LA BATALLA
DE
CLAVIJO
Primera aparición de Santiago
contra los moros
Los cristianos acogieronse a la cabeça daquell otero, et estando allí todos llegados en uno, rogaron a Dios de todos sus coraçones, llorando mucho de los oios, faziendol priezes et rogandol que los non desamparasse, mas que los acorriesse en aquella priessa en que eran.
Primera Crónica General
Assi como cuenta la estoria, pues que los moros sopieron que el rey don Alffonsso el Casto--que era rey muy esforçado et muy fuerte et muy auenturado en batallas et los auie mucho apremiados et crebantados con lides et correduras--que era muerto, et reynaua en su lugar el rey don Ramiro, cuedando ellos que el, como serie en su noueza, que les aurie miedo, ca era el poder de los moros muy grand en Espanna [. . .] et que auiendoles miedo que les darie lo que demandeassen por razon quel non diessen guerra et quel dexassen en paz; et enuiaronle pedir que les diesse cada anno .L. donzellas de las mas fijas dalgo con que casassen, et otras .L. de las otras del pueblo con que ouiessen entre si sus solazes et su deleyte; et estas cient donzellas que fuessen todas uirgines [. . .]De como Sant Yague parescio en suenno a este rey don Ramiro et dell esfuerço quel dixo, et de como el rey don Ramiro vencio a los moros
El rey don Ramiro, cuando esta demanda de los moros le uino daquellas donzellas quel pidien, fue muy sannudo ademas por cosa tan mala et tan descumulgada como aquella quel enuiaran demandar; et por el grand pesar que ende ouo, allego luego su corte, et auido so conseio, saco luego muy grand hueste, et non dio a los moros respuesta ninguna daquello quel demandauan. Et fue luego muy apoderado et muy sannudo et entroles por la tierra, et fue luego yendo por ella fasta que llego a Najera, que era estonces de moros, quemando uillas, castiellos et destruyendo quanto fallaua, et matando en los moros quanto podie. Los moros otrossi quando soperion ell hardiment del rey don Ramiro de como fazie, ayuntaronse luego todos en uno, et fizieronse muchos ademas; et fueronle luego dar batalla, et esta fue muy grand. Et ouieronla en un lugar a que dizen Aluella. Mas los cristianos, por que eran muy pocos, ouieronse de uencer, ca los moros eran mucho mas que ellos. Los cristianos fueronles tornando las espaldas poco a poco, et tirandose afuera, los moros siguiendolos todauia, fasta que llegaron a un otero que dizien Clauijo; pero tornando los cristianos sobre si, et lidiando segund mejor podien; et tomolos alli cerca aquel otero la noche a todos, de guisa que los fizo quedar de la batalla. Et assi se partieron aquella noche los unos de los otros.
Los cristianos acogieronse a la cabeça daquell otero, et estando allí todos llegados en uno, rogaron a Dios de todos sus coraçones, llorando mucho de los oios, faziendol priezes et rogandol que los non desamparasse, mas que los acorriesse en aquella priessa en que eran. Et ellos faziendo sus oraciones assi como dezimos, adurmiose el rey don Ramiro, et appareciol estonces en suennos el apostol sant Yague et dixol: «sepas que Nuestro Sennor Jhesu Cristo partio a todos los otros apostoles mios hermanos et a mi todas la otras prouincias de la tierra, et a mi solo dio a Espanna que la guardasse et la amparasse de manos de los enemigos de la fe». Pues que el apostol ouo dicho al rey don Ramiro estas palabras, allegose mas a ell, et tomol a la mano et apretogela yaquanto et dixol de cabo: «rey Ramiro, esfuerça en tu coraçon, et sey bien firme et fuerte en tus fechos, ca yo so Yague, el apostol de Jhesu Cristo et vengo a ti por ayudarte contra estos tus enemigos. Et sepas por uerdad que tu uençras cras en la mannana con el ayuda de Dios a todos estos moros que te agora tienen cercado. Et digote que tomaran y muerte muchos de los tuyos, a los que esta apareiada la gloria de dios et la su folgança que siempre durara. Et por que non dubdes nada en esto que te yo digo ueer medes cras andar y en la lid en un cauallo blanco con una senna blanca, et gran espada reluzient en la mano. Et uos luego por la grand mannana confessaruos edes de todos uuestros peccados muy bien, et recibredes el cuerpo et la sangre de Nuestro Sennor Dios et nuestro Saluador; et pues que esto ouieredes fecho, non dubdedes nada de yr ferir en la hueste de los barbaros, llamando `Dios, ayuda, et sant Yague!', ca ciertamientre sepas que todos los metredes a espada et los mataredes». Pues quel esto ouo dicho ell apostol fuesse delante del.
