EL MARTIRIO PRETENSOR DEL MÁRTIR
EL UNICO Y SINGULAR MARTIR SOLICITADO POR EL MARTIRIO, VENERABLE, APOSTÓLICO Y NOBILÍSIMO PADRE MARCELO FRANCISCO MASTRILI, napolitano, hijo del santo patriarca de la Compañía de Jesus, el bienaventurado Ignacio de Loyola.
AUTOR EL COMUN SENTIR, EN LA PLUMA DE UN DISCÍPULO DE LOS TRABAJOS .
A LA SAGRADA RELIGION DE LA COMPAÑIA DE JESUS.
Oi el milagro de Nápoles, tan raro, que entre otros se debe llamar milagroso. Halléme en Madrid cuando el que hoy es glorioso mártir vino á llevar su vida á las más penosas prolijidades de su muerte. Oi el desempeño de su promesa, afianzada en profecía, que despacha el cielo con propio, y tan propio del cielo como el apóstol de la India san Francisco Javier, con cuya predicacion el Oriente mejoró de sol.
Leí la mision apostólica que imprimió en Lisboa el muy docto padre Ignacio Stafford, el año 1639. Dióse á la estampa en Madrid , este año de 1640 la misma mision y historia con título de vida del venerable y apostólico varon Marcelo Francisco Mastrili, en mayor volúmen, y tan exactamente cuidadosa, como prometia el ser su autor el eruditisimo, muy ejemplar y piadoso padre Juan Eusebio Nieremberg. Retiro en su alabanza mis palabras, conociendo cuánto mejor cobro, darán de ella sus obras. Y cuando debiera acobardarme habiendo leido esta vida y muerte, repetida en dos tan graves autores, me arrojo á escribirla. La devocion que me anima, cuando no me disculpe el nombre de temerario, me defenderá el de fervoroso.
Sagrada y soberana Religion, acreedora de tanto bien de las almas, que á un mismo tiempo con tus hijos en todo el orbe de la tierra estás enseñando en cátedras y púlpitos la verdad de la fe, y á los gentiles y herejes, con perpétuas controversias, la mentira de sus errores; rubricando las conclusiones con la sangre de tantos y tan insignes mártires, que no solo llama como la de Abel, sino que como réplica de lo que persuadia, convence como demostracion; tú, á quien han hecho grande, como á la Iglesia, las persecuciones; tú, que debes tanta fertilidad al cuchillo, como á ti debe fecundidad la pluma; tú, que te fabricas de las baterías y te renuevas de los contrastes, sirviéndote de refuerzo tus enemigos, triunfa gloriosa, pues siendo tu nombre el de Jesus, toda rodilla se te doblará. Di con David, psalm. 117:
Omnes gentes circuierunt me: et in nomine Domini, quia ultus sum in eos. (V. 10.)
Circumdantes circumdederunt me : et in nomine Domini, quia ultus sum in eos. (V. 11.)
Circumdederunt me sicut apes, et exarserunt sicut ignis in spinis: et in nomine Domini, quia ullus sum in eos. (V. 12.)
«Todas las gentes me cercaron, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos.
« Cercándome cercáronme, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos.
« Cercáronme como abejas y ardieron como fuego en espino, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos.
No sin gran misterio se refieren tres venganzas de enemigos en el nombre del Señor, que literalmente, oh religion triunfante, pronuncia tu nombre. Y el referir la postrera que te cercaron como abejas, que son armas del Pontífice, y que ardieron como fuego en espino, dice que siendo zánganos ó avispas, que son como abejas, ardieron como fuego en espino que le abrasa en breve y se acaba luego.
Cuáles fueron o son estas tres venganzas que tomaste de tus enemigos, con soberana voz las declaras: Salutem ex inimicis nostris, et de manu omnium, qui oderunt nos, “Salud de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecen”. Venganza canonizada volver en medicina el veneno, el mal en bien.
Paréceme que oigo á tu soberano fundador (San Ignacio de Loyola) cuando, divino arquitecto, disponia el diseño de tu excelsa hierarquía, tomar las palabras que para esta obra le dejó Isaías, cap. 54: Ecce ego sternam per ordinem lapides tuos, et fundabo te in sapphiris, et ponam jaspidem propugnacula tua : et portas tuas in lapides sculptos, et omnes terminos tuos in lapides desiderabiles. Universos filios tuos doctos à Domino; «Ves que colocaré por orden tus piedras y te fundaré en zafiros, haré de jaspe tus murallas, y tus puertas en piedras labradas, y todos tus términos en piedras preciosas, y todos tus hijos enseñados por el Señor.»
Concurrieron á tu fábrica todas las joyas: sola tu fortaleza es preciosa, por ser toda de piedras preciosas puestas en orden; y en tal orden, fundada en zafiros, para decir en los cielos; tus murallas de jaspe, donde los colores de todas las virtudes compongan el íris que contra la disension te sea lozana promesa de la paz; tus puertas en piedras labradas, que nada en ti ha de ser rudo; tus términos en piedras preciosas, para que tu precio no tenga términos; todos tus hijos enseñados por el Señor. Esto el mismo Señor nos lo enseña: licion desto es el venerable padre Marcelo Francisco Mastrili, á quien del cielo envió la doctrina del martirio cuando tú cumplias de vida cien años (1540-1640): ciento si los cuenta la aritmética; si la estimacion (admirada de tus doctores y de sus escritos, de tus predicadores y de sus frutos, de tus sanctos y de sus milagros, de tus mártires y de sus triunfos), el guarismo se hallará atajado.
¿Por qué pues te previene Dios por fiesta á tu cumplimiento de años el martirio de un hijo tuyo tan querido, con tales circunstancias, tan nunca vistas, que parece, digámoslo así, que Cristo le ruega con él? Fué esto animar al mundo enseñándote fénix, que de la muerte naces de nuevo, que eres parto de tus cenizas, que las catanas te fertilizan con lo que en ti cortan, que sabes hacer vientre y cuna de las llamas y de la sepultura; que los cien años que cumples no los acabas, sino los empiezas; que la vejez te ignora, cuando la antigüedad te califica; que cuentas los años, y no los padeces. No padecerás el ultraje de las edades, y serás gloria de todas.
Yo, que deseo mostrar el afecto que á este conocimiento debo, oso escribir este epitome, que abultarán algunas consideraciones, no porque importa á la historia, sino á mí. Son hijos tuyos los que han escrito de su hermano, pueden padecer la excepcion de parte, y ocasionar á los falsarios de la verdad que la agravien en ellos; y padecerás por madre lo que ellos ganan por hijos tuyos. Hállome, esto es confesar mi desdicha, apartado de ti. Conózcome indigno de ser tuyo: esto es decir mis culpas. Escribo sin que puedan oponerme amor propio ni obligacion filial. Lastimosa calificacion, que en mí sea solamente bueno para la vida de tan insigne mártir lo que es malo para la mia. Sean, oh sagrada religion, de tí alabados tus dos escritores doctisimos, que a mí me sobra para premio ser permitido; y aclamen tu natal estos versos (Virgilio, égloga 4.ª):
Magnus ab integro seclorum nascilur ordo.
Jam nova progenies coelo demittitur alto.
(...)
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