havido por granjerías; i acá hay muchos labradores i oficiales i otros muchos que por su industria i sudor tienen de comer. Y para que mejor se entienda cómo lo dice o inprime, sepa V. M. que puede haver cinco ó seis años que por mandado de V. M. i de vuestro Consejo de Indias me fué mandado que recojiese ciertos confisionarios quel de las Casas dejava acá en esta nueva España escriptos de mano entre los Frayles menores, i los dí á Don Antonio de Mendoza vuestro Visorrey, i él los quemó por que en ellos se contenian dichos i sentencias falsas i escandalosas: agora en los postreros navíos que aportaron á esta nueva España han venido los ya dichos confisionarios impresos, que no pequeño alboroto i escándalo han puesto en toda esta tierra, porque á los conquistadores i encomenderos i á los mercaderes los llama muchas veces, tiranos robadores, violentadores, raptores, predones; dice que siempre é cada dia están tiranizando los Indios: asi mismo dice que todos los tributos de Indios son [257] i han sido mal llevados, injusta i tiránicamente; si así fuese buena estava la conciencia de V. M. pues tiene i lleva V. M. la mitad ó mas de todas las provincias i pueblos mas principales de toda esta nueva España, i los encomenderos i conquistadores no tienen mas de lo que V. M. les manda dar, i que los Indios que tuvieren sean tasados moderadamente, i que sean mui bien tratados i mirados, como por la bondad de Dios el dia de hoy lo son casi todos, i que les sea administrada dotrina i justicia, así se hace: i con todo esto el de las Casas dice lo ya dicho i mas, de manera que la principal injuria o injurias hace a V. M. i condena á los Letrados de vuestros Consejos llamándolos muchas veces injustos i tiranos: i tanbien injuria i condena á todos los Letrados que hay i ha havido en toda esta nueva España, así Eclesiásticos como siculares, i á los Presidentes y Abdiencias de V. M.; porque ciertamente el Marques del Valle, i Don Sebastian Ramirez, Obispo, i Don Antonio de Mendoza, i Don Luis de Velasco que agora govierna con los Oydores, han regido i governado i goviernan mui bien ambas repúblicas de Españoles é Indios: por cierto para con unos poquillos cánones quel de las Casas oyó, él se atreve á mucho, i mui grande parece su desórden i poca su humilldad; i piensa que todos yerran i quel solo acierta, porque tanbien dice estas palabras que se siguen á la letra: todos los conquistadores han sido robadores, raptores i los mas calificados en mal i crueldad que nunca jamas fueron, como es á todo el mundo ya manifiesto: todos los conquistadores dice, sin sacar ninguno; ya V. M. sabe las instrucciones i mandamientos que lleban i han llevado los que van á nuevas conquistas, i cómo las trabajan de guardar, i son de tan buena vida i conciencia como el de las Casas, i de mas reto i santo celo. Yo me maravillo cómo V. M. i los de vuestros Consejos han podido sufrir tanto tiempo á un hombre tan pesado, inquieto é importuno, i bullicioso i pleitista en ábito de religion, tan desasosegado, tan mal criado i tan injuriador i perjudicial, i tan sin reposo: yo ha que conozco al de las Casas quince años, primero que á esta tierra viniese, i él iva á la tierra del Perú, i no pudiendo allá pasar estuvo en Nicaragua i no sosegó allí mucho tiempo; i de allí vino á Guatemalla, i menos paró allí, i despues estuvo en la nascion de Guaxaca, i tan poco reposo tuvo allí como en las otras partes; i despues que aportó á México estuvo en el Monesterio de Santo Domingo, i en él luego se [258] hartó, i tornó á vaguear i andar en sus bullicios i desasosiegos, i siempre escriviendo procesos i vidas agenas, buscando los males i delitos que por toda esta tierra habian cometido los Españoles, para agraviar i encarecerlos males i pecados que han acontecido: i en esto parece que tomava el oficio de nuestro adversario, aunquel pensava ser mas celoso y mas justo que los otros Cristianos i mas que los Religiosos, i él acá apenas tuvo cosa de religion: una vez estava él hablando con unos Frayles i decíales, que era poco lo que hacia que no havia resistido ni derramado su sangre; como quiera que el menor dellos era mas siervo de Dios, i le servian mas, i velaban mas las ánimas i la religion i virtudes que no él, con muchos quilates, por que todos sus negocios han sido con algunos desasosegados para que le digan cosas que escriva conformes á su apasionado espíritu contra los Españoles, mostrándose que ama mucho á los Indios i quel solo los quiere defender i favorescer mas que nadie; en lo qual acá mui poco tiempo se ocupó si no fué cargándolos i fatigándolos: vino el de las Casas siendo Frayle simple i aportó á la Cibdad de Tlascala é traia tras de sí cargados 27 ó 37 Indios que acá llaman Tamemes, i en aquel tiempo estavan ciertos Obispos i Perlados exsaminando una bula del Papa Paulo que habla de los matrimonios i baptismo, i en este tiempo pusiéronnos silencio que no baptizásemos á los Indios adultos, i havia venido un Indio de tres ó quatro jornadas a se baptizar, i había demandado el babtizmo muchas veces, i estava bien aparejado, catetizado i enseñado: entonces yo con otros Frayles rogamos mucho al de las Casas que babtizase aquel Indio por que venia de lexos, i despues de muchos ruegos demandó muchas condiciones de aparejos para el babtizmo, como si él solo supiera mas que todos, i ciertamente aquel Indio estava bien aparejado: i ya que dixo que lo babtizaria, vistióse una sobrepelliz con su estola; i fuimos con él tres ó quatro Religiosos á la puerta de la Iglesia do el Indio estava de rodillas, i no sé qué achaque se tomó que no quiso bautizar al Indio, i dejónos i fuése: yo entonces dixe al de las Casas: cómo, Padre, todos vuestros celos i amor que decís que teneis á los Indios se acaba en traerlos cargados, i andar escriviendo vidas de Españoles i fatigando los Indios, que solo vuestra caridad traeis cargados mas Indios, que solo vuestra caridad traeis cargados mas Indios que treinta Frayles; i pues un Indio no bautizais ni dotrinais, bien seria que pagásedes á quantos traeis cargados i fatigados: entonces [259] como está dicho traia 27 ó 37 cargados, que no me recuerdo bien el número, i todo lo mas que traia en aquellos Indios eran procesos i escripturas contra Españoles, i bujerías de nada, i cuando fué allá á España, que bolvió Obispo, llebava ciento i veinte Indios cargados sin pagarles nada, i agora procura allá con V. M. i con los del Consejo de Indias, que acá ningun Español pueda traer Indios cargados pagándolos mui bien, como agora por todas partes se pagan, i los que agora demandan no son sino tres ó quatro para llevar la cama i comida, porque por los caminos no se halla: despues desto acá siempre anduvo desasosegado, procurando negocios de personas principales, i lo que allá negoció fué venir Obispo de Chiapa, i como no cumplió lo que acá prometió negociar, el Padre Fray Domingo de Betanzos, que lo tenia bien conoscido, le escrivió una carta bien larga, i fué mui pública, en la cual le declaraba su vida i sus desasosiegos i bullicios, i los perjuicios i daños que con sus informaciones i celos indiscretos havia cabsado por do quiera que andava; especialmente cómo en la tierra del Perú havia sido cabsa de muchos escándalos i muertes, i agora no cesa allá do está de hacer lo mismo, mostrándose que lo hace con celo que tiene á los Indios; i por una carta que de acá alguno le escrive, i no todas veces verdadera, muéstrala á V. M. ó á los de su Consejo, i por una cosa particular que le escriven procura una cédula general, i así turba i destruye acá la governacion i la república, i en esto paran sus celos: quando vino Obispo i llegó á Chiapa, cabeza de su Obispado, los de aquella cibdad le rescibieron, por envialle V. M., con mucho amor i con toda humilldad, i con palio le metieron en su Iglesia, i le prestaron dineros para pagar debdas que de España traia, i dende á mui pocos dias descomúlgalos i póneles 15 ó 16 leyes, i las condiciones del confisonario, i déjalos i vase adelante; á esto le escrivia el de Betanzos, que las ovejas havia vuelto cabrones, i de buen carretero hechó el carro delante i los vueyes detrás: entonces fué al reyno que llaman de la Verapaz, del qual allá ha dicho ques grandísima cosa i de gente infinita; esta tierra es cerca de Guatemalla, é yo he andado visitando i enseñando por allí, i llegué mui cerca, porquestava dos jornadas della, i no es de diez partes la una de la que allá han dicho i sinificado. Monesterio hay acá en lo de México que dotrina i besita diez tanta gente que la que hay en el reyno de la Verapaz, i desto es [260] buen testigo el Obispo de Guatemalla: yo ví la gente ques de pocos quilates i menos que otra: despues el de las Casas tornó á sus desasosiegos, i vino á México, i pidió licencia al Visorrey para bolver allá á España, i aunque no se la dió no dejó de ir allá sin ella, dejando acá mui desamparadas i mui sin remedio las ovejas i ánimas á él encomendadas, así Españoles como Indios; fuera razon, si con él bastase razon, de hacerle luego dar la vuelta para que siquiera perseverara con sus ovejas dos ó tres años; pues como mas santo i mas sabio es este que todos quantos Obispos hay i han havido, i así los Españoles dice que son incorrejibles, trabajara con los Indios i no lo dejara todo perdido i desamparado: havrá quatro años que pasaron por Chiapa i su tierra dos Religiosos, i vieron cómo por mandado del de las Casas, aun en el artículo de la muerte no absolvian á los Españoles que pedian la confision, ni havia quien bautizase los niños hijos de los Indios que por los pueblos buscavan el bautizmo, i estos Frayles que digo bautizaron mui muchos. Dice en aquel su confisionario que los encomenderos son obligados á enseñar á los Indios que le son encargados, i así es la verdad; mas decir adelante que nunca ni por entresueño lo han hecho, en esto no tiene razon, porque muchos Españoles por sí i por sus criados los han enseñado segun su posibilidad, i otros muchos á do no alcanzan Frayles han puesto Clérigos en sus pueblos, i casi todos los encomenderos han procurado Frayles, ansí para los llebar á sus pueblos como para que los vayan á enseñar i á les administrar los santos sacramentos: tiempo hovo que algunos Españoles ni quisieran ver Clérigo ni Frayle por sus pueblos, mas dias ha que muchos Españoles procuraran Frayles, i sus Indios han hecho Monesterios, i los tienen en sus pueblos, i los encomenderos proveen á los Frayles de mantenimiento, i vestuario, i ornamentos, i no es maravilla quel de las Casas no lo sepa, por quel no procuró de saber sino lo malo i no lo bueno, ni tuvo sosiego en esta nueva España, ni deprendió lengua de Indios, ni se humilló ni aplicó á les enseñar: su oficio fué escrivir procesos i pecados que por todas partes han hecho los Españoles, i esto es lo que mucho encarece, i ciertamente solo este oficio no lo llebará al cielo, i lo que así escrive no es todo cierto ni mui averiguado; i se mira i notan bien los pecados i delitos atroces que en sola la cibdad de Sevilla han acontecido, i los que la justicia ha castigado de treinta años á esta parte, [261] se hallarían más delitos i maldades i mas feas que quantas han acontecido en toda esta nueva España despues que se conquistó, que son treinta i tres años: una de las cosas ques de haver compasion en toda esta tierra es de la cibdad de Chiapa i su subgeto, que despues quel de las Casas allí entró por Obispo quedó destruida en lo temporal i en lo espiritual, que todo lo enconó, i plega á Dios no se diga dél que dejó las ánimas en las manos de los lobos i huyó; quia mercenarius est et non pastor, et non pertinet ad eum de ovibus. Cuando algun Obispo renuncia el Obispado, para dejar una Iglesia que por esposa recibió, tan grande obligacion i mayor es el vínculo que á ella tiene que otra profesion de mas baxo estado, i así se da con gran solenidad; i para dejar i desampararla, grandísima cabsa ha de haver, i donde no la hay, la tal renunciacion mas se llama apostasía, i apostatar del alto i mui perfecto estado Obispal, que no otra cosa; i si fuera por cabsa de mui grandes enfermedades, o para meterse en un Monesterio mui estrecho para nunca ver hombre ni negocios mundanos, aun entonces rio sabemos si delante de Dios está mui seguro el tal Obispo; mas para hacerse procurador en Córte, i para procurar como agora procura que los Indios le demanden por Proptetor; quando la carta en que aquesto demandava se vió en una Congregacion de Frayles menores, todos se rieron della, i no tuvieron qué responder ni qué hablar en tal desvarío, i no mostrará él allá carta de capítulo o congregacion de Frayles menores, i también procura que de acá le enbien dineros i negocios. Estas cosas ¿á quien parecerán bien? Yo creo que V. M. las aborrecerá, porques clara tentacion de nuestro adversario para desasosiego suyo i de los otros. V. M. le