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Tema: La batalla de la flota gallega

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    La batalla de la flota gallega

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    EL DESTRUCTOR "KITE" HUNDIÓ AL "VIRO"
    La batalla de la flota gallega

    Eduardo Rolland / VIGO

    En 1943, la flota pesquera gallega entró en guerra. Pese a pertenecer a un país neutral, el mando aliado convirtió a los arrastreros en objetivo militar y dictó la orden de hundirlos para evitar que actuasen como espías del III Reich. Mientras se libraba la Batalla del Atlántico, entre los submarinos U-Boot del Almirante Doenitz y las escuadras internacionales, los pescadores se convirtieron en víctimas inocentes. El régimen de Franco ocultaba la realidad. Los diarios hablaban de accidentes por "golpes de mar". Y no existe en Galicia constancia oficial de los hundimientos. Pero documentación hecha pública por la Royal Navy británica, junto a la Armada Canadiense, confirma los ataques. Al menos diez buques fueron bombardeados y hundidos durante la II Guerra Mundial.

    A finales de 1942, los aliados dejaban claras sus intenciones. Aviones de la Real Fuerza Aérea británica (RAF) sobrevolaban la costa gallega, arrojando pasquines sobre los puertos. En los panfletos, se advertía a los marineros que no sacasen sus pesqueros a mar abierto, pues todo el litoral se consideraba zona de guerra. En los papeles amenazantes, se relataba que el Atlántico y el cantábrico se habían convertido en el escenario de la batalla entre los aliados y los submarinos nazis. Nadie estaría a salvo navegando en esas aguas.

    El historiador Fernando Patricio Cortizo, en su magnífica obra "Historia da costa galega e os seus naufraxios", no logra hallar testimonios de buques hundidos. "Afortunadamente, no se conoce la pérdida de ningún pesquero gallego -escribe el autor- aunque fueron muchos los que estuvieron muy cerca, tanto que uno recibiría numerosos impactos de ráfagas de metralleta de un bimotor británico, al meterse involuntariamente entre la línea de tiro del avión y la de un sumergible recién localizado desde el aire por el Este".

    Hallar pruebas en Galicia es difícil. La censura franquista, acentuada por el conflicto bélico, hacía que los diarios limitasen sus informaciones sobre movimiento portuario, al punto de desaparecer en muchas fechas. Publicar qué buques y mercancías entraban en puertos neutrales como el de Vigo era una información bélica muy jugosa. Sin embargo, los datos llegan a través de los archivos militares de Inglaterra y de Canadá. Así, conocemos la operación que realizó el destructor canadiense Iroquois en julio de 1943, en la que fueron hundidos varios pesqueros.

    Operación "Iroquois"

    Acompañado por su barco gemelo Athabaskan, y el destructor polaco Orkan, el Iroquois patrulla el Atlántico frente a Galicia en busca de submarinos alemanes. El 21 de julio, el capitán del destructor canadiense escribe en su diario: "El Iroquois ve a un barco pesquero español hacia el este, de nombre Manolo, de A Coruña, y, siguiendo las instrucciones de hundirlo, lo hacemos, después de embarcar a su tripulación de catorce hombres".

    A la mañana siguiente, el Iroquois detecta a otro pesquero gallego. Es el Isolina, al que envía a cañonazos al fondo del mar. Un tercer barco, el Vivero, se hunde víctima de los obuses del destructor polaco Orkan.

    "Estos barcos -explicaría el capitán del Iroquois- fueron hundidos en un área que había sido prohibida para ellos por el Almirantazgo varios meses antes, porque había buenas razones para creer que estarían menos interesados en la pesca que en la más probable ocupación del espionaje".

    La Armada canadiense justifica que, en los últimos meses, los pesqueros gallegos se adentraban en mar abierto, desoyendo las órdenes que figuraban en los panfletos que los aviones habían arrojado. Según los archivos de Canadá, la operación del 21 y 22 de julio de 1943 "fue la primera que se tomó en contra de ellos [los pesqueros gallegos] para cumplir las órdenes". Y esa jornada fatal pudo ser peor, porque el capitán del Iroquois termina informando de que ha avistado "a otros muchos, más de quince pesqueros, pero no fueron molestados porque no estaban en una posición que perjudicase el éxito de nuestra operación [la caza de submarinos U-boot]".

    En las hemerotecas no aparecen reseñados los hundimientos, ya que apenas se ofrecía información sobre movimiento de barcos.

