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Tema: Defección católica de Carlos VII; R. Nocedal funda el Partido Integrista (1888)

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    Defección católica de Carlos VII; R. Nocedal funda el Partido Integrista (1888)

    Génesis del Partido Integrista

    «Antes de acabarse el año 1885», afirmarían después los integristas había ya dentro del carlismo muestras de oposición y antipatía a los defensores de la integridad y pureza de las doctrinas, y de inclinación y benevolencia hacia sus adversarios… corrientes de conciliación que amenazaban arrastrar al partido carlista por nuevos y sospechosos derroteros.

    Para reimplantar la disciplina, Carlos VII utilizó al escritor y antiguo periodista Navarro Villoslada, cuya presencia, alejada de las luchas políticas tiempo atrás, desviaba implícitamente el eje del legitimismo lejos de ‘El Siglo Futuro’, dirigido ahora por Ramón Nocedal, tras el fallecimiento de su padre en julio de 1885.

    En principio, parece que Navarro había sido instado, aún en el 85, a oscurecer este diario con la resurrección de ‘El Pensamiento Español’, activo en los últimos años isabelinos -con cierto aire balmesiano, de tradicionalismo transaccionista- y en el sexenio revolucionario.

    En marzo del 86, no obstante, el escritor se limitó a enviar una carta a ‘El Siglo Futuro’ y a ‘La Fe’, de nuevo a la cabeza del carlismo templado. En ella declaraba su carácter incidental de consejero del monarca proscrito -de sucesor de Cándido Nocedal en definitiva- y, de acuerdo con aquel, insistía en la necesidad de terminar con los ataques contra la jerarquía episcopal. «Eso de retirarse a las trincheras de la política -decía sobre la iniciativa del ‘Diario de Sevilla’- para sustraerse a la acción episcopal además de ser inútil y aun contraproducente, implica una especie o concepto erróneo, cual es el de suponer que la política, hija de la moral, no cae bajo la jurisdicción y magisterio de la Iglesia».

    La carta fue discutida por los periódicos íntegros en memorable resistencia, que dirigieron ‘La Cruz de la Victoria’, ‘La Verdad’ de Santander, el ‘Diario de Sevilla’, ‘El Intransigente’ de Zaragoza y ‘El Correo Catalán’. Lo hacían sobre todo en razón de la sumisión que se les exigía en este último párrafo. Contra ellos, Carlos VII ratificó explícitamente el contenido de la carta. Pero, a petición del mismo pretendiente, Villoslada aclaró que no había en ella renuncia a la autonomía, porque «en el terreno de la acción política sólo a la potestad temporal incumbe dar órdenes». Tampoco había, de otra parte, ni colaboracionismo con el régimen liberal ni afán de escindir el partido.

    La aclaración fue interpretada como triunfo del integrismo. Pese a ello, el escritor ratificó la condena arzobispal de ‘La Ilustración Popular Económica’ de Valencia en 31 de marzo de 1885 y declaró en rebeldía, en abril, a ‘La Verdad’ de Santander, por falta de respeto a la persona del monarca proscrito. Todavía en abril, Navarro Villoslada dimitía como representante suyo, por motivo de salud. «Una sola consideración me hace más llevadero el contratiempo de verme privado de tus servicios -le escribió el pretendiente-, y es la de que la obra que especialmente te encomendé, está ya llevada a feliz remate».

    Unos meses después, reorganizaba éste el carlismo español en sentido que fue juzgado autoritario por los integristas: lejos «de nuestras antiguas formas patriarcales». Habría en cada región un delegado del rey proscrito. Ellos serían cooperadores para mantener incólume el principio de autoridad, «a fin de que nadie alegue ignorancia y los directores y redactores de periódicos, muy singularmente, tengan una regla fija y segura en sus escritos, ya de polémica, ya de cualquier otro género que se rocen con los principios salvadores de nuestra causa».
    ………………..
    Para entonces, comenzaba a salvarse la templanza de la postura legitimista en una crisis previsible. En octubre de 1886, Carlos VII había comunicado la abdicación de su padre, Don Juan, en él, con términos visiblemente moderados sobre sus intenciones…

    En el invierno de 1887-88, la interpretación de estos términos filo-liberales (por la promesa de Constitución) se mezcló en la polémica encabezada por ‘La Fe’ y ‘El Siglo Futuro’. Ahora se trataba de aceptar o no que «el primero de los deberes es manifestar públicamente los sentimientos de adhesión inquebrantable a la real familia proscrita» que así hablaba. Lo que, para el segundo y sus seguidores, equivalía a subordinar la ortodoxia, incluso y principalmente religiosa, a las autoridades humanas. Sobre este punto, ‘La Fe’ arguyó además la conveniencia de mantener la tolerancia de cultos de la Constitución alfonsina de 1876 antes que reimplantar una unidad católica que exigiera espionaje religioso o «represión heterodoxa», repulsivas en su criterio.

