GÉNESIS DEL PACTISMO FORAL EN LA CORONA DE ARAGÓN :
En un singular contexto histórico dentro de la Reconquista Hispánica, con el consiguiente afán de Reunificación Nacional; se dio en el Oriente Español una característica política singular y encomiable, que ya con los desastres de los Austrias Menores y la venida de los Borbones, y a posteriori, con la consumación del funesto liberalismo, se esfumó no sin tristeza. Y resulta ser uno de nuestros mejores ejemplos, como españoles todos, de libertad y trabajo en un verdadero concepto político. Y así pues, me dispongo a exponer la génesis confederal de lo que fue la Imperial Corona de Aragón, radicada en ese Pactismo Foralista tan característico.
La minoridad de Jaime I, entre el 1213 y el 1225, durante la cual un consejo de regencia formado por nobles y eclesiásticos intentó gobernar la Corona Aragonesa, fue un periodo propicio para las bandosidades nobiliarias y la actuación independiente de una pujante aristocracia militar. Los magnates se disputaban pues el disfrute de las rentas y del patrimonio real y, en sus rivalidades, llegaron a secuestrar en Zaragoza al joven monarca y a su primera esposa, Leonor de Castilla ( 1225 ). Entre el 1225 y el 1228, Jaime I, ya mayor de edad, luchó por hacerse con las riendas del gobierno pero tropezó con serias contrariedades : pocos nobles le secundaron en su intento de reconquistar Peñíscola ( 1225 ), y los aragoneses específicamente rehusaron aceptar las treguas que el rey firmó con los muslimes después de este episodio. Los desacuerdos culminaron en una guerra entre el Rey y un importante sector de la nobleza de Aragón ( 1226-1227 ), que reivindicaba la heredabilidad de tenencias y honores y rehusaba devolver bienes del patrimonio real. El conflicto finalizó por un compromiso en el que los rebeldes obtuvieron caballerías ( Esto es, tierras y rentas ) del Rey. En el 1228, la tensión estalló en Cataluña, donde Jaime I fue obligado por los respectivos magnates a renunciar a su pretensión de incorporar el Condado de Urgel a la Corona.
La Reconquista de Mallorca, pactada en las Cortes de Barcelona del 1228, con el consiguiente reparto de la ínsula, ayudó a restablecer el orden interior en Cataluña y a aproximar a los estamentos catalanes al Rey. La Reconquista del Reino Valenciano no parece que tuviera los mismos efectos pacificadores. En primer lugar, los estamentos aragoneses la encabezaron y por ello la consideraron una empresa propia. La participación catalana en las campañas fue aceptada por los aragoneses siempre que ello no impidiera la incorporación de las nuevas reconquistas a la Corona de Aragón. Así, la decisión final de Jaime I de convertir la valenciana tierra en un Reino con leyes propias ( El Costvm; esto es, los Fueros de Valencia ) distinto del Viejo Aragón, de oponer esos nuevos fueros valencianos a los aragoneses y de primar el sector real y urbano en detrimento del nobiliario, donde los magnates aragoneses predominaban, fue motivo de discordia entre el Rey y esa aristocracia aragonesa.
Jaime I el Conquistador era ya consciente de que convenía mejorar la organización administrativa de la Corona, lo cual pasaba por reforzar la Autoridad Real. Para conseguirlo se rodeó de funcionarios de confianza. También sabía que el principal obstáculo para la consecución de tales objetivos era la excesiva independencia y rebeliones varias de la nobleza. Y así, para hacerle frente, buscó la alianza de las ciudades y villas, que le ofrecieron donativos a cambio de privilegios : concretamente, la participación del elemento del burgo en las Cortes y el fortalecimiento de una propia política municipal. Todo un ejemplo de libertad y fortaleza política que ya nos gustaría tener en nuestros demoliberales días….Muchas ciudades y villas le ofrecieron donativos para la causa. Se crearon entonces, por privilegios reales, los municipios de Tárrega ( 1242 ), Montpellier ( 1246 ), Barcelona ( 1249-1274 ), Lérida ( 1264 ), Valencia ( 1266 ), Perpiñán ( 1273 ) y Mallorca ( 1256-1273 ). Buscó, ante todo, un equilibrio de las fuerzas populares que conformaban aquella Hispana Corona.