devia mandar encerrar en un Monesterio porque no sea cabsa de mayores males, que si no yo tengo temor que ha de ir á Roma i será cabsa de turbacion en la corte Romana: á los Estancieros, Calpixques i Mineros, llámalos verdugos, desalmados, inhumanos i crueles, i dado caso que algunos haya havido codiciosos i mal mirados, ciertamente hay otros muchos buenos Cristianos i piadosos é limosneros, i muchos dellos casados viven bien: no se dirá del de las Casas lo de San Lorenzo, que como diese la mitad de su sepultura al cuerpo de San Estevan, llamáronle el Español cortes. Dice en aquel confisionario, que ningun Español en esta tierra ha tenido buena fee cerca de las guerras, ni los Mercaderes [262] en llebarles á vender mercaderías, i en esto juzga los corazones: asimismo dice que ninguno tuvo buena fee en el comprar i vender esclavos, i no tubo razon, pues muchos años se vendieron por las plazas con el yerro de V. M., i algunos años estuvieron muchos Cristianos bona fide i en inorancia invencible: más dice, que siempre é oy dia están tiranizando los Indios. Tanbien esto va contra V. M., i si bien me acuerdo los años pasados, despues que V. M. embio á Don Antonio de Mendoza, se ayuntaron los Señores i principales de esta tierra i de su voluntad solenemente dieron de nuevo la obidiencia á V. M. por verse en nuestra Santa fee libres de guerras i de sacrificios, i en paz i en justicia: también dice que todo quanto los Españoles tienen, cosa ninguna hay que no fuese robada, i en esto injuria á V. M. i á todos los que acá pasaron, así á los que truxeron haciendas como á otros muchos que las han comprado i adquirido justamente, i el de las Casas los desonrra por escripto i por carta impresa: pues cómo así se ha de infamar por un atrevido una nacion Española con su príncipe, que mañana lo leerán los Indios i las otras naciones? Dice mas, que por estos muchos tiempos i años nunca havrá justa conquista ni guerra contra Indios; de las cosas questán por venir contengibles, de Dios es la providencia i él es el sabidor dellas, y aquel á quien su Divina Majestad las quisiere revelar, i el de las Casas en lo que dice quiere ser adevino ó profeta, i será no verdadero profeta, porque dice el Señor será predicado este Evangelio en todo el uniberso, antes de la consumacion del mundo: pues á V. M. conviene de oficio darse priesa que se predique el Santo Evangelio por todas estas tierras, i los que no quisieren oir de grado el Santo Evangelio de Jesu-Cristo, sea por fuerza; que aquí tiene lugar aquel proberbio, mas vale bueno por fuerza que malo por grado: i segund la palabra del Señor, por el tesoro hallado en el campo se deven dar i vender todas las cosas, i comprar luego aquel campo, i pues sin dar mucho prescio puede V. M. haver i comprar este tesoro de preciosas margaritas, que costaron el mui rico prescio de la Sangre de Jesu-Cristo, porque si esto V. M. no procura, ¿quién hay en la tierra que pueda i deva ganar el precioso tesoro de ánimas que hay derramadas por estos campos i tierras? ¿Cómo se determina el de las Casas á decir que todos los tributos son i han sido mal llevados, i vemos que preguntando al Señor si se daria el tributo á César [263] ó no, respondió que sí, i él dice que son mal llevados? Si miramos cómo vino el señorío é imperio Romano, hallamos que primero los Bavilónicos en tiempo de Nabuc-donosor Magno tomaron por guerra el señorío á los Asirios, que segun San Gerónimo duró aquel reyno mas de mill é trecientos años, i este reyno de Nabuc-donosor fué la cabecera de oro de la estatua quel mismo vió, segun la interpretacion de Daniel cap. 2.º; i Nabuc-donosor fué el primero Monarca i cabeza de imperio. Despues los Persas i Medos destruyeron á los Babilónicos en tiempo de Ciro i Darío, y este señorío fueron los pechos i brazos de la misma estatua: fueron dos brazos, conviene á saber, Ciro i Darío, i Persas i Medos; despues los Griegos destruyeron á los Persas en tiempo de Alexandre Magno, i este señorío fué el vientre i muslos de metal, i fué de tanto sonido este metal que se oyó por todo el mundo, salvo en esta tierra, i salió la fama i temor del grande Alexandre questa escripto: siluit terra in conspectu eius; i como conquistase á Asia, los de Europa i África le enbiaron Embajadores, i le fueron á esperar con dones á Bavilonia, i allí le dieron la ovidiencia: despues los Romanos subgetaron á los Griegos, i estos fueron las piernas i piés de yerro, que todos los metales consume i gasta: despues la piedra cortada del monte sin marzos, cortó i disminuyó la estatua é idolatría, i este fué el reyno de Xpo. Durante el señorío de los Emperadores Romanos, dijo el Señor que se diese el trivuto á César; yo no me meto en determinar si fueron estas guerras mas ó menos lícitas que aquellas, ó quál es mas lícito trivuto, este ó aquel; esto determínenlo los Consejos de V. M. Mas es de notar lo que el Profeta Daniel dice en el mismo capítulo, que Dios muda los tiempos i edades, i pasa los reynos de un señorío en otro, i esto por los pecados, segun paresce en el reyno de los Cananeos que los pasó Dios en los hijos de Isrrael, con grandísimos castigos, i el reyno de Judea, por el pecado i muerte del Hijo de Dios, lo pasó á los Romanos, i los imperios aquí dichos: lo que yo á V. M. suplico, es el quinto reyno de Jesu-Cristo significado en la piedra cortada del monte sin manos, que ha de henchir i ocupar toda la tierra, del cual reino V. M. es el caudillo i Capitan, que mande V. M. poner toda la diligencia que sea posible para queste reyno se cumpla i ensanche, i se predique á estos infieles, ó á los mas cercanos, especialmente á los de la Florida, questán aquí á la puerta: quisiera yo [264] ver al de las Casas quince ó veinte años perseverar en confesar cada dia diez o doce Indios enfermos llagados, i otros tantos sanos viejos que nunca se confesaron, i entender en otras cosas muchas espirituales tocantes á los Indios; i lo bueno es que allá á V. M. i á los demas sus Consejos para mostrarse mui celoso dice: Fulano no es amigo de Indios, es amigo de Españoles, no le deis crédito: plega á Dios que acierte él á ser amigo de Dios i de su propia ánima; lo que allá cela es de daños que hacen á los Indios, o de tierras que los Españoles demandan acá en esta nueva España, ó de estancias questán en perjuicio i de daños á los Indios: ya no es el tiempo que solia por quel que hace daño de dos pesos paga cuatro, i el que hace daño de cinco paga ocho; quanto al dar de las tierra podria V. M. dar de las sobradas baldíos i tierras heriales para los Españoles avecindados que se quieren aplicar á labrar la tierra, i otros acá nascidos que algo han de tener, i esto de que está sin perjuicio: i como de diez años á esta parte entre los Indios ha habido mucha mortandad i pestilencias grandes, falta mui mucha gente, que donde menos gente falta de tres partes faltan las dos, i en otros lugares de cinco partes faltan las quatro, i en otros de ocho partes faltan las siete, i á esta cabsa sobran por todas partes muchas tierras, demas de los baldíos i tierras de guerra que no sembravan; i haviendo de dar, si V. M. mandare, de los baldíos i tierras de guerra, questos eran unos campos que dejaban entre Provincia é Provincia, i entre Señor i Señor, adonde salian á darse guerra, que antes que entrase la fee eran mui continuas, porque casi todos los que sacrificaban á los ídolos eran los que prendian en las guerras, i por eso en mas tenian prender uno que matar cinco; estas tierras que digo no las labravan; en estas hay lugar, si los Indios no tuviesen ya algunas ocupadas i cultivadas, paresciendo ser lícito, i podríalas V. M. dar con menos perjuicio i sin perjuicio alguno. Quanto á las estancias de los ganados, ya casi por todas partes se han sacado los ganados que hacian daño, especialmente los ganados mayores, no por falta de grandes campos, mas porque los traian sin guarda, i como no los recogen de noche á que duerman en corrales, corrian mucha tierra i hacian daño, i para el agostadero les han puesto i señalado tiempo en que han de entrar i salir, con sus penas, que acá por la vondad de Dios hay quien lo remedie, ques la justicia, i quien [265] lo cele tan bien como el de las Casas: para ganados menores hay muchas tierras i campos por todas partes, i aun mui cerca de la gran Cibdad de Tenuxtitlan México hay muchas estancias sin perjuicio; i en el Valle de Toluca, que comienza á seis ó siete leguas de México, hay muchas estancias de ganado mayor i menor; así mismo cerca de la Cibdad de los Ángeles, i en la Cibdad de Taxcala, i en los pueblos de Tepeyaca é Itemachalco; i en todos estos pueblos i en sus términos hay mui grandes campos i dehesas donde se pueden apacentar mui muchos ganados sin perjuicio, especialmente ganados menores, que en nuestra España los traen muchas veces cerca de los panes, i el que hace daño págalo: acá hay muchos valdíos i mui grandes campos donde podrian por todas partes andar muchos mas ganados de los que hay, y quien otra cosa dice, es ó porque no lo sabe ó por que no lo ha visto; sola la provincia de Taxcala tiene de ancho diez leguas, i á partes once, i de largo quince, i á partes diez i seis leguas, i boja mas de quarenta, i poco menos tiene la de Tecamachalco, i otros muchos pueblos tienen muchos valdíos, porque de cinco partes de término, no ocupan los Indios la una. I pues los ganados son tan provechosos i nescesarios, i usan dellos anvas repúblicas de Españoles i Indios, así de Bueyes i bacas i de caballos, como de todos los otros ganados, por qué no les darán lo que sobra i que se apacienten sin perjuicio, pues es bien para todos, i pues que ya muchos Indios usan de cavallos, no seria malo que V. M. mandase que no se diese licencia para tener cavallos sino á los principales señores, porque si se hacen los Indios á los cavallos, muchos se van haciendo jinetes y querránse igualar por tiempo á los Españoles, i esta ventaja de los cavallos i tiros de artillería es mui necesaria en esta tierra, porque da fuerza i ventaja á pocos contra muchos; i sepa V. M. que toda esta nueva España está desierta i desamparada sin fuerza ni fortaleza alguna, i nuestro adversario enemigo de todo bien, que siempre desea i procura discordias i guerras, i de entre los piés levanta peligros, i aunque no fuese mas de por que estamos en tierra agena i los negros son tantos que algunas veces han estado concertados de se levantar i matar á los Españoles, i para esto la cibdad de los Ángeles está en mejor medio i comedio que ningun otro pueblo de la nueva España para se hacer en ella una fortaleza, i podríase hacer á menos costa por los muchos i buenos [266] materiales que tiene, i seria seguridad para toda la tierra: á los pueblos que V. M. mas obligacion tiene en toda esta Nueva España son Tezcuco i Tlacuba i México; la razon es que cada Señorio destos era un reyno i cada Señor destos tenia diez provincias i muchos pueblos á sí subjetos, i demas desto entre estos Señoríos se repartian trivutos de ciento i sesenta provincias i pueblos, i cada Señor destos era un no pequeño Rey, i estos Señores luego que los cristianos llegaron i les fué requerido rescibiesen la fee, dieron la ovidiencia á V. M., i Tezcuco i Tlacuba ayudaron á los Españoles en la conquista de México; los otros Señores de la tierra tienen i poseen sus señoríos i tributan á V. M., porques su Rey i Señor i por que les administra V. M. dotrina y sacramentos i justicia, i les tiene en paz, que mas les da V. M. que dellos recive, aunquel de las Casas no lo quiere considerar. Los Señores de Tezcuco i Tlacuba i México, aun de las estancias subjetas á sus cabeceras les quitaron y repartieron algunas, i estos se contentarán con que V. M. mande dar un pueblo pequeño ó mediano que sirva al Señor de Tezcuco, i otro á su pueblo ó república, i otro tanto al Señor i pueblo de Tlacuba, i esto quanto á las cosas temporales, i cuanto a las espirituales, estas ánimas reclaman por ministros; i porque de España han salido i salen cada dia muchos Religiosos para estas tierras, si V. M. mandase, en Flandes y en Italia hai muchos Frayles siervos de Dios mui dotos i muy deseosos de pasar á estas partes i de emplear en la conbersion de infieles, i destas nasciones que digo han estado en esta tierra é hoy dia hay algunos siervos de Dios que han dado mui buen exemplo i han mucho trabajado con estos naturales; demas desto la Iglesia mayor de México, ques la Metropolitana, está mui pobre, vieja, arremendada, que solamente se hizo de prestado veinte é nueve años ha; razon es que V. M. mande que se comience á edificar i la favorezca, pues de todas las Iglesias de la Nueva España es cabecera, madre y Señora, i así esta Iglesia como las otras Cathedrales las mande V. M. dar sendos pueblos como antes tenian, que no había repartimientos tan bien empleados en toda la nueva España, i destos pueblos tienen mucha nescesidad, para reparar, trastejar, varrer y adornar las Iglesias i las casas de los Obispos, que todos están pobres i adebdados; pues acá han tenido i tienen repartimientos zapateros i herreros, mucha mas nescesidad tienen las Iglesias, [267] pues no tienen rentas, i lo que tienen es mui poco: todo esto digo con deseo de servir i informar á V. M. de lo que desta tierra siento i he visto por espacio de treinta años que ha que pasamos acá por mandado de V. M., cuando truximos los breves y bullas de Leon i Adriano que V. M. procuró, i havian de pasar acá i traer las dichas bulas el Cardenal de Santa Cruz Fr. Francisco de Quiñones i el padre Fray Juan Clapion, que Dios tiene, i de doce que al principio de la conversion de esta gente venimos, ya no hay mas de dos vivos; i reciva V. M. esta carta con la intincion que la escrivo i no valga mas de quanto fuere conforme á razon, justicia i verdad; i quedo como mínimo capellan rogando á Dios su santa gracia siempre more en la vendita ánima de V. M. para que siempre haga á su santa voluntad. Amen.