    Se trataba por tanto, en palabras de ‘El Siglo Futuro’, de respetar o no «el principio mismo de la Inquisición», intangible para los íntegros
    . En su argumentación, ‘La Fe’ se apoyó en ciertas frases del manifiesto de Morentín, de 16 de julio de 1874, en las que Carlos VII repudiaba también aquel tipo de espionaje espiritual. Aunque el periodista Valentín Gómez se dijo autor del documento, el pretendiente afirmó su exclusiva paternidad. Y ello planteó con mayor acritud el dilema ‘entre la fidelidad a D. Carlos y la fidelidad a los principios capitales y esenciales de la monarquía cristiana.

    Inútilmente, el propio rey proscrito exigió silencio a Nocedal en carta de 26 de enero de 1888. Y llamó a Luis María Llauder, director de uno de los diarios intransigentes más significados, ‘El Correo Catalán’, para convertirlo en mediador entre las dos fracciones.

    De la entrevista de ambos en Venecia surgió una declaración formal del escritor, publicada el 14 de marzo en aquel periódico, sobre ‘El Pensamiento del Duque de Madrid’. Para este, la unión de los católicos debía de consistir «en la afirmación de estos tres puntos. Obediencia al Papa y a la Iglesia en lo religioso, sumisión a la persona de D. Carlos en lo político, y en su consecuencia adhesión a los principios o bases de su bandera, que quiere conservar en toda su integridad y pureza, sin vacilaciones ni debilidades».

    Sobraba, por lo tanto, la usual distinción entre integristas y semi-integristas dentro de su partido. «Si el que abraza la verdad íntegra puede ser carlista, el que la rechaza no puede pertenecer a nuestra comunión. Y pues con decir carlista queda significado esto, que cree D. Carlos que hemos de abandonar estos aditamentos que traen confusión.

    Surgida ahora la polémica sobre la disciplina que se les imponía, la discusión (que llenaba ya la mayor parte de las publicaciones tradicionalistas) se agravó acaso con el artículo de Emilia Pardo Bazán, en ‘La Fe’ del 30 de abril de 1888, «Confesión política». Aconsejaba decidirse por la templanza expresa en el escrito de Llauder (el rey le había hablado de tolerancia religiosa de nuevo). Había que convertir el carlismo en «partido escéptico» que diera «más valor a la rebaja de tributos que a la ley de matrimonio civil».

    Exigido de nuevo el silencio por el rey, Nocedal planteó, en representación a Carlos VII de 1 de junio, la cuestión de su jurisdicción sobre problemas doctrinales, implícita en todo esto. El monarca le respondió que «indudablemente para que haya unidad en nuestros trabajos se necesita un juez que esté por fuera y por encima de toda discusión», que había de ser «el rey, depositario del principio de autoridad. Y le conminó por última vez a la sumisión.

    Destacado en este debate ‘El Tradicionalista’ de Pamplona, el subdelegado carlista en Navarra lo declaró expulsado del legitimismo aún en junio. Y a comienzos de julio, por orden de Don Carlos, su secretario Melgar ratificó la medida y la amplió a las nueve publicaciones tradicionalistas de Cataluña y a ‘El Siglo Futuro’ por adherirse al diario pamplonés.