El caso es que, en el interior del Reino Aragonés, el nivel en la correlación de fuerzas entre los estamentos y el Rey alcanzado a finales del Reinado de Jaime el Conquistador fue inmediatamente cuestionado por su sucesor, Pedro el Grande ( 1276-1285 ), que quiso situarse en un plano de autoridad netamente superior al colectivo estamental. Contrario a las concesiones pactistas de su antecesor con la nobleza y las ciudades, el nuevo Rey tomó la Corona de Aragón sin reunir Cortes y, por lo tanto, sin comprometerse solemne y públicamente a respetar los Fueros aprobados de sus respectivos Reinos. Al contrario, para no sentirse mediatizado en su gestión gubernamental, encomendó las principales tareas administrativas a miembros de la minoría hebraica, y cargos militares a nobles sicilianos exiliados, y para fortalecer su posición económica y autoridad intentó convertir en tributo obligatorio un subsidio o ayuda extraordinaria que sus antecesores habían recibido en circunstancias excepcionales de sus súbditos catalanes ( el bovaje ) , por decisión generosa y voluntaria de los estamentos. Se planteó así un problema de orden en esa Monarquía Tradicional Española…El Rey parecía estar por encima de la propia ley, se alejaba de la Doctrina de San Isidoro de Sevilla….
Los nobles que sintieron con más fuerza la amenaza de la pretendida invalidez foralista respondieron con una sublevación que Pedro el Grande aplastó en el año de 1280; el asedio de Balaguer. El autoritarismo salía reforzado de la prueba, pero el Monarca, a causa de su arriesgada política exterior, no tardaría en perder las posiciones ganadas. En contra de la praxis institucional-confederal tan inteligente del Reino de Aragón, se lanzó a la grave aventura de la incorporación de Sicilia sin consultar a los estamentos; todo un ejemplo de despotismo inaudito. En los preparativos de la expedición siciliana comprometió, pues, sus finanzas ( Contrató Almogávares ) y reclamó el vasallático servicio de sus feudatarios, todo lo cual ya era de por sí arriesgado….Pero lo más grave fue que, a causa de la valiente incorporación ( Que todo hay que decirlo ) de Sicilia, la Corona se encontró enfrentada a una guerra desigual con Francia, Mallorca, el Papado y la Casa de Anjou. Tropas galas invadieron Cataluña, mientras que contingentes franco-navarros hostigaban las fronteras de Aragón. Los estamentos, que ni tan siquiera habían sido consultados para el siciliano proyecto, ahora debían responder de las consecuencias….Pedro el Grande, que no lo había querido, se apresuró a convocar Cortes a los estamentos de Aragón, Valencia y Cataluña; que tuvieron al Rey a su merced para arrrancarle un formidable proyecto político foralista sobre el cual se establecían los cimientos de una Confederación Pactista.
La Unión Aragonesa, formada como una hermandad de potentes opuestos a la política real, obligó a Pedro el Grande a transigir en las Cortes de Zaragoza ( 1283 ); donde el Rey confirmó los Fueros, privilegios y donaciones; aceptando confiar al Justicia de Aragón los pleitos que llegasen a la Corte; se comprometió a consultar las Cortes en asuntos de alta política; renunció al monopolio de la sal y a la obtención del tributo sobre la ganadería ( El famoso quinto ); aceptó el compromiso de no nombrar jueces extranjeros para Aragón; prometió que devolvería a los nobles las ciudades y villas que “ acostumbraban a ser honores de los ricos-hombres “; que no actuaría contra los nobles sin el consentimiento del Justicia; y aceptó, también, que los aragoneses residentes en Valencia pudieran acogerse al Fuero de Aragón.
