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Tema: La familia Gálvez y su tiempo

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    La familia Gálvez y su tiempo

    La familia Gálvez y su tiempo


    La familia Gálvez y su tiempo cuenta la historia de una familia originaria de la población malagueña de Macharaviaya, que destaca por su servicio a España y muy especialmente a la América española.

    Fueron españoles al servicio de la Corona que se distinguieron por su valor, generosidad y patriotismo en el desempeño de sus funciones y de las misiones encomendadas, en un tiempo de reformas y recuperación de la vida española, tanto en América como en la Península.

    La saga se inicia con Antonio de Gálvez y García de Carvajal (1691-1728) y su esposa Ana de Madrid Cabrera Gallardo y Jurado (1699-?). La familia era humilde y tuvieron seis hijos, todos nacidos en la misma ciudad que sus padres. El segundo y tercero murieron de muy pequeños y el sexto estaba en el vientre de su madre cuando su padre, Antonio, falleció en 1728. Así, quedaron huérfanos de padre cuando el mayor Matías contaba con once años,José con ocho y Miguel con tres, quedando Antonio como hijo póstumo cuando su madre contaba 30 años. Entonces la familia sufrió apuros económicos y muchas dificultades para que sus títulos de hidalguía fueran reconocidos.

    Corría por entonces el año de 1728 y reinaba desde 1700 en la Monarquía Hispánica Felipe V. Ese año se había fundado en América la Universidad de La Habana y la ciudad paraguaya de Itauguá. También se creaba la Compañía Guipuzcoana para encargarse del comercio de Venezuela con la Península y el 15 de febrero de ese año, el duque de Wharton fundaba en Madrid el primer núcleo masónico del país, bautizado con el nombre de «Tres flores de lys».

    El primogénito del matrimonio, Matías de Gálvez, había nacido en 1717, transcurriendo su infancia y adolescencia en su pequeño pueblo natal, entre el cultivo de las tierras y el cuidado del ganado que poseía su padre en Macharaviaya y la asistencia a la escuela del vecino pueblo de Benaque. Muy pronto pues, siendo el mayor con 11 años debió sacrificar su juventud para sacar adelante a sus hermanos. Macharaviaya era unpueblo que tenía menos de trescientos habitantes, en el que la mayoría de los hombres eran tan pobres que en el catastro de Ensenada confesaban que "cuantos vecinos tiene este lugar son jornaleros, por no poderse ninguno mantener con sus haciendas". Muy joven aún se fue a estudiar a Madrid e ingresó de cadete en el Real Cuerpo de Artillería, pero pronto lo dejó para volver a su pueblo natal para hacerse cargo de su patrimonio familiar y donde en 1745 con 28 años, se casó con su prima segunda por parte de madre María Josefa de Madrid Ortega Gallardo y Ramírez, que a la sazón tenía 21 años. Este primer apellido de su esposa y de su madre (Madrid) y el tercero (Gallardo) también en ambos casos, rivalizarán en la historiografía para prevalecer como segundo apellido de su futuro hijo Bernardo.

    Mientras, su hermano José de Gálvez que había nacido en 1720, era el estudiante más brillante en la pequeña escuela parroquial de Macharaviaya. Al llegar a la escuela en visita pastoral el obispo de Málaga, Diego González de Toro y Villalobos, José fue el elegido para demostrar sus conocimientos y habilidades. Tan impresionado quedó el prelado que decidió enviarle al Colegio seminario de San Sebastián de Málaga, solicitando una beca colegial el 11 de julio de 1735.

    Durante esos años, se firmaba en 1733 el primer pacto de familia entre España y Francia. En las Indias se fundaba en Nueva Granada la ciudad de San José de Cúcuta y hacía tres años que se habían fundado en el Río de la Plata las ciudades de San Antonio de Areco y Paraná.

    José no tenía vocación sacerdotal, pero el nuevo obispo Gaspar de Molina, sucesor del anterior, continuará protegiéndole y lo enviará en 1737 a la Universidad de Salamanca para estudiar leyes. Tras terminar los estudios, se trasladará a Madrid para ejercer su profesión y en 1744 el ayuntamiento malagueño le encargará representar sus intereses en Madrid.


    Retrato de José de Gálvez. Cortesía de Ricardo García Pérez de Valderrama y de Miguel Sánchez Apellániz de Valderrama

    Tanto Matías como José serán los únicos hermanos con proyección americana, por lo que nos centraremos principalmente en ellos y en Bernardo el hijo mayor de Matías.


    En estos años España tenía que proteger sus amplísimos dominios, apetecidos siempre y muchas veces acosados por británicos, franceses, holandeses y portugueses. Desde 1739 se producía la guerra de diez años o del asiento, que enfrentó a españoles e ingleses hasta el año de 1748 y a la que puso fin la paz de Aquisgrán.

    En las Indias ya había tres virreinatos Nueva España, El Perú y Nueva Granada y hacía cuatro años que los ingleses habían sufrido una seria derrota en Cartagena de Indias.

    En el Reino de Chile se habían fundado varias ciudades como San Felipe de Aconcagua (1740), Talca (1742), San Fernando de Tinguiririca (1742), Villa de Santa Cruz de Triana (Rancagua) y Curicó (1743); en el Virreinato de la Nueva GranadaSanta Cruz de Lorica (1740), Itagüí (1743), Montería (1743), El Banco (1747) y Aguachica (1748); en la Provincia de Montevideo Las Piedras (1744) ; en la Provincia de Buenos Aires Rosario (1746) y San Nicolás de los Arroyos (1748); en el virreinato de la Nueva España Jalpán de Serra (1744) y en la provincia de Venezuela San Miguel de la Boca Tinaco (1744).

