Espacios y territorio en la propaganda y en los discursos durante los conflictos bélicos: la Guerra de Sucesión en España y América*
David GONZÁLEZ CRUZ
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Résumés
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Cette recherche aborde l’utilisation du concept de territoire et la symbologie des espaces géographiques comme éléments de la stratégie définie pour obtenir l’adhésion de l’opinion publique en faveur des intérêts des puissances et des dynasties belligérantes lors de la Guerre de Succession d’Espagne. Il s’agit d’approfondir les mécanismes et les discours employés pour générer adhésion ou rejet envers les adversaires dans les domaines de la Monarchie, en Espagne et en Amérique : messages diffusant des stéréotypes humains liés à des royaumes ou à des régions, discours à contenu religieux visant à diaboliser les ennemis, campagnes fustigeant les étrangers en fonction de leur nationalité, références à l’histoire pour appuyer des comportements présents, ou allusions récurrentes aux pertes territoriales ou à la possible désintégration de la Monarchie comme conséquences de la guerre ou des négociations de paix.
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Mots-clés :guerre, succession, propagande, opinion publique, territoire, Espagne, Amérique, monarchie, religion, étranger, discours, XVIIIe siècle
Palabras claves :guerra, sucesión, propaganda, opinión pública, territorio, España, América, monarquía, religión, extranjero, discurso, siglo XVIII
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Texte intégral
* Esta investigación ha sido realizada en el marco del proyecto de investigación “Extranjeros y pueb (...)
1Es evidente que los seres humanos se han caracterizado a lo largo de la historia por la búsqueda de espacios para el desarrollo de sus actividades y sus modos de vida, si bien la defensa del territorio frente a agentes externos o internos ha acostumbrado a activar en mayor medida la elaboración de discursos con la finalidad de proteger las zonas ocupadas o, en su caso, para justificar su ampliación a otros lugares próximos o distantes. En este marco, los conflictos bélicos vinculados a pretensiones territoriales requerían el diseño de estrategias publicitarias complementarias al uso de las armas que actuaran como sustento y mecanismo de reforzamiento de los derechos que se pretendían afianzar o extender a otras tierras, así como de instrumento de concienciación de la población civil y de las fuerzas armadas sobre la conveniencia de la realización de empresas militares.
2En este sentido, las guerras en las que participó la Monarquía Hispánica en el siglo XVIII se ajustaron a intereses expansionistas de las potencias europeas y coloniales y a las necesidades de defensa de la integridad de los dominios peninsulares y americanos; de ahí que los mensajes propagandísticos estuvieran condicionados por ambas circunstancias. No obstante, la utilización de discursos sobre el territorio como recurso movilizador de los hispanos adoptó también otros perfiles que intentaban seducir con alusiones a deseos segregacionistas, a la conveniencia de alejar el campo de batalla de los espacios habitados, a la animadversión que generaba que los países limítrofes fueran bases de operaciones militares o lugares de refugio de los enemigos e, incluso, a los perjuicios que causaban los enclaves donde actuaban los comerciantes naturales de otros estados, entre otras cuestiones.
1 “Acta de la Junta General de las autoridades constituidas, y vecinos, celebrada en San Sebastián, e (...)
3Precisamente, como ejemplo de estrategias de atracción manipuladoras de las pretensiones de autonomía territorial se dispone de un impreso publicado durante la Guerra contra la Convención, que reproducía el discurso expresado por las autoridades francesas en una Junta General celebrada en San Sebastián ante los vecinos y cargos públicos asistentes, en el que se trataba de impulsar la confianza en el ejército galo manifestando el supuesto compromiso de éste con las aspiraciones independentistas de los guipuzcoanos; con esa intención el General Jefe afirmaba que “las bayonetas de los republicanos franceses sabrán ayudar a los deseos de los republicanos guipuzcoanos para la independencia, y defender su territorio de la invasión de nuestros enemigos comunes, ésta es la obligación sagrada que hago en nombre del valeroso exército que tengo la honra de mandar”1.
2 Archivio Segreto Vaticano (ASV), Segr. Stato, Spagna, 197, fol. 83.
4Por su parte, el componente de guerra civil que estuvo unido a la Crisis Sucesoria de comienzos del siglo XVIII originaba la pérdida de vidas en la población civil y los denominados “daños colaterales” de carácter material por tratarse de un conflicto que se desarrollaba en el solar peninsular, entre otros escenarios; ciertamente, el sufrimiento que generó en los españoles este enfrentamiento armado motivaba que el ofrecimiento de desplazar el campo de batalla a tierras extranjeras fuera un sugerente modo de incentivar un incremento de adeptos a la causa dinástica. Consciente de ello Carlos de Austria acusaba a los Borbones de haber introducido el “fuego de la guerra” en el “corazón” de España con el fin de aniquilarla y debilitar sus fuerzas y, al mismo tiempo, prometía trasladar las operaciones militares a la vecina Francia con el objetivo de que padeciesen sus habitantes los daños y perjuicios que se encontraban soportando los castellanos; a esta sugerente oferta activadora de sentimientos francófobos se añadía la propuesta de recuperar aquellos territorios que fueron usurpados en el siglo XVII por la Monarquía francesa y que continuaban siendo añorados por el imaginario colectivo. Así lo expresaba, al menos, en un manifiesto firmado en Valencia el 22 de diciembre de 17062:
[…] las inviolables ruinas, que la guerra trae consigo; lo qual quisiera escusar mi piedad, como se podrá conseguir, si los españoles uniformes a tan glorioso intento, rompen la indigna cadena de su libertad, pues auyentados nuestros comunes enemigos los franceses de toda España, y passando a Italia las fuerzas navales de Inglaterra, y Olanda a dar calor a los buenos, y fieles vassallos que tiene oprimidos la tiranía francesa en los Reynos de Nápoles, y Sizilia, no solo se logrará desde luego la recuperación de todo el cuerpo de la Monarchía, sino es también el passar el Teatro de la Guerra a Francia, para que aquellas provincias padezcan los daños que su política intenta continúen en las de España, y que restituían a esta Monarchía todas las injustas usurpaciones que la tiene echas, desde el siglo passado a esta parte, como espero en Dios conseguir, y que a ello, me asistirán todos los españoles con el zelo, y prontitud que les conviene […].
3 Ciertamente, Portugal fue utilizada por Carlos de Austria para invadir España; en concreto, en la p (...)
4 De este modo se aprecia en el texto del siguiente impreso propagandístico: “Qualquiera que piense e (...)
5Por otro lado, el Reino de Portugal fue divulgado en la publicística borbónica de la Guerra de Sucesión como un espacio generador de riesgos para la integridad de España con el argumento de que actuó, junto a Cataluña, de plataforma de lanzamiento de las tropas aliadas hacia el conjunto de la Península Ibérica3; a este respecto se advierte la edición de impresos que afirmaban que la consolidación de la Corona de España durante la Crisis Sucesoria dependía de asegurar el paso por las fronteras del vecino país. Así la mejora de las opciones operativas que obtenían los ejércitos europeos austracistas a consecuencia del uso de las bases militares lusitanas se trataba de revertir por parte de los partidarios de Felipe V con una estrategia de descrédito del Archiduque que lo vinculaba a los portugueses, quienes eran identificados en la propaganda con los tradicionales auxiliares de las potencias enemigas4.
5 Ibid., p. 4.
6 Vicente BACALLAR Y SANNA, Comentarios de la Guerra de España e Historia de su rey Felipe V, el Anim (...)
7 Carta, y compendio historial de los sucesos más particulares de nuestra España, y sus Dominios, del (...)
8 Luis de SALAZAR Y CASTRO, La memorable y terrible historia del Vanquillo y grandes de España. Sangr (...)
9 V. BACALLAR, op. cit., p. 94.
6Dentro de un contexto de contienda civil en el que las diferencias entre los reinos de Castilla y de la Corona de Aragón encontraban cauces de expresión, la propaganda describía y difundía en ocasiones los estereotipos humanos adscribiéndolos territorialmente y contrastando las cualidades atribuidas a los habitantes de unos lugares frente a los defectos asignados a otros. De la explotación de este recurso fueron hábiles exponentes los partidarios de Felipe de Anjou, quienes ensalzaban, por ejemplo, la «hidalga firmeza española» enfrentándola a lo que calificaban como «flaqueza catalana», aludiendo además a una supuesta diferencia de raza entre los nacidos en Castilla y los naturales de los reinos de Valencia y de Aragón5. En esta campaña estigmatizadora de los pobladores de las zonas austracistas se empleaban calificativos de tintes injuriosos y ofensivos que intentaban construir una imagen de los catalanes de “insolentes” que no tenían la intención de cumplir el juramento de fidelidad y obediencia al Rey6, de “peritos en sublevaciones” que ocultaban el “veneno” de la rebeldía antes de 17057, de personas de “genio libre y turbulento”8, o de “gente voluble y traidora, y tan amante de sí misma, que si les importase mudarían luego partido, porque solo contemplaban el rostro de la fortuna”9.
10 Así quedaban recogidas este tipo de imputaciones en un texto publicitario felipense: “[…] que una c (...)
11 Vicente SEGUÍ ROMÁ, La Guerra de Sucesión en Ayora, Alicante: Caja de Ahorros del Mediterráneo y Ay (...)
7De igual modo, los valencianos serían descritos también como traidores y desleales a Felipe V, acusados de haber sido imitadores de las conductas de los vecinos del norte; al mismo tiempo los publicistas les criticaban por haber estado interesados en defender sus privilegios y un cierto monopolio del comercio de la seda con los castellanos, lo que a juicio de ellos impedía que los españoles tuvieran la posibilidad de disponer de precios de textiles más competitivos como los que ofrecían los franceses que llegaron a la Península Ibérica junto con los Borbones10. Con todo, la versión propagandística que identificaba de manera general a los valencianos con los austracistas no respondía a la realidad completa si tenemos en cuenta que hubo localidades que fueron fieles al príncipe galo –es el caso de Peñíscola y Jijona– y otras que demostraron su tibieza en la adhesión a una u otra dinastía en función de la evolución de las circunstancias políticas y militares11. Sea como fuere, una intervención armada de las tropas del Archiduque entrando en Castilla a través de los territorios de la Corona de Aragón incrementaba las posibilidades de fracaso atendiendo a que sus habitantes podían percibir este tipo de operaciones militares como ataques externos amparados por los intereses de otras nacionalidades; a este respecto, las repercusiones que generaban en la mentalidad castellana las diferentes maneras de irrumpir los ejércitos en función de sus lugares de procedencia deja constancia del protagonismo de los factores geográficos en el éxito del diseño de las diversas formas del lenguaje bélico. En efecto, según un testimonio del Marqués de San Felipe, el Almirante Juan Tomás Enríquez de Cabrera –exiliado en Portugal– afirmaba que el procedimiento más adecuado para llevar las fuerzas aliadas al centro peninsular consistía, como se refiere a continuación, en penetrar a través de Andalucía abandonando la opción de los reinos de la Corona de Aragón:
12 V. BACALLAR, op. cit, p. 94.
A ambos se opuso el almirante de Castilla, queriendo probar que el golpe mortal para la España era atacar la Andalucía, porque nunca obedecería Castilla a rey que entrase por Aragón, porque ésta era la cabeza de la Monarquía, y rendidas las Castillas obedecerían forzosamente los demás reinos, y aun la Cataluña, y con más facilidad, ya que estaba inclinada a los austriacos; que sería pertinaz en el amor al rey Felipe de Castilla, si presumían los reinos de Aragón darle la ley, y que entrar por la Cataluña no era más que introducir la guerra civil, con la ruina del Imperio que se iba a conquistar[…]12