    Despues de lo arriba dicho ví i leí un tratado quel de las Casas compuso sobre la materia de los esclavos hechos en esta nueva España i en las Islas, i otro sobre el parecer que dió sobre que si habria repartimiento de Indios: el primero dice haver compuesto por Comision del Consejo de las Indias, i el segundo por mandado de V. M., que no hay hombre humano de qualquier nascion, ley ó condicion que sea que los lea, que no cobre aborrecimiento i odio mortal i tenga á todos los moradores desta nueva España por la mas cruel i mas abominable i mas infiel i detestable gente de quantas nasciones hay debajo del cielo, i en esto paran las escripturas que se escriven sin caridad i que proceden de ánimo ageno de toda piedad i humanidad: yo ya no sé los tiempos que allá corren en la vieja España porque ha mas de treinta años que della salí, mas muchas veces é oido á Religiosos siervos de Dios i á Españoles buenos cristianos temerosos de Dios que bienen de España, que hallan acá mas cristiandad, mas fee, mas frecuentacion de los Santos Sacramentos i mas caridad i limosna á todo género de pobres, que no en la vieja España: i Dios perdone al de las Casas que tan gravísimamente deshonra i disfama, i tan terriblemente injuria i afrenta una i muchas Comunidades, i una nacion Española, i á su Príncipe i Consejos con todos los que en nombre de V. M. administran justicia en estos Reynos, i si el de las Casas quiere confesar verdad, á él quiero por testigo quántas y quán largas limosnas alló acá i con quánta humilldad soportaron su recia condicion, i cómo muchas personas de calidad [268] confiaron dél muchos é importantes negocios, i ofreciéndose guardar fidelidad diéronle mucho interese, i apenas en cosa alguna guardó lo que prometió, de lo cual entre otros muchos se quejaba el siervo de Dios Fray Domingo de Betanços en la carta ya dicha: bastar debiera al de las Casas haber dado su voto y decir lo que sentia cerca del encomendar los Indios á los Españoles, i que le quedara por escripto, i que no lo imprimiera con tantas injurias, deshonrras i vituperios: sabido está qué pecado comete el que deshonrra i disfama á uno, i mas el que disfama á muchos, i mucho mas el que disfama a una republica i nascion; si el de las Casas llamase á los Españoles y moradores desta nueva España de tiranos, i ladrones, i robadores, i omecidas, i crueles salteadores, é cien veces pasaria; pero llamárselo cien veces ciento, más de la poca caridad i menos piedad que en sus palabras i escripturas tiene, i demas de las injurias i agravios i afrentas que á todos hace, por hablar en aquella escriptura con V. M., fuera mucha razon que se templara i hablara con alguna color de humildad; i qué pueden aprovechar i edificar las palabras dichas sin piedad i sin humanidad; por cierto poco; yo no sé por qué razon por lo que uno hizo quiera el de las Casas condenar á ciento, i lo que cometieron diez, por qué lo quiere atribuir á mill, i disfama á cuantos acá han estado i están. ¿Dónde se halló condenar á muchos buenos por algunos pocos malos? Si el Señor hallara diez buenos en tiempo de Abraham i de Lot, perdonara á mui muchos; como por que en Sevilla i en Córdoba se hallan algunos ladrones i homeciados i erejes, los de aquellas Cibdades son todos ladrones, i tiranos i malos; pues no ha tenido México Tenochtitlan menos ovidencia i lealtad á su Rey con las otras Cibdades i villas de la nueva España, i es mucho mas de agradecer quanto mas lexos está de su Rey; si las cosas quel de las Casas ó Casaus escrive fueran verdaderas, por cierto V. M. había de tener mucha queja de quantos acá ha inviado, i ellos serian dinos de gran pena, así los Obispos como Perlados mayores i mas obligados á se oponer á morir por sus ovejas, i clamar á Dios i á V. M. por remedio para conservar su grey, i así vemos que los Obispos desta nueva España, los buenos perseveran en los trabajos de sus cargos i oficios que apenas reposan de dia ni de noche, i también ternia V. M. queja de los Oydores i de los Presidentes que ha proveido en las Abdiencias por todas partes con largos [269] salarios, i en sola esta nueva España está Abdiencia en México, i en la nueva Galicia, i en Guatemalla; pues todos estos duermen i echan sobre sus conciencias tantos pecados agenos como el de las Casas dice: no está V. M. tan descuidado ni tan dormido como lo significa el de las Casas, ni deja V. M. de punir ni castigar á los que no le guarden fidelidad; cosa es de notar la punicion que V. M. mandó hacer i castigo que dió á una Abdiencia que apenas habia comenzado á hacer su oficio quando los Oidores fueron allá presos, i el Presidente i Gobernador de la nueva España estuvo acá mas de un año preso en la cárcel pública, i allá fué á se acavar de pagar de sus culpas; i tambien ha V. M. de estar indiñado contra los Cavildos desta nueva España, así de las Iglesias como de las Cibdades, pues todos son proveidos por V. M. para descargo i regimiento de vuestros vasallos i repúblicas, si no hiciesen lo que deben, i la misma queja debria V. M. tener de los Religiosos de todas las órdenes que acá V. M. inbia, no con poca costa ni travajo de los sacar de las provincias Despaña, i acá les manda hacer los Monesterios, i que les den cálices y campana, i algunos han recibido preciosos ornamentos; con razon podria V. M. decir, pues cómo todos son canes mudos,que sin ladrar ni dar voces consientan que la tierra se destruya; no por cierto, mas antes casi todos cada uno en su oficio hacen lo que deben: quando yo supe lo que escribia el de las Casas tenia quexa de los del Consejo por que consentian que tal cosa se imprimiese: despues bien mirado vi que la impresion era hecha en Sevilla al tiempo que los navíos se querian partir, como cosa de hurto i mal hecho, i creo ha sido cosa permitida por Dios, i para que se sepan i respondan á las cosas del de las Casas, aunque será con otra templanza i caridad, i mas de lo que sus escripturas merecen, porquel se convierta á Dios i satisfaga á tantos como ha dañado i falsamente infamado, i para que en esta vida pueda hacer penitencia, i tambien para que V. M. sea informado de la verdad i conozca el servicio quel capitan D. Hernando Cortés y sus compañeros le han fecho, i la mui leal fidelidad que siempre esta nueva España ha tenido á V. M., por cierto dina de remuneracion; i sepa V. M. por cierto, que los Indios desta nueva España están bien tratados, i tienen menos pecho i tributo que los Labradores de la vieja España, cada uno en su manera; digo casi todos los Indios, porque algunos pocos pueblos [270] hay que su tasacion se hizo antes de la gran pestilencia, que no están modeficados sus tributos; estas tasaciones ha de mandar V. M. que se tornen á hacer de nuevo, i el dia de oy los Indios saben y entienden mui bien su tasacion, i no darán un tomin de mas en ninguna manera, ni el encomendero les osará pedir un cacao mas de lo que tienen en su tasacion, ni tampoco el confesor los absolverá si no lo restituyese, i la justicia le castigaria cuando lo supiese, i no hay aquel descuido ni tiranías que el de las Casas tantas veces dice, porque, gloria sea á Dios, acá á havido en lo espiritual mucho cuidado i celo en los predicadores, i vigilancia en los confesores, i en los que administran justicia obidiencia para executar lo que V. M. manda cerca del buen tratamiento i defension destos naturales; i en realidad de verdad pasa así esto que digo: de diez años á esta parte falta mucha gente destos naturales, i esto no lo han cabsado malos tratamientos, por que ha muchos años que los Indios son bien tratados, mirados y defendidos, mas hálo cabsado mui grandes enfermedades i pestilencias que en esta nueva España ha havido, i cada dia se van mucho apocando estos naturales; qual sea la cabsa Dios es el sabidor por que sus juicios son muchos, y á nosotros escondidos: si la cabsan los grandes pecados é idolatrías que en esta tierra havia, no lo sé; empero veo que la tierra de promision que poseían aquellas siete generaciones idólatras, por mandado de Dios fueron destruidas por Josué, i despues se pobló de hijos de Isrrael, en tanta manera, que quando David contó el pueblo lo halló en los diez tribus de solos varones fuertes de guerra ochocientos mill; i del tribu de Judá i Venjamin quinientos mill, y despues en el tiempo del Rey Asá de los dos tribus en la batalla que dió Zara al Rey de los Etiopes se hallaron quinientos y ochenta mill hombres de guerra, i fué tan pobladísima aquella tierra quen sola la Cibdad de Jerusalem se lee que habia mas de ciento i cincuenta mill vecinos, i agora en todos aquellos reinos no hay tantos vecinos como solia haber en Jerusalem, ni como la mitad: la cabsa de aquella destruicion i la de esta tierra é islas, Dios la sabe, que quantos mas medios i remedios V. M. i los Reyes Católicos de santa memoria humanamente han sido posible proveer, los han proveido, i no basta, ni ha bastado consejo ni poderío humano para lo remediar; gran cosa es que se hayan salvado muchas ánimas i cada dia se salvan, i se han impedido i estorvado muchos males é [271] idolatrías, i omecidios, i grandes ofensas de Dios: lo que al presente mucho conviene es, que V. M. mande dar asiento á esta tierra, que así como agora está padece mucho detrimento, i para esto asaz informaciones tiene V. M. i mui bien entendido lo que mas conviene, i en los Consejos de V. M. hay muchas informaciones para con brevedad poner el asiento que Dios i V. M. sean servidos; i esto conviene mucho á ambas repúblicas de Españoles i de los Indios, por que así como en España para la conservacion de paz i justicia hay guarniciones, i en Italia un exército, i en las fronteras siempre hay gente de armas, no menos conbiene en esta tierra. Decia D. Antonio de Mendoza, Visorrey desta tierra: si á esta tierra no se le da asiento no puede mucho durar; durará diez ó doce años, i con mucho detrimento, i si mucha priesa se le diere, no durará tanto.
    Toda esta tierra está carísima i falta de bastimentos, lo cual solia mui mucho avundar i muy varato todo, i ya que la gente estaba pobre tenian que comer: agora los Españoles pobres i debdados, mucha gente ociosa i deseosa que hoviese en los naturales la menor ocasion del mundo para los robar, por que dicen que los Indios están ricos i los Españoles pobres i muriendo de hambre; los Españoles que algo tienen procuran de hacer su pella y bolverse á Castilla; los navíos que de acá parten van cargados de oro é plata, así de V. M. como de Mercaderes i hombres ricos, i quedan los pobres en necesidad: ya V. M. podrá ver en qué puede parar una tierra que tiene su rey é gobernacion dos mill leguas de sí; é ya el asiento desta tierra mas conviene á los Indios que á los Españoles; dexo de decir las razones por no ser mas prolixo, i para dar asiento á esta tierra sé que V. M. tiene buena voluntad i ciencia i espiriencia para el cómo, i no faltan oraciones para que Dios dé su gracia; tengo confianza que se á de acertar i que ha de ser Dios servido con lo que V. M. determinare, i esta tierra remediada.
