Publican el diario de un pistolero de la FAI de 1936: le daban listas
Explica claramente cómo los anarquistas mataban a los cristianos y a otras víctimas de forma planificada, y no en tumultos desorganizados.
El investigador y documentalista catalán Miquel Mir publica en Destino el "Diario de un pistolero anarquista". Se trata del verdadero diario de José S., un pistolero de la Federación Anarquista Ibérica en los años de la Guerra Civil española, que desertó a Londres con numerosas obras de arte robadas en iglesias y casas "burguesas", lo que le permitió vivir allí con holgura hasta su muerte.
Miquel Mir asegura que "obra en mi poder el 80% de la documentación que generó la FAI", documentación que piensa ordenar y entregar a la Generalitat. Son papeles que los anarquistas se llevaron a Tolouse al finalizar la Guerra Civil; luego, ante la invasión nazi de Francia, pasaron a Londres.
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La documentación de la CNT luego pasaría a Ámsterdam, pero la de la FAI quedó en un piso de Londres, porque incluía los nombres de los milicianos que se encargaron de las matanzas de católicos y de "derechistas". En ese piso de Londres encontró Mir la documentación. Un ahijado de José S., llamado Maurici, que aún vive en Barcelona y tenía 14 años cuando acompañaba a su padrino, heredó el piso y ayudó a Mir a conformar datos del diario.
Parte del diario de José S. (un cuaderno de tapas negras escrito a lápiz) lo utilizó Mir en su novela "El roig i el negre" (Edicions 62). Ahora lo publica íntegro, simplemente arreglando la ortografía castellana, muy mala. El diario La Vanguardia publicaba recientemente un par de breves fragmentos.
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La historia de un saqueador y pistolero
José S. aprendió a manejar armas y vehículos en la guerra de Marruecos. De vuelta a Barcelona, se afilió a la CNT y participó en la "guerra de los pistoleros" (1920-1923), contra el sindicato libre de la patronal. Antes de entrar en la FAI, ya había matado a un "chivato" de la patronal.
En la FAI le encargaron un camión al empezar la guerra para "ir a saquear las piezas de oro y plata" de iglesias, conventos y familias adineradas. "Hasta noviembre de 1936, con nuestra patrulla realizamos detenciones violentas y matamos a personas por su poca simpatía por la revolución", se puede leer escrito a lápiz, con toda frialdad. Él no sólo conducía, sino que disparaba cuando hacía falta.
Los asesinatos no eran al azar, ni tumultos iracundos. Simplemente, tenían una lista que alguien les confeccionaba con cabeza fría y tranquilidad.
"Antes de salir con el camión, los capitostes nos daban las direcciones de personas que pertenecían a organizaciones consideradas sospechosas. (...) Por la noche teníamos órdenes de matar", escribe el pistolero anarquista.
José S. señala a Manuel Escorza del Val como la persona que emitía las órdenes. Era el jefe del Servicio de investigación de la FAI.
Escorza formaba el vértice de una pirámide que incluía también a Dionisio Eroles, jefe de la Comisaría General de Orden Público y Aurelio Fernández, jefe del Comité Central de Patrullas y secretario de la Junta de Seguridad Interior. Se da la circunstancia de que Miquel Mir está preparando una biografía de Manuel Escorza, el hombre que daba las listas a los milicianos.
"Nos desplazábamos a las casas donde había que hacer el registro, nos llevábamos al sospechoso al camión y cuando estábamos en un descampado de las afueras de Barcelona, le metíamos un tiro y lo dejábamos en las cunetas de las carreteras o caminos", escribe José S.
La checa de San Elías, en Barcelona, escenario de numerosos horrores,
es hoy la parroquia de Santa Inés
Y más adelante: "Recuerdo que uno de esos detenidos, antes de morir, nos dijo que no sabía por qué le matábamos. Pero le hicimos callar, porque nuestro trabajo era matar y el suyo, morir".
Entre la documentación que ha encontrado Miquel Mir hay, por ejemplo, información sobre los maristas asesinados en octubre de 1936 en la checa de San Elías de Barcelona. Esta información se ha usado en el proceso para la beatificación de 45 hermanos maristas del 28 de octubre de 2007.
Mir lleva años trabajando en esta documentación y ha autentificado 742 órdenes de registro y detenciones (dice el artículo de La Vanguardia del 6 de octubre 20007). Para ello ha llamado a parientes y herederos de los asesinados y ha buscado más documentación para contrastarla.
Causa de la muerte: "Poca simpatía por la revolución"
Oficialmente, la Generalitat de Cataluña reconoce 8.352 víctimas en la retaguardia republicana catalana, de julio de 1936 a febrero de 1939. Las víctimas (se entiende que personas desarmadas y no combatientes) se repartirían así según estas cifras:
Sacerdotes, religiosos y clero: 2.441
Carlistas: 1.199
Miembros o cercanos a la Lliga Regionalista: 281
Miembros o cercanos a la CEDA: 213
Miembros o cercanos a Acció Ciudadana: 117
Miembros o cercanos a Falange: 108
Sindicato Libre: 110
Fejocistas (de la FEJOC, Federación de Jóvenes Cristianos): 73
Miembros o cercanos a Renovación Española: 70
Unión Patriótica: 36
Otros: 34
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