    En los trece años siguientes reinará Fernando VI (1746-1759), que llevará a cabo una política de neutralidad activa entre Gran Bretaña y Francia, fortaleciendo la flota para evitar verse arrastrado a la guerra y liquidará el segundo pacto de familia de 1743, lo que le desligará de apoyar a Francia en sus guerras. Su mejor ministro fue el marqués de la Ensenada (1743-1754), Zenón de Somodevilla y Bengoechea, responsable de Hacienda, Guerra, Marina e Indias.

    En estos años José se desempeñará con soltura e irá prosperando en la compleja administración de justicia española.

    Volviendo a Matías, ya casado y residiendo en Macharaviaya, tendrá dos hijos, Bernardo (1746) y José (1748). El limitado prestigio y la falta de contactos familiares serán confirmados por la elección de los padrinos para el recién nacido Bernardo. Al no conocer a nadie ni medianamente noble o de posición algo acomodada que pudiera ayudar a sacar adelante a su hijo, sus padres recurrieron a unos parientes del cercano pueblo de Benaque.

    La esposa de Matías, María Josefa, morirá en 1748 durante el parto del segundo hijo y su esposo volverá a contraer matrimonio en 1750 con Ana de Zayas y Fernández de Córdoba, su prima segunda y tercera en doble grado de consanguinidad. El pequeño José, hijo de Matías, vivirá muy pocos años pues fallecerá en Madrid en 1756.

    También se casará José, que bien establecido en la corte y ejerciendo de letrado de los Reales Consejos, contraerá matrimonio con María Magdalena de Grimaldo, pero tristemente solo un año después, el 13 de junio de 1749, morirá. Pronto volverá a contraer matrimonio ese mismo año, esta vez con Luisa Lucía Romet y Pichelín, de ascendencia francesa y cuyas relaciones le permitirán convertirse en abogado de la embajada de Francia en Madrid. En 1753 también fallecerá repentinamente su segunda mujer. En 1759 cuando sube al trono Carlos III, su ministro Jerónimo Grimaldi Pallavicini, Marqués de Grimaldi, le nombrará su secretario personal.

    Unos años antes, en 1750, Antonio de Gálvez, el menor de los hermanos, el segundo que seguirá la carrera militar, también se casará. Lo hará con Mariana Ramírez de Velasco y al no tener hijos, adoptarán a una niña, María Rosa Antonia de Gálvez, sin haber certeza de que fuera hija natural; esta mujer llegará a ser autora de teatro de notable éxito en la corte de Carlos IV. Antonio por su parte llegará a comandante general de la bahía de Cádiz.

    En 1755 era nombrado el que sería un gran Secretario General de la Marina e Indias Julián de Arriaga y Ribera, iniciado con el terrible terremoto de 1755 que asoló Cádiz y buena parte de Andalucía, destruyendo numerosas instalaciones de la Marina. Arriaga se empleó con gran dedicación a su reconstrucción y en cuanto pudo continuó la política de construcción naval intensiva del mandato anterior; lo llevó a cabo de forma tan activa que entre 1755 y 1759 se consiguió botar diecisiete navíos de línea y veinticuatro fragatas. En el aspecto orgánico y administrativo hizo prevalecer el criterio de los comandantes de las escuadras sobre el de intendentes e interventores. El suyo llegó a ser uno de los mandatos de mayor duración de toda la historia de España (veintiún años), manteniéndose en él pese a discrepar con diversas resoluciones trascendentes tomadas en este período, como la entrada de España en la Guerra de los Siete Años y la expulsión de los jesuitas.

    En 1756 el cuarto hermano Miguel de Gálvez contaba con treinta años y después de finalizados sus estudios de derecho en Alcalá de Henares comenzará su carrera como Auditor de Guerra en Orán y llegará a ministro plenipotenciario en Berlín y San Petersburgo.

    Una nueva guerra comenzaba en 1756, la guerra de los siete años que embarcaba a Gran Bretaña y Prusia por un lado y a Francia, Austria, Suecia y Finlandia por otra. Portugal y España se incorporarán el último año, cada una en un bando, con resultados fatales para España.

    En el año de 1757,el hermano mayor Matías contando 40 años, se trasladará a Tenerife para administrar la hacienda de la Gorvorana, situada en el Realejo Alto, hoy Los Realejos, al norte de la isla;​ había contado con la ayuda de su hermano José que le puso en contacto con los marqueses de Guadalcázar terratenientes de Canarias que buscaban a alguien responsable para su administración. Allí llevará a su hijo Bernardo que tenía once años y a su mujer Ana. Durante los siguientes años, Matías podrá desarrollar sus conocimientos agrícolas y ganaderos y, gracias a su buen hacer y prestigio, obtendrá el puesto de Administrador de la Real Aduana y el de la Renta de Tabaco del Puerto de la Orotava, actual Puerto de la Cruz.

    En 1759 subía al trono de España Carlos III y poco tiempo después el 15 de agosto de 1761 se firmaba el tercer pacto de familia entre España y la Francia de Luis XV:Quien ataca a una corona, ataca también a la otra. Cada una de las Coronas mirará como propios los intereses de la otra su aliada.

