Entrevista en la Gaceta sobre “El último catalán”
El nacionalismo se puede combatir con humor’
Rosalina Moreno
El portavoz de ‘Somatemps’ se adentra en su libro, ‘El último catalán’, en una Cataluña en el año 2083 que conmemora el 50 aniversario de la independencia.
Javier Barraycoa.
Javier Barraycoa hace una crítica profunda a los males de Cataluña con un toque de humor e ironía en su último libro, El último catalán (Stella Maris). Dice que “si se llegara a una Cataluña independiente podría ocurrir algo muy parecido” a lo que relata en esta obra.
Su personaje central es el símbolo del hombre que lucha por su libertad frente a un Estado invasivo que pretende controlarlo todo. En ella aborda, además, cómo una “construcción nacional” produce una “desnaturalización de la identidad catalana, hasta tal punto que el protagonista ya no se reconoce en esa sociedad”.
No es la primera vez que este historiador y sociólogo, autor de una decena de libros, trata el problema catalán. Lo hizo también en Los mitos actuales al descubierto (2009) y en Historias ocultadas del nacionalismo catalán (2011).
Barraycoa es portavoz de la plataforma Somatemps -Estamos a tiempo-, que nació hace un año –el 16 de noviembre de 2013 en Santpedor (Barcelona)- y se constituyó formalmente el 26 de abril. Esta organización, que defiende la catalanidad hispánica y es antiindependentista, pretende una renovación cultural, historiográfica, social, y convertirse en un think tank para movilizar a la sociedad civil.
Ha sido profesor de la Universidad de Barcelona durante 18 años y es director de estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona.
-¿Qué encontraremos en ‘El último catalán’? -Una sátira sobre una Cataluña hipotéticamente ya independiente. A partir de ahí, una crítica muy mordaz a cómo sería una Cataluña dominada por el nacionalismo, donde el protagonista es un payés octogenario, de un pueblo perdido en los Pirineos, Solanell, que se da cuenta de que el mundo que ha conocido en la Cataluña independiente ha desaparecido. Por lo tanto, se encuentra profundamente decepcionado y sólo en esa nueva Cataluña. El alma del verdadero catalán queda recogida en el protagonista, José Casademunt. Un sencillo campesino que lo único que tiene a su alcance es el sentido común de la vida y lo que le han enseñado sus antepasados. En la novela -en clave de humor- se relata el conflicto entre el totalitarismo racionalista y la tradición que se rige por el sentido común.
-El Estado no pudo detener el proceso independentista… -No. La inestabilidad política iniciada en un fatídico 2014, generará crisis política tras crisis política y que un lánguido Estado español no pudo detener el proceso de secesión gracias a una movilización masiva de musulmanes y otras fuerzas emergentes –algunas estrafalarias- que se suman a la causa de la Independencia catalana. Tras medio siglo, la República Islamodependiente de Cataluña (RISC) logra consolidarse y la disidencia es aniquilada.
-Y una vez conseguida, ¿cuál era entonces el problema? -Una elite política burguesa, endogámica y tarada -heredera del proceso pre-independentista- tiene que lidiar con diferentes facciones enfrentadas: el lobby de los “Gaytalanes”, el grupo “Al-Catalán”, “Catalanes para Cataluña”, “Tortosa es nuestra” e incluso “Nueva Patria China”, entre otros. La política se convierte en una locura donde lo que menos importa es la gente normal.
-¿Cómo se enfrenta Casademunt a esa Cataluña independiente? -Recibe una notificación de expropiación de su masía y tiene que ir a Barcelona -conocida como “La Babilonia”- a enfrentarse a la Administración. Se adentra en una especie de viaje iniciático en busca del sentido de su propia vida, en el que va recordando su juventud y su ideario vital. Van apareciendo personajes que representan diferentes tipos de posicionamientos frente al catalanismo y ante la vida. La novela no sólo se centra en lo que sería una Cataluña independiente, sino también en descubrir lo que da sentido a la vida y la amistad, y cómo muchas veces la política es un artificio para encubrir y adulterar ese sentido existencial.
-¿Cuál es el mensaje que subyace de la obra? -El protagonista es el símbolo del individuo que lucha por su libertad frente a un Estado invasivo que pretende controlar todo. Además, la novela trata la paradoja de que una “construcción nacional” produce una desnaturalización de la identidad de los “verdaderos catalanes”.
-¿Aparece en ella algún político catalán? -Quedan retratados muchos políticos actuales. Aparece toda la familia Pujol. Éstos se van casando con otras familias políticas hasta llegar a una especie de degeneración de la casta política.
-¿Qué otras críticas hace? -Al papel de la Iglesia catalanista y el progresismo eclesial que, abandonando su misión, sirven a la “construcción nacional” de la Cataluña independiente. Aunque es una obra muy divertida hace una crítica profunda a los males de Cataluña y a quien los ha provocando. Sobre todo, la novela pretende que cualquier lector que no sea catalán se acabe enamorando del alma de Cataluña que representa el protagonista.
-El nacionalismo también se puede “combatir” con humor… -Sí. Faltaba desdramatizar lo que estamos viviendo y utilizar el humor como argumento para hacer reflexionar. Los catalanes sabíamos reírnos de nosotros mismos. Siempre tuvimos grandes humoristas, pero ahora la censura cultural es tal que también te prohíben reírte de ti mismo.
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