Revista FUERZA NUEVA, nº 524, 22-Ene-1977
PARACUELLOS: ORGÍA DE SANGRE
Noviembre de 1936 constituye el vértice de las mayores carnicerías conocidas
El diario “El Alcázar”, de fecha 3 de enero, nos ofrecía parte de la relación de los patriotas extraídos de las cárceles Modelo, Ventas, Porlier y San Antón, vilmente asesinados en Paracuellos del Jarama. En posteriores declaraciones a un diario matutino, y siéndole presentado a Carrillo un ejemplar del citado diario “El Alcázar” por altos cargos de un semanario, aquél le respondió con la consabida cantinela de siempre: “que el convoy de presos fue interceptado por fuerzas que en ese momento no pudieron concretar quiénes eran, se apoderaron del convoy y ejecutan los presos”.
Como este genocidio es rebatido cínicamente por Carrillo, no vamos a tener más solución que exhumar bastantes documentos e incluso apelar a testimonios de protagonistas de los hechos acaecidos.
Noviembre de 1936
Noviembre de 1936 constituye el vértice máximo en el derramamiento de sangre, con las sobradamente conocidas carnicerías de Paracuellos del Jarama.
El día 6 de noviembre de aquel año, el Gobierno marxista huye hacia Valencia, ya que las vanguardias del Ejército español (10.000 soldados que el día 3 de agosto salían del parque de María Luisa, de Sevilla), flanqueaban la capital sometida al marxismo, defendida por 50.000 milicianos rojos, además de las tristemente Brigadas Internacionales.
A raíz de la huida del Gobierno rojo, se constituye en Madrid la Junta de Defensa (7 de noviembre), de la cual dependían varias consejerías, entre ellas la de Orden Público, al frente de la cual figura Santiago Carrillo Solares, cuyo cargo equivalía a ministro de la Gobernación. Como delegado de Orden Público figuraba Segundo Serrano Poncela (cargo equivalente a director general de Seguridad). Este individuo era redactor del diario marxista “Claridad”. Algunos de sus subordinados se relacionan a continuación: Manuel Rascón Ramírez, Manuel Ramos Martínez, Ramón Torrecilla Guijarro, Santiago Álvarez Santiago, Félix Vega, Arturo García La Rosa y Juan Alcántara. Como portador y ejecutor de las órdenes del delegado de Orden Público de la Junta de Defensa en la cárcel de San Antón, figuraba Agapito Saiz; en la cárcel de Ventas, Alvaro Barasa, y en la de Porlier, Andrés Barasa. Estos tres individuos actúan bajo la inmediata dependencia de Santiago Álvarez Santiago, miembro del Consejo presidido por Serrano Poncela.
Así, la suerte de los patriotas detenidos quedaba vinculada a la Consejería de Orden Público.
El diario “La Voz” del martes día 3 de noviembre de aquel año de 1936, en un editorial de primera página titulado “El momento crítico”, anuncia que están dispuestos a fusilar a más de 100.000 “quinta columnistas” madrileños, antes que entraran los soldados de Franco. Y concluye: “Hay que fusilar en Madrid a más de 100.000 fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles. Que ni un “quinta columnista” quede vivo para impedir que nos ataquen por la espalda. Hay que darles el tiro de gracia antes que nos lo den ellos a nosotros”.
Cayeron, entre otros, 1.500 militares |
No llegaron a fusilar a tantos, pero sí se tienen pruebas de que los mártires inmolados desde el 7 de noviembre hasta primeros de diciembre fueron unos 20.000, a razón de unos 2.000 diarios, primero en Paracuellos, Torrejón y Rivas de Vaciamadrid. Luego descendió la media a 500, 250 y 200. Como puede apreciarse, señalo un número aproximado de 20.000 asesinados, ya que no solamente cuenta el genocidio de Paracuellos, sino también los fusilados en otros puntos, como los solares de Chamartín de la Rosa, Boadilla del Monte, Aravaca, en el fatídico “túnel de la muerte” de Usera, Pozuelo, tapias, de los cementerios, etc.
Existen pruebas de que la Junta de Defensa de Madrid, temiendo que se sublevase la tan temida quinta columna, dio órdenes de sacar 5.000 presos de las cárceles, en 48 horas, y fusilarlos rápidamente, sin intervención de tribunal de ninguna clase (ejecuciones de los días 7 y 8 de noviembre).
Cualquier posible actuación de la esperanzada quinta columna quedó anegado en sangre ante el terror cotidiano de los siniestros paseos nocturnos.
Sangre en Paracuellos
Carrillo habla siempre de “un convoy” que fue interceptado por fuerzas “incontroladas”. Semejante declaración hay que rebatirla: los convoyes que partieron de Madrid fueron varios y en fechas diferentes. También manifiesta que cuando él tomó posesión, el día 7 de noviembre, de la Consejería de Orden Público, la operación de Paracuellos estaba ya en su conclusión.
