Fernando Martínez Laínez publica «Mientras la patria exista», el relato definitivo sobre la gloria y la tragedia del Regimiento Alcántara.
En su obra, el autor explica pormenorizadamente la dura labor de los soldados de Primo de Rivera desde el mismo instante en el que se sucedió el Desastre de Annual.
Lucharon y murieron como leones. En un trágico 23 de julio de 1921, y al grito de «¡Viva España!», los 700 jinetes del Regimiento de Caballería Cazadores de Alcántara nº 14 cargaron una decena de veces contra los rifeños ubicados en los alrededores de Melilla con un único objetivo en la mente: proteger la retirada de los desafortunados compañeros que llegaban desde el aniquilado campamento de Annual. De no ser por su heroicidad, aquella cruenta jornada dos millares de combatientes rojigualdos habrían sido asesinados a sangre fría por los hombres del líder local Abd el-Krim. Sin embargo, estos castizos centauros se sacrificaron para proteger a sus compañeros de armas.
La tragedia del regimiento (un 90% de sus hombres se dejó la vida ese día) no sirvió al Alcántara para ganar la Laureada Colectiva de San Fernando. Aquel reconocimiento tuvo que esperar hasta 2012. Con todo, sí granjeó a sus integrantes la gloria que ofrece el saber que la columna del general Felipe Navarro (formada por unos 2.000 hombres) logró pasar el cauce del río Igan con cientos de heridos y arribar felizmente a lugar seguro. Y es que, para los rifeños era tristemente habitual dar buena cuenta de los prisioneros a base de cuchillo.
Todas aquellas cargas las llevaron a cabo, por si cabe alguna duda, sabedores de que lo que les esperaba era el otro mundo. No en vano, el teniente coronel Fernando Primo de Rivera (al frente del Alcántara durante el Desastre de Annual) espetó lo siguiente a sus hombres antes de que comenzara la lid: «¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio, que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos». Y desde luego, no lo fueron.
La historia del Regimiento Alcántara salió a la luz el pasado 2012. El mismo año en el que, tras casi un siglo de espera, el Rey impuso la Laureada Colectiva a la unidad por la valentía que demostraron en el Rif. Ahora, otro lustro después, sus caídos han obtenido un nuevo reconocimiento. Aunque en este caso ha llegado de la mano del popular escritor y periodista Fernando Martínez Laínez. Y es que, este versado divulgador acaba de publicar «Mientras la patria exista» (Edaf, 2018), una obra que relata por fin las vicisitudes que llevaron a estos jinetes desde los alrededores de Melilla, hasta el río Igan.
Entender las cargas del Alcántara requiere viajar en el tiempo hasta el verano de 1921. Por entonces la situación en el norte de África se atisbaba feliz para los españoles, pues el ejército (a las órdenes del general Manuel Fernández Silvestre) había logrado extender los dominios del país a base de espada y fusil. Sin embargo, la realidad es que la expansión no era más que un absurdo espejismo, pues se había llevado a cabo sin asentar las posiciones defensivas, sin crear líneas de suministro viables y -en definitiva- sin asegurar el territorio. Tan solo se habían edificado de forma salpicada pequeños fuertes llamados «blocaos» a lo largo del territorio.
Pero ni la mala planificación, ni el ingente número de tropas rifeñas detuvieron las ansias de un Silvestre ávido de pacificar la zona. El 7 de julio de 1921 el militar ordenó a uno de sus hombres de confianza, el comandante Julio Benítez, avanzar y conquistar la posición de Igueriben (una de las más avanzadas del frente). Para su desgracia, aquella operación colmó la paciencia de Abd el-Krim, quien logró aunar a las diferentes cabilas de la región bajo su bandera para dar el golpe de gracia a un ejército (el español) que se había internado demasiado en territorio enemigo.
Los hechos que vinieron a continuación son bien conocidos. Los rifeños (entre 8.000 y 10.000, antendiendo a las fuentes) atacaron a los escasos españoles de Igueriben. Los nuestros se aprestaron para la defensa, pero sabían que, si no recibían ayuda inmediata, estaban condenados a dejar este mundo. Desesperado, Benítez solicitó ayuda a Silvestre, y este respondió saliendo «con todo» (como el mismo afirmó) para socorrorle. Pero fue en vano. Entre el 21 y el 22 de julio, aquellos tigres cayeron combatiendo ante innumerables enemigos.
