SENTENCIA DADA POR LOS JUECES DEL CAMPO, SOBRE EL RETO DE ZAMORA.
(De Juan de la Cueva.)
Desde el muro de Zamora, Arias Gonzalo está viendo
El campo del rey Don Sancho Todo alterado y revuelto,
Los unos ir á una parte, Otros el suelo midiendo,
Unos rayar la estacada, Y decir: - Salió huyendo.
Otros decir: El caballo Tiene la culpa, y no el dueño,
Que Don Diego Ordoñez hizo Cuanto debe á caballero.-
En estas contrariedades, Grandes voces esparciendo,
Mézclanse d'entrambas partes, Condenando y absolviendo.
Esto mira Arias Gonzalo, Y el rumor confuso oyendo,
No puede entender qué sea; Mas aguarda y tiene intento
De ser el cuarto en la lid, A vengar sus hijos muertos:
Y así, despedido el llanto, En ira y saña está ardiendo.
Tiene el caballo ensillado, Y él armado de secreto;
Por temor de Doña Urraca, Las armas habia cubierto
Con el vestido de luto, Teniendo d'ella recelo
Que ha de impedirle la ida, Cual otras veces lo ha hecho;
Y así sin hablar palabra, Firme en este presupuesto,
Aguarda oyendo las voces Y el rumor, que iba creciendo.
Está con vista y oido, El viejo alterado, atento,
Cuando de en medio de todos Vió salir un caballero,
Y enderezar á Zamora, Y tras él muchos corriendo.
Arias Gonzalo se puso Do pueda ser visto luego;
Y d'encima de los muros, Lo llamaba con un lienzo.
Viendo él que venía la seña, El caballo revolviendo,
Conociendo á Arias Gonzalo, Llegó en alta voz diciendo.
- A ti me envían los jueces, Y en nombre de todos vengo,
A decirte la sentencia, Porque acabe ya este cerco.
Habiendo Don Diego Ordoñez, En defensa de su reto,
Muerto á tres en la estacada, Aunque cinco manda el fuero,
Porque en el tercer combate, El caballo revolviendo,
Lo sacó de la señal, Y del límite, huyendo,
Dan á Zamora por libre, Y a él la gloria del hecho.-
Arias Gonzalo se altera, Y sin responder, volviendo
Lleno de ira y congoja, Nuevas lágrimas vertiendo,
Nuevos suspiros derrama Con nuevas ansias gimiendo.
A las voces que iba dando, La infanta salió corriendo,
Alterada y sin color, Sobresaltada, temiendo,
Los cabellos esparcidos Por los hombros, sin concierto,
Dando unos dientes con otros, El cuerpo helado, tremiendo,
Porque donde el temor reina Todo altera, y causa miedo
Así cual á Doña Urraca, A la cual el viejo viendo
Limpiando los lientos ojos, Así se llegó diciendo:
- Nuestra lid es acabada, Fin tiene ya nuestro cerco,
Por libre dan á Zamora, De traicion somos exentos;
Aunque me cuesta tres hijos, Yo me huelgo de perdellos,
Que incitados de su honra, Y la nuestra defendiendo
Han muerto todos en campo, Por los nuestros, como buenos.
Yo quedo alegre y ufano, Qu'en tal ocasion sean muertos
Y que triunfe el vencedor De sus vidas, y no d'ellos,
Que al fin mueren por su patria Como nobles caballeros,
Poniéndola en libertad Del crimen que le fué impuesto,
Dejándola en su nobleza, Su sangre en ella vertiendo,
Entregándose á la muerte Eterna vida adquiriendo.-
(DE LA CUEVA, Coro febeo, etc.)
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