¡Qué sarcasmo! Hay que poner de manifiesto que la creación de la Junta de Defensa de Madrid y, en este caso concreto, la Consejería de Orden Público, no hizo más que empeorar el trágico panorama de los fusilamientos. Precisamente cuando Carrillo se hallaba al frente de dicha Consejería. Las matanzas fueron más horribles que durante el verano. Se llevaban a cabo frío y ordenadamente, como mandaban los cánones chequistas de la GPU soviética, llevando a los presos al matadero engañados, como que iban trasladados a cárceles o presidios lejos de Madrid. A las famosas sacas de los días 7 y 8 de noviembre siguieron bastantes más durante dicho mes, siendo numerosas las de los días 27, 28 y 30 y continuando en la primera semana de diciembre.
Para el traslado de los presos, se utilizaron 20 autobuses de la Compañía Municipal de Tranvías, que en unión de camiones y coches ligeros pasaban por Canillejas dirigiéndose hacia Paracuellos del Jarama.
Ya en tierra, se les distribuía en grupos variables (unos 20 por grupo) y se les forzaba a caminar hacia las zanjas. Llegados al borde, caían sobre ellos las descargas cerradas de los piquetes, compuestos por 30 o 40 milicianos. Más de 200 sepultureros esperaban de antemano, para proceder, aplicado apenas el tiro de gracia y a veces sin este requisito (¿ahorro de municiones?) al enterramiento global de los centenares de fusilados. Los sepultureros forzados estaban reclutados entre los sospechosos “fascistas” de los pueblos inmediatos, muchos de los cuales pueden facilitar detalles sobre las estremecedoras escenas presenciadas. Siete grandes fosas fueron rellenadas con estos enterramientos gigantescos, sin precedentes ni repeticiones, en lo que a número se refiere, durante toda la contienda. La cabida de estas zanjas era verdaderamente descomunal: la cuarta medía 160 metros de longitud por 4 de anchura; la quinta y la sexta, 8 metros de anchura contra 80 y 120 metros de longitud respectiva.
Los ingleses saben mucho de esto
El delegado de la Cruz Roja Internacional, señor Henny, visitó personalmente los parajes de las descomunales matanzas, en compañía del encargado de negocios de Inglaterra y de un crecido número de miembros del Cuerpo Diplomático; era el día 18 de noviembre. Se tuvo que invocar el Convenio de Ginebra. Los asesinatos en Madrid, sometido al marxismo, provocó gran escándalo en las Embajadas acreditadas en la capital, protestando la británica en nota oficial ante las autoridades rojas. De ahí que “The Times” haya descubierto nuevos crímenes en Carrillo recientemente. Miaja, jefe de la Junta de Defensa, fue recibido por el Cuerpo Diplomático acreditado en Madrid, con su decano, el embajador de Chile, señor Núñez Morgado, a la cabeza, para impetrar garantías sobre la población penal de Madrid, insistiendo para que se pusiera coto a estas masacres.
Deducimos que Carrillo, asesorado probablemente por Alejandro Orlof, delegado en España de la NKVD, procedió con mayor cautela, y tras someter a una severa clasificación las listas de presos y detenidos, se estableció un turno de orden de urgencia de asesinatos:
1º Militares con graduación superior. (Los fatídicos días 7 y 8 de noviembre, más de 1.500 jefes y oficiales del Ejército español fueron sacados de la cárcel en sucesivas expediciones y asesinados a mansalva.
2º Los demás, militares y falangistas probados.
3º Todos los sospechosos de actividad política contraria al Frente Popular.
4º Los dudosos.
Así, si las fuerzas nacionales tomaban Madrid antes de llevar a cabo toda la matanza, ya habría asesinado, por lo menos, a los que más interesaba a quitar de en medio.
Los grupos ejecutores
Se puede atestiguar, sin ningún género de dudas, que la Dirección General de Seguridad había avisado previamente a los comités rojos de Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares y Rivas, para que estuvieran abiertas con tiempo las largas fosas. Las ejecuciones, como también la custodia de los “traslados”, eran realizadas por destacamentos de las “Milicias de Vigilancia de Retaguardia”, cuyo inspector general era Federico Manzano Govantes, dependiente de la Consejería de Orden Público, además de gente escogida de la checa particular del “Quinto Regimiento” de la calle Serrano, y las checas de Santa Engracia, Colón y Génova, de las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), las más acreditadas para estos menesteres. También se unieron a estos asesinos, milicianos de guardia en las cárceles, quienes a su regreso comunicaban a los todavía prisioneros los detalles de las matanzas ejecutadas, amenazándoles con seguir la misma suerte. Hago constar que cada expedición era acompañada de un representante del Consejo de Orden Público y de algunos policías.