13 Juan Alfonso GUERRA, Discursos conjeturales y precisas consecuencias que funda la lealtad y razón s (...)
14 Edicto Arzobispal de 27 de febrero de 1706. AHN, Estado, leg. 2902.
15 Relación, consulta, hecha a Su Beatitud, sobre lo sucedido en esta Corte, y sus contornos, con las (...)
8Por otro lado, en los discursos elaborados durante la Guerra de Sucesión obtuvo un relevante protagonismo la posible configuración de una nueva estructura de relaciones territoriales que estaba en función de la casa real que alcanzase el trono de España; de ahí que la vinculación de la Monarquía Hispánica con el linaje de los Habsburgos austriacos o, en su caso, con los Borbones se convirtió en uno de los ejes publicitarios de la crisis dinástica. Ciertamente, las ventajas que podrían generar la coordinación de dos grandes espacios de poder como los que constituían Francia y los reinos hispanos motivaron que los partidarios de Felipe de Anjou se dedicaran a fabricar una batería de justificaciones dirigidas a avalar la unidad de acción en las empresas políticas de ambas coronas. Como era lógico, en los alegatos apologéticos no faltaron los razonamientos teológicos propios de una sociedad confesional que consideraba que esta alianza familiar entre estados vecinos respondía a la voluntad divina, mientras que las pretensiones del Archiduque y del Imperio se enfrentaban a las adversas “fuerzas del Todopoderoso”13. En el seno de esta concepción religiosa, los publicistas y determinados miembros de la jerarquía eclesiástica sustentaron la necesidad de establecer y preservar la unión hispano-francesa como instrumento para combatir la heterodoxia; de esta manera, Antonio Ibáñez de la Riva Herrera –Arzobispo de Zaragoza y Consejero de Felipe V– lo argumentaba afirmando que así se dotaba de estabilidad y firmeza la conservación del catolicismo y se contrarrestaba el poder de los príncipes y repúblicas europeas protestantes14. En la misma línea se expresaban otros propagandistas anónimos que advertían que el avance de la herejía había sido consecuencia de las confrontaciones que se habían producido históricamente entre los galos y los peninsulares; por ello, recomendaban la continuidad de los vínculos entre ambas naciones como mecanismo para acrecentar la fe. Precisamente sobre las repercusiones espirituales que se le suponían a la conjunción del gobierno de los territorios de las dos coronas borbónicas se pronunciaba este impreso felipense editado en Madrid el 31 de enero de 171115:
Los aliados dizen, que es conveniencia de la Europa no reyne Phelipe Quinto en España; porque juntas las Potencias de las dos Coronas, darán la Ley a todas las demás soberanías. (Pero què mal le estarà à España ser tan poderosa? Esta es una de las partes que constituye su conveniencia). Esto dizen los Aliados, pero lo que sienten no es esso; sienten, que con la Aliança de España se han de enfriar las cenizas calientes, y encubiertas de los Hereges de Francia; y reducidas las dos Potencias a la mayor pureza de la Fe Cathólica, han de acabar con toda la Heregía. Esto es lo que sienten en su coraçón, aunque fingen en los escritos otros pretextos [....]. Y siendo esto cierto, cessan los zelos de su Aliança, y solo crecen los cuidados del exterminio de la Heregía. Pues esse pretendemos los españoles, como buenos cathólicos. Por esso queremos, que se ha de mantener en el Reyno contra las cavilosas assechanças de sus enemigos. Si viniere el Archiduque, fuera un pupilo de ingleses, y olandeses […].
16 Carta, y compendio historial de los sucessos…, p. 2.
17 De ello es representativo el siguiente testimonio publicitario: “Esta lamentable captividad lloró F (...)
9En este contexto, otros tratadistas intentaban reforzar la opinión favorable a la unión dinástica con Francia advirtiendo que la enemistad con el vecino país en el pasado había generado “ruinas” a España16. En efecto, la historia fue un recurso empleado por los partidarios de Felipe de Anjou para emparentar a ambas naciones y avalar una nueva etapa de sincronización de las políticas de sus respectivos territorios; no en vano, se aludía a la existencia de una hermandad entre españoles y franceses remontándose a la ayuda prestada por los galos en el proceso de reconquista de la Península Ibérica17 y a la participación de éstos en la repoblación de las nuevas tierras ocupadas anteriormente por los musulmanes e, incluso, mencionando las tradicionales relaciones exteriores que se forjaron entre Castilla y Francia con anterioridad a los Reyes Católicos.
18 De este modo lo refería, entre otros ejemplos, un texto anónimo: “No se dize, que los españoles nec (...)
19 Copia del Voto de un Ministro de Estado ausente sobre la Sucesión de España, in: Juan CAPISTRANO y (...)
20 Esta cuestión quedaba registrada en el siguiente impreso publicado por un sacerdote valenciano: “No (...)
21 Analola BORGES, La Casa de Austria en Venezuela durante la Guerra de Sucesión Española (1702-1715), (...)
10Si bien las razones históricas y religiosas tenían su peso en la mentalidad hispana de comienzos del siglo XVIII, no es menos cierto que las motivaciones materiales acostumbraban a incidir en la opinión pública; como consecuencia de esta evidencia la campaña publicitaria diseñada para apoyar la unidad con el linaje francés se esforzó en concienciar a la población sobre los supuestos beneficios económicos que conllevaría esta vinculación con la Monarquía gala. Entre ellos se afirmaba que florecería el comercio18 –especialmente el tráfico mercantil con las Indias–, se imitaría la industria y la invención aplicada a la fabricación de manufacturas19 y se contribuiría a financiar las necesidades de las tropas borbónicas por parte de Luis XIV20. Por el contrario, como era de esperar, los defensores de la candidatura de Carlos de Austria se afanaron en desacreditar la incorporación de España a la dinastía borbónica atendiendo a los perjuicios económicos que, según los austracistas, suponía esta alianza por haberse favorecido a la nación francesa a costa del “tesoro español”; en concreto, algunos documentos elaborados por los partidarios del Archiduque cuantificaban los recursos que los galos habían sacado de las Indias por valor de “trescientos y ochenta millones de reales de a ocho”21. Desde luego, este tipo de mensajes que trataban de dejar constancia de los intereses que tenía Francia en la explotación territorial de América calaban en la población hispana como resultado de diversas experiencias que habían demostrado su predisposición a aprovechar las posibilidades que ofrecía el Nuevo Mundo, principalmente en materia comercial; de este modo, entre otros ejemplos que podrían citarse, los súbditos de Luis XIV introducían manufacturas textiles y otras mercaderías en el Reino de Nueva Vizcaya, transgrediendo la normativa legal vigente y abusando de la “buena atención y correspondencia” que debía haber entre los vasallos de las dos coronas. Estos comportamientos de los comerciantes y de las autoridades coloniales francesas, que usurparon derechos que no les correspondían en tierras hispanoamericanas, se continuó observando inmediatamente después de la finalización de la Guerra de Sucesión, tal como atestiguaba el Virrey de Nueva España en un informe presentado a Felipe V y redactado en México el 6 de agosto de 1714:
22 Archivo General de Indias (AGI), Guadalajara, leg. 86.
Desde el tiempo del Govierno del Conde de Gálvez se introdujo inmediato al Presidio de Santa María de Galve la Nación Francessa, haciendo otro en las mismas tierras de el dominio de V. Mgd. con el nombre de el Fuerte de la Movila, guarnecido de gente de la misma nación, manteniéndose en aquel parage porque lo ha permitido la tolerancia que como no han experimentado ninguna contradicción ni exterminio se han constituydo en la posesión de aquella Corona correspondiéndose con socorros recíprocamente de ella al Pressidio de Santa María de Galve en ocasiones de necessidad que se han ofrecido de una a otra plaza intentando ahora aquel Governador explorar la tierra de los dominios de V. Mgd. e introducir con embarcaciones mercaderías y géneros al Reyno de la Vizcaya, Provincia de Cuauguila, y Nuevo Reyno de León, cuya transgressión por opuesta a las órdenes de V. Mgd. (con la noticia que de lo referido tuve) se la hice presente para su observancia, previniéndole, que se abstrajese totalmente de semejante introducción […], pues por permitirse aquella colonia, ceñida como hasta aquí, a los límites solamente de su territorio, no han de ressultar de la tolerancia por la intención y fines particulares de los que la goviernan tan graves perniciossas consecuencias en perjuicio de los dominios de V. Mgd […]22
23 David GONZÁLEZ CRUZ, “La construcción de imágenes sobre los extranjeros en España y América durante (...)
11Ciertamente, episodios como el mencionado, surgidos de la tolerancia con que las autoridades locales y la población civil debían soportar la presencia gala en la América Hispana y en la Península Ibérica durante la Guerra de Sucesión, unidos a los excesos cometidos por las tropas borbónicas y a los privilegios comerciales otorgados por Felipe V a sus compatriotas, que además facilitaban el ejercicio del contrabando y del comercio ilícito, influían en la opinión pública de manera que se fue configurando un sustrato de animadversión y fobia a los naturales del vecino país que, en ocasiones, desembocaban en incidentes xenófobos sufridos por algunos súbditos franceses como aquellos que tuvieron lugar en Zaragoza, La Habana, Burgos y algunas localidades catalanas, entre otros lugares23.
24 La organización del mando de las fuerzas armadas borbónicas se fijó en la normativa legal con crite (...)
25 Antonio UBILLA Y MEDINA, Successión de el Rey D. Phelipe V Nuestro Señor en la Corona de España: Di (...)
12Si la convivencia entre los galos y la sociedad civil hispana no estaba exenta de dificultades y litigios, tampoco estuvo ajena a ello la propia conformación de un ejército común para la defensa compartida de los territorios de las dos coronas borbónicas; por esta razón, y con la precaución que las circunstancias exigían, Felipe de Anjou desde su llegada al Trono de España puso los fundamentos legales para que la unidad militar encaminada a garantizar la salvaguarda de sus posesiones no encontrase resistencias en las componentes de las fuerzas armadas de ambos países. Con esta intención promulgó unas ordenanzas en 1702 que tenían como su principal objetivo confesado la prevención de disputas entre los soldados franceses y españoles sobre la base de la igualdad de derechos y preeminencias de los componentes de las tropas sin distinción de nacionalidad; de este modo, regulaba el procedimiento de mezcla de los soldados y los oficiales atendiendo solamente al grado, a la antigüedad de sus patentes y a las preferencias exigidas en función del cuerpo militar al que pertenecieran y al tipo de operaciones que llevasen a efecto24. De todas formas, Felipe V era consciente de que la integración de dos ejércitos en una fuerza armada conjunta debía superar las desavenencias que acostumbraban a surgir entre militares con costumbres diferentes y, en su caso, con resentimientos o antipatías nacionalistas previas; esta convicción también le llevó a adoptar otras medidas preventivas como la publicación de bandos que proclamaban el castigo de pena de muerte a los soldados u oficiales españoles y franceses que sacaran las armas contra los que fueran de nacionalidad distinta a la suya. Por último, el príncipe francés escenificó su deseo de conseguir la uniformidad mediante la utilización de una simbología que fundía los emblemas de ambas naciones de manera que, a modo de muestra, ordenó a las tropas destinadas en tierras italianas que la divisa encarnada española insertada en los sombreros se fusionase con la blanca que llevaban los galos25.
26 Efectivamente, en las ordenanzas promulgadas por Felipe de Anjou un año después reconoce él mismo q (...)
27 Ministère des Affaires Etrangères (AMAEF), Mémoires et documents, Espagne 248, fol. 54.
13Esta concepción unitaria de un ejército dirigido a la defensa compartida de todos los dominios territoriales de las dos monarquías no era original del nuevo rey de España, pues había sido enunciada con anterioridad por su abuelo en 1701, con ocasión del recibimiento que hizo al Condestable de Castilla26, tal como puede apreciarse en el siguiente fragmento27:
Vien veis aora una y otra nación de tal suerte unidas, que las dos forman sola una; y io soi al presente el mejor español del mundo. Y si el Rey mi nieto me pide consexo, lo que le diere, serán por la gloria y el interés de España. Verá el mundo a mi nieto a la frente de los españoles para defender a los franceses, y a mí a la frente de los franceses para defender a los españoles […].
