Fermín Yzurdiaga
DISCURSO AL SILENCIO Y VOZ DE LA FALANGE (PAMPLONA 1937)
Gloriosas e ilustres representaciones de Portugal. Excelentísimas Autoridades Militares y Civiles. Falange de Galicia:
Deseaba, con ardiente deseo, en este Año jubilar, venir en peregrinación por las tierras sagradas del Apóstol, para traeros el amor de un abrazo y la verdad de un testamento. Fué así. Lo recuerdo exactamente. Cuando la España auténtica e inmortal se ponía de pie en un gesto bravo, neto y castrense -aquel 18 de julio que tenía gloria en las Banderas Nuevas, y luz en las Viejas camisas y cruces en los corazones de una juventud sedienta de espiritualismo y de Imperio- aquel día la Falange de Navarra abrazada con el Requeté, convirtió en sangre de heroísmo aquella frontera que había levantado con odio el separatismo vasco, unido ¡qué vergüenza! con gentes que se llamaban católicas. Salió allí para ganar la guerra. Y fué, Falanges de Galicia, como en el resto de España: ¿armamento, municiones, trajes? ¡Nada!... Sólo escuadras de corazones desnudos y valientes que daban el pecho al dolor de la muerte en el choque bárbaro de la revolución comunista.
De pronto -lo recuerdo muy bien- por las calles de Pamplona que estaban aún ungidas de las oraciones de las canciones, del entusiasmo de la primera hora, pasó rauda, ancha, exacta y formidable vuestra Legión Gallega. Venía con impedimenta castrense, desconocida hasta entonces y con la gloria de la camisa azul, como banderín de audacias y de valentías. Yo falangista me fuí con ellos en la toma de Tolosa, del Burunza y me quedé pasmado en las faldas de la fortaleza de Santa Bárbara. Aquel sábado que precedió a la toma de San Sebastián, desgranó sus horas de ardida metralla sobre el monte: me acuerdo muy bien: le iban bordando los artilleros una peana de bombas a su Patrona la Virgen de los rayos y de las tormentas. Y en la hora del crepúsculo, entre el clamor de los dos fuegos enemigos, un rápido tableteo de las ametralladoras: y en quince minutos vuestra Legión gallega, al levantar la Bandera española con nuestra Bandera rojinegra sobre la montaña, había puesto la llave que abriría en puertas de amorosa liberación la ciudad de San Sebastián. Pero creo con sinceridad, falangistas gallegos, que más fuerte y tensa que esta emoción de la victoria fue esta otra escena emocionada y callada en el remanso de la noche. Porque entre los vítores, los aplausos y las voces se detuvo un camión: -¡un cura!- gritaron: me lancé encima: sobre la tabla, un falangista de vuestra Legión, agonizante: le incorporo: le cierro la vida con la Cruz Sagrada de las Santas Unciones: nos abrazamos los dos en ardor de hermanos: ¡Navarra y Galicia se habían unido para la Nueva España en la verdad trágica de un abrazo con la muerte por la salvación de España! Y, sencillamente, os quería traer este abrazo y el testamento de vuestro hermano que me dijo con la voz de la agonía: "Dí a mi Galicia: ¡Arriba España!"
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REVOLUCION DEL ESPIRITU
Y entre la alegría de estas malas murmuraciones, puede parecer a muchos que siendo nuestro Movimiento de la Falange revolucionario en su esencia, atentaba contra su misma esencia esta etapa de remanso, de quietud y de silencio. ¡Qué ignorancia, señores! La Revolución tiene una misma raíz, una meta igual, con dos caras y con dos caminos. Hemos vivido la experiencia dolorosa de la revolución bolchevique en España. Desde las alturas del poder, la Ley, que debió ser promulgación del orden que trae la felicidad a todos los ciudadanos, se convirtió en arma ofensiva, se hizo persecución y cárcel para la mayor y mejor parte de los españoles, que éramos parias dentro de nuestra propia Patria. Y después, en la calle que era suya, las pistolas, la gasolina y la bencina, la tea incendiaria que se prende a los monumentos gloriosos, a las maravillas de arte que cincelaron nuestros mejores artesanos, a los santuarios de la Fe y de la Historia: y cuando se ha hundido todo esto en catástrofes espantosas de incendio, yo pregunto ¿qué ha hecho la revolución roja? Ahí lo tenis: la ruina de España…. El espíritu es una llama eterna, sobrenatural, vehemente y violenta -más violenta que la fuerza ciega de las pistolas que ilumina, que mueve, que arrastra el gobierno de los pueblos. Pues la Falange en estas horas augustas de su silencio renueva su vigor entrañablemente con el poder del espíritu. En la primera hora las pistolas nos ganaron el laurel y el campeonato de la valentía sobre el cemento de las grandes urbes, dando el pecho, ensangrentando las camisas azules con las flechas rojas, ganándole al marxismo todas las trincheras de la espantosa revolución de la fuerza. Pero ahora, se mete de voluntad en la fecundidad del silencio para ordenar sus mandos, y sobre todo para levantar con la serenidad de una arquitectura eterna, cueste lo que cueste, contra viento y marea, el Estado Nacionalsindicalista sobre estos tres postulados: la Fe, el Imperio y el Nacionalsindicalismo…