    Así nacía el Partido Integrista, encabezado por Ramón Nocedal y ‘El Siglo Futuro’ y justificado por el filósofo Ortí y Lara, que, en nueva evolución (había sido tradicionalista independiente y luego afín a la Unión Católica), destacó en las acusaciones de liberalismo formuladas contra el rey proscrito. Quizá treinta publicaciones y buena parte de las fuerzas del carlismo constituyeron el nuevo grupo. Su definición quedó expresa en la «Manifestación» escrita de Burgos, firmada el 31 de julio por representantes de 24 periódicos.El documento consideraba a don Carlos rebelde a su propia causa. Dentro del lema ‘Dios, Patria, Rey’, presentaba «la unidad católica como la primera ley fundamental de la sociedad española», que había de concretarse, no en una mera declaración formal, sino en «el gobierno de Cristo Rey, Señor y Dueño absoluto de todas las cosas.

    Concretaba esta dependencia en términos teocráticos de ortodoxia un tanto confusa: «Como el cuerpo al alma ha de estar unido y subordinado el Estado a la Iglesia, el luminar menor al mayor, la espada temporal a la espiritual, en los términos y condiciones que la Iglesia de Dios señala, como lo establecen nuestras leyes tradicionales. La enseñanza ha de sujetarse a la autoridad de la Iglesia, y a su magisterio infalible y jurisdicción soberana han de someterse las doctrinas. Se han de reconocer todas las preeminencias, privilegios y fueros eclesiásticos establecidos por los sagrados cánones. Y sin perjuicio de estar a lo que la Santa Sede, única autoridad en la materia, estime más conveniente en cada caso, la España tradicional no quiere regatear a la Iglesia de Dios sus derechos, ni pactar con ella como con potencia extraña lo que mutuamente se han de conceder; sino someterse humildemente a su jurisdicción y magisterio, reconocerle cuantos derechos y atribuciones nos enseña y sabemos por su doctrina que son suyos, y vivir con ella en las relaciones propias y naturales de subordinación y amor».

    «Vicarios de Dios son los reyes» -insistía, en la misma línea del agustinismo político. Pero «el que ha de ser rey, antes de recibir el reino debe prestar juramento de guardar y cumplir sus leyes fundamentales, fueros y franquicias, y en primer término la unidad católica; y el que falte a su juramento quiere la ley que sobre hacerse merecedor de todas las maldiciones que lanza Dios contra el perjuro, pierda su dignidad», por medios que no indicaba.

    Paradójicamente, se dijo que la reunión de Burgos había sopesado la aceptación de la forma republicana de Gobierno, tal vez influida por el recuerdo de la presidencia de García Moreno en el Ecuador, propuesta como ejemplo de constitucionalismo católico por la prensa confesional de la Revolución y los inicios del nuevo régimen....

    la política religiosa en españa 1889 -1913 - digital-csic ...

    Última edición por ALACRAN; 06/04/2016 a las 15:36

  2. #2
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    Re: Defección católica de Carlos VII; R. Nocedal funda el Partido Integrista (1888)

    ...En realidad, el nacimiento del Partido Integrista no parecía reflejar un éxito sino una decadencia…
    Es sintomático que, en 1889, elementos adictos le ofrecieran subvencionarla o suscribirse a varios centenares de números para mantenerla. No es menos sintomático quizá que, en la diócesis de Salamanca, instados los sacerdotes a adherirse al nuevo Partido Integrista, sólo «treinta y tantos» entre «más de trescientos» lo hicieran, en el otoño de 1888.

    Tras las elecciones de 1890, ‘La Tradición Navarra’ reconocía de sus propios colegas que «es el partido íntegramente católico tan sumamente reducido, que a duras penas y por la casualidad que por propias fuerzas (no nos duelen prendas) ha logrado sacar triunfante un diputado en toda España.


    En definitiva, según un dictamen arzobispal de 1894, el Partido Integrista se había ido aislando cada vez más hasta perder por completo si no el tesón y el espíritu de batalla, la importancia como grupo y la influencia decisiva que alguna vez ejerció... Su influencia en la política se reduce a la que éste [Nocedal] personalmente pueda ejercer; tiene contados elementos en las masas populares, muy pocos en las clases ricas, escasos en las letras y ninguno en el ejército». Y se había enajenado «las simpatías de la mayor parte del Episcopado».

    Quedaban, junto a él, otras dos fracciones notables en el tradicionalismo.