En el Reino de Valencia, donde el elemento ciudadano tenía un peso comparable o superior a la nobleza militar- a diferencia de Aragón -, las Cortes ( 1283 ) también fueron marco para una ofensiva contra el despotismo, aunque los enfrentamientos no fueron tan desagradables. Los valencianos juraron el Fuero de Valencia y obligaron a Pedro el Grande a anular las concesiones hechas en Zaragoza sobre su Reino. Se llegó incluso a dar un plazo de 10 días para que saliesen del Reino Valenciano todos los que, teniendo tierras repobladas en base al Fuero de Valencia, no lo quisieran acatar. Contra los intentos tiránicos, se le obligó al Rey a prometer que no impondría ningún tributo a excepción de los consignados en los Fueros. Pedro el Grande hizo también concesiones de orden señorial muy favorables a los nobles aragoneses con propiedades en el Reino : Liberó a los señores de la obligación de residir en sus tierras como lo había impuesto Jaime I cuando hizo los respectivos repartimientos y donaciones, y les autorizó a cultivarlas con siervos islámicos. Para los mercaderes, esbozó la estructura del Consulado del Mar de Valencia al otorgar a los prohombres de mar valencianos el privilegio de la elección de un par de marineros cónsules para que pudiesen juzgar en causas específicas del mundo mercantil “ según el costum de mar “.
En las Cortes de Barcelona ( 1283 ), a diferencia de las de Zaragoza, donde el Rey había sido amenazado so pretexto de revuelta, los estamentos ofrecieron toda la ayuda posible frente a la previsible invasión franchute, pero negociaron a cambio de múltiples concesiones. Pedro el Grande se obligó a reunir Cortes en Cataluña una vez al año y a convocar para ello a prelados y eclesiásticos, barones y caballeros, y ciudadanos y hombres de las villas. También comprometióse a no promulgar ninguna constitución general o estatuto sin la aprobación y consentimiento de las Cortes, y confirmó los privilegios, libertades, usos y costumbres de los catalanes, con lo cual se refrendó la superioridad del Derecho Consuetudinario sobre el Derecho Escrito. Numerosas concesiones reforzaban también la fuerza de los señores sobre sus vasallos y la independencia de los barones respecto del rey, que se comprometió a restituir el mixto imperio ( la baja jurisdicción ) a los que antiguamente la habían tenido, y prohibió a sus oficiales la entrada en ciudades, villa, castillos y lugares de jurisdicción señorial. La nobleza también obtuvo que ningún caballero u otro hombre franco pudiera ser encarcelado por deudas ni sus bienes embargados, y que se confirmara la observancia de los Usatges de Barcelona en la cuestión de los servicios a los que estaban obligados los feudatarios con respecto a sus señores y de todos por lo que correspondía al rey. Todos los pleitos por causas feudovasalláticas entre el rey y los barones y caballeros serían juzgados por un tribunal de barones. El poder de los señores sobre los campesinos de los mansos ( En Cataluña, massía ) se reafirmó al convertir en ley la costumbre imperante de la Cataluña Vieja de que los campesinos que querían abandonar los señoríos de la nobleza para establecerse en villas y ciudades del Rey habían de redimirse de su condición servil pagando un “ rescate “. Con carácter general, el Monarca eximía a sus súbditos de una serie de cargas económicas y redefinía a la baja el alcance de otras. Pedro el Grande juró también respetar las inmunidades de la Iglesia, limitó las atribuciones de sus oficiales y reorganizó la administración de la justicia. Para los mercaderes y hombres de las ciudades estableció la libertad de transporte y navegación, salvados los tributos acostumbrados, y promulgó, según J. M. Font Rius, “ la primera disposición oficial de carácter público y de aplicación general en que se menciona y reconoce un régimen propio de ciudades y villas. “
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