El rey don Ramiro desperto luego que el apostol se tiro delante, et fizo luego llamar los obispos et los abades et todos los altos omnes de su hueste, et dixoles aquella uision que uiera. Ellos quando lo oyeron, dieron gracias a Dios et alabaron el su nombre, et fizieron todo lo al assi como les era mandado del apostol, et fueron luego entrar en la fazienda et lidiar con los moros. Otrossi el apostol sant Yague fue y luego con ellos, assi como les el prometiera, et esforçaualos a la batalla, et firie el mismo muy de rezio en los moros, assi como a ellos semeiaua. Los cristianos, quando uieron a sant Yague, fueron muy esforçados, et fiando en el ayuda de Dios et del apostol sant Yague, començaron de ferir en los moros muy de rezio, dando grandes uozes et diziendo: «Dios, ayuda, et sant Yague!» Los moros fueron luego al ora uençudos; et murieron y bien LXX uezes mill dellos, assi como cuenta la estoria. Et los otros que escaparon, fuxieron todos los que pudieron foyr [. . .] Et desde aquel dia adelante ouieron et tomaron los cristianos en uso de dezir en las entradas de las faziendas et en los alcanços de los moros sus enemigos mortales: «Dios, ayuda, et sant Yague».
El capitulo de la promessa que este rey don Ramiro fizo a la eglesia dell apostol sant YagueCuenta la estoria que llamo allí estonces el rey don Ramiro los obispos et los abades que fueran con el en aquella fazienda que ouiera con los moros, et ouo su conseio con ellos, et fue este su acuerdo que establecieron: que de quantas yugadas de bueyes ouiesse en tierra de cristianos, que diessen de cada una sennas medidas de pan como por primicia a los clerigos que siruiessen a la eglesia de sant Yague; et otrossi del uino de cada moyo sennas medidas, et esto que fuese por siempre. Otrossi establescieron aun pora siempre que de todas las ganancias que fiziessen caualleros cristianos et los otros omnes de armas en sus huestes et en sus lides que ouiessen con moros, que daquel dia adelante que diessen otrossi a la eglesia de sant Yague como en ofrenda otro tanto como a un cauallero [que] cayesse en su parte de la caualgada que fiziessen o de la collecha de campo que arrancassen. Et en este fecho, quando esto fue prometido a san Yague et establescido que se cumpliesse [. . .]
Et dalli adelante nunqua osaron los moros iamas enuiar demandar a los cristianos tributo de donzellas, ca malamientre los trexiera et los crebantara el rey don Ramiro con el esfuerço et el ayuda de sant Yague.
(Adaptado, con ligerísimas modificaciones de la Primera crónica general, ed. Ramón Menéndez Pidal, 1955, Tomo II) (http://www.sewanee.edu/Spanish/santiago/clavijo.htm)
Batalla de Clavijo : primera aparición de Santiago contra los morosLeese commo despues dela muerte del rey don Alfonso el Casto en el Reyno de Leon, don Ramiro primo [regnó en Asturias 842-850] su sobrino regnase e los moros ouiesen embiado a pedir cient donzellas en tributo segund que el rey don Muragato gelas ouiera dado. E commo desto ouiese muy grand pesar ayunto luego sus huestes e fue a correr tierra de moros e commo los moros lo sopieron ayuntaron muy grandes poderes e vinieron contra el e ouieron batalla canpal a cerca de vn logar llamado Clauijo.
Commo los cristianos fuesen pocos a respecto delos moros ouieron de se vencer. Pero tornando sobre si traxieron a vn otero e los moros cercaron los alli. E enesto anochescio e commo los cristianos estouiesen rogando a dios de corac,on saliendo lagrimas de sus ojos quelos quisiese ayudar, adormesciose el rey don Ramiro e aparescio le en sueños el apostol Santiago, e dixole asi:
Sepas que Nuestro Señor Ihesu Cristo partio a todos los angeles mis hermanos las prouincias dela tierra e a mi solo dio a España, e sey fuerte e firme en tus fechos, ca yo so Santiago apostol de Ihesu Cristo que vengo por te ayudar. E sepas por verdad que enla mañana venceras conel ayuda de dios todos estos moros que te tienen cercado avnque moriran munchos delos tuyos, a los quales esta aparejada la gloria de parayso. E por que desto seas cierto ver me has enla mañana encima de vn cauallo blanco con vna seña blanca e grand espada reluziente enla mano. E luego enla mañana confesar vos hedes e rescebiredes el cuerpo de Nuestro Señor Ihesu Cristo e fecho esto non dubdedes de ferir enlos moros llamando 'Dios ayuda a Santiago' que sepas cierta mente que todos los venceras e meteras a espada.
