Yo es que creo que los Países (o las Naciones o los Estados o las Patrias) civilizados, en general, siempre se han construido desde lo más noble hacia lo más bajo, y que la gente llana asume (y debe asumir) los principios más elevados que se le dan (y hace bien, por supuesto). Y tanto más civilizados los pueblos cuanto mayor haya sido el principio ordenador en cuestión.

El tema puede ser tan sencillo o tan complicado como cada uno lo quiera imaginar.
Hablo a nivel básico y en relación con el contexto del artículo.
De todas formas, a nivel más complejo y a título particular, hago mía la teoría de J. A. Maravall en su obra “El concepto de España en la Edad Media”, en lo relativo al concepto de lo hispánico.

Cuestionaba antes el concepto de “español” sólo como algo dinámico y agresivo, y sólo como plasmado de cara al heroísmo, tal como el artículo parece decir.
Yo señalaba que, desde el siglo XVI pasó a existir (y a hablarse de) una monarquía española, de una literatura específicamente española, de una legislación específicamente española (sin perjuicio de que continuaran legislaciones particulares en ciertos territorios), de un Ejército español, un Arte español, unas Academias españolas, unas relaciones exteriores españolas, unas Universidades españolas, un Comercio español, un “Siglo de oro” español, unas Colonias españolas y unos personajes que son catalogados como españoles, a secas.
Y que ese es el precedente reciente que ha hermanado (o debería hermanar) a todos los españoles.

Y que desde el Extranjero ese concepto de identidad española es el que se tiene: que un Goya era español, que un Cervantes era español, que un Nelson o un Napoleón combatieron contra España o los españoles (o sea, contra todos ellos en bloque).

Particularidades internas territoriales aparte, creo que todo eso es evidente y es imposible negarlo.

De todos modos, mejor no sacar punta al asunto, porque este tipo de temas en esta época, lamentablemente, se suele sacar de quicio.