    De ellas, el carlismo ofrecía «una solución clara, precisa, humana, encarnado en un vástago ilustre de regia estirpe, con un programa bien definido». Era aún, además, «partido numerosísimo, verdaderamente popular y sincera y profundamente cristiano, pujante y vigoroso, acaso el más vigoroso de los partidos españoles, y sin duda alguna el más potente de los partidos católicos. Su núcleo principal estaba en las clases populares, aunque cuenta con muchos partidarios en el Clero, no pocos en la nobleza, bastantes en las clases ricas y algunos en la política, la prensa y las Universidades», además de militares «de inferior graduación, quizás por lo mismo que tiene un ejército propio». Pero la única posibilidad de vencer estribaba en la guerra, y «hoy la guerra no se hace a fuerza de valor, sino a fuerza de dinero».

    Por último, siempre según aquel escrito de 1894, Alejandro Pidal acaudillaba «la fracción alfonsina ultramontana que constituye la derecha del partido conservador. Escasos son sus partidarios en el pueblo; pero en el Clero no le faltan, en el ejército los tiene muy numerosos, abundantes en las Universidades, y sobre todo en las Academias, en la literatura, el arte y la política. A su lado figuran o han figurado los nombres de más prestigio de las letras católicas españolas, los Fernández Guerra, los Tamayo y Baus, los Selgas, Cañetes, Rubió y Ors, Milá y Fontanals, Laverde Ruiz, los Menéndez Pelayo, los Marqueses de Pidal y de Vadillo, y tantos otros»: «principalmente los hombres de letras, los políticos, los literatos, los poetas, los hombres de más prestigio en Academias y sociedades científicas y literarias…

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    Última edición por ALACRAN; 06/04/2016 a las 15:37
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.

  3. #3
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    Re: Defección católica de Carlos VII; R. Nocedal funda el Partido Integrista (1888)

    Cuando se habla del Partido Integrista suele obviarse su reintegración en la Comunión Tradicionalista en 1931 y que sus antiguos dirigentes ya no volvieron a separarse de ella. Durante la Segunda República El Siglo Futuro llegó a considerarse el órgano oficioso de la Comunión Tradicionalista y aun así seguía indicando en su cabecera "Fundado por Ramón Nocedal y Romea en 1875". Su último director, Manuel Senante, no aceptó el Decreto de Unificación y por eso no quiso seguir publicando el diario después de la victoria de 1939.

    Aunque resulte extraño, los carlistas actuales son los únicos herederos legítimos tanto de Nocedal como de Don Carlos.
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  4. #4
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    Re: Defección católica de Carlos VII; R. Nocedal funda el Partido Integrista (1888)

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Cuando se habla del Partido Integrista suele obviarse su reintegración en la Comunión Tradicionalista en 1931 y que sus antiguos dirigentes ya no volvieron a separarse de ella. Durante la Segunda República El Siglo Futuro llegó a considerarse el órgano oficioso de la Comunión Tradicionalista y aun así seguía indicando en su cabecera "Fundado por Ramón Nocedal y Romea en 1875". Su último director, Manuel Senante, no aceptó el Decreto de Unificación y por eso no quiso seguir publicando el diario después de la victoria de 1939.

    Aunque resulte extraño, los carlistas actuales son los únicos herederos legítimos tanto de Nocedal como de Don Carlos.
    Bien, pero en el aspecto que tratamos lo decisivo sería no la corteza formal del Partido Integrista (aun integrado en la Comunión Tradicionalista) en 1931, sino su continuidad real con el ideario práctico de 1888 sobre unidad católica en su sentido estricto y excluyente sin transacciones. La defensa ya no era la misma ni muchísimo menos; se nota un ablandamiento clarísimo:
    1931. SÍNTESIS DEL PROGRAMA DE LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA
    Mientras España no deje de ser lo que es, el programa tradicionalista será el mismo que fue. A través de los cambios y mudanzas de las cosas políticas, la Comunión Tradicionalista se conservará firme en sus postulados, ajena a los fracasos y a la crisis hondísimas que pesan sobre la Patria, y acentuando su decadencia la ponen al borde de la ruina.

    Dios, Patria y Rey, así expresados y por este orden, son los puntos sintéticos del programa. Católicos, españoles y monárquicos son los términos de nuestra definición: Católicos sobre todas las cosas, amantes de nuestra Patria, la más gloriosa de la Historia Universal y monárquicos en cuanto anhelamos la monarquía tradicional española como forma de gobierno consustancial con las esencias nacionales de España.