E commo en esto el Rey recordase finco muy confortado e fizo luego llamar los prelados e altos omnes de su hueste e dixo les aquella vision que viera en sueños. dieron muchas gracias a Dios e loaron el su sancto nombre e fizieron lo asi. E como el dia fuese esclarescido, oyda misa e rescebidos los sacramentos, los cristianos fueron fuerte mente ferir enlas hazes delos moros llamando 'Dios ayuda Santiago.' E como estouiesen fuerte mente peleando vieron la vision del apostol con grand conpaña de angeles commo caualleros armados que parescia alos moros que era muy gran gente queles venia en socorro e luego comenc,aron a fuyr e arrancar. Pocos escaparon e fueron muertos delos moros setenta mil e otros muchos captiuos. E cogido el despojo que fue muy rico e grande fue el Rey don Ramiro luego sobre Calahorra e tomola alos moros por fuerça de armas.(Cap.V, Batalla de Clavijo : PRIMERA APARICIÓN DE SANTIAGO CONTRA LOS MOROS, Diego Rodríguez de Almela, Valerio de las historias eclesiásticas (Murcia, Lope de Roca, 1487)
Batalla de Clavijo: leyenda o historia
A la muerte de Silo le sucedió Mauregato (783-789), hijo natural de Alfonso I y de una esclava. Se dice que de éste reinado data la leyenda apoyada en diversas tradiciones -según recoge Alfredo Gil del Río en su obra "Historia y Antiguas Leyendas de La Rioja" (1977), del tributo de las cien doncellas concedido por el Rey a los emires Omeyas, a cambio de conservar la neutralidad.
Ramiro I (842-850), hijo de Bermudo el Diácomo, mantuvo diversas luchas contra Nepociano, que se había proclamado Rey de Oviedo. Su importancia en este estudio -añade Gil del Río- radica en su intervención en la Batalla de Clavijo.
Según cuenta la tradición en el año 844, por haberse negado a Abderramán II el vejatorio tributo de las cien doncellas, le fue declarada la guerra a los musulmanes, lo que dio lugar a la célebre Batalla de Clavijo.
El Rey Ramiro I reunió al Consejo de Estado, se negó a pagar el tributo al emir cordobés. La respuesta árabe no se hizo esperar y las tropas sarracenas se entregaron al saqueo y la rapiña. Cuando las tropas cristianas, en minoría, llegaron a Albelda, se enfrentaron al ejército musulmán y conocieron la derrota. Los cristianos se hicieron fuertes en el Monte Laturce también llamado collado de Clavijo.
