Es éste un tema muy complejo y con muchas aristas. Juan_Vergara ha agotado con maestría los aspectos filosóficos de la cuestión.
Me permito agregar que, desde el punto de vista médico, psicológico y (hasta) psiquiátrico, la música produce alteraciones con efectos espirituales.
Desde el punto de vista biológico, es posible determinar la armonía que está acorde con la naturaleza humana y los ruidos que son discordantes. Si creemos que la naturaleza de la persona humana fue creada por Dios, todo lo que vaya en su contra y, de alguna manera, la ataque, es satánico.
El tema es complejo porque muchas veces no es cuestión de un género musical en sí; así la música culta de Schoenberg es creo yo satánica en este sentido, aunque sea tocada por una orquesta sinfónica. Así mismo mucho de la música electrónica moderna busca con especial saña producir estados alterados en las personas, incluso llevándolos al deseo de consumir drogas alucinógenas o excitantes. Obviamente, no todo el que escucha esa música en forma habitual va a caer en esto; pero claramente se expone a este peligro; del mismo modo que no todos nos mareamos si caminamos por una cornisa, pero nos exponemos a caernos. En este sentido, si tenemos como hobby caminar por cornisas porque sí, puede que sea un hobby satánico.
El problema de las distintas versiones del heavy metal es que busca (aún en sus versiones más livianas) provocar estados alterados, ya sea con la voz, los solos de guitarra, contrapuntos, etc. Pero, como digo arriba, esto no es privativo del heavy metal, el rock o la música electrónica; hay formas de música culta --especialmente la desarrollada en parte del siglo XX-- que es igualmente perversa... Aún cuando la intención, manifestada por ejemplo en las letras, sea buena.
Una cuestión distinta es la de las guitarritas en Misa. Las guitarras en Misa están mal no porque toquen rock, folclore o Simon&Garfunkel, sino porque no pueden performar música sacra. Aún cuando quisiesen imitar el sonido de un órgano de tubos o de las voces de un coro polifónico, seguirían sin poder hacer música sacra. Es decir, aquí el problema no es el género. O sí, pero en otro sentido.
Es bien sabido que Pablo VI, al alentar la reforma litúrgica, no buscaba ver guitarras en Misa o adaptaciones de cancioncitas de rock; sino introducir a Mozart y a los grandes compositores clásicos en Misa. El problema es que, justamente, la música clásica culta no es música sacra, sino a lo sumo --en algunas de sus piezas-- religiosa. Lo mismo que puede ser música religiosa un tramo de la Misa Criolla (folclórica); apta quizá para tocar en una fogata en un campamento o en un salón o en un teatro... pero no en Misa.
Es un tema complejo y no sé si me explico; en términos metafísicos podríamos decir que la música sacra es esencial o sustancialmente distinta, no accidentalmente (por su género, por ej.). Como digo en mi bitácora por algún lado, no es que en algún momento de la historia la gente se reuniera a bailar gregoriano o polifónico, o compusiera gregoriano a una novia perdida, o un motete romántico. El Canto Gregoriano fue compuesto con el único fin de ser música sacra litúrgica, con su método propio y sus instrumentos propios (las voces y, a veces, el órgano de tubo). Por lo tanto, no podríamos adaptar un aria de Verdi para tocar en Misa, como no podemos adaptar "Sun on my shoulders" -- no importa que nos guste más la música clásica romántica o el country-folk.
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