¿Cuántos españoles, de buena o de mala fe, ignoraban que nuestra Falange era así de católica, porque llevaba en el alma, hecha llama viva, la Historia de España y la dogmática eterna e inefable de la Iglesia de Roma? ¡Acatólicos y paganos nosotros! Pues tenemos, por fidelidad a nuestra doctrina auténtica, la misión gloriosa de catolizar todas las partes del mundo. Por eso el Punto 25 -este punto tan discutido, tan mal leído, tan mal comprendido, dice así: "Nuestro Movimiento incorpora el sentido católico, de gloriosa tradición y predominante en España a la reconstrucción nacional". Claro es que la Falange parte de este hecho terrible, doloroso, pero realísimo, de tres siglos de nuestra Historia en que el "Catolicismo oficial" ponía cruces en la cúpula de sus coronas, decía y lucía de rimbombantes profesiones de fe, levantó al Cristo sobre el Cerro de los Angeles, sobre aquella montaña que tenía más de dolor de Getsemaní que de Tabor de gloria, porque el corazón y la conducta y la expresión oficial de España estaban muy lejos de ajustarse al verdadero mandamiento y sentido religioso de la Ley de Jesucristo. Y es ahora la Falange la que partiendo de esta realidad de la descatolización de España tiene la ambición y el signo de incorporar el sentido católico tradicional como base de la gloria de la Patria. ¿Y cómo ha de hacer efectiva la Falange Española esta misión de catolizar a la Patria? Lo sabemos muy bien, los de la Vieja Guardia. Lo tenemos grabado en el "Esquema de una Política de Aldea". Y si el Evangelio y la tradición de la Iglesia ponen a la parroquia como centro de toda vida espiritual, decimos nosotros "se empezar por pedir la ayuda de Dios, por la organización del mundo moral, por la elevación del orden religioso…
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NUESTRO SENTIDO DE IMPERIO
En la segunda afirmación que hace la Falange descansa el gobierno augusto de España: el Imperio… Españoles: que la Patria -este nombre entrañable, inmortal y sagrado- no es la tierra de las regiones, soporte físico de nuestra cuna y de nuestra vida, sino algo espiritual. permanente, y como eterno: la conciencia de la Continuidad moral e histórica en el destino común y universal de que cada uno de nosotros debe sentirse parte. La Tradición, españoles, que no necesita ligarse al soporte territorial del suelo: que es la fe ardiente y expansiva, el nombre del héroe, del poeta y del santo: el laurel victorioso de las batallas: la penitencia desgarrada de los ascetas: la palabra de oro de los Maestros: la Ley, la costumbre, las instituciones seculares más fuertes que el bronce que desmorona el tiempo... y los romances de los caminos, y los cuentos de pastores y de lobos, que desgrana la abuela junto al fuego con su lengua joven y emocionada en torno de la familia. La familia, sí, integral magnífica de la Tradición, es el concepto augusto de la Patria: la gran Familia española ¿Y qué rango tenía la gran Familia española? Pues rango de Imperios. Que no lo olviden los nacionalistas.
Por eso era, desde el nacer, Tradicionalista la Falange: porque nuestras Flechas son las lanzas imperiales de la Rendición de Breda, de las conquistas de Flandes, de Lepanto y Pavía; v el dardo imperial de fuego enamorado que llagó el corazón de Santa Teresa; y la espada imperial de Felipe II y de Gonzalo de Córdoba y el asta imperial para el estandarte del César Carlos, para el pendón de las Navas... para esta bandera rojinegra que se levanta ahora, con el ansia delirante de ondear a vientos católicos e imperiales. Y junto a las 23 Flechas el Yugo, combo, que es madera española para las quillas imperiales de las carabelas de Colón, que arrancaron mundos al sueño y a la audacia: el Yugo que es puente invencible sobre tierras y mares por donde pasan, en triunfo, nuestra Ley, nuestro derecho, nuestra cultura, nuestra sangre a las gentes bárbaras del mundo: este Yugo de la Falange, que se mete ahora en la tierra eterna de Castilla, como un arado imperial, muy hondo, para que la siembra toque la raíz de España, y junto a la cosecha de las espigas de oro, salte la cosecha imperial de la Patria, del Pan y de la justicia, porque el Imperio es menester de soldados, de artesanos y de poetas.