    En el tratado que imprimió el de las Casas ó Casaus, entre otras cosas principalmente yerra en tres, esto es, en el hacer de los esclavos, en el número i en el tratamiento; quanto al hacer de los esclavos en esta nueva España, pone allí trece maneras de hacellos, que una ninguna es así como él escrive; bien parece que supo poco de los ritos i costumbres de los Indios desta nueva España: en aquel libro que dió, en la 4.ª parte, en el capítulo 22 i 23, se hallarán once [272] maneras de hacer esclavos, i aquellas son las que dimos al Obispo de México: tres ó quatro Frayles emos escrito de las antiguallas i costumbres questos naturales tuvieron, é yo tengo lo que los otros escrivieron, i por que á mi me costó mas trabajo i mas tiempo no es maravilla que lo tenga mejor recopilado i entendido que otro: así mismo dice de Indios esclavos que se hacian en las guerras, i gasta no poco papel en ello, i en esto tanbien paresce que sabe poco de lo que pasava en las guerras destos naturales, por que ningun esclavo se hacian en ellas, ni rescataban ninguno de los que en las guerras prendian, mas todos los guardavan para sacrificar, porquesta era la gente que generalmente se sacrificava por toda esta tierra; mui poquitos eran los otros que sacrificavan, sino los tomados en guerra, por lo qual las guerras eran mui continuas, por que para cumplir con sus crueles Dioses, i para solenizar sus fiestas, i honrrar sus templos andaban por muchas partes haciendo guerra i salteando hombres para sacrificar á los demonios i ofrecerles corazones i sangre humana; por la cual cabsa padecian muchos inocentes; i no paresce ser pequeña cabsa de hacer guerra á los que ansí oprimen i matan los inocentes, i estos con gemidos i clamores demandaban á Dios i á los hombres ser socorridos, pues padescian muerte tan injustamente, i esto es una de las cabsas, como V. M. sabe, por la qual se puede hacer guerra; i tenian esta costumbre, que si algun señor ó principal de los presos en guerra se soltava, los mismos de su pueblo lo sacrificavan, i si era hombre baxo que se llamaba Macebal, su Señor le daba mantas; i esto i lo demas que pasava en las guerras paresce en el mismo libro, en la quarta parte capítulo 14, 15, 16.
    Quanto al número de los esclavos, en una parte pone que se havrán fecho tres cuentos desclavos i en otra dice quatro cuentos; las provincias i parte quel de las Casas dice haberse hecho los dichos esclavos son estas: México, Quaçacualco, Pánuco, Xalisco, Chiapa, Quautimala, Honduras, Yucatan, Nicaragua, la costa de San Miguel, Venezuela; no fuera malo que tanbien dixera siquiera por humildad de la costa de Parique i Cubaua, ya que fué allá i cómo le fue allá; casi todas las partes que pone son en esta nueva España; yo tenia sumadas las provincias i partes que dice haberse hecho esclavos, i antes mas que menos, que por no ser prolijo dejo de particularizar, i por todos no allegan á doscientos mill: i comunicado este [273] número con otros que tienen espiriencia i son mas antiguos en la tierra, me certifican que no son ciento i cinquenta mill, ni pasan de cien mill; yo digo que fuesen doscientos mill; quanto al número de tres qüentos escede i pone de mas dos qüentos i ochocientos mill, i quanto al número de quatro qüentos, pone de mas tres qüentos i ochocientos mill: i así son muchos de sus encarecimientos, en los quales á V. M. pone en grande escrúpulo i agravia malamente i deshonra á sus próximos por carta impresa; i este número desclavos cosa es que se puede saber por los libros de V. M., por los quintos que ha rescivido; i quanto, al tratamiento, yo de la nueva España hablo, en la qual ya casi todos están hechos libres: segun lo que tengo entendido, en todo el mundo podrá haber mill esclavos por libertar, i estos cada dia se van livertando, i antes de un año apenas queda esclavo Indio en la tierra; por que para los libertar V. M. hizo lo que debia, i aun mas, pues mandó que los que poseian esclavos provasen cómo aquellos eran verdaderos esclavos, lo qual era casi inposible, i de derecho incumbia lo contrario, i convino lo que V. M. mandó, por que los menos eran bien hechos: dice que en todas las Indias nunca hovo cabsa justa para hacer uno ni ningun esclavo; tal sabe: él dice quel que no ha salido de México ni de sus alrededores, que no es maravilla que sepa poco desto: el de las Casas estuvo en esta tierra obra de siete años, i fué como dicen que llevó cinco de calle; Frayle á havido en esta nueva España que fué de México hasta Nicaragua, que son quatrocientas leguas, que no se le quedaron en todo el camino dos pueblos que no predicase, i dijese misa, i enseñase, y babtizase niños ú adultos, pocos ó muchos, i los Frayles acá han visto i sabido un poco mas quel de las Casas cerca del buen tratamiento de los esclavos, así la justicia de su oficio como los frayles predicadores i confesores, que desde el principio hovo frayles menores, i despues vinieron los de las otras órdenes; estos siempre tuvieron especial cuidado que los Indios, especialmente los esclavos, fuesen bien tratados i enseñados en toda dotrina i cristiandad, i Dios ques el principal obrador de todo bien; luego los Españoles comenzaron á enseñar i á llevar á las Iglesias á sus esclavos á babtizar, i á que se enseñasen, i á los casar, i á los questo no hacian no los absolvian, i muchos años ha que los esclavos i criados Despañoles están casados in facie ecclesiae; é yo he visto mui muchos, así en lo de México, Guaxaca [274] i Guatemalla como en otras partes, casados con sus hijos, é sus casas, é su peculio, buenos cristianos i bien casados, i no es razon quel de las Casas diga quel servicio de los Cristianos pesa mas que cien torres, i que los españoles estiman en menos los Indios que las vestias, i aun quel estiercol de las plazas; parésceme ques gran cargo de conciencia atreverse á decir tal cosa á V. M.; i hablando con grandísima temeridad. dice: quel servicio que los Españoles por fuerza toman á los Indios, que en ser incomportable i durísimo ecede á todos los tiranos del mundo, sobrepuja é iguala al de los demonios; aun de los vivientes sin Dios é sin ley no se debria decir tal cosa; Dios me libre de quien tal osa decir; el yerro que se llama de rescate de V. M. vino á aquesta nueva España el año 1524, mediado Mayo; luego que fué llegado á México el Capitan D. Hernando Cortés que á la sazon gobernaba, ayuntó en San Francisco con Frayles los letrados que liabia en la Cibdad, é yo me allé presente é ví que le pesó al Gobernador por el yerro que venia i lo contradijo, i desque mas no pudo limitó mucho la licencia que traia para herrar esclavos, i los que se hicieron fuera de las limitaciones fué en su absencia, porque se partió para las Higuerras: i algunos que murmuraron del Marques del Valle, que Dios tiene, i quieren ennegrecer i escurecer sus obras, yo creo que delante de Dios no son sus obras tan acetas como lo fueron las del Marques; aunque como hombre fuese pecador, tenia fee i obras de buen cristiano, i mui gran deseo de enplear la vida i hacienda por anpliar i abmentar la fee de Jesu-Cristo, i morir por la conbersion destos gentiles, i en esto hablava con mucho espíritu, como aquel á quien Dios havia dado este don i deseo, i le habia puesto por singular Capitan desta tierra de Ocidente; confesávase con muchas lágrimas i comulgava devotamente, i ponia á su ánima i hacienda en manos del confesor para que mandase i dispusiese della todo lo que convenia á su conciencia, i así buscó en España mui grandes confesores Letrados con los quales ordenó su ánima, é hizo grandes restituciones i largas limosnas, i Dios le visitó con grandes afliciones, trabajos i enfermedades para purgar sus culpas i alinpiar su ánima, i creo ques hijo de salvacion, i que tiene mayor corona que otros que lo menosprecian: desde que entró en esta nueva España trabajó mucho de dar á entender á los Indios el conocimiento de un Dios verdadero i de les hacer predicar el Santo [275] evangelio, i les decia cómo era mensajero de V. M. en la conquista de México, i mientras en esta tierra anduvo cada dia trabajaba de oir misa, ayunava los ayunos de la iglesia i otros dias por devocion; deparóle Dios en esta tierra dos intérpretes, un Español que se llamava Aguilar i una India que se llamó Doña Marina; con estos predicaba á los Indios i les dava á entender quién era Dios i quién eran sus Ídolos, i así destruia los Ídolos i quanta idolatría podia: trabajó de decir verdad i de ser hombre de su palabra, lo cual aprovechó mucho con los Indios; traia por vandera un cruz colorada en campo negro, en medio de unos fuegos azules i blancos, i la letra decia: amigos, sigamos la cruz de Cristo, que si en nos huviere fee, en esta señal venceremos. Do quiera que llegaba luego levantava la cruz; cosa fué maravillosa del esfuerzo, i ánimo, i prudencia que Dios le dió en todas las cosas que en esta tierra aprendió, i mui de notar es la osadía i fuerzas que Dios le dió para destruir i derribar los Ídolos prencipales de México, que eran unas estatuas de mas de quince piés en alto, i armado de mucho peso de armas tomó una varra de hierro, i se lebantava tan alto hasta llegar á dar en los ojos i en la cabeza de los Ídolos; i estando para derrivallos envióle á decir el gran Señor de México Moteczuma que no se atreviese á tocar á sus Dioses, por que á él i á todos los Cristianos mataria luego: entonces el capitan se bolvió á sus compañeros con mucho espíritu, i medio llorando les dixo: hermanos, de cuanto hacemos por nuestras vidas i intereses, agora muramos aquí por la honrra de Dios, i por que los Demonios no sean adorados; i respondió á los mensajeros, que deseaba poner la vida i que no cesaria de lo comenzado, i que aquellos no eran Dioses sino piedras i figuras del Demonio, i que viniesen luego; i no siendo con el Gobernador sino 130 cristianos i los Indios eran sin número, así los atemorizó Dios i el ánimo que vieron en su Capitan, que no se osaron menear: destruidos los Ídolos puso allí la imágen de nuestra Señora; en aquel tiempo faltava el agua y secávanse los maizales, i trayendo los Indios muchas cañas de maiz que se secavan dijeron al Capitan, que si no llovia que todos perecerian de hambre; entonces el marques les dio confianza diciendo: que ellos rogarian á Dios i á Santa María para que les diese agua, i á sus compañeros rogó que todos se aparejasen, i aquella noche se confesasen á Dios i le demandasen su misericordia i gracia: i otro dia salieron [276] en procesion, i en la misa se comulgó el Capitan, i como estuviese el cielo sereno, súpito vino tanta agua, que antes que allegasen á los aposentos, que no estaban rnui lexos, ya iban todos hechos agua; esto fué grande edificacion i predicacion á los Indios, por que desde allí adelante llovió bien, i fué mui buen año: siempre quel Capitan tenia lugar, despues de haber dado á los Indios noticia de Dios, les decia que lo tuviesen por amigo, como á mensajero de un gran Rey i en cuyo nombre venia, i que de su parte les prometia serian amados i bien tratados, por que era grande amigo del Dios que les predicava: ¿quién así amó i defendió los Indios en este mundo nuevo como Cortés? amonestava i rogava mucho á sus compañeros que no tocasen á los Indios ni á sus cosas, i estando toda la tierra llena de maizales, apenas havia Español que osase cojer una mazorca; i por que un Español llamado Juan Polanco cerca del puerto entró en casa de un Indio i tomó cierta ropa, le mandó dar cien azotes, i á otro llamado Mora por que tomó una gallina á Indios de paz le mandó ahorcar, i si Pedro de Albarado no le cortase la soga allí quedara i acavara su vida: dos negros suyos, que no tenian cosa de mas valor, por que tomaron á unos Indios dos mantas i una gallina los mandó ahorcar; otro español por que desgajó un árbol de fruta i los Indios se le quejaron, le mandó afrentar: no queria que nadie tocase á los Indios ni los cargase, sopena de cada quarenta pesos: i el día que yo desenbarqué viniendo del puerto para Medellin cerca de donde agora está la Vera-Cruz, como viniésemos por un arenal i en tierra caliente, i el sol que ardia, havia hasta el pueblo tres leguas, rogué á un Español que consigo llevaba dos Indios, que el uno me llevase el manto, i no lo osó hacer afirmando que le llevarian quarenta pesos de pena, i así me traxe el manto acuestas todo el camino: donde no podia escusar guerra, rogaba Cortés á sus compañeros que se defendiesen quanto buenamente pudiesen sin ofender, y que cuando mas no pudiesen decia que era mejor herir que matar, i que mas temor ponia ir un Indio herido que quedar dos muertos en el canpo; siempre tuvo el Marques en esta tierra émulos é contrarios que trabajaron escurecer los servicios que á Dios i á V. M. hizo, i allá no faltaron, que si por estos no fuera, bien sé que V. M. siempre le tuvo especial aficion i amor, i á sus compañeros; por este Capitan nos abrió Dios la puerta para predicar su Santo evangelio, i este puso [277] á los Indios que tuviesen reverencia á los santos Sacramentos, i á los Ministros de la Iglesia en acatamiento; por esto me he alargado, ya ques difunto, para defender en algo su vida: la gracia del Espíritu Santo more siempre en el ánima de V. M. Amen. De Taxcala, 2 de Enero de 1555 años: humilde siervo i mínimo capellan de V. M. -MOTOLINIA, FR. TORIBIO.
    (Simancas. Indias. J o. Cartas de Nª España, de Frayles: de 550-70. -Visto: MUÑOZ. Real Academia de la Historia. Col. de Muñoz. Indias. 1554-55. T. 87. fª 213-32.)
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    Re: Respuesta: Las Casas, visto de costado

