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Tema: El antijesuítico jansenismo español (siglos XVIII-XIX)

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    El antijesuítico jansenismo español (siglos XVIII-XIX)

    Es muy importante distinguir la inicial herejía jansenista (siglo XVII) del posterior jansenismo del siglo XVIII, ya que “hereje” jansenista propiamente sólo era el que defendía todas o algunas de las cinco proposiciones de Jansenio sobre la gracia, año 1653, asunto que dejó de interesar ya antes del siglo XVIII.

    Aquí nos referiremos sólo a las particularidades del jansenismo de carácter ilustrado y regalista (siglos XVIII-XIX)

    ***

    Inicios

    El origen remoto (e involuntario) de la herejía jansenista data de alrededor del año 1600, con las llamadas “controversias de Auxiliis’, entre dominicos y jesuitas españoles (Luis de Molina, G. Valencia…) perfectamente ortodoxas y con el visto bueno papal, para aclarar puntos sobre la gracia divina y el libre albedrío; controversias que durarían más de tres décadas y que acabaron extendiéndose a otras órdenes y otros países europeos, sin llegar a una solución taxativa.

    En base a dichas discusiones, en 1640, habiendo ya fallecido el obispo Jansenio (Países Bajos), aparece su obra ‘Augustinus’ contra las tesis jesuíticas en dicha querella, libro que dará lugar a la condena papal y a la correspondiente herejía jansenista, en 1653.

    [Cinco] errores de Cornello Jansenio [Extractados del “Augustinus” y condenados en la Constitución Cum occasione, de 31 de mayo de 1653] condenados por Inocencio X
    P 1092 1. Algunos mandamientos de Dios son imposibles para los hombres justos, según las fuerzas presentes que tienen, por más que quieran y se esfuercen; les falta también la gracia con que se les hagan posibles. Declarada y condenada como temeraria, impía, blasfema, condenada con anatema y herética.
    P 1093 2. En el estado de naturaleza caída, no se resiste nunca a la gracia interior. Declarada y condenada como herética.
    P 1094 3. Para merecer y desmerecer en el estado de la naturaleza caída, no se requiere en el hombre la libertad de necesidad, sino que basta la libertad de coacción. Declarada y condenada como herética.
    P 1095 4. Los semipelagianos admitían la necesidad de la gracia preveniente interior para cada uno de los actos, aun para iniciarse en la fe; y eran herejes porque querían que aquella gracia fuera tal, que la humana voluntad pudiera resistirla u obedecerla. Declarada y condenada como falsa y herética.
    P 1096 5. Es semipelagiano decir que Cristo murió o que derramó su sangre por todos los hombres absolutamente. Declarada y condenada como falsa, temeraria, escandalosa y, entendida en el sentido de que Cristo sólo murió por la salvación de los predestinados, impía, blasfema, injuriosa, que anula la piedad divina, y herética
    .

    -España quedó al margen de este jansenismo herético y sus controversias (mediados y finales del siglo XVII), que nunca aquí tuvieron partidarios.

    -Poco a poco, el nombre de “jansenista”, pasó ya en el siglo XVIII, a aplicarse como insulto o descalificación a derivaciones y desviaciones prácticas que, en escritos y controversias universitarias, profesaban bajo cuerda religiosos cripto-jansenistas, especialmente en Francia, consentidos por sus órdenes religiosas (agustinos, dominicos…), contrarias a la influencia y premisas teológicas de los jesuitas.

    - Todavía Alejandro VIII hubo de condenar, en 1690, treinta proposiciones jansenistas, y asimismo, por la Bula ‘Unigenitus’, ya a inicios del siglo XVIII, Clemente XI condenó otros cien errores de P. Quesnel, jansenista francés, casi todos relativos a la gracia y al libre albedrío.

    ***

    -Aunque España seguía libre de ese jansenismo teológico y herético, poco a poco, desde mediados del siglo XVIII, acabó infiltrándose desde Francia, y llegando al máximo esplendor con Carlos III, un “jansenismo” canónico y jurídico, ilustrado y regalista, aunque no oficialmente herético, que no versaba sobre cuestiones de fe sino sobre materias mixtas entre Iglesia y Estado, privilegios, jurisdicción y exenciones estatales (temas propios de Concordatos); que era profesado especialmente por gobernantes, letrados, profesores ilustrados y tambien por obispos, cardenales y altas instancias religiosas, que tachaban a sus enemigos de “papistas”, “ultramontanos”, al servicio del “jesuitismo”, etc.

    -Se caracterizaba este jansenismo por su antipatía a Roma, al Papa y a los jesuitas (sus servidores incondicionales) exigiendo limitar el poder papal al ámbito espiritual, y postulando una Iglesia nacional, colegial, encabezada por el monarca y los obispos, que se apoderarían de las prerrogativas romanas de poder temporal, y ello, manipulando, redescubriendo y haciendo valer antiguos documentos sobre concilios, privilegios y libertades de la Iglesia española frente a Roma.

    -Además, sentían gran admiración por San Agustín, defendían la frecuente lectura de la Biblia, la renovación espiritual de la liturgia, pero con antipatía hacia el culto a la Virgen, a los santos y al “jesuítico” Sagrado Corazón de Jesús. No hacían ascos a la masonería, a la blasfema Enciclopedia, ni al anticlericalismo de los monarcas, contribuyendo a la expulsión de los jesuitas y a la disolución de la Compañía de Jesús.

    -El jansenismo tocó techo con la francesa “Constitución civil del clero” (1790) y con el Sínodo de Pistoya (Italia) de 1785, que plasmó las tesis del jansenismo ilustrado, y que fueron condenadas por Pío VI en la bula Auctorem Fidei, en 1794. (Muchas de las proposiciones condenadas guardan una similitud enorme con las aprobadas por Roma por el concilio Vaticano II).

    - Su existencia en España duró desde mediados del siglo XVIII hasta mediados de siglo XIX, cuando el anticlericalismo y persecución de los gobiernos liberales deshizo cualquier mínima simpatía eclesial a dichos gobiernos, pasando todos los religiosos, como respuesta, a hacer piña con Roma y el Papa.
    Última edición por ALACRAN; 26/09/2022 a las 22:45
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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