Nacionalistas no: Imperiales y españoles: "porque el ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en el Mundo"… Fue precisamente un hombre de centro-Europa el que gritó primero la "decadencia de Occidente"; Spengler: mientras Heidegger se entretiene en manosear la angustia del hombre y de la Cultura. Ni decadencia ni angustia. La Fe y la alegría serena del Imperio de la Falange. Desde la rebeldía carnal de Lutero el hombre de Europa fué bajando los peldaños de la escala maravillosa que le unía al cielo: vinieron las terribles negaciones frías del racionalismo y del materialismo de Kant y de Krause. Y las espantosas negaciones sociales del marxismo y del comunismo que hacen del hombre como definió José Antonio "una máquina helada de tedio y de odio". Un momento, españoles, el más trágico, el más estéril y el menos español de nuestra Historia, una pandilla de descastados cobardes e irénicos, quisieron injertar en nuestra Cultura la decadencia y la angustia, el mal materialista europeo. Hemos tenido, para nuestra vergüenza, pensadores enciclopedistas y liberales: Institución libre de Enseñanza: ateneos y clubs de toda laya, casas del pueblo: logias y antros comunistas y las hemos soportado en las alturas del Poder.
Yo pienso que Cisneros, Carlos V, Felipe II y Torquemada, en el sueño augusto de las tumbas, se esconderían en las alas altivas de las águilas imperiales, dormidas también en el sueño de piedra de las tallas maravillosas. Aquello no era España, porque no era el Imperio. Pero nos quedaba, por lo menos, el nombre del César y su Estandarte: su águila con las garras poderosas llenas de Yugos y de Flechas, que nadie le ha podido arrebatar, su espada, su corazón y su sangre: la sangre española, sobre todo, que siente ahora la llamada de la Misión y del Destino. Vuelve el Imperio espiritual de España a guiar culturas de Luz, de amor y de Paz, sobre la ruina de una edad bárbara de la historia, porque la Falange tiene apóstoles que irán descalzos en peregrinación de evangelio hasta subir a las estepas nevadas de la Rusia soviética y arrancar la hoz y el martillo para plantar el imperio de la Cruz que es imperio de Luz: y Fray Luis se sentará en su cátedra de Salamanca tostada de oros seculares, y con su biblia abierta, al volver a repetir su "Decíamos ayer" sentirán los hombres del mundo despertar de una pesadilla espantosa de siglos, con el refrigerio de su ciencia española. Y volverá Fray Juan de la Cruz a cantar y el Maestro Vitoria a regir y se llenarán los claustros de estudiantes, y las ventas de caballeros y los caminos de poetas, y un día, bajo el sol de oro de la nueva historia, ante el pasmo del Mundo, volverá don Quijote a su locura de enhebrar estrellas, de estrellar rufianes con su lanza y de batir monstruos, castillos y rebaños por el honor de una dama: nuestra Señora España
LLAMAMIENTO AL IMPERIO
¿Que el Imperio es más? Sí. El laurel de las conquistas exteriores territoriales. Y no sabría deciros "por qué" todos esos estrechos nacionalistas sueñan -cuando sueñan en imperial haciendo un esfuerzo de su sueño- con la Hispanidad. En este instante para la América genuina el saludo, brazo en alto, de la Falange Española Tradicionalista, con la llamada sincera y entrañable a la Maternidad generosa de España. Y la voz de una experiencia: que las formas republicanas y democráticas son la tiranía de la libertad del hombre, la ruina de la tierra, la tristeza y el dolor de la vida. Nada más que esto. Y que despierte pronto de su sueño, antes que el comunismo le gane el corazón que es español, que es imperial y católico, como el nuestro.
¿Que además el Imperio es expansión territorial? Yo me vuelvo a la mejor historia de España, aquella que tiene un paralelo heroico y exacto con la historia de hoy. En aquel ciclo de la Reconquista subieron hasta las mismas Peñas de Covadonga, desde los despiertos africanos, los hijos del Islam: era nuestra cruzada de la fe y del espiritualismo. La victoria desde entonces nos llevó en el siglo XV a saludar, por primera vez las tierras de Melilla. Ha pasado el tiempo: se han enfriado los rencores religiosos: España cumplió en el desierto africano su misión de protectorado territorial y de cruzada civilizadora. Y ahora, en agradecimiento los hijos del Islam se han puesto la camisa azul y bajo nuestras Banderas Victoriosas han subido hasta Asturias para libertarla de las tiranas infernales del soviet. Y presiento que este Imperio de la Falange, por ser de la Falange tiene la virtud de ser difícil, áspero y doloroso, un Imperio abrasado de sed y de sol en los desiertos africanos. Sí. Volveremos con ellos hermanados en la gloria de la victoria, y saltaremos el Estrecho y bajaremos imperialmente hacia el Sur para buscar entre las arenas ardientes aquella Ciudad de Dios que talló San Agustín, para levantar, a su sombra, nuestra Ciudad del César. Y entonces, en el cántico emocionado de dos razas cristianas se habrá cumplido la realidad gozosa del Imperio Azul de la Falange (...)
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