    L CONTROVERTIDO FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS (1ª parte)






    ENSALZADO POR ALGUNOS HISTORIADORES Y MIRADO CON EXCEPTICISMO POR OTROS, LAS CASAS FUE RADICAL EN LA DEFENSA DE LOS INDIOS

    La figura y la acción de fray Bartolomé de las Casas son inseparables de la historia de la América hispana en sus primeros decenios, no menos que de todo el criticismo que entonces y ahora trata de abordar los orígenes de la colonización española en las Indias occidentales. Pero da la casualidad de que esa figura, centro de tantos estudios y publicaciones, no acaba de definirse y de quedar colocada dentro de su real marco histórico, con los valores o deficiencias que le hicieron tan celebre entonces, y ahora tan amado o criticado. Por eso continúa siendo un verdadero problema histórico e ideológico, que, si tiene solucionados muchos de sus interrogantes, aguarda aun la solución que pudiera llamarse casi definitiva y que pudiera ser admitida por la mayoría de los estudiosos.

    Nació en Sevilla en 1474 y murió en Madrid en 1566. En esos noventa y dos años de vida activísima asistió a la creación de la España moderna, con los Reyes Católicos, y de la América hispánica, en sus rasgos generales, que no parece que llegara a comprender y penetrar como un fenómeno irreversible y por muchos siglos definitivo, sin posibilidad de restauraciones indígenas que tanto parecía desear.


    Licenciado en leyes, se embarcó en Sevilla en 1502 en la flota de Nicolás de Ovando, la más importante de las que hasta entonces se habían dirigido a América. Iban transcurridos diez años desde el descubrimiento, y ciertamente ricos en sucesos históricos, orientaciones descubridoras y colonizadoras y tentativas de introducción del cristianismo en las Antillas. Después de los primeros ensayos mineros comienza la encomienda, y el licenciado don Bartolomé conoce sus primeros pasos en la Española entre 1502 y 1512 como encomendero, tomando parte en las luchas y en el botín, y aunque él no tratara mal a los indios encomendados, tampoco se preocupaba por su cristianización ni por los demás deberes que le incumbían.

    En 1510 llegaron los dominicos a la Española, o Santo Domingo-Haití, y en 1511 predicó el padre Antonio Montesinos su famoso sermón del cuarto domingo de Adviento, condenando el régimen imperante con los indios. Es el planteamiento oficial de la contienda sobre el trato debido a los indios americanos, que pasa en seguida a la corte española y condiciona durante varios decenios decisivos la política de la corte y del Consejo de Indias. Por esa época se ordena de sacerdote Las Casas, tal vez el primero en América. Al principio siguió en forma parecida, defendiendo las encomiendas y practicándolas, sin que le lograra convencer un fraile dominico de lo contrario, hasta su «conversión», Pentecostés de 1514. Desde entonces se convirtió en lo que siempre continuó siendo: el enemigo numero uno de toda clase de encomiendas, esclavitud y explotación de los indios americanos. Tenía cuarenta años y le esperaban otros cincuenta y dos de continuo batallar en pro de su idea fija y obsesionante.

    Se unió a los dominicos, y, en 1515, ante el poco éxito con los encomenderos, viene a España, en su primera vuelta, con el padre Montesinos. Desde entonces será un personaje conocido en la corte, lo mismo con Fernando el Católico, que con Cisneros, Carlos V, cardenal Adriano, Felipe II y los consejeros de Indias. Choca con el poderoso don Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos, y alma del embrionario Consejo de Indias. Deja en mejor lugar al rey don Fernando, negocia luego con el cardenal Cisneros y comienza su infatigable vida como agente en la corte, bien a titulo propio, bien como agente especial, procurador de indios, obispo de Chiapa. Lo que fue esa actuación en diversas etapas ha comenzado a interesar profundamente a la moderna historiográfica sobre los primeros años del dominio español en América, y eso tanto entre los investigadores españoles como entre los extranjeros, y se ha manifestado en una toma de posiciones favorables o desfavorables a Las Casas, pues apenas se conocen atisbos de posturas medias con tan representativo personaje.

    Lo malo en muchos casos, o en la mayoría de ellos, es que el principal testigo e historiador, que es el mismo Las Casas, bien como clérigo, como dominico o como obispo, es al mismo tiempo testimonio y parte abiertamente interesada, y ha conseguido hasta ahora encontrar mas bien benevolencia y generalmente muy pronunciada en su favor, olvidando o disminuyendo los factores adversos que llaman la atención en su testimonio. Cisneros trató con él benévolamente y preparó la misión investigadora y fiscalizadora de los padres jerónimos a la Española. Las Casas mereció ser nombrado informador de los reyes y consejero de los jerónimos. Un antecedente de su posición futura de protector y procurador de los indios, que dice comenzó entonces mismo de forma oficial. No convivieron mucho como amigos el clérigo y los jerónimos. El primero se les enfrentó en las islas y en la corte durante su efímera actuación. Al poco tiempo vuelve a España (agosto de 1517), visita a Cisneros, estudia derecho, se insinúa en la gracia de los consejeros flamencos de Carlos V, recién venido a España, y como no triunfa tanto con los consejeros españoles, no cesa de ponderar a los flamencos que le favorecen.

    Resumiendo su vida desde entonces, vuelve a fines de 1520 a las Antillas con unos fantásticos planes sobre la costa de Cumaná, que fracasan por las violencias de algunos conquistadores, algunas deficiencias de la empresa colonizadora y evangelizadora, y los ataques de los indios. Poco después entra en la orden dominicana, ganado por el padre Betanzos, y tiene unos años de retiro, en los que se dedica más al estudio, pero de los que tenemos pocos informes, hasta 1531, a pesar de la importancia de la provisión general de Carlos V en Granada (17 de noviembre de 1526), en todo lo referente a los temas principales de la conquista, evangelización y encomiendas en Indias. Tiene alguna intervención en 1531-1534 en Santo Domingo y restablece su correspondencia con el Consejo de Indias, en la forma y con los argumentos con que la llenará incansablemente el resto de su vida.

    Pensó ir al Perú, pero se desvió a Nicaragua en 1535 y luego a Guatemala, suscitando algunos incidentes y escribiendo diversos tratados, como De unico vocationis modo (1537). Misiona en Tezulutlan, parte de la futura Verapaz, pasa a Méjico y, con algunas cartas de recomendación, se embarca para España, adonde llega a principios de 1540. Como el emperador había partido para Flandes, espera en España más de dos años, tomando parte activa en la polémica indiana que, con las Relecciones del padre Francisco de Vitoria, O. P., en Salamanca, había entrado en una interesantísima fase. En ese tiempo escribió la Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1541, con retoques en 1542 y 1546), el libro más discutido de Las Casas, y el único conocido durante mucho tiempo, junto con otros tratados breves.

    Vuelto Carlos V a España, y aprovechando las diversas consultas del Consejo durante aquellos años, dictó el 20 de noviembre, en Barcelona, las llamadas Leyes nuevas, en las que aprobaba algunas de las ideas, o mejor tendencias, de Las Casas en favor de los indios, pero sin su totalitarismo y exageraciones, y se produce con ello una grave crisis en América, llegando a la rebelión armada en el Perú. A pesar de que el dedo popular las atribuya a Las Casas, este se mostró muy insatisfecho (febrero de 1543) en el momento mismo en que comenzó a negociarse un obispado para él en Indias. No admitió el del Cuzco, Perú (diciembre de 1542), pero sí el de la Chiapa, con la Verapaz futura, el 1 de marzo de 1543.

    No había cumplido con ciertos deseos del obispo de Méjico, fray Juan de Zumárraga, O. F. M., del padre Betanzos y de otros que pensaban en misiones por las lejanas costas del Pacifico asiático. Después de una estancia tan laboriosa en España emprendió su cuarto y ultimo viaje a América el 4 de mayo de 1544. Su carácter episcopal daba un nuevo sesgo y eficacia a su acción, pero se enfrento con redobladas dificultades, no solo en la Española, donde estuvo de paso, sino especialmente en su diócesis de Chiapa y misión de Verapaz, debidas especialmente a su rigorismo con los encomenderos. Solo duró un año en su diócesis, que no quedaba del todo pacificada a su partida para Méjico, a principios de 1546. Participó en varias reuniones con religiosos y obispos con diversos roces, dio algunas disposiciones sobre su diócesis y volvió a España a principios de 1547, alcanzando a la corte en Aranda de Duero. Ya no volverá a salir de España.

    Consigue diversos favores para la Verapaz, continúa en la redacción de sus libros y memoriales, renuncia a su obispado en 1550 y participa en las famosas juntas de Valladolid contra Sepúlveda en 1550 y 1551. En 1552 edita ocho trataditos en Sevilla, entre ellos el famoso de la Destrucción sin licencia, aprovechando los meses de estancia, mientras despide a una expedición de misioneros, y desde entonces alterna entre Valladolid y Madrid, interviniendo ante el Consejo como protector de indios, escribiendo sus voluminosos escritos, recibiendo cartas de América con informes diversos y manteniendo firme la postura adoptada de absoluta rigidez en punto a guerras a los indios, encomiendas, derechos de los caciques indios a su señorío político y económico y falta de base del dominio español, fuera de una soberanía especial, casi de solo nombre, fundada en el derecho a la evangelización concedido por Alejandro VI.

    Al publicarse sus primeros escritos, sobrevino la polémica contra él de parte de fray Toribio de Benavente O. F. M., y aun, en parte, de algunos dominicos, aunque estos más bien estaban con él. Tiene correspondencia con el famoso arzobispo Carranza, se entera de las nuevas dificultades de su antigua diócesis, donde trata de mantener sus principios sobre la conquista y la evangelización, escribe en el mismo sentido al papa dominico San Pío V (1565-1572), y hasta su muerte, a la muy avanzada edad de noventa y dos años, continúa en la brecha, siguiendo una misma dirección ideológica e influyendo de algún modo en las cuestiones relacionadas con la administración eclesiástica y civil americana.

    El éxito de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, único libro o folleto suyo que interesó durante bastante tiempo, fue enorme fuera de España. Y se comprende bien. Pues daba una serie de argumentos de primera fuerza contra la «tiranía española» allí donde ésta era combatida, especialmente en los Países Bajos, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia. Ediciones y traducciones se sucedieron con rapidez en las lenguas de todas estas naciones y en latín, con el efecto que es de suponer en los lectores. Tenía la gran ventaja de ser el testimonio de un religioso y de un obispo, que había residido mucho tiempo en América y que había intervenido en los consejos generales de España. Además aparecía como testigo en muchos casos y como especialmente bien informado en otros. Lo demás les tenía sin cuidado a los divulgadores de esta obra, la más demoledora sobre España y escrita por un español de sus especiales características. Lo que menos importaba en el extranjero era el hacer la crítica de la obra. ¿Para qué, viniendo de quien venia, y siéndoles imposible a ellos el hacerla en aquellos primeros siglos?

    En los primeros setenta años hubo 21 ediciones en holandés, 8 en italiano, 6 en francés, 4 en alemán, 2 en inglés y 2 en latín. En Barcelona se imprimieron en 1646 los folletos publicados en 1552 por Las Casas en Sevilla, con ocasión de su levantamiento (1640-1659) por el mismo motivo. Hubo traducciones diversas del folleto «Sobre los indios que se han hecho esclavos», mientras que el corsario Richard Hawkins,, prisionero en Lima, quería traducir a diversas lenguas los folletos lascasianos que conoció durante su cautividad, pensando conseguir con ello mas fama que Lutero.

    Menéndez Pidal ha hecho resaltar bien el hecho de que en cada ocasión de guerras o levantamientos contra España se ha recurrido al mismo arsenal lascasiano para preparar los ánimos a las hostilidades. Eso se vio especialmente durante la independencia de los países hispanoamericanos y, durante la guerra de Cuba, en los Estados Unidos. Más tarde, por obra del nazismo y del comunismo, con distintos fines. Ninguna de las ediciones mencionadas ha tenido el mínimo empeño de examinar la verdad de los hechos delatados. Sólo mas recientemente han comenzado algunos autores extranjeros a hacer resaltar especialmente sus exageraciones, aunque sin ir nunca al fondo del asunto, ni siquiera los que más obligados parecía que estaban a ello, como el norteamericano Lewis Hanke o Marcel Bataillon.

    En España, el virrey don Francisco de Toledo, el más insigne de los virreyes sudamericanos, mandó recoger en el Perú de su mando las obras impresas en 1552 por Las Casas, y pidió a España su prohibición y recogida en 1573, por las dificultades que creaban. Estas obras influyeron en las investigaciones históricas mandadas hacer en su virreinato por Toledo, para examinar los títulos de soberanía de los incas y caciques y consolidar mejor los de España. Ya antes de recibirse la petición del virrey Toledo, el 3 de noviembre de 1571, una real cédula firmada en Madrid por Felipe II ordenaba recoger todos los libros y papeles que fueron de Las Casas y se conservaban en el colegio de San Gregorio de Valladolid, y el 30 de diciembre de ese mismo año se aprueba la recogida efectuada por Toledo en el Perú. La Destrucción de las Indias fue prohibida en 1659 por la Inquisición española, a raíz de las desastrosas guerras sostenidas durante aquellos años en diversos continentes y en la misma península Ibérica. Las Casas tuvo diversos contradictores en Vargas Machuca (1597-1612), que no logró publicar su libro, y mas tarde en León Pinelo, don Juan de Solorzano Pereira y Fernando Ávila Sotomayor.

