A LA COMUNIDAD TRADICIONALISTA EN ARGENTINA
Tras las guerras carlistas, muchos españoles, sobre todo vascos, tuvieron que abandonar sus montañas, el amor de sus caseríos y embarcarse, para arraigar en América. Aunque las razones de aquella emigración eran políticas, los carlistas que marcharon a América no marcharon al exilio, pues si a Hispanoamérica le despojamos de mandiles masónicos y de tiranuelos miserables, Hispanoamérica aparece ante nosotros como una España, la España de ultramar. A los descendientes de aquellos que marcharon, impelidos por las traiciones y las derrotas del siglo XIX, va este poema, como homenaje a Argentina, reserva del Tradicionalismo. Desde la Madre Patria España, sus hermanos sentimos cada día más la comunión en los fundamentos de nuestro cuatrilema: Dios, Patria, Fueros y Rey Legítimo.
No es frecuente que en este blog nos derramemos en poesía, pues los que lo hacemos somos muy prosaicos, pero constatar que en Argentina todavía hay comunidades que mantienen viva la sagrada llama de la Tradición explicará que, esa emoción tenga que ser expresada con versos, mejores o peores; pero llenos de cariño para nuestros correligionarios de allende el Atlántico.
ARGENTINA
Te levantas del mar, del grande océano
Con la cabellera mojada,
Coronada de algas y frutos marinos...
De tus manos pende una balanza
Y en tus acentos cantarinos
-Que suenan a la Plata de tu Río-
Yo me embeleso, y me derrito
Como la nieve sin su elemento frío.
Surgías, toda cubierta de rocío
Como una Isla de Bienaventuranza,
Cuando el sol en su ocaso
A tus tierras llevaba la crianza
De su lumbre; Sin prisas,
Pero sin pausa Argentina crecía
Mientras payadores cantaban
A la ribera del Río de la Plata
Amores que traen y llevan las aguas.
En los confines del orbe
Descubrí que residía el Sol
Y desde entonces mis olivares
Ganaron perpetuas sombras
Y sus sabrosos óleos fluidos
Fueron ya sinsabores líquidos.
El cielo mío ya no fue azul infinito
Surcado de blanquísimos algodones,
Sino rayas que trazaban los aviones
Como chorros de tinta en las agua del río.
¿Qué miles de gracias? Amada.
Alma: ¿qué donaires inefables?
¿Qué gestos heredaste
De las gentes de Vasconia recia?
¿Qué flechas divinas de España
En tus cejas puso Dios Santo?
Que mi alma se regocija
Y ni la distancia es tanto
Que en Vos sola se fija,
Sin temer ningún quebranto
De la distancia y sus cifras.
Surjes y me encantas
Toda majestad es en Vos,
República de encantos,
Señora de mis suspiros
y de mis ángeles santos,
Tierra poblada con las gentes
Que su patria dejaron,
Tras traidores abrazos.
Como Atlántidas salíferas
Que en los hondos oceánicos
Con su Sol se sumergieron...
Novia de las aguas salutíferas
Con un ramo de calas altas
Vivías... Allí vivías, incógnita,
Reina que de mi Reino faltas.
Del planeta en sus fondos,
Vecina del meridiano Polo
Tenías la atlántica morada,
Y desde entonces yo sólo
El horizonte miro, enamorada
Mi alma de Vos, de Vos pendiente,
Mi alma a Vos arrimada gana.
Esperando que por Poniente
Se levante el Sol de Argentina amada,
Alborada de un nuevo Imperio
Bajo las alas del Águila de San Juan,
Bajo de San Andrés las aspas.
Publicado por Maestro Gelimer
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
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