Una vez que acabaron con la avanzadilla, los hombres de Abd el-Krim (se cree que hasta 20.000, aunque las cifras reales se desconocen) cercaron el campamento de Silvestre, en Annual. Pintaban bastos para los de la rojigualda. No ya solamente por el escaso número de hombres en la zona (unos 4.000), sino porque apenas había artillería, la munición era escasa y la posición era una ratonera imposible de defender. Ante esta situación, el general español se tragó su valor y ordenó la retirada masiva hacia posiciones más propicias. A partir de ese momento se inició una huida en total desorden que permitió a los rifeños pasar a gumía a cientos de los hispanos.
En medio de un caos coronado con la misteriosa muerte de Silvestre (parece ser que se suicidó al verse rodeado de enemigos), el general Felipe Navarro -segundo al mando- fue enviado con urgencia a Dar Drius (en las cercanías) para organizar parte de la retirada. El militar llegó a la zona el 22 de julio y formó una gigantesca columna de entre 2.000 y 3.000 supervivientes a la que ordenó iniciar camino inmediato hacia Melilla. «La columna de Navarro en retirada va muy escasa de artillería y han muerto por el fuego enemigo muchos mulos, algunos abatidos y otros despeñados en los barrancos del camino», explica Laínez en «Mientras la patria exista».
Una jornada después, el 23 de julio, el objetivo de Navarro era arribar como mínimo hasta la seguridad de Batel (a 19 kilómetros de Dar Drius) para, desde allí, continuar camino hacia Melilla. Pero para entonces el caos y el desconcierto ya habían cundido entre los soldados españoles. Por si fuera poco, la noticia del repliegue motivó a los rifeños a cargarse de balas y salir a hostigar a los heridos españoles. Con estos mimbres el desastre estaba garantizado. Y así ocurrió. La tragedia esperaba a la columna a la altura del cauce seco del río Igan, un lugar perfecto para tender una emboscada.
Nada más pisar las cercanías del río, la columna se vio obligada a enfrentarse a cientos de tiradores rifeños bien apostados. La situación era desesperada, así que Navarro ordenó al Regimiento Alcántara (al mando de Primo de Rivera) proteger la retirada a toda costa. No era una misión nueva para los jinetes, pues llevaban ya una jornada ayudando en las labores de repliegue a base de sable. «Ante la nueva situación, el general Navarro manda a Primo de Rivera salir con sus cinco escuadrones a proteger el camino entre Uestia y el Igan para despejar la carretera», añade Laínez en «Mientras la patria exista».
Así comenzó el Alcántara su jornada más aciaga...
1-¿Cómo se pasó de la tranquilidad, a la desesperación en Annual? ¿Cuál fue el detonante?
No hubo, en realidad, un solo detonante, sino varios: el alargamiento excesivo de la línea de penetración en el Rif, la carencia de medios móviles, la mala preparación de la tropa peninsular, la falta de un plan alternativo de retirada, la ineficacia de las posiciones aisladas y sin agua, la errónea información sobre las cabilas… Las tropas españolas habían alcanzado su límite logístico, y todo se juntó para provocar el desastre en pocos días. Son las leyes de la guerra.
2-¿Cuantos rifeños se unieron contra España? ¿Por qué les resultó tan fácil tomar Annual?
No hay cifras seguras. Al principio debían de ser unos 20.000, pero fueron engrosando a medida que los españoles se retiraban. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, la explicación está en las causas que hemos señalado antes. El plan de retirada de Silvestre fue un completo caos, se había agotado el agua y escaseaban las municiones, y no había nada previsto para resistir en otras zonas. La tropa entró en pánico y el resultado fue catastrófico. El suicidio de Silvestre es la imagen absoluta de su fracaso.
3-¿Por qué se generalizó el caos?
La rapidez de la progresión militar en el Rif era engañosa, porque la dispersión de las fuerzas españolas era excesiva. Tras la caída de dos posiciones claves como eran Abarrán e Igueriben, el enemigo se viene encima contra Annual y ataca en masa. El general Silvestre ordena una retirada mal concebida y peor organizada y la tropa y parte de la oficialidad entran en pánico.
La mayoría de las bajas se producen justo en el momento de abandonar el campamento por el desfiladero de Izummar, con los soldados en fuga, entorpeciéndose unos a otros en un tumulto de unidades revueltas. En poco más de media hora se vacía Annual y se produce la espantada. Annual se abandona sin órdenes ni disciplina. Era un conglomerado confuso de tropas y oficiales sin plan ni dirección..