    RELIGIÓN
    Con sujeción de la Iglesia Católica creemos que los Estados como los individuos tienen el deber de profesar la fe católica. Rechazamos el laicismo de Estado y queremos la restauración católica española sobre la tesis de nuestra Unidad Católica “símbolo de nuestras glorias, espíritu de nuestras leyes y bendito lazo de unión entre todos los españoles”.

    LA UNIDAD CATÓLICA
    Los españoles que profesan alguna religión son católicos. Ante todo, bautizados y por tanto súbditos de la Iglesia y sujetos a su jurisdicción. Buenos o malos católicos, incumplidores muchos por desgracia, de sus deberes pero católicos. Porque en España no hay infieles ni existen sectas disidentes (grande bien a nuestros católicos reyes), en nuestra Patria no se concibe el régimen de libertad de cultos o de tolerancia. El ateo, el impío, no profesa ninguna religión y no tiene derecho alguno a mermar los derechos de los que la profesan.

    RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO
    Las relaciones entre la Iglesia y el Estado deben ser en España las de íntima unión de dos sociedades completas y perfectas en sus órdenes respectivos con independencia absoluta de aquella para la realización de los fines de su divina institución, e independencia también del Estado para el logro de sus peculiares fines aunque sujeto a la Iglesia en lo espiritual.

    Así no puede haber conflictos entre ambas potestades, sino que se armonizan y se ayudan. Y con la paz de las conciencias se asegura el bienestar de todos: de los católicos buenos y de los incumplidores, impíos y ateos, que aparte que puedan mejorar espiritualmente, podrán en lo material realizar sus fines de vida, ya que el Estado que en la unión nada pierde que le pertenezca, es mucho lo que gana para el orden y la paz pública.

    SEPARACIÓN EN LO ECONÓMICO
    Queremos la independencia económica de la Iglesia una vez que obtenga los bienes que en “inmenso latrocinio” le fueron arrebatados y en la actual persecución masónica se le niegan.

    Repugnamos el regalismo que sujetó a la Iglesia a un Patronato, que concedido por los Papas a los Católicos Reyes Españoles como recompensa por sus servicios a la fe y como medio de acrecentamiento de esa misma fe y auxilio de la Iglesia, vino a parar a manos de los Ministros liberales que impíos o masones muchas veces, venían a intervenir en la elección o proposición para cargos eclesiásticos, con merma de la independencia de la Iglesia y riesgo de sensibles designaciones.

    LAS LIBERTADES
    El Tradicionalismo es esencial y fundamentalmente antiliberal. Al liberalismo debe España su decadencia y toda la actual corrupción. Defendemos con el denuedo que nadie igualó, las libertades personales de la dignidad humana, de la humana sociabilidad y de la condición de católicos y españoles, esas libertades que la Iglesia misma declara y que en nuestras tradiciones patrias se encuentran consagradas. Pero es porque esas libertades se contienen dentro de los límites que la misma dignidad humana y el orden social, establecen.


    Libertad de conciencia, pero no por la insubordinación de la razón contra la fe, sino por la aceptación de las enseñanzas de la Verdad Única. No se puede imponer a nadie una fe ni la profesión de católico, pero a nadie es lícito manifestar ni exteriorizar lo que repugne al dogma del que la Iglesia es depositaria o a los fundamentos sociales sin los que la Nación se aniquila.

    Libertad de enseñanza, reconociéndose el derecho de la Iglesia a enseñar cualesquiera clase de disciplina, como a la familia, las corporaciones, los municipios y en general a todos los ciudadanos con sujeción a la moral de la Iglesia y en lo tocante a orden social y colación de títulos que capaciten para cargos públicos, al Estado.

    Y siempre dentro de aquellos límites fundamentales, libertad de asociación y de reunión, de prensa y de propaganda, de profesión y de trabajo, de domicilio, que no pudo el liberalismo llegar tan lejos en el reconocimiento de las verdaderas libertades, ni supo resistir tanto ni alzarse tan intrépidamente contra la tiranía y toda opresión.

    A eso obliga la cualidad de católico del Estado, porque “la unidad católica es la primera ley fundamental de la sociedad española, y contra ella, o no informada por ella, no hay ley que obligue, ni derecho que prevalezca, ni autoridad legítima, ni enseñanza lícita, ni doctrina libre, ni obra permitida; porque ella es en nuestra tradición secular raíz, base, norma y guía de toda autoridad y de todo derecho, y código supremo de toda acción y toda doctrina”.


