TAUROMAQUIA Y LITERATURA






Escribe: Antonio Moreno.-
Para hablar de tauromaquia, acudamos a los literatos:

Ramón del Valle-Inclán decía que en la tauromaquia se daba una especie de temblor de violencia estética que hacía que una corrida fuera algo muy hermoso.

Camilo José Cela decía que el toreo era un arte mitad ballet, mitad vicio; y que tenía su punto caricaturesco.

Miguel Hernández veía en la tauromaquia un símbolo, un arquetipo, una fuerza. Y no fue el único que dedicó sus poemas en este sentido, pues José María Pemán, Rafael Alberti y Fernando Villalón fueron por el mismo camino.

Roy Campbell veía en la tauromaquia una conexión con el mundo clásico, y era capaz de enlazar desde la mitología griega al culto mitraico que, nacido en Persia, se extendió por todo el imperio romano.
Mario Vargas Llosa exalta la belleza instantánea, efímera, que se ve en una corrida de toros.
Y bueno, un servidor, como escritor y aficionado más o menos reciente y poco o nada entendido, opina que todo eso se da junto y revuelto en la tauromaquia. No es sólo una corrida de toros: Detrás hay mucho. Hay todo un trabajo de dedicación y artesanía, donde la máquina no vale, porque es el hombre y la tierra en una comunión ancestral. Es la única ligazón que nos queda con la tierra. Y cuando el hombre pierde el contacto con la naturaleza, pierde el sentido de trascendencia y hasta el sentido común. Este es el tipo de hombre moderno que por desgracia está proliferando en España: El que hecha espuma por la boca contra los toros y, acto seguido, acoge Halloween con total mansedumbre.
Con todo, lo que se ve en la plaza no es sino una consecuencia: Una gran consecuencia donde no hay soledad, pues al mismo tiempo, aparece una reminiscencia mitológica, una pintura de costumbres, una explosión de luz y color, un dibujo altisonante… Y sobre todo, un arquetipo. Por eso, dentro de los que dicen odiar a la tauromaquia, lo que hay es un odio a las raíces, a las esencias ibéricas por encima de los “gustos” más o menos particulares.
Y al final es como decía Ignacio Sánchez Mejías, el mecenas de la Generación del 27: “El mundo entero es una plaza de toros donde, el que no torea, embiste”. Por eso doy gracias a las farsantes embestidas de antitaurinos/ecolojetas:

Gracias, porque me han hecho taurino. Y como a mí, están haciendo reaccionar a una parte significativa de una sociedad española ya harta de tantos atropellos. Y no es la primera vez que se da esto en la historia de España, pues parece un fenómeno de rechazo por parte de ciertos sectores supuestamente elitistas que se reitera en épocas de decadencia. Sin embargo, volvemos a la literatura, pues ya nos avisó Federico García Lorca: «El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo».
Olé y amén. Viva la tauromaquia.

http://aabeja.pe/de-opinión/de-ida-y...iteratura.html