Alfredo Gil del Río en "Camino Francés a Compostela"(Madrid 1999) escribe:
En la actualidad, la mayoría de los investigadores han llegado a la conclusión, como analiza Luis G. de Valdeavellano, que no es posible a ceptar la realidad histórica de la victoria de Ramiro I en Clavijo ni la del fabuloso «tributo de las cien doncellas», ni tampoco la autenticidad del «privilegio de los votos a Santiago», superchería amañada en el siglo XII por el clérigo Pedro Marcio, añadiendo que la verdadera batalla fue li brada por Ordoño I contra el Banu Qasi Muza en el monte Laturce, como mantiene Sánchez Albornoz (La auténtica batalla de Clavijo). Lévi Provençal, basándose en una noticia de los fragmentos del Mugtabis de Ibn Hayyan, últimamente descubiertos por él, no cree en la realidad histórica de la batalla de Clavijo o de monte Laturce ganada por Ordoño I a Muza en el año 859 o en el 860, sino que en el año 851 u 852 1os gascones ataca ron la fortaleza de Albelda, construida por Muza, que en el primer día es tuvieron a punto de triunfar sobre las huestes de Banu Qasi, quien incluso fue herido; pero que al siguiente día una fuerte ofensiva de Muza obligó a los gascones a emprender la retirada. Para Lévi Provençal este combate, que Ibn Hayyan sitúa en Laturce o de Clavijo, y Ordoño I ni ganó la batalla ni participó en ella; en cuanto Ibn Hayyan nada dice sobre la intervención del rey astur en la lucha. Lévi Provençal considera que la narración que de la batalla de Albelda hace la Crónica de AIfonso III, como una victoria de Alfonso I sobre Muza es una evidente interpolación. (Vid. E. Lévi Provençal, Du nouveau sur le Royaume de Pampelune au IX .siècle. «Bulletin Hispanique, LV (1953), p. 16). y continúa diciendo que sin embargo no es posible aceptar, al menos por ahora, que Ordoño I no triunfase en AI belda frente a Muza ni participase en ninguna batalla contra aquella for taleza, y habrá que esperar en todo caso a que Lévi Provençal alegue las razones en que se funda para considerar interpolado el pasaje de la «Cró nica de Alfonso III» relativo a la victoria de Ordoño I en Albelda o Monte Laturce; ni hay razón para preferir la noticia de Ibn Hayyan, historiador que vivió de 988 a 1076 aunque hubiese seguido en esto a al-Razí (888- 955), ya que en todo caso, siempre el testimonio del «Cronicón Albel dense» sería el más próximo a los sucesos. Por otro lado nada se opone a que los Gascones hubiesen atacado Albelda en el 851 u 852, y que años después Ordoño I emprendiese una campaña contra la fortaleza de Muza, y derrotase a éste en el monte Laturce.El catedrático de Historia Medieval de la UNED en Madrid, José Luis Martín Rodríguez, al referirse a "La Leyenda del Matamoros", señala que "… aunque Santiago no peleara a favor de los cristianos hasta época tardía, el hecho de que se sitúe su intervención en la batalla de Clavijo tiene, sin duda, alguna explicación: en Albelda, lugar muy próximo a Clavijo, combatieron Ordoño I de Asturias y Musa ibn Musa, caudillo de los musulmanes del Ebro, en el año 859. El lugar, era un punto estratégico que dominaba la vía de comunicación entre las actuales Soria y Logroño y que, cruzando el Ebro, llegaba hasta Pamplona. Tal vez, por su interés estratégico, aluden a la batalla con detalle las crónicas escritas poco después en la corte de Alfonso III, hijo de Ordoño, y el relato pudo llamar la atención de quienes -en la primera mitad del siglo XII- precisaban una batalla lo suficientemente importante y antigua para justificar los votos que los fieles pagarían en adelante al Apóstol Santiago". (Página oficial del Ayuntamiento de Clavijo : http://www.larioja.org/clavijo/clavijo13.htm)
También menciona Valdeavellano el estudio de fray Justo Pérez de Urbel Lo viejo y lo nuevo sobre el origen del Reino de Pamplona dondese mantiene la misma opinión a que anteriormente hacemos referencia manteniendo la opinión de que hubo dos batallas de Albelda; una en el año 851 entre los Gascones y Muza y la conocida del 859 librada entre Ordoño I y Banu Qasi.
Lacarra (Historia del reino de Navarra) pone de manifiesto las distin tas versiones que del encuentro hacen los cronistas cristianos y musulma nes para atribuirse la victoria final, señalando que para Ibn Hayyan la lu cha fue entre los musulmanes y los al-galasqiyyin. El primer día del encuentro fue desfavorable para los musulmanes, de los que murieron no pocos y ese mismo día Musaibn Musa recibió treinta y cinco lanzazos que traspasaron las mallas de su loriga. Pero al segundo día los musulmanes rechazaron el ataque, yendo en vanguardia Musa ibn Musa, que, a pesar de sus heridas, encendió el ánimo de los musulmanes y prestó los mejore servicios. Los galasqiyyun fueron derrotados dejando la tierra cubierta de cadáveres, mientras que para la versión cristiana, la derrota se con vierte en un triunfo espectacular del nuevo Rey de Asturias Ordoño, que sitió Albelda, mientras que Muza colocaba sus campamentos en el Monte Laturce; el cristiano dividió en dos sus ejércitos, uno para que continuara el asedio mientras que el otro se dirigía contra Muza. Este sería completamente derrotado, su yerno García -casado con su hija Oria- resultó muerto y el campamento fue saqueado, encontrándose en él regalos que le había enviado el rey de los francos, Carlos el Calvo. El mismo Muza, tres veces herido por la espada, escapó con dificultad y gra cias a la ayuda que le prestó un cristiano que servía en su ejército. Derro tado el ejército musulmán, las tropas de Ordoño apretaron el cerco de la plaza de Albelda, que fue tomada a los siete días, muertos sus defensores y arrasada hasta sus cimientos.