    [http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/1370-1931-sintesis-del-programa-de-la-comunion-tradicionalista.html

    LA UNIDAD CATÓLICA
    Los españoles que profesan alguna religión son católicos. Ante todo, bautizados y por tanto súbditos de la Iglesia y sujetos a su jurisdicción. Buenos o malos católicos, incumplidores muchos por desgracia, de sus deberes pero católicos. Porque en España no hay infieles ni existen sectas disidentes (grande bien a nuestros católicos reyes), en nuestra Patria no se concibe el régimen de libertad de cultos o de tolerancia.El ateo, el impío, no profesa ninguna religión y no tiene derecho alguno a mermar los derechos de los que la profesan.
    Pero, en el siglo XIX, el postulado integrista no sólo “no concebía” el régimen de libertad de cultos y de tolerancia, sino que le era beligerante; como también contra los derechos reconocidos de ateos e impíos… en 1931, a éstos ya sólo les conminaba a que… “no mermaran” (uff) los derechos de los (pobrecitos) católicos.

    En esto habían parado ya medio siglo de mal menor, de transacciones, contubernios y (sobre todo) de comodidad de la Jerarquía Católica…

    RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO
    Las relaciones entre la Iglesia y el Estado deben ser en España las de íntima unión de dos sociedades completas y perfectas en sus órdenes respectivos con independencia absoluta de aquella para la realización de los fines de su divina institución, e independencia también del Estado para el logro de sus peculiares fines aunque sujeto a la Iglesia en lo espiritual.
    Otra concesión al liberalismo… Porque ciertas funciones materiales del Estado tradicional también deben estar sujetas a la Iglesia o a sus dictámenes: enseñanza, matrimonios, entierros…

    LAS LIBERTADES
    El Tradicionalismo es esencial y fundamentalmente antiliberal. Al liberalismo debe España su decadencia y toda la actual corrupción. Defendemos con el denuedo que nadie igualó, las libertades personales de la dignidad humana, de la humana sociabilidad y de la condición de católicos y españoles, esas libertades que la Iglesia misma declara y que en nuestras tradiciones patrias se encuentran consagradas. Pero es porque esas libertades se contienen dentro de los límites que la misma dignidad humana y el orden social, establecen.
    Hablar de libertades (las que sean) es cosa de liberales. En el siglo XIX, el discurso integrista se centraba no en defender “las libertades personales de la dignidad humana” (lenguaje ridículo, equívoco liberaloide) sino en atacar y prohibir las falsas libertades de perdición (prensa, cátedra) y en destituir a los políticos culpables de ello (Cánovas), etc. etc

    Libertad de enseñanza, reconociéndose el derecho de la Iglesia a enseñar cualesquiera clase de disciplina, como a la familia, las corporaciones, los municipios y en general a todos los ciudadanos con sujeción a la moral de la Iglesia y en lo tocante a orden social y colación de títulos que capaciten para cargos públicos, al Estado.
    Ay, ay, ay que les prohibían los colegios. Señor masón, permítame enseñar, haga el favor, que no le causaré ningún problema...


    Las complicidades, silencios, textos equívocos, "hipótesis" y otras zarandajas de León XIII hicieron muchísimo daño y acabaron, al fin, pasando factura.
    Última edición por ALACRAN; 07/04/2016 a las 14:19
    DOBLE AGUILA y raolbo dieron el Víctor.

  5. #5
    DOBLE AGUILA está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Defección católica de Carlos VII; R. Nocedal funda el Partido Integrista (1888)

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    Puedo estar equivocado, pero mucho me temo que el gran heredero ideológico de Nocedal (con matices claro) pudiera ser don Blas Piñar; que entendió siempre como falsas la "libertad de cultos", la "Monarquía Constitucional" o el Estado laico/aconfesional. Todo ello, sin plantear ni uno ni otro conflicto dinástico alguno especificamente.

    En el caso de Nocedal, apartir de la escisión éste reconoce expresamente y sin reservas como "legítima" (aunque mediatizada por traidores) a la rama isabelina.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 08/04/2016 a las 02:01
    ALACRAN y raolbo dieron el Víctor.

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