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    Re: Las Casas, visto de costado

    EL CONTROVERTIDO FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS (2ª parte)


    LA VIDA Y ESCRITOS DE FRAY BARTOLOMÉ, OBJETO DE LAS MÁS VARIADAS INTERPRETACIONES



    Ya es bien sabido que, en general, Las Casas ha tenido una acogida muy favorable durante el ultimo siglo y medio, tanto fuera como dentro de España, y tanto de parte de eclesiásticos como de seglares, y aun de los enemigos del catolicismo. Como también es conocido que han sido pocos los que han conocido y leído sus obras mas importantes y voluminosas. Tanto la vida de don Antonio Maria Fabie, como antes la del poeta don Manuel José Quintana 10 son laudatorias, con ciertas reservas sobre su actitud antiespañola y el vértigo de los números. Entre las numerosas vidas o artículos publicados en el extranjero, el tono laudatorio rara vez abandona a los admiradores incondicionales de Las Casas, prácticamente todos. Solo más recientemente se han hecho tímidas correcciones y reservas. Entre los extranjeros que siguen la línea admirativa, pero muestran también determinados reparos que hacer a Las Casas historiador o a sus escritos, hay que contar a Lewis Hanke, en diversas obras y artículos, y a Marcel Bataillon, buenos historiadores y conocedores de la América hispana, pero arrastrados, tal vez demasiado, en conjunto, por su fervor lascasista. Su contribución al conocimiento de la vida y de los escritos del protector de los indios es considerable, con aciertos dignos de tenerse en cuenta. Pero creemos que también con ellos valen las observaciones que hace don Ramón Menéndez Pidal.
    Entre los españoles, podemos contar entre los recientes panegiristas de Las Casas, especialmente a don Manuel Giménez Fernández y al padre Manuel Maria Martínez, O. P., en su obra Fray Bartolome de las Casas, el gran calumniado. Sin dedicarse del todo a su personaje, ha intervenido también bastante en su favor el padre Venancio D. Carro, O. P. Merece destacarse el Estudio preliminar, de don Juan Perez de Tudela, a las Obras escogidas de fray Bartolome de las Casas: pertenece al grupo lascasista, aunque también hace notar determinados errores de su biografiado, o exageraciones o desviaciones tanto en el mismo fray Bartolomé como en sus biógrafos. Es un estudio que hay que tener en cuenta, tanto en su aportación histórica como en el estudio de la personalidad del discutido obispo. Cierta dureza de estilo y prurito de filosofar oscurecen un poco las líneas del estudio, haciendo mas fatigosa su lectura; pero, en definitiva, es una buena aportación a estos estudios. Existe el grupo antilascasista, como gustan de llamarlo hoy los defensores, frecuentemente exagerados, de Las Casas, pero que generalmente tratan de hacer con él el criticismo que tanto practicó Las Casas con las cuestiones referentes a las Indias y las personas que intervinieron en ellas y tanto ponderan sus adictos. Creemos que es un deber histórico el hacerlo, con tal que se haga únicamente con argumentos y de modo digno, como lo pide la materia.
    Solo que, de hecho, surge inevitablemente la polémica. Y no sabemos porqué haya de haber una especie de intangibilidad para un personaje discutido, que, a muy grandes méritos, une también algunos deméritos. Debería llegarse a un honrado examen del problema, sin acudir en seguida a expresiones injuriosas para los que disientan de nuestro parecer, como se ve, por desgracia, con no rara frecuencia. Así habría modo de entenderse y de llegar mejor a conclusiones históricamente aceptables y dentro de los respetos debidos a personas e instituciones.

    Por lo que hace a los que ponen graves reparos al valor histórico de la Destrucción y, en parte, a otros de sus escritos, así como hacen resaltar el daño sobrevenido a España con su publicación, su lista es fuerte en España e Indias desde el siglo XVI, y, en otras partes, en tiempos mas recientes: Fray Toribio de Benavente (Motolonia), en Méjico, 1555, Bernal Díaz del Castillo, fray Vicente Palatino de Curcola, dálmata misionero en América, el virrey don Francisco de Toledo, el anónimo de Yucay, Juan de Castellanos, y el mismo padre fray Antonio de Remesal, por no hablar luego de León Pinelo o Bernardo Vargas Machuca. Entre los modernos, Menéndez Pelayo, Serrano y Sanz, Jerónimo Becker, Ángel Altolaguirre, Menéndez Pidal, académicos de la Historia, a los que habría que añadir el padre Constantino Bayle y el padre Sáenz de Santamaría.

    Entre los modernos americanos son muchos también los que ponen serios reparos a Las Casas. Bayle cita a Carlos Pereira, Lucas Alamán, Mariano Cuevas, Otero d'Acosta, Riva Agüero, Porras Barrenechea, Enrique de Gandía, Baron y Castro y Carabia, a los que se puede añadir Félix Restrepo y Roberto Levillier, también académicos en sus patrias, o escritores de renombre.

    Por lo demás, aun los «lascasistas», contribuyen también al criticismo de que venimos hablando. Entre los hispanoamericanos, se cita a Agustín Yañez y José Maria Chacón y Calvo. Entre los españoles, ya desde el mismo poeta don José Maria Quintana, don José Larra, Antonio Maria Fabie, don Antonio Ballesteros, don Juan Pérez de Tudela 25, señalan graves defectos históricos o personales.

    Es frecuente en esta polémica no fijar bien las posiciones respectivas, y con ello se hace tanto más difícil la convergencia de opiniones. Especialmente cuando se trata de católicos, y, mas aún, de sacerdotes o religiosos, se debería llegar a un minimum de entendimiento en fijar las posiciones respectivas y a un maximum de caridad en interpretar al prójimo, sin extrañarse de que haya discordancias de pensar, pero si de que se trate tan duramente, como a veces se ve, a los que disienten del parecer propugnado por cada autor.

    Por lo que hace a los extranjeros que tratan estos asuntos, fuera de los que se dedican de veras a ellos (Schafer, Bataillon, Hanke, etc.), que van siendo cada vez mas numerosos, es frecuente encontrar en ellos una ignorancia bastante caracterizada de las cosas españolas, históricas o aun actuales. Apenas han leido más que algunas páginas de la Destrucción, o lo que dicen diversos historiadores suyos, que, generalmente, no son, ni mucho menos, autoridad en la materia. Y, además, casi siempre tienen cierta animosidad consciente o inconsciente a lo hispánico; se dejan llevar de la simpatía al oprimido, sin fijarse bien en las características de la opresión combatida por Las Casas y de los medios con que lo hace. En los medios americanos, por creerle un campeón de su independencia, lo han idealizado demasiado. Ahora comienzan muchos de ellos a conocerle mejor.

    En cuanto a los españoles, el problema es más complejo. Son pocos los que admiten sin más la verdad histórica de la Destrucción, fuera de algunas líneas generales del cuadro. Algunos se dejan arrastrar por la admiración al héroe de los oprimidos, sin descender a detalles, o llevados de algunas lecturas favorables. Otros, por afán de revisionismo histórico, o por tendencias doctrinales, o por la figura del héroe, constante en su batallar y en su postura doctrinal y práctica a pesar de ciertos ligeros retoques de ocasión, que se supone perseguido por los encomenderos y víctima propicia de su causa humanitaria. Pero, en conjunto, hay que confesar que estuvo más bien protegido por los poderosos, especialmente en la corte.

    Resumiendo, la impresión que nos produce el gran personaje histórico y eclesiástico que ciertamente es Las Casas, hay que contar, entre sus cualidades y logros positivos, un gran amor al indígena y un gran deseo de su cristianización y salvación. Es el eje y el motor al mismo tiempo de su acción de cincuenta años en los campos más diversos y en las situaciones personales mas variadas. Una constancia invencible, tenacidad en el trabajo y en la consecución de sus planes, inventiva para defender su causa y presentarla a la mejor luz posible, gran laboriosidad, tanto en el estudio y composición de sus libros, folletos, memoriales, cartas, etc., como en asistir a consejos, reuniones, conversaciones privadas y públicas, sermones y disputas, siempre sobre el mismo tema de las Indias, de su perdición y del modo de salvarlas. Cierto desinterés personal, sugestión eficaz para persuadir sus ideas y aptitud subjetiva para la controversia, dentro de la cual cree poder dar la medida de su compleja personalidad.

    Junto a estas indudables cualidades, que explican sus éxitos, hay que colocar otras que las desvirtúan en parte, a veces importante, y esterilizan también parcialmente en diversa medida los frutos que pretendía conseguir en favor de la Iglesia Católica, de sus protegidos y aun de España. Creemos que el que haya leído la obra de Menéndez Pidal, por más que no quiera admitir todas sus consecuencias y limite diversas afirmaciones del ilustre polígrafo, no tendrá mas remedio que reconocer una parte de realidad a las cualidades negativas, tanto por lo que hace a la vida eclesiástica o religiosa, que aspira al amor universal y a la perfección por Dios, cuanto a las circunstancias, móviles y comportamientos en aspectos mas humanos y terrenos.

    Difícil será negar cierta autoestimación y suficiencia personal, algo pronunciadas en ocasiones (poco concorde con la humildad religiosa y aun cristiana a secas), y un apasionamiento constante y unilateral. Las Casas da con frecuencia la impresión de no distinguir sino dos géneros de hombres: los que admiten aunque sea con limitaciones la encomienda y diversos géneros de esclavitud con los indios americanos, y los que las niegan rotundamente. Y la calificación de las personas parece estar dominada por esa misma preocupación: los malos, los encomenderos y allegados, y los buenos, los otros. Teniendo buenas cualidades de historiador, como lo demuestra cuando no tropieza directamente con el problema del trato de los indios, v.gr., en la historia de Colon en sus principios y en otras diversas ocasiones en que es escrupuloso y concienzudo, sin que pueda admitirse la tesis de Carbia de falsificación a sabiendas, se ciega muchas veces cuando se cruza este problema y sus protagonistas, y parece poco capaz de comprender la postura y los argumentos de sus contrarios, que, en la práctica, no siempre estaban tan desviados del recto camino como él da a entender.

    Recurrió en diversas ocasiones a proceder sin licencia expresa de sus superiores, o la consiguió en forma rara, como cuando pide, el 15 de diciembre de 1540, a Carlos V, entonces en Flandes, que encargue al provincial de los dominicos mande a Las Casas esperar en España el regreso de Su Majestad. Tiene rasgos de profetismo, teniendo como tema preferente la amenaza de la destrucción de España por su acción en Indias. No puede ocultar cierta aversión a sus paisanos, de los que no parece ver más que lo malo, sin tratar de buscar atenuantes, ni menos excusas o justificantes en su favor. Se podrá discutir sobre el alcance de todos estos capítulos negativos, y ahí si admitimos la dificultad de pronunciarse con acierto, por tratarse de un caso tan singular. Pero no de su existencia en algún grado, a veces pronunciado.

    TIERRA DE HISTORIA
    Pious dio el Víctor.

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    Re: Las Casas, visto de costado

    Más pinceladas sobre este charlatán:


    --------------------------------------------------------------------------------
    Ricardo de la Cierva en "Historia total de España" (1997) clarifica magistralmente nuestro tema (páginas 359-361):
    El principal testigo de cargo contra la colonización española fue un exagerado dominico español, fray Bartolomé de Las Casas. La conquista y evangelización de las Indias suscitó una tremenda ofensiva histórica y dialéctica contra España, recrudecida en nuestros tiempos. Se nos acusa del exterminio de la población indígena, mientras se silencia la aniquilación de los indios al Norte del río Grande por los angloamericanos.
    Según el gran especialista Angel Rosenblatt (México 1967) la población de toda la América Hispana en 1492 era de unos 13 millones de habitantes, concentrados en los imperios azteca e incaico.
    Bartolomé de Las Casas intevino en la conquista de Cuba como soldado, colono y encomendero, poseedor de un gran número de esclavos. Fracasó como buscador de oro, robó y mató indios.
    En 1511, el dominico fray Antonio Montesinos fustigó tales desmanes, originando un movimiento de autocrítica en La Española y que Fernando el Católico sancionara las "Leyes de Burgos de 1512" muy humanitarias y favorables a los indios.
    Es el momento de recordar el "Testamento de la reina Isabel I la Católica" (1504), cuya última voluntad y pensamiento fue para los indígenas de las islas y tierras recién descubiertas, a fin de que fuesen tratados como súbditos y como personas libres destinadas a convertirse en cristianos (Luis Suarez: "Los Reyes Católicos"-Ariel 2004). El rey Fernando completó los deseos de Isabel en 1512 con las "Leyes de Burgos".
    Las Casas presentó, a los cardenales Cisneros y Adriano de Utrecht, sus protestas contra todo lo que el mismo había practicado, pretendía la abolición de las encomiendas y proponía como alternativa una ridícula utopía: llevar 3.000 labradores de Castilla a una reserva para enseñar a los indios los secretos de la agricultura y la ganadería. El proyecto fracasó porque la mayoría de los reclutados eran delincuentes que al llegar al Caribe se dedicaron a cometer toda clase de delitos.
    Y Las Casas encontró la "solución": aceptar la esclavitud de los negros y promover la trata de negros para proteger a los indios. Envió un grupo de dominicos a Cumaná para preparar a los indios, pero resultó que eran caníbales y se comieron a los frailes. Entonces, huye a La Española y pide el ingreso en la "Orden de Predicadores" de Santo Domingo de Guzmán.
    Ramón Menéndez Pidal, en un profundo trabajo de 1963, descubre y prueba la doble personalidad de Bartolomé de Las Casas: su egolatría, su intolerancia contra los discrepantes de sus genialidades y su evidente condición de paranoico.
    Como demógrafo, Las Casas es todavía más abominable que como colonizador. Acusa a los españoles de eliminar a 30 millones de indios sobre una población real total de 13 millones. Sitúa en Santo Domingo (La Española) a 3 millones y afirma que los ha visto asesinar casi uno por uno, pero en la isla no vivían muchos más de 50.000 indios según las estimaciones actuales más serias. Además de un utópico era un farsante, ya que nunca confesó, que siendo soldado, mató a algunos de esos indios.
    Ahora se sabe que la despoblación inicial se debió a una epidemia de peste porcina, causada por los cerdos que llevó Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo. Era un virus emparentado con la gripe de 1918, que causó 10 millones de muertos en Europa.
    Las acusaciones de Las Casas han constituido el mejor arsenal imaginable para los enemigos de España. Fue todo menos un perseguido, fracasó en su utopía y se retiró a la Historia, para la que escribió una serie de panfletos incendiarios, que contrastan con el alto ejemplo moral que dieron los teólogos españoles y el propio emperador en la solución de los problemas. A los misioneros y soldados españoles de la conquista de las Indias debemos la existencia de 20 naciones que todavía rezan en español, casi la mitad de los católicos del mundo actual.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Las Casas, visto de costado