    La España peninsular contaba por entonces con 10 millones de habitantes, Gran Bretaña con 15 millones, Francia 20 millones, los Países Bajos 2 millones al igual que las trece colonias inglesas en Norteamérica.

    En estos años se habían fundado otras tantas ciudades en Indias, como San José de Jachal (1751), Mercedes (1752) y Luján (1755) en la Provincia de Buenos Aires;Maldonado (1755), Salto (1756) y San Carlos (1763) en la Provincia de Montevideo;Tubac (1752) en la Provincia de Nuevo México; Laredo (1755) en la Provincia novohispana de Nuevo Santander; Esmeralda (1758) y Maturín (1760) en la Provincia de Venezuela; Heredia en la Provincia de Costa Rica; San José del Monte(1752) en Filipinas y Mayaguez (1760) y Fajardo (1760) en la isla de Puerto Rico.

    Como resultado de la guerra de los siete años, La Habana y Manila eran ocupadas por los británicos y España para recuperarlas cedía La Florida en 1763. A cambio Francia, su aliado, le cedía la Luisiana. Otra consecuencia era que Francia perdía Canadá en beneficio de Inglaterra.

    En la Corte de Madrid el ya prestigioso José ejercerá en 1762 como abogado de Cámara del príncipe Carlos (futuro Carlos IV) y en 1764, será nombrado Alcalde de Casa y Corte. Desempeñará el cargo de Fiscal de la Corte y Consejero de Indias. Su ascenso político proseguirá y en el año de 1765 será nombrado Visitador del Virreinato de Nueva España y miembro honorario del Consejo de Indias.

    En Tenerife, Matías enviará en 1762 a su hijo Bernardo a Madrid para iniciar la carrera militar con dieciséis años de edad, ingresando en el ejército francés por recomendación de su tío José; era imprescindible para ello pertenecer a familia de hidalgos. Nombrado teniente de infantería del Regimiento francés Royal Cantabre que se encontraba en Madrid, participará en la invasión de Portugal, durante la Guerra de los Siete Años, pasando luego a Francia con su Regimiento en el que será su destino durante casi siete años y será entonces cuando su tío, José de Gálvez, le reclamará desde Nueva España.

    Así, en 1769, Bernardo de Gálvez es destinado al Regimiento Fijo de Infantería de la Corona en el Virreinato de la Nueva España, al mando de Juan de Villalba. En estos años, coincide en Las Indias con su tío José que se ocupa en la Nueva España de vigilar los dispendios de la Hacienda del virreinato, incrementar los ingresos de la Corona, reformar la aduana y acabar con los abusos del contrabando que se producían en los puertos de Veracruz y Acapulco.

    Por entonces en América continuaba la fundación de nuevas ciudades como eran Angostura (1764) en la provincia de Venezuela; Salamina (1765) y El Carmen (1771) en el virreinato de Nueva Granada; Talcahuano (1764) en el Reino de Chile y San Carlos de Chonchi (1767) y la Villa y Fuerte de San Carlos de Chiloé (1768) en la isla de Chiloé.

    Se abolía en 1765 del sistema del puerto único de Cádiz, abriendo al tráfico entre España y América a los de Sevilla, Málaga, Cartagena, Alicante, Barcelona, La Coruña, Santander, y Gijón, lo que incrementaba las relaciones americanas con la península y los sucesivos permisos de trata de 1768 y 1774, así como el comercio entre los distintos territorios de Indias.

    En 1766, los ingleses se establecían en Puerto Egmont (Malvinas), pero tras diversas dilaciones y en virtud de las instrucciones de Arriaga, el capitán general de Buenos Aires, Francisco Bucarelli, envía una escuadrilla de fragatas con un cuerpo de desembarco que desalojaba a los intrusos (10 de junio de 1770).

    En 1767 el Conde Aranda, apoyado por Campomanes emite Orden de expulsión de los jesuitas en todo el territorio de la Monarquía Hispánica.

    Tras reincorporarse a la carrera militar en 1771, Matías obtendrá el Real Despacho de capitán de artillería en el Regimiento de Milicias de Garachico (Tenerife) y posteriormente en 1774 el de capitán de la compañía de Artilleros Milicianos del Puerto de la Orotava. En 1775 ejercerá como gobernador del Fuerte del Cristo de Paso Alto en Santa Cruz de Tenerife.

    En Indias, las pesquisas y averiguaciones de José como Visitador, hallan actuaciones impropias del virreinato y le enfrentan con el propio virrey, a la sazón Joaquín de Monserrat Ciurana, que dan como resultado el nombramiento de un nuevo virrey, Francisco de Croix. Sus éxitos llegan pronto a conocimiento de la Corona, encomendándole más autoridad sobre muchos asuntos del virreinato. Le toca la penosa tarea de hacer cumplir la orden de la expulsión de los jesuitas y tiene que sofocar por ese motivo muchos disturbios en varias provincias del virreinato que le obligan a efectuar numerosos juicios sumarísimos contra los insurrectos, y sentenciar, incluso, con condenas a muerte.

    En estos años se fundan en la provincia de la Alta California una serie de fuertes y misiones que pronto se convertirán en ciudades como San Diego (1769), Santa Mónica (1769), Monterrey (1770), San Gabriel (1771) y San Luis Obispo (1772).

