Hay que repetir que esto está escrito en 1931 no en 2020. El Estado español es el único animal del universo no ya que tropiece dos veces en la misma piedra catalana sino encantado de tropezar en ella tres, cuatro veces y las que hagan falta eternamente. Es una piedra sagrada que tiene la virtud de dar mayor prestigio democrático al mesetario que más tropiece.
"EL ESTATUTO SEPARATISTA DE CATALUÑA
Ya conoce toda España el Estatuto elaborado en Cataluña. Pues bien, esa consigna cobarde de "no
crear conflictos a la República" ha interceptado sin duda las protestas. Así acontece el absurdo de que se
invoque esa consigna para detener nuestras campañas contra el separatismo, y no se le ocurre, en cambio, a
nadie, invocarla con más oportunidad para que en Cataluña contengan sus exigencias hasta que se consolide
la República. Si es un peligro para la República el Estatuto de Cataluña, ¿no lo es también, y primordial, el
hecho de que ese Estatuto se presente? Asistimos a una ola de cobardía que amenaza apoderarse de la
situación política de nuestro país. Se eluden los problemas, aceptándolos tal y como se presentan, sin
someterlos a disciplina nacional. El centenar escaso de personas que controla hoy los puestos directores es
capaz de otorgar las concesiones más graves con tal de que desaparezca de su ruta una dificultad levísima.
En un momento así presentan su ultimátum los separatistas de Cataluña. Hasta hace un par de semanas
creíamos en la posibilidad de que las Cortes rechazasen con indignación ese Estatuto, que equivale a una
desmembración del territorio nacional. Hoy nos tememos que el crimen histórico sea consumado y que los
traidores, de espaldas a los intereses de la Patria, firmen la disolución de nuestro pueblo. Porque es preciso
llevar a la conciencia de todo español que no se trata de una simple autonomía regional dentro del Estado, sino
de reconocer una nacionalidad, una soberanía política frente a la soberanía española. El Estatuto se despoja
tan sólo de las atribuciones molestas y acumula para el Estado (¡ !) catalán el control de todo lo que constituye
la actividad fecunda de un pueblo: Enseñanza, Justicia, tributación, poderes gubernativos, incluso el Ejército,
pues no se olvide su reclamación de que se nutran de catalanes los regimientos de Cataluña (Tabores de
policía indígena, como si dijéramos, al mando de oficiales españoles).
Asistimos, pues, al triunfo del criterio separatista. Pero lo más grave del episodio no es, a la postre, la
independencia de Cataluña, sino que ello se realice y consiga a costa de la vitalidad española. La cobardía
gobernante ignora, a pesar de la estrategia de que presume el señor Azaña, que es facilísimo detener la
audacia de los perturbadores. Existe un plan, ideado por los separatistas, para lograr sus anhelos íntimos de
independencia. Sería suficiente bloquearlo con energía.
Acerca de este plan traidor, escribíamos hace más de un mes:
"Existe todo un programa de asalto a la grandeza hispana. La política separatista se propone realizar sus
fines en tres etapas. Una, la actual, encaramándose a los puestos de influencia en Cataluña, y desde ellos
educar al pueblo en los ideales traidores. Otra, intervenir en la gobernación de España, en el Poder central,
con el propósito firme y exclusivo de debilitar, desmoralizar y hundir la unidad de nuestro pueblo. Por eso
sostenemos que no hay que prestar sólo atención a lo que los catalanes pretendan y quieran para Cataluña,
sino más aún a lo que pretendan y quieran para España. Su segunda etapa consistirá, pues, en debilitar
nuestro Ejército, esclavizar nuestra economía, enlazar a sus intereses las rutas internacionales, propulsar los
nacionalismos de las regiones haciéndoles desear más de lo que hoy desean; lograr, en fin, que un día su
voluntad separatista no encuentre en el pueblo hispano, hundido e inerme, la más leve protesta.
"La tercera etapa, cumplida en el momento oportuno, consistirá en la separación radical."
Estamos, pues, ante un caso de defensa nacional. Nosotros pedimos que si el Gobierno no se atreve a
hacer frente a la auténtica gravedad del episodio de Cataluña, recurra al pueblo, que éste sabrá defender con
las armas la intangibilidad del territorio patrio.
Falta esta prueba a los catalanes separatistas: la del heroísmo. Carecen de ejecutorias guerreras, y por
eso el resto de España debe obligarles a batirse.
Por nuestra parte, tenemos muy cercano el síntoma de que se les defiende bien aquí: Una maniobra
policíaca del Director de Seguridad me envía a la cárcel, sin intervención del juez, como preso gubernativo, por
el nefando delito de defender la integridad del Estado. Ya llegará el momento de nuestra justicia y la
persecución implacable de los traidores, que no vacilan en obedecer las órdenes de Maciá, esto es, del
enemigo iracundo contra LA CONQUISTA DEL ESTADO, por la irreductibilidad de nuestro gesto.
Todo esto conduce a la afirmación de que es precisa una segunda etapa revolucionaria. Con la máxima
urgencia debe arrebatársele el Poder a las actuales oligarquías, que no tiemblan ni ante la probable ruina de la
Patria. El pueblo se sabe ya defraudado y no será difícil movilizar sus ímpetus contra esta situación
escandalosa, que para colmo de descrédito procede con despotismo monárquico para abogar las voces
disidentes.
La ruta a seguir frente al separatismo no puede ser otra que ésta: debe desmenuzarse su Estatuto en las
Cortes y disminuir sus pretensiones en un 80 por 100. Para ello es suficiente un acuerdo de las fuerzas de
Lerroux, las socialistas y derecha republicana. E imponer con energía la decisión de las Cortes. Es decir,
entregar el pleito a la decisión suprema de la violencia.
(Cárcel Modelo. 25-VII-1931.)
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