    Hegemón-3 (15.01.12):


    No hay una defensa apasionada de los indios en Las Casas, como no la hay de los obreros en Marx ni de las mujeres en Zapo o los feministas. Hay una defensa apasionada de un constructo ilusorio que no tiene nada que ver con los indios reales y sí mucho con su vanidad e incapacidad intelectual, y para defenderla no vacila en mentir y calumniar a quienes juzga opuestos a sus desvaríos. Ya va siendo hora de que distingamos lo que la gente dice de sí misma y de sus ideales y lo que son y defienden realmente. No es que sus argumentos estén a veces mal coordinados, sino que partiendo de sus fantasías solo puede surgir una sarta de dislates mejor o peor hilvanados. La historia está llena de casos semejantes. Ello sin contar su conducta real y práctica hacia los indios, que no parecía convencer mucho a otros que sí desarrollaban una labor de evangelización e instrucción práctica. En lo que respecta a los luego llamado derechos humanos, Las Casas no representa gran cosa, es contradictorio y pretendía que se prohibiesen los escritos que llevaran la contraria a sus historias. Se ponderan desmesuradamente sus frases humanitarias con el fin de hacer colar mejor sus sartas de exageraciones y calumnias contra sus compatriotas (la conquista no se hizo repartiendo caramelos, claro está, ninguna ha sido así; hubo crueldades, las mismas aproximadamente que en las guerras de Europa, perdón por recordar estas obviedades). Para la historia queda como el fundador de la leyenda negra, no de los derechos humanos.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Las Casas, visto de costado

    Blog "Presente y Pasado" de Pío Moa
    Intereconomía


    "El caso Las Casas" (12.01.12):


    Las falsedades y exageraciones de Las Casas son tan brutales y evidentes que nadie con un mínimo sentido crítico podría suscribirlas. ¿Por qué, entonces, tanta gente las ha difundido y apoyado, y han tenido tanta y tan duradera influencia, incluso entre la gran masa de gente que no las han leído, hasta nuestros días? Ante la evidencia de sus falsedades, se ha recurrido a justificarlas ponderando los buenos sentimientos de Las Casas hacia los indios, hacia la humanidad en general (menos los españoles, claro), y su “avance” hacia las teorías políticas modernas: mentía y calumniaba, desde luego, pero lo hacía por la buena causa --como los comunistas o los nazis--. No hay nada de ello. Las Casas extrema y llevar al absurdo las teorías mucho más razonables de Vitoria y otros, y solo puede hacerlo, precisamente, mediante la calumnia. Esta, la calumnia y no tiradas aparentemente bienintencionadas y gratuitas, es la verdadera medida del valor de Las Casas.


    ¿Qué habría pasado si se hubieran impuesto las chifladuras del fraile? Que seguirían en América los sacrificios humanos, el canibalismo, la poligamia, la venta de hijas y mujeres, la economía de trueque, las guerras brutales entre los propios indios, y las culturas más primitivas. Es decir, seguirían durante un siglo más, porque tan pronto otras potencias europeas estuvieran en condiciones de conquistar aquellos territorios lo harían al estilo como lo hicieron en América del norte y en África en el avanzado siglo XIX: exterminio de la población aborigen o su esclavización o mera explotación económica manteniéndola segregada de la civilización. A cambio del famoso “oro”, España llevó allí una cultura mucho más avanzada en todos los sentidos, eliminó la mayor parte de las costumbres bárbaras, evangelizó a los indios, les permitió una gran autonomía –quizá excesiva, y abolida después de la independencia— leyes, estas sí, extraordinariamente humanitarias y avanzadas para la época, nuevas ciudades y vías de comunicación, universidades, imprentas y escuelas, una economía cien veces más productiva, nuevos cultivos y animales domésticos… y, en fin, una paz apenas alterada durante tres siglos.


    Piénsese en el auténtico genocidio que supuso la Gran Hambruna irlandesa o más recientemente la de Bengala, o los crímenes cometidos durante la II Guerra Mundial por unos y por otros (el nazismo arraigó de preferencia en la parte protestante de Alemania). Y obsérvese también que el fraile patológicamente embustero no solo está en la base de la tradicional propaganda antiespañola, sino de movimientos totalitarios inspirados en el “buen salvaje” o en movimientos antiespañoles de fondo como los que, después del 98, desembocaron en la desastrosa II República. Con Las Casas simpatizaban desde Azaña a los comunistas, y conforme a él enjuiciaban la obra de España en el siglo XVI. Las Casas inicia, o más bien es un jalón fundamental en una sucesión de doctrinarios baratos y exaltados, supuestamente llenos de buenas intenciones, que han traído incontables calamidades. Hasta la “alianza de civilizaciones” del mamarracho que ha presidido el país estos nefastos años.
    Última edición por Michael; 01/08/2013 a las 15:51
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    Antonio Aparisi

  8. #8
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    Re: Las Casas, visto de costado

    El fraile español que prendió la leyenda negra por usar datos falsos sobre los conquistadores de América

    El dominico Bartolomé de Las Casas denunció como otros muchos españoles la violencia de algunos conquistadores, que se negaban a aceptar que, a ojos de la Corona, los indígenas de América eran vasallos libres que no podían ser esclavizados




    Pintura que representa la llegada de Cristóbal Colón a América - Wikimedia


    César Cervera - C_Cervera_M


    06/07/2016 04:39h - Actualizado: 27/02/2017 16:02h. Guardado en: Historia



    Bartolomé de Las Casas no es el malo de la película, aunque tampoco es el bueno. Para defender una causa justa se valió de datos falsos o poco precisos, que más tarde empleó la propaganda extranjera con el propósito de levantar la Leyenda Negra contra España. En verdad, algunos conquistadores aprovecharon las encomiendas para abusar de los indígenas en contra de las recomendaciones de la Corona española, pero las cifras fueron exageradas adrede para que la voz de los críticos fuera escuchada. ¿20 millones de muertos causados por la violencia y abusos de los conquistadores? Los extranjeros dieron por buena esa cifra hasta que los propios enciclopedistas franceses cuestionaron su verosimilitud. El daño, no obstante, ya estaba hecho.

    Nacido en Sevilla a finales del siglo XV, Fray Bartolomé de Las Casas era hijo de uno de los hombres que acompañó a Cristóbal Colón en uno de sus viajes y, él mismo, viajó en 1502 al Nuevo Mundo. Durante esta primera estancia en América, el sevillano se convirtió en encomendero, que era una forma de esclavitud encubierta.


    Encomiendas, una esclavitud silenciosa

    Esta institución sirvió para canalizar la ambición de los conquistadores de un sistema feudal en América, ante la incapacidad de las fuerzas reales de hacer valer su autoridad. Como explica el libro «La empresa de América: los hombres que conquistaron imperios y gestaron naciones» (EDAF), el proceso consistía en «encomendar» a un grupo de indígenas a un conquistador, un encomendero, como si se tratara de un vasallaje pero sin cesión de tierras.




    Retrato de Bartolomé de las Casas- Wikimedia


    Todo indígena varón entre los 18 y 50 años de edad era considerado tributario, lo que significaba que estaba obligado a pagar un tributo al Rey en su condición de «vasallo libre» de la Corona castellana o, en su defecto, al encomendero que ejercía este derecho en nombre del Monarca. Las encomiendas, no en vano, eran una cesión de los Reyes Católicos a cambio de que los conquistadores corrieran con los gastos de la evangelización, pues debían pagar, entre otros costes, el hospedaje del cura doctrinero.

    En 1510, Bartomomé de Las Casas se ordenó como sacerdote y en los años siguientes ejerció como capellán castrense. ¿Cuándo se encendió en su ánimo esa preocupación por los indígenas? Tradicionalmente se emplaza sus preocupaciones a la matanza de indios en Caonao y la tortura del cacique Hatuey, en Cuba. Sin embargo, no sería hasta 1523 cuando ingresó en la Orden Dominicana y empezó su campaña en defensa de la población indígena y en contra de las encomiendas. Su texto clave fue «La Brevísima relación», dedicada al Príncipe Felipe con la intención de que el futuro Rey de España conociera las injusticias que cometían los españoles en América.
    Guillermo de Orange ataca a España

    El libro iba dedicado al Príncipe Felipe, pero quien más rédito le sacó a largo plazo fue Guillermo de Orange, el hombre que encabezaba en los Países Bajos la rebelión contra el Imperio español. Orange buscaba la forma de debilitar a España a través de la propaganda y se valió de las exageradas cifras del dominico para criticar la conquista de América y pintar a los españoles como esclavistas crueles. Coincidiendo con las negociaciones entre el nuevo gobernador de los Países Bajos, Alejandro Farnesio, y los líderes de las provincias de Flandes más católicas para volver a obedecer al Rey español, lo que vendría a llamarse la Unión de Arras, apareció en Amberes la primera edición francesa de la Brevísima.

    El protestante flamenco que tradujo el texto le dio un título largo pero muy intencionado: «Tyrannies et cruautés des Espagnols perpétrées ès Indes occidentales, qu'on dit le Nouveau Monde, brièvement décrites par l'évêque don frère Barthélemy de Las Casas ou Casaus, de l'ordre de saint Dominique, traduites par Jacques de Migrode pour servir d'exemple et d'avertissement XVII provinces du pays». La estrategia de Orange pasaba por advertir a los católicos de que entenderse con los españoles era hacerlo con opresores de naciones, como así lo habían demostrado en las Indias, que no tardarían en hacer lo mismo en los Países Bajos.




    Fragmento del mural donde Diego Rivera muestra el desembarco de Cortés en Veracruz


    Las traducciones de la Brevísima se multiplicaron en Europa y alcanzaron un número superior a las 62 ediciones. Y por si quedaba alguna duda en el título sobre la maldad de los hispánicos, el traductor sustituyó todas las menciones a los cristianos por la palabra españoles, lo cual tergiversa completamente el texto original del fraile. Como apunta el hispanista Josep Pérez en su libro «La leyenda negra» (Gadir), la intención de Bartolomé de Las Casas era «mostrar la contradicción entre el fin, la evangelización de los indios, y los medios utilizados: la guerra, la esclavitud, el trabajo forzoso, los malos tratos; porque así no se comportaban los cristianos sino los mahometanos. El que fueran españoles era secundario». Es decir, que la crítica no estaba enfocada contra los españoles, sino contra los malos cristianos.


    El artículo 35 prohibía directamente las encomiendas y el artículo 31 ordenaba que los indios sometidos a encomiendas.

    Pero más allá de este uso propagandístico, el trabajo de Las Casas buscaba acabar con los abusos y se engloba dentro de la mala fama que arrastraban los conquistadores, incluso a ojos de la Corona. La orden de los dominicos, la mayoría de teólogos y los profesores más eminentes, entre ellos Francisco de Vitoria, cargaban sin descanso contra la actuación de algunos conquistadores, a los que retrataban como gente violenta, grosera y carente de perspectiva. El fraile español fue muy influyente en la corte castellana y consiguió materializar sus protestas en 1542, con las Nuevas Leyes para el Tratamiento y Preservación de los Indios, que acabaron de golpe con la indefinición legal reinante en América.

    Estas leyes consideraban a los reinos de Indias en los mismos términos que a otros tantos dentro del Imperio español –como podía ser Aragón, Navarra, Sicilia, etc– y clasificaba definitivamente a los indios como súbditos de pleno derecho de la Corona, lo que impedía que fueran esclavizados bajo ningún supuesto. Concretamente,el artículo 35 prohibía directamente las encomiendas y el artículo 31 ordenaba que los indios sometidos a encomiendas. Pero, ya se sabe, del trecho al hecho hay mucho trecho.


    Los franceses del siglo XVIII cuestionan las cifras

    Otras muchas leyes para atajar los abusos se sucedieron desde Madrid –al igual que las revueltas por parte de los encomendadores– y causaron la indignación de un Rey, Felipe II, acostumbrado a que sus órdenes se cumplieran al milímetro, pero que veía en la distancia con América una barrera insalvable: «Yo he sido informado que los delitos que los españoles cometen contra los indios no se castigan con el rigor que se hacen los de unos españoles contra otros (...) os mando por ello que de aquí en adelante castiguéis con mayor rigor a los españoles que injuriaren, ofendieren o maltrataren a los indios, que si los mismos delitos se cometieses contra los españoles».