Gregorio de Balparda ( «Historia crítica de Vizcaya y de sus fueros» ) hace las alusiones que en nuestros cronicones, el Salmanticense dedica párrafos a la expedición de Ordoño I contra los vascones repetidas veces hizo guerra a los caldeos y triunfó sobre ellos. Como moviera su ejército contra los vascones rebelados y redujera su país a su dominación, de vuelta ya, llegó un mensaje diciendo: He aquí que al otro lado está e enemigo... contra el cual Ordoño movió su ejército y contra una ciudad denominada «Albeida». y allí se dió la batalla de Albelda o Clavijo, y sostiene que la batalla de Albelda o de Clavijo, la auténtica de Clavijo ocu rrida por el año 852, tuvo consecuencias importantes: el predominio del rey de Oviedo en toda Navarra quedó restablecido y en adelante los pamploneses mismos colaboran con Ordoño I.
Resumiendo controversias de historiadores e investigadores, un he cho parece evidente: la famosa batalla que tanta trascendencia repre sentó para la Ruta Jacobea con la aparición del Apóstol Santiago, en su veracidad histórica pudo tener lugar en los años 852 ó 860, pero no en el año 844, como fecha que la tradición marca en una leyenda de fe.
La batalla de Clavijo tuvo gran importancia en el desarrollo de la Ruta Jacobea. Para la cristiandad tiene la significación de una guerra santa; pero la religión y política se unen para darle un contenido que excede del ámbito de la fe. La iglesia de Santiago de Compostela adquiere unos tri butos que afectan a todo el país; casa «yugada de tierra cultivada y viñe dos debe pagarle media fanega de trigo o de vino».
El propio Santo tendrá una recompensa «material» por su ayuda par ticipando en el «botín de guerra». y así cuando se dividiese Santiago «la parte correspondiente a un caballero».
El reparto del «botín» se había transformado en una costumbre habi tual en la guerra, que evidencia que el cristianismo no podía romper las li gaduras que le ataban a prácticas paganas. En la tradición árabe tenía tal arraigo, que Mahoma señaló la cuota de un quinto a dividir entre Alá, el Profeta, sin olvidar a otras personas que lo precisaban.
Historia o leyenda, otro hecho resulta incuestionable: que como con secuencia de la victoria cristiana sobre las huestes de Abderramán, quedó abolido el tributo de las cien doncellas y Ramiro I instituyó «el voto de Santiago», por el cual se ofrecían al Apóstol las cosechas y el botín de guerra. El voto se cumplió religiosamente hasta el año 1812, en que fue abolido por las Cortes de Cádiz después de vivas críticas. Restaurado en 1936, más bien con un pensamiento religioso, sus antiguos privilegios no han tenido efectividad en los tiempos actuales; sin embargo, la devoción por el Santo es una tradición, por lo que figura como patrón de España.
En Calahorra aparece suscrito el denominado «Diploma de San Ra miro», en 25 de mayo del 844, instituyéndose el mencionado voto:
«Hicimos voto... de pagar perpetuamente cada año a manera de primicias de cada yugada de tierra una medida de la mejor mies, y lo mismo del vino... Concedimos también... que de todo el botín que en cada una de las expediciones cogieren a los sarracenos, den con toda exactitud a nuestro glorioso patrono Protector de España tanta parte y porción como corresponde a un soldado de a caba llo».
Son interesantes las palabras del discurso pronunciado por don Ju lián Cantera en Clavijo, el 23 de mayo de 1962:
«Si Compostela puede justamente gloriarse de su preeminente lugar en el culto y en el arte, no está ausente de su prosperidad el Voto del Rey don Ramiro I de Asturias en Clavijo, a causa precisa mente de la Aparición del Apóstol Santiago en la memorable Bata lla, auténtica e histórica, de Clavijo. En sus peores tiempos el Voto de Clavijo producía a Compostela más de dos millones de reales al año, por lo que no exageramos, ni hacemos injuria a nadie, si deci mos que Clavijo tiene parte, y buena parte, en esa joya del arte ro mánico, relicario espléndido del Sepulcro del Apóstol, que es la suntuosa Catedral de Santiago de Compostela. Sería, por tanto, una gravísima injuria inferida a aquellos beneméritos y dignísimos Canónigos el haber cobrado por tantos siglos los cuantiosos millo nes del Voto de Clavijo a base de una fabulosa leyenda».