28 La negativa de Luis XIV a cumplir el testamento de Carlos II se produjo pocos días después de haber (...)
29 Joseph Juan VIDAL, “La Guerra de Sucesión a la Corona de España. España dividida”, en Felipe V de B (...)
30 Posteriormente a la llegada de Felipe de Anjou al trono de España, las fuerzas armadas francesas oc (...)
31 Portugal y Saboya se unieron a esta alianza en mayo de 1703.
14Este discurso pronunciado por Luis XIV en la recepción ofrecida al Condestable de Castilla es un exponente explícito de la voluntad del monarca francés de establecer de hecho una comunidad de intereses militares y territoriales entre los dominios de España y de Francia, una vez que se negó a respetar las disposiciones testamentarias de Carlos II que obligaban a Felipe de Anjou a renunciar al trono francés28, a pesar de haber aceptado previamente el cumplimiento de la última voluntad del monarca español en la ceremonia celebrada el 16 de noviembre de 1700 en el Palacio de Versalles29. Sin duda, esta intencionalidad declarada, además de otros acontecimientos que se produjeron en el mismo sentido30, actuarían como un revulsivo para que las potencias aliadas se organizasen con la finalidad de impedir la ruptura del equilibrio de poderes europeos y ultramarinos, lo cual derivó en mayo de 1702 en una declaración de guerra por parte de Inglaterra, Austria, las Provincias Unidas de los Países Bajos y Dinamarca31, así como en la difusión de una campaña publicitaria que tenía como objeto concienciar a la población sobre la subordinación que la Corona del país vecino sometía a los territorios peninsulares e hispanoamericanos.
32 Henry KAMEN, La Guerra de Sucesión en España, 1700-1715, Barcelona: Grijalbo, 1974, p. 55-60.
33 Manifiesto del Almirante de Castilla Don Juan Thomás Enríquez de Cabrera (BNE, ms. 11028), en M.T. (...)
34 Henry KAMEN, La Guerra de Sucesión en España…, p. 137.
15Desde luego, la ausencia de autonomía de Felipe V para el gobierno de sus dominios era un secreto a voces en la Europa de principios del Setecientos; no en vano, su abuelo mantenía con él una correspondencia permanente que le permitía controlar sus decisiones, su tutor el Marqués de Louville le orientaba en la gestión política, la Princesa de los Ursinos actuaba como nexo de comunicación entre Luis XIV y la Corte de Madrid32, y finalmente los embajadores franceses se dedicaban a realizar labores de gobierno como si fuesen ministros del Rey. Precisamente, Juan Tomás Enríquez de Cabrera –Almirante de Castilla– criticaba en el manifiesto propagandístico que difundió en los reinos de Castilla el hecho de que el Duque de Harcourt –primer diplomático que representó al monarca francés en España– mandase, manejase y despachase los asuntos públicos y reservados de la Corte en que residía, a pesar de ser un enviado extranjero33. Por otra parte, se efectuaban nombramientos de cargos públicos en los diversos reinos de la Monarquía Hispánica atendiendo a las indicaciones de Luis XIV y de sus embajadores, quienes se esforzaban por colocar a personas de su confianza en puestos de virreyes y de gobernadores desplazando a los grandes títulos nobiliarios que habían desempeñado esas responsabilidades en periodos anteriores34. Contra esta práctica que apartaba a la nobleza de la Administración pública se pronunciaba de nuevo el Almirante de Castilla por considerarla una muestra de la dependencia política del estado español con respecto a Francia:
35 Manifiesto del Almirante de Castilla…, p. 214-215.
A este acto fueron sucediendo tantos que no siendo posible referirlos todos, bastarán algunos, para hacer evidente que no lograba el príncipe su yo, sino una subordinación toda a la Francia, y padecía una esclavitud toda deseada de una nación a otra totalmente extranjera, siempre contraria como la española, de quien se ve hoy enteramente gobernada y de quien sin ninguna limitación se halla en un todo regida. Cuando al Señor Duque de Anjou se le aconsejó que el mismo día de sus llegada a la Corte despidiese toda la Casa que dejó el difunto Rey Carlos II en toda suertes de grados, espheras y manejos que tenían aquellos criados, se deja conocer con qué desamor se miró el todo de la nación en esta circunstancia. Y aunque esta exoneración, en cuanto comprendía a tantos hombres de la primera categoría de los reinos, era un desprecio a la más alta nobleza […], aquellos a quienes se despojó del ejercicio de sus llaves de Gentileshombres de Cámara del Rey (que está en gloria) […] y algunos hijos y nietos de criados de aquella real Casa, se hallasen un día en la calle y despojados de aquellos útiles que eran su sustento […]; no era fácil que se creyese economía del erario Real esta exoneración de los españoles, cuando sustituyeron sin más conveniencia que el mudar nación y gravar al mismo tiempo la hacienda Real. Pues las pensiones que señalaron a los franceses aventajaban al dispendio, que causaba los gajes que se quitaron a los españoles […]35.
36 Así quedaban expresados estos mensajes propagandísticos en un folleto editado en Barcelona en 1706: (...)
37 Real cédula enviada por Carlos de Austria a la ciudad de Zaragoza y redactada el 19 de junio de 170 (...)
38 Carlos SECO SERRANO, “Estudio crítico”, en V. BACALLAR, Comentarios de la Guerra de España…, p. XII (...)
16Esta situación de sometimiento en la que se hallaba la política española durante los primeros años de la Guerra de Sucesión fue explotada publicitariamente por los partidarios del austracismo, quienes acusaban a la Monarquía francesa de esclavizar a España “echándole grillos” e, incluso, de “beberse su sangre si pudiera”; asimismo, se satirizaba la actitud de sumisión de Felipe de Anjou de manera que lo identificaban sarcásticamente con un “Rey de comedias” que actuaba en función de las indicaciones que le hacía el “apuntador” (Luis XIV), quien estaba –según los publicistas– a la espera de apropiarse de los dominios hispanos para convertirlos en una provincia de Francia36. Los efectos de toda esta propaganda que encontraba un ambiente propicio en una población civil recelosa de las verdaderas intenciones de las tropas galas eran aprovechados por Carlos de Austria para captar adeptos a su causa con sintéticos ofrecimientos consistentes en proteger a los españoles y apartarlos de la “sujeción de la Francia37”. No obstante, a partir de 1709, tras la decisión de Felipe V de independizarse de la voluntad de su abuelo, se abrió una nueva etapa en la que crecieron las simpatías de los súbditos hacia su Rey provocando que las campañas basadas en su origen galo no obtuviesen el éxito divulgativo que habían tenido hasta entonces; por el contrario, la actitud del joven príncipe se constituyó en un elemento incentivador para que la nobleza luchase junto a él por lo que se denominó “dignidad de la patria” frente a los deseos intervencionistas de Luis XIV38.
39 Del sacrificio que suponía la conducta de Felipe V se hacía portavoz, igualmente, su esposa María L (...)
40 Los representantes de las Cortes celebradas en Madrid el 9 de noviembre de 1712 incidían públicamen (...)
41 Francisco de CASTELLVÍ, Narraciones históricas, 3 t., Madrid: ed. Fundación Francisco Elías Tejada (...)
42 Así se expresaba en la representación que hizo el Reino en las citadas Cortes celebradas en Madrid: (...)
43 Copia de la renuncia que el Rey Nuestro Señor Don Phelipe Quinto (que Dios guarde) ha hecho por sí, (...)
44 Real Despacho de Phelipe V de 18 de marzo de 1713 en que manifiesta a los Reyes y potentados la ren (...)
17Tres años después, el 5 de noviembre de 1712, Felipe V renunciaba mediante una real cédula a sus derechos de sucesión a la Corona de Francia de igual forma que los herederos de la línea dinástica francesa lo hacían a la Corona española como consecuencia de las negociaciones de paz entre las potencias europeas, de manera que este acuerdo internacional fue utilizado propagandísticamente para continuar fortaleciendo los sentimientos de identificación de los españoles con el monarca mediante mensajes que resaltaban el sacrificio39 que el nieto de Luis XIV realizaba en favor de sus súbditos anteponiendo los intereses de ellos al beneficio propio, considerando que se deprendía de sus derechos dinásticos –según el discurso oficial– con la finalidad de aliviarlos del coste económico, las necesidades, las fatigas y los sufrimientos que suponían las guerras40. Este lenguaje que exaltaba la piedad del Rey en la aceptación de los acuerdos diplomáticos negociados en Europa ocultaba, quizás premeditadamente, las pérdidas territoriales que conllevaban para la Monarquía Hispánica los pactos convenidos en Utrecht, donde finalmente se decidía la entrega a Austria de los Países Bajos españoles, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña; a Gran Bretaña la isla de Menorca, Gibraltar, el navío de permiso y el asiento de negros para el comercio con las Indias españolas; a la Casa de Saboya el reino de Sicilia; a las Provincias Unidas las fortalezas de la barrera flamenca en el Norte de los Países Bajos españoles; y a Portugal, la devolución de la Colonia de Sacramento, entre otros acuerdos. Ciertamente, la acusada merma en las posesiones de la Corona sería hábilmente encubierta en la campaña publicitaria de difusión de la paz poniéndose el acento en el hecho de que Felipe V prefiriera la Monarquía de España a la francesa uniendo así su destino al de los súbditos hispanos. Las alabanzas a esta elección del Rey ya comenzaron a manifestarse por los procuradores de Burgos41 en nombre de las cortes celebradas el 9 de noviembre de 1712 aludiéndose a la eterna gratitud que debería rendírsele al monarca como consecuencia de esta decisión42, y continuaron prodigándose posteriormente en los impresos editados con el objetivo de difundir las supuestas virtudes de la renuncia real43, así como en los pregones anunciados a los súbditos a ritmo de tambores y trompetas44. De este modo, con un ambiente festivo dedicado a celebrar el logro de la paz, se intentaba que pasara desapercibida la confirmación de la desintegración territorial de la Monarquía Hispánica; realmente, una cuestión de gran calado propagandístico, que también había sido utilizada con profusión por los dos bandos contendientes durante el largo conflicto sucesorio.
45 J. M. BERNARDO ARES, “La sucesión de la monarquía católica. Del Imperio hispánico al Estado español (...)
46 Ibid., p. 676-677.
47 Luis XIV incitó a su nieto Felipe de Anjou, mediante una carta fechada en Marly el 28 de noviembre (...)
48 Antonio ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, “De la conservación a la desmembración. Las provincias italianas (...)
18Precisamente, en décadas anteriores la falta de descendencia de Carlos II originó que durante su reinado se produjera una pugna entre las potencias extranjeras con pretensiones territoriales sobre los dominios de la Monarquía Hispánica, que se concretaron en tres tratados de reparto que fueron firmados en 1668, 1698 y 1699-170045. Sin embargo, la conformidad internacional a una posible disgregación de los diferentes reinos de la Corona española no contaba con la aprobación de determinados sectores de las elites políticas, ni con el beneplácito de otros estratos más populares de la sociedad que rechazaban unos acuerdos de repartición que atentaban contra la integridad de un Imperio que en centurias anteriores había tenido posesiones en varios continentes. En este contexto, la difusión de discursos que mencionaran el riesgo de desmembración de los reinos hispanos podía transformarse en un incuestionable hándicap a las pretensiones de los dos príncipes que optaban a la Corona de España. Si bien la divulgación del concepto de unidad de la Monarquía Hispánica proporcionó indudables apoyos al Duque de Anjou entre los hispanos, también es cierto que su abuelo se mostró contrario a acatar la última voluntad de Carlos II, puesto que desde el inicio del reinado de Felipe V intentó persuadir a su nieto que cediera los territorios de los Países Bajos a Francia como contraprestación por los recursos aportados para su acceso al trono de España46. Asimismo, durante la Guerra de Sucesión la diplomacia de Luis XIV mantuvo conversaciones con las potencias enemigas con la finalidad de firmar un acuerdo dirigido a salvaguardar los intereses de la Monarquía francesa en Europa47; en efecto, en este marco el Rey Sol llevó a cabo negociaciones secretas con el emperador José I y con el Duque de Saboya en los meses de febrero y marzo de 1707 que concluyeron con el repliegue del ejército borbónico de Italia y, de este modo, con la pérdida de territorios que habían pertenecido a la Monarquía Hispánica48. Como consecuencia del acuerdo realizado sin la conformidad previa de Felipe V, el ejército austriaco pudo controlar a partir de entonces Nápoles, Lombardía, Milán y Cerdeña.
19Aun siendo evidente que Luis XIV no era partidario de defender la integridad de las posesiones españolas en las negociaciones diplomáticas, tal como se observó en Italia, la campaña publicitaria diseñada por los agentes borbónicos y por la jerarquía eclesiástica felipense trataba de convencer, contrariamente a lo que sucedía en la realidad, de la tarea que supuestamente estaba poniendo en práctica el Estado francés con objeto de que se conservasen unidos los diversos reinos de la Monarquía Hispánica. No obstante, el hecho de que la mayoría de los hispanos desconocieran el doble discurso utilizado por Luis XIV –uno de cariz desmembrador en el ámbito internacional y otro de acusada hipocresía en favor de la unidad en el seno de España– posibilitó que numerosos partidarios de Felipe de Anjou avalaran su candidatura y creyeran en la verosimilitud de exhortaciones como la que pronunciaba Ibáñez de la Riva –Arzobispo de Zaragoza–:
49 Antonio IBÁÑEZ DE LA RIVA HERRERA, Demonstración legal, y política para desengaño de la Plebe, mand (...)
Publican estas Naciones infieles ser su ánimo libertar a los Españoles del tirano yugo de la Francia. Muy simple fuera quien lo creyesse. En las guerras passadas pudieran aver hecho los esfuerços por los motivos que ahora blasonan, pues cobraron quantiosos estipendios de España; que en las presentes quien nos defiende (aunque antes nos impugnava) es la Francia, con el fin de que esta Monarquía (que ellos quisieran dividida en troços) se conserve entera, y se restituya (con la protección Divina) a su esplendor antiguo, para terror de los Enemigos de la Fe.49
20Por su parte, el Archiduque centró su actividad publicitaria en procurar desengañar a los españoles sobre las verdaderas intenciones de las negociaciones internacionales efectuadas por Luis XIV, pues incluían la cesión de dominios hispanos; por ello, Carlos de Austria lanzaba una proclama en diciembre de 1706, en los siguientes términos, con la finalidad de que el pueblo fuese consciente del denominado “fraude” al que le sometían los Borbones:
50 Copia del decreto otorgado en Valencia el 22 de diciembre de 1706, que fue enviado por el Nuncio de (...)
Nunca ha cessado la Francia de promover las más vivas diligencias para que viniesse a un ajuste de Paz por el medio de dividir esta Monarchía, y oy con más vigor que asta aquí lo solicita, pues a vista de los repetidos malos successos que ha tenido, y las derrotas en los Payses baxos y Piamonte (de que ha resultado perder a Flandes, y estado de Milán) teme, que si no la logra antes de abrirse la próxima Campaña se vea su propia casa con los irreparables peligros a que por su ambición le ha reducido la Justicia Divina; pero nuestros Aliados con firme constancia despreziando siempre semejantes propuestas en verdadero conocimiento del veneno, que en sí encierran, solo fían el buen successo, y seguridad de la Paz de los felices progressos de la Guerra […] Al mismo tiempo la astucia de franceses, viendo, que no puede destruir esta Monarchía por vía de la Repartición (a que no se le quiere dar oídos) intenta aniquilarla, manteniendo la Guerra dentro de España para que enflaquecidas las fuerzas y devilitado su poder, no le sea estorvo, como asta aquí, a sus vastas ideas, pues en este firme escollo, es donde siempre se han roto las olas, con que su ambición ha pretendido anegar la libertad de Europa. Quantas suposiciones falsas ayan esparcido a este fin, de noticias engañosas […]50
21Sean cuales fueren los discursos construidos, lo cierto es que la incongruencia demostrada por ambas dinastías ofrecía flancos débiles para combatir la credibilidad del príncipe adversario; de ahí que, a modo de ejemplo, un folleto felipense preparado para contrarrestar el citado manifiesto proclamado en Valencia por el Archiduque en 1706 comunicaba a los posibles lectores, tal como puede observarse, que el Emperador de Austria, había acordado la cesión de plazas españolas a las potencias aliadas:
51 Respuesta al manifiesto, publicado en Valencia, en nombre del Sereníssimo Señor Archiduque, en dezi (...)
[…] el principio, pues, del Manifiesto, supone el señor Archiduque por (notoria la máxima del Señor Emperador, su padre difunto, de no permitirse desuniesse de la Corona de España […]. Si se huvieran passado siglos bastantes a borrar de la memoria el tratado que el Señor Emperador ajustó en el mes de Mayo de 1703 con el Rey Don Pedro de Portugal fuera possible que muchos se persuadiessen la certeza de su cuydado, de no desmembrar porción alguna de nuestra Monarquía; pero siendo tan recientes, y públicas sus condiciones, nos acuerdan sin el menor motivo de dudar, que para empeñar el Portugués en su aliança, se le ofrecieron las Plazas de Badajoz y Alcántara en Estremadura, las de Bayona, y Tui en Galicia, con todas sus dependencias […]. También para el ajuste con Ingleses, y Holandeses, es notorio por sus mismas Gazetas que les cedió en las Indias los puertos que pudiessen conquistar sus Armadas […]51.
52 Respuesta al manifiesto, publicado en Valencia…, p. 2. Celo católico y español por la religión y po (...)
22En esa misma línea, los partidarios de la dinastía Borbónica se esforzaron en ofrecer una imagen de Carlos de Austria como promotor de la división de la Corona de España acusándolo de negociar con potencias extranjeras la cesión de territorios a cambio del apoyo para acceder a la Corona; de esta forma, la propaganda distribuida durante la Guerra de Sucesión lo responsabilizaba de haber tratado con el Duque de Saboya la entrega de la plaza del Milanés, y con los ingleses y holandeses el derecho de utilizar aquellos puertos de Indias que pudiesen tomar y con las Provincias Unidas el traspaso de los Países Bajos españoles52.
53 Ricardo EVARISTO SANTOS, “La Guerra de Sucesión en España: repercusiones políticas y económicas en (...)
23Por su parte, Felipe de Anjou tuvo que afrontar en materia propagandística la conocida predisposición de su abuelo a negociar la concesión de plazas españolas a las potencias aliadas como fórmula para concluir un conflicto bélico que había empeñado a la hacienda pública francesa y que estaba mermando los recursos humanos del ejército galo. Desde luego, era sabido entre sus contemporáneos que Luis XIV aceptó el Tratado de la Haya de 1700 que incluía el reparto de territorios pertenecientes a la Monarquía Hispánica; por el contrario, el Emperador de Austria se inhibió del acuerdo con la expectativa de obtener la simpatía de los hispanos hacia la candidatura del Archiduque. Con posterioridad, una vez acontecidas las derrotas padecidas por el ejército borbónico en 1704 y 1705, el Rey de Francia activó las conversaciones diplomáticas en aras a establecer un acuerdo internacional que lograse el fin del conflicto armado53, aunque esta iniciativa no fructificó hasta 1713. Con estos precedentes, ni siquiera el propio Felipe V se fiaba plenamente de que su abuelo defendiese la integridad territorial de la Monarquía Hispánica en las negociaciones que se realizaron en 1709; por esta razón, designó como su enviado y primer plenipotenciario al Duque de Alba, al que le dio las correspondientes instrucciones encaminadas a que los representantes franceses recordaran el compromiso adquirido por Luis XIV con los españoles. A pesar de ello, la iniciativa no obtuvo resultados si se tiene en cuenta que los diplomáticos hispanos no fueron reconocidos por el resto de los países europeos de forma que el tratado de Utrecht se negoció al margen de la voluntad del Rey de España.
24Sin duda, Felipe de Anjou era consciente de que la firma de un tratado de paz que posibilitase la división de los territorios de la Monarquía Hispánica encontraría la oposición de sus partidarios; no en vano, habían apoyado su candidatura a la sucesión al Trono con el compromiso de la no desmembración. Así la propaganda borbónica había logrado obtener numerosos adeptos a causa de su declarada implicación en la defensa de la integridad territorial; sin embargo, Luis XIV contribuyó a materializar la desintegración, tanto con su posicionamiento en los tratados anteriores a la Guerra de Sucesión como en Utrecht. Por ello, es digno de destacarse que el abuelo de Felipe V fue un consumado maestro en combinar la ficción publicitaria supuestamente pretendida por la dinastía borbónica en torno a la unidad territorial con sus ofrecimientos de división de las posesiones españolas en los foros de negociación internacionales, lo cual no resultó un obstáculo insalvable para que su nieto consolidase la posesión de la Corona tras una habilidosa campaña publicitaria que promovía ante la opinión pública paradójicamente la unidad de todos los reinos en el seno de la Monarquía Hispánica.
54 Luzifer en visita y el Diablo en residencia. Sácala a la luz el Poeta Dormido a la salud de Nuestro (...)
25Pese a todo, el espacio como instrumento de expresión propagandística en la Guerra de Sucesión alcanzó su máximo simbolismo en el procedimiento de utilización de los lugares sagrados como centros neurálgicos de la campaña encaminada a transformar dentro del imaginario colectivo una crisis dinástica surgida entre dos linajes católicos en una “guerra de religión”. Desde luego, principalmente los publicistas de la candidatura borbónica tuvieron la capacidad de movilizar a la población conectando con el sustrato de los creyentes mediante la difusión de los comportamientos atribuidos a las fuerzas armadas enemigas en los lugares de culto. Sin género de dudas, la fuerza estimuladora que generaba en la captación de adictos la divulgación de supuestos sacrilegios, ya fueran ciertos o no, motivaba que los dirigentes no se mostraran escrupulosos en la propagación de las noticias que llegaban desde el campo de batalla; en este sentido, prevalecía la búsqueda de una repercusión positiva en la opinión pública por encima de la veracidad de los mensajes. De esta manera, el que los hechos narrados pudieran ser falsos no reducía el impacto de la información siempre que sus diseñadores consiguieran otorgarles verosimilitud; no en vano, los propios folletos felipenses reconocían que muchos simpatizantes del Archiduque habían cambiado su parecer pasando al bando borbónico una vez que conocieron las “iniquidades”54 esparcidas, ya fuesen reales o inventadas. Ciertamente, el éxito publicitario obtenido en Castilla obligó a Carlos de Austria a emprender una estrategia contrapropagandística destinada a desmentir las profanaciones que se adjudicaban a las tropas aliadas, de forma que él mismo tuvo que combatir estas acusaciones mediante manifiestos tales como el que dirigió a los españoles el 22 de diciembre de 1706 desde la ciudad de Valencia:
55 ASV, Segr. Stato, Spagna, 197, fols. 81v-82r.
Aunque las vozes divulgadas en Castilla en gazetas y manifiestos, de que huviesse dado Yo a las tropas de Inglaterra y Olanda iglesias públicas, donde se predicasse su religión eran dignas del mayor desprezio; no obstante siendo un punto que hiere tanto el zelo de un Príncipe Cathólico (de que devo preziarme tan particularmente, como hijo de la Augustísima Casa, que ha dado exemplo al Mundo en la pureza con que ha mantenido en todos tiempos la Religión Cathólica) me es precisso declarar quan falsas han sido estas supersticiones, pues en Cataluña, Aragón, y Valencia se ha mantenido el culto divino desde mi arrivo con la venerazión que siempre se ha practicado en tan religiosos payses, obrando en ellos las tropas estrangeras con tal orden, y disciplina militar, que jamás ha havido quexa alguna de la menor irreverencia a los templos, y cosas sagradas. Y poniendo a los pies de Jesuchristo las falsedades que sobre esto se han esparcido; protexto, que si creiesse había de resultar por cooperación mía a nuestra Sagrada Religión Cathólica el menor detrimento, no solo renunciara por escusarlo, el dominio de la Monarchia de España, pero aún de todo el Universo, apreziando más el dichoso nombre de fiel y amante hijo de la Iglesia, que todas las coronas del Mundo.55
56 En esta línea insistía un folleto publicado en Salamanca en 1706: “Estos son artificios ordinarios (...)
57 Vicente GRAULLERA SANZ, Los notarios de Valencia y la Guerra de Sucesión, Valencia: Colegio Notaria (...)
58 Así los folletos publicitarios advertían de las repercusiones que tenían los sacrilegios en las exp (...)
59 Pedro VOLTES BOU, Barcelona durante el gobierno del Archiduque Carlos de Austria (1705-1714), 2 t., (...)
60 F. CASTELLVÍ, op. cit., 1 t., p. 474.
61 Carta del Marqués de Mancera al Ilmo. Sr. Nuncio Arzobispo de Larisa. ASV, Segr. Stato, Spagna, 186 (...)
62 ASV, Segr. Stato, Spagna, 187, fol. 304.
26De igual modo, circularon diversos impresos austracistas negando las imputaciones referidas a los ejércitos aliados siendo calificadas por sus autores como “invenciones infames de franceses” que pretendían –según ellos– confundir a las personas sencillas e ignorantes con “ficciones”56. Sin embargo, las tropas inglesas y holandesas no supieron modular en sus gestos cotidianos diversas conductas que chocaban frontalmente con las formas exigidas por la idiosincrasia española de manera que sus actitudes iban a otorgar visos de credibilidad a cualesquiera otras que se les atribuyesen. Sirva como muestra de este proceder el talante irrespetuoso que –según testimonios de la época– exhibió el Conde de Peterborough en el acto de juramento de Virrey que hizo el Conde de Cardona, celebrado en una capilla valenciana, donde el militar inglés demostró un comportamiento descortés dando la espalda al altar en numerosas ocasiones, hablando con las mujeres o pasando por delante de las imágenes sin arrodillarse57. Con estos alardes de irreverencia a la fe católica, quizás inconscientemente, estaba preparando el camino para que los valencianos y los hispanos, en general, considerasen a él y a sus soldados como unos obstinados “herejes protestantes”, lo cual dentro de la mentalidad hispana era una de las fórmulas más rápidas para agenciarse detractores a la causa del Archiduque58. No obstante, Carlos de Austria sí era consciente de que este tipo de conductas perjudicaban seriamente sus intereses sucesorios; de ahí que desde el comienzo de la guerra, en el manifiesto dirigido a los españoles desde Évora el 9 de marzo de 1704, ordenase para que fuese conocido públicamente que los militares bajo su mando tenían prohibido saquear los edificios religiosos59; un mensaje semejante trasladaría a los españoles en la proclama elaborada en Lisboa el 14 de marzo de ese mismo año, en la que anunciaba que los oficiales y soldados que turbasen la tranquilidad de los conventos, iglesias y casas religiosas serían “castigados con el mayor rigor”60. Esta misma preocupación sobre los efectos adversos que generaba el descontrol del ejército en los lugares sagrados la compartía Felipe V en la preparación de las operaciones armadas que mantuvo en los territorios de la Monarquía Hispánica; en concreto, durante la campaña en Italia prescribió a sus generales que observasen el “respeto debido” a las iglesias y comunidades religiosas sin permitirse que cometieran desórdenes en ellas bajo pena de muerte61. Es más, no se conformó con emitir la mencionada orden en 1702, sino que además con el objetivo de que la población civil conociera las intenciones del Rey ante cualquier eventualidad que pudiera producirse en los templos o conventos puso carteles en lengua italiana en los espacios públicos con el texto que a continuación se reproduce con el fin de dejar claro que en el caso que se produjeran hipotéticas profanaciones serían contrarias a su voluntad62:
Da parte del Ré. Sua Maestá Cattolica havendo tolto sotto la sua protezione la Cittá di Reggio, e tutte le terre di sua dispendenza, ha proibito, pena la vita, a tutti li militari delle sue Truppe, & a quelle de suoi Aleati, di non commetere alcun disordine, ne dir far alcun torto allí Abittanti del tori delle sue Truppe, & a quelli de Suoi Aleati di dar mano al esecuziones della presente. Datta al Campo della Vittoria li 30, luglio 1702 […].
63 David GONZÁLEZ CRUZ, Une guerre de religion entre princes catholiques. La succession de Charles II (...)
64 El Qué es? De la Corte. Escrito por un Gavacho nuevo, que se precia de serlo, por estar graduado de (...)
65 De lo ocurrido en la localidad gaditana del Puerto de Santa María nos daba cuenta Ruíz de Cortazar: (...)
66 Pedro Joachin VEGA VERGADO, Oración gratulatoria, y histórica, en los solemnes cultos que celebró e (...)
67 Relación nueva, y curioso romance, en que se da cuenta de un Consejo que da un Leal Vasallo de nues (...)
68 Así narraban las conductas atribuidas a las tropas británicas en relación con las imágenes sagradas (...)
69 Memorial al Rey Nuestro Señor D. Felipe Quinto (que Dios guarde) en que la muy Noble, y Fidelíssima (...)
70 Algunos comportamientos de este tipo fueron atestiguados por el propio Carlos de Austria durante la (...)
71 Desengaño que ofrece la experiencia, mentiras vistas, y verdades acreditadas, Sevilla: Imp. Hereder (...)
27Esta convicción compartida por ambos príncipes católicos en torno al protagonismo propagandístico que tuvo en la Guerra de Sucesión el desarrollo del conflicto bélico en los espacios religiosos explica el esfuerzo inversor que ambos bandos efectuaron para conquistar a la opinión pública demonizando a los ejércitos aliados en un caso y, en el otro, con la finalidad de defenderse de las múltiples acusaciones de sacrilegio que se les imputaban. A este respecto, independientemente de que todos los hechos narrados en la publicística respondieran a la realidad, o fueran inventados o, en su caso, magnificados, esta virtualidad es evidente que no impedía que hubiesen sido verosímiles para la mayoría de los hispanos; por ello, los folletos editados en las imprentas de España y de América a principios del Setecientos reprodujeron abundantes testimonios de profanaciones supuestamente acontecidas, que fueron activando una conciencia de “guerra de religión” entre diferentes sectores de la población63. En efecto, se prodigaron las descripciones de una diversa tipología de sacrilegios que irritaban las concepciones religiosas de los lectores o destinatarios; entre ellas se encontraban los relatos que afirmaban que las tropas extranjeras del Archiduque habían convertido los templos en establos, caballerizas64 y cuarteles65, que habían destrozado los altares66, las reliquias y las imágenes de culto acuchillándolas67 o despedazándolas68, que habían bombardeado conventos69 y, por último, que habían efectuado ultrajes al Santísimo Sacramento, entre otras conductas irreverentes70. De cualquier forma, el agravio más grave para las creencias católicas de los hispanos residía en los comportamientos irrespetuosos que realizaban con el cuerpo sacramentado de Cristo; tanto era así que los súbditos de la Monarquía Hispánica se indignaban y crispaban sus ánimos cuando les llegaban las noticias sobre las “sagradas formas” arrojadas al suelo71 y pisoteadas por militares aliados o, también, de copones utilizados para brindar con vino mosto, entre otras insolencias. Por ello, ante el capital publicitario que suponía para Felipe V la rentabilización de los sacrilegios en favor de la captación de nuevos partidarios decidió divulgar con detalle y reiteradamente en todos sus dominios europeos y americanos las actitudes “herejes” de los componentes del ejército enemigo mediante la instauración en 1711 de una fiesta anual de Desagravios del Santísimo Sacramento regulada por una real cédula dictada en Zaragoza el 1 de junio de ese año; de este modo, el monarca borbónico utilizó la orden enviada a los virreyes, gobernadores y miembros de la jerarquía eclesiástica para difundir sintéticamente las mencionadas profanaciones en todas las villas y ciudades hispanas:
72 Cédula de Su Magestad a los Señores Vi-Reyes, Arçobispos, Obispos, y Governadores para que en la Do (...)
Sagrado horror que ocasionaron las sacrílegas repetidas prophanaciones, con que los Enemigos inculcaron los Templos despedazando las Imágenes de Santos, de MARÍA Santíssima, de JESUCHRISTO Señor Nuestro, y lo que más estimula a dolor, y religiosa irritación, su mismo cuerpo Sacramentado arrojado, y puesto en precio, y almoneda, he resuelto, para que queden recuerdos, que en la forma possible soliciten en cultos religiosos los Desagravios del mismo Christo Señor Nuestro SACRAMENTADO que en todas las Ciudades, Villas, y Lugares de mis Reynos, y Dominios, se celebren todos los años, el Domingo immediato al día de la Concepción de MARÍA Santíssima, una Fiesta de los Desagravios del Santíssimo SACRAMENTO, en manifestación del dolor, y sentimiento de las injurias, y ultrajes, que le fueron hechos por la barbaridad de los referidos enemigos, y que esta Fiesta se haga en la Iglesia Principal de cada Lugar patente el Santíssimo SACRAMENTO con missa votiva solemne de este Soberaníssimo Misterio, y conmemoración de la Dominica, y del Mysterio de la Pura Concepción de Nuestra Señora, con sermón a el Assumpto72.
73 Ciertamente, Macanaz hacía referencia a los robos realizados por los soldados borbónicos en los con (...)
74 Así se advierte en un resumen de los saqueos efectuados por el ejército borbónico en Cataluña, segú (...)
28Sea como fuere la instrumentalización propagandística de los comportamientos de los militares, resulta incuestionable que la mayoría de los sacrilegios procedían del deseo de los soldados y oficiales de obtener el correspondiente botín que premiase de forma material los esfuerzos que hacían en el campo de batalla; de ahí que ninguno de los dos bandos estuvieron ajenos a la responsabilidad de saqueos y robos de templos y edificios de las órdenes religiosas durante la Guerra de Sucesión. Cierto es que el aparato publicitario borbónico fue más hábil en propagar la información sobre los hurtos efectuados por sus adversarios en los lugares sagrados; sin embargo, se disponen de testimonios de cierta credibilidad que dejan constancia de sustracciones que también llevaron a cabo las tropas de Felipe de Anjou en Castilla73 y en los territorios de la Corona de Aragón74.
75 Pedro Joachim de VEGA VERGADO, op. cit., p. 24.
76 Resumen, y extracto de los sacrilegios, profanaciones, y excessos, en lo Sagrado, que por las infor (...)
77 Segundo memorial del Pobre de las Covachuelas…, p. 4.
29Finalmente, en la campaña de demonización de las tropas aliadas se explicitaron los ultrajes soportados por los clérigos y religiosas en las localidades ocupadas por los enemigos mediante las recurrentes menciones a la violación de monjas75, a los golpes y tormentos recibidos por los sacerdotes76, a las prisiones y destierros padecidos, así como a las heridas y pérdida de vidas sufridas por los eclesiásticos77.
78 ASV, Segr. Stato, Spagna, 194, fols. 375-378.
30En esta batalla publicitaria por la captación de partidarios, una vez que habían sido divulgadas profusamente las conductas sacrílegas de los militares aliados, Felipe V se esforzó de manera paralela en resaltar sus propias virtudes católicas con discursos en los que se comprometía a la defensa de los templos ante las profanaciones que se estaban efectuando en ellos; a modo de muestra, en el decreto dictado en Madrid el 24 de noviembre de 1705, aseguraba a los españoles que expondría su integridad física y asumiría incomodidades, fatigas y peligros con el fin de remediar estos “males” causados por los denominados “herejes”78. Este alegato de protección activa de los espacios sacralizados realizado por el titular de la dinastía borbónica procuraba conectar con una mentalidad social que de manera espontánea estaba dispuesta a tomar las armas contra las tropas protestantes y, por tanto, a ofrecer su apoyo al candidato que hiciera una apuesta más clara por la salvaguarda del patrimonio religioso material. A esta predisposición popular al combate se referían diversas relaciones de sucesos; en concreto, una de ellas mencionaba la respuesta armada ofrecida el 27 de noviembre de 1710 por los vecinos de Toledo ante los rumores de una posible profanación del convento de San Agustín:
79 Diario puntual de los sucessos de España desde el día 20 de agosto de 710 en que las Armas Cathólic (...)
Después de esto corrió la voz de que los Hereges que estaban alojados en el Convento de San Agustín, le avían puesto fuego: y aquí fue Troya; porque los vecinos, unos con espadas; otros con arcabuzes; otros con las armas que tenían, acudieron con toda presteza, y a los Soldados que encontravan los iban matando, con que en menos de media hora quedaron despojados de la vida más de veinte y cinco de los Enemigos”79.
80 Pedro Joachim VEGA VERGADO, op. cit., p. 18.
31De todas formas, la propaganda felipense no se conformó con implicar a las fuerzas humanas en la preservación de los espacios sagrados, sino que extendió su radio de acción a los poderes divinos mediante la difusión de milagros que castigaban los ultrajes cometidos por los ejércitos del Archiduque a través de victorias como las de Brihuega y Villaviciosa80; entre ellos, Luis Belluga –Obispo de Cartagena– se había encargado de propagar el prodigio de una imagen de Nuestra Señora de Los Dolores de Monteagudo que –según él– sudaba y lloraba a consecuencia de los “sacrílegos golpes, destrozos y ajamientos ejecutados en las Imágenes de Cristo, María, y sus santos” por parte de los austracistas.
81 ASV, Segr. Stato, Spagna, 210B, fols. 177r-178r.
32Desde luego, con todos estos antecedentes el conflicto bélico había supuesto una ruptura con el principio de la inmunidad eclesiástica de manera que las necesidades militares y de persecución de los sediciosos habían originado que los edificios religiosos hubiesen dejado de ser un refugio seguro para las personas que buscaban protección en ellos ante las arbitrariedades de los poderes político y militar. De esta realidad dejaba constancia un documento remitido desde la Nunciatura de España a la Secretaría de Estado de la Santa Sede en 1707, en el que se afirmaba que eran “infinitos los casos” que continuamente sucedían consistentes en sacar de las iglesias a los reos acusados de disidencia contraviniendo el ordenamiento jurídico y el derecho de refugio en los lugares sagrados81.
33Con todo, resulta manifiesto que el uso de los espacios durante los enfrentamientos armados, así como la organización del territorio antes y después de los conflictos bélicos, se convirtieron en ejes vertebradores de los discursos propagandísticos sobre la base de argumentaciones dirigidas a la conquista de la opinión pública y a la movilización de la población, ya fuese sobre la base de razonamientos de carácter laico alentadores de pasiones humanas o, en su caso, a través de sugestivas invocaciones que reactivaban los sentimientos religiosos.
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Notes
* Esta investigación ha sido realizada en el marco del proyecto de investigación “Extranjeros y pueblos indígenas en la mentalidad hispana del siglo XVIII: estrategias represivas y procesos de integración en España y América” (referencia: HAR2010-15141), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España con cofinanciación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Unión Europea.
1 “Acta de la Junta General de las autoridades constituidas, y vecinos, celebrada en San Sebastián, el 21 Floréal, (10 de Mayo)”, Archivo Histórico Nacional (AHN), Estado, leg. 2906.
2 Archivio Segreto Vaticano (ASV), Segr. Stato, Spagna, 197, fol. 83.
3 Ciertamente, Portugal fue utilizada por Carlos de Austria para invadir España; en concreto, en la primavera de 1704 se calcula que las fuerzas aliadas instaladas en su territorio se componían de 20 300 efectivos de infantería y 700 de caballería destinados a pasar al otro lado de la frontera. Asimismo, las colonias lusitanas fueron bases navales empleadas por ingleses y holandeses con el fin de cortar el tráfico trasatlántico hispano-francés. Henry KAMEN, Felipe V. El rey que reinó dos veces, Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 2000, p. 57. Manuel RIVERO RODRÍGUEZ, Diplomacia y relaciones exteriores en la Edad Moderna. De la cristiandad al sistema europeo, 1453-1794, Madrid: Alianza Editorial, 2000, p. 157.
4 De este modo se aprecia en el texto del siguiente impreso propagandístico: “Qualquiera que piense entrarnos la espada hasta la guarnición, ya sabe que tiene abiertas dos puertas en España: una por Oriental, que es Cataluña, otra por Occidente, que es Portugal; porque estos dos Pueblos impacientes siempre, y descontentos con el gobierno presente, a qualquiera, que passe por el Mar, llamarán para que entre a ayudarlos contra el Príncipe. Nadie será Rey seguro de España, mientras no tenga bien asseguradas estas dos puertas […]”, Memorial que a la ínclyta generosa nación española ofrece D. Alonso Fernando Gutierrez, cavallero de el antiguo Orden de Santiago, Lima: Imp. Alonso Fernández Fontecha, 1706, p. 3-4.
5 Ibid., p. 4.
6 Vicente BACALLAR Y SANNA, Comentarios de la Guerra de España e Historia de su rey Felipe V, el Animoso, Madrid: Ediciones Atlas, 1957, p. 32.
7 Carta, y compendio historial de los sucesos más particulares de nuestra España, y sus Dominios, del año passado de 1706 que escrivió en la Corte un fiel vassallo de Su Magestad, a instancias de un amigo suyo sevillano, que la quiere embiar a su correspondiente a Indias. Y otro, con pretexto de copiarla para el mismo efecto, la dio a la estampa, cuya verdad protesta, por si acaso le falta alguna formalidad de las que pide la impressión, que se sepa no es defecto del Autor, porque no le passó por la imaginación escrivirla para este fin, en que se pone distinto cuidado, sobre averla entregado en borrador, quando sabe muy bien que es muy distinto lo que se puede escrivir a un amigo, de lo que se da al público, y más dentro de España, Sevilla: Imprenta de la Lealtad, 1707, p. 4.
8 Luis de SALAZAR Y CASTRO, La memorable y terrible historia del Vanquillo y grandes de España. Sangrienta guerra de la Grandeza Española, sin sacar la espada, y combates horrorosos de chismes, quentos, y enrredos (1705), Biblioteca Nacional (BNE), mss. 10641, p. 181.
9 V. BACALLAR, op. cit., p. 94.
10 Así quedaban recogidas este tipo de imputaciones en un texto publicitario felipense: “[…] que una ciudad que se precia de tener en sus armas las dos LL, que quiere decir, dos veces leales, hayan querido perder este lauro, haciéndose ahora traidores. Mucho te habrá costado el reducirlos. No señor, dixo, no me ha costado mucho, porque lo más estaba ya hecho. Vieron los valencianos que los catalanes sus hermanos mudaban de Rey y les pareció caso de menos valor no hacer lo mismo y aún hicieron juicio que toda España les había de culpar de omito porque no habían sido los primeros, conque con tan buenas disposiciones y aparatos sentaron lindamente mis consejos, que fueron éstos. Todo el principal vivir deste reino consiste en el trato de la seda, si esta os falta, queda Valencia perdida; pues no dudéis que ha de faltar siendo Rey Phelipe Quinto porque con esto se llenará España de franceses, los cuales con su maña y astucia traerán sedas y telas en abundancia; las cuales por de mejor calidad, y más baratas que ellos, las darán con más conveniencia, como ya lo decía la experiencia, porque ellos se contentan con moderada ganancia. Tendrán más despacho y mejor que las vuestras y precisamente habéis de perder lo que los franceses han de ganar; esto no sucederá, siendo el Archiduque Rey que entonces no tendrán los franceses tanta entrada y así correrá para vosotros mejor el trato de la seda; el Archiduque os mantendrá en vuestro Privilegio; lo mesmo que han hecho los Catalanes que estando las dos naciones unidas, podréis manteneros en vuestro empeño y más teniendo a Inglaterra y Holanda a vuestro lado […]” Lucifer en visita y el diablo en residencia sácala a luz el poeta dormido a la salud de nuestro Gran Monarca Don Felipe Quinto que Dios Guarde, en María Teresa PÉREZ PICAZO, La publicística española en la Guerra de Sucesión, 2 t., Madrid: CSIC, 1966, p. 137-138.
11 Vicente SEGUÍ ROMÁ, La Guerra de Sucesión en Ayora, Alicante: Caja de Ahorros del Mediterráneo y Ayuntamiento de Ayora, 1991, p. 100.
12 V. BACALLAR, op. cit, p. 94.
13 Juan Alfonso GUERRA, Discursos conjeturales y precisas consecuencias que funda la lealtad y razón sobre la poca que adquiere el Señor Archiduque de la prosecución de la guerra, y intereses de los aliados en su manutención, y horrores cometidos en este año de 1710 por su exército en las castillas: piedra de toque, y descubre sus ideas, y desengaños de su tenaz pretensión, (BNE, mss. 5999, fols. 152-191), M. PÉREZ PICAZO, op. cit., 2 t., p. 270.
14 Edicto Arzobispal de 27 de febrero de 1706. AHN, Estado, leg. 2902.
15 Relación, consulta, hecha a Su Beatitud, sobre lo sucedido en esta Corte, y sus contornos, con las tropas de los aliados, mandadas por el Conde de Estaremberg baxo las órdenes de el Archiduque Don Carlos de Austria. Real Biblioteca (RB), sig. III/6533(8), p. 29.
16 Carta, y compendio historial de los sucessos…, p. 2.
17 De ello es representativo el siguiente testimonio publicitario: “Esta lamentable captividad lloró Francia, como única, y verdadera hermana de España: y para que los Españoles retirados en la Cantabria, y ásperas Montañas de Burgos, y en los Pirineos, y en la misma Francia, bolviessen a restaurar lo perdido, se armò valerosa, y les ayudò con numerosos exércitos, y por sì hizo la conquista de Barcelona […]”, Francia, y España Hermanas, unidas por sus Reyes Naturales, divididas por sus Reyes Estrangeros, y reunidas por su Rey natural D. Felipe Quinto (que Dios guarde), Sevilla: Imp. Juan de la Puerta, s.d.
18 De este modo lo refería, entre otros ejemplos, un texto anónimo: “No se dize, que los españoles necessitan maestros de ingenio, ni habilidad, que les enseñen a laborar con primor, sino que les haze falta aplicación, y ésta solo se la puede sugerir la justa emulación de la codicia Francesa: con ella podrán ampliar su comercio en las Indias, y no vivir a espensas de los géneros forasteros, reducidos a Factores de sus ropas, siendo vilmente terceros en la extracción de los propios tesoros, hecha hasta aquí por los siempre enemigos de el Norte. De ellos solo se aprendió la ruyna: De los franceses la aplicación: porque aquellos conducían enteramente fabricada la inútil recompensa de el oro, solo moradores de el Mar; y éstos la vienen, y vendrán a laborar, adonde con la utilidad de el exemplo darán la de el Tributo, siendo habitantes de el Reyno: a que se añade la conveniencia de el aumento en la población, en que están afiançadas las principales utilidades de los Reynos, y de que se halla tan escaso el nuestro, por la extensión de los Dominios ocupados en las Indias […]”, La malicia descifrada, y el engaño manifiesto, por el Tribunal de la Razón, en la Sala de Justicia (Con licencia de la Lealtad en Atenas. Años de la fundación de España por Tubal 3885), p. 14-15. Biblioteca de la Universidad de Sevilla (BUS), Fondo Antiguo, Estante 112, nº 28, impreso 22.
19 Copia del Voto de un Ministro de Estado ausente sobre la Sucesión de España, in: Juan CAPISTRANO y OTROS, Libro de varias noticias y apuntaciones que dejó… BNE, mss. 10712, fol. 308.
20 Esta cuestión quedaba registrada en el siguiente impreso publicado por un sacerdote valenciano: “No sólo se traen de Francia los luises de oro y escudos blancos (de finísima ley, como se ha examinado en el contrario por orden del Consejo Real) para pagar sus tropas, sino que sabiendo el Cristianíssimo la salida del Rey su nieto de Madrid, le socorrió con dos millones de librar remitiendo la mayor parte en dinero lilico”, Juan MELO Y GIRÓN, Celo católico y español por la religión y por la patria que para luz de la ignorancia, desengaño del error y enmienda de la malicia sobre el fundamento incontrastable de la justicia y derecho del Rey Nuestro Señor Felipe V (Que Dios Guarde) propone las indispensables obligaciones de todos los vasallos para con su Majestad en diez proposiciones ciertas fundadas en la más sólida theología, Valencia: Antonio Bordázar, 1708, en M.T. PÉREZ PICAZO, op. cit., , 2 t., p. 98.
21 Analola BORGES, La Casa de Austria en Venezuela durante la Guerra de Sucesión Española (1702-1715), Santa Cruz de Tenerife: 1963, p. 71.
22 Archivo General de Indias (AGI), Guadalajara, leg. 86.
23 David GONZÁLEZ CRUZ, “La construcción de imágenes sobre los extranjeros en España y América durante la Guerra de Sucesión: ingleses, holandeses, portugueses y franceses”, en D. GONZÁLEZ CRUZ, Extranjeros y enemigos en Iberoamérica: la visión del otro. Del Imperio español a la Guerra de la Independencia. Madrid: Sílex, 2010, p. 112-121.
24 La organización del mando de las fuerzas armadas borbónicas se fijó en la normativa legal con criterios profesionales, al margen de cualquier tipo de privilegio fundamentado en la nacionalidad, tal como se observa en los siguientes artículos de las ordenanzas otorgadas por Felipe V: “CCXXVI. En todos los destacamientos, sea caballería, infantería, o dragones, nuestras tropas, de qualquiera nación que sean, se mezclaràn con las de Francia, ò otras auxiliares, harán pelotones de infantería, formaràn tropas de caballería, esquadronaràn, y batallaràn juntos […] CCXXX. Los oficiales de infantería, sean de nuestras tropas, o de Francia, ò otras auxiliares, con carácter igual, mandarán con preferencia à los de caballería en las plazas de guerra, ò villas cerradas, y recíprocamente los de cavallería, y dragones, sean de nuestras tropas, ò de las de Francia, con carácter igual, mandaràn a la infantería en campaña, y en los lugares abiertos. CCXXXI. Los brigadieres de infantería, sean de nuestras tropas, ò de las de Francia, mandaràn en las plazas, y lugares cerrados, con preferencia a los de la cavallería, y dragones, y entre ellos según la antigüedad de sus patentes”, Reglamento y ordenanzas de Nuestro Invicto Monarca D. Felipe V Rey Católico de España, para toda nuestra gente de guerra, cavallería, infantería, y dragones, de qualquier Nación que sea, en qualquier País que esté, o pueda estar, Sevilla: Imp. Juan Francisco de Blas, 1702, p. 41.
25 Antonio UBILLA Y MEDINA, Successión de el Rey D. Phelipe V Nuestro Señor en la Corona de España: Diario de sus viages desde Versalles a Madrid que executó para su feliz casamiento, jornada a Nápoles, a Milán, y a su exército, successos de la campaña y su vuelta a Madrid, Madrid: Imp. Juan García Infanzón, 1704, p. 585.
26 Efectivamente, en las ordenanzas promulgadas por Felipe de Anjou un año después reconoce él mismo que sus planteamientos en la organización de las tropas imitan a los dictados previamente por Luis XIV: “Como con ocasión de la presente Guerra deben obrar conjuntamente las Tropas de Francia con las nuestras, para la defensa, y conservación de nuestros Estados, ordenamos muy expresamente a toda nuestra gente de Guerra, y a otros qualesquiera, de vivir con ellas en toda buena unión, y inteligencia; y que lexos de tener con ellos disputas, sea por la preheminencia, o por el mando, queremos, y mandamos, que estén siempre promptas de socorrerse en todas las ocasiones, siendo ésta por orden conforme a las que el Rey mi abuelo les ha dado para obrar con nosotros; y para facilitar a nuestras tropas los medios de vivir en una grande unión con ella […]”, Reglamento y ordenanzas de Nuestro Invicto Monarca…, p. 37.
27 Ministère des Affaires Etrangères (AMAEF), Mémoires et documents, Espagne 248, fol. 54.
28 La negativa de Luis XIV a cumplir el testamento de Carlos II se produjo pocos días después de haberlo aceptado; en concreto, a través de unas cartas patentes reconocería públicamente los derechos sucesorios de Felipe de Anjou a la Corona francesa. José Manuel BERNARDO ARES, “La sucesión de la monarquía católica. Del Imperio hispánico al Estado español”, en La Monarquía Hispánica en tiempos del Quijote, Madrid: Sílex, 2005, p. 675.
29 Joseph Juan VIDAL, “La Guerra de Sucesión a la Corona de España. España dividida”, en Felipe V de Borbón, 1701-1746. Actas del Congreso de San Fernando (Cádiz). Córdoba: Universidad de Córdoba, 2002, p. 525.
30 Posteriormente a la llegada de Felipe de Anjou al trono de España, las fuerzas armadas francesas ocuparon los Países Bajos españoles y el Milanesado, al tiempo que la Armada de Luis XIV se desplegó por Cádiz y por los dominios españoles en América.
31 Portugal y Saboya se unieron a esta alianza en mayo de 1703.
32 Henry KAMEN, La Guerra de Sucesión en España, 1700-1715, Barcelona: Grijalbo, 1974, p. 55-60.
33 Manifiesto del Almirante de Castilla Don Juan Thomás Enríquez de Cabrera (BNE, ms. 11028), en M.T. PÉREZ PICAZO, op. cit., 2 t., p. 216.
34 Henry KAMEN, La Guerra de Sucesión en España…, p. 137.
35 Manifiesto del Almirante de Castilla…, p. 214-215.
36 Así quedaban expresados estos mensajes propagandísticos en un folleto editado en Barcelona en 1706: “Esto de la Francia bien premeditado, procuraba por los medios arriba referidos tener a España tan divisa, tan desconcertada, tan abierta y tan sin fuerzas, para cuando llegase la ocasión de faltar el Rey Cathólico, se hallase sin reparo ni resistencia que entrando con sus numerosas fuerzas (lo que era fácil por tenerlas y por ser sus Reinos confinantes por muchas partes con los de España) pudiese tomar por fuerza lo que de justicia no le tocaba, ni de gracia habían de darle, redoblase esta intención allá en lo escondido de sus secretos con mayor vigor, pretendiendo no dar Rey a España sino tomarla en lugar de provincia de Francia y de aquí idearía que como uno y otro medio, dividiendo entre sí las Potencias de Europa y revolviéndolas en guerras quedase con ellas volviendo a quedar nuevamente las líneas a la imaginada Monarquía Universal, poniendo entre tanto que lograra echar grillos a la Nación Española uno de sus nietos que hiciese el Rey de comedias siendo él, el apuntador, hasta que llegase el tiempo de quitarse la máscara y quedar en todo. Que esto ideó e ideaba la Francia […]”, Clarín de la Europa, hipocresía descifrada, España advertida, verdad declarada, in: M.T. PÉREZ PICAZO, op. cit., 2 t., p. 66-67.
37 Real cédula enviada por Carlos de Austria a la ciudad de Zaragoza y redactada el 19 de junio de 1706. Gonzalo M. BORRAS, La Guerra de Sucesión en Zaragoza, Zaragoza: Diputación Provincial de Zaragoza, 1972, p. 81-82.
38 Carlos SECO SERRANO, “Estudio crítico”, en V. BACALLAR, Comentarios de la Guerra de España…, p. XIII-XIV.
39 Del sacrificio que suponía la conducta de Felipe V se hacía portavoz, igualmente, su esposa María Luisa de Saboya en una carta dirigida a madame de Maintenon redactada en el Buen Retiro el 16 de noviembre de 1712; no obstante, de sus palabras se deduce que la renuncia también se efectuaba para favorecer a Francia y a Luis XIV: “[…] un diputado de la ciudad de Burgos tomó la palabra en nombre de todo el reino y dio una respuesta al rey llena de todos los sentimientos que se pueden desear de ellos y sobre todo de un reconocimiento extremo, a la vista del gran sacrificio que el rey hacía por amor de sus súbditos […] Añadiré, sin embargo, todavía, que el rey espera que todo esto va a continuar y avanzar la tranquilidad de Europa, sobre todo la de Francia y la de su abuelo, que desea tan apasionadamente. Por ella y por el porvenir, veis todo lo que ha sacrificado”, María de los Ángeles PÉREZ SAMPER, Poder y seducción. Grandes damas de 1700, Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 2003, p. 118-119.
40 Los representantes de las Cortes celebradas en Madrid el 9 de noviembre de 1712 incidían públicamente en los beneficios que la mencionada renuncia generaba a los españoles: “Pero al mismo tiempo que V.M. empleaba su esfuerzo en libertar de tanta opresión sus vasallos, congoxaba su paternal y augusto corazón el mirarlos reducidos a los términos estrechos de una indispensable necesidad, ocasionada de los inmensos gastos de una guerra no menos sangrienta que dilatada, cuya reflexión llamaba a las puertas de la real piedad de V.M. para abrirlas a quantos medios facilitasen a estos Reynos el beneficio de su tranquilidad y reposo, en que respirasen de tan sensibles como forzosas penalidades […]”, Tratado de paz, alianza, y amistad ajustado entre S.M. Católica y el Duque de Saboya, por el qual cede a S.A. Real la Isla y Reyno de Sicilia, y se asegura a favor de su casa y líneas varoniles (con exclusión de toda otra) la sucesión de la Corona de España y de las Indias en defecto de descendientes del Rey Católico D. Felipe V: concluido en el Congreso de Utrecht en 13 de julio de 1713: y ratificado en Madrid a 4 de agosto del mismo año, p. 151.
41 Francisco de CASTELLVÍ, Narraciones históricas, 3 t., Madrid: ed. Fundación Francisco Elías Tejada y Erasmo Pèrcopo, 1999, p. 420.
42 Así se expresaba en la representación que hizo el Reino en las citadas Cortes celebradas en Madrid: “[…] que propusiese a V.M. y arrebatado del ardentísimo amor con que siempre atendió a la fidelidad de la Nación Española, aún no permitió el real ánimo de V.M. lugar a la duda para la elección de esta Monarquía, prefiriéndola a la de Francia: circunstancia de tan subidos realces para nuestra eterna gratitud, que no es fácil, aun con todos los esfuerzos de nuestra posibilidad, encontrar alguna proporción de reconocimiento y obsequio al imponderable honor que debieron estos Reynos a V.M. […]”, Tratado de paz, alianza, y amistad ajustado entre S.M. Católica y el Duque de Saboya…., p. 152.
43 Copia de la renuncia que el Rey Nuestro Señor Don Phelipe Quinto (que Dios guarde) ha hecho por sí, y sus descendientes del derecho que tenía a la sucessión de la Corona de Francia, Madrid: Imp. Gerónimo de Estrada, 1713, p. 1-2.
44 Real Despacho de Phelipe V de 18 de marzo de 1713 en que manifiesta a los Reyes y potentados la renuncia y desestimiento que hacía del derecho que tubiese a la Corona de Francia con arreglo a los tratados de paces entre esta Corona la de Francia e Inglaterra, en Santos M. CORONAS GONZÁLEZ, El libro de las leyes del siglo XVIII. Colección de impresos legales y otros papeles del Consejo de Castilla (1708-1781), 1 t., Madrid: Boletín Oficial del Estado y Centro de Estudios Constitucionales, 1996, p. 49.
45 J. M. BERNARDO ARES, “La sucesión de la monarquía católica. Del Imperio hispánico al Estado español”, en La Monarquía Hispánica en tiempos del Quijote, p. 669-671.
46 Ibid., p. 676-677.
47 Luis XIV incitó a su nieto Felipe de Anjou, mediante una carta fechada en Marly el 28 de noviembre de 1706, a que aceptase la división de sus reinos de la Monarquía Hispánica por considerarlo conveniente en estas circunstancias bélicas. AMAEF, Memoires et documents, Espagne 126, fol. 31.
48 Antonio ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, “De la conservación a la desmembración. Las provincias italianas y la Monarquía de España (1665-1713)”, Studia Historica. Historia Moderna, 26, 2004, p. 210 y 219-220.
49 Antonio IBÁÑEZ DE LA RIVA HERRERA, Demonstración legal, y política para desengaño de la Plebe, mandada publicar por el Excelentíssimo Señor Arzobispo de Zaragoça, para la dirección de los confessores de su Diócesis, en las materias ocurrentes, y desengaño de sus súbditos, y exhortarlos a dar repulsa a perjudiciales doctrinas, y preservarlos de la introducción de los falsos dogmas de los herejes, Madrid: Imp. Antonio Gonçáles de Reyes, p. 12.
50 Copia del decreto otorgado en Valencia el 22 de diciembre de 1706, que fue enviado por el Nuncio de España a la Secretaria de Estado de la Santa Sede el 21 de febrero de 1707. ASV, Segr. Stato, Spagna, 197, fols. 77-83.
51 Respuesta al manifiesto, publicado en Valencia, en nombre del Sereníssimo Señor Archiduque, en deziembre de 1706. Y satisfación con que se prueva de falsa una carta, impressa en Zaragoza, que se supone escrita por Monsieur de Chamillart, Ministro de Guerra en Francia al Mariscal Duque de Bervvich, Hemeroteca Municipal de Madrid (HMM), A-352, p. 2.
52 Respuesta al manifiesto, publicado en Valencia…, p. 2. Celo católico y español por la religión y por la patria…, p. 101.
53 Ricardo EVARISTO SANTOS, “La Guerra de Sucesión en España: repercusiones políticas y económicas en la Corte Portuguesa y en el Brasil colonial (1702-1714)”, enLa Guerra de Sucesión en España y América. Actas de las X Jornadas Nacionales de Historia Militar, Madrid: Cátedra General Castaños, 2001, p. 916.
54 Luzifer en visita y el Diablo en residencia. Sácala a la luz el Poeta Dormido a la salud de Nuestro Gran Monarca Don Phelipe Quinto (que Dios guarde), Sevilla: Imp. Juan de la Puerta, p. 18-19.
55 ASV, Segr. Stato, Spagna, 197, fols. 81v-82r.
56 En esta línea insistía un folleto publicado en Salamanca en 1706: “Estos son artificios ordinarios de Francia; para quedarle el brazo sano, en cuanto usurpa, se finge en materias de religión escrupulosa; y aunque su interés es la única Religión que profesa, supone que descubre en los ojos ajenos la mota, no viendo en los propios la viga”, Dictamen apologético sobre la carta pastoral del Obispo de Murcia, en M.T. PÉREZ PICAZO, op. cit., 2 t., p. 42.
57 Vicente GRAULLERA SANZ, Los notarios de Valencia y la Guerra de Sucesión, Valencia: Colegio Notarial de Valencia y Universitat de Valencia, 1987, p. 45.
58 Así los folletos publicitarios advertían de las repercusiones que tenían los sacrilegios en las expectativas de apoyo del Archiduque: “[…] los Ingleses, y Olandeses entraron en Barcelona, y en otras poblaciones, y ciudades […] y assí los induxe a que enseñassen nuestra doctrina, y la propagassen con palabras, y obras, que maltratassen las imágenes; que profanassen los templos; que violassen las personas sagradas; que despreciassen los clérigos y religiosos; que quitassen los bienes eclesiásticos, como todo con puntualidad lo han hecho; y también […]. Bien se conoce que tú no has experimentado a los Españoles, ni conoces su condición: Es en ellos la Fé las niñas de sus ojos, y son tan Católicos, que perderán padre, madre, mujeres, hijos, haziendas, honras y vidas por defender la Religión Christiana Católica. Pues si ven que la primera entrada que hazen los nuestros en España es desta manera, no conoces que se han de irritar, y se han de bolver la casaca!...”, Luzifer en visita…, p. 18.
59 Pedro VOLTES BOU, Barcelona durante el gobierno del Archiduque Carlos de Austria (1705-1714), 2 t., Barcelona: Instituto Municipal de Cultura, 1963, p. 25.
60 F. CASTELLVÍ, op. cit., 1 t., p. 474.
61 Carta del Marqués de Mancera al Ilmo. Sr. Nuncio Arzobispo de Larisa. ASV, Segr. Stato, Spagna, 186, fol. 158.
62 ASV, Segr. Stato, Spagna, 187, fol. 304.
63 David GONZÁLEZ CRUZ, Une guerre de religion entre princes catholiques. La succession de Charles II dans l’Empire espagnol, Paris: Éditions de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales, 2006.
64 El Qué es? De la Corte. Escrito por un Gavacho nuevo, que se precia de serlo, por estar graduado de Doctor en las leyes del amor, respeto y lealtad, que se debe a su Amado Rey, y Señor Natural D. Felipe Quinto, BUS, Fondo Antiguo, est. 110, nº 28, p. 60. Segundo memorial del Pobre de las Covachuelas, al Doctor Bullon, este año de 1710. Sevilla, Imp. Juan de la Puerta, 1710, p. 4. ARZOBISPO DE ZARAGOZA, Demonstración legal, y política para desengaño de la Plebe, mandada publicar por el Excelentíssimo Señor Arçobispo de Zaragoça, para la dirección de los confessores de su Diócesis, en las materias ocurrentes, y desengaño de sus súbditos, y exhortarlos a dar repulsa a perjudiciales doctrinas, y preservarlos de la introducción de los falsos dogmas de los herejes, Madrid: Imp. Antonio Gonçález de Reyes, sin fecha, p. 10.
65 De lo ocurrido en la localidad gaditana del Puerto de Santa María nos daba cuenta Ruíz de Cortazar: “En la Iglesia y Convento de la Victoria después de haberla profanado haciéndola cuartel de soldados de caballería, trataron con tanta irreverencia las imágenes […]. El convento de las monjas del Espíritu Santo, habiendo salido huyendo sus religiosas, quedó cerrado y sirvió de cuartel de las tropas holandesas y ejecutaron los mismos desórdenes e irreverencias que en la Victoria […]”, en Anselmo Joseph RUÍZ DE CORTAZAR, Puerto de Santa María Ilustrado y compendio historial de sus antigüedades (1764), edición y estudio de Manuel Pacheco Albalate y Enrique Pérez Fernández, Puerto de Santa María: Ayuntamiento del Puerto de Santa María, 1997, p. 330.
66 Pedro Joachin VEGA VERGADO, Oración gratulatoria, y histórica, en los solemnes cultos que celebró el muy Religiosíssimo Convento de la Concepción Bernarda, que llaman de Pinto de esta Corte, en hazimiento de gracias por las felizes victorias, que lograron las Cathólicas Armas, en Biruega, y Campos de Villaviciosa, los días nueve, y diez de Diziembre del año passado de 1710, p. 24. Archivo Municipal de Huelva (AMH), Fondo Diego Díaz Hierro, p. 24.
67 Relación nueva, y curioso romance, en que se da cuenta de un Consejo que da un Leal Vasallo de nuestro Rey Don Felipe Quinto, al Señor Archiduque. Y todo lo demás que verà el curioso Lector, Sevilla: Imp. Francisco Leefdael, sin fecha.
68 Así narraban las conductas atribuidas a las tropas británicas en relación con las imágenes sagradas de la localidad de Villacastín (provincia de Segovia): “[…] sobre la insolencia que cometieron los Ingleses en Villa Castín de profanar los Templos, y despedazar las imágenes, tanto que una holla, que cocieron en medio de la Plaza, pusieron por tapadera la Cabeça de un Santíssimo Christo, que pluguiesse à Dios no fuesse tanta verdad, que de buena gana me ahorrará el horror de dezirlo”, Carta y compendio historial de los sucesos…, p. 12.
69 Memorial al Rey Nuestro Señor D. Felipe Quinto (que Dios guarde) en que la muy Noble, y Fidelíssima Ciudad de Salamanca expressa los muchos estragos, y lamentables desgracias, que padeció en la invasión, y sitio del Exército de Portugal, y sus auxiliares tropas de Inglaterra, desde el día 13 hasta el 24 de septiembre deste año de 1706, p. 13.
70 Algunos comportamientos de este tipo fueron atestiguados por el propio Carlos de Austria durante la ocupación de Madrid en 1710, según consta, en una carta enviada a su esposa el 12 de octubre, en la que expresaba la imposibilidad de evitarlos: “Hay muy lindas pinturas y alhajas, las cuales nuestros propios bien disciplinados soldados han robado en parte y lo demás, solo por hacer mal o daño, lo han quebrado y destruido y también han saqueado iglesias y todo lo demás. No hay forma de remediarlo, porque no quieren los generales y son los oficiales los primeros y los peores”, Pedro VOLTES BOU, op. cit., p. 218.
71 Desengaño que ofrece la experiencia, mentiras vistas, y verdades acreditadas, Sevilla: Imp. Herederos de Tomás López de Haro, 1710, p. 7. Amalio HUARTE Y ECHENIQUE, Papeles festivos del Reinado de Felipe V, Madrid: Tipografía de Archivos, 1930, p. 59.
72 Cédula de Su Magestad a los Señores Vi-Reyes, Arçobispos, Obispos, y Governadores para que en la Dominica infraoctava de la Puríssima Concepción, se haga Fiesta Votiva anualmente, con título de Desagravios al SS. Sacramentado, y a su Madre Santíssima, in: Juan Ignacio de CASTORENA Y URSUA, Raçones de la lealtad, claúsulas de la finesa en elogio de las hazañas, que en los diez años del Reynado del Chathólico Monarcha Philippo V el animoso, Rey de las Españas, y de las Indias ha celebrado la Santa Yglesia Cathedral Metropolitana de México, México: Imp. Herederos de Juan José Guillena Carrascoso, 1711, p. 30-31.
73 Ciertamente, Macanaz hacía referencia a los robos realizados por los soldados borbónicos en los conventos de la capital de España en 1706: “[…] no dejó de haver aquella noche y otros dos días siguientes robos, ya de los soldados codiciosos, y ya de otros que se fingieron soldados, habiéndose atrevido estos últimos al intento de robar los conventos de Santa Clara, y capuchinas, suponiendo que tenían orden del Rey para registrarlos”, Melchor Rafael MACANAZ, Sucesos memorables de Estado y Guerra, acontecidos en el Reynado del Señor Don Felipe 5º. Desde el año de 1703 hasta el de 1706, BNE, ms. 10865, fol. 147v.
74 Así se advierte en un resumen de los saqueos efectuados por el ejército borbónico en Cataluña, según el informe remitido a José Grimaldo por Nicolás de Hinojosa: “El lugar de San Pedro de Mirambel, del Obispado de Vique, fue enteramente saqueado, sin librarse de esta violencia la yglesia, a la qual hicieron pedazos las puertas y robaron todo lo que contenía de alhajas, vestiduras y ornamentos, hasta el copón y un cáliz todo dorado […]. Los tres Rectores que deponen estas noticias añaden que se les han entregado del lugar de la Guardia un cáliz, otro del de Claret; el globo, la custodia y una paz, que se recojió de horden del Comandante General de la Artillería. De la Virgen de Pinos, entregó dos cálizes y las llaves de la yglesia el Theniente Coronel del Regimiento de Savoya […]”, Pedro VOLTES BOU, op. cit., 3 t., p. 153.
75 Pedro Joachim de VEGA VERGADO, op. cit., p. 24.
76 Resumen, y extracto de los sacrilegios, profanaciones, y excessos, en lo Sagrado, que por las informaciones auténticas, executadas, de orden de los Ordinarios Eclesiásticos de los Obispados de Siguença, Cuenca, Osma y Arçobispado de Toledo se justifica, averse cometido, por los soldados, y tropas del Archiduque, en los mas de los pueblos a donde llegaron, en las dos ocasiones, que internaron en este Reyno de Castilla (por su desgracia en los años 1706 y 1710), Madrid: Imp. Mateo Blanco, 1711, p. 22-23.
77 Segundo memorial del Pobre de las Covachuelas…, p. 4.
78 ASV, Segr. Stato, Spagna, 194, fols. 375-378.
79 Diario puntual de los sucessos de España desde el día 20 de agosto de 710 en que las Armas Cathólicas padecieron derrota en los campos de Zaragoza: Retirada de Madrid de nuestro Amado Rey D. Felipe V el Santo, con toda su Corte: Entrada en ella del Archiduque de Austria con su exército, y de todo lo que executaron, hasta el merecido castigo que experimentaron con el total exterminio de estos Reynos de Castilla, y Aragón: Con otras muchas expressiones, dignas de guardar para eterna memoria. Individuado con la mayor realidad, hasta el día 21 de Febrero de 1711 con algunos papeles, y juguetes en prosa, y verso, que los mejores ingenios han escrito a este assumpto, p. 37. BUS, est. 110, nº38, imp. 1, p. 37.
80 Pedro Joachim VEGA VERGADO, op. cit., p. 18.
81 ASV, Segr. Stato, Spagna, 210B, fols. 177r-178r.
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Pour citer cet article
Référence électronique
David GONZÁLEZ CRUZ, « Espacios y territorio en la propaganda y en los discursos durante los conflictos bélicos: la Guerra de Sucesión en España y América », e-Spania [En ligne], 14 | décembre 2012, mis en ligne le 13 septembre 2012, consulté le 14 août 2014. URL : Espacios y territorio en la propaganda y en los discursos durante los conflictos bélicos: la Guerra de Sucesión en España y América ; DOI : 10.4000/e-spania.21896
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Auteur
David GONZÁLEZ CRUZ
Universidad de Huelva (España). Área de Historia Moderna
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Droits d’auteur
© e-Spania
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La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.
Antonio Aparisi
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