4-¿Por qué no hubo una retirada más ordenada?
En gran parte porque no existían planes previstos y se tomó la peor decisión: la fuga desordenada y precipitada. A esto contribuyó también la defección de la Policía Indígena, que se pasó al enemigo en el momento crítico y, por supuesto, también influyó la mala preparación de las tropas peninsulares. Muchos soldados no habían disparado un fusil en su vida y carecían de instrucción de combate.
5-¿Cuál fue la labor del Alcántara en las primeras horas del desastre de Annual?
Desde la posición de Ben Tieb, el general Silvestre ordenó que el regimiento Alcántara se dirigiera al desfiladero de Izummar para proteger la retirada de Annual, pero cuando la caballería del Alcántara llega, se encuentra con que el grueso de las tropas ya va en retirada. Los soldados en fuga rebasan a la Caballería. Es un flujo en desbandada, y el Alcántara lo único que puede hacer en ese momento es tratar de prestar toda la ayuda posible en acciones de flanqueo, y recogida de heridos y de algunas posiciones que han quedado abandonadas. La unidad intentó detener a los soldados en fuga con pistolas y golpes, pero la marea en desbandada era incontenible.
6-¿Se vieron obligados entonces a abandonar algunas posiciones a su suerte?
Así fue en bastantes casos. Estas posiciones fueron aniquiladas. Pero el Alcántara realizó varias salidas en dirección a Chaif y Ain Kert para rescatar esos puestos, y seguir cubriendo la retirada de la columna principal. Esto permitió, como ocurrió en Chaif, que algunas posiciones se salvaran. Fernando Primo de Rivera, que estaba al mando del Regimiento, obtuvo la Laureada individual por este hecho.
7-¿Cuál era la situación del Alcántara el día 23?
La moral combativa del regimiento seguía siendo muy alta. En realidad, la oficialidad del Alcántara no se explicaba por qué se había derrumbado todo tan rápido. Fueron testigos de una situación que no acababan de entender, pero debían cumplir las órdenes y obedecieron hasta el final.
8-¿Hubo oficiales que desearon unirse a sus hombres a pesar de estar de permiso?
Sí. Fue una muestra de lealtad y valor. Dice mucho del alto espíritu imperante en una buena parte de la oficialidad, aunque también se dieron otros casos menos ejemplares.
9-¿Qué hubiera sucedido de no ser por la ayuda que prestó el Alcántara a las diferentes posiciones españolas?
Algunas de ellas hubieran sido aniquiladas. Les esperaba la muerte segura a manos de los rifeños, que solían ensañarse con los españoles capturados o heridos.
10-¿En qué consistieron las cargas del río Igan?
El Alcántara tenía que abrir paso en el cauce seco del río Igan a la columna del general Navarro que había emprendido esa tarde una retirada desesperada hacia Batel y Tistutin, con bastantes heridos. Aunque el Regimiento estaba totalmente agotado por las cargas que había efectuado desde muy temprano por la mañana, tuvo cargar una vez, más repetidas veces, contra el enemigo atrincherado en las inmediaciones del Igan.
Fueron ataques casi suicidas, con los rifeños parapetados y emboscados en los accidentes del terreno, algo que prácticamente acabó con el Regimiento. Los disparos del enemigo hicieron estragos en lo que algunos llamaron “las cargas de la muerte”, y al final la columna Navarro pudo seguir retirándose, pero en esas cargas el Alcántara quedó prácticamente aniquilado
11-¿Cuántos hombres cayeron del Alcántara?
En las cargas para salvar a la columna, el Alcántara perdió casi un 90% de sus efectivos, y algo menos en acciones posteriores hasta que solo unos cuantos supervivientes pudieron contarlo al llegar a Melilla.
12-¿Mitigó el Alcántara la torpeza de Silvestre?
Algo sí, pero por desgracia no pudo alterar el resultado final de lo que, en conjunto, fue un gran desastre.
13-¿Murieron los educandos y trompetas del Alcántara combatiendo contra el enemigo?
Eran 13 y todos murieron heroicamente el 23 de julio. La mayoría eran casi niños, algunos salidos de la inclusa, con infancias desgraciadas, pero en valor no cedieron a nadie, y sus nombres bien merecerían ser recordados, aunque será difícil en un país tan olvidadizo de sus propios hijos, como el nuestro.
Artículo escrito en «ABC»: Las «cargas de la muerte»: así salvaron los jinetes del Alcántara a miles de soldados españoles de la barbarie rifeña
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