¿Tiene futuro la Hispanidad?
No parece ser muy optimista el historiador Pío MOA, el cual hace un somero repaso de la situación a la que toda la esfera hispana se enfrenta cara a un futuro negro. Se puede estar de acuerdo o no, o tal vez pensar en positivo y tratar de hacer algo para cambiar un rumbo que a día de hoy pinta en bastos. Proyectos no deberían faltar, gente joven dispuesta a llevarlos a cabo dentro de unas décadas cuando ya no sean tan jóvenes pero tengan más responsabilidades y opciones, tampoco deberían faltar. Pero hay un halo negro en todo esto, la total inacción, es como si hubiese un cansancio histórico y moral que impidiese una reacción general. Lo tenemos en España, lo vemos cada día, contemplamos como los revientapatrias van creciendo, se extienden fuera de los límites en los que surgieron y progresivamente van infectando todo lo que tocan en otras regiones limítrofes. Nada tiene de sorprendente, porque nadie les hace frente, España ha dejado de interesar a nadie salvo para el fútbol o el turismo, y España que debería ser el referente moral para todos los demás países hispanos, resulta que ya no es ni una sombra de si misma.
¿Tiene futuro la Hispanidad?
La Hispanidad es una gran idea para impulsar acuerdos entre un amplio grupo de países que, juntos, pueden desempeñar un papel político y cultural en el mundo. Países unidos por una lengua y una cultura comunes y una historia en gran parte compartida. Esto es una evidencia, pero a la hora de hacerla operativa, surgen las dificultades. Durante largo tiempo, la cultura hispana ha sufrido la erosión de la de la leyenda negra, procedente de un fraile perturbado y explotada muy a fondo, hasta nuestros días, por países que fueron enemigos de España cuando España era una primera potencia, pero que se mantiene con la misma fuerza cuando hace mucho que dejó de serlo.
La leyenda negra ha sido interiorizada y ampliada, además, por generaciones de españoles e hispanoamericanos que empiezan por preferir llamarse “latinos” a iniciativa de Francia, para disimular sus raíces. La propaganda y la enseñanza antiespañolas en América son realmente enconadas, como se comprueba fácilmente, aunque en ese odio haya un componente de amor, pues después de todo se odian a sí mismos. Desde el punto de vista cultural e intelectual, la Hispanidad significa muy poco hoy día, está completamente apabullada por la tremenda fuerza de la cultura useña, y en varios países, empezando por la propia España, se está tratando de cooficializar el inglés como lengua superior de cultura y comunicación a todos los niveles. El porvenir no parece muy risueño. Decía Salvador de Madariaga que la URSS aspira a degollar nuestra libertad y Estados Unidos a degollar nuestra cultura. Parece que los va consiguiendo, con la entusiasta colaboración de un ejército de lacayos españoles.
Políticamente, España manifiesta su radical impotencia admitiendo una colonia extranjera en su territorio y lamiendo las botas, literalmente, del colonizador; y tratando de borrarse históricamente y entregar su soberanía a un proyecto desnacionalizador supuestamente europeo. Pero en un terreno más amplio, ¿qué ofrece políticamente la Hispanidad? De momento, nada o casi nada. Las potencias anglosajones ofrecen una alternativa global bautizada, más o menos acertadamente, demoliberalismo, con derivas actuales como el homosexualismo, el abortismo, la destrucción de la familia tradicional, el socavamiento a fondo de la herencia cristiana, etc. Los países hispánicos siguen enfangados en una mezcla de políticas demagógicas de escaso contenido intelectual, repulsa e imitación simultáneas de los modelos anglosajones, y nula alternativa. Algunos hablan del catolicismo como una base para fundar un impulso cultural y político propio, pero por ahí no se ve una perspectiva de futuro. La Iglesia no pasa por sus mejores momento, desde luego, y tenemos la experiencia del franquismo para meditar sobre ello. Económicamente se trata de países muy dispares, muy poco brillantes, casi siempre con excesiva corrupción y ninguno de ellos con capacidad para marcar una orientación propia, suponiendo que ello sea posible.
Podríamos seguir citando aspectos poco prometedores. ¿Qué queda realmente? Queda lo dicho al principio: una lengua y elementos culturales, y por tanto la posibilidad de construir sobre ellos. De momento solo eso: una posibilidad.
La Hispanidad se parece a un enorme legado que un padre trabajador hubiera dejado a unos hijos ineptos y derrochones. Parte del legado sigue ahí, a pesar de todo.
¿Tiene futuro la Hispanidad? – Alerta Digital
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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