Todas las épocas tienen sus fantasmas y “cuentos” ejemplares para asustar, manipular y controlar a las impresionables masas. Lo mismo que hubo un tiempo en el que el poder agitaba el fantasma de la conspiración judeo-masónica, hoy el poder agita los fantasmas de la conspiración racista-xenófoba. El objetivo es el mismo, asustar, manipular, controlar.
Pero la presión que ejerce la población inmigrante sobre los ciudadanos y los trabajadores es muy real y va desde tener que soportar actitudes incívicas hasta competir por un puesto de trabajo cada vez peor pagado y en peores condiciones, pasando por ver cómo tienen prioridad a la hora de asignarles una plaza de guardería o un piso de protección oficial. La inseguridad y la delincuencia es lo que colma el vaso de vejaciones y agravios comparativos. La delincuencia y la violencia provocada por extranjeros es una realidad, por desgracia, sangrante, demasiado sangrante.
Cuando los ciudadanos y trabajadores de El Ejido alzaron la voz fue porque un marroquí había asesinado a una joven muchacha, y no era ese el primer y único delito que venían padeciendo. Ahora es el barrio madrileño de Villaverde el que ha alzado la vo, el que ha dicho basta, y ha salido a gritarlo a la calle en un noble gesto de solidaridad vecinal.
Han dicho basta al miedo y a la violencia que ejercen las bandas de latinos en sus calles, han dicho basta a la toma de sus parques, de sus barrios por hordas de bárbaros que coaccionan y atemorizan, que exigen tributo a los padres madrileños para que sus niños puedan montar en los columpios, han dicho basta a no poder pasear tranquilo por las calles del que siempre ha sido su barrio, basta de temblar hasta que el hijo, el padre o la madre llegan a casa después de una dura jornada de trabajo o de un merecido descanso festivo.
Pero los políticos o los directores de periódico o televisión, esos que viven en los barrios lujosos, cuyo conocimiento de la inmigración se limita a su “chacha”, o esos niños mimados y ampliamente subvencionados de la contra-cultura, han denunciado este basta, esta humana reacción contra el miedo y la coacción mafiosa, la han denunciado como racismo y xenofobia.
La administración debe buscar soluciones pero estas no han de pasar por que esos mismos obreros que sufren la coacción y la violencia, paguen a los inmigrantes pisos o empleos que ellos mismos no tienen. Lo que los políticos están haciendo es pagar un tributo por la seguridad, como hacen las mafias chinas con los establecimientos de Todo a 100 o los restaurantes de comida china.
Y cuando se denuncia la violencia y las vejaciones que los vecinos padecen a causa de una inmigración masiva, y cuando se denuncia que no se debe pagar ningún rescate por la inmigración masiva, cuando se denuncia que la inmigración masiva está trayendo muchos problemas, muy reales y muy sangrantes, entonces la nueva Inquisición denuncia a los sencillos y tranquilos vecinos de un barrio o de un pueblo entero, de racistas y xenófobos.
Y cuando esos mismos trabajadores y vecinos reivindican más seguridad, recuperar la tranquilidad que tenían antes, recuperar su libertad para pasear, salir o columpiar a sus hijos en el parque sin tener que pagar un tributo, entonces se les llama fascistas, o racistas o xenófobos y punto.
Mientras, los políticos, los directores de medios de comunicación y los vividores de las rastas dormirán una noche más tranquilos, protegidos en sus barrios de lujo o en su submundo anti-sistema. Pero mientras, algún otro trabajador, algún otro vecino de barrio humilde, algún otro ciudadano será robado o apuñalado o rezará para que no le pase a él. Y si le roban o le apuñalan y grita por ello, la cosa se resuelve de manera sencilla: Está claro que es un racista.
Tienes razón, pero eso es lo que los políticos tienen que hacer. Cuando en un barrio se rompe el "maravilloso" cuadro "multiculti" que nos venden sobre la inmigración, la reacción natural es acusar y perseguir misteriosos "neonazis" que recorren las calles por las noches provocando desorden y no la realidad, que los vecinos españoles están siendo maltratados y perdiendo la tranquilidad en sus vidas por esos inmigrantes que en teoría tenían que traernos maravillas.Pero los políticos o los directores de periódico o televisión, esos que viven en los barrios lujosos, cuyo conocimiento de la inmigración se limita a su “chacha”, o esos niños mimados y ampliamente subvencionados de la contra-cultura, han denunciado este basta, esta humana reacción contra el miedo y la coacción mafiosa, la han denunciado como racismo y xenofobia.
Con el discurso de los neonazis como conspiradores racista-xenófobos tapan un problema que existe y de paso coaccionan a los vecinos, que temen verse identificados con esa representaicón del mal, ese Satanás de nuestro tiempo, que es el nazismo.
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