ZAMORA UN 30 DE MAYO DE 1520...
El 30 de mayo Zamora recibió sin ninguna demostración de afecto a sus diputados que habían votado el servicio en las Cortes de la Coruña, que eran Bernandino Ledesma y Francisco Ramírez. En este caso el movimiento careció de espontaneidad: todo había sido preparado de antemano por el magnate del lugar, el conde de Alba de Liste, que se avino a acusar a los procuradores ante un tribunal compuesto por cuatro regidores:
Esta especie de comedia fue suficiente para dar satisfacción a la multitud encolerizada que exigía el castigo de los traidores, y pudo evitar violencias más graves. En efecto, el conde había redactado de antemano la sentencia que debía pronunciar el jurado improvisado:Para que éstos les diesen el castigo que mereciesen.
El conde de Alva sacó vna sentencia que tenía ordenada, en que les condenava a los dichos procuradores a no avidos por ydalgos de ay adelante e desnaturados de la cibdad y ávidos por pecheros e que fuesen puestas dos estatuas de piedra en la plaza con sus nombres escritos por memoria.
Tras dudar un tanto, los jueces finalmente ratificaron la sentencia del conde, la cual solamente a medias daba satisfacción a la población, terriblemente excitada contra los procuradores, los cuales consiguieron huir de la ciudad y refugiarse en el Monasterio de Montamarta, distante una jornada de la ciudad.
Como el futuro jefe comunero Juan de Porras se negase a firmar la sentencia alegando que va en contra de los designios de su magestad, el de Liste, en una escena harto teatral, la rasgó acusando a aquel de no querer castigar a los procuradores. La muchedumbre se lanzó contra Porras, quien en plena huida, fue apresado por el conde y encerrado en la fortaleza de la ciudad.
La multitud intentó destruir sus casas, pero la condesa de Alba de Liste y el obispo Acuña consiguieron apaciguarla. La intervención del obispo no parece estar muy de acuerdo con los sentimientos que los cronistas oficiales atribuyen generalmente al terrible obispo de Zamora, y prueba que Acuña no estaba inclinado sistemáticamente hacia violencia. Eso si, no se pudo evitar que en la Plaza Mayor no se quemasen y arrastrasen las efigies de los Procuradores o que se colocasen otros bustos de los mismos al frente de la casa de Capítulos, con carteles que ostentaban epítetos calumniosos y deshonrosos.
Es más, antes de todos estos sucesos (sentencia del tribunal, huida de los procuradores etc.), Danvila, el autor de Historia Critica y Documentada de las Comunidades de Castillla, agrega:
D. Pero Laso, obedeciendo acaso á la consigna dada en Toledo, se presentó en Zamora, comisionado por la imperial ciudad, para propagar en las demás el movimiento revolucionario. Y uno de sus últimos historiadores añade que, sin entrar en Zamora, se alojó en el Convento de San Francisco, extramuros, donde fué tanta gente del pueblo á verle, que hubo de salir á una capilla y habló recapitulando los agravios que decía se habían hecho contra el servicio de la Corona, y proponiendo que siguieran la voluntad de Toledo de ponerles remedio.
En ese momento aparece Porras secundando a D. Pero Laso. Así, ciertos documentos concretan sus responsabilidades, pero le resultó facil demostrar que no había desempeñado un papel de importancia en aquella ocasión. Todo había sido arreglado de antemano por el conde de Alba de Liste.
Última edición por Comunero Convencido; 17/11/2016 a las 01:36
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