    Durante su estancia en la Nueva España (1765-1772), José toma decisiones importantes como el establecimiento en el puerto de San Blas de una base naval y un centro astronómico. Impulsa y organiza la “Santa Expedición” a la Alta California; ayuda a fray Junípero Serra en su labor fundadora de misiones en la Alta California y asienta poblaciones en esos territorios para disuadir a los rusos de establecerse en ellos a partir de Alaska; funda una Escuela Náutica en California, así como un centro astronómico, cuya dirección encarga a Joaquín Velázquez y Cárdenas de León; participa en una operación contra los indios en Sonora, de la cual sale malparado debido a padecer ausencias mentales, probablemente debido a la ingesta de alguna planta alucinógena, que hicieron que muchos le tomaran por "loco", y que le obligan a regresar a Madrid en el año 1772. Recuperado, allí proseguirá su actividad creando las Sociedades Económicas de Amigos del País.

    En 1769, a su paso por Canarias con destino a la Nueva España, Bernardo recala en la isla de Tenerife y visita a su padre Matías. En marzo de ese año el teniente Bernardo de Gálvez de 23 años llega a Chihuahua y es propuesto para el empleo de capitán y el mando de una de las compañías del batallón. Esta propuesta había sido recomendada por ser el sobrino del Visitador, aunque estaba previsto que ese puesto fuera para el teniente de Dragones Becerril, que era mas antiguo y con más experiencia. Enterado su tío José de Gálvez, impide entonces el nombramiento de Bernardo en lugar de otro oficial con mas mérito y antigüedad.

    Año y medio mas tarde, en octubre de 1770, Bernardo es nombrado comandante de las Armas de Nueva Vizcaya con destino en San Felipe el Real de Chihuahua, donde se distingue en los numerosos combates mantenidos contra los indios apaches.

    Su conocimiento de las costumbres y manera de luchar de los indios, le proporciona importantes victorias, convirtiéndole en uno de los mejores estrategas en su lucha contra varias tribus de apaches y comanches, que con sus frecuentes robos e incendios, asolan las misiones franciscanas. En el año de 1771, durante una escaramuza contra los indios, resulta doblemente herido, con una flecha en un brazo y una lanzada en el pecho, que le tiene varios meses apartado de la milicia.

    Años más tarde, ya como Gobernador de la Luisiana, emitirá un informe completísimo sobre la vida y costumbres guerreras de los indios apaches, que demuestra su experiencia y gran conocimiento de este pueblo, debido a las frecuentes luchas fronterizas que tuvo contra ellos, que por su interés incluyo aquí :

    Los apaches hacen la guerra por odio, o por utilidad; el odio nace de la poca fe que se les ha guardado, y de las tiranías que han sufrido como pudiera hacerse patente con ejemplares que es vergonzoso traer a la memoria. La utilidad que buscan es por la necesidad en que viven pues no siembran cultivan la tierra ni tienen crías de ganado para su subsistencia desde que en los españoles encuentran por medio del hurto lo que necesitan.

    Cuando emprenden sus campañas, si es solo con la idea de robar, vienen en pequeñas partidas, y si es con la de destruir los pueblos, se unen rancherías, formándose en mayor número; pero aunque sea distinto el objeto de sus empresas, el modo de conducirse es siempre el mismo y como sigue: Fórmase la pequeña o grande tropa y nombran entre todos uno que los mande, el más atrevido, más sagaz y más acreditado, cuya elección nunca sale errada, porque jamás tiene parte en ella la adulación, la entrega, ni el cohecho; solo la utilidad pública, y no hay nobleza heredada, favor, ni fortuna que se interponga; a este obedecen hasta perder la vida, solamente en campaña, pues en sus rancherías todo hombre es independiente.

    Trae cada uno su caballo, que por supuesto es bueno, sin más arneses que un fuste ligero herrado con cueros que preservan el casco, y que quitan con prontitud cuando llega el caso de montarlos, trayéndolos siempre del diestro hasta el día de la función; caminan de noche siempre que han de atravesar algún llano, haciendo alto en las sierras pedregosas donde no se estampa la huella para ser seguidos por el rastro; desde estas alturas dominan y registran los llanos a donde no descienden sin ser cuidadosamente reconocidos; no hacen lumbre de día por el humo, ni de noche por lo que luce, evitando en sus marchas la unión para no levantar polvo ni señalar el rastro. En los altos o día de descanso aumentan su vigilancia desconfiados en extremo, son más los que velan que los que duermen, por cuya razón jamás se ven sorprendidos. Con estas precauciones y silencio se conducen hasta la inmediación de nuestras poblaciones donde las duplican y empiezan a tomar medidas para dar con seguridad el golpe, el que dirigen poco más o menos del modo siguiente: Puestos en altura, como se dijo, advierten la situación de nuestros pueblos, haciendas, ranchos, caballadas y ganados, indicándosela el humo, las lumbres y los polvos, por medio de estas señales que marcan de día, se dirigen y bajan de noche a las llanuras en busca de la presa; cuando se encuentran cerca, esconden sus caballos, dejándolos al cuidado de algunos, se dividen y cada uno por su parte se acerca lo posible para lograr el exacto y último reconocimiento. Es increíble la habilidad y destreza con que los ejecutan y las mañas de que se valen para su logro; embadurnándose el cuerpo y coronándose la cabeza con hierba, de modo que tendidos en el suelo parecen pequeños matorrales. De este modo y arrastrándose con el mayor silencio, se acercan a los destacamentos hasta el punto de reconocer y registrar el cuerpo y la ropa de los soldados, que duermen.

    Al mismo tiempo que están en esa silenciosa tarea, se comunican recíprocamente por medio de infinita variedad de voces que contrasten exactamente, imitando el canto de aves nocturnas, como lechuzas, tecolotes, y el aullido de los coyotes, lobos y otros animales. Una vez que tiene explorado el paraje a su satisfacción, por medio de las mismas señales se retiran, quitan los cueros de los pies de los caballos, montan y guardando el mismo silencio hasta la inmediación que pueden ser sentidos, embisten con tanta furia que no dan tiempo de tomar las armas ni ponerse en defensa al hombre más diestro y de más precaución.

    De esta refinada astucia, nace que tomando bien sus medidas nunca yerran el golpe, bastando diez indios para que en poco más de un minuto dejen 20 de los nuestros en el campo, y obligando a otros tantos a la fuga. No se puede explicar la rapidez con que atacan, ni el ruido con el que pelean, el terror que derraman en nuestra gente, ni la prontitud con que dan fin a todo. Quizá parecerá increíble esta verdad a quien no se haya hallado en esta guerra, pero mucho podrá inferir quien sepa lo que es la sorpresa, la ventaja de quien las logra y la inacción y fallecimiento del sorprendido a cuya enmienda no alcanza regularmente, la fuerza del espíritu, ni el ejemplo del que manda y así la vigilancia y precauciones de emplearse para serlo, pues verificada, ya no hay subordinación sino desorden y desaliento.

    Basta esta corta idea de la conducta de los indios en campaña y el saber que siempre atacan por sorpresa para inferir que sus golpes son terribles y casi inevitables, pues ellos tienen constancia para esperar un mes entero la hora del descuido, y para conocer igualmente que en nuestras tierras es imposible lograr contra ellos ninguna ventaja, quedándonos solo el partido de buscarlos en las suyas donde tal vez se consiguen porque viven con más disgusto”.

    Después de siete años en Indias, en 1772, Bernardo con 26 años regresa a la Península para reponerse de las heridas y accidentes habidos en el desempeño de su cargo; posteriormente servirá durante tres años en Francia, donde completará su formación militar en el Regimiento de Cantabre, ya en su base de Pau (Francia). El dominio de la lengua francesa, de la que ya tenía conocimientos, le será de gran ayuda en su futuro destino en Luisiana.

    En 1775, a su regreso de Francia participará como capitán en la expedición de Alejandro O´Reilly contra Argel y será herido de gravedad en el desembarco, siendo ascendido a teniente coronel.

    Recuperado de sus problemas mentales, su tío José de Gálvez en el año 1775 contraerá terceras nupcias, a los cincuenta y cinco años de edad, con María de la Concepción Valenzuela de Fuentes, hija del cuarto conde de Puebla de los Valles, con la que tendrá una hija, María Josefa.

    En 1776 morirá en Madrid el gran ministro de Marina Julián de Arriaga, ese hombre seco de carácter que carecía de amigos, muy severo en materias de disciplina, pero justo a la hora de premiar los merecimientos. Aparte de su indudable competencia en los asuntos mayores, en el aspecto humano es de destacar un marcado afán por dulcificar las penas de los forzados destinados a los trabajos de los arsenales de Marina.

    A partir del año 1776, debido a su experiencia contraída en la Nueva España, José de Gálvez ocupará los cargos de Secretario y Presidente del Consejo de Indias, y ya en su primer año aprobará la creación del virreinato del Río de la Plata y la Comandancia de las Provincias Internas de la Nueva España. Gálvez emprenderá grandes reformas, relativas al comercio y a la Hacienda.

    Entre sus importantes medidas figura la aprobación del Reglamento de Aranceles para el comercio libre de España e Indias de 1778, cuyo objetivo era desarrollar el tráfico mercantil entre los principales puertos de la Península y los territorios ultramarinos para revitalizar la agricultura, la industria y la navegación.

    En el año de 1776 Bernardo que se encontraba de vuelta en Madrid procedente de Francia y gracias a las gestiones de su tío José, será nombrado coronel del Regimiento Fijo de Luisiana el 7 de mayo, con destino en Nueva Orleans, y el 19 de julio, gobernador interino de la provincia de Luisiana.

    El 1 de enero de 1777 Bernardo toma posesión de sus dos cargos, el de gobernador de la Luisiana y el de coronel con mando sobre el Regimiento Fijo de Luisiana. A los treinta y dos años de edad, se casa con una criolla mestiza (india-francesa) de Nueva Orleans, Felicitas de Saint Maxent, de 19 años de edad, hija de un importante comerciante de la ciudad, Gilberto Antonio de Saint Maxent y viuda de Jean-Baptiste Honorato Destrehan, con la que tendrá tres hijos: Miguel, Matilde y Guadalupe Gálvez de Saint Maxent. Felicitas es hermana de Isabel, la esposa del general español Luis de Unzaga.

    Durante su gobernación, Bernardo promueve y fomenta el aumento de la población para la defensa de la Provincia, estableciendo nuevos asentamientos de inmigrantes en el inmenso territorio de Luisiana como Barataria, Nueva Iberia y Galveztown. Numerosos canarios se asientan en la zona de Tierra de Bueyes, al sureste de Nueva Orleans, núcleo originario de la actual colonia de isleños de San Bernardo, que ha conservado celosamente su herencia española y el uso del castellano.

    En estos años continúa en Indias la fundación de ciudades hispanas y misiones: en la isla de Cuba: Pinar del Río (1773) y Nuevitas (1775); en la isla de Puerto Rico: Aguadilla y Caguas (1775); en el Reino de Chile: Copiapó (1774) y Río Bueno (1778); en las Provincias Internas: Tucson (1775); en la provincia de Paraguay: Eusebio Ayala (1770), Concepción (1773) y San Lorenzo (1775); en la Provincia de Montevideo: Paysandú (1772) y Rosario (1775); en la Alta California: San Juan Capistrano (1775), San Francisco (1776), Santa Clara (1777) y San José (1777); en el virreinato de Nueva Granada: Samborondón (1776); en Guatemala: Nueva Guatemala de la Asunción (1776); en la provincia de Venezuela: Los Teques (1777) y en la isla de La Española: San Francisco de Macorís (1778).

    Desde 1775 se estaba produciendo una guerra entre Gran Bretaña y los proclamados Estados Unidos, era la guerra de Independencia de las Trece Colonias inglesas.

    El 4 de julio de 1776 el segundo Congreso Continental de los representantes de las trece colonias inglesas habían hecho pública la Declaración de Independencia. Francia había reconocido a la nueva nación y declarado la guerra a Gran Bretaña.

    Mientras, en Tenerife, Matías ya como capitán del Cuerpo de Artillería de Canarias, solicitará la hidalguía para él y sus hermanos. Nombrado inspector general de tropas y segundo comandante, se trasladará a América en 1778 para hacerse cargo de su primer gran empleo político como gobernador y capitán general de Guatemala, en sustitución de Martín de Mayorga, quien en reiteradas ocasiones había solicitado el traslado. El nombramiento oficial se producirá el 1 de marzo de 1778 marchando inmediatamente a su nuevo destino, adonde llegará en julio del mismo año, contando 60 años de edad.

    Por entonces ya existían cuatro virreinatos en Las Indias al haberse creado el del Río de la Plata en 1776, que reunía las provincias de Buenos Aires, Montevideo, Paraguay y Alto Perú, ejerciendo Pedro de Ceballos como su primer virrey desde 1777.

    Desde España, un grupo de malagueños, la mayoría de Alhaurín de la Torre, zarpaban en el bergantín San José con destino a Nueva Orleáns, donde fundaban ese año de 1778 la ciudad de Nueva Iberia.

    Monumento a la Familia Gálvez en Macharaviaya. De izquierda a derecha: Bernardo de Gálvez, su padre, Matías, y sus tíos José y Miguel.

    Desde que toma posesión como gobernador de Luisiana, el 1 de enero de 1777, Bernardo de Gálvez despliega una intensa actividad dirigida a contrarrestar la amenaza británica en los dominios españoles, al tiempo que presta una cooperación decidida, temprana y eficacísima a la causa de la independencia norteamericana.

    El 16 de junio de 1779 tendrá lugar la declaración formal de guerra del rey Carlos III al rey de Gran Bretaña Jorge III; el motivo principal de que España decidiera aliarse con Francia para luchar contra los ingleses y a favor de la independencia de los Estados Unidos fue el de recuperar la Florida; esta se había perdido en 1763 a cambio de recuperar La Habana y Manila, ocupadas unos meses durante la Guerra de los siete años contra Inglaterra.

    Otro de los objetivos de Carlos III era recuperar Menorca, Gibraltar y la llamada Costa de los Mosquitos en Centroamérica que estaba controlada por los ingleses desde Jamaica.

    El rey encarga entonces al Gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez, reclutar y dirigir las fuerzas españolas en una campaña contra los británicos a lo largo del Golfo de México y del río Mississippi; el gobernador entiende con ello que hay que tomar partido por los independentistas estadounidenses contra los ingleses.

    Bernardo de Gálvez decide entonces tomar la iniciativa y sorprender a los ingleses en sus puestos y fortificaciones, sin esperar los refuerzos provenientes de La Habana, donde reside la capitanía general de la que dependía Luisiana. Las órdenes llegadas desde España precisaban: “Todos los esfuerzos deben dirigirse a arrojar las Armas inglesas de Panzacola, la Mobila y demás puestos que ocupan sobre el río Mississippi”. Así que toma ese mismo año varios fuertes británicos (Manchac, Baton Rouge, Paumure de Natchez, Mobile y Charlotte), en diversas acciones militares que le premian en 1780 con su ascenso a mariscal de campo.

    Para la siguiente acometida, logra reclutar a más de 7.000 hombres en el año 1781 y controla y mantiene abierto el río Mississippi como línea de abastecimiento para los soldados estadounidenses. Facilita el envío de armas, municiones, equipo militar, medicamentos, carne fresca procedente de Texas y hombres a lo largo de este cauce. Famosa es su estrategia de lograr enviar, desde Nueva Orleans, un barco español cargado de pólvora, logrando despistar a la vigilancia inglesa en el citado río y llegando con éxito a manos de los ahora aliados.

    El 28 de febrero de 1781 zarpa desde La Habana la definitiva expedición contra Panzacola, donde el heroico comportamiento de Bernardo de Gálvez, a la vista de toda la Armada de invasión resulta ejemplar. Ya en tierra, es herido de gravedad en el vientre y la mano, aunque, sobreponiéndose a ello, sigue dirigiendo las operaciones más importantes. Poco después de la victoria sobre los ingleses, contando treinta y cinco años, es ascendido a teniente general y nombrado gobernador y capitán general de Luisiana y la Florida Occidental, erigidas en provincias independientes de Cuba, y comandante en jefe del Ejército de Operaciones en América.

    Gálvez aprovecha la inercia de estos avances para recuperar para España las Islas Bahamas, organizando una expedición para su definitiva conquista. Aunque a última hora da la orden de no hacerse en beneficio de la conquista de Jamaica, su lugarteniente Cagigal ya la tiene en marcha, mediante la cual el 8 de mayo de 1782 captura la base naval británica de New Providence. Gálvez habría continuado, según su intención, sus expediciones contra los ingleses en Jamaica, pero la firma del Tratado de París de 1783, da por terminada la guerra, por lo que decide suspender su nuevo objetivo.

    Este hecho de la conquista de Las Bahamas tendrá repercusiones, mal resueltas, entre Bernardo de Gálvez y Juan Manuel Cagigal y Montserrat.

    Bernardo de Gálvez vuelve a Madrid en octubre de 1783, siendo recibido como un héroe.

    La batalla de Yorktown en 1781 ponía fin a la guerra entre los Estados Unidos y Gran Bretaña y en septiembre de de 1783 se firmaba la paz en París con el Tratado de Versalles.

    Se abría un nuevo tiempo para España en los que habría que resolver asuntos complejos con la nueva República norteamericana como las cuestiones de límites, la libre navegación por el Mississippi, la inmigración americana en territorio español o las relaciones con los indios.


    Retrato de Matías de Gálvez. Museo Nacional del Virreinato, Tepotzotlán, México.

    Mientras, su tío Matías que desde 1778 se encuentra en Guatemala, se encarga del trasladar la capital desde Santiago de los Caballeros (Antigua Guatemala), muy dañada del terremoto de 1773, a la Nueva Guatemala de la Asunción levantada en unos terrenos del valle de la Ermita.

    También crea la Casa de la Moneda, impulsa la construcción de la nueva Catedral, mejora el comercio y los cultivos de la región, establece el Montepío de cosecheros de añil y regula las ferias de ganado.

    En el frente militar reforma la estructura de las tropas de la región, mejora la preparación de las unidades de infantería y caballería bajo su mando y obtiene varios éxitos durante la guerra contra los ingleses; logra importantes victorias como la conquista del fuerte San Jorge en Belice el 15 de septiembre de 1779, la recuperación de los fuertes de San Fernando de Omoa y el Castillo de la Inmaculada Concepción del río San Juan de Nicaragua en enero de 1781, que habían caído en manos inglesas uno y dos años antes respectivamente.

    En ese mismo año de 1781 es ascendido a mariscal de Campo y en 1782 toma la isla de Roatán regresando inmediatamente a la costa de Honduras donde derrota de nuevo a los ingleses, expulsándoles de sus costas y conquistándoles los fuertes de Quepriva y Criva. Ascendido a teniente general es nombrado virrey de la Nueva España y el 29 de abril del año 1783 Matías de Gálvez procedente de Guatemala hace su entrada en la ciudad de San Cristóbal de Ecatepec, siendo recibido por su antecesor Martín de Mayorga.

    Realiza muchas e importantes obras en la ciudad de México, sobre todo en el alcantarillado, el alumbrado, la jardinería, la urbanización y empedrado de las principales calles de la ciudad, así como la confección del primer censo de vehículos. Promueve con éxito la fundación de la Real Academia de Bellas Artes, impulsa la publicación de la Gazeta de México y prohíbe en el año de 1784, todos los juegos de azar, de los que es declarado enemigo.

    Protege el comercio, la agricultura y la minería, regula el excesivo número de abogados y propone hacer un proyecto para resolver el problema del desagüe de la capital para construir un nuevo canal.

    Siendo virrey de la Nueva España, muere ese mismo año de 1784 en el mes de noviembre, a los 67 años de edad, aquejado de las múltiples dolencias adquiridas durante su estancia en Guatemala. Por voluntad propia, es enterrado en la Iglesia de San Fernando de México.

    Unos años antes, en 1780, su hermano José que se encontraba en la Península, había sido nombrado Consejero de Estado, siendo recompensado en 1785 por Carlos III con los títulos de Marqués de Sonora y Vizconde de Sinaloa.

    Al finalizar la guerra, en el año 1783, Bernardo de Gálvez ya está en Madrid y en octubre de 1784, será nombrado capitán general de Cuba, con el mando asimismo sobre Luisiana y las Floridas, ejerciendo estos cargos en La Habana desde el 8 de febrero de 1785 hasta el 20 de abril. Sus conquistas habían determinado en gran medida que España conservase la Florida Occidental y que Inglaterra le cediese la Florida Oriental. Poco después Carlos III le nombra Vizconde de Galvezton y Conde de Gálvez, autorizando en su escudo la frase Yo solo, como premio a su valor demostrado en la toma de Pensacola.

    Estos años tampoco han dejado de fundarse nuevas ciudades en América: Viedma y Carmen de Patagones (1779), Canelones (1782), Galeguay (1783), Concepción del Uruguay (1783), Minas (1783) y San José de Mayo (1783) en el virreinato del Río de la Plata; Guamo (1772), Confines (1776), Sahagún (1776), San Jacinto (1776), y la Mesa (1777) en el de Nueva Granada; Galveston (1780), Los Ángeles (1781), Santa Bárbara (1782) y Ventura (1782) en la Provincias Internas de la Nueva España; Alajuela (1782) en la Provincia de Costa Rica y Naguanagua (1782) en la Provincia de Venezuela son un ejemplo de ello.


    Retrato de Gálvez (1785), por José Germán Alfaro (Museo Nacional de Historia, Ciudad de México).

    Ese año de 1785, Bernardo es nombrado virrey de la Nueva España como sucesor de su padre. Su esposa y sus tres hijos también se trasladan a la ciudad de México. En su nuevo destino, tiene como primer objetivo la lucha contra dos terribles males que asolaban desde el año anterior a la población: la escasez extrema de víveres en todo el territorio, debida a la pérdida casi total de las cosechas, y la epidemia de peste que había atacado a la gente, causando innumerables muertes.

    Como hombre de la Ilustración, Gálvez fomenta las obras públicas, la iluminación de las calles, inicia la construcción del castillo de Chapultepec, impulsa la terminación de la Catedral de la Asunción de la Santísima Virgen María a los Cielos de la ciudad de México, mejora el camino a Acapulco el gran puerto del Pacífico, difunde la nueva vacuna contra la viruela y dicta varias disposiciones importantes para el mejor gobierno de las provincias de Sonora, California, Nueva Vizcaya, Texas, Nuevo México y Coahuila.

    Bernardo de Gálvez, que era un enfermo crónico de disentería amebiana contraída probablemente en Nueva Orleans al beber agua contaminada, muere el 30 de noviembre de 1786, a los cuarenta años de edad, en el palacio arzobispal de Tacubaya, siendo enterrado junto a su padre, en la iglesia convento de San Fernando. Su corazón fue depositado en una urna en la Catedral de México.

    La viuda, Felicitas de Saint Maxent, obedeciendo las recomendaciones de su marido, regresó a Madrid con sus tres hijos, al objeto de ser educados allí.

    En la Península, José de Gálvez, apenado por la muerte de su sobrino, morirá tres meses después, en 1787, en la localidad madrileña de Aranjuez. Fue el benefactor más influyente y eficaz en las vidas de su hermano mayor y de su sobrino Bernardo. A su gestión se debe entre otras muchas, la creación de la Real Compañía de Filipinas y la fundación del Archivo General de Indias, recopilando los documentos dispersos en el Archivo de Simancas, en Sevilla y en Cádiz, cuyas ordenanzas se publicaron en 1790, tres años después de su muerte.

    Esta es la historia de esta familia que vivió el tiempo de la apasionante España del siglo XVIII, cuando seguía siendo una potencia respetada en el mundo y su cultura, idioma e historia eran un referente para otros pueblos.

    Dos años más tarde de la muerte de José de Gálvez el mundo cambiará, alterando de forma significativa la relación de fuerzas entras las grandes potencias y un nuevo paradigma se hará un lugar en la historia, habrá comenzado la revolución francesa. En España, en diciembre de 1788 había comenzado su reinado Carlos IV.

    A finales del siglo XX, Bernardo de Gálvez será agasajado por los norteamericanos, colocando algunas placas de bronce en la iglesia mexicana de San Fernando, conmemorando los hechos de este gran hombre. Multitud de monumentos y placas conmemorativas están repartidas por la geografía de los Estados de Luisiana, Texas, y en la misma capital de Washington.
    Estatua de Bernardo de Gálvez en Nueva Orleans.

    La relación de monumentos y reconocimientos que se exhiben en Estados Unidos, en honor de nuestro Bernardo de Gálvez, es muy importante siendo, oficialmente, la más significativa su estatua en Washington D. C, erigida junto a las de los demás libertadores, que fue inaugurada por el rey Juan Carlos I en el mes de julio de 1976. Su nombre ha sido adoptado como patronímico de ciudades y lugares geográficos en diferentes Estados, como Galveston, Bahía de Galveston, Condado de Galveston, Gálvez, incluso una parroquia de Luisiana llamada Saint Bernard, en su honor; en su famosa Spanish Plaza, de Nueva Orleans, hay una estatua de Bernardo de Gálvez. En Mobile, Alabama, Baton Rouge hay nombres de calles, plazas, incluso edificios, dedicadas al nombre de Gálvez. Es de destacar una excelente estatua dedicada a Bernardo de Gálvez en una de las principales plazas de Pensacola.


    Finalmente, el 16 de diciembre de 2014, Bernardo de Gálvez y Madrid, vizconde de Galveston y conde de Gálvez, será proclamado póstumamente como un ciudadano honorífico de los Estados Unidos (Firmado por el Presidente Barak Obama )Fuentes consultadas:

    Bernardo de Gálvez y Madrid (conde de Gálvez), y familia: Españoles sepultados en el ominoso olvido de la historia, Juan Hernández Hortiguela
    https://laamericaespanyola.com/2023/...z-y-su-tiempo/
    Bernardo de Gálvez un héroe español en la guerra de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Gonzalo M. Quintero Saraviahttps://cologanvalois.blogspot.com/2...-en-la_18.htmlOtro héroe olvidado a sus 300 años: Don Matías de Gálvez y Gallardo (1717-1784) José Alberto Ruiz de Oña Domínguez. Agosto 2017. revista Cuadernos del Bicentenario nº30. El Círculo de los Gálvez. Manuel Hernández González. 2019José de Gálvez y los Gálvez de Micharaviaya. Manuel Olmedo y Francisco Cabrera. 2018De la Luisiana a la Nueva España. La historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847). Víctor Cano Sordo. México D.F. 1999



    https://laamericaespanyola.com/2023/...z-y-su-tiempo/

  2. #2
    Avatar de juan vergara
    juan vergara está desconectado Miembro Respetado
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    Re: La familia Gálvez y su tiempo

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    Muy buen aporte Hyeronimus!

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