    Además de la flota del Iroquois, otra escuadra aliada atacó a pesqueros gallegos durante el verano de 1943. En este caso, estaba formada por destructores de la Royal Navy británica. Integraban el convoy los buques Kite, Woodcock, Woodpecker y Wild Goose, cuatro destructores de última generación, construidos en astilleros del Reino Unido para hacer frente a los sumergibles de Doenitz.

    Pero también los pesqueros gallegos pasaron a ser sus enemigos. El 22 de julio de 1943, el Woodcock encuentra faenando al pesquero gallego Europa 5, matriculado en Vigo. "El área era una de las señaladas por el Almirantazgo para uso de los neutrales bajo su propio riesgo", escribe el capitán del buque. Así que se ordena abordar al arrastrero y se detiene a sus 17 tripulantes, que son embarcados en la flota aliada. Instantes después, el Woodcock dispara sus cañones contra el Europa 5 y lo hunde en el Atlántico.

    En los días siguientes, los aviones de patrulla británicos, ayudados por torpederos anti submarino Liberator, localizan a nuevos pesqueros gallegos en su zona de acción. El capitán del Woodcock ordena a todos los destructores de la zona dirigirse al área de pesca, con órdenes de hundir a los barcos.

    Se procede como contra el Europa 5, comenzando por un abordaje y deteniendo después a todos los tripulantes. Una vez embarcados en la flota aliada, los pesqueros son bombardeados y hundidos.

    El Viro es enviado al fondo por el destructor Kite; el Montenegro, por el Wild Goose; el Buena Esperanza y el Don Antonio, por el Woodpecker; y el Comparrel, por el Woodcock. Que todos los barcos participasen en el hundimiento, hace sospechar que aprovecharon la operación para hacer ejercicios de tiro.

    Un pesquero más, el Valterra se conserva y a él se traslada a todos los tripulantes detenidos, que serán luego desembarcados en puerto en España.

    Tras la operación del verano de 1943, el mensaje de guerra aliado cala en los puertos españoles. No hay noticias de nuevos hundimientos. Sin quererlo, como víctimas inocentes, la flota pesquera gallega participó en la II Guerra Mundial.

    Se temía que los pesqueros ayudasen a Hitler ganar la "guerra meteorológica"

    El alto mando aliado temía que los pesqueros gallegos actuasen como espías de la armada nazi. Toda el mar desde cabo Ortegal hasta el Canal de la Mancha se convirtió en escenario de guerra, entre los submarinos U-boot y la flota internacional. Y los arrastreros podían facilitar mucha información a los sumergibles sobre tránsito de mercantes. Así que se decidió prohibirles salir a mar abierto. Ahora, se conoce que, además, cumplieron su amenaza y hundieron, al menos, a diez pesqueros.

    Pero la inquietud sobre el espionaje no era la única razón para acabar con la flota gallega. Los aliados temían también que pudiesen ayudar a Hitler a ganar la "guerra meteorológica".

    Y es que, en una guerra, tan importante como las armas son los mapas. Y, sobre ellos, la información del tiempo. Una nevada o un temporal podían dar al traste con la operación mejor diseñada.

    Así que uno y otro bando se esforzaron desde el comienzo de la II Guerra Mundial en lograr las predicciones meteorológicas más fiables.

    En principio, los nazis instalaron bases meteorológicas permanentes en el Ártico, en Noruega y Groenlandia. La aviación enemiga pronto descubrió estos puestos avanzados y su acoso hizo imposible mantener la actividad.

    Fue así como Hitler decidió emplear a pesqueros para recabar los datos del tiempo. Los barcos enviaban sus mediciones por radio, para que los meteorólogos de la Luftwaffe pudiesen hacer su trabajo.

    Pero, tras interceptar numerosas comunicaciones, también los aliados descubrieron la estratagema y casi todos los pesqueros del Reich fueron hundidos por corbetas y destructores.

    Es en este momento cuando el alto mando comienza a sospechar de los pesqueros españoles, que por su neutralidad podían transitar por los mares sin riesgo de ser atacados. Al tiempo, podían sumar a presuntas labores de espionaje la recogida de datos meteorológicos. Así, a finales de 1942 se da la orden de prohibir su salida al mar, bajo amenaza de hundimiento.

    La "guerra meteorológica", vital en toda campaña, condenó a los barcos gallegos.
    Última edición por Kontrapoder; 24/04/2005 a las 17:32

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