La Embajada Inglesa publicó entonces una nota oficial condenando los hechos y solicitando el cese inmediato de Carrillo |
Los miles de religiosos y religiosas e igualmente los obispos, todos ellos vilmente asesinados, forman capítulo aparte.
Dejando al margen este sangriento tema de las matanzas en Madrid y alrededores, llegamos a la cumbre del cinismo de Carrillo, pues recientemente ha manifestado que “el Ejército no se sublevó para combatir al comunismo, sino que lo hizo contra la República”. Este individuo pretende tomarnos por retrasados mentales. ¿Qué clase de República existió en España durante el quinquenio 1931-1936? Voy a contestarme yo mismo a esta pregunta: España era casi una República Ibérica Socialista Soviética. ¿Quién no recuerda los asesinatos, las huelgas salvajes, las profanaciones y actos sacrílegos, el hambre, las revoluciones, los atentados, el paro al más alto nivel, el terror frente populista, los incendios de los templos, las falsas promesas electorales, etc.?
¿Quién no recuerda las Retaguardias Rojas?
Los enormes retratos de los líderes soviéticos inundaban las fachadas. La hoz y el martillo no eran precisamente símbolos republicanos, las banderas rojas tampoco. El gritar ¡Viva España! era firmar la sentencia de muerte; por el contrario, el aullar ¡Viva Rusia! era garantía de supervivencia. El portar un simple escapulario era motivo de detención inmediata (tengo bastantes pruebas de esta última afirmación). Si no recuerdo mal, en la zona marxista no había quien se despidiera con el clásico ¡Adiós! Si mis ojos y oídos no me engañan, centenares de veces (puede ser que millares) oía rugir. ¡Viva Rusia! ¡Muera España! o ¡Rusia sí, España no! Y no digamos nada del glorioso ¡Arriba España!, ya que solamente podía ser proferido ante los piquetes de ejecución. Cerca de Serrano, 37 (sede de la Consejería de Orden Público), en la Puerta de Alcalá o Plaza de la Independencia, podían observarse enormes retratos de los máximos jerarcas soviéticos. Las 250 checas de Madrid, las 225 de Barcelona, las 187 de Valencia y los millares de ellas repartidas por toda la zona marxista, además de los barcos prisión, eran claro indicio de una auténtica República soviética.
¿Y qué tiene que decir Carrillo de tantos prohombres políticos republicanos, asesinados por el marxismo y, de los que profesando la misma ideología tuvieron que marchar al extranjero, huyendo de aquel infrahumano espectáculo de anarquía y barbarie?
¿Y por qué singulariza Carrillo, refiriéndose exclusivamente al Ejército? Precisamente los frentes de combate se nutrieron de muchísimos miles de voluntarios, de auténticos patriotas españoles, en número infinitamente superior al de las Fuerzas Armadas, bien secundados por una retaguardia nacional española cien por cien. Aquello fue una auténtica Cruzada de Liberación, y bien cierto es que los marxistas lo tenían todo: Marina, Aviación, todas las zonas industriales, extensión geográfica, el oro del Banco de España, tenían absolutamente todo, pero… les faltó un solo elemento: LA RAZÓN.
¿Qué pretende Carrillo? Sencillamente, con un descaro y un cinismo sin par, lavar el cerebro a los españoles; pero esto es imposible, ya que vivimos aún varios millones que jamás olvidaremos que a España. quisieron incorporarla a la Unión Soviética, como una República más, como solicitó el cripto-comunista Julio Álvarez del Vayo, ex ministro de Estado.
Cuarenta milicianos componían los piquetes de “ejecución”, y 200 sepultureros esperaban su turno para enterrar a los que iban cayendo
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¿Cómo podemos olvidar los españoles que los marxistas apeaban los crucifijos de las escuelas y templos, machacándolos a culatazos? ¿Y los incendios y saqueos de los templos, con los miles de actos sacrílegos, profanaciones de imágenes, de vestiduras y vasos sagrados? En la zona marxista se pisoteaban con furia las hostias consagradas y las parodias sacrílegas estaban a la orden del día. El fusilamiento y decapitación de imágenes no son producto de nuestra imaginación. Nos puede dar idea la acción de la vorágine marxista, afirmando que en las primeras 72 horas del Alzamiento Nacional, más de 50 edificios de carácter religioso fueron devastados por las turbas en Madrid. Con mil folios no habría suficiente espacio para relatar todos los horrores de la República Ibérica Socialista Soviética.
(…)
Francisco DE ASÍS MOLINA |
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