    Retrato de Felipe II- Museo del Prado


    Las buenas intenciones de Las Casas y su éxito político solaparon algo evidente: sus cifras no se sostenían, y así lo denunciaron un puñado de autores españoles con escasa repercusión. En el extranjero la Leyenda Negra dio por ciertas las palabras del fraile y hasta el siglo XVIII no se empezaron a poner en cuestión. En «El Ensayo sobre las costumbres» (1756), Voltaire reconoció que Las Casas exageró de forma premeditada el número de muertos e idealizó a los indios para llamar la atención sobre lo que consideraba una injusticia.

    «Sabido es que la voluntad de Isabel, de Fernando, del cardenal Cisneros, de Carlos V, fue constantemente la de tratar con consideración a los indios», expuso en 1777 el escritor francés Jean-François Marmontel en una obra, «Les Incas», que por lo demás está llena de reproches hacia la actitud de los conquistadores. Así y todo, la Revolución francesa y la emancipación de las colonias en América elevaron a de Las Casas a la categoría de benefactor de la Humanidad e hicieron olvidar otra vez los trabajos de Voltaire. Asimismo, la emancipación de las colonias disparó la publicación de ejemplares de «la Brevísima».

    En su libro «Imperiofobia y Leyenda Negra» (Siruela), Elvira Roca Barea cuestiona directamente que de Las Casas conociera lo suficiente América para escribir algo así, pues ni se preocupó por conocer a los indios ni su idioma. «Su estancia más duradera fue cuando le nombraron obispo de Chiapas (1544-1550), pero sólo estuvo allí unos meses y en ese tiempo, como cuentan sus contemporáneos». La mayor parte de su vida restante la pasó en la Corte defendiendo sus textos.

    En este sentido, María Elvira Roca Barea sostiene que «su mera lectura es suficiente para desacreditar [la Brevísima relación] como documento fidedigno y no hace falta desarrollar ningún tipo de razonamiento. Produce estupor y lástima a partes iguales. Nadie con un poco de serenidad intelectual o sentido común defiende una causa, por noble que sea, como lo hizo el dominico».




    ______________________________

    Fuente:

    Bartolomé de Las Casas: El fraile español que prendió la leyenda negra por usar datos falsos sobre los conquistadores de América

  9. #9
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    Re: Las Casas, visto de costado

    Fray Bartolomé de las Casas y la incierta leyenda negra española

    Un solo hombre provocó el inicio de la peor leyenda negra que España sigue soportando.

    Laura Martín

    Domingo, 6. Diciembre 2015 - 10:14






    A Fray Bartolomé de las Casas se le ha bautizado como Apóstol de las Indias, el nuevo san Pablo, y es tal su popularidad –se le considera pionero de la defensa de los Derechos Humanos- que cuesta, a estas alturas, saber a ciencia cierta qué hay de mito y qué hay de realidad. La extraordinaria fama internacional de De las Casas se fundamenta en pasiones políticas y no en méritos objetivos. He aquí un análisis punto por punto de veracidad de las bondades que le atribuyen a este personaje.


    Leyenda: Fray Bartolomé de las Casas viaja a América a defender a los indios.

    Realidad: Bartolomé de Las Casas no sólo no pretende viajar a las Indias para defender a sus nativos sino que durante la primera década que vivirá allí llevará el mismo estilo de vida que sus compatriotas.

    Se embarca hacia las Indias en 1502 acompañando a Nicolás de Ovando, tercer gobernador nombrado por los reyes Católicos. La expedición llega a la isla La Española (actual Santo Domingo), y allí permanece hasta 1512. Participa activamente en las guerras de su gobernador contra los indios, cuya misión es organizarlos en poblados, en convivencia con los españoles, comenzar la evangelización, y que trabajen recibiendo un jornal por ello. Las Casas, por sus servicios como soldado, recibe recompensas en tierras, oro y siervos.


    Leyenda:Fray Bartolomé es el pionero en denunciar la situación en Indias.

    Realidad:Fueron otros clérigos y otras órdenes quienes pidieron un trato más justo para los nativos, a diferencia de Bartolomé de las Casas que se resistió a ello.

    Cierto es que Colón propuso la venta de esclavos a los Reyes Católicos. La reina Isabel se indignó ante tal propuesta y ordenó poner en libertad a los indios, a los que nombró vasallos del reino al igual que cualquier otro español. Vasallos de la Corona, libres, con los mismos derechos y deberes que cualquier cristiano. Pese a esto, era harto complicado controlar a algunos españoles encomendados en las Américas que no seguían las órdenes reales.

    Fray Antonio Montesinos, respaldado por el rey Fernando, fue el primero en enfrentarse a los que desobedecían las directrices de los reyes Católicos y pretendían a los indios como siervos. Todo aquello que después vendería Las Casas como propio no sería más que una repetición de las denuncias de Montesinos, solo que aderezado por sus propios delirios, invenciones y exageraciones.

    Fernando el Católico, a instancias de Montesinos, nombró una comisión formada por personas de la máxima confianza del fraile para que preservaran los siguientes principios: los indios habrían de ser tratados como libres, instruidos en la fe, que hicieran un trabajo moderado y siempre retribuido, que tuvieran casa y hacienda propia y que vivieran en comunicación con los españoles. Conforme a estos principios se redactaron las leyes de Burgos del 27 de diciembre de 1512. Al año siguiente -el 28 de julio de 1513- añadieron al respecto cuatro leyes más en las que se moderaba el trabajo de las mujeres y se prohibía el trabajo de los niños.

    Las Casas disfrutaba durante esos años de las encomiendas recibidas por Ovando, y no quiso, como religioso, participar de la nueva práctica de los dominicos en la isla La Española: habían decidido negarse a confesar a cualquier español que tuviese indios encomendados. Confesión que negaron al mismo Las Casas porque tenía labranzas con indios.

    En 1512 fray Bartolomé emigró a Cuba, donde no había en toda la isla más clérigo que él. De modo que será tarea suya predicar para el Gobernador, Diego Velázquez, y a su segundo, Pánfilo de Narváez. De Velázquez recibió un repartimiento de indios, que empleó para sacar oro de las minas y para el trabajo en granja.


    Leyenda: Fue hombre humilde y cabal que realizó su labor a la sombra.

    Realidad: No es hasta 1514 que se plantea, de golpe, sin evolución ni causa aparente, que el trato que está dando a sus indios es injusto. Decide renunciar a los siervos y a su hacienda. Pese a que en sus memorias afirma haber abrazado la pobreza en silencio, en secreto, el 15 de agosto de 1514 en la fiesta de la Asunción, en presencia de todas las autoridades, da un discurso vanagloriándose de su acto, se impone como modelo, proclama su renuncia a la encomienda, y afirma que nadie se salvará si no siguen su ejemplo.

    Todos los presentes quedaron admirados de su condición de bondad e incluso santidad, según los escritos de la época, aunque ningún español de Cuba liberó a sus indios. Pero Fray Bartolomé se mostró satisfecho pues le admiraban por su gesto y tenían en estima. Según Menéndez Pidal, las Casas entra en un ritmo de interpretación sistemática paranoide de todo escrito, sagrado o no. Según su interpretación, toda norma ética resalta lo demoniaco de la naturaleza del español. No hay grises, no hay mezcla entre el bien y el mal. Deja de distinguir entre cristianos y decide que cualquier trato con los indios es injusto y tiránico, fuera el que fuere el realmente ejercido. Después de erigirse como el nuevo apóstol del rigorismo moral continúa un año más en la isla de Cuba, sin convertir a ningún español ni lograr que emularan sus pasos.

    Decide ir a Castilla. Embarca el 6 de octubre de 1515 con Montesinos, que le da una carta de recomendación para el Rey. Las Casas ya tiene pasaporte para entrar en la Corte. En diciembre de 1515 llega a Plasencia. El Rey Fernando está postrado enfermo (muere el 23 de enero de 1516) así que fray Bartolomé solo logra ser recibido por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, presidente de los asuntos de Indias en el Consejo Real, al que Las Casas acusa -por despecho por no haber sido recibido por el rey- de soberbio e indiferente, y de hacer caso omiso de sus quejas, en contradicción con la opinión de los demás religiosos con los que se reunió para hablar de la situación de los indígenas.


    La leyenda: El plan de reforma de Cisneros está basado en las ideas de Fray Bartolomé

    Realidad: Muerto Fernando el Católico, Las Casas tuvo que entenderse con el Cardenal Cisneros. Presentó una cada vez más larga relación de crueldades cometidas por los españoles en Cuba, La Española, Jamaica y San Juan. Cisneros había percibido de los dominicos su preocupación por los derechos de los indios. Los franciscanos, por su parte, defendían una postura más paternalista de los españoles hacia los nativos. Pese a ser franciscano también, Cisneros optó por una tercera salida, los frailes jerónimos, y los envió en 1516 a reformar el gobierno de Indias. En aquellas fechas Las Casas no pertenecía a ninguna de las tres órdenes, y Cisneros le confirió un cargo de consejero, para mirar por el bien tanto de los indios como de los españoles. Fray Bartolomé alardeará de haber proporcionado al cardenal la base para la reforma, y añade en sus textos que recibió también un título de Protector universal de todos los indios de las Indias. No consta. Y tales fueron las desavenencias con los jerónimos, que fue destituido de su puesto, hecho que Las Casas oculta, afirmando sin embargo que fue él quien renunció.


    Leyenda: Fue un fiel cronista de lo que ocurrió en Indias

    Realidad: En todos los escritos de Fray Bartolomé no hay datos concretos, sólo descripciones imprecisas, aderezadas de horrores que no aclara ni dónde ocurrieron, ni cuándo, ni perpetradas por quién. Lo único que se saca en claro es que el español –cualquiera- parece tener como labor principal en el Nuevo Mundo la tortura y la matanza de indios.

    No sólo describe salvajadas acontecidas en las tierras adonde él viajó, sino que narra con vehemencia las que, afirma, se perpetraron donde jamás estuvo ni fue testigo. Inventa un genocidio indígena, que, según va escribiendo, tiene una cifra de víctimas diferente. Al principio, doce millones de muertos, luego asciende el número de víctimas a 15 millones, y finalmente asegura que se pudieron contar hasta 24 millones de muertos. Cifras que proporciona y cambia arbitrariamente en la misma obra. Sobra decir que es física y demográficamente imposible. Tanto por la velocidad de la matanza como porque en la América Precolombina se estima que la población apenas superaba los 13 millones de habitantes. Claro que también decía Las Casas que en Santo Domingo había visto 30.000 ríos y que el borde norte de la isla era más grande que toda Portugal.


    Leyenda: Predicó con el ejemplo y actuó desinteresadamente ayudando a los indios

    Realidad: Las Casas denunció que todo el dinero originario de las Américas era fruto del robo a los indios. Son embargo, no dudó en aceptar 100 pesos oro al año como procurador de los mismos. Ni medio millón de maravedíes al año por ejercer como obispo para ellos. Ni la pensión de trescientos cincuenta mil maravedíes que se le designaron al perder el obispado. Nunca ejerció la caridad. No aprendió su lengua, no tenía un contacto de igual a igual con ellos, nunca hizo por educarles ni enseñarles algo de provecho. Entre sus congéneres no tenía especial buena fama. Fray Toribio de Motolinia, clérigo misionero, llegó a escribir en carta al emperador Carlos V que Las Casas era un hombre bullicioso y pleitista, injuriador, “yo conozco a De Las Casas quince años (..) y siempre está escribiendo procesos y vidas ajenas, buscando los males y delitos”.


    Leyenda: Se postuló contra todo tipo de violencia.

    Realidad: La única violencia que denunció y generalizó -exagerando e inventando las cifras- fue la que ejercieron algunos españoles contra algunos indios. Nunca mostró horror ante las costumbres nativas, los sacrificios humanos de las religiones precolombinas, las decapitaciones, la extracción de los corazones de los niños y las prácticas antropófagas. En su visión del mundo, los indios eran ángeles pacíficos y los cristianos demonios destructores.

    No sólo eso. En 1531 propone ante el Consejo de Indias que para liberar a los indios de sus trabajos deberían traerse, desde áfrica, a 4000 negros. Tan buena idea le parece que en 1542 vuelve a insistir en la introducción de esclavos negros en las Indias.

    En definitiva, no hay que despreciar la labor de defensa a los indios en las Américas y el intento de que se aplicaran las justas leyes contra la esclavitud que habían promulgado los Reyes Católicos. Pero ni fue el único español que procuró el bienestar de los indios, ni fue un ejemplo de humildad y caridad, ni son ciertas las barbaridades relatadas, ni es justo que un hombre tan polémico y unos datos tan inexactos generaran una leyenda negra que España lleva siglos arrastrando en su historia.




    ______________________________

    Fuente:


    Fray Bartolomé de las Casas y la incierta leyenda negra española | La Gaceta
    Hyeronimus, ReynoDeGranada y Pious dieron el Víctor.

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    Re: Las Casas, visto de costado

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Bartolomé de las Casas y el indigenismo. Natalia K. Denisova.





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