María Jesús Viguera Molins, catedrática de Estudios Árabes en la Universidad Complutense, afirma en su artículo La Rioja en Al-andalus (siglos VIII-XII) :"La Rioja cuenta con una de las tradiciones más señeras de la Reconquista: la aparición del Apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo, mediado el siglo IX, frente a los musulmanes. Hoy día reconocemos con claridad lo que fueron las formidables construcciones ideológicas alrededor de la expansión cristiana peninsular frente al Islam, y con el máximo respeto y cuidado por la memoria colectiva las separamos de nuestra perspectiva historiadora. Obsérvese que, como apunta Cantera Ortiz de Urbina (2.- J. Cantera Ortiz de Urbina, introducción a: J. Cantera Orive, La Batalla de Clavijo, p. II.) "nuevas reflexiones críticas suscitadas por las corrientes racionalistas desarrolladas en ambientes principalmente eclesiásticos en torno a los años 60.... [llevaron a suprimir] la conmemoración litúrgica de la aparición del Apostol Santiago el 23 de mayo" [en Clavijo]. La Historia, como uso del presente, no puede lastrarse con recursos pasados...".
LA CARACTERIZACIÓN DE SANTIAGO
Desde la perspectiva que nos ocupa, estos libros nos presentan una imagen militar de Santiago, a quien los cristianos suelen invocar antes de entrar en batalla y cuya ayuda se manifiesta, a veces, con su intervención personal en el combate.
6.1. El rostro y la mirada
Para empezar, Santiago aparece abocetado con unos rasgos físicos, entre los cuales las crónicas Silense y Najerense resaltan el rostro alegre y vivo ( «alacri vulti» ), mientras que Berceo, en una descripción conjunta de san Millán y Santiago, aunque los presenta mirando a los moros «con turba catadura» [San Millán, 439c], insiste en su hermosura, claridad, blancura, así como su aspecto angelical y celestial: «dues personas fermosas e lucientes [...], más blancas que las nieves rezientes» [ibid., 437cd]; «caras angélicas e celestial figura» [ibid., 439c].
6.2. La condición militar
Su condición guerrera se indica, a veces, de forma genérica, mediante expresiones como «bonum militem», «equitem», «strenuissimum militem» que, al ocuparse del cerco de Coimbra en 1064, repiten las crónicas Silense y Najerense, en las que también se le llama «Christi miles», denominaciones repetidas siglos más tarde por Rodríguez de Almela cuando, al tratar el mismo episodio, lo apellida «cavallero» y «cavallero de Jhesucristo» [cap. XII, p. 30].
6.3. El caballo de Santiago
Uno de los componentes esenciales de su pintura como militar es el uso de un caballo, cuyo color blanco, sin más especificaciones, destacan el Tudense [p. 291], Ximénez de Rada [IV, 13: «in equo albo» ], la Estoria de España [caps. 629, 1044: «en un cavallo blanco»] o Rodríguez de Almela [«en un cavallo blanco»: IV, p. 18; XIII, p. 32; XVI, p. 37], mientras que la Estoria de España lo convierte, en una ocasión, en «un cavallo muy blanco» [cap. 807] y Rodríguez de Almela, en otra, en «un cavallo blanco muy bueno» [XII, p. 30]. La blancura del caballo da lugar, a veces, a hiperbólicas imágenes poéticas: así, según las crónicas Silense [p. 192] y Najerense [pp. 99-100], la «niuea claritas» del caballo hacía resplandecer toda la iglesia de Compostela, mientras que Berceo predica de san Millán y Santiago que «vinién en dos cavallos plus blancos que cristal» [San Millán, 438a]. Tanto la Silense como la Najerense destacan, además, el grandor del équido ( «magne stature splendidissimus equus» [pp. 192 y 99, respectivamente]), el cual, a veces, es «allatus», tal como lo describen la Silense [p. 192] y la Najerense [p. 99], concepción que permite a Berceo presentar a san Millán y Santiago como jinetes que «decendién por el aer' a una grand pressura» [San Millán, 439b ].
