La tabla de Flandes me parecio imposible de leer. El lenguaje era torpe y falto de brillo. No se si otras cosas de el son buenas, pero esa experiencia me dejo sin deseos de averiguarlo.
La tabla de Flandes me parecio imposible de leer. El lenguaje era torpe y falto de brillo. No se si otras cosas de el son buenas, pero esa experiencia me dejo sin deseos de averiguarlo.
cuatro mangantes de turno
Hombre, él también iba a trincar. Y bien que trincó cuando lo de la película, el enfant terrible, dándole la mano a los politicuchos.
Para mí que este señor tiene cierto talento como escritor, pero está sobrevalorado, quiero decir: Que este señor se dedica al "entretenimiento" y sin embargo se cree politólogo, filósofo, historiador, y yo qué sé más. Hace poco hizo apología del genocidio de la Vendée diciendo que en España debería haber ocurrido lo mismo.
Yo más bien creo que este señor vio que la cosa se le iba a complicar, que lo iban a empezar a criticonear "a jierro" y este pues no tiene necesidad de eso. Al menos los políticos nos han dejado bien clara la indignidad de lo que fue la Pepa, pues si han puesto al menda este como "asesor"......Así de seria fue la cosa hace dos siglos.
Don Arturo tiene un grande lado lunar: tiradas de mal gusto, tonterías políticas de turno y para más iberismo ... empero tendré siempre que agradecerle por los buenos momentos que me proporcionó con Capitán AlatristeComo van las cosas, basta un poco de patriotismo, hollywoodesco que sea, para nos dar un rayo de esperanza...
No tengo nada contra Pérez Reverte y sus espadachines y sus batallas y sus cojones por banda y garañones "urbi et orbi". Sencillamente, no es escritor de mi devoción por unas cuantas razones que no desarrollaré, porque éste no es el momento ni el lugar. Para mí, Pérez Reverte representa esa literatura mediocre, tan exitosa y tan abundante por estos pagos y débitos, y que tanto mal hacen, no sólo a los lectores que la leen, sino a las mismas estadísticas.
Lo curioso es que, hace unos años, ningún crítico, de esos que algunos llaman «solventes críticos», daba un euro por Pérez Reverte, y, menos aún, Umbral. Ahora, en cambio, desde que al "ilustre" reportero lo apelmazaron con la vitola de académico, sus adjetivos y sus sustantivos cotizan en la bolsa de la literatura mucho más que, pongo por caso, los verbos y metáforas incluidas de Miguel Sánchez-Ostiz, el burgalés Manuel de Lope ó el escritor y magnifico traductor Juan Eduardo Zúñiga, escritores que, según mi punto de vista, dan sopas con sapos al comentado "ilustrísimo".
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Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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