CENTENARIO DE ÁLVARO CUNQUEIRO: 1911-2011
RECORDANDO AL MAGO DE MONDOÑEDO
Hoy 22 de diciembre de 2011, Álvaro Cunqueiro podría cumplir 100 años.
El escritor gallego nació en Mondoñedo, el 22 de diciembre de 1911 y falleció en Vigo, el 28 de febrero de 1981. Si buscáramos a un novelista español más fecundo en fantasía difícilmente encontraríamos a otro que se le parangonara. Pero, a pesar de una obra dilatada, el buen mindoniense apenas es un conocido. Su nombre sale, cuando sale, de refilón. A mí, Cunqueiro me trae a las mientes a ese tipo de niños que, por no por ser malos, son castigados. Si se les castiga es por no ser el pelotas del maestro, pero tampoco el siervo de los malos de la clase.
A las derechas rancias (y jacobinas, liberales y centralistas) el nombre de Cunqueiro les suscita -si es que saben de lo que estamos hablando- una cierta desconfianza. Se trata de un hombre que se mantuvo fiel a su terruño galaico, enamorado de su Galicia natal, delicado cultivador de la lengua vernácula, apegado a las patriarcales costumbres de una tierra que era su tierra, de unas gentes que eran sus gentes. Y, por si fuese poco, en su mocedad pecó de nacionalista, de nacionalista gallego, se entiende.
A las izquierdas rancias (jacobinas o federalistas o, simplemente, separatistas) el nombre de Álvaro Cunqueiro les suscita rechazo, incluso odio. Habiendo sido galleguista, nacionalista galleguista y republicano, allá cuando moceaba, luego vino (Cunqueiro) a ser escritor colaborador de periódicos del entramado de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Eso basta para echarle los perros. Las izquierdas hubieran querido ver a Cunqueiro en el exilio... O, mejor todavía: fusilado por los franquistas, para así llevar y traer el nombre y apellidos de un poeta, otro poeta más, represaliado.
Cunqueiro está olvidado.
Nadie ha querido hoy recordar en España que, hace cien años, nos nació un bardo de la estirpe de Macías el Enamorado, un fabulador de historias, un consumado artífice de la Lengua Gallega y de la Lengua Castellana. Un poeta, un novelista, un articulista cuyo Centenario tendría que haber resonado como uno de los más importantes eventos culturales.
Sin embargo, Cunqueiro permanece olvidado. Pero como todo lo auténticamente celta volverá: como Arturo que marchó a Avalon y regresará; como el Guadiana que está y ya no está, como la Isla de San Borondón que aparece y desaparece; como la misma España que fue antaño, hoy no es, y mañana volverá a ser; como todo lo genuinamente celta, Álvaro Cunqueiro retornará, pues, al igual que todos aquellos que nacen, viven y mueren bajo el patronazgo de San Herveo, Cunqueiro volverá en el viento de una canción, cantada por una dulce rapaza de ojos azules de Lalín, o volverá cuando mordamos el pan recién hecho y recordemos lo que él nos decía: "Una lengua es buena cuando sabe a pan... cuando sabe a pan recién hecho". Y, parafraseándolo, digamos que un escritor es grande -como él- cuando sabe hacer admirables filigranas con dos lenguas -la gallega y la española- y lo que hace parece que es de ayer mismo, por cien años que hayan pasado con sus aguaceros.
La ingratitud es uno de los vicios de este país. Por eso se le ha pagado tan mal a Álvaro Cunqueiro. Sirvan estas, en la modesta importancia que puedan tener, para recordar a quien tanto nos dio a quienes por ser españoles amamos todas las lenguas y culturas peninsulares: todas.
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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