6.4. Las armas y enseñas de Santiago
Como militar, Santiago tiene que ir aparejado para la guerra, un detalle que algunos textos recalcan mediante imágenes reiterativas: así, según Berceo, quien recurre al tópico de la indecibilitas, san Millán y Santiago intervienen en la batalla con «armas quales non vío nunqa omne mortal» [San Millán, 438b], mientras que en el capítulo 807 de la Estoria de España se le pinta, de manera más genérica, como «cauallero muy bien guarnido de todas armas claras e fermosas» [p. 487b]. En el Poema de Fernán González [546d], Santiago y los caballeros que le acompañan en Hacinas llevan «todos armas cruzadas com' a él semejava», descripciÓn que la Estoria alfonsí transforma en «todos armados con sennales de cruzes» [cap. 700].
En otros casos, se indica más específicamente que Santiago porta una espada y una bandera blanca. Lucas de Tuy [p. 291] y Ximénez de Rada [lib. IV, cap. 13] lo pintan solo con la bandera ( «vexillum album in manu» ), mientras que Berceo diseña, en un lugar, a san Millán y Santiago «espadas sobre mano» [San Millán, 439d]. En otros casos, bandera y espada son signos unidos: así, en el capítulo 629 de la Estoria de España aparece «con una senna blanca et grand espada reluzient en la mano», mientras que en el capítulo 1044 se acompaña «con senna blanca en la mano et con vna espada en la otra», boceto que pasa a Rodríguez de Almela ( «con una vandera blanca en la mano e una espada en la otra» [XVI, p. 3]), quien, en una nueva ocasión, lo representa con «una seña blanca e grande espada reluziente en la mano» [XIV, p. 18] y en otra, aún con más concreción, «con una seña blanca en la mano siniestra e una cruz bermeja en ella, e en la diestra una espada que parecía fuego» [XIII, p. 32]. El caso más curioso se halla, sin embargo, en un pasaje de Berceo, donde Santiago viste «croça, mitra pontifical» [San Millán, 438c; y cf. 447a), es decir, báculo y mitra, pormenores que parecen exclusivos del poeta riojano.
7. SANTIAGO COMO ADVOCACIÓN MILITAR
La ayuda militar de Santiago deriva casi siempre de la invocación que los cristianos le hacen antes de entrar en batalla, aunque casi nunca se dirige a él solo. En efecto, esa advocación es a Dios, la Virgen y Santiago en dos pasajes de la Chronica Adephonsi imperatoris [caps. 117 y 121], al igual que en el capítulo 1046 de la Estoria de España; o bien a Jesucristo, la Virgen y Santiago en otro lugar de la Chronica Adephonsi imperatoris [cap. 164].
Con todo, en la mayoría de los textos, la llamada se endereza conjuntamente a Dios ya Santiago, empezando por el Poema de mio Cid:
¡En el nombre del Criador e del apóstol Santi Yagüe,
feridlos, cavalleros, d'amor e de gran voluntad,
ca yo só Ruy Díaz, mio Cid el de Bivar (vv. 1138-1140);
...
irlos hemos ferir en aquel día de cras
en el nombre del Criador e del apóstol Santi Yagüe (vv. 1690-1690b).
Del mismo modo, en la descripción de la batalla de Clavijo que dan el Tudense [pp. 291-292] y la Estoria de España, Santiago, al aparecerse al Rey, le promete vencer «con el ayuda de Dios»; los cristianos, así, invocan a Dios y Santiago, confiando en la ayuda de ambos [cap. 629]. La misma Estoria alfonsí cuenta que, antes de sitiar Coimbra, Fernando I acudió en romería a Santiago para pedir ayuda a Dios y al apóstol [cap. 807]. Por fin, en la narración de la batalla de Clavijo que hace Rodíguez de Almela, los cristianos avocan a Dios y Santiago [IV, p. 18] ; y el mismo autor, en otro momento, señala que los cristianos «se encomendaron todos a Dios e al apóstol Santiago» y, durante el ataque, «el conde e los suyos, viéndose en grand aprieto, rogaron a Dios de todos sus coraçones que los ayudase e librase contra estos infieles», tras lo cual se produjo la aparición de Santiago [IV, 23].
Solo en un caso, por otra parte, se funde la llamada a Santiago ya Castilla (Estoria de España, cap. 1044), mientras las invocaciones exclusivas al santo son escasas y, además, tardías, por lo que se desprende de los textos examinados. La primera se recoge en una copla del Laberinto de Fortuna, donde, aludiendo a la victoria obtenida por las tropas de Juan II contra el rey de Granada, en 1413, se hace ver que los cristianos entraban en combate al grito de Santiago, nombrado por perífrasis:
en tantas de bozes prorrompe la gente
que non entendían sino solamente
el nombre del fijo del buen Zebedeo (150fgh)
La segunda corresponde al relato que de la conquista de Jerez suministra Rodríguez de Almela [XVI, p. 37]. .
No faltan, con todo, algunas situaciones en que los cristianos oponen el grito de «Santiago» al de «Mahoma», ululado por los moros, como, cuando en el enfrentamiento producido como consecuencia del cerco de Alcocer, el autor del Poema de mio Cid comenta:
los moros llaman ¡Mafomat! e los cristianos ¡Santi Yagüe! (v. 731).
Un caso bien distinto a todos los anteriores recoge, por fin, el Poema de Almeria, en el que ni siquiera se habla de invocación: sencillamente, los gallegos, respondiendo al llamado del Emperador, son los primeros que se presentan a la lucha, tras recibir la bendición de Santiago:
Maius est mensis, procedit Galliciensis
praecepta Iacobi primo dulcidine sancti [ed. cit., pp. 168-169] 9.
8. LA INTERVENCIÓN PERSONAL DE SANTIAGO
El auxilio militar de Santiago puede conducir a su participación personal en la batalla, aunque no necesariamente solo, ya que puede ir en compañía de otros caballeros o, muy raramente, de otros santos o seres celestiales.
Una muestra de lo último la proporciona Berceo, quien le hace intervenir junto a san Millán en la batalla de Hacinas [San Millán, 437-439], en la cual, según Rodríguez de Almela, le acompañó «muy grand conpaña de angeles [...], todos armados de armas blancas con pendones blancos, en ellos cruzes coloradas» [VIl, p. 23].
Lo habitual, no obstante, es que intervenga sin otros adjuntos sobrenaturales. Tal ocurre, aunque previa promisión de ayuda al conde hecha por san Pelayo [v. 407] y san Millán [ vv. 410d y 412], en el relato que de la batalla de Hacinas recoge el Poema de Fernán González [546], al que sigue muy de cerca el capítulo 700 de la Estoria de España. También participa solo en la batalla de Clavijo según las versiones del Tudense [pp. 291-292], Ximénez de Rada [IV, 13] y la Estoria alfonsí [cap. 629]; y, asimismo, en la batalla en que se vence a Abenhut, en tiempos de Fernando III [Estoria de España, cap. 1044).
Sin embargo, sí puede ir con otros caballeros, pues, al ocuparse de la misma batalla de Hacinas, el autor del Poema de Fernán González aclara que Santiago «de caveros con él grand conpaña llevava» [551c], descripción retornada con una leve amplificatio en la Estoria de España: «con gran companna de caualleros todos armados con sennales de cruzes» [cap. 700]. Rodríguez de Almela, por su parte, lo presenta acompañado por «gran cavallería» en otra ocasión [XIV, p. 18].
A veces, los propios moros observan la figura de Santiago, como en un episodio de la Estoria alfonsí, en el que se refiere que aquellos contaron haberlo visto con «vna ligión de caualleros blancos, et aun dizen que ángeles vieran andar sobre ellos por el ayre; et que estos caualleros blancos les semeiaua que les estryien más que ninguna otra gente» [cap. 1044]. El relato, referido a la batalla en que se vence a Abenhut, en el reinado de Fernando III, lo retorna Rodríguez de Almela, según el cual los moros contaron que Santiago se presentó con «grand compaña de cavalleros blancos e aún dixeron más: que vieron ángeles en el aire sobre ellos e que estos cavalleros blancos les semeiava a los moros que les destroían más que otra gente» [XVI, p. 37]. El mismo Rodríguez de Almela, al narrar la batalla de Clavijo, asegura que «dieron fee e testimonio que lo vieron» (a Santiago) [IV, p. 18]. Por fin, en el Poema de Alfonso onceno, el rey Juçaf afirma haber sido testigo de la participación de Santiago en la batalla con muchos caballeros:Yo lo vi bien aquel día
con muchos omnes armados:
el mar seco parescía
e cobierto de cruzados [c. 1886].
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores