«Los vascos son los más españoles»




POR ALFREDO VALENZUELA



Joaquín Mañes Postigo_Abogado y escritor

-¿Qué lleva a un jurista a escribir novelas históricas?
-Un abogado desarrolla argumentos interpretando unos hechos, toda creación intelectual no deja ser una manifestación artística, ahí se encuentra el nexo; por eso, la de abogado es una profesión hermosa.
-¿Sus libros se deben a amor a la historia o a la literatura?
-Me gustaría que los libros de historia me llevaran a la literatura, la historia se puede contar pero la literatura, como expresión artística, es un don que no todos poseen, como es mi caso; de momento, para mí, es un anhelo que voy aliviando con la satisfacción de narrar acontecimientos ignorados o casi desconocidos de nuestra historia y hacerlo con cierta vocación didáctica.
-¿Son malos tiempos para la épica?
-Pésimos. El actual discurso social y político promueve todo aquello que no suponga esfuerzo para la persona, ni siquiera intelectual; ni el mérito, ni el valor, nada, absolutamente nada de eso es incentivado y mucho menos reconocido. Con eso, el hombre va perdiendo noción de su propia trascendencia espiritual, por lo que es más manipulable para aquellos que necesitan su voluntad para perseguir sus intereses.
-¿Los héroes están mal vistos últimamente, son políticamente incorrectos?
-Así es, por lo que acabo de decirle; es más, a la figura del héroe se la ridiculiza, la fuerza del héroe es la de quien desea superar la adversidad, sea de la naturaleza que sea, elevándose sobre sus propias limitaciones, las personales y las que les imponen su entorno. A personas así no se les somete, no se les domina, luego el sistema no los quiere.
-¿Los españoles son dados a empresas imposibles?
-Pienso que no, sencillamente hubo un periodo de nuestra historia en que se pasaba hambre, auténtica penuria social, la situación económica de finales del siglo XVI era pésima, sin embargo existía una conciencia colectiva de nuestra fuerza como nación y de lo que España representaba en el mundo, solamente con sacrificio, los que se lanzaron a la aventura de América, sabían que alcanzarían la fama, la riqueza, y se atrevieron a cruzar los océanos. Eso convivía con la España de la picaresca, también una España real en la que todo era válido con tal de no trabajar. Pero en todo eso no había nada de destino fatal de un pueblo.
-El protagonista de su último libro se llama Oñate, aunque sevillano. Los vascos casi siempre estuvieron en la vanguardia de las aventuras imperiales españolas ¿Por qué esa manía de no querer ser españoles?
-Precisamente porque lo son, los más españoles de los que habitan en la Península, con sus virtudes y defectos hasta la exageración. El problema radica en que por espurios intereses partidistas, a los vascos solamente los están azuzando y estimulando para que afloren sus defectos, cosa que logran en algunos, claro... El protagonista de mi segundo libro era madrileño con abuelos vizcaínos; y los míos, aragoneses. Esa es España.
-En Camboya tuvimos nada más y nada menos que a samuráis en nuestras filas ¿qué tal se portaron?
-De forma extraordinaria, y destacaría su sentido de la fidelidad absoluta a los dos caudillos de la expedición, el portugués Diego Veloso y el español Blas Ruíz; se mantuvieron junto a ellos hasta el final de la expedición.
-¿El código de honor del samurai era muy distinto del de un hidalgo español?
-Más estricto y moralmente coherente, pero no conocían ni la piedad ni la sonrisa.
-¿Dejaron descendencia los españoles en Camboya?
-La referencia de la que tengo constancia aparece en el libro de Manu Leguineche, «El camino más corto», en el que relata que conoció a algunos camboyanos de nombre Fernández y Rodríguez, que se declaraban descendientes de los españoles que llegaron allí a fines del XVI. Con el genocidio de Pol Pot, en 1975, estos últimos han debido desaparecer.
-¿Estaba loco Felipe II para pensar en conquistar la China?
-No, por eso ni lo intentó, pero tal posibilidad llegó a plantearse por algunos que estimaron como fuerza suficiente unos 10.000 hombres para adueñarse del Imperio Celeste, realizándose sesudos estudios sobre un plan de invasión que presentaron ante la Corte. Esa fue la propuesta que realizó el jesuita Alonso Sánchez en 1588, quien defendió personalmente su tesis ante Felipe II.
-¿Si Portugal y España hubieran seguido unidas como en aquella época les habría ido mejor?
-Es una incógnita, algunos historiadores lucubraron con el hecho de que si la capitalidad se hubiese trasladado a Lisboa se habría consolidado la unión de las dos naciones bajo la corona de la dinastía de los Habsburgo; otros, sin embargo, manifestaron que eso no habría influido en nada... En cualquier caso, la suma siempre es más que las partes y los portugueses de aquella época eran increíbles.
-¿Fueron mejores navegantes que los españoles?
-Pienso que fueron los mejores, pero con muy escasa diferencia sobre los españoles. Tenían mayor experiencia y habían circunnavegado África, la India y llegado hasta el sudeste Asiático.
-Su protagonista estuvo en la Cárcel Real de Sevilla ¿le fue de tanto provecho como a Cervantes?
-No, simplemente le sirvió para mantener en forma su instinto de supervivencia en un entorno agresivo. En aquel entonces la Cárcel Real era un mundo propio y caótico, ajeno al que se desarrollaba fuera de sus muros y en el que se podría encontrar algunas similitudes con las cárceles actuales de los países del Tercer Mundo.
-Ya ha recreado aventuras de españoles en Camboya, en Vietnam y en el México del XIX ¿En qué otros lugares recónditos los ha encontrado?
-A mediados del siglo XX ha habido españoles que han terminado siendo anticuarios de arte oriental en el norte de Tailandia, empresarios en Bangkok, mercenarios en el Congo...
-¿Cómo en un año tan señalado como éste no se ha ocupado de la guerrilla contra el francés?
-Porque no he encontrado aún la historia inédita, extraña, de aquel acontecimiento, pero sigo